Evangelio de hoy está enfocado en el don del perdón. Es base del Nuevo Testamento, y muy central en la prédica y ministerio de Jesús. Cuando se trata de aquellas ofensas que hemos recibido de otros, somos todos grandes adalides de la justicia. Cuando somos heridos por otro recordamos cada insulto, cada desaire y cada defecto. Por ello, perdonar, aun una o dos veces, resulta tan difícil.
Perdonar siete veces, como sugiere Pedro, está más allá de nuestros límites. Sin embargo, Jesús le dice, “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. En otras palabras, perdona constantemente, incansablemente, sin calcular. Tu vida entera debe convertirse en un acto de perdón.
Y esta es la razón por la que Jesús nos cuenta la parábola en el Evangelio de hoy. El hombre al que se le ha perdonado tanto debería, al menos, demostrar su perdón a aquél que le debe mucho menos.
Aquí está el centro espiritual del tema: cualquier cosa que alguien te deba (en estricta justicia) es infinitamente menos de lo que Dios te ha dado gratuitamente; el perdón divino que recibes es infinitamente más grande que cualquier perdón que podrías ser llamado a ofrecer.
Todo se trata de convertirse en un instrumento de la vida, gracia, perdón y paz de Dios. Permite que fluya a través tuyo lo que se ha vertido dentro tuyo —de eso se trata.
El Evangelio de hoy Jesús declara que no hará nada en detrimento de la Ley y los Profetas sino darles cumplimiento. Jesús mismo era un Judío que observaba las normas, y los temas e imágenes de las Sagradas Escrituras eran fundamentales para Él.
¿A qué entonces dará cumplimiento? El teólogo protestante N.T. Wright dice que el Antiguo Testamento es esencialmente una sinfonía incompleta, un drama sin punto culminante. Es la articulación de una esperanza, un sueño, un anhelo —pero sin la realización de esa esperanza, sin la satisfacción de ese deseo.
Israel sabía que era un pueblo con una misión definida, la de convertirse en santo y con ello transformar el mundo a la santidad. Pero contrariamente a ello, Israel cae en pecados mayores y mayores. Y en lugar de ser un agente de cambio para la conversión del mundo, es el mundo el que continuamente agobia y esclaviza a Israel.
Entonces llega Jesús, que termina siendo, del modo más inesperado, el cumplimiento del sueño. Desde el comienzo de su vida pública, Jesús moviliza las tribus de Israel para que se unan, a través de la conversión y el perdón de los pecados.
Catalina de Suecia, Santa
Virgen, 24 de marzo
Martirologio Romano: En Vástena, en Suecia, santa Catalina, virgen, hija de santa Brígida, que casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, se entregó a la vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vástena, donde ella misma tomó el hábito monástico († 1381).
Etimológicamente: Catalina = Aquella que es pura y casta, es de origen griego.
Fecha de canonización: Culto confirmado por el Papa Inocencio VIII el año 1784.
Breve Biografía
A Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.
Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.
Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.
Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.
En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.
Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.
Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.
Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de una posesa.
De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.
Resistir en la fe
Santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23. Jueves III de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por darme un nuevo día. Aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad. Ayúdame a estar siempre contigo pues yo solo nada puedo. Tú sabes cuántas dificultades tengo a lo largo de mi vida. Te pido, Madre mia, que me ayudes a tener una fe como la tuya.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: “Éste expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan lo hijos de ustedes?
Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio que terminamos de leer, vemos cómo Cristo expulsa los demonios y nos dice que el Reino de los Cielos ha llegado a nosotros. Y puede sonar un poco extraño, pero esto se cumple en el momento en el que Él viene a este mundo y se hace carne por amor a todos nosotros. Es un Rey que nos promete un Reino y nos lo trae, pero nos cuesta trabajo verlo, (con ojos de fe).
Este Reino nos ha sido revelado por el don gratuito de la fe, debe ser custodiado, como dice en el Evangelio, siendo fuerte (en la fe) y teniendo armas (que son la esperanza y el amor). Porque vendrán momentos en los que flaquearemos en la fe, que es la base del Reino. Y llegará el momento en que el enemigo intentará vencernos, quitándonos estas armas para no tener con qué defendernos. Pero es ahí cuando tenemos que demostrar que nuestra fe, esperanza y amor los tenemos en Dios.
«Es cansado combatir contra el mal, escapar de sus engaños, retomar fuerzas después de una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es una lucha. Pero debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el bautismo, no sucumban a las insidias del maligno sino que le venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortificados por el Señor Resucitado, que ha derrotado al príncipe de este mundo (cf. Juan 12, 31), también nosotros podemos repetir con la fe de san Pablo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Filipenses 4, 13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero con la fuerza que me viene de Jesús». (Audiencia de S.S. Francisco, 25 de abril de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Padre del Cielo, nosotros nos entregamos nuevamente a tu Gracia todo poderosa, la que nos has revelado, por la vida y la muerte de tu Hijo, Jesucristo, y que nos has prometido con la venida de tu Espíritu Santo. Que tu Reino crezca como una semilla en nosotros y por nosotros allí donde estemos.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Te invito a que, en algún momento de oración durante tu día, leas lo siguiente: «Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré». (Jos 1, 5)
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Los 3 grandes enemigos del Alma: Mundo, Demonio y Carne
Las Escrituras nos enseñan que no debemos amar al mundo, a no satisfacer los deseos de la carne y a luchar contra el demonio
Debemos tener algo muy claro en nuestra vida, si queremos seguir los mandatos del Señor. Debemos estar preparados y saber que los enemigos del alma son tres: Mundo, Demonio y Carne. Éstos nos llevan a desobedecer a Dios.
1.- Mundo:
Se lo vence aprendiendo a valorar las cosas como las valoran Dios y los santos, no como lo hace la gente sin fe que tiene un modo de pensar completamente materializado, restándole importancia a Dios y a sus mandamientos.
Esto es a lo que llamamos secularismo, es decir, obrar de acuerdo a las costumbres, modas o ideas de la gente sin fe, sin moral y sin Dios, organizando la vida como si Él no existiera dándole importancia solamente a lo que le guste a nuestro cuerpo, al orgullo, o a la avaricia.
La escala de valores para Dios es la siguiente:
• Amar a Dios y cumplir sus mandamientos
• Amar al prójimo y tratarlo como deseamos que nos traten a nosotros
• Perfeccionarse a si mismo lo más posible
En contraposición a esta pirámide, la escala de valores del mundo es:
• Tener mucho dinero e idolatrarlo
• Darle al cuerpo todos los gustos que quiera
• Querer obtener muchos honores, mucha fama y muy altos puestos
Obviamente seguir la escala de valores de Dios nos dan paz en esta vida y premio eterno en el cielo, mientras que la del mundo sólo trae angustias, miedos, preocupaciones y el peligro de condenarse eternamente.
2.- Demonio:
¿Quién es el demonio? El demonio es un ángel creado por Dios en el cielo, que por haberse rebelado contra el mismo Dios, le precipitó en los infiernos con otros muchos compañeros de su maldad, que llamamos demonios.
El Diablo acosa, acusa, tienta, engaña y miente en su lucha contra el cristiano. El trabaja a través de sus aliados, el mundo y la carne. El Diablo usa el mundo y la carne para causar el mayor daño al pueblo de Dios, para entorpecer el progreso de lo correcto, para acobardar a los cristianos, parar la proclamación del evangelio y debilitar la ofensiva del cristiano para favorecer el Reino de Dios.
La única forma de vencerlo es con oración, con fe, con sacrificios y rechazando todo lo malo. Pero sobre todo al demonio se le vence con la humildad. Como él es tan soberbio, huye de los humildes.
3.- Carne:
La forma de vencerla es no dando consentimiento a las tentaciones impuras que produce nuestro cuerpo. No es pecado tener tentaciones, el pecado radica en consentirlas.
Dios las permite para darnos ocasión de aumentar nuestros méritos y premio en el cielo al luchar contra ellas para demostrarle a Dios que lo amamos a Él antes que nada.
Dios colocó cierto placer en las cosas para el disfrute de los seres humanos, como placer el comer para no morir de hambre, en el dormir para que el cuerpo descanse, y placer en el sexo, para que podamos procrear. El placer es solamente un estímulo, no es el fin, el problema está en que perseguimos es estímulo en las cosas y no el fin.
Decía San Agustin “yo no le tengo tanto miedo al demonio, al mundo le tengo más miedo, pero nuestro peor enemigo es nuestra propia Carne”.
Para no caer en la tentación la Iglesia nos recomienda confesarse, comulgar, asistir a la Santa Misa, evitar las ocasiones de pecar, evitar las amistades peligrosas, pensar en el Juicio y la Eternidad que nos esperan, y hacer sacrificios.
Venciendo a nuestros enemigos
Los santos despreciaban el mundo y le vencían considerándole que estaba rematadamente loco. En el mundo se dice que los listos, los inteligentes, los que son felices, son los que han sabido hacerse ricos y ahora disfrutan de fama, de riquezas y de placeres. En cambio, Jesucristo, sabiduría eterna, dijo todo lo contrario: “Felices los pobres, los perseguidos, los que sufren, los que lloran”. (Evangelio de San Mateo, 5,3-11).
Las escrituras nos enseñan que no debemos amar al mundo y que no debemos satisfacer los deseos de la carne. Las escrituras también nos enseñan como luchar contra el Demonio. Si nos ponemos de pie y resistimos al Demonio, él se alejará de nosotros. El Diablo tiembla cuando oramos. El es vencido cuando citamos o leemos un pasaje de la escritura, porque Cristo se hace presente de inmediato.
No temamos. Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?
«Transmitir la fe es contar nuestra historia vivida con Dios»
Catequesis del Papa Francisco, 23 de marzo de 2022.
La mañana del miércoles 23 de marzo, el Papa celebró su habitual Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano. Continuando con su ciclo de catequesis sobre la memoria y el testimonio que aportan los ancianos, el Santo Padre propuso como ejemplo la particular historia de Moisés:
«En los días previos a su muerte, Moisés pronunció su testamento espiritual, que es una hermosa confesión de fe. Sus palabras no sólo testimonian el amor y la fidelidad de Dios, sino también las infidelidades de su pueblo», dijo Francisco recordando que esta transmisión de la fe y del sentido de la vida, «que se hace a partir de las propias experiencias, sin ocultar las luces y las sombras», constituye la tradición, que pasa de generación en generación.
En alusión al gran testimonio de fe de Moisés a pesar de su edad (la narración relata que tenía ciento veinte años cuando pronuncia esta confesión de fe está en el umbral de la tierra prometida); el Pontífice subrayó que cuando el profeta se despide de la vida «no se había apagado su ojo» (Dt 34,7), es decir, conservaba la vitalidad de su mirada, la cual es un don valioso: «esto le consiente -dijo el Papa- transmitir la herencia de su larga experiencia de vida y de fe, con la lucidez necesaria».
La lucidez de la vejez es un don para los jóvenes
En este sentido, el Obispo de Roma destacó que una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es también un don valioso para la próxima generación
“La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible. Leerla en los libros, verla en las películas, consultarla en internet, aunque sea útil, nunca será lo mismo. A las nuevas generaciones les falta mucho hoy, y cada vez más, esta transmisión, ¡que es la auténtica tradición! La narración directa, de persona a persona, tiene tonos y modos de comunicación que ningún otro medio puede sustituir”
Asimismo, el Papa invitó a los presentes a plantearse si como sociedad «¿somos capaces de reconocer y de honrar este don?», y si «¿la transmisión de la fe – y del sentido de la vida – sigue hoy este camino?».
«En nuestra cultura, tan “políticamente correcta” -añadió Francisco- este camino resulta obstaculizado de varias formas: en la familia, en la sociedad, en la misma comunidad cristiana. Alguno impone incluso abolir la enseñanza de la historia, como una información superflua sobre mundos que ya no son actuales, que quita recursos al conocimiento del presente».
Transmitir con pasión la «historia de fe vivida»
Igualmente, el Santo Padre hizo hincapié en la importancia de transmitir con pasión la propia historia de fe vivida con Dios:
“Este es el don de la memoria que los ‘ancianos’ de la Iglesia transmiten, desde el inicio, pasándolo ‘de mano en mano’ a la próxima generación. Nos hará bien preguntarnos: ¿cuánto valoramos esta forma de transmitir la fe, de pasar el testigo entre los ancianos de la comunidad y los jóvenes que se abren al futuro?”
Antes de finalizar su alocución, el Pontífice reflexionó sobre una extraña anomalía que se da en la Iglesia:
«El catecismo de la iniciación cristiana hoy hace referencia generosamente a la Palabra de Dios y transmite información precisa sobre los dogmas, sobre la moral de la fe y los sacramentos», aseveró Francisco puntualizando que sin embargo, a menudo falta un conocimiento de la Iglesia que nazca de la escucha y del testimonio de la historia real de la fe y de la vida de la comunidad eclesial, desde el inicio hasta nuestros días:
«De niños se aprende la Palabra de Dios en las aulas del catecismo; pero la Iglesia se «aprende”, de jóvenes, en las aulas escolares y en los medios de comunicación de la información global».
Recordar nuestras bendiciones y también nuestras faltas
Para el Papa, la narración de la historia de fe debería ser como el Cántico de Moisés, como el testimonio de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles: una historia capaz de recordar con emoción la bendición de Dios y con lealtad nuestras faltas.
«Sería bonito que desde el principio en los itinerarios de catequesis existiera también la costumbre de escuchar, de la experiencia vivida de los ancianos, la lúcida confesión de las bendiciones recibidas por Dios, que debemos custodiar, y el leal testimonio de nuestras faltas de fidelidad, que debemos reparar y corregir», concluyó Francisco, señalando que los ancianos entran en la tierra prometida, que Dios desea para toda generación, «cuando ofrecen a los jóvenes la bella iniciación de su testimonio».
Compartimos la síntesis de la catequesis del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas:
Reflexionamos hoy sobre la memoria y el testimonio que transmiten los ancianos, y nos centramos particularmente en la historia de Moisés. En los días previos a su muerte, Moisés pronunció su testamento espiritual, que es una hermosa confesión de fe. Sus palabras no sólo testimonian el amor y la fidelidad de Dios, sino también las infidelidades de su pueblo. Esta transmisión de la fe y del sentido de la vida —que se hace a partir de las propias experiencias, sin ocultar las luces y las sombras— es la tradición, que pasa de generación en generación.
También el Evangelio nos da testimonio de la historia de Jesús y de las experiencias de los discípulos. Lo hace con honestidad, sin esconder las fragilidades e incluso las traiciones de los seguidores de Jesús. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo transmitimos la fe a las futuras generaciones?, ¿damos testimonio gozoso de la presencia de Dios en nuestra vida, sabiendo reconocer, al mismo tiempo, nuestras faltas de coherencia?
* * *
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, de modo particular al grupo de peregrinos colombianos “Por los caminos de María”. Siguiendo el ejemplo de Moisés, y de la Virgen María, pidamos al Señor que nuestra vida sea un cántico de alabanza por las maravillas que hace en nosotros. Y que este magníficat sea testimonio alegre y memoria agradecida que transmita a las nuevas generaciones la antorcha de la fe. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Una mujer de valor
Reflexión del P. Felipe Santos sobre la mujer y sus virtudes a la luz de la Sagrada Escritura.
Quién encontrará a una mujer de valor? Su precio supera el de las perlas»(Proverbios 31,10).
Cuando piensas en una mujer de valor, crees a menudo en una mujer que es buena y pura, dulce y recta, una esposa fiel para su marido y una buena madre de sus hijos.
Todo eso puede ser verdadero. Sin embargo, la palabra hebrea traducida aquí da una perspectiva ligeramente diferente.
Strong traduce esta palabra hebrea por una fuerza o un ejército, la riqueza, la virtud, la valentía y la fuerza.
De hecho, eso está cercano a una palabra que significa «fortificación militar». Por tanto, la Biblia describe una mujer que está llena de fuerza y de poder.
Tiene principios muy claros y elevados y no teme hacerlos valer. Como un ejército, quiere batirse por lo que cree justo, y se levanta contra las potencias adversas. Se siente como una fortificación militar para proteger a su familia y a su hogar, resistiendo a todo lo que podría amenazarles.
Trabaja eficazmente, empleando los recursos y no malgastando nada. Es fuerte en espíritu, pero al mismo tiempo, es práctica y sabe utilizar con sabiduría el dinero y bienes materiales.
No piensa sólo en ella misma, sino en su familia y emplea su influencia para hacer el bien a los demás.
El valor de una tal mujer, de hecho, supera mucho el de las perlas». Hoy, nuestro mundo necesita mujeres así, que son fuertes en el Espíritu y siguen los principios divinos, rechazan lo fácil y quieren combatir por el Reino de Dios. Y nuestro mundo necesita de hombres que se comprometan de la misma manera.
Seas hombre o mujer, apasiónate por el Reino de Dios. Comprométete en la guerra espiritual. Busca servir a tu Rey. Defiende la justicia.
UNA ORACIÓN PARA HOY
Señor, ayúdame a ser la persona que quieres que sea. Haz que emplee mis talentos y mis capacidades para cumplir tus designios y para influir en los demás. Te entrego mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
Deberes del abogado católico frente a un caso de solicitud de divorcio
El abogado católico debe ser altamente profesional y realizar su función secular iluminado por los principios de la fe
1. El abogado católico debe ser altamente profesional y realizar su función secular iluminado por los principios de la fe y apegando su actuación personal y profesional a un comportamiento intachable.
2. Debe ser un punto de referencia en la profesión que desarrolla, de manera que adquiera un liderazgo en ella, de lo contrario, no podrá irradiar sus principios y convicciones en su propio ámbito laboral. Recuerden que tenemos la misión de iluminar las realidades humanas con los criterios del evangelio.
3. En el campo matrimonial el matrimonio civil no es equiparable de ninguna manera al sacramento del matrimonio, ya que el vínculo sacramental no tiene paragón con el contrato civil matrimonial y su naturaleza es bien distinta. El matrimonio sacramental permanece aunque haya un divorcio civil. El matrimonio rato y consumado es indisoluble intrínseca y extrínsecamente, es decir, no puede ser disuelto ni por voluntad de los cónyuges ni por alguna potestad humana. El divorcio civil no tiene ninguna ingerencia en el matrimonio religioso, de modo que los cónyuges siguen siendo esposos ante Dios y no pueden acceder a nuevas nupcias.
4.El papel de un abogado católico debería ser tratar de salvar, en la medida de lo posible, la unión matrimonial, de manera que ayude a los cónyuges a reflexionar y poner los medios para salvar el matrimonio. En ocasiones, se necesita un poco más de diálogo, comprensión, paciencia, sacrificio y tiempo para salvar a un matrimonio que está en problemas. Muchas veces la relación puede estar tan desgastada que no es posible salvarlo y por eso el bien de los esposos y de la familia aconseja una separación. La separación permaneciendo el vínculo se contempla en el derecho canónico.
5. Para formalizar la separación ante la Iglesia para tener una mayor tranquilidad de conciencia y no tener la obligación de volver a establecer la vida matrimonial se puede solicitar al Obispo diocesano el decreto de separación (c. 1692 § 2), presentándole los motivos legítimos que han hecho imposible la vida común (cfr. c. 1153 § 1). Por la naturaleza pública del matrimonio y su relevancia social y religiosa, se requiere la intervención de la autoridad competente (obispo diocesano) para evitar, en cuanto posible, que la separación no haya sido una decisión arbitraria o tomada a la ligera por los esposos y no se reduzca a un hecho privado entre ellos. Ahora bien, este decreto de separación no disuelve el vínculo matrimonial y, por tanto, no se permite tener acceso a nuevas nupcias.
6. En estos casos es conveniente formalizar también el divorcio civil, pues será la manera de proteger a la familia de una acción arbitraria y dañina de una de las partes, en el simple hecho de ayudarles jurídicamente a proteger el patrimonio familiar o evitar una acción jurídica o una acción injusta por parte de una de las partes. De esta manera el derecho civil también protege a la familia de una acción injusta.
7. En definitiva, el abogado católico debe buscar la defensa de la institución familiar con su acción y la protección de los cónyuges y los hijos de un matrimonio que ha fracasado y está expuesto a sufrir una injusticia o nuevos abusos. De esta manera, el abogado no actúa a favor de una mentalidad divorcista, sino actúa buscando proteger y tutelar el bien sagrado del matrimonio y de la familia (que se realiza en personas concretas, no lo olvidemos).
8. Ahora bien, el campo del abogado católico es muy amplio, pienso como botón de muestra en la dura pelea que actualmente están dando aquellos que quieren equiparar el matrimonio con la unión de parejas del mismo sexo o con uniones de hecho o con cualquier tipo de unión que no corresponde con la naturaleza de la institución matrimonial. Creo que el abogado católico tiene aquí una gran responsabilidad de hacer ver a la ciencia jurídica el camino equivocado que está tomando.
¿Cómo estamos viviendo esta Cuaresma?
La tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora.
Estamos avanzando ya sobre el tiempo de Cuaresma.
Es increíble con qué velocidad pasan los días y las horas. Las semanas apenas nos parecen empezarlas y ya nos encontramos en su final.
Pero aún es tiempo, si no lo hicimos en su comienzo, de dedicar un poco de atención a este tiempo cuaresmal.
Pronto diremos: «Ya llegó la Semana Santa, ¡qué rápido!» Pero ya dijimos, aún estamos a tiempo para prepararnos precisamente para esa Semana Santa.
Tal vez salgamos de vacaciones y eso nos puede distraer sobre el profundo significado que para nosotros los cristianos tienen esos días santos.
Por eso no desperdiciaremos este tiempo anterior a ellos para redoblar nuestras oraciones, para renovar nuestro espíritu tal con ejercicios espirituales en nuestra Parroquia o en algún lugar de retiro o simplemente en nuestra casa darle a este tiempo un valor especial unido a la oración y al sacrificio. Estos por pequeños que sean son muy valiosos, pues llevan además del amor a Dios, el fortalecer nuestra voluntad que ya de por sí suele ser demasiado débil.
El propio Cristo nos enseña cómo para prepararse a esos días de tremendos suplicios y al final su muerte, se retiró a orar.
Ayunó cuarenta días en el desierto y allí fue tentando por Satanás.
Nada le faltó a nuestro Redentor para ser semejante al hombre, solamente hubo una diferencia, Él sí estuvo libre de pecado pero padeció y asumió todos y cada uno de los pecados de la humanidad, esa humanidad que tanto amó y ama.
Y nosotros estando en este tiempo, próximos a la conmemoración de un Jueves Santo lleno de tristeza, de despedida, de un inconmensurable amor; noche de misterio y de entrega al quedarse para siempre, como alimento de nuestras almas en el Sacramento de la Eucaristía, de un Viernes Santo donde un hombre, que es Dios, padece las más terribles afrentas y torturas que ha conocido la naturaleza humana y por último una muerte de cruz, podemos corresponder a todo esto con una reflexión profunda y sobre todo con nuestro amor.
Pero no termina todo ahí. Llegará esa madrugada de resurrección. De vida, de triunfo sobre la muerte y por eso la cruz es el signo de nuestra victoria.
Cristo nos dio las primicias de la vida eterna derrotando a la muerte. Cristo vuelve para que sepamos que hay una vida que no termina y que nuestro final está en la Casa del Padre.
Por eso aún es tiempo.
Estamos viviendo esta Cuaresma, la tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora.
Vivámosla con entrega, con amor, con generosidad, pero sobre todo con oración, con mucha oración.
San Óscar Romero, el obispo de los pobres
Este valiente evangelizador fue asesinado en El Salvador mientras celebraba la misa
Nació en Ciudad Barrios, San Miguel, el 15 de agosto de 1917, en una familia humilde.
A los 13 años asistió a una ordenación sacerdotal y le dijo al padre del nuevo cura que él también quería ser sacerdote.
Después del seminario, viajó a Roma y allí estudió Teología. Se convirtió en sacerdote el 4 de abril de 1942. Y después de casi 30 años de labor pastoral, en 1970 fue ordenado obispo.
Defendía y divulgaba los contenidos del Concilio Vaticano II y Medellín, y no seguía la Teología de la Liberación.
Defensor de los pobres
En 1974 fue designado obispo de Santiago de María. Y en aquel momento comenzaba a vivirse la represión contra los campesinos organizados.
En junio de 1975, la Guardia Nacional asesinó a 5 campesinos, y monseñor Romero acudió a consolar a los familiares de las víctimas y a celebrar la misa.
La relación entre el Estado salvadoreño y la Iglesia se tensa. Monseñor Romero envía una carta privada de queja al presidente Molina, que era amigo.
Monseñor Romero no hacía política, pero se mostró al lado de los pobres, sobre todo los que llegaban a la ciudad: él abrió las puertas del obispado para darles un techo.
Denuncias que le costaron la vida
En un clima violento, fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977. Su lema era “Sentir con la Iglesia” y su objetivo era: “Construir una Iglesia fiel al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia”.
Pocos días después, asesinaron a su amigo el Padre Rutilio. Esto le impactó fuertemente.
En medio de fuertes calumnias, monseñor Romero se convierte en mediador de conflictos laborales y trabaja por la reconciliación y la justicia en su país.
El 23 de marzo, este santo había denunciado públicamente la violencia paramilitar, la injusticia social y las torturas de parte del régimen militar.
El 24 de marzo de 1980, mientras celebraba misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador, escuadrones de la muerte ultraderechistas lo mataron a tiros.
Mártir
A su entierro, el 30 de marzo frente a la Catedral, asistieron cerca de 100.000 personas.
El 3 de febrero de 2015, el papa Francisco afirmó mediante decreto que el asesinato de monseñor Óscar Romero fue por odio a la fe. Así, la Congregación Pontificia para las Causas de los Santos del Vaticano, lo declaró mártir.
En la beatificación, el papa Francisco dijo de él que había sido “obispo y mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico del Reino de Dios”. En 2018 fue declarado santo.
Oración
Oh, Dios Padre Misericordioso,
que por mediación de Jesucristo y la intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz;
y la acción del Espíritu Santo
concediste a san Óscar Arnulfo Romero la gracia de ser un Pastor ejemplar
al servicio de la Iglesia; y en ella preferentemente a los pobres y los necesitados.
Haz, Señor, que yo sepa también vivir conforme al Evangelio de tu Hijo
y concédeme por la intercesión de san Óscar Arnulfo Romero, el favor que te pido … (pídase).
Así sea.
Padre Nuestro.
Ave María y Gloria.