Ramón Nonato, Santo
Cardenal, 31 de agosto
Martirologio Romano: En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240).
Fecha de canonización: Su culto fue confirmado en 1657 por el Papa Alajandro VII
Patronato: mujeres embarazadas, de las parturientas, madres que dan de lactar, de los niños, de los inocentes.
Breve Biografía
Nació en los mismos comienzos del siglo XIII. Su nombre deja boquiabierto a quien lo oye o lo lee por primera vez. Nonnato -Nonato por más breve- sugiere a un santo sólo potencial; como si la palabra fuera un slogan publicitario que estuviera invitando a quien lo lee o escucha a que se decidiera a iniciar una programa que acabara con la santidad del guión preestablecido. De hecho, significa no-nacido. ¿Pretenderá decir el extraño nombre que, por no haber nacido todavía el santo que rellene el expediente completo de sus cualidades y virtudes, está como esperando la Iglesia a que haya uno que se decida de una vez a reproducirlas? Eso sería, lógicamente, confundir la santidad como algo que brota de la voluntad y decisión humana, cuando ella es en verdad el resultado de la acción del Espíritu Santo con quien se coopera libremente. Sería sencillamente pelagianismo.
El calificativo -que ha pasado ya a ser nombre- le viene a Ramón por el hecho de haber sido sacado del claustro materno, por medio de una intervención quirúrgica, cuando ya había muerto su madre. Por eso no nació como nacen normalmente los niños, lo extrajeron. Fue en Portell, en Lérida, cuando se iniciaba el siglo XIII.
La buena y alta situación de su padre le posibilitó crecer en buen ambiente y formación, aunque sin el cariño y los cuidados de una madre. Cuentan de su primera juventud la devoción especialísima a la santísima Virgen que le llevaba con frecuencia a visitar la ermita de san Nicolás donde pasaba ratos mientras sus rebaños pastaban. Luego su padre quiso irlo incorporando poco a poco a las tareas de administración de sus posesiones y esa fue la razón por la que se le encuentra en Barcelona en el intento de aprender letras y números. Allí tuvo ocasión de trabar amistad con Pedro Nolasco -que por aquel entonces era comerciante- y de compartir mutuamente los deseos de fidelidad a la fe cristiana vivida con radicalidad, llegando incluso a considerar la posibilidad de entrar en el estado clerical.
Como el padre disfruta de un gran sentido práctico, lo reincorpora al terruño de Portell y le encarga la explotación de varias de sus fincas. Pero, sigue diciendo la antigua crónica, que la misma Virgen María le comunica su deseo de que ingrese en la recién fundada Orden de la Merced y allí está de nuevo en Barcelona puesto a disposición completa en las manos de su antes amigo Pedro Nolasco.
Noviciado, profesión, ordenación sacerdotal y ministerio en el hospital de santa Eulalia se suceden con la normalidad propia de quien tiene prisa para cumplir el cuarto voto mercedario consistente en redimir a los cautivos y servir de rehén en su lugar si procede.
En el norte del continente negro predica, consuela, cura, fortalece, atiende y transmite paciencia a los cautivos de los piratas berberiscos; comprende bien su situación y se hace cargo de que están rodeados de todos los peligros para su fe. Incluso él mismo tuvo que soportar cárcel y la tortura de que sellaran sus labios por ocho meses con un candado para impedirle la predicación.
A su vuelta a España entre el clamor de las multitudes, lo nombra Cardenal de la Iglesia el papa Gregorio IX, reconociendo sus méritos y virtud de la caridad practicada de modo heroico; pero no le dio tiempo a llegar a Roma por morir, antes de cumplir los cuarenta años, cuando se disponía a hacerlo.
Por el empeño de hacerse cargo de su cuerpo tanto los frailes mercedarios como los nobles señores de Cardona, decidieron de común acuerdo darle sepultura allá donde lo decidiera una mula ciega que lo llevó a lomos hasta que quiso pararse ante la ermita de San Nicolás, de Portell.
Desaparecieron las reliquias, irrecuperables ya para la veneración, en el año 1936.
Lo que no ha sido relegado al olvido por sus paisanos es la figura del santo y su acción caritativa. Esa devoción secular que se refleja incluso en las fiestas y en el folklore. No digamos nada sobre la devoción que le profean todas las parturientas que lo tienen como especial patrón para su trance.
Se divulgó por el mundo la pintura que lo muestra con la Custodia en la mano derecha expresando así la fuente de su caridad con los hombres.
¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder
Santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37. Martes XXII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero dejarme amar por ti, Señor, ayúdame a confiar y permanecer en tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar muy fuerte: «¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios».
Pero Jesús le ordenó: «¡Cállate y sal de ese hombre!». Entonces el demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros: «¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos, y éstos se salen.» Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En este Evangelio Jesús nos recuerda el poder y el valor del nombre de Dios. En la antigüedad, era tanto el respeto al nombre de Dios que no se atrevían ni siquiera a nombrarlo. Era tal la estima y el respeto hacia Dios que sólo el pronunciar su nombre ya era rozar con lo divino.
Creo que tristemente estamos muy lejos de aquel respeto y devoción. Hoy, el nombre de Dios parece carecer de valor. La devoción al santo nombre de Jesús suena tan extraña que ni siquiera se piensa que existió. Pero la misma Sagrada Escritura nos muestra que jamás se hizo un milagro, por parte de los hombres, sin haber antes invocado el nombre de Dios, de Jesús.
¿Por qué exigimos milagros a Dios? ¿Por qué nos quejamos de su falta de acción y presencia en nuestras vidas cuando ni siquiera escuchamos la petición o condición que Él mismo nos dio para ser bendecidos. «Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo recibirán»?
Enséñanos, Jesús, la gloria de tu nombre; derrama en nuestros corazones el don de la fe para que seamos capaces de recibir todas las gracias y bendiciones que tienes tiempo de querer regalarnos.
«La transformación del corazón que nos lleva a confesar nuestros pecados es “don de Dios”. Nosotros solos no podemos. Poder confesar nuestros pecados es un don de Dios, es un regalo, es “obra suya”. Ser tocados con ternura por su mano y plasmados por su gracia nos permite, por lo tanto, acercarnos al sacerdote sin temor por nuestras culpas, pero con la certeza de ser acogidos por él en nombre de Dios y comprendidos a pesar de nuestras miserias; e incluso sin tener un abogado defensor: tenemos sólo uno, que dio su vida por nuestros pecados. Es Él quien, con el Padre, nos defiende siempre». (Homilía de S.S. Francisco, 13 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Invocaré el Santo nombre de Jesús en los momentos de dificultad y tristeza que experimente el día de hoy, con la certeza de que el Padre celestial se complace en escuchar el nombre de su Hijo amado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La autoridad en la familia
Analizaremos como ha de ser la autoridad de los padres en la familia.
Para analizar el tema de la autoridad en la familia es necesario que recordemos juntos algunas ideas:
1) Recordemos que toda persona es imagen y semejanza de Dios, poseedora de una dignidad inmensa y que hay que respetar desde su concepción hasta su muerte natural.
2) La finalidad de la persona es llegar a ser mejor cada día y llegar a Dios.
3) El matrimonio existe para que los esposos se ayuden mutuamente y para que eduquen a sus hijos, con la ayuda de Dios.
4) Los hijos han de desarrollar sus capacidades de pensar, amar y decidir, así como educar sus sentimientos.
5) Amar es buscar el bien de la persona que amamos porque es quien es.
La autoridad
Como habrán podido ver, la autoridad en la familia ha de ser un instrumento que empleemos para ayudar a los hijos a que sean mejores personas, para que se eduquen pensando, amando y decidiendo cada día mejor, para que los padres se ayuden mutuamente en la educación de sus hijos. Todo esto, dentro del verdadero amor que busca el bien de la persona que amamos. En este caso, los hijos.
La autoridad en la familia ha de ser un servicio generoso, amoroso y eficaz que los padres regalen a sus hijos. Por medio de la autoridad, los padres irán ayudando, poco a poco, a que los hijos sean mejores, a que se acerquen a Dios, a que logren la formación y vivencia de virtudes. No es para que los padres dominen, manden y exijan a los niños los caprichos que, como padres, puedan tener.
Quien realmente quiera tener autoridad con sus hijos y en la familia en general, se ha de convertir en el servidor de ellos. Querrá ayudarles a ser mejores por medio de su actuación como autoridad.
¿Por qué regañas a tu hijo? ¿Porque estás muy cansado y no quieres que te moleste? ¿Porque se equivocó— en la forma que le dijiste que barriera el patio? ¿Por qué? Esta es la pregunta que, como padres, nos hemos de hacer siempre que mandemos algo a nuestros hijos. ¿Por qué lo hago? ¿Busco su bien? ¿Deseo que sea mejor persona?
Recuerda que los hijos son el fruto del amor, de la entrega total y mutua de los cónyuges. Ese fruto se transforma en una nueva vida, en una persona imagen y semejanza de Dios, ¡En tu hijo!.
Por tanto, la autoridad en la familia ha de ir inspirada por el cariño que tengas por tus hijos, por el verdadero amor que busca el bien de ellos, por el respeto a sus personas, por el dominio personal de tus enojos, flojera y egoísmo. Estará revestida de generosidad, pues debes esforzarte para vencer tus comodidades con tal de ayudar a que tu hijo sea mejor. Será, también, una autoridad adecuada según las necesidades de cada uno de los miembros de la familia. No podrás exigir lo mismo a un niño que a una niña; a quien es flojo o mas inquieto, a quien es inteligente o a quien lo es menos.
Será un servicio entusiasta, incansable, con las ganas de colaborar en la mejora real del niño.
¿Cuántos papás creen que la autoridad en la familia es únicamente para mandar, para que cumplan lo que ellos quieren? Se les olvida que Jesucristo se identifica con cada uno de ellos: «Lo que hicieras a cada uno de estos, los mas pequeños, a mí me lo hiciste». Son palabras de Jesucristo. Entonces, ¿Por qué no servir a Dios en cada uno de nuestros hijos? ¿Por qué no atenderle y amarle en ellos?
Quien realmente sea la autoridad de la casa, ha de ser el servidor de todos.
¿Qué se necesita para ser buena autoridad en la familia?
1. Necesitas apoyar siempre la autoridad del otro cónyuge. «Si tu madre lo dijo, esfuérzate por obedecerla. Ella te quiere mucho». Y no decir al niño: «No le hagas caso. Ella no sabe nada» No caigas en esa postura. Cuida que el prestigio de tu cónyuge siempre esta apoyado por ti.
2. No tengas miedo de mandar, de ejercer la autoridad. Quien sirve a los demás, vive la felicidad en esta tierra. Pues se asemeja a Jesucristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Quien manda, sirve, y se asemeja más a Nuestro Señor.
3. Esfuérzate por dar buen ejemplo a tus hijos. Quien se esfuerza por ser ejemplo, tendrá el derecho de mandar. «Guarda tus zapatos en el ropero, Juanito». Él irá a hacerlo. Pero, tú ¿guardas tus zapatos en el tuyo?
4. Cada vez que ejerzas tu autoridad, des una orden o una indicación, dialoga con tus hijos. Explícales por que han de hacerlo. «Mira, Juanito. Hay que dejar los zapatos en el ropero para que nadie se vaya a tropezar con ellos en la noche. También, para que te acostumbres a guardar todo en su lugar, para que mañana los encuentres rápido y no pierdas el tiempo en buscarlos»
5. Comprende a cada uno de tus hijos. Para mandar a Juanito se necesita exigirle mucho, pues es muy distraído. En cambio, a Manuelito basta que se lo digas una vez. Sin embargo, con Juanito haz de tener muchísima paciencia. Con Manuelito menos. Cada quien necesita un servicio educativo diferente.
6. Mantén siempre la calma, la serenidad, el dominio personal. Nunca ejerzas tu autoridad en la familia si estás de mal humor, enojado o con un coraje. Eso te hará que no pienses bien. Lo mas probable es que puedas ofender a alguno de tus hijos. ¡Detente! ¡Serénate! ¡Respira hondo! ¡Tranquilízate! Cuando lo hayas hecho, entonces ahora sí, da la orden que se necesite.
7. Sé muy perseverante, no te rindas, continúa día a día. La autoridad hay que ejercerla siempre, sin desfallecer. El día que no lo hagas, se perderá todo lo que hayas logrado. «Paquito es muy enojon. Todos los días, unas seis o siete veces, le tengo que estar ayudando para que domine esos enojos. Pero ya me cansé. Llevo cinco meses haciéndolo. Lo voy a dejar en paz». Si así lo haces, Paquito empezara nuevamente a ser muy enojon y lo que hayas logrado, se perderá.
8. Confía mucho en Dios Nuestro Señor. Pídele su ayuda para que siempre seas autoridad en la familia con espíritu de servicio. Recuerda, Cristo vino a servir y no a ser servido.
Contempla a Jesucristo sirviendo como esclavo a los apóstoles al lavarles los pies en San Juan 13, 1-19. El dice: «Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habeis de lavaros vosotros los pies unos a otros».
El Papa pide intensificar la oración y el ayuno por la paz en Afganistán
Solidarizarse con los civiles de este país, especialmente con las mujeres y los niños.
Por: Sofía Lobos | Fuente: Vatican News
El domingo 29 de agosto, tras rezar la oración mariana del Ángelus acompañado de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa lanzó un contundente llamamiento por la paz en Afganistán, pidiendo ayuno y oración.
«Sigo la situación en Afganistán con gran preocupación, y comparto el sufrimiento de quienes lloran por las personas que perdieron la vida en los atentados suicidas del pasado jueves, y de quienes buscan ayuda y protección», dijo Francisco.
En este contexto, el Santo Padre encomendó a los fallecidos «a la misericordia de Dios Todopoderoso» y dio gracias a quienes trabajan «para ayudar a las personas que han sido tan probadas, especialmente las mujeres y los niños».
Asimismo, el Pontífice pidió a todos que sigan ayudando a los necesitados y que recen para que el diálogo y la solidaridad lleven a la instauración de una convivencia pacífica y fraterna que ofrezca esperanza para el futuro del país:
“En momentos históricos como este no podemos permanecer indiferentes, la historia de la Iglesia nos lo enseña. Como cristianos, esta situación nos compromete. Por eso hago un llamamiento a todos para que intensifiquen la oración y el ayuno. Oración y ayuno, oración y penitencia. Ahora es el momento de hacerlo. Hablo en serio: intensificar la oración y practicar el ayuno, pidiendo al Señor misericordia y perdón”.
El Santo Padre tiene presente el sufrimiento del pueblo afgano, especialmente en el actual momento de crisis que está atravesando.
Con estas palabras expresaba su cercanía con Afganistán, tras el rezo del Ángelus, el pasado 15 de agosto, solemnidad litúrgica de la Asunción de la Virgen María:
«Les ruego que recen conmigo al Dios de la paz para que cese el ruido de las armas y se encuentren soluciones en la mesa del diálogo. Sólo así la población martirizada de ese país -hombres, mujeres, ancianos y niños- podrá regresar a sus hogares y vivir en paz y seguridad con pleno respeto mutuo».
Cabe destacar que la crisis en el país asiático continúa empeorando desde que los talibanes tomaron el control de Kabul, la capital del país, mientras miles de afganos intentan escapar en busca de un futuro mejor.
¿Por qué es pecado la drogadicción?
Es una esclavitud en relación a los efectos de la droga y con gravísimas repercusiones morales
Pregunta:
Tengo varios amigos que usan drogas; ellos dicen que no usan drogas pesadas sino suaves y que no les hace nada y además dicen que algunas drogas también se usan como medicina y ahí nadie dice nada. Yo tengo mis dudas… y tentaciones. Por eso mi pregunta: el uso de las drogas ¿siempre es pecado?
Respuesta:
Querido joven:
Es verdad que el término “droga” se aplica tanto a los narcóticos o estupefacientes (sustancias que producen en el hombre un estado físico o psíquico que subjetivamente resulta placentero y que lleva progresivamente a la habituación y a la subsiguiente necesidad de suministración en dosis cada vez más altas) cuanto a todos los medicamentos que ejercitan unos efectos sobre las facultades sensitivas e intelectuales del hombre. Por tanto puede hablarse de distintos “usos” de las drogas, unos lícitos y otros gravemente ilícitos.
1- El empleo terapéutico de algunas drogas
Algunas drogas pueden tener un efecto mitigador del dolor; de ahí que sea lícito el emplearlas cuando tienden a aliviar sufrimientos que hacen muy difícil, y a veces insoportable, el sobrellevar algunas enfermedades. Tal es el caso de los medicamentos analgésicos, los anestésicos, los usados para la cura del sueño, las drogas psicotropas, etc.. De todos modos conviene distinguir los problemas morales según las diversas clases de drogas:
• Hay drogas que son meramente analgésicas (aquellas que no tienen más efecto que la supresión del dolor, sin interferir con el uso de la conciencia psicológica y sin producir efectos psíquicos concomitantes). Estas no suelen presentar dificultades morales, porque sus características farmacológicas no las hacen susceptibles de abusos, y únicamente cabría plantear la cuestión de la dosis que, si es excesiva, puede buscarse con fines suicidas.
• Hay drogas que, teniendo o no un efecto analgésico, poseen al mismo tiempo efectos euforizantes: el opio y sus derivados naturales y sintéticos, la coca y la cocaína, etc.; alucinatorios (mescalina, LSD, marijuana y derivados de la Cannabis Indica, etc.); embriagantes (alcohol, éter, cloroformo, protóxido de nitrógeno, etc.); hipnóticos (barbitúricos). Todas estas son drogas que pueden presentar serias implicaciones morales, porque es fácil que del uso terapéutico se pase al abuso, sobre todo por lo que se refiere a los llamados de un modo más concreto estupefacientes, como ocurre con la mayoría de las drogas euforizantes y alucinatorias. De aquí la responsabilidad del médico, que debe recurrir a estas drogas (especialmente en lo que respecta a la morfina, que es la dotada de mayor poder analgésico) solamente en casos de urgencia (cólicos agudos, por ejemplo), y sólo si ya han fallado los demás analgésicos. Es prudente incluso que sea administrada sin que el enfermo sepa de qué medicamento se trata, y únicamente en enfermedades incurables y muy dolorosas se podrá suministrar con más amplitud. Siempre se ha de llevar un control estricto de las recetas, para cortar de raíz cualquier intento de tráfico ilícito con fines no terapéuticos[1].
2- El uso de drogas con fines no terapéuticos
Las drogas pueden tener también otros usos: forenses, estimulantes, placenteros, etc.; en estos casos debemos distinguir.
• El posible uso forense. Algunas drogas (principalmente los barbitúricos) son capaces de producir un estado “crepuscular”, llevan a la desinhibición del yo y a la abolición de la censura moral. Por este motivo se las denomina vulgarmente como “suero de la verdad” (nombre, en realidad, impreciso). ¿Qué decir de esto? ¿Pueden usarse estas drogas para obtener información de parte de presuntos delincuentes?
Estos procedimientos son inmorales y deben rechazarse en la seria práctica forense; de suyo violan los derechos naturales y adquiridos del reo (derecho a la libertad de la confesión, derecho a no autoacusarse, derecho a la reputación, aunque fuera sólo aparente o falsa, etc.); además llevan fácilmente a una dejación de deberes por parte de los peritos y de los magistrados, son un medio inadecuado para obtener una confesión objetiva y que responda a la verdad (porque algunas personas pueden disimular la realidad aun bajo los efectos de esas drogas), y otras veces se puede llegar a manifestar como hechos consumados cosas que en realidad son deseos reprimidos o sueños fantásticos. Aclaro que algunos moralistas admiten ese uso forense de la droga si se cuenta con el consentimiento del sujeto; para otros no sería lícito ni siquiera en esas condiciones.
• El uso estimulante. A veces pueden usarse con fines estimulantes (para aumentar la capacidad de trabajo, el rendimiento físico, etc.). El problema en este caso es delicado, por las diversas circunstancias que pueden influir en la moralidad. Así, por ejemplo, ordinariamente se admite por todos el uso de drogas ligeras, que no ofrecen peligro de instaurar una verdadera toxicomanía, y que han entrado en las costumbres de casi todos los pueblos: tal es el caso del café, el té, el tabaco, el alcohol en moderada cantidad, etc. Únicamente el abuso de estos productos presenta inconvenientes morales. El uso estimulante de drogas más activas ofrece, sin embargo, serias reservas, porque supone o puede suponer pecados graves de templanza, prudencia y justicia. En algunos casos, como sucede con el uso de drogas en actividades deportivas, entra también en juego la lealtad, no solamente con relación a los competidores, de que deben abstenerse de drogas, sino porque contraviene a los reglamentos deportivos que actualmente incluyen de ordinario una prohibición expresa de usar drogas.
• El uso experimental o por curiosidad. Por lo que se refiere al uso de drogas por curiosidad, espíritu de aventura, afán de originalidad, etc., aunque sea de modo completamente esporádico, ha de tenerse en cuenta la posibilidad de contraer una toxicomanía, y por consiguiente el grave y no proporcionado peligro al que se expone quien hiciera uso de drogas con esos fines superficiales, o para salir de una depresión, brillar en sociedad, etc. Ordinariamente hay también riesgo de incurrir en pecados de lujuria, no sólo por el efecto afrodisíaco de algunas drogas, sino por la obnubilación de conciencia que producen.
3- El abuso y las toxicomanías
Generalmente se da el nombre de toxicomanía al estado de intoxicación periódica o crónica, nociva al individuo y a la sociedad, que ha sido engendrado por el consumo repetido de una droga natural o sintética. Si se tiene presente que sus características son un deseo invencible de continuar el consumo de la droga y de procurársela con cualquier medio, una tendencia a aumentar la dosis, y una esclavitud de orden psicológico y a veces físico con relación a los efectos de la droga, se comprenderán las gravísimas repercusiones morales de estas situaciones: aparte del serio daño que suponen para la salud física, puede achacarse a la toxicomanía cualquier tipo de pecado, pues el toxicómano no duda en cometerlo si le puede facilitar la obtención de la droga. A esto hay que añadir los perjuicios morales que causa a la familia y a la sociedad.
Por otra parte sus características hacen muy difícil la ayuda espiritual, si no se instaura paralela y fielmente una cura médica y psicológica de desintoxicación.
Por estas razones, en este campo, como dice el dicho popular: es más fácil prevenir que curar. Prevenir ya sea mediante el consejo espiritual que recuerde a médicos, farmacéuticos, etc., sus deberes respecto a la administración, control y venta de estupefacientes, ya sea en general a los posibles candidatos a la toxicomanía: por lo común hombres y mujeres descentrados, de vida irregular y superficial, o de enfermos que han sido sometidos a un tratamiento continuado con drogas estupefacientes, o de jóvenes que frecuentan malos ambientes y malas amistades.
La drogadicción suele ser un terrible callejón sin salida.
La solidaridad humana
La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la remuneración del trabajo.
El principio de solidaridad, expresado también con el nombre de ‘amistad’ o ‘caridad social’, es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana :
Un error, ‘hoy ampliamente extendido, es el olvido de esta ley de solidaridad humana y de caridad, dictada e impuesta tanto por la comunidad de origen y la igualdad de la naturaleza racional en todos los hombres, cualquiera que sea el pueblo a que pertenezca, como por el sacrificio de redención ofrecido por Jesucristo en el altar de la cruz a su Padre del cielo, en favor de la humanidad pecadora’ .
La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la remuneración del trabajo. Supone también el esfuerzo en favor de un orden social más justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde los conflictos encuentren más fácilmente su solución negociada.
Los problemas socioeconómicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.
La virtud de la solidaridad va más allá de los bienes materiales. Difundiendo los bienes espirituales de la fe, la Iglesia ha favorecido a la vez el desarrollo de los bienes temporales, al cual con frecuencia ha abierto vías nuevas. Así se han verificado a lo largo de los siglos las palabras del Señor: ‘Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 33):
Desde hace dos mil años vive y persevera en el alma de la Iglesia ese sentimiento que ha impulsado e impulsa todavía a las almas hasta el heroísmo caritativo de los monjes agricultores, de los libertadores de esclavos, de los que atienden enfermos, de los mensajeros de fe, de civilización, de ciencia, a todas las generaciones y a todos los pueblos con el fin de crear condiciones sociales capaces de hacer posible a todos una vida digna del hombre y del cristiano (Pío XII, discurso de 1 junio 1941).
El Hogar Feliz que todos queremos
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco.
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de “paciencia”; la almohada, de secretos; el perdón, de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo, y los pasos, mucha seguridad; los tropiezos tengan cordura y los detalles significación; la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso; el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto; la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos acompañados!
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste.
Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.
Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Señor Jesús, Tú viviste en una familia feliz.
Haz de esta casa una morada de tu presencia,
un hogar cálido y dichoso.
Venga la tranquilidad a todos sus miembros,
la serenidad a nuestros nervios,
el control a nuestras lenguas,
la salud a nuestros cuerpos.
Que los hijos sean y se sientan amados,
y se alejen de ellos para siempre,
la ingratitud y el egoísmo.
Inunda, Señor, el corazón de los padres
de paciencia y comprensión,
y de una generosidad sin límites.
Extiende, Señor Dios, un toldo de amor,
para cobijar y refrescar, calentar y madurar
a todos los hijos de la casa.
Danos el pan de cada día
y aleja de nuestra casa
el afán de exhibir, brillar y aparecer;
líbranos de las vanidades mundanas
y de las ambiciones que inquietan y roban la paz.
Que la alegría brille en los ojos,
la confianza abra todas las puertas,
la dicha resplandezca como un sol;
sea la paz la reina de este hogar
y la unidad su sólido entramado.
Te lo pedimos a Ti que fuiste un hijo feliz
en el hogar de Nazaret junto a María y José.
Amén.
El Hogar donde yo vivo:
Es un mundo de dificultades afuera y un mundo de amor adentro.
Es el sitio donde los pequeños son grandes y donde los grandes son pequeños.
Es el mundo del padre, el reino de la madre, y el paraíso de los hijos.
Es el lugar donde rezongamos más y donde somos tratados mejor.
Es el centro de nuestros afectos, alrededor del cual, se tejen nuestros mejores deseos.
Es el sitio donde nuestro estómago recibe tres comidas diarias y nuestro corazón mil.
Es el único lugar de la tierra donde las faltas y los fracasos de la humanidad quedan ocultos bajo el suave manto del AMOR.
La excelencia en el hogar implica un esfuerzo común de los esposos, y luego de los hijos, por crear un lugar con un clima de cariño y ayuda mutua, con tradiciones y personalidad propias, fruto también de unos trabajos que trascienden la cotidianidad y la materialidad. Así, nuestro hogar será bendecido, iluminado y todos seremos felices viviendo en él…
El santo que «nació sin nacer y fue mártir sin morir»
La apasionante historia de san Ramón Nonato, el patrón del buen parto.
San Ramón Nonato nació en Portell, en la actual provincia de Lleida (España) y comarca de La Segarra, en una fecha en torno a 1303. Por aquel entonces el pueblo pertenecía al vizcondado de Cardona, uno de los linajes catalanes más influyentes.
Se le llamó Nonato (del latín nonnatus, no-nacido) porque nació dos días después de fallecer su madre.
El vizconde de Cardona fue quien con su espada sacó del vientre de su madre al niño practicándole una raja lateral, que está considerada como intento de cesárea. Se le bautizó inmediatamente y el vizconde fue su padrino.
En la casa donde nació el santo se encuentra hoy la ermita de San Ramón. En el dintel de la puerta puede leerse en mayúsculas grabadas en la piedra: «Ací es nat Sant Ramon Nonat» (Aquí nació san Ramón Nonato).
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Ramón Nonato estaba emparentado con la casa señorial de Cardona en tanto que procedente de un hijo ilegítimo de aquella estirpe.
Huérfano de madre y con un padre centrado en las labores del campo, el pequeño Ramón vivía en el pueblo y acostumbraba a acudir a la cercana ermita de san Nicolás, a rezar a la imagen de la Virgen. Era un niño piadoso, que fue creciendo en la fe.
El pequeño tomó contacto con los mercedarios, de la Orden de frailes mendicantes que un siglo antes había fundado san Pedro Nolasco en Barcelona.
Los frailes iban por los pueblos practicando la caridad, evangelizando y pidiendo limosnas que habían de servir para redimir cristianos cautivos en África.
Ramón, al conocer este carisma, sintió atracción por este tipo de vida religiosa y decidió hacer voto de celibato.
Expresó a su padre que quería ser mercedario, pero este se opuso, porque prefería tener un hijo que le ayudara en las tareas agrícolas y ganaderas.
Sin embargo, de nuevo el vizconde de Cardona intervino para que el muchacho pudiera ingresar en el seminario de la Orden de la Merced en Barcelona y allí recibiera la formación necesaria.
San Ramón es nombrado redentor y viaja en cuatro ocasiones para lograr la redención de los cautivos. En Andalucía (dentro de la Península Ibérica) negociará la liberación de 233 cristianos. En Argel, ya en África, redime a 140 cautivos y cinco años más tarde a otros 150.
Sin embargo, en África, tanto en el segundo viaje como en el cuarto, la suma de dinero que los musulmanes piden por el rescate de cristianos es tan alta que Ramón Nonato acepta quedarse como rehén hasta que no se complete el pago. Esta es la labor mercedaria a la que Dios le llama, y de manera heroica.
Los captores no veían con buenos ojos que el prisionero cristiano evangelizara a los otros cautivos ni mucho menos a otros musulmanes, por lo que no se conforman con la prisión y lo torturan.
Le agujerean la boca y se la cierran con un candado, que solo abren para que coma. De él se dice que «nació sin nacer y fue mártir sin morir».
La fama de santidad que comenzaba a tener san Ramón Nonato hizo que el Papa lo nombrara cardenal desde Aviñón.
Oficialmente se ejecutó el nombramiento, aunque no llegaría a serle impuesto el capelo cardenalicio, debido a que primero san Ramón dio largas para no ir y así seguir con su vida de mercedario, y más tarde porque falleció en el camino, cuando se encontraba en el castillo de Cardona. Tenía 36 años.
Inmediatamente se produjo un interés notorio entre quienes querían quedarse con los restos mortales de san Ramón Nonato.
De una parte, Portell (donde había nacido), y de otra Cardona (por sus lazos de sangre y su importancia en el mundo eclesiástico).
Donde la mula indicara
Para resolver la diatriba, se colocó el féretro sobre una mula y todos aceptarían el lugar donde la mula indicara. El animal no escogió Portell ni Cardona, sino el lugar de la ermita de san Nicolás adonde san Ramón tantas veces había acudido de niño a rezar. Así comenzaría allí el que hoy es monasterio de San Ramón (Sant Ramon en catalán).
San Ramón Nonato fue beatificado por el papa Urbano VIII el 9 de mayo de 1626. En 1657, el papa Alejandro VII lo canonizó, incluyéndolo en el Martirologio Romano.
En su iconografía, se le representa con vestes cardenalicias, la palma del martirio en una mano y la custodia en la otra mano, que recuerda su intensa devoción a la Eucaristía.
Cuenta la tradición que antes de morir, san Ramón pidió el santo viático y, como no hubo quien se lo administrase, se dice que el mismo Jesucristo, con un gran cortejo de ángeles, le dio el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y Sangre». Así se lee en una cartela en la capilla del santo en el monasterio de San Ramón (Lleida, España).
La fiesta de san Ramón se celebra el 31 de agosto.
A san Ramón Nonato se encomiendan las mujeres embarazadas para tener un buen embarazo y un parto sin peligro.
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También las comadronas (llamadas asimismo matronas o parteras) y los ginecólogos. Igualmente se ponen bajo su protección los recién nacidos y las personas acusadas falsamente.
San Ramón Nonato es patrón de República Dominicana.
La fiesta de san Ramón Nonato era de ámbito universal desde 1681, pero la reforma del calendario hizo que quedara restringida a culto local porque la comisión encargada por el Papa no pudo encontrar suficiente documentación histórica acerca del santo.
Sin embargo, en los últimos años se ha podido establecer mejor su biografía. El libro más reciente es del padre Joaquín Millán Rubio, historiador, autor de San Ramón y su santuario, editado por la Orden de la Merced en 2020. Gracias a sus aportaciones se ha elaborado este artículo a partir de los datos históricos de que se dispone en la actualidad.