DOMINGO XXX
Hace un par de semanas atrás les hablé sobre la Primera de Timoteo, hoy es de la Segunda carta de Pablo a Timoteo. Y les mencioné que los académicos están divididos. Algunos dicen que Pablo escribió estas cartas, otros dicen que no. Pero si Pablo ciertamente escribió esta segunda carta a Timoteo, es una de las últimas cosas que tenemos de San Pablo. Así que es un texto muy valioso. Hay muchísimas cosas en este breve pasaje que vale la pena comentar, y voy a decir solo unas pocas cosas. ESTO ES LO QUE PABLO LE DICE A TIMOTEO. Tengan presente Timoteo era su joven amigo al que había acercado a la fe. Escuchamos que le había impuesto las manos sobre la cabeza, es decir lo había ordenado. Y es como un soldado viejo dándole consejos a un soldado joven. Le habla entonces a Timoteo. Pablo sabe que él, Pablo, está en el final de su vida, y le está legando sabiduría a este joven amigo. Esto es lo que le dice mientras comienza nuestro pasaje para hoy: ¨Ya estoy a punto de ser derramado como una libación¨. Nosotros no entendemos esto pero la gente del mundo antiguo sabría a qué se refería. En el contexto romano una libación era una bebida que se ofrecía al final de la comida. Como un pequeño tributo a los dioses, tomarías un poco de vino o algo y lo derramarías en el suelo. Había una versión judía en la cual luego que se quemaba la ofrenda, se derramaba un poco de vino o aceite sobre el altar. Es un gesto al final o en la consumación de algo. Al final de la comida, al final del sacrificio, se derramaría esta libación. PABLO SE VE ENTONCES AL FINAL DE SU VIDA DE ESTA MANERA. Pero quiero centrarme en el elemento de derramar. Estoy siendo vaciado. ¿Cómo veía su vida Pablo? Bueno cuando era un hombre joven, como muchos jóvenes, probablemente la veía como un proceso de llenarse. Pablo era celoso de las tradiciones de sus mayores. Pablo quería obtener grandes logros dentro de su contexto judío. Probablemente quería llenarse con fama y con logros y lo demás. ¿Pero que vió una vez que se encontró con CRISTO? Nada de eso importó. Nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a CRISTO. Y vió su vida, por lo tanto, como modelada en base a JESUS. ¨CRISTO, siendo Dios no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres¨. La vida cristiana no es -escuchen- un llenarse. Existe una gran mentira, ya que estamos, y lo ven en todos lados en nuestra cultura. La gran mentira es: soy como una caja vacía y tengo que llenarla con cosas. De esa forma seré feliz. No soy feliz y les diré la razón es que no tengo suficiente de… Completen el espacio con lo que sea. Sea riquezas, sea honor, sean privilegios, sea posición, sean títulos, sea dinero, sea lo que sea. Y simplemente tengo que llenar suficientemente mi caja de cosas, seré feliz. Esto de hecho conduce a la adicción y profunda infelicidad. Más bien , soy derramado como una libación. LA BUENA VIDA NO ES LA QUE SE LLENA CON COSAS ES AQUELLA QUE SE VE VACÍA. AMAR ES DESEAR EL BIEN DEL OTRO. Eso cambia sus vidas enteras sus perspectivas completas cuando lo dejan madurar. Eso es exactamente a lo que se refiere JESÚS con metanoia, ir más allá de la mentalidad que tienen. No llenando la caja vacía sino vaciándose en beneficio de otro. ¨Las únicas cosas que llevamos al cielo son aquellas que hemos dado en la tierra¨. Dejen que esto se asiente en sus corazones. SUS VIDAS ENTERAS CAMBIARÁN. No se van a llevar al cielo ninguna de esas cosas que obtuvieron aquí abajo, mi dinero y mi prestigio y mis títulos y mi posición, nada de eso, ¿cierto? LO QUE ME LLEVARE AL CIELO SON LAS COSAS QUE HE DADO. En otras palabras, mi vida se ha convertido en una libación derramada. De acuerdo. LUEGO LE DICE A TIMOTEO, ¨El momento de mi partida se aproxima ¨. En algunas traducciones dice ¨disolución¨. Y la razón es que en el griego hay una palabrita interesante. El griego es ¨analuseos¨. Y lo que significa es como desatar o desamarrar un barco. Tendría el sentido de un barco que está amarrado al muelle, y ahora lo va a desatar. Lo van a desamarrar y permitirán que el barco salga. Eso es lo que está diciendo Pablo: ¨El momento en que me desatan se acerca¨. Pienso en San Hipólito. Su nombre en griego viene de la palabra caballo y la palabra ¨soltar¨. Significa ¨caballo suelto¨. Así que Hipólito debe haber sido un tipo salvaje. Su nombre básicamente significa caballo salvaje. Pablo está diciendo entonces que el tiempo de desamarrar está cerca. Una imagen preciosa. Un barco está atado. Está cargado para un viaje. Está cargado con suministros. Está listo. Está preparado. La tripulación aborda. Se aseguran que las velas estén bien y todo eso, pero el barco no está destinado a eso. No está destinado a permanecer amarrado al muelle. No, está destinado a ser soltado, ser liberado. Está destinado a ir hacia el mar abierto a la gran aventura. Pablo está diciendo entonces que al final de su vida, está listo para que comience la verdadera travesía. Precioso. PIENSEN EN SUS VIDAS ENTERAS COMO UNA PREPARACIÓN PARA LA VERDADERA TRAVESÍA, QUE ES LA TRAVESÍA HACIA EL AMOR Y MISERICORDIA INFINITAS DE DIOS, HACIA LA VIDA DEL CIELO. Todo lo que han experimentado aquí abajo, todas sus amistades, todos sus logros, todo lo que les ha sucedido, bueno y malo, piensen en eso como la carga de todos los pertrechos en el barco. Tal vez la gente mayor que está escuchando ahora, se identifique con el momento en la vida de Pablo. No es un momento de desesperación, como diciendo, ¨soy derramado. Oh , mi vida termina¨. NO, NO, TODO AQUELLO SOBRE LO QUE SE TRATA LA VIDA VA A SER DERRAMADO. Y lo mismo aquí, el tiempo de mi disolución. No lo interpreten de esa forma. El tiempo de mi partida está cercano. ESTOY LISTO. Ahora para la verdadera travesía. Luego le dice a su joven amigo Timoteo, ¨He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Es todo importante. Déjenme decirles algo sobre cada uno de esos. ¨He peleado el buen combate¨. ¿Pablo era un combatiente? SEGURO QUE SI. LEAN CUALQUIER PÁGINA DE LAS CARTAS DE PABLO. Lean prácticamente cualquier página de las Hechos de los Apóstoles. Van a encontrar un espíritu combativo en este hombre. Incluso el joven Saulo que estaba lleno de energía asesina para perseguir a los Cristianos, él era un combatiente. Y ese espíritu de energía no lo abandonó cuando se convirtió. No, no. Continuó combatiendo, pero ahora en nombre de CRISTO. PIENSEN EN LOS HECHOS Y EN LAS CARTAS DE PABLO. Oímos sobre naufragio, palizas, azotes, apedreos, el abandono de sus amigos, noches sin dormir, oposición implacable de sus opositores intelectuales y finalmente muerte a manos de los romanos. Pablo toda su vida combatió. Lo decía el domingo pasado con lo de los amalecitas: LA VIDA ESPIRITUAL ES SIEMPRE UN COMBATE. Porque están caminando el sendero de CRISTO. Y ES SIEMPRE UN SENDERO QUE SE UBICA A TRAVÉS DEL SENDERO DEL MUNDO. Y cuanto más firme caminas por el sendero de CRISTO créanme lo que les digo, más firme vendrán en contra suyo.
Amigos, nuestra segunda lectura de esta semana es de la segunda carta de Pablo a Timoteo —una de las últimas cartas que tenemos de San Pablo. Pablo está en el final de su vida y le está legando su sabiduría a este joven amigo, incluyendo esto: “concluí mi carrera”. La vida espiritual es como una carrera; incluye diferentes etapas, desde la prometedora largada, llena de ímpetu y entusiasmo hasta la experiencia de chocar el muro, donde no pueden proseguir. San Pablo experimentó todas estas etapas, y sus palabras enormemente inspiradoras están dirigidas a todos nosotros: no interesa dónde estén en la carrera, conclúyanla.
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Luke 18:9-14
Amigos, hoy Jesús nos habla sobre el fariseo y el recaudador de impuestos – estereotipos de personas justas e injustas – que entran al templo para orar. ¡Pero qué diferencia hay en la manera de rezar!
El meollo de la religión es hacernos humildes ante Dios y abrirnos al camino del amor. Lo demás, en mayor o menor medida, es secundario. La liturgia, la oración, los preceptos de la Iglesia, los mandamientos, los sacramentos, y lo sacramental – todo ello – está finalmente destinado a encauzarnos al camino del amor. Cuando, por otro lado, nos alejan de ese camino, han sido entonces desvirtuados.
Tanto San Pablo como los Evangelistas – como, por supuesto, también el mismo Jesús – son muy conscientes de este peligro. Esta es precisamente la razón por la cual Pablo habla de los peligros de la Ley. Él sabía que, a menudo, las personas usan la Ley como arma de agresión: porque saben lo que está bien y mal con cierta precisión, entonces están en una posición única para señalar los defectos de otros. Y cuando señalo tus defectos, agrando mi estima. En resumen, la Ley, que es un regalo de Dios, ha sido entonces apropiada para fines propios del ego.
Somos un poco publicanos, por pecadores, y un poco fariseos, por presuntuosos, capaces de justificarnos a nosotros mismos, campeones en justificarnos deliberadamente. Con los demás, a menudo funciona, pero con Dios no. Con Dios el maquillaje no funciona. Recemos para pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres. También para eso nos hace bien estar a menudo con los pobres, para recordarnos que somos pobres, para recordarnos que sólo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios. (Homilía de clausura Sínodo de los Obispos 17 octubre 2019)
Juan de Capistrano, Santo
Memoria Litúrgica, 23 de octubre
Presbítero
Martirologio Romano: San Juan de Capistrano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que luchó en favor de la disciplina regular, estuvo al servicio de la fe y costumbres católicas en casi toda Europa, y con sus exhortaciones y plegarias mantuvo el fervor del pueblo fiel, defendiendo también la libertad de los cristianos. En la localidad de Ujlak, junto al Danubio, en el reino de Hungría, descansó en el Señor († 1456).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, viene de la lengua hebrea
Fecha de canonización: 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII
Breve Biografía
Nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385.
Hijo de un caballero francés o alemán que murió cuando Juan era joven.
Estudió con esmero en la Universidad de Perugia (Cerca de Asís).
Fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad. Luchó contra la corrupción y el soborno.
Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en 1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel decidió entregarse del todo a Dios. Tuvo un sueño en el que vió a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó y fue declarado anulado.
Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 Octubre de 1416. Tenía 30 años por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba dándole los mas humildes oficios.
Fue discípulo de san Bernardino de Siena quien le enseñó teología. Se distinguió como predicador aun siendo diácono. Ordenado a los 33 años. Por 40 años fue predicador itinerante por Italia y otros países. Una vez en Brescia (Italia) predicó a una multitud de 126,000 personas que habían venido de las provincias vecinas. Por su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas. Tenía gran fama por su don de curación y le traían a los enfermos para que les haga la señal de la cruz. Como San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, por lo ambos, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. El defendió al grupo con éxito.
Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió extensivamente, sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan.
Dormía y comía poco. Hacía mucha penitencia.
Dos veces la comunidad franciscana lo eligió como vicario general. En visita en Francia conoció a Sta. Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que simpatizaba.
Juan tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo medir sus palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios. Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.
Fue nuncio apostólico en Austria donde predicó extensivamente y combatió la herejía de los husitas. También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.
Los cruzados defienden Europa
En 1451 el Sultan Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454 Servia cayó en sus manos. Las noticias procedentes Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.
En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado. Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos mas que campamentos militares porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un gran respeto.
Batalla de Belgrado, 1456, salva a Europa de los musulmanes.
Los musulmanes atacaban a Belgrado Contaban con 200 cañones, 50,000 de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa. En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: «Jesús, Jesús, Jesús». Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: «Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión». Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.
Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.
San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano. Murió en Villach, Hungría, unos meses mas tarde, el 23 de octubre.
En Estados Unidos su nombre es famoso por la misión franciscana en California que lleva su nombre.
Beatificado: 19 Diciembre 1650 por Inocente X
Soy un pecador
Santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14. Domingo XXX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero llevar siempre adelante la vida que me has regalado para amarte. Quiero aprender a vivirla, llenarme de ti, llegar a ti. Madre mía, María Santísima, que esta oración me transforme más el corazón para que llegue a ser como el de tu Hijo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’.
El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’.
Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Juzgar a los demás es constante aguijón en el hombre. Uno tiende a sentirse mejor que el otro. Tantas veces un prejuicio ha dañado lo que podría haberse convertido en una amistad. «Te doy gracias porque no soy como los demás»… y mientras tanto, la personas humilde diría «Señor, fortalece a mi hermano, a mi hermana, pues es frágil como yo».
La persona humilde conoce su fragilidad, conoce su verdad y la reconoce ante Dios y ante los hombres. Y vive en conciencia tan constante de su debilidad, que no se permite juzgar a los demás. Se sabe tan necesitada de la misericordia de Dios, que la desea igualmente para sus hermanos. Presenta ante Dios una oración por sí misma, para poder servir mejor. Y coloca en las manos del Señor a sus hermanos, a sus amigos y a sus «enemigos» o aquellos que por cualquier razón no le simpatizan. Tiene un corazón grande, con lugar para Dios y en Dios para todos. Señor, ¿puedo ser humilde yo también?, ¿puedo conocer mi miseria para mejor amarte a ti y a los demás?, ¿puedo conocer mi verdad sin desesperar, sabiendo que aunque soy débil, siempre me encuentro en tus manos?, ¿puedo ser pequeño y al mismo tiempo ser grande? Puedo. Con tu gracia puedo.
Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador» y enséñame a apiadarme como Tú de los demás.
«Él mira el “campo” de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con
confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar. Qué hermoso es esto: nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona siempre si vamos a Él.».
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de julio de 2014).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré hablar con aquella persona que menos me agrade, ofreciéndole un gesto de caridad que le pueda mostrar algo de tu amor, Señor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Señor, ayúdame a ser humilde
Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo….quiero que tu me ayudes a vivir en la humildad.
Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco pero quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.
Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.
Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo…. quiero que tu me ayudes a encontrar esa «perla escondida» que es aprender a vivir en la humildad.
A veces pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso firme, que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme cuenta reclamo aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar, aunque me duela, mis limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de carácter, que siempre trato de disimular para que no vean mi pequeñez y cuando llega el momento de pedir perdón… ¡cómo cuesta! Qué difícil es reconocer que nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y rogar que nos perdonen.
Ante ti, Señor, buscando alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta me hace, me atrevo a rezarte la hermosa:
ORACION POR LA HUMILDAD
Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de corazón.
No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.
No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros… Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.
Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mi mismo.
La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago.
Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos.
En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno.
Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Asi sea.
¿Qué es el Domund?
La misión de la Iglesia le da continuidad al amor mismo de Dios
En 2021 el DOMUND será el domingo 24 de octubre
Cada año, en el DOMUND, renovamos la llamada inicial de Cristo y así se despierta de nuevo nuestra conciencia misionera universal. En el DOMUND niños, jóvenes, familias, es decir, todos, nos descubrimos como Iglesia en misión, que siente e interviene en la misión que otros, los misioneros, realizan directamente en las misiones. Se puede decir que el DOMUND ensancha nuestro corazón misionero y lo hace universal: nos hace abrir nuestros ojos creyentes, nuestro corazón que ve, hacia el ancho mundo de la misión.
Entiendo que a estas alturas no hay que insistir mucho en cómo situarse ante esta Jornada Misionera. De todos es sabido que nuestra vida en Cristo se forja con hondura en la oración, pues ésta nos pone en sintonía con el corazón mismo de Cristo. Se puede decir que la comunión misionera entre nosotros se cultiva especialmente en la oración que hacemos por las misiones y los misioneros. Es más, sin la oración difícilmente llegaríamos a comprender del todo qué significa ser y sentirse misioneros. Pero también es evidente que la oración nos empuja a una proyección misionera activa. En el Domund se nos pide, sobre todo, una cooperación económica, generosa con las misiones, como siempre ha sido.
En nuestras parroquias nos animarán con materiales y llamadas a colaborar con la labor de los misioneros. El obispo os anima a hacerlo con generosidad y sentido de Iglesia. También quiero ayudaros a resolver algunas preguntas que quizás os hagáis ante estas campañas:
¿De quién es la iniciativa de llamarnos a colaborar en el DOMUND?
De la Santa Sede, del Santo Padre; porque nuestra colaboración con las misiones en esta Jornada del DOMUND es a través de la Iglesia universal y en favor de todos los territorios de misión, de los 1.100 que hay en todo el mundo (37% de la Iglesia católica).
¿Quién recoge y distribuye lo recaudado en el DOMUND?
Esta labor la hacen las Obras Misionales Pontificias (OMP), que tienen delegaciones en todas las Diócesis, en las naciones y su sede central en Roma. Cada año los Directores nacionales de las OMP se reúnen, en la Congregación para la evangelización de los pueblos, para determinar la distribución de lo recaudado, de acuerdo con los proyectos solicitados por los misioneros.
¿Es lo mismo el DOMUND que los hermanamientos que algunas parroquias tienen con proyectos o misioneros amigos?
En realidad no, aunque tengan un mismo destino misionero. El dinero del Domund llegará a todas las misiones de la Iglesia, sin distinción, y los hermanamientos se hacen con algunos misioneros concretos, a los que, por supuesto, recomiendo ayudar, pero con otras acciones y en otros momentos. Lo recaudado en el DOMUND ha de ir todo íntegro a las OMP para que los distribuyan entre todas las misiones. Si retuviéramos las colectas para nuestros proyectos apadrinados, estaríamos cometiendo una injusticia: unas misiones recibirían mucho y otras muy poco.
¿Qué destino tiene nuestra aportación económica?
Nuestros donativos van destinados a las tareas de las misiones: la transmisión de la fe, la educación, la salud y a la mejora de las condiciones de vida de las personas con las que conviven los misioneros, que en la mayoría de las ocasiones son de pobreza, malnutrición y enfermedades.
De corazón os animo a todos a que seáis generosos con las misiones, como siempre habéis sido. No olvidéis que la sensibilidad misionera muestra siempre un alto índice de fe, que, en sí misma, es un don que se ha de compartir. Pongamos, pues, nuestro grano de arena en la gran montaña de amor que están poco a poco formando nuestros misioneros.
Domund 2014. Lema: «Renace la alegría»
RENACE > “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”, dice el papa Francisco al comienzo de Evangelii gaudium. El fin de la actividad misionera es, precisamente, ayudar a extender esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la vida de fe que, como tantas veces comprueban los misioneros, ha sido revelado a los pequeños.
LA ALEGRÍA > Los misioneros, llenos de alegría, comparten con los más pobres su experiencia de encuentro con Cristo. Los que reciben este anuncio y abren su corazón a él, también acogen con alegría la Buena Noticia de la salvación. Francisco nos dice cuál es el origen de esta gran alegría: “El amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del Espíritu Santo, nos envuelve”; y además, nos invita a participar en ella: “¿Por qué no entramos también nosotros en este río de alegría?”.
Cartel DOMUND 2014
La sonrisa de unos jóvenes de diferentes razas sirve para expresar la alegría que brota del corazón. Sus miradas y sus manos entrelazadas reflejan que esa alegría nace de un corazón limpio y una fraternidad profunda. Es la fuerza contagiosa del amor, que descubren a cada paso quienes viven la experiencia de la misión.
Junto al lema, la palabra “DOMUND” evoca por sí sola la vida de entrega de los misioneros y nuestro deseo de ayudarles en su tarea. Y sobre un fondo morado, algunos signos evocan aspectos de la actividad misionera de la Iglesia. Facilitar la cooperación con esa labor es el objetivo de las Obras Misionales Pontificias.
Misiones sin fronteras
Nuestra vida sólo tiene sentido en el amor. No es un estudio filosófico o teológico del tema. Simplemente, es narrar hechos de santos que, a través del don de bilocación, han tratado de hacer el bien a todos sin excepción.
Este libro lo he escrito con mucho interés para dar a entender que nuestra vida sólo tiene sentido en el amor. Pero no voy a hacer un estudio filosófico o teológico del tema. Voy, simplemente, a narrar hechos de santos que, a través del don de bilocación, han tratado de hacer el bien a todos…
Capítulos:
Primera Parte: El Amor
Orar es amar
Amar es ayudar
El Don de Bilocación
Ejemplos de Bilocación Mística
Reflexiones
Segunda Parte: Evangelización. Ser Cristiano
Evangelizar
La salvación de las almas
Madre María de Jesús de Ágreda
Su evangelización en América
Reflexión final
Conclusión
Bibliografía
El Papa en el Ángelus: «Donde hay demasiado yo, hay poco Dios»
Antes del rezo del Ángelus el Santo Padre reflexiona sobre la parábola del fariseo y el publicano, con sus dos movimientos «subir» y «bajar» que ayudan a lograr el “humilde” encuentro con el Dios en la oración
«Dos hombres subieron al templo a orar» (Lc 18, 10) pero solo uno de ellos lo hace con humildad, recuerda el Papa Francisco en el Ángelus del XXX domingo del Tiempo Ordinario, en la reflexión antes del rezo del Ángelus junto a los peregrinos de la Plaza San Pedro en el Vaticano.
«El Evangelio de la liturgia de hoy nos presenta una parábola que tiene dos protagonistas, un fariseo y un publicano (cf. Lc 18,9-14), es decir, un religioso y un pecador declarado», dice Francisco en su meditación dominical. Y destaca los dos movimientos del pasaje bíblico, «expresados por dos verbos: subir y bajar».
Subir al encuentro con Dios
Sobre la acción de quien sube a orar, explica el Santo Padre que «este aspecto recuerda muchos episodios de la Biblia, en los que para encontrar al Señor se sube a la montaña de su presencia: Abraham sube a la montaña para ofrecer el sacrificio; Moisés sube al Sinaí para recibir los mandamientos; Jesús sube a la montaña, donde se transfigura».
Por tanto, resalta que «subir», dice: «expresa la necesidad del corazón de desprenderse de una vida plana para encontrarse con el Señor; de levantarse de las llanuras de nuestro ego para ascender hacia Dios; de recoger lo que vivimos en el valle para llevarlo ante el Señor».
Bajar al encuentro con Dios
Y luego el Papa Francisco reflexiona sobre el segundo movimiento de la parábola: «bajar». Indicando que para experimentar en la oración el encuentro con Dios, también es necesario «descender dentro de nosotros mismos: cultivar la sinceridad y la humildad de corazón, que nos permiten mirar con honestidad nuestras fragilidades y nuestra pobreza».
Insiste el Papa en que «la humildad nos hacemos capaces de llevar a Dios, sin fingir, lo que somos, las limitaciones y las heridas, los pecados y las miserias que pesan en nuestro corazón, y de invocar su misericordia para que nos cure y nos levante. Cuanto más descendemos en humildad, más nos eleva Dios», afirma.
El fariseo y el publicano
Contrastando el comportamiento de los dos personajes de la parábola resalta como el publicano «se pone humildemente a distancia (cf. v. 13), pide perdón y el Señor lo levanta». En cambio, el fariseo «se exalta a sí mismo, seguro de sí mismo, convencido de que está bien: de pie, se pone a hablar con el Señor sólo de sí mismo, alabándose, enumerando todas sus buenas obras religiosas, y desprecia a los demás».
La actitud del fariseo, el Papa Francisco la denomina «orgullo espiritual: te lleva a creerte bueno y a juzgar a los demás. Y así, sin darte cuenta, adoras a tu propio yo y borras a tu Dios», dice.
El Pontífice invitó a los fieles a examinar de manera personal «la presunción interior de ser justos» (Lc 18, 9) que como el fariseo «lleva a despreciar a los demás».
«Ocurre, por ejemplo, cuando buscamos cumplidos y enumeramos siempre nuestros méritos y buenas obras, cuando nos preocupamos por aparentar en lugar de ser, cuando nos dejamos atrapar por el narcisismo y el exhibicionismo», dijo el Papa.
La vanagloria del narcisismo y exhibicionismo
Y finalmente exhortó a cuidarse del narcisismo y del exhibicionismo, «basado en la vanagloria, que también nos lleva a nosotros los cristianos, a nosotros los sacerdotes, a nosotros los obispos, a tener siempre la palabra «yo» en los labios: yo hice esto, yo escribí aquello, yo dije aquello, yo entendí aquello, etc. Donde hay demasiado yo, hay poco Dios».
El Papa rezó la oración del Ángelus pidiendo la María Santísima su intercesión: «la humilde esclava del Señor, imagen viva de lo que el Señor ama realizar, derrocando a los poderosos de sus tronos y levantando a los humildes (cf. Lc 1,52)».
La curiosa forma como Juan de Capistrano renovó la fe en Europa
Un gran jurista que se hizo cristiano en la cárcel y después viajó y predicó por todo el antiguo continente
Juan nació en Capistrano en la región de los Abruzos, en Italia, el 24 de junio del 1386, hijo de un barón alemán y una joven de Abruzos.
En Perusa estudió y se graduó en derecho civil y derecho canónico. Llegó a ser un reconocido juez, y lo nombraron capitán del pueblo. Fue encarcelado cuando la ciudad fue ocupada por los Malatesta.
Allí en la cárcel tuvo lugar su conversión. Una vez libre, entró en el convento franciscano de Monteripido, donde conoció a san Bernardino y lo defendió cuando fue acusado de herejía por su devoción al Nombre de Jesús.
Una vez ordenado sacerdote, viajó infatigablemente por toda Europa predicando, trabajando en la reforma de las costumbres y en la lucha contra las herejías de su tiempo.
En 1456, el Papa le encargó predicar en la Cruzada contra el Imperio Otomano que había invadido la península de los Balcanes.
Viajando por Europa del Este, Capestrano logró reunir a decenas de miles de voluntarios, participando en el asedio de Belgrado en julio de ese año.
El ejército turco huyó y el propio sultán Mohammed II resultó herido. Pero tres meses después, el 23 de octubre, Juan murió en Villach, Austria (hoy Ilok, en Croacia).

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Fue canonizado por el papa Alejandro VII el 16 de octubre de 1690.
Patronazgo
En 1984, el papa san Juan Pablo II lo proclamó patrón de los capellanes militares en todo el mundo. También es patrono de los juristas.
Lugares de culto
El cuerpo de san Juan se guarda en la iglesia franciscana de San Juan de Capistrano en Ilok, Croacia.
En el Convento de San Francisco en Capistrano, fundado por el santo en 1447, se concentran varias de sus reliquias.

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¿Sabías que las misiones de paz de la ONU tienen capellanes católicos?
La primera misión de un capellán es la de acompañar a sus fieles militares
Establecidas por la ONU en los 50, las misiones de paz, u operaciones para el mantenimiento de la paz como se las identifica formalmente, son instrumento importantísimo para la consolidación de la pacificación de los pueblos tras los conflictos. Nacen durante la Guerra Fría y movilizan las Fuerzas Armadas de distintos países, policías y civiles que trabajan en conjunto para sostener la paz. 123 países colaboran con las operaciones, actualmente llevadas adelante en 16 países. ¿Pero sabías que esas delegaciones también pueden ser integradas por capellanes castrenses?
Monseñor Pedro Candia es el Administrador Diocesano del Obispado Castrense en la Argentina, y explicó que, por ejemplo, en el caso de los soldados argentinos que participaron en misiones de Paz de Naciones Unidas, siempre fueron acompañados por capellanes castrenses.
“Éstos están al servicio de los militares que, por su particular forma de vida, están imposibilitados de frecuentar de manera regular una parroquia o un ministro de culto. Así pues, la primera misión de un Capellán es la de acompañar a sus fieles militares en su vida cotidiana de trabajo y de familia, como así también brindar el servicio religioso en los despliegues de las operaciones de paz o en los conflictos armados”, explicó.
Las misiones, explicó monseñor Candia, se limitaban en un comienzo a “acciones militares en sentido estricto”, pero como la naturaleza de los conflictos fue cambiando, el papel del Capellán es “más necesario como apoyo espiritual tanto de los militares como de los ciudadanos afligidos”, señaló en un diálogo con Aleteia.
¿Qué aportan los Capellanes a las Fuerzas de Paz?
«Los Capellanes se suman a esta labor humanitaria que realizan nuestros hombres y mujeres de armas por el mantenimiento de la paz. Asisten a la comunidad, acompañan pastoralmente a los soldados procurándoles los medios espirituales para enfrentar tan delicada y riesgosa tarea, fortaleciendo sus espíritus y acompañándolos en la lejanía de sus familias y hogares.
Por su especial vocación de servicio y particular entrega, la labor del Capellán es fundamental entre sus fieles militares, ya que no es sólo un sacerdote, es también un confidente, un compañero en los momentos de soledad, el amigo cuando está lejos la familia. Es quien anima y acompaña a sus hermanos en todas las dificultades por las que atraviesan. Los aconseja, los contiene, los escucha. El Capellán es quien hace presente a Dios en medio de los hombres, acercándoles su infinita bondad y consuelo.
Las misiones de paz suelen tener ciclos. Cuando los integrantes de las Fuerzas de Paz regresan a sus hogares, llevan adelante tareas radicalmente distintas.
¿Qué responsabilidades pueden cumplir en la promoción de la Paz en sus respectivos hogares?
«La Iglesia siempre se ha preocupado por ayudar a edificar la paz entre los pueblos. El Sumo Pontífice Juan Pablo II señala en su constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, que los que forman parte de las Fuerzas Armadas deben considerarse “como instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos”, pues “desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz”.
Los soldados, una vez de regreso de sus destinos, cumplen una labor educativa, tanto con sus pares como con sus familias y sus comunidades, compartiendo sus experiencias y creando conciencia sobre la existencia y la gravedad de estos conflictos, cultivando el interés y el compromiso hacia el otro que sufre.
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