Mark 4:26-34
Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos trae la parábola del grano de mostaza.
¿Cómo es que Dios suele trabajar? Desde lo muy pequeño a lo muy grande – y a través de un proceso lento y gradual. Dios tiende a trabajar debajo de lo que detecta un radar, al borde de las cosas, en silencio, clandestinamente, sin llamar la atención.
C.S. Lewis nos hablaba sobre este principio. ¿Cómo, se preguntaba, entró Dios en la historia? En silencio, en un rincón olvidado del Imperio Romano, a escondidas detrás de las líneas enemigas. ¿Cómo se estableció el cristianismo en Europa? A través de un puñado de personas que escucharon a San Pablo en Filipo y Atenas. ¿Cómo surgió el poderoso movimiento Franciscano? Había un niño diferente y místico que escuchó una voz proveniente de un crucifijo que decía: “Francisco, reconstruye Mi Iglesia, que está cayendo en ruinas”. Un puñado de seguidores se unieron a este proyecto quijotesco, luego docenas, luego cientos, luego miles.
¡Por lo tanto, no tengas miedo de hacer cosas pequeñas impulsadas por Dios! Planta la semilla, ponte en acción, arriésgate —da, aunque más no sea un paso muy pequeño, no te preocupes sobre quién se da cuenta o cuánta atención estás recibiendo. Siembra la semilla y deja el resto a la misericordia y providencia de Dios.
Juan Bosco, Santo
Memoria Litúrgica, 31 de enero
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Presbítero y Fundador
Martirologio Romano: Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez áspera, fue ordenado sacerdote y en la ciudad de Turín, en Italia, se dedicó con todas sus fuerzas a la formación de adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Dominica Mazzarello, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo en este día en la ciudad de Turín, en Italia (1888).
Fecha de canonización: 1 de abril de 1934 por el Papa Pío XI.
Breve Biografía
San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841, y allí comenzó su actividad pastoral con San José Cafasso.
Su programa, o mejor, su pasión era la educación de los jóvenes, los más pobres y abandonados. Reunió un grupito que llevaba a jugar, a rezar y a menudo a comer con él. La incómoda y rumorosa compañía de Don Bosco (así se lo llamaba y se lo llama familiarmente) tenía que estar cambiando de lugar continuamente hasta que por fin encontró un lugar fijo bajo el cobertizo Pinardi, que fue la primera célula del Oratorio. Con la ayuda de mamá Margarita, sin medios materiales y entre la persistente hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales: era el lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una pedagogía que sería conocida en todo el mundo como “método preventivo” y basada en la religión, la razón y el amor. “La práctica del método preventivo se base toda en las palabras de San Pablo que dice: La caridad es benigna y paciente; sufre todo, pero espera todo y aguanta todo”.
Para asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas). Fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas, revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica, la “buena prensa”. Aunque ajeno a las luchas políticas, prestó su servicio como intermediario entre la Santa Sede, el gobierno italiano y la casa Saboya.
Fue un santo risueño y amable, se sentía “sacerdote en la casa del pobre; sacerdote en el palacio del Rey y de los Ministros”. Buen polemista contra la secta de los Valdeses, según la mentalidad del tiempo, nunca se avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena voluntad: “Condenamos los errores, escribió en el “Católico”, pero respetamos siempre a las personas”. San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío XI en 1934.
El tiempo de la cosecha
Santo Evangelio según San Marcos 4, 26-34. Viernes III de Tiempo Ordinario.
Por: Rodrigo Marín, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, quiero glorificarte y alabarte en este rato de oración. Gracias por todo lo que has hecho por mí a lo largo de mi vida. Quiero disponer mi corazón para que tu Palabra vaya penetrando poco a poco y, así, pueda conocerte y amarte cada día más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas.
Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha». Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra». Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es impresionante pensar que los grandes bosques y selvas comenzaron con una semilla. En el parque nacional Redwood existe un árbol que mide115.55 metros de altura. Y pensar que todo comenzó con una semilla que no era más grande que la uña del dedo más pequeño de la mano.
Jesús nos trae a nuestra mente esta imagen. El reino de los cielos es semejante al hombre que echa la semilla en la tierra. Sin que él sepa cómo la semilla va produciendo su fruto. Crece, germina y se pone bella.
El reino de los cielos es impresionante, pero comienza con una semilla. Cada día el sembrador pasa para dejar en nosotros una semilla de su reino. Dios pasa en nuestra vida en cada momento, pero es tan sencillo como un grano de mostaza.
Cuando dejamos que se plante la semilla se convierte en un gran arbusto. Quiere hacer de nuestro corazón un bosque vivo.
Todo lo que nos acerca a Dios es una semilla que Él planta en nuestro corazón. Ir a misa, ayudar a un hermano, ser honesto, rezar… todo esto va haciendo que el reino de Dios crezca en nosotros. ¿Qué es el Reino de Dios? Muy sencillo: Ser feliz. Vivir a un lado de Dios.
Pidámosle a María que nos ayude a mantener siempre vivo el deseo de que crezca en nuesro corazón el Reino de Dios. «El primer paso es acoger la palabra, el primer paso en el camino de la docilidad es acoger la palabra: abrir el corazón, recibirla, dejarla entrar como la semilla que luego germinará».
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En una visita al Santísimo Sacramento le pediré al Señor la gracia de estar atento a las semillas que Él quiere sembrar en mi corazón.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Así desafiaba san Juan Bosco al diablo
Gelsomino del Guercio – publicado el 31/01/17
Desde vejaciones hasta burlas. Una dura batalla entre el santo y Satanás
San Juan Bosco y el demonio. Se cuentan innumerables episodios en los que don Bosco enfrentó a Satanás: encuentros, luchas, exorcismos.
- Carluccio y la Virgen Auxiliadora
Carluccio, el hijo de un hombre honesto, era “alumno” de don Bosco. Al chico, 15 años, le transmitió la devoción. Cuando el joven se enfermó, el sacerdote estaba fuera de la ciudad y no pudo confesarlo. La enfermedad se agravó y Carluccio murió.
Llegó don Bosco; la familia en luto le contó cómo se había apagado su Carluccio. Don Bosco se acercó al joven fallecido y comenzó a llamarlo: “¡Carluccio! ¡Carluccio!…”.
El muerto abrió los ojos y se sentó en la cama. “¡Oh, don Bosco, lo estuve llamando mucho tiempo porque quería confesarme bien. Me confesé confusamente con otro sacerdote y no logré confesarme bien”.
Don Bosco hizo salir a todos un momento de la habitación. Le dijo a Carluccio. “Pobrecito, ¿qué te ha sucedido?”.
“Mire, -respondió el muchacho– apenas salió el alma de mi cuerpo, se encontró con Cristo Juez, pero María Auxiliadora le rogó a su Hijo suspender un poco el juicio. Yo estaba aterrorizado. Veía a un lado un abismo inmenso de fuego”.
Demonios por todas partes. “Fue entonces que María Auxiliadora, ahí presente, le dijo a los demonios: “No lo toquen, no ha sido juzgado”.
En ese momento Carluccio recordó haber oído la voz de don Bosco y haber recuperado la conciencia.
Don Bosco, tras haber puesto al corriente a los familiares que regresaron a la habitación, le dijo finalmenete al joven: “Carluccio, prefieres estar aún en este mundo de tentaciones y peligros, o irte a los brazos de María Auxiliadora?”.
El joven respondió: “Prefiero irme a los brazos de María Auxiliadora”. Entonces –continuó el santo– vete en paz y ruega a la Virgen por nosotros”. Se dejó caer sobre la almohada y murió.
- Las burlas del diablo
Leemos en la vida de don Bosco que el diablo, rabioso porque el santo se robaba las almas, buscaba de todas las formas obstaculizarlo. Satanás retumbaba en el desván, parecía que cayeran piedras con estruendo infernal.
Mientras el santo extendía en la mesa la Regla de los Salesianos, ese animal le derramaba la tinta en el manuscrito. Cuando estaba abrumado por el sueño, le quitaba las mantas de la cama, burlándose. A menudo, bajo el aspecto de tigre, y otras fieras feroces, o monstruos horrendos, le levantaba la cama.
- La bendición
En Roma, el 3 de abril de 1880 le llevaron a don Bosco a una endemoniada, para que la bendijera.
Durante la bendición parecía que el demonio estuviera ahogando a su pobre víctima. El maligno dijo que se llamaba “Petrus” y que desde hacía dos años que habitaba en esa persona.
“¿Qué haces aquí?” – le preguntó don Bosco.
“Soy el guardián de Santa” (así llamaba a la poseída).
“¿Dónde estabas antes?”.
“En el aire. Ustedes tienen que luchar mucho contra mí”.
“¿Por qué no quieres salir? ¿No ves que aumentas tus penas, tu mal?”
“Yo quiero el mal”.
El exorcismo solemne no fue posible, pues le faltaba a don Bosco el permiso del cardenal vicario, que no estaba en Roma. Un señor que no creía en el demonio, al ver la escena y oyendo las palabras de la endemoniada, se convenció de la existencia del diablo (esorcismo.altervista.org).
- La marquesa víctima de una posesión
Don Bosco se había ido a celebrar misa en la casa de la marquesa de Comillas, cuando se presentó una poseída que, al verlo, se lanzó al suelo como desmayándose, sacando espuma por la boca, debatiéndose y contorsionándose como una serpiente.
Él le decía que invocara a María, ésta en cambio gritaba: “¡No, no quiero salir! ¡No quiero partir!”.
Como la desgraciada se llamaba María, don Bosco la llamaba: “María, toma esta medalla”; pero ella no daba muestras de entender.
Finalmente, don Bosco la bendijo. Se levantó la joven, tomó la medalla que don Bosco le ofreció, la besó, entró en la iglesia y oyó la misa.
Parecía curada: de hecho desayunó tranquilamente, y todo esto en presencia de muchas personas. Aquellos que la acompañaban, decían que no la habían visto así de tranquila desde hacía mucho tiempo y estaban sorprendidos. Y volvió consolada a casa.
- Las molestias del oso
Don Bosco sufría graves sensaciones diabólicas cada vez que estaba por emprender alguna obra importante para mayor gloria de Dios.
Una mañana uno le preguntó si por la noche había descansado, él respondió: “No mucho, porque me molestó un animalejo feo, bajo la forma de un oso, el cual se puso en mi cama, e intentó ahogarme”. Este hecho no sucedió una sola vez: y don Bosco decía claramente cómo eran las molestias infernales.
La noche en la que don Bosco terminó de escribir las primeras Reglas de la Pía Sociedad Salesiana, fruto de mucha oración, meditación y trabajo, mientras escribía la frase de conclusión “Ad maiorem Dei Gloriam”, apareció el diablo, se movió la mesa, se cayó el tintero, mientras se oían gritos tan extraños que podían infundir profundo terror.
Y finalmente se quedó todo tan sucio que el manuscrito ya no era legible, y don Bosco tuvo que empezar de nuevo su trabajo.
- La opresión en su estómago
El 12 de febrero de 1862 don Bosco contó:
“La noche del 6 o 7 de este mes me había apenas acostado, y ya empezaba a adormecerme, cuando siento que me agarran por los hombros y me sacuden tan fuerte que me asusté mucho. “¿Quién eres?” me puse a gritar, encendí la luz, y me vestí, miré la cama, y en todos los rincones de la habitación, para ver si estaba escondido alguien, y era la causa de esa broma. Pero no encontré a nadie. Miré la puerta de mi habitación y estaba cerrada. Miré igualmente la puerta de la biblioteca; todo estaba cerrado y tranquilo”.
Don Bosco luego recordó haber vuelto a la cama.
“Me había apenas adormecido, cuando sentí otra sacudida que me perturbó. Quería tocar el timbre y llamar. “Pero no”, me dije, “no quiero molestar a nadie”, y entonces me puse a dormir boca arriba; cuando sentí en el estómago un peso enorme que me oprimía, casi impidiéndome respirar. No pude evitar gritar: “¿Qué pasa?” y solté un puñetazo: pero no toqué nada. Me puse del otro lado, y volvió esa opresión. En ese miserable estado pasé toda esa noche”.
- TOC.. TOC… TOC…
El 5 de febrero de 1862 don Bosco contó:
“La otra noche fui a la habitación y vi la mesita de noche bailar y golpear: toc, toc, toc… “Oh, esta es buena” me dije, y me acerqué y le pregunté: “¿Qué quieres?” y ésta continuaba: toc, toc, toc. Me pasé por la habitación y callaba; me acercaba, y ésta bailaba y golpeaba. Les aseguro que si yo hubiera escuchado esta historia que he visto, no la habría creído. ¿No les parece estar oyendo las historias de las brujas que nos contaba la abuela?”.
- La cola del diablo
El 17 de febrero de 1862:
“Ayer por la noche me acosté, cuando sentí que me pasaba por la frente un frío pincel, manipulado ligeramente. Entonces me quité el gorro de dormir, pero esa mano misteriosa me pasaba el pincel por la nariz y la boca molestando, haciendo que no pudiera dormir y cerrar ojo ni un solo instante. Eso me sucedió otras veces, es más, en lugar de una pluma, me pareció que fuera una cola tan apestosa, que me despertaba sobresaltado”. (http://www.preghiereagesuemaria.it).
- La mujer afligida
En 1872 en Mathi Toriense había una cierta Maria Sopetti, que sufría vejaciones diabólicas. Fue informado mons. Gastaldi, quien sugirió que la bendijera don Bosco.
La mujer fue a Turín el 30 de noviembre. Cuando llegó el momento de entrar, comenzó a gritar: “No, no …” cien veces. Finalmente entró y con muchos esfuerzos se le forzó a arrodillarse.
Don Bosco le dio la bendición. Ésta, mientras tanto, se llevó las manos a las orejas para no oír, e intentó hacer locuras y caras raras porque se sentía sofocada.
Se puso a gruñir como un cerdo y a maullar como un gato.
Con increíbles esfuerzos se logró que besara la medalla de María Auxiliadora. Terminada la bendición, se calmó enseguida.
Salió de la habitación, y se le vio tranquila. Don Bosco le aseguró que, cuando fuera a Lanzo, pasaría a verla en Mathi, o al menos preguntaría por ella.
Le dijo que besara a menudo la medalla de María Auxiliadora y rezara el Ave María, que el Señor le daba con tales vejaciones un medio para hacer muchos méritos.
Siguió de vez en cuando yendo con don Bosco y el 2 de enero de 1883 estaba casi completamente libre (www.donboscoinsieme.com).