JUAN 8, 1-11
Amigos, el Evangelio de hoy presenta la historia de la mujer atrapada en adulterio, que es una de las muestras más claras sobre lo que René Girard llamó el mecanismo del chivo expiatorio.
Los escribas y fariseos le traen a Jesús una mujer que habían atrapado en adulterio. ¿Dónde habrán estado y cuánto tiempo habrán esperado para atraparla? Su afán por encontrar una víctima es testimonio de la insaciable necesidad humana de chivos expiatorios.
La novedad del Evangelio se revela en el rechazo de Jesús a contribuir a la energía de la tormenta que se avecina: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Jesús dirige la energía de la violencia del chivo expiatorio hacia los acusadores. Él revela el peligroso secreto de que el orden inestable de la sociedad se ha basado en los chivos expiatorios. Los Padres de la Iglesia enfatizaron este punto con una clara interpretación: imaginaron que Jesús estaba escribiendo en la arena nada menos que los pecados de aquellos que amenazaban a la mujer.
Entonces vemos, al menos de forma germinal, el nuevo orden: “Vete, y de ahora en adelante no peques más”. La conexión entre Jesús y la mujer no es la consecuencia de la condena sino el fruto del perdón ofrecido y aceptado.
¿Qué escribe Jesús en la arena?
Evangelio en la arena Jesús escribe en el polvo y coloca la ley de Dios en lo más profundo de la persona y escribe en su corazón
Jesús escribe con el dedo en el polvo del suelo del templo. Tal como Dios escribió en las tablas de piedra en el sagrado Monte Sinaí. Allí Moisés recibió el Decálogo, la ley permanente e invariable para el pueblo de Dios. ¿Qué escribe Jesús, el Hijo de Dios?
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedraLos fariseos afirman que, según la ley religiosa, la mujer debe ser apedreada porque ha pecado. Intentan atrapar a Jesús.
Bajo la ocupación romana, los tribunales judíos no podían dictar legalmente sentencias de muerte, pero había casos de autojuicio.
Jesús dice que el que puede juzgar es el que no ha pecado. La única persona que puede hacer un juicio entre los reunidos es el propio Jesús. Pero Él no lo hace.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo
Jesús escribe en el polvo, creando a la mujer de nuevo. Coloca la ley de Dios en lo más profundo de su ser y escribe en su corazón, como predice el profeta Jeremías. La ley en la tabla viva del corazón es la ley del amor y la misericordia.
Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante
La mujer sigue de pie en el medio cuando los acusadores se han ido. Sólo quedaron Jesús y ella.
San Agustín escribió que sólo quedaron los dos: ella, miserable, y Él, pura misericordia («Relicti sunt duo, misera et misericordia«). No peques más
Jesús, el único sin pecado y justo que puede juzgar a la mujer, no la condena. Él perdona. La mujer que ha experimentado su misericordia está llamada a la conversión.Todos experimentamos exactamente la misma situación cuando acudimos a Jesús con nuestros pecados en el sacramento de la penitencia y la reconciliación.
Confesión en el metro de Kiev
Йосафат Ковалюк | Facebook
Dios no nos rechaza, aunque la gente nos condene. Él escribe la ley del amor y la misericordia en nuestros corazones para que ya no pequemos.
¿Te confiesas?
Este Evangelio nos plantea muchas preguntas. ¿Cómo vivo el sacramento de la penitencia? ¿Creo que Jesús me perdona todo y me da el poder de vivir su amor y su misericordia?¿Cómo miro a los demás? ¿No los juzgo precipitadamente? ¿Cómo es mi misericordia con las personas con las que me encuentro en la vida cotidiana?
JUAN 10, 31-42
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos dice que: “el Padre está en mí y yo en el Padre”.
Charles Williams ha dicho que la idea maestra del cristianismo es la “coinherencia”, un residir mutuo. Si desean ver esta idea en concreto, miren las páginas del Libro de Kells, una obra maestra de la antigua iluminación cristiana. Líneas entrelazadas, diseños girando entre sí, juegos de plantas, animales, planetas, seres humanos, ángeles y santos. Los alemanes lo llaman Ineinander (uno en el otro).
¿Cómo nos identificamos a nosotros mismos? Casi exclusivamente a través de nombrar relaciones: somos hijos, hermanos, hijas, madres, padres, miembros de organizaciones, miembros de la Iglesia, etc. Es posible desear estar solos, pero nadie ni nada es finalmente una isla. Coinherencia es de hecho el nombre del juego, en todos los niveles de la realidad.
Y Dios —que es la realidad principal— es una familia de relaciones coinherentes, cada una marcada por la capacidad de autoentrega. Aunque Padre e Hijo son realmente distintos, están totalmente implicados entre sí por un acto mutuo de amor.
El Señor está conmigo como fuerte soldado
La primera palabra con la que el Señor nos sorprende nos pone ante una dura realidad. El pueblo de Israel se ha corrompido hasta el punto que vive tan de espaldas a Dios que no quiere convertirse. Por eso, la misión de Jeremías es tan ardua. No va de parte de Dios para exhortar a su pueblo a la conversión, sino a anunciarles la destrucción a la que los ha llevado sus muchísimos pecados. Esta destrucción conlleva la caída de Jerusalén y de Judá, y la deportación del pueblo de Israel a Babilonia.
Jeremías fue duramente perseguido por su propia gente. Sufrió una soledad tan fuerte que vivió un desierto personal dentro del destierro. Pese a sus lamentaciones y su fuerte tentación de abandonar, la fuerza de su vocación es mayor. La soledad le llevó a una fuerte intimidad con Dios, nutrida por la oración constante y por la vuelta al momento en que tuvo su primer encuentro personal con el Señor. Se diría que ve a Yahvé como su único amigo y merecedor de su confianza. Ahí reside su verdadera fortaleza. Gracias a esto sale victorioso. No huye de sus enemigos.
En la actualidad, vivimos en una sociedad en la que ser cristiano no está de moda. Una sociedad que, al igual que Israel, vive de espaldas a Dios. Los creyentes, por el bautismo, también somos profetas enviados para dar una palabra de parte del Señor. Tampoco lo tenemos fácil. Sufrimos esta soledad en muy diversos ambientes, algunos en el trabajo, otros en su misma familia o en sus centros de estudio. La tentación de ser aceptados y queridos por nuestro entorno la tenemos muy presente. Al igual que Jeremías necesitamos fortalecer nuestra relación personal con el Señor. Sin su Gracia, que nos capacita, sin su amor, que nos seduce, no podemos sostenernos.
Os animo a que recordemos ese momento en que el Señor nos sedujo, nos llamó y que nos tomemos tiempo para cuidar nuestra relación personal con Él. Nunca olvides que nada de lo humano le es indiferente al Señor. Haz memoria de cada uno de los momentos en que tuviste un encuentro con Dios, no olvides tu barro, tu dificultad o tu mayor sufrimiento, preséntaselo para que la fuerza del Espíritu impulse tu misión.
¡Da la cara por Dios y Él la dará por ti!
Creed a las obras que hago
En este viernes V de cuaresma, ya nos acercamos al misterio pascual. Esto se nota en la dureza del evangelio. El relato se ubica en el contexto de la fiesta de la Dedicación, en la que se celebra la santidad del templo. La persecución que sufre aquí Jesús a manos de los fariseos es más violenta, llegan al intento de lapidación. A partir de ahí, comenzarán a conspirar para crucificarlo. Por otro lado, hay otros que sí creen en Jesús y en su Palabra.
La realidad con la que nos encontramos es que hay dos formas de relacionarnos con Dios. Su manifestación a los hombres es la misma. Dios envía a su Hijo para atraernos de nuevo a su amor gratuito, darnos la salvación y hacernos hijos suyos. En esa manifestación de amor de Dios al mundo encontramos dos actitudes por parte del hombre. La de aquellos que, como los fariseos, están tan llenos de sí mismos y de soberbia que no dejan espacio para que la Gracia penetre en ellos.
No les importa ni la doctrina, ni la verdad, ni Dios. Ellos son el centro de su obrar y, en todo caso, la luz de la verdad les estorba porque rompe la imagen que pretenden proyectar y el dominio que eso les da ante sus semejantes. A ellos les molesta el Señor, por tanto, tienen el corazón cerrado. Por otro lado, están los humildes que, ante un mismo mensaje, unos mismos signos y la misma presencia de Jesús les cambia la vida, porque su corazón está abierto. Ahí en esa docilidad la Gracia hace maravillas en ellos.
Esto no es algo que ocurrió hace dos mil años. Nosotros también tenemos unos mismos medios para relacionarnos con Dios. Tenemos su Palabra, los sacramentos, la Eucaristía y hermanos que nos ayudan a caminar. Hermanos que, hacen las obras del Padre, y son otro Cristo en su modo de vida porque acogen la Gracia que se les da. Otros son perseguidores y, aún más triste, hoy hay indiferencia y hasta mediocridad en la acogida del Señor. Se trata de una decisión personal que nadie puede hacer por ti, que no se toma sólo una vez, sino que se renueva cada día.
Hoy tienes una nueva oportunidad de renovar tu seguimiento de Cristo y ser portador de vida y esperanza, o de rectificar si has errado el camino. Mientras tengas vida puedes abrirte al amor si quieres.
Dionisio de Corinto, Santo
Obispo, 8 de abril
Martirologio Romano: Conmemoración de san Dionisio, obispo de Corinto, el cual, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad y de su provincia, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas (180).
Etimológicamente: Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, es de origen griego.
Breve Biografía
Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesarea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.
Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.
Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos.
Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza… y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.
Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del «misterio» y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa —como uno más— para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!
Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, —junto al istmo y al golfo del mismo nombre— que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento.
El encuentro con la gratitud
Santo Evangelio según san Juan 10, 31-42. Viernes V de Cuaresma.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor Jesús, por permitirme estar delante de ti y acompañarte este momento. Gracias por tu presencia y tu acción en mi vida. Sé bien que aunque a veces te sienta lejano o no te sienta, Tú siempre estás conmigo. Te pido me des la gracia de conocerte y amarte cada día un poco más. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Llena mi corazón de celo por la salvación de las almas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”.
Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy me puedes dejar dos enseñanzas con este pasaje, la gratitud y el testimonio. Siempre por donde ibas, pasabas haciendo el bien: milagros, curaciones, enseñanzas. De verdad que el pueblo estaba sorprendido y se maravillaba de todo lo que hacías. También es cierto que no entendían muchas veces tu forma de actuar y de hablar, sin embargo, habías cautivado su atención. Ellos sólo recibían de ti, bienes y, a pesar de ello, la gratitud en pocas ocasiones surge.
Son contadas las veces en las que en el Evangelio se diga que alguno se haya acercado a agradecerte algún beneficio. Por el contrario, hoy toman piedras para lanzártelas. Y escucho que diriges a mi vida, ese lamento: «¿Por cuál de todas las cosas buenas que he hecho por ti, quieres apedrearme?»
Tal vez me falta gratitud ante tus dones; no sé descubrir los bienes que vas sembrando en el campo de mi vida y de mi historia. No soy consciente del don de la vida, de mi cuerpo, de mi salud, de poder respirar, de estar acompañado por personas que amo y que me aman, de ser libre, de poder entrar en contacto directo contigo. Permíteme, Señor, descubrir tu acción en mi vida, y más que tu acción, tu presencia.
Quizá no tome piedras físicas para lanzártelas, pero a veces sí te arrojo las piedras de mi indiferencia, de mi ingratitud, de mi desilusión por no darme lo que te pido, o no ser o actuar como a mí me parece. Es sobre todo en los momentos de dificultad, Jesús, cuando más puedo tener las rocas en la mano, dispuesto a lapidarte por estar en ese problema, por no encontrar una solución. Y entonces olvido los bienes que has ido dejando en mi vida y que los momentos de oscuridad me impiden ver. Dame la gracia, Señor, de ser un seguidor tuyo lleno de gratitud por todos los regalos que día a día me das. La gratitud es señal de fidelidad y de amor, de correspondencia y de humildad, de sencillez y de sinceridad.
«Es útil repetir a menudo esta práctica y acordarse: En ese momento Dios me dio esta gracia y yo he respondí así…, decirse: Hice esto, eso y aquello y darse cuenta de cómo Dios nos ha acompañado siempre. De esta manera llegamos a un nuevo encuentro, que podría llamarse el encuentro de la gratitud, en el que se podría rezar así: ¡Gracias Señor por esta compañía que Tú me has dado, por este camino que has hecho conmigo!, y también pedir perdón por los pecados y los errores de los que podemos darnos cuenta, conscientes de que Dios camina con nosotros y no se asusta de nuestras maldades, está ¡siempre ahí!»..
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de abril de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy antes de acostarme daré gracias a Dios por las cosas buenas y no tan buenas que me han pasado en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dioses de nuestro tiempo
Hoy nos conducimos como paganos, adorando ídolos que son máscaras del mismo satanás
Estos dioses -que son múltiples como Dios es uno- cambian frecuentemente de cara y de lenguaje, se procrean e inventan nuevos engaños. Son máscaras de satanás, quien tiene la propiedad de mimetizarse y transformase como la mentira, ya que no está sujeto al «si, sí, no, no» de la verdad, que es una sola y no se disfraza.
I. EL DIOS PROGRESO
Por ello los laicos, con su competencia en los asuntos profanos y con su actividad elevada desde dentro por la gracia de Cristo, contribuyan eficazmente a que los bienes creados, de acuerdo con el designio del Creador y la iluminación de su verbo, sean promovidos, mediante el trabajo humano, la técnica y la cultura civil, para utilidad de todos los hombres sin excepción (Lumen Gentium, 36).
Su credo es éste: «Caminamos en un progreso indefinido que no se detendrá. Ha habido guerras, genocidios y tragedias espantosas. Pero estamos progresando. Todo lo que es progreso es bueno, aunque esto suponga sacrificar el presente en aras de un futuro incierto. El progreso debe ser adorado.
Sin embargo, los remozones producidos por Hiroshima, Chernobil, la guerra química, el auge del ecologismo, la situación de miseria o de injusticia a que están sometidas grandes masas de población, la violencia siempre constante en algún lugar del mundo…han sacudido fuertemente las columnas del Progreso, llevando a veces desconfianza al mismo Progreso y sus promesas, y poniendo en disputa sus mismas bases filosóficas. ¿Y los pueblos enteros que sufren hambre y miseria por causa de la guerra, la corrupción, el colonialismo, la usura internacional? ¿Y los que no tienen acceso a la cultura, al confort, a la tecnología? Pueblos enteros sometidos a la esclavitud económica, social, política, psicológica…manipulados por los ideólogos, por los tecnócratas, por la usura internacional.
Por tanto, criticamos a este ídolo lo siguiente:
1. Los avances que lanza este progreso no siempre están de acuerdo con la ética y la moral, quedan desvinculados de ella. A este ídolo le interesa la ganancia, que llega a ser la prueba contundente de su bondad y acierto. Hace de esa ganancia ley, llegando, así, lo legal (derecho positivo) a ser lo justo (derecho natural).
Una vez más, no sabe o no quiere distinguir entre derecho natural y derecho positivo. Se preocupa de la efectividad, no de la moralidad. Detrás de esta posición se esconde el influjo de Kant (1724-1804) que decía: el mérito proviene del deber y no del bien. Y este deber deriva de la decisión común a todos los hombres. Y si la decisión común dice que hay que esterilizar, estimular los experimentos in vitro que nos darán un día humanoides fríos (terrorismo de laboratorio enguantado y silencioso), criados sin necesidad de madres, emplear la anticoncepción y el aborto para detener el crecimiento demográfico (que crece de modo geométrico, mientras que los alimentos crecen aritméticamente -a decir de Malthus-), legalizar la eutanasia …entonces es bueno eso. Pero aquí la bien no nace de la verdad y la verdad no surge de la realidad. El bien para este dios depende del futuro, del proyecto del futuro, a donde él nos conduce.
2. Este progreso tiene poder para romper toda barrera; le da a la técnica y a la experimentación un cheque en blanco para someter incluso la intimidad del hombre. El dios Progreso llama progreso a toda costumbre nueva, por más desvergonzada que sea. Por eso, los países musulmanes desprecian tanto a Occidente.
3. La disidencia para este dios es un pecado gravísimo. En la URSS significaba la muerte o la cárcel. En Occidente significa la muerte civil, se excluye al sujeto de la sociedad, no se lo deja hablar ni se le oye, se le juzga sin ecuanimidad, y se le condena no por lo que hace, sino por lo que piensa y por lo que él mismo es. Si es un político, se le cierran todos los medios de comunicación. Si es un docente, se le persigue por no estar al día en las novedades pedagógicas. Si es un dirigente social, se lo condena por ser moralista y no ser práctico. Si es un promotor de la fe, se lo margina por estar fuera de tiempo.
4. Ese dios no ha podido quebrar esa búsqueda de sobrenaturalidad insaciable del alma humana. Dios está de moda siempre. Pero este dios progreso intenta confundir a la gente, proporcionándoles dioses en lugar de Dios, religiosidades en lugar de religión, sectas en lugar de Iglesias, opiniones en lugar de fe, mundalismo en lugar de unidad, consuelos en lugar de justicia y auténtica paz; fantasmas y reencarnaciones en lugar de Cristo, encarnado en el seno de María. Anécdota de la muerte de Malenkov, aquel jerarca soviético de la posguerra. Lo estaban velando, en presencia de altos jerarcas que venían a brindarle su homenaje. En ese momento, delante de todos, para despedirse, se acercó la viuda al féretro, le dio un beso e hizo sobre él la señal de la cruz, porque Malenkov en el último tiempo de su vida había pedido el bautismo.
II. EL DIOS LIBERTAD
Cada hombre, dice este dios, tiene una libertad absoluta. De esa libertad brotan los valores. Todo lo que vaya contra esa libertad es antisagrado (moral, religión católica con sus dogmas y mandamientos). No hay pecado. No hay límites. La libertad salva, rige y condena.
Digamos nosotros:
1. Hay influjo de la revolución francesa, inspirada a su vez en Rousseau, para quien «el hombre nació bueno, sin pecado original» (Contrato Social). Influjo también de Nietzche, padre del nacional-socialismo como del bolcheviquismo, cuyo mayor terrorismo fue decretar que «Dios está muerto» y, como lógica contrapartida, decretar la «inocencia dionisíaca de los hombres». Es como decir: Dios es el culpable y lo hemos guillotinado; y el hombre es inocente y lo adoramos.
2. En nombre de este dios se asesinaron durante la revolución francesa a 250.000 de una población de 600.000 personas, 778 parroquias. En España durante la guerra civil, se destruyeron 20.000 iglesias, incineración de tesoros de arte religioso, el asesinato del 80 por ciento de los sacerdotes; esto en la zona nacional. En la zona roja, 11 obispos y más de 10.000 sacerdotes. A esto se añade: la profanación de imágenes sagradas que luego sirvieron de blancos para práctica de tiro; los vasos sagrados como orinales.
3. Este dios ha dado a luz al terrorismo de Sendero luminoso en Perú, el de Hitler, el de Stalin, todos surgidos de la misma raíz iluminista. Otros: asesinatos en la plaza de Tianonmen en China Popular; la entrada de marines en Panamá y la demolición de barrios indefensos hostiles a los invasores; el bombardeo selectivo y discriminado de templos (mezquitas e iglesias católicas) y hospitales en Irak, durante la guerra del golfo. En Bosnia-Herzegovina, los serbios llevan más de 40.000 mujeres violadas, monjas incluidas.
4. Como es una libertad sin Dios, que se endiosa, y está destinada a esclavizar y no a liberar.
5. La libertad es un desafío y una responsabilidad. Es un fruto que se consigue ganando las batallas interiores del dominio propio y entregando las propias energías no a fines egoístas, sino a objetivos superiores y generoso.
III. EL DIOS CIENCIA
«La organización técnico-científica de ciertos países está engendrando una visión cientista del hombre cuya vocación es la conquista del universo. En esta visión, sólo se reconoce como verdad lo que la ciencia puede demostrar; el mismo hombre se reduce a su definición científica. En nombre de la ciencia todo se justifica, incluso lo que constituye una afrenta a la dignidad humana. Al mismo tiempo se someten las comunidades nacionales a decisiones de un nuevo poder, la tecnocracia. Una especie de ingeniería social puede controlar los espacios de libertad de individuos e instituciones, con el riesgo de reducirlos a meros elementos de cálculo» (Puebla, 315).
«Es cierto que el progreso actual de las ciencias y de la técnica, las cuales, debido a su método no pueden penetrar hasta las íntimas esencias de las cosas, puede favorecer cierto fenomenismo y agnosticismo cuando el método de investigación usado por estas disciplinas se considera sin razón como la regla suprema para hallar toda la verdad. Es más, hay el peligro de que el hombre, confiado con exceso en los inventos actuales, crea que se baste a sí mismo y deje de buscar ya cosas más altas. (Gaudium et spes, 57)
Su credo: sólo la ciencia nos puede dar certezas, está por encima del bien común, de la ética, de la persona. Todo lo que no es ciencia es sentimiento, subjetivismo, espiritualismo.
A la diosa ciencia le corresponde un altar; el bien del hombre, su conciencia, su conducta, su integridad moral están por debajo de ella.
Esto es lo que expresó Roosevelt en 1912: «Creo que la asimilación de los países latinoamericanos será larga y difícil mientras esos países sigan siendo católicos». En la misma línea Rockefeller, en 1969, recomendó en Roma que sustituyera a los católicos de Latinoamérica por otros cristianos, recomendación que está en marcha con ingentes recursos de todo orden. Tendencia asociada con el control de natalidad y con la política monetarista del FMI.
Digamos:
1. Hay influjo de Comte y de Kant que decían había una separación absoluta e irreductible entre los sentimientos y los hechos. A los primeros -dicen- corresponde el mundo subjetivo; a los segundos, el objetivo, experimentable, científico. Si fuera verdad esto, tendríamos que eliminar el misterio que todo hombre lleva consigo.
2. Hay un reduccionismo científico. Nuestro conocimiento verdadero se entiende que es conocimiento de lo experimentable o de lo medible. Se niega a la inteligencia la capacidad de ponerse en contacto con lo que no está sujeto a ella ni es medible; se la reduce a la capacidad de conocer lo cuantitativo.
3. Hay un reduccionismo del hombre, de sus capacidades espirituales, su razonalidad
4. Hay que decir también que la fe no está contra la razón ni contra la ciencia. Por tanto, la ciencia se convierte en ídolo y en su soberbia quiere llenarlo todo cuando abandonaa su misión de instrumento y pretende dictar leyes al mismo Dios. Es el momento en que cae de su pedestal y se rompe.
IV. EL DIOS HOMBRE
«La religión del Dios que se hace hombre se ha encontrado con la religión del hombre que se hace Dios».(Pablo VI)
Su credo: el hombre es inmanentista, total y completo en sí mismo, nada sobre él. Es la medida de todas las cosas. Su placer, su tener, su yo, marcan su ley. Es él el principio supremo de la ley. Dios es válido en la medida en que le sirve.
Decimos:
1. Aquí el hombre ha perdido su condición de creatura. Estamos retornando a Feuerbach (1804-1872).
2. Aquí Dios viene suprimido, su gracia. El hombre consigue todo con sus fuerzas, incluso en cosas del espíritu. De ahí, el yoga, el control mental y la meditación trascendental para conseguir la experiencia mística. Ya no es Dios que llega y atrapa, sino el esfuerzo humano que quiere conseguir todo, incluso llegar a Dios.
3. Aquí el hombre dice a Cristo que baje de la cruz, que no necesita del sufrimiento. Predican una religiosidad de consumo, superficial y demagógica. Predican que vendrá una nueva era, la del Acuario, hacia el 2140, donde un maestro, la reencarnación de Cristo, enseñará a los hombres a salvarse por sí mismos.
V. EL DIOS UTILIDAD
Ley: lo útil es lo bueno. La eficiencia como tarjeta principal de presentación. El hombre como material humano, medido por el rendimiento (marxismo, capitalismo liberal). Utilitarismo y pragmatismo.
Juzgamos:
1. Nada de sentido heroico de la vida. Nada que no sea para conseguir algo práctico. Nada de poesía, de arte, de contemplación y de oración. Cualquiera de estas cosas, sí, si me traen beneficio. Si por la contemplación me voy a curar de mi estrés, ¡bienvenida!
2. Por el utilitarismo actual, y bajo el amparo del dios ciencia, hemos llegado a una civilización de la muerte.
3. Ha exaltado el hedonismo, el uso de droga para codearnos con el infinito.
4. En nombre de este dios se sacrifican muchas aberraciones: se justifica la esterilización de enfermos mentales, como lo hizo el Parlamento europeo, o el suicidio voluntario, o por decisión de la familia, de los enfermos, como en Holanda.
5. Este ídolo es barato y chato. Sólo sociedades decadentes, que han perdido sus aspiraciones, están en condiciones de aceptarlo para regir sus vidas. Pero el hombre es un ser llamado a las más empinadas alturas y, por eso mismo, está también propenso a caer en los más profundos abismos.
VI. ALGUNOS SUBDIOSES
1. Democracia liberal: es un engaño de democracia. El pueblo vota y se le acaban sus atribuciones. Es un cero a la izquierda. Se anula el poder de las sociedades intermedias, que son las encargadas de tejer la red de relaciones sociales que hace fuerte a una nación; se acusa a las sociedades intermedias, o a los centros de fuerza de ser «corporaciones», que por su naturaleza producen tiranía, gobiernos derechistas, autoritarismo. Sociedades que son: Iglesia, sindicatos, universidades, fuerzas armadas, municipios, federaciones de comercio, agrarias o de industria, sociedades de beneficencia, clubes.
2. Paz: paz como no-guerra o no-conflicto. No como fruto de la justicia.
3. Vida: en forma de hedonismo. Vivir y gozar de la vida: sexo libre, droga, usura… ¿Qué decir de los mártires que sacrificaron sus vidas por causas superiores, o la consumen a diario por los demás? La vida no es lo supremo. Hay cosas superiores. Hay otra vida. Sin un sano desprecio por la vida nos convertimos en poco menos que gusanos. Una vida digna es la vida que se pone al servicio de lo que está por encima de la vida. La vida mejor vivida es la que aparentemente se pierde. No hay mayor gloria que darla por aquello que la trasciende.
4. Moda: es de los ídolos más estúpidos. Pero por su apariencia alegre e inofensiva es quizá el que tiene más seguidores. Es fanático y dogmático. Quien no hace caso a la moda es marginado de la sociedad. Es ídolo irracional e impuesto, pero funciona. Está relacionado con el dios Progreso. Detrás de este ídolo se esconde la concepción evolucionista, relativista e historicista de la vida. Niega la verdad objetiva, la estabilidad de la naturaleza, los principios inconmovibles de la moral. Incluso niega que la naturaleza humana sea algo terminado y proclama que es dependiente de las transformaciones sociales (por eso muchas veces está en manos de gente sexualmente promiscua, ambigua o cambiante). Niega la capacidad del hombre a definir, porque definir es la negación de la evolución y del progreso. Niega la capacidad del hombre a conocer las esencias, pues una cosa que ayer era hoy ya no es. Por eso los hombres debemos quedar libres incluso de la propia naturaleza humana, de la moral, de los principios, y adaptarnos a los cambios, aceptarlos y asumirlos porque no hay otra alternativa. La Moda se establece sobre la base de un anonimato. Se sigue una fuerza ciega, pero omnipotente. Satánica destrucción de las cosas, de la creación misma, de Dios.
5. Amor: es un idolillo del dios libertad absoluta. Total culto al cuerpo, predicado desde el púlpito de Hollywood. Amor de sentimiento, a primera vista. Amor que permite la infidelidad, el divorcio: «Ya no siento nada por el otro, no debo fingir…por tanto, debo separarme». Ya no es darse, sino sentir y gozar y abusar del otro. Amor pasajero, pues los sentimientos son pasajeros. Amor como sexopatía. Es un amor pordiosero que se contenta con migajas, que nunca está seguro, que no sabe a donde va, que sufre mucho y trata constantemente de acallar ese gemido interior con nuevas experiencias, que traen un analgésico cada vez más pasajero, y que aumenta la desesperanza. Digamos que el hombre ha sido hecho para amar. No meramente para sentir amor. Hecho para el matrimonio, para la familia, los hijos, la estabilidad, la vejez serena y confiada. No para aventuras, para el infinito y estúpido coqueteo, para la inseguridad y la inmadurez constante.
Conclusión: Hoy nos conducimos como paganos, adorando ídolos (Is 30, 1-5). Idolos que son máscaras del mismo satanás. Estos ídolos han sido llamados también como modernismo, secularismo, humanismo ateo. Con estos ídolos no podemos construir la ciudad de Dios, la civilización del amor. Se nos exige una verdadera cruzada.
Una sociedad lejos de Dios.
Si quitamos a Cristo, quitamos el único fundamento de nuestros valores, instituciones y modo de vida.
“La indiferencia a nuestro pasado cristiano contribuye a la indiferencia de la defensa de nuestros valores e instituciones en el presente”.- (Charles Chaput, Arzobispo de Denver, USA).
Vivimos en el presente, pero no por eso podemos omitir y borrar lo que hemos sido, cómo surgieron los países de Occidente, y si sabemos que hoy vivimos en un mundo interconectado económica y socialmente, tenemos que hablar cada vez con mayor seguridad del hecho de que ni la política ni la economía son las fuerzas-guía de la historia de la humanidad, sino la cultura de la gente, lo que han valorado y venerado en su pasado y tradición. Esto es lo que da forma a una sociedad. Hace ya algunos años, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas retumbaron las siguientes palabras:
“La política de las naciones… no puede ignorar jamás la trascendente dimensión espiritual de la experiencia humana y no podrá ignorarla sin dañar la causa del hombre y la causa de la libertad humana. Lo que disminuya al hombre –lo que acorte el horizonte de las aspiraciones humanas a la bondad– daña la causa de la libertad. Para recobrar nuestra esperanza y confianza… necesitamos volver a ver aquel horizonte de posibilidad hacia el que aspira el alma del hombre”. (Juan Pablo II en la ONU, 1995)
En esta era de globalización, los retos que confrontan los católicos en toda América son los mismos que confrontan en Europa: estamos enfrentando una agresiva visión política secular y un modelo económico de consumo que resulta –en la práctica, si no con un intento explícito–, en una nueva forma de ateísmo impulsado por los Estados.
Para decirlo de otra forma, la manera de ver el mundo que dio cabida a la gran omisión de ideologías del siglo pasado, está aún viva. Su lenguaje es menos fuerte, sus intenciones parecen más amables y su cara es más amigable. Pero su impulso oculto no ha cambiado, esto es: la meta de construir una sociedad lejos de Dios; un mundo en donde hombre y mujer sean totalmente suficientes por sí mismos, satisfaciendo sus deseos y necesidades a través de su propia ingenuidad.
Esta visión presume un mundo “pos-cristiano” regido sólo por la racionalidad, la tecnología, la ingeniería social. De allí que la religión tendría un lugar en esta visión mundial sólo como accesorio de una forma de vida individualista. En esta nueva visión, la gente tiene libertad de creer y venerar a quien o lo que desee, siempre y cuando mantenga esas creencias para sí y no intenten introducir sus idearios religiosos en los activos del gobierno, o de la economía, o de la cultura.
Esto podría sonar para algunos como un modo razonable de organizar una sociedad moderna que incluya un amplio campo de tradiciones étnicas, religiosas y culturales, diferentes filosofías y modos de vida. Sin embargo, nuestras sociedades en Occidente son cristianas de nacimiento y su sobrevivencia depende de la capacidad de sus valores cristianos.
En México, por ejemplo, quién puede olvidar aquel 13 de mayo de 1524 en San Juan de Ulúa, Veracruz, cuando desembarcan doce frailes franciscanos que venían bajo las órdenes de Fray Martín de Valencia. Con ellos se inició de modo sistemático la evangelización del territorio que sería conocido como Virreinato de la Nueva España. Dos años después, en 1526, llegan los dominicos y en 1533 los agustinos. Todos ellos llegan con la misma encomienda: predicar el Evangelio. Tiene además lugar un acontecimiento sorprendente: el 12 de diciembre de 1531 culminan las Apariciones del Tepeyac a San Juan Diego y dentro de ellas, la Virgen de Guadalupe se muestra como Madre espiritual de los habitantes de estas tierras.
El núcleo de nuestros principios está basado en gran medida en la moralidad del Evangelio y en la visión cristiana del hombre y del gobierno. Y no estamos hablando acerca de teología cristiana o ideas religiosas. Estamos hablando de la fuerza unitiva de nuestras sociedades –gobierno representativo y separación de poderes; libertad de religión y conciencia y, lo más importante, la dignidad de la persona humana.
Esta verdad acerca de la unidad esencial de Occidente tiene un corolario –como indica Monseñor Chaput–: “Si quitamos a Cristo, quitamos el único fundamento de nuestros valores, instituciones y modo de vida. La defensa de los ideales occidentales es la única protección que nosotros y nuestros vecinos tenemos contra el descenso a nuevas formas de represión”.
Hoy, el relativismo es la religión civil y la filosofía pública de Occidente y sus argumentos pueden ser persuasivos. Ante el pluralismo del mundo moderno, parece tener sentido el que la sociedad quiera afirmar que ningún grupo individual tiene el monopolio de la verdad; que lo que una persona considera bueno y deseable, otros no. En la práctica, sin embargo, vemos que sin fe en principios morales fijos y verdaderamente trascendentales, nuestras instituciones políticas y el lenguaje se convierten en instrumentos al servicio de un nuevo barbarismo. En nombre de la tolerancia se puede tolerar la más cruel intolerancia; el respeto a otras culturas puede convertirse en menosprecio de la nuestra; la enseñanza “vivir y dejar vivir” justifica la vida del fuerte a expensas del débil.
Joseph Ratzinger nos decía que, cuando se cree en dioses menores, como el éxito, el dinero, la fama, el poder o el goce, los principios morales tienden a separarse del principio que los fundamenta; dejan de ser valores absolutos y se convierten en estrategias de acción acomodadas a las circunstancias.
Cuando hay crítica a virtudes como el dominio de sí, la templanza, la decencia, el pudor, el orden o la disciplina, cuando éstas se repudian, esto es consecuencia del vano empeño en fundamentar la moral al margen de la religión.
Cuando la moralidad degenera, las palabras “bueno” y “malo” pierden significación filosófica, se trivializan y se convierten en instrumentos de propaganda social. El olvido del Dios trascendente impide asentar sólidamente valores absolutos. Esto ayuda al entendimiento de las injusticias fundamentales en el mundo occidental de hoy: el crimen del aborto, el infanticidio, la eutanasia, etc., tienen como meta la eliminación del débil, del discapacitado y del achacoso anciano. Sin tener la base en Dios o en la Verdad superior, nuestras instituciones democráticas pueden convertirse fácilmente en armas contra el débil y contra nuestra propia dignidad humana.
A partir de la llamada “revolución sexual”, se dan casos de alteración poblacional, como es el caso de Europa Occidental en donde antes, cuatro jóvenes trabajaban para sostener la jubilación de un anciano; pero hoy día la jubilación de cuatro ancianos recae sobre el trabajo de un joven. Es bien conocido el hecho de que los valores cristianos que más irritan al Occidente secular son aquellos respecto al rechazo al aborto, la sexualidad y el matrimonio entre varón y mujer. Éstos expresan la verdad sobre la fertilidad humana, su significado y destino. Estas verdades son subversivas en un mundo en donde nos hacen creer que Dios no es necesario y que la vida humana no tiene ninguna naturaleza inherente ni propósito. Ante esto, se antepone el amor de Dios hacia nosotros. El amor de Dios es tan grande, que no quiere que nada nos separe de Él. El bien que Dios desea para los humanos es más fuerte y más vital que nosotros mismos, que nuestro cuerpo como humanos. Y si pensamos en lo que Cristo quiere de ti y de mí, Él quiere que nos arrepintamos y volteemos a verlo con todo el corazón. Cuando hacemos esto, empezamos a tener un concepto significativo de la vida, aun en los peores momentos. Este nuevo concepto de la vida, antepone los bienes espirituales, las relaciones interpersonales y el servicio a los demás por encima de todas las impostoras y engañosas promesas que prometen visiones de felicidad, pero que finalmente no llegan a satisfacer totalmente como son: el dinero, las compras, el prestigio, la comodidad, el poder, el placer, los regalos, etc. Ver a través de los Ojos de Cristo, es la única misión que vale la pena, pues Él ve a través de los tuyos.
No vivas como si estuvieras solo; el hombre solo es prisionero de sí mismo. No hay que sentirse solo, porque así estás perdiendo el camino. Participemos en la dicha de la divina amistad del Señor. De esta manera, se hace fácil compartir con Él nuestros deberes, nuestros afanes, nuestra vida diaria, nuestros deberes profesionales y los de ciudadano.
El presente, si es difícil, por todo lo que a diario vemos, conocemos o experimentamos, puede ser vivido y aceptado si nos lleva a un fin, y si podemos estar seguros de ese fin, y si ese fin es lo suficientemente grandioso para justificar el esfuerzo de la jornada. ¿Y cuál es ese fin? El fin es Jesucristo, quien es el mismo ayer, hoy y siempre.
Si ofrecemos nuestros sufrimientos y los ofrecemos en unión con los sufrimientos de Cristo, Él los convierte en un signo de esperanza. Somos como tirados al mar aventados por las olas, pero tenemos el ancla de la esperanza que Dios nos concede en esta Tierra.
¿Qué más podemos hacer? Simplemente creer en lo que decimos que creemos. Después, probarlo con nuestras propias vidas, vivir como cristianos, amar a los demás a través de estas verdades.
En palabras de Pablo VI:
“Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego a los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad”.
Ser buena persona
¿Es mejor ser buena persona que creer en una religión?
La frase aparece en muchos lugares, con variantes más o menos parecidas: es mejor ser buena persona que creer en una religión.
La frase muestra su complejidad cuando se la compara con frases parecidas que podrían ser elaboradas a su lado. Aquí algunas de ellas:
Es mejor ser buena persona que amar a la propia patria. Es mejor ser buena persona que tener un determinado carné de identidad. Es mejor ser buena persona que votar por izquierdas / por derechas. Es mejor ser buena persona que tener títulos universitarios. Es mejor ser buena persona que conocer lenguas. Es mejor ser buena persona que pensar autónomamente.
Cada una de esas posibilidades (y se podrían añadir muchas más) parecen contraponer el ser buena persona con algún modo de pensar o alguna característica propia de la gente.
En realidad, contraponer ser buena persona con la religión, o con propuestas políticas genéricas, o con el mayor (o menor) amor a la propia patria, resulta problemático.
¿Por qué? Porque parecería que la búsqueda de la bondad pudiera dejar de lado muchas otras cosas cuando en realidad es compatible con esas cosas, y en no pocos casos necesita a algunas de ellas.
Así, un hombre auténticamente religioso, que busca la verdad sobre Dios y sobre el modo de relacionarnos con Él, no solo sería buena persona, sino que incluso trabajaría en serio por mejorar en su vida personal y comunitaria.
Por lo mismo, no es correcto contraponer el ser buena persona con alcanzar otras calificaciones que son compatibles con la vida ética. Lo que sí resulta no solo correcto, sino también necesario, es analizar qué actividades y modos de pensar dañan la bondad de la gente, y cuáles la promueven y la conservan
El ayuno los Viernes y durante la cuaresma fue impuesto en el año 998 A.D.
Ayuno cristiano es la privación voluntaria, evangélica y solidaria, del consumo de bienes materiales, a imitación del Maestro, por vivencia anticipada del Reino de Dios.
Mito 18: El ayuno los Viernes y durante la cuaresma fue impuesto en el año 998 A.D. Fue impuesto por Papas que estaban interesados en el comercio de la pesca.
La practica de obtener permiso para comer carne, algunas autoridades dicen, comenzó en el año 7OO A.D. Esto está contra la clara enseñanza en la Biblia. (Mat.15:10 1Cor. 10:25; 1Tim. 4:1-3)
Refutación:
Veamos ahora la enseñanza de la Iglesia católica que está en consonancia con la auténtica tradición apostólica como es la Didaché.
El ayuno ya se encontraba prescrito en la Didaché o enseñanza de los 12 apóstoles. Sabido es que en ella se nos ha transmitido uno de los primerísimos textos de la literatura patrística. La fama de que gozó en la antigüedad se refleja en las alusiones presentes en otras obras de diversos autores (Pastor de Hermas, Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio, Atanasio…). Entre otras cosas, la Didaché consiste en una colección de instrucciones y de prácticas de la Iglesia primitiva. En los capp 6-9 aparecen instrucciones litúrgicas sobre el bautismo, ayuno y oraciones. Este texto encierra un incalculable valor histórico por las cuestiones que trata y por el tiempo en que se sitúa.
Esto es lo que enseña el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica
1430 Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores «el saco y la ceniza», los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).
1438 Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).
1969 La Ley nueva practica los actos de la religión: la limosna, la oración y el ayuno, ordenándolos al «Padre que ve en lo secreto» por oposición al deseo «de ser visto por los hombres» (cf Mt 6,1-6. 16-18). Su oración es el Padre Nuestro (Mt 6,9-13).
2043 El cuarto mandamiento (abstenerse de comer carne y ayunar en los días establecidos por la Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas y para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón (cf CIC can. 1249-51; CCEO can. 882).
El derecho canónico dice esto en los números 1251-1252
1251: Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
1252: La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.
En cuanto a que esta práctica «fue impuesta por Papas que estaban interesados en el comercio de la pesca», la verdad es que no he encontrado nada que lo avale en los diversos libros de historia de la Iglesia que he consultado. Gregorio V fue Papa del 996 al 999. No era italiano, sino originario de lo que hoy es la Carincia austríaca. Se mencionan ciertos hechos para el año 998 como la existencia de un antipapa, Juan XVI, a causa de una sedición organizada por Crescencio II Nomentano que logró echar de Roma a Gregorio V. Fue un acto de mucha ingratitud por parte de Crescencio, ya que Gregorio había intercedido por él ante el emperador que lo había castigado con el destierro. Crescencio se nombró entonces patricio y cónsul de los romanos.
El Papa se refugió en Espoleto gracias a la hospitalidad que le ofreció Corrado de Espoleto; el año 997 se dirigió a la Lombardía. Tuvo un sínodo en Pavía en que se excomulgaba a Crescencio. Pero éste no hizo caso sino que promovió la elección del calabrés de origen griego Juan Filagato como antipapa, antiguo arzobispo de Plasencia. El emperador decapitó a Crescencio y mandó a Filagato a la cárcel. Para el año 998 Gregorio pudo volver a Roma. Esto ocurrió entre febrero y abril. El Papa confirió a Gerberto el palio episcopal de Rávena para finales de abril.
En el mes de junio Papa y emperador llevaron a cabo una acción militar contra Cervéteri, ocupada por un pariente de Crescencio, Benedicto II. Pero eso del ayuno por intereses pesqueros de los papas, nada de nada.
En cuanto a la afirmación de que «la práctica de obtener permiso para comer carne, algunas autoridades dicen, comenzó en el año 7OO A.D», quisiera saber qué autoridades son las que lo refieren. El año 700 era Papa Sergio I. Fue un pontífice muy eficaz y enérgico, que de varias maneras supo afirmar la autoridad papal en occidente. El obispo de Rávena dispuso acudir a Roma para recibir la consagración. Sergio dedicó buena parte de sus energías a la Iglesia inglesa: el 689 bautizo a Caedwalla, joven rey de los sajones occidentales; el 693 ofreció el palio a Bertwaldo de Cantórbery; el 700 ordenó que Wilfrido fuera restablecido en la sede de York. El año 693 autorizó la misión en la Frigia (Holanda) de Willibrordo y el 695 le entregó el palio.
El año 700 readmitió Aquilea a la comunión, ya que se había separado de Roma desde el 553 a raíz de la condena de los tres capítulos.
Sergio fue muy resuelto en su autoridad al oponerse a Justiniano II que deseaba que aceptase el concilio Trulano II. Este emperador había reunido para el año 692 una asamblea de obipos para completar los trabajos de los concilios V y VI (de ahí el nombre de «Quinisexto»), pero no había invitado al occidente. Estos concilios, de inspiración oriental, ignoraban los cánones de la ley occidental: eliminaban el celibato eclesiástico, el ayuno el sábado de cuaresma, y querían promover el canon 28 de Calcedonia, rechazado por el Papa, que definía a Constantinopla segunda sede patriarcal después de Roma. Los apocrisarios fueron obligados a firmar las actas del concilio, pero Sergio se negó tanto de firmar como de permitir que los cánones se leyeran aun públicamente.
Justiniano se mostró indignado y quiso recurrir a la violencia: hizo deportar a Constantinopla a los consejeros principales del Papa; envió una delegación para obligar a Sergio a firmar, para que en caso de que aún se negara, lo condujeran prisionero a la capital imperial. Pero las tropas imperiales defendieron al Papa no sólo desde Rávena, sino de toda Italia. Forzaron el lugar donde la expedición de Justiniano se había refugiado, y la persigueron, de suerte que Zacarías, que era el protospatario de dicha expedición, se escondió bajo el lecho del Papa. Sergio intercedió para que no dieran muerte a Zacarías. Todo esto constituyó una verdadera lección para Justiniano, de la que no se pudo vengar. Fue destronado el 695 y luego exiliado. Sergio restauró y embelleció muchas iglesias de Roma, como san Pedro, san Pablo, Santa Susana. Fue él quien introdujo el canto del «agnus Dei» en la Misa. Fomentó procesiones en cuatro fiestas marianas: anunciación, dormición, natividad y purificación.
Santa Julia Billiart, patrona de las catequistas
Religiosa perseguida durante la Revolución Francesa que experimentó el milagro de volver a caminar tras 22 años de estar paralítica
María Rosa Julia Billiart (llamada santa Julia, santa Julia Billiart o santa Julia de Bélgica) nació el 12 de julio de 1752 en Cuvilly (Bélgica), un pueblo de Picardía, en la diócesis de Beauvais, que actualmente pertenece a Francia.
Ya de pequeña destacó por su bondad y por saberse el catecismo de memoria. A los 9 años hizo voto de castidad.
Fue la fundadora -a los 54 años- y primera Madre superiora de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur. Sufrió persecución durante la Revolución Francesa.
Después de 22 años de estar paralítica, durante una novena que se celebraba el día del Sagrado Corazón de 1804, el sacerdote que dirigía la ceremonia le dijo: «Madre, si tiene fe, dé un paso en honor al Sagrado Corazón de Jesús». Julia se levantó y volvió a caminar.
Junto a su amiga Francisca Blin de Bourdon, vizcondesa de Gézaincourt, fundó en Amiens el Instituto de Nuestra Señora, una congregación religiosa dedicada a la protección de los niños y la formación de catequistas.
En vida fundó 15 conventos y orfanatos. El 8 de abril de 1816, santa Julia Billiart falleció mientras recitaba el Magnificat.
Santa patrona
Santa Julia Billiart es patrona de las catequistas.
Oración (Magnificat)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.