Luke 10:38-42
Amigos, el Evangelio de hoy es el relato de la visita de Jesús a Marta y María. Tengo una perspectiva diferente a la postura estándar sobre un equilibrio entre la vida activa y la contemplativa.
Siguiendo la forma en que Dios ordena el mundo, Jesús permite que las mujeres ingresen en su círculo íntimo. La historia de Marta y María nos da una pista muy interesante al respecto. Marta está en el espacio que estaba reservado a las mujeres: en la cocina preparando la comida. Pero María está en un lugar reservado para los hombres: sentada a los pies del rabino. Es la actitud de un discípulo.
Lucas, que es quien nos ofrece esta historia, fue un compañero de Pablo, y su Evangelio refleja muchos temas de Pablo. En la carta a los Gálatas, Pablo dice una frase famosa: “Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús”.
Esto representaba algo muy radical, porque estas eran algunas de las divisiones sociales más básicas de la época, y cada una tenía un claro peso. Los hombres libres estaban mucho mejor que los esclavos; los judíos tenían enormes ventajas sobre los griegos y los hombres eran vistos como superiores a las mujeres. Pero ya no más, a la luz del reino de Dios que anuncia Jesús.
Apolinar de Rávena, Santo
Memoria Litúrgica, 20 de julio
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Obispo y Mártir
Martirologio Romano: San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)
Breve Biografía
SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.
Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.
Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.
San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.
La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.
Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.
Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.
Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.
SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Te preocupas por muchas cosas y solo una es necesaria
Lucas 10, 38-42. 16º domingo de tiempo ordinario
Por: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».
Oración introductoria
Señor, a imitación de María, escojo la mejor parte. Concédeme la gracia de estar contigo en esta oración. A menudo nos sentimos metidos entre mil urgencias y contingencias, creemos no tener tiempo que dedicar a la oración. Dame tu gracias para estar en este momento cerca de Ti.
Petición
Señor, ayudame a escoger la mejor parte en estos momentos de reflexión donde escucho Tu Palabra y quieres dejar tu mensaje en mi.
Meditación del Papa Francisco
¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa cosa sola que necesitamos?
Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. Pero entonces, ¿por qué Marta recibe la reprensión, si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial sólo lo que estaba haciendo, es decir, estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María— a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto es que se reprende a Marta. (S.S. Francisco, 21 de julio 2013).
Reflexión
Jesús iba con placer a Betania, y se sentía como en su casa. Marta, que se dedica con empeño a las faenas de casa, está tan absorta en servirlo atentamente que no encuentra el tiempo de gozar su compañía. En cambio, María prefirió sentarse junto a él para escuchar sus enseñanzas. Jesús no quiere ser juez entre Marta y María: no manda a la primera que se siente a escucharle, ni a la segunda que se levante a ayudar a su hermana. Él les es amisto, pero aprovecha la ocasión para ofrecer un consejo siempre válido: en nuestra peregrinación terrenal conviene sólo preocuparse de escuchar la palabra del Dios, y respetar sus enseñanzas con nuestras obras.
¿Qué cuenta más, escuchar a Dios o trabajar por Él? ¿La vida activa o la vida contemplativa? «Una sola es la cosa de que hay necesidad.» Vida activa y contemplativa no están en contraposición así como Marta y Maria, son» hermanas.» Cada fiel cristiano, en el estado de vida que le es justo, tiene que aprender a ser contemplativo en el actuar y activo en la contemplación. El Maestro nos enseña que no es necesario preocuparse excesivamente por las «obras de Dios», si nos llevan a no tener tiempo para estar y para dialogar con el «Dios de las obras.» Si primera no hablamos con Dios, ¿cómo podremos hablar luego de él a los otros? A menudo nos sentimos metidos en este conflicto: entre mil urgencias y contingencias, creemos no tener tiempo que dedicar a la oración, para hablar con nuestro Padre bueno.
Propósito
Volvamos a atribuir el justo valor y el justo tiempo a la vida interior. Que ninguna actividad nos impida no dedicar un momento a la oración.
La poderosa fuerza de la oración de intercesión
Píldoras de fe – publicado el 28/06/16
La verdadera adoración de Dios no destruye, sino que renueva y trasformaLa oración es una de las formas que tenemos para mantener una relación con Dios. Esta ocurre cuando el hombre dirige sus acciones, con palabras o pensamientos, hacia Dios y Dios habla en la profundidad de su corazón. Debemos recordar que orar no es sólo entablar una conversación con Dios, sino que también implica, silenciarse, escuchar lo que tiene que decirnos.
Conociendo un poco acerca de la oración, ahora podemos hablar un poco de lo que significa la oración de Intercesión y quien mejor que San Pablo para que nos explique un poco de esta:
“Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos” (Efesios 6,18)
La persona intercesora, sea un Santo, la Virgen o una persona en la tierra, hace de su oración una súplica en favor de otra persona. Así la oración de transforma en una intercesión, orar por el bien del otro, por su vida, por sus asuntos, y hacerlo con mucha fe y perseverancia.
En la Biblia, tenemos muchos ejemplos de grandes intercesores que han pedido en favor de la salvación de pueblos enteros. Tal es el caso del Profeta Elías. Lo siguiente es una reflexión realizada por el Papa emérito Benedicto XVI, acerca del poder intercesor de la oración, utilizando como ejemplo al Profeta Elías:
La poderosa fuerza intercesora de la oración
Elías, inspirado por Dios, destaca para llevar el pueblo a la conversión. Su nombre significa “el Señor es mi Dios”… De Elías dice el Libro del Eclesiástico:
“Entonces surgió el profeta Elías como un fuego, y su palabra ardía como una antorcha” (Sir 48,1)
Con esta llama Israel vuelve a encontrar su camino hacia Dios. En su ministerio, Elías reza: invoca al Señor para que de nuevo vuelva a la vida el hijo de una viuda que le había alojado (cf. 1 Re 17,17-24), clama a Dios por su fatiga y su ansiedad, mientras huye al desierto perseguido a muerte por la reina Jezabel (cf. 1 Re 19,1-4), pero es especialmente en el Monte Carmelo, que se muestra en todo su poder para interceder cuando, delante de todo Israel, reza al Señor para que se manifieste y convierta los corazones de la gente.
Este es el episodio narrado en el capítulo 18 del Primer Libro de los Reyes
Al lado del Señor, el pueblo de Israel adoraba a Baal, el ídolo del que se creía viniera el don de la lluvia, y que por tanto se le atribuía el poder de dar fertilidad a los campos y vida a los hombres y al ganado. Aún siguiendo al Señor, Dios invisible y misterioso, el pueblo buscaba también refugio y seguridad en un dios comprensible y predecible, del que pensaba poder obtener fecundidad y prosperidad a cambio de sacrificios. Israel estaba cediendo a la seducción de la idolatría..
Elías reunió al pueblo de Israel en el Monte Carmelo y lo puso delante de la necesidad de tomar una decisión: “Si el Señor es Dios, seguidle. Si, lo es Baal, seguidle a él” (1 Reyes 18, 21).
Los profetas de Baal, de hecho, gritan agitados, bailan, saltan, entrar en un estado de excitación y llegan a herirse en el propio cuerpo, “con espadas y lanzas hasta mancharse de sangre” (1 Reyes 18,28). Usan su propia persona para llamar a su dios, confiando en sus capacidades para provocar la respuesta. Se revela, así la realidad engañosa del ídolo…
La actitud orante de Elías
El profeta Elías, en cambio, invita a la gente a acercarse, la implica en sus acciones y en su propia súplica… Quiere que Israel se una a él, convirtiéndose en partícipe y protagonista de su oración y de lo que está sucediendo.
Elías erige un altar, utilizando, como dice el texto, doce piedras, una por cada una de las tribus de los hijos de Jacob… Aquellas piedras representan a todo Israel y son la memoria tangible de la historia de la elección, de la predilección y la salvación de todo el pueblo.
El gesto litúrgico de Elías tiene un efecto decisivo; el altar es el lugar sagrado que indica la presencia del Señor, pero las piedras que lo componen representan el pueblo…
La manifestación de Dios
Elías le pide a Dios que se manifieste… Las palabras de su invocación son densas de significado y de fe: «Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he ejecutado todas estas cosas ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Señor, eres Dios que conviertes sus corazones!». ( 37; cfr Gen 32, 36-37)
El profeta está rezando por el pueblo de reino del Norte, que se llamaba precisamente Israel, distinto de Judá, que indicaba el reino del Sur.
El pueblo por el que Elías reza es colocado nuevamente ante su propia verdad… Su ruego es que el pueblo finalmente sepa, conozca en plenitud quién es verdaderamente su Dios y cumpla la opción decisiva de seguirlo sólo al Él. Porque sólo así Dios es reconocido por lo que es: Absoluto y Trascendente
Ésta es la fe que hace de Israel el pueblo de Dios; es la fe proclamada en el texto tan conocido del ‘Shema‘ Israel: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, sólo el Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza » (Dt 6,4-5).
Elías, con su intercesión, le pide a Dios lo que Dios mismo anhela hacer, manifestarse en toda la su misericordia, fiel a su propia realidad de Señor de la vida que perdona, convierte y trasforma.
Dios reafirma su poder a su pueblo
Y es lo que sucede: «Cayó el fuego del Señor que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua de las zanjas. Temió todo el pueblo y cayeron sobre su rostro y dijeron: “El Señor es Dios, el Señor es Dios”» (vv. 38-39).
El fuego, este elemento al mismo tiempo necesario y terrible, ligado a las manifestaciones divinas de la zarza ardiente y del Sinaí, ahora sirve para señalar el amor de Dios que responde a la oración y se revela a su pueblo.
Baal, el dios mudo e impotente, no había respondido a las invocaciones de sus profetas; sin embargo, el Señor responde, y de forma inequívoca, no sólo quemando el holocausto, sino llegando incluso a secar toda el agua que se había derramado alrededor del altar. Israel ya no puede dudar; la misericordia divina ha salido al encuentro de su debilidad, de sus dudas, de su falta de fe. Ahora, Baal, el ídolo vano, ha sido vencido, y el pueblo, que parecía perdido, ha vuelto a encontrar el camino de la verdad y se ha vuelto a encontrar a sí mismo.
¿Qué nos dice esta historia del pasado? ¿Cuál es el presente de esta historia?
1.- Ante todo, se cuestiona la prioridad del primer mandamiento «adorar sólo a Dios ». Y donde desaparece Dios el hombre cae en la esclavitud de idolatrías, como han mostrado en nuestro tiempo los regímenes totalitarios con su esclavitud de idolatrías..
2.- En segundo lugar, el objetivo primario de la oración es la conversión: el fuego de Dios que trasforma nuestro corazón y nos hace capaces de ver a Dios y así, de vivir según Dios y de vivir para el prójimo.
3.- En tercer lugar, los padres nos dicen que también esta historia de un profeta es profética. Es decir, nos hablan del futuro Cristo. Es un paso en el camino hacia Cristo. Y nos dicen “volvamos a ver el verdadero fuego de Dios, el amor que guía al Señor hasta la cruz, hasta el don total de sí”.
La verdadera adoración de Dios es entregarse a sí mismo a Dios y a los hombres. La verdadera adoración es el amor; la verdadera adoración de Dios no destruye, sino que renueva y trasforma. Es cierto que el fuego de Dios, el fuego del amor quema, trasforma, purifica. Pero no destruye, sino que crea la verdad de nuestro ser y reaviva nuestro corazón. Y, así, realmente vivos por la gracia del fuego, del Espíritu Santo, del amor de Dios, somos adoradores en espíritu y en verdad ¡Gracias!
– Benedicto XVI, Audiencia general, 15 de junio de 2011
Fuente: VIS
Artículo publicado por pildorasdefe.net