Arnulfo de Metz, Santo
Obispo, 18 de julio
Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, en lo que hoy es Francia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos. (†640)
Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.
Breve Biografía
Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.
Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.
A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegis y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales.
Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611. En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.
De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegis permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.
Cristianos a tiempo completo
Santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34. Domingo XVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
María, este sábado quiero orar junto a ti. Enséñame a rezar, como le enseñaste a Jesús cuando era pequeño. Háblame sobre tu Hijo, ayúdame a conocerlo desde tu mirada de madre. Me pongo en tus manos y te ofrezco este día. Guíame y ayúdame a realizar la voluntad de Dios para mí. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Para Jesús no había horario laboral. No existían para él vacaciones. O, más bien, incluso los momentos de descanso venían incluidos en su «trabajo». Hoy mismo leemos en el Evangelio que en su «día de descanso» le rompen los esquemas. En ese lugar apartado le sigue buscando la multitud, y él reajusta sus planes. Se podría decir que su horario laboral eran los demás.
Los apóstoles vieron este acto. ¿Qué percibieron en Jesús? ¿Qué lección aprendieron? Ese día vieron a través del Corazón de Jesús, y nos narran el evento para que nosotros también entremos en este misterio. Para Cristo, la misión era parte de su vida, y no sólo un trabajo. Él se sabía enviado por el Padre, y por amor se entregó de lleno. Sin horarios. Sin reservas.
Seguramente Cristo aprendió esta cualidad en su vida oculta. Lo habrá visto en su casa todos los días: María no tenía un «horario de mamá». Era mamá. Cuando cocinaba o lavaba la ropa, pero también cuando descansaban el sábado o iban a las fiestas de Pascua. No dejaba en ningún instante de ser la madre de Jesús. Más aún, podemos imaginar que Jesús de niño, con su inteligencia humana, habrá tenido un montón de preguntas. Y sabía que podía acudir a cualquier hora del día con su mamá para aprender sobre lalevadura, los pastores, las ovejas, las monedas… Podemos perfectamente suponer que María habrá dejado lo demás a un lado, enseñando a Jesús con calma.
Pidamos hoy a María que nos enseñe a ser cristianos «de tiempo completo». Que nos haga como Jesús, quien vivía para hacer descansar a los demás, y él mismo descansaba dándose a cualquiera que se acercaba. Que nos ayude a descubrir que el amor es el descanso del alma.
«El descanso es necesario, así como un tiempo para el ocio y el enriquecimiento personal, pero debemos aprender a descansar de manera que aumente nuestro deseo de servir generosamente. La cercanía a los pobres, a los refugiados, a los inmigrantes, a los enfermos, a los explotados, a los ancianos que sufren la soledad, a los encarcelados y a tantos otros pobres de Dios nos enseñará otro tipo de descanso, más cristiano y generoso».
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procuraré vivir este día unido a Dios por medio de pequeñas oraciones jaculatorias.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Disfrutar el descanso
Que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de lo que tenemos, de las personas que nos rodean
El comienzo de año y del verano es también un comienzo de épocas en que mucha gente disfruta de sus vacaciones, otros quizás no puedan hacerlo, pero todos de alguna manera como que cambiamos el ritmo de nuestras actividades. Es por eso que me propongo reflexionar sobre este tiempo, podríamos decir, de descanso, que una gran mayoría tiene.
Hay por allí quienes utilizan el tiempo del descanso como un tiempo para retomar fuerzas, para poder realizar con más detenimiento alguna actividad que en el resto del año, por las ocupaciones, no podemos realizar, por ej.: leer, rezar un poquito más, compartir con nuestros seres queridos…
El comienzo de la Biblia, en el Libro del Génesis, cuando narra la creación del mundo y del Hombre, nos dice que al séptimo día, Dios descansó. Crea el mundo en seis días, y el séptimo descansa. Y me pregunto cómo sería ese “descanso de Dios”, en que habrá consistido.
Nosotros muchas veces estamos esperando el descanso anual, o quizás aquel del día en que no debamos ya levantarnos todos los días para ir a trabajar, y poder “descansar”. Claro, también vemos a muchos que le ha llegado ya esa etapa y no pueden estar en un descanso permanente, en una “siesta perpetua”. Entonces me pregunto, qué es descansar. Quizás el deseo de descansar de una vez por todas de nuestros trabajos, tenga que ver que muchas veces nos toca realizar trabajos que no nos gustan, que debemos hacerlos, pero que no nos llenan plenamente, que en definitiva no “amamos”.
Por eso, pienso que el descanso de Dios, después de crear el mundo, al que crea por su inmenso e infinito amor, el momento del descanso habrá sido un tiempo de “disfrutar” lo que había hecho, un momento de seguir “amando” totalmente eso que había realizado.
Nuestro sentido del descanso muchas veces es un “por fin dejo de trabajar”, y quizás no pueda disfrutar del momento del descanso como debiera, tal vez porque no hemos aprendido el verdadero sentido del descanso, que es el de poder seguir amando y disfrutando de lo que tenemos, de lo que hemos hecho.
Cuando decimos que Dios al séptimo día descansó, no hizo otra cosa que seguir amando y admirando el mundo que había creado, y disfrutaba con ello, es decir siguió amando.
Cuando hablamos de nuestros descanso definitivo, ese que llamamos “descanso eterno”, ¿que será? ¿El no hacer más nada? No, estaremos para siempre con Dios, el AMOR, y viviremos en y de ese Amor para siempre. Se me ocurre que en ese momento vamos a amar mucho más que aquí.
Por eso, que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de lo que tenemos, de las personas que nos rodean, sea que vayamos a un lugar a admirar la naturaleza que Dios nos ha dado, o se que nos quedemos en casa y podamos compartir más y de una manera distinta con quienes vivimos, y que nos cuesta hacerlo durante el año con todo el ritmo que se vive.
«Enfrenten sus retos venciendo la ansiedad y el miedo»
El Santo Padre envió un mensaje a los participantes del Capítulo General de la Orden franciscana.
«Ir al encuentro de los hombres y mujeres que sufren en el cuerpo y en el alma, ir hacia una creación herida; ir como hombres de diálogo, buscando construir puentes en lugar de muros y como hombres de paz invitar a la conversión a los que siembran odio, división y violencia», es una de las exhortaciones que el Papa Francisco escribe en su mensaje a los participantes del Capítulo General de la Orden franciscana que recientemente han elegido a un nuevo ministro general, Fray Massimo Giovanni Fusarelli.
En este contexto, el Santo Padre anima a los religiosos «a no dejar que la ansiedad y el miedo les impidan abrir sus corazones y mentes a la renovación», mientras se enfrentan a retos como el descenso del número de religiosos o el envejecimiento de los miembros de la Orden.
En su mensaje, Francisco le augura a Fray Fusarelli sus mejores deseos, agradeciendo también a su predecesor, el padre Michael Perry.10:21
Además, el Pontífice expresa su cercanía a todas las comunidades franciscanas «dispersas por el mundo», recordándoles su «patrimonio espiritual de inestimable riqueza, enraizado en la vida evangélica y caracterizado por la oración, la fraternidad, la pobreza, la minoridad y la itinerancia».
Para el Papa, este es precisamente, un punto de fuerza para Orden en el presente, marcado por los «desafíos del descenso numérico y el envejecimiento», y para el futuro, en la perspectiva de la «renovación». Asimismo, el Pontífice alentó a los religiosos a salir al encuentro de los más descartados de la sociedad, tal y como lo hizo San Francisco:
“No olvidéis que una mirada renovada, capaz de abrirnos al futuro de Dios, la recibimos de nuestra cercanía a los pobres, a las víctimas de la esclavitud moderna, a los refugiados y a los excluidos de este mundo. Son sus maestros. Abrácenlos como lo hizo San Francisco”.
El Papa concluye compartiendo con los hermanos franciscanos una intención de oración especial:
“Que el Altísimo, Omnipotente y Buen Señor os haga cada vez más creíbles y alegres testigos del Evangelio; que os conceda llevar una vida sencilla y fraterna; y que os conduzca por los caminos del mundo para sembrar la semilla de la Buena Nueva con fe y esperanza. Rezo por ello y los acompaño con mi bendición”.
La oración en la vida Cristiana
La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.
- ¿Qué es la oración?
La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.
La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. (CIC-C #534)
El esfuerzo de orar diariamente es parte muy importante de la vida cristiana.
2. ¿Por qué vamos a hablar de oración en un curso de Teología, basado en el Catecismo de la Iglesia Católica?
Porque el Catecismo de la Iglesia Católica dedica una quinta parte (20%) de sus páginas al tema de la oración, en forma muy extensa y explícita.
Son tan detallados los capítulos que el Catecismo dedica a la oración, que hasta trae consejos prácticos para orar y también habla de los errores en que pueden caer los orantes.
Trata todas las formas de oración, inclusive la de la contemplación, que erróneamente se ha creído que está reservada para vocaciones especiales.
Así que, el tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a este tema.
3. ¿Cómo se aprende a orar?
Como orar es parte sumamente importancia de la vida cristiana, es lógico preguntarse ¿cómo orar?
Orar no se aprende de la misma manera de materias que estudiamos, o técnicas que podamos aprender.
A pesar de que parezca extraño, orar se aprende orando. La oración es un don de Dios, pero extrañamente se obtiene orando.
En la forma de aprender la oración, ésta se parece más bien a la natación o a conducir un carro: hay que nadar para aprender a nadar, y para aprender a manejar un vehículo hay que manejarlo.
4. ¿Qué impulsa a las personas a orar?
Lo que de veras impulsa a las personas a orar es el deseo de Dios. Dios nos ha creado para El. Dios ha impreso en nosotros la necesidad de comunicarnos con El. Eso es la oración.
Aquéllos que no les gusta mucho la espiritualidad o el contacto con Dios, si les llega un momento de impotencia o angustia o soledad, es en esa situación cuando de manera casi natural y sin pensarlo mucho, claman a Dios.
No hay más que oír los testimonios de personas secuestradas, enfermos terminales, presos de manera injusta, etc. para darnos cuenta de cómo instintivamente buscaron a Dios.
Pero no hay que esperar estar en situaciones extremas para comunicarnos con Dios, porque Dios siempre está allí para quien quiera comunicarse con El.
A veces nos olvidamos de Dios. Vivimos como si Dios no existiera o no estuviera siempre con nosotros. Recordemos lo que aprendimos en la Primera Comunión: Dios está en todas partes. Y en todas partes significa también al lado nuestro.
Aunque neguemos a Dios o tratemos de evadirlo, El siempre está allí para nosotros. El nos busca antes de nosotros buscarlo a El. En eso consiste el don de la oración, en que Dios está siempre buscándonos.
Te sientes solo, no tienes con quien hablar. Y allí está Dios. El siempre está. El no se muda.
Estás en peligro y surge esa exclamación de impotencia, de ayuda. Y Dios está allí.
La oración es algo tan humano y tan necesario como comer, como respirar, como amar.
Todas las religiones y, de modo particular, toda la historia de la salvación, dan testimonio de este deseo de Dios por parte del hombre; pero es Dios quien primero e incesantemente atrae a todos al encuentro misterioso de la oración. (CIC-C #535)
5. ¿Por qué podemos decir que la oración es un privilegio?
Orar es un privilegio. La oración es un privilegio. Orar es hablar con Dios: decirle y escucharle. ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que significa que nosotros -simples creaturas- podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle, para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche?
La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.
Consideremos algo: ¿Podemos hablar con el Papa? ¿Puede alguien lograr hablar con cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea? ¡Y nosotros podemos dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea! Ese privilegio lo tenemos los seres humanos con Dios.
La oración es un privilegio.
6. ¿Para qué sirve la oración?
La oración purifica. La oración nos ayuda a resistir las tentaciones. La oración nos da fortaleza en nuestras debilidades. La oración remueve el temor, aumenta nuestra fuerza, nos capacita para aguantar. La oración nos hace felices.
“El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar” (Juan Pablo II).
«Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida». (Benedicto XVI, 25-4-2012)
El Papa Benedicto XVI hablaba de «la prioridad que debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como comunitaria. Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales». (Benedicto XVI, 25-4-2012)
Benedicto XVI recordaba que los santos «han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre amor total a Dios y amor a los hermanos». (Benedicto XVI, 25-4-2012)
Por esta misma razón la Madre Teresa de Calcuta nos dice: “es necesario que encontremos el tiempo de permanecer en silencio y de contemplar, sobre todo si vivimos en la ciudad donde todo se mueve velozmente. Es en el silencio del corazón donde Dios habla” (Beata Teresa de Calcuta).
“La oración es la fundamentación de la vida espiritual” (Cardenal Nguyen Van Thuan).
“Muchas vocaciones están en crisis, no se realizarán. Muchas familias sufren dificultades, se separarán y se pelearán. Mucha gente pierde el gusto por la vida y el trabajo, están descontentos y vacíos. Y todo esto porque se ha abandonado la oración” (Beata Teresa de Calcuta).
La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a su Voluntad. (cfr. Catecismo de la iglesia católica #2825-1827)
¿Cómo conocer y seguir la Voluntad de Dios? Orando de manera regular y frecuente. Así estamos en sintonía con Dios y conoceremos sus deseos.
7. ¿Por qué a veces se habla del camino de la oración?
La oración es un camino, un camino de relación personal con Dios. Santa Teresa de Jesús hablaba de un “camino de amistad con Aquél que sabemos nos ama”.
Y es un camino, porque esa relación con ese Amigo que sabemos nos ama nos llevará a una amistad muy íntima con El aquí en la tierra, la cual continuará para toda la eternidad.
8. ¿Por qué podemos decir que orar es una aventura?
Porque siendo la oración un camino, puede tener sus tropiezos, va a tener momentos de emociones, tendrá sus altibajos. Y tiene una meta, que es la unión con Dios.
El camino de la oración es toda una aventura: no conocemos todo lo que nos espera. Podemos atisbar algunas cosas, pero también habrá sorpresas.
Por eso la oración requiere un verdadero deseo de estar con el Amigo. Y ese deseo no basta que sea un deseo fugaz, sino una verdadera decisión, clara y firme, de relacionarse con el Amigo.
Y pueda que ese camino se dificulte a veces, pueden haber obstáculos y como es un camino hacia arriba, se hará estrecho y empinado.
Será una verdadera aventura hasta llegar a la meta de vivir con Dios y en Dios.
9. ¿Cuáles son las formas esenciales de oración cristiana? (CIC-C #550)
Las formas esenciales de oración cristiana son la bendición y la adoración, la oración de petición y de intercesión, la acción de gracias y la alabanza.
10. ¿Qué es la oración de bendición?
Una oración de bendición es aquélla que pide a Dios su bendición sobre nosotros. La forma más breve de esta oración es “Dios te bendiga”.
Sin embargo, las bendiciones de Dios están continuamente fluyendo hacia nosotros sus creaturas: su Misericordia, su Bondad, su cercanía, su atención… todo esto son bendiciones.
11. ¿Por qué debemos adorar a Dios?
Adoración es lo que hace la persona cuando se reconoce creatura de Dios y dependiente de El, su Creador.
Toda persona que comprenda esto y lo recuerde, está adorando a Dios.
Por eso quien adora a Dios se pone de rodillas ante El y hasta se postra en el suelo.
Esta actitud interior (en el corazón y en la mente) y exterior (con la postura) muestra la verdad de la relación entre Dios y el hombre: Dios es grande y nosotros somos pequeños.
Sin embargo, nunca es el hombre mayor que cuando se arrodilla o se postra ante Dios libremente.
¿Qué es adorar a Dios?
Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño
Es reconocerme en verdad lo que soy:
hechura de Dios, posesión de Dios.
Dios es mi Dueño. Yo le pertenezco.
Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia
de nuestra dependencia de El
y de la consecuencia lógica de esa dependencia:
entregarnos a El y a su Voluntad.
= = = = = = = = = = = = = = = =
Tú eres mi Creador, yo tu creatura,
Tú mi Hacedor, yo tu hechura,
Tú mi Dueño, yo tu propiedad.
Aquí estoy para hacer tu Voluntad.
- ¿En qué consiste la oración de petición?
La oración de petición tiene dos partes:
1º) la seguridad de que mi oración es escuchada por Dios y
2º) la total renuncia de una respuesta de Dios de acuerdo a mi plan.
Por eso se habla de la oración de entrega: me someto de antemano al plan de Dios para mí. No busco mi voluntad sino la Voluntad de Dios.
Y la respuesta de Dios puede ser: Sí, No o aún No.
- ¿Quiénes –especialmente-nos enseñan a orar así?
Jesús y la Virgen.
Cuando Jesús estaba a punto de morir, experimentó a los niveles más profundos el temor humano. Sin embargo oró así: «Abbá, o sea, Padre, si para Ti todo es posible, aparta de Mí esta copa. Pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú.» (Mc 14, 36). Nuestra oración debe ser así siempre, aun en los momentos de tribulación.
La respuesta de la Santísima Virgen María a Dios a través del Arcángel San Gabriel fue esta: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» (Lc 1, 38)
- ¿Cuáles son las diversas formas de la oración de petición? (CIC-C #553)
La oración de petición puede adoptar diversas formas: petición de perdón o también súplica humilde y confiada por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
- ¿En qué consiste la intercesión?(CIC #554)
La intercesión consiste en pedir en favor de otro.
La intercesión debe extenderse también a los enemigos. “Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.” (Mt 5, 44-45)
El cristiano, entonces, debe orar por todos, por los que ama y son cercanos, por los que no son tan cercanos y aún por los enemigos.
- ¿Por qué debemos dar gracias a Dios?
Todo lo que somos y tenemos nos viene de Dios. Pensemos bien: ¿qué tenemos que no nos viene de Dios?
La Iglesia da gracias especialmente en la Eucaristía, que significa acción de gracias.
- ¿Qué significa alabar a Dios?
Dios no necesita nuestros aplausos. Pero nosotros sí necesitamos expresar espontáneamente nuestro gozo genuino por todo lo que Dios es y nos da.
Alabar a Dios es como piropear a Dios. El existe y es Bueno con nosotros. Y sus cualidades son maravillosas!
Y al alabar a Dios nos unimos a la alabanza eterna que sucede en el Cielo y que cantan los Ángeles y los Santos.
Esto es lo que hacemos en la Misa cuando rezamos o cantamos “Santo, Santo, Santo”, porque antes ha dicho el Sacerdote: “unidos a los Ángeles y Santos del Cielo, cantamos sin cesar el himno de tu gloria”.
- En resumen: ¿cuáles son las diversas formas de oración?
8. Adoración 7. Alabanza 6. Entrega 5. Agradecimiento 4. Reparación 3. Arrepentimiento 2. Intercesión 1. Petición |
- Los cristianos, especialmente los católicos, tenemos un lenguaje corporal en la oración, sobre todo esto se nota en las celebraciones litúrgicas: nos arrodillamos, juntamos las manos, hacemos genuflexiones, a veces estamos de pie. ¿Por qué los cristianos adoptamos diferentes posturas al orar?
Postura de pie ante Dios expresa reverencia (uno se pone de pie cuando entra alguien de más autoridad a un sitio ¿no?). También indica atención y disponibilidad. Por eso nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio.
Manos extendidas: posición orante que indica alabanza.
Postura sentada ante la presencia de Dios indica que el cristiano escucha en su interior. Medita la Palabra de Dios en su corazón.
Postura de rodillas indica que la persona se hace pequeña ante la presencia de Dios infinito. Reconoce su total dependencia de Dios.
Postración: la persona adora a Dios.
Manos juntas: la persona se recoge dentro de sí y se une a Dios, evitando las distracciones exteriores. También indica el gesto inicial de petición.
Modos de orar de Santo Domingo
- ¿Basta orar sólo cuando se tiene ganas de hacerlo?
No basta. Quien ora sólo cuando tiene ganas pareciera que no toma a Dios en serio. La oración requiere perseverancia y fidelidad, como cualquier relación de amor y amistad.
- ¿Cómo se puede orar con la Biblia?
La Biblia es como un manantial de oración. Orar con la Palabra de Dios significa usar las palabras y los eventos de la Biblia para orar.
Con los Salmos oramos con las palabras de Espíritu Santo, pues los Salmos son inspirados por el Espíritu Santo.
Con diferentes pasajes de la Biblia podemos orar también. Se lee un pasaje o se toma un pasaje que hayamos oído en la Misa. Luego se medita sobre esto, es decir, se reflexiona sobre lo que Dios quiere decirnos con ese evento de la Sagrada Escritura.
- ¿Cómo puede convertirse en oración mi itinerario del día?
Todo lo que sucede, cualquier encuentro que se dé, puede ser una ocasión de oración. Y, mientras más profundamente vivimos en atención a Dios y en su presencia, mejor podemos entender el mundo que nos rodea.
El que está unido a Dios desde las primeras horas de la mañana es capaz de bendecir a todas las personas, inclusive a sus enemigos.
A lo largo del día vas poniendo todos tus problemas en manos de Dios. Así tienes más paz en tu corazón e irradias esa paz. Tienes la paz del Cielo y la trasmites a los demás.
Cuando hay que tomar una decisión, te preguntas qué haría Jesús en tal situación.
Todo miedo cede con la presencia de Dios. Si estás cerca de Dios, estás fuerte en los momentos difíciles.
Das gracias y te alegras de todo lo bueno. Pero también soporta las dificultades con que tropiezas.
La idea es vivir en atención a Dios, dándote cuenta de que Dios está allí a tu lado. En eso consiste vivir en la presencia de Dios.
- ¿Por qué necesitamos al Espíritu Santo cuando oramos?
Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos. (Rom 8, 26)
El Espíritu Santo es nuestro maestro de oración. El Espíritu Santo vive en nosotros y con nosotros, y habla dentro de nosotros cuando oramos de veras. El Espíritu Santo ora en nosotros, realmente. Por eso debemos repetir mucho: Ven Espíritu Santo. Enséñame a orar. Ayúdame a orar.
- ¿Dónde se puede rezar?
Se puede rezar en cualquier lugar. Sin embargo, un católico siempre buscará los sitios donde Dios “habita” de manera especial. Estos son sobre todo las Iglesias católicas, donde nuestro Señor está presente vivo, con todo su ser de Hombre y todo su ser de Dios.
Es importante, entonces, ir a estos lugares sagrados, donde Dios nos espera con su presencia viva.
Pero además es importante orar en cualquier parte: en el colegio, en la casa, en la oficina, en el metro, aún en una fiesta o en medio de amigos, bendiciéndolos a todos con nuestra oración.
- ¿Cuándo se debe rezar?
Desde los primeros tiempos los cristianos oran al menos por la mañana y por la tarde. También en las comidas.
Quien no reza con regularidad seguro que no orará nunca.
Quien ama a una persona y ni siquiera toma contacto con esa persona durante el día, pronto dejará de amarla o no la ama de veras. Si la ama, constantemente le estará enviando mensajes y llamadas de atención y cercanía.
Así con Dios. En la mañana es necesario dedicar el día a Dios, ofrecerle las acciones y oraciones de ese día, pedir su bendición y su compañía durante el día.
Al final del día, pensar en qué cosas he hecho que no hubiera hecho Jesús y pedirle perdón por haberlo ofendido con esas acciones. Ponerse en sus manos y pedir su bendición nuevamente para la noche.
- ¿Por qué decimos siempre en las oraciones litúrgicas “por Cristo nuestro Señor”?
Porque nuestra oración se dirige a nuestro Padre, a Papá Dios, pero llega a Él sólo si, al menos implícitamente, oramos en nombre de Jesús.
Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. (Jn 14, 13-14)
ORACION
Gracias, Señor, porque podemos comunicarnos contigo
a través de la oración.
Gracias porque en cualquier momento y en cualquier sitio
podemos hablarte y Tú nos escuchas.
Gracias por el privilegio
que es la oración.
Gracias, Espíritu Santo, porque eres nuestro Maestro de Oración.
Gracias porque cuando
no sabemos cómo orar,
Tú nos indicas y nos guías.
Queremos imitarte, Jesús,
en tu oración de entrega a
la Voluntad del Padre.
El arte de hablar: El uso de la lengua y las virtudes
El lenguaje es el índice de la mente y el compendio de un alma. No hay acción que más revele a una persona como sus palabras. Son la pantalla de su interior, los intérpretes fieles de las íntimas resonancias, y muchas veces los indiscretos testigos de sentimientos que quisiéramos dejar ocultos en el sagrario del alma.
Moderado y discreto al hablar
Todos conocemos muy bien la expresión del apóstol Santiago: “si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo” (3, 2). Muchas veces me pregunto si tomamos conciencia de lo que el apóstol nos enseña. La expresión del apóstol podría ser traducida a modo de refrán: “dime cómo hablas y sabré si eres santo.”
Se puede decir que la lengua es lo mejor y lo peor que tenemos, es fuente de inmensos bienes, pero también, en contraste, es incalculable el mal que podemos hacer con la misma lengua. Una sola palabra basta para exteriorizar las riquezas o las miserias del alma; sólo quien posee sólidas virtudes, puede mostrarse delicado y discreto, sincero y educado, abierto y prudente. Es decir, existe una perfecta ecuación entre santidad y discreción en el hablar.
El uso de la lengua y las virtudes
En efecto, el uso de la lengua es la manifestación más elocuente de las virtudes cristianas: Quien no tiene caridad, no puede ser moderado. Quien no es humilde, no puede ser discreto. Quien no es sencillo, sincero y abnegado, no dominará jamás su lengua porque él mismo está encadenado por pasiones violentas.
También el buen uso de la lengua expresa riqueza de virtud humana: Hablar con moderación y discreción es la clara muestra de una voluntad disciplinada, dueña de todas las circunstancias. El discreto medita las preguntas que se le hacen, las respuestas que se le piden. No emite juicios de personas fácilmente. Se mantiene equilibrado cuando está muy alegre o muy herido, y no pierde el control de sus palabras. El discreto escucha mucho, habla poco y actúa con eficacia.
Cristo y el uso de la lengua
Jesucristo, en su doctrina y en su actuar, es ejemplo de moderación y discreción en el hablar.
Su doctrina sobre el hablar es clara. Del mismo modo que no pasará desapercibido el vaso de agua dado por amor, así “de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Pues por tus palabras –dice el Señor– serás declarado justo y por tus palabras serás condenado” (Mt 12, 36-37).
Pero el actuar de Cristo es aún más elocuente. Ante las provocaciones de los fariseos cuando le preguntan sobre el pago del tributo al César o ante el adulterio de la mujer, Cristo examina las circunstancias y examina también los corazones. No se precipita en sus respuestas. Éstas son concisas, dignas, llenas de sencillez y mansedumbre.
La prudencia y la discreción de Jesús no se quedan en resolver dilemas de sus enemigos o acusadores. Se extiende al trato personal con las almas. ¡Qué tacto, qué sentido de la oportunidad para encontrar el momento apto para establecer el diálogo, sin herir, sin humillar, para edificar siempre! Cristo conquista a la Samaritana por el respeto, la prudencia y la discreción. Jesucristo se acomodó, se hizo sencillo, fue natural y espontáneo. Usó de aquella santa caridad que lleva a calcular las palabras y a obrar con precaución.
¿Cómo imitar a Cristo?
Para ser moderado y discreto en el hablar, a ejemplo de Cristo, se requiere algunas perfecciones humanas: un equilibrio psicológico y un dominio externo de las reacciones temperamentales. Pero cuando hablamos de una persona discreta, no nos referimos a aquella que es capaz de uno u varios actos aislados de discreción o moderación. Se trata de un estado habitual de comportamiento. Ser discreto significa tener un sentido especial, algo así como una segunda naturaleza, que sabe descubrir en todas las situaciones de la vida el punto exacto, la palabra justa, la apreciación adecuada. Estamos hablando de la virtud o de un conjunto de virtudes que vivifican, iluminan e inspiran el correcto y justo modo de hablar.
La virtud de la fe
En primer lugar está la virtud de la fe, que eleva el valor natural del bien hablar a un nivel sobrenatural. Contemplar a Jesucristo discreto en sus expresiones y en el uso de la lengua, tiene que ser para nosotros el móvil que arrebata, el ideal que engrandece, la suprema expresión del hombre y la mujer perfecta, que imita a Cristo también en su modo de hablar.
Por otra parte, el espíritu de fe nos hace ver a Jesucristo más cercano que nunca, encarnado una y mil veces, hoy y siempre en cada uno de los que se cruzan en nuestra vida. El espíritu sobrenatural regula nuestros sentimientos más profundos, nuestro comportamiento constructivo, nuestras expresiones suavizadas por el bálsamo de la discreción y de la caridad. Por amor a Cristo y para amar a Cristo en los demás somos prudentes y delicados, discretos. Por su amor somos amables, sonreímos a todos y a nadie juzgamos ni discutimos nunca con los demás.
La fe nos ha conducido a la caridad. Dialogar es dar y recibir. Para dar se requiere caridad, para recibir se requiere humildad.
La virtud de la caridad
Conversar consiste en salir de nosotros mismos para darnos, para hacernos comprender, para expresar cordialmente a los demás nuestro respeto, nuestra admiración y sobre todo el deseo de una colaboración mutua. La caridad debe ser el distintivo de nuestras palabras. El verdadero espíritu de caridad exige la delicadeza en el lenguaje, en el trato, y sobre todo en la unión de voluntades y criterios. “Es una labor que a la larga redunda también en beneficio propio, pues con la violencia se rompe, con la dulzura se atrae”.
La virtud de la humildad
Conversar no es solamente dar, es también recibir. Y recibir es saber escuchar con la conciencia de que todos carecemos de algo que los demás pueden tener, de que todos son superiores en algún punto: una riqueza espiritual, una experiencia que puede iluminar, una palabra que puede alentar… Saber escuchar porque de todos puede aprenderse algo. Es física y psicológicamente imposible practicar el arte de la discreción sin haber practicado primero el arte de un corazón humilde y bueno, del que brotan nuestras palabras
Además de la fe, la caridad y la humildad, necesarias para toda vida espiritual, hay una cuarta virtud que de modo especial es necesaria para el buen hablar. Me refiero a la sinceridad.
La virtud de la sinceridad
La sinceridad y la autenticidad en la vida y en las palabras es condición para vivir como personas virtuosas. Sinceridad significa transparencia y rectitud, hablar conforme a la realidad de las cosas. La verdad se manifiesta en el sonido de las palabras.
Conclusión
El lenguaje es el índice de la mente y el compendio de un alma. No hay acción que más revele a una persona como sus palabras. Son la pantalla de su interior, los intérpretes fieles de las íntimas resonancias, y muchas veces los indiscretos testigos de sentimientos que quisiéramos dejar ocultos en el sagrario del alma.
Pero además, como hombres y mujeres de Dios, todas y cada una de nuestras palabras tienen un contenido concreto, que no es nuestro, que pertenece a Aquél que nos ha llamado y nos ha enviado. Y en consecuencia debemos custodiarlo y transmitirlo en la verdad, tal como lo hemos recibido.
A imagen de Cristo, seremos santos en la medida en que testimoniemos la verdad encarnada en las palabras, iluminada por la fe, basada en la humildad y expresada en al caridad.
En eso consiste el arte de hablar, del que todo apóstol debe ser un experto artista.
No es fácil vivir en medio de la lucha
La lucha crea tensiones, provoca miedos, nos lleva al cansancio, pero encontramos la paz.
No es fácil vivir en medio de la lucha, de la guerra, del combate cuerpo a cuerpo. Casi todos deseamos la paz. Pero la batalla está por llegar, el miedo nos domina, la incógnita por lo que ocurrirá nos llena de angustia.
Rendirse para superar la prueba, dejar las armas para evitar el combate, pactar con el enemigo, aunque sea a costa de renunciar a nuestros principios. Es una tentación fuerte, que pasa por el corazón de mil soldados, que lleva a la humillante paz del que se rinde.
En la guerra del corazón también es grande el deseo de pactar, de huir del combate, de rendirnos. No es fácil luchar día a día contra la gula, contra un disfrute sexual deshonesto, contra la soberbia que nos hace buscar siempre los aplausos de los hombres.
La lucha crea tensiones, provoca miedos, nos lleva al cansancio. Si, además, ya hemos saboreado cien veces la derrota, si hemos visto lo difícil que es volver a levantarnos para iniciar de nuevo, se hace más fuerte la tentación de ceder “porque es inútil cualquier esfuerzo, porque no es posible resistir en esta prueba”.
Existe una extraña paz en la derrota. Es la paz del cementerio, de la muerte, del silencio de las espadas y de los cañones. Es la paz de quien ya no puede luchar porque ha muerto.
Pero también es extraña la paz de quien se rinde, de quien abandona toda lucha, todo esfuerzo. Quizá, piensa, evitará la tensión psicológica de enfrentarse cada día con esa pasión fuerte, que excita a cada hora, que provoca en los momentos de cansancio, que presenta como bueno ese amargo placer obtenido a través de la venganza.
Es la paz del esclavo, que deja su libertad, su razón, su posibilidad de luchar por ideales. Es la paz de quien se deja aprisionar por las cadenas del placer o del orgullo. De quien prefiere no estar triste porque hoy no ha “tomado” sus cervezas para pactar con ese alcohol que carcome neuronas, que daña corazones, que destruye familias. De quien cede a un pequeño robo en la oficina, porque piensa que así, con ese dinero en el bolsillo, estará más tranquilo, si lo puede estar quien se acostumbra a ser ladrón de guante blanco…
Es una paz que engaña. Nos engaña, porque la pasión, como un monstruo de mil cabezas, no se conforma con lo ya conseguido. Siempre pide más, y más, y más.
Lo grande, lo difícil, lo bello, es decirle “no”, con firmeza, con audacia. Será un “no” que llevará a la guerra, a heridas, a pequeñas derrotas. Será un “no” que nace de un amor más grande: a mí mismo, a mi familia, a alguien que me quiere, al Dios que se preocupa por cada uno de sus hijos. Será un “no” que me llevará a vivir, quizá, en una lucha constante contra las mil astucias de ese mal que todos llevamos dentro.
Es sana la tensión de quien sabe que lucha por algo grande y bello. De quien dice no a la falsa paz que se obtiene a través de rendiciones. De quien lucha para conquistar esa otra paz, más profunda, más intensa, más apasionante, de quien quiere ser fiel, en cada instante, a su conciencia.
Ángelus, el Papa Francisco: «Cuidado con el eficientismo»
Antoine Mekary | ALETEIA
El Pontífice reaparece en San Pedro para el rezo del Ángelus del domingo luego de su operación y advirtió sobre el “frenesí del hacer” y la “trampa del activismo”.
“Guardémonos del eficientismo, paremos la carrera frenética que dicta nuestras agendas”, dijo el Papa Francisco hoy, quien reaparece, por primera vez, en la ventana en la Plaza de San Pedro para presidir el Ángelus del domingo junto a los fieles tras una delicada operación al colon y hacer una pausa en su reposo en su residencia, la Casa Santa Marta.
El Papa habló de la importancia del “descanso” y del peligro de dejarse llevar por el frenesí del hacer”, lo hizo comentando la actitud de Jesús que observamos en el Evangelio de la Liturgia de hoy (Mc 6,30-34).
“Quiere ponerles en guardia contra un peligro que está siempre al acecho, también para nosotros: dejarse llevar por el frenesí del hacer, caer en la trampa del activismo, en el que lo más importante son los resultados que obtenemos y el sentirnos protagonistas absolutos”.
En su predicación el Papa advirtió que sucede también en la Iglesia: “estamos atareados, vamos deprisa, pensamos que todo depende de nosotros y, al final, corremos el riesgo de descuidar a Jesús”.
Por eso, indicó que Jesús invita a los suyos a reposar un poco en otro lugar, con Él. No se trata solo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta “desconectar”, es necesario descansar de verdad.
Guardémonos del eficientismo
Un descanso que destacó que necesita de regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones. Jesús no se sustraía a las necesidades de la multitud, pero cada día, antes que nada, se retiraba en oración, en silencio, en la intimidad con el Padre.
Su tierna invitación –descansad un poco– debería acompañarnos: guardémonos del eficientismo, paremos la carrera frenética que dicta nuestras agendas. Aprendamos a detenernos, a apagar el teléfono móvil para mirar a los ojos a las personas, a cultivar el silencio, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en el diálogo con Dios”.
Ante una multitud de fieles con banderas, el Obispo de Roma recordó que los discípulos de Jesús “no pueden descansar como querían” evocando la narración del Evangelio. “La gente los encuentra y acude desde todas partes. Entonces el Señor se compadece”.
La compasión
Entonces, el Papa señaló que la importancia de la la compasión. “Conmovido, Jesús se dedica a la gente y comienza a enseñar (cfr. vv. 33-34). Parece una contradicción, pero en realidad no lo es”.
De hecho, afirmó, “solo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades. La compasión nace de la contemplación”.
«Ecología del corazón”: descanso, compasión y contemplación
“Si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de compasión verdadera; si cultivamos una mirada contemplativa, llevaremos adelante nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos la parte más profunda de nuestro ser, las cosas que hemos de hacer no tendrán el poder de dejarnos sin aliento y devorarnos. Necesitamos una “ecología del corazón” compuesta de descanso, contemplación y compasión. ¡Aprovechemos el tiempo estivo para ello!”.
Y sucesivamente, procedió a rezar con los fieles el Ángelus e indicó que la Virgen cultivó “el silencio, la oración y la contemplación, y que se conmueve siempre con ternura por nosotros, sus hijos”.
Así el Pontifice celebró su primer Ángelus con los fieles y los peregrinos en la Plaza de San Pedro luego de que abandonó el pasado 14 de julio el hospital Gemelli de Roma, diez días después de someterse a una operación de colon. El Papa Francisco, de 84 años, fue operado el 4 de julio de «una estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante».
Papa Francisco: Indulgencia para abuelos y para quienes les visitan
VATICAN MEDIA / AFP
¿Cómo funciona la Indulgencia Plenaria aprobada por el Papa con motivo de la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores?
El papa Francisco está cerca de todas las personas ancianas del mundo y concedió una indulgencia plenaria con motivo de la próxima Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores que se celebrará el próximo domingo, 25 de julio, y espera que ese día los abuelos reciban la visita de un ‘ángel’. Bajo el lema: “Yo estoy contigo todos los días”, el programa de la jornada prevé que el Pontífice, 84 años, operado al colon y dado de alta el 14 de julio pasado del hospital ‘Gemelli’, presida la Misa dominical en la Basílica Vaticana, hr. 10 a.m de Roma. El Vaticano no ha dado otras disposiciones hasta la fecha. La indulgencia aprobada por el Papa beneficia a los ancianos y a todos los fieles en particular involucra a las personas que visiten a los abuelitos o personas frágiles y les demuestren especial afecto, atención y cuidado.
Indulgencia si visitas enfermos y abandonados
La Jornada también trae “dones espirituales” para todos los que participarán en la Misa, igualmente para quienes se confiesen, reciban la comunión y recen además por las intenciones del Papa.
Asimismo el Sucesor de Pedro aprobó un decreto de la Penitenciaría Apostólica, con el fin de conceder “la Indulgencia Plenaria”, en las condiciones antes señaladas (confesión, comunión y oración), también a los fieles que participen en los diversos actos que se realizarán en todo el mundo para la ocasión, que también podrán aplicarlo como sufragio por las almas del Purgatorio. En el decreto se lee que este “Tribunal de la Misericordia concede también este mismo día la Indulgencia Plenaria a los fieles que dedicarán un tiempo adecuado a visitar real o virtualmente a sus hermanos mayores necesitados o en dificultad (como enfermos, abandonados, discapacitados y similares)”.
Indulgencia para los mayores enfermos
Asimismo, el Papa aprobó que la Indulgencia Plenaria pueda concederse también a los mayores enfermos y a todos aquellos que no pueden salir de casa por un motivo grave, siempre que se abstengan de todo pecado y tengan la intención de cumplir las tres condiciones habituales lo antes posible.
En el decreto – firmado por el cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor y monseñor Krzysztof Nykiel Regente – invita a los ancianos que quieran obtener la indulgencia a unirse “espiritualmente a los actos sagrados de la Jornada Mundial”. Las personas mayores pueden ofrecer “al Dios Misericordioso sus oraciones, dolores o sufrimientos de su vida, sobre todo mientras las palabras del Sumo Pontífice y las celebraciones se transmiten por televisión y radio, pero también a través de los nuevos medios de comunicación social”.
Sacerdotes confesores
Por ello, para que se facilite el acceso al perdón divino, la Penitenciaría rogó “encarecidamente a los sacerdotes, dotados de las facultades oportunas para oír la confesión, que se pongan a disposición, con espíritu dispuesto y generoso, para la celebración de la Penitencia”.
El decreto es válido para la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, independientemente de cualquier disposición en contrario, así lo indica la nota del 13 de mayo de 2021.
Las indulgencias se suscriben en el contexto de la celebración en honor de los abuelos y abuelas instituida al inicio del año por el Papa (31.01.2021), a celebrarse el cuarto domingo de julio cada año, cerca de la memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús.
¿Misa celebrada por el Papa?
En Roma, el 25 de julio a las 10:00 horas, se espera que el Papa pueda celebrar la misa con los abuelos y ancianos de su diócesis en la que participará un número limitado de personas, en cumplimiento de la normativa sanitaria que estará en vigor en ese momento.
La presencia del Papa en la misa no es un hecho obvio debido a que fue dado de alta del Hospital Policlínico Gemelli y regresó el 14 de julio a su residencia en la Casa Santa Marta del Vaticano para seguir su recuperación. Un signo esperanzador fue que el Papa Francisco con buen semblante hizo comparición ante los fieles congregados para el Ángelus del domingo 18 de julio en la Plaza de San Pedro.
Misas en las diócesis
Por otro lado, el Vaticano indica que cada diócesis y cada parroquia podría dedicar una de sus misas dominicales a la celebración de la Jornada. Y se espera que participe el mayor número posible de abuelos y mayores en persona, para que su presencia sea una señal manifiesta de la importancia que tienen en la comunidad.
Cercanía a los ancianos
Del mismo modo, en los días anteriores y posteriores al 25 de julio, la Iglesia invita a organizar misas u oraciones en hospitales o residencias de ancianos.
Este año 2021, el Papa ha querido expresar especial cercanía a los ancianos del mundo, considerando el peso de la soledad y de su fragilidad soportado durante la pandemia. Ya antes había manifestado: «¡Cuántas veces se descartan a los ancianos con actitudes de abandono que son una auténtica eutanasia a escondidas!» (28.09.2014).
El Vaticano a través de un documento de la Pontificia Academia de la Vida había denunciado en febrero pasado una verdadera «masacre de ancianos» durante la pandemia porque la mayoría murieron en hogares o asilos para la tercera edad. Además, indicaba que las personas mayores que estuvieron en su propia casa, estuvieron más protegidos.
Francisco, en el Ángelus, anima a usar las vacaciones para descansar, sin el «frenesí del hacer»
El Papa Francisco predicó sobre aprovechar el verano para descansar de verdad, con oración y contemplación y trato con Dios
El Papa Francisco, antes del rezo del Ángelus dominical desde la ventana del Palacio Apostólico, ha comentado el Evangelio de San Marcos de este domingo 18 de julio, en el que Jesús habla del descanso a los apóstoles agobiados. Jesús invita a los apóstoles a descansar en un lugar tranquilo.
El Señor, dijo el Papa, “quiere ponerlos en guardia contra un peligro que está siempre al acecho, también para nosotros: dejarse llevar por el frenesí del hacer, caer en la trampa del activismo, en el que lo más importante son los resultados que obtenemos y el sentirnos protagonistas absolutos”
Atareados, con prisas y pensando que todo depende de nosotros, “corremos el riesgo de descuidar a Jesús”, dijo el Papa.
No sólo «desconectar»: descansar con silencio y oración
“No se trata sólo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta “desconectar”, es necesario descansar de verdad. Y para hacerlo, es preciso regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones”, dijo el Pontífice.
Jesús, admitió, “no se sustraía a las necesidades de la multitud, pero cada día, antes que nada, se retiraba en oración, en silencio, en la intimidad con el Padre”. De su invitación a descansar se deduce que deberíamos guardarnos “del eficientismo” y parar “la carrera frenética que dictan nuestras agendas”.
“Aprendamos a detenernos, a apagar el teléfono móvil para cultivar el silencio, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en el diálogo con Dios”
Sin las prisas, podremos ser más compasivos
Otro tema que trata el Papa a partir del Evangelio del domingo es la compasión. “Sólo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades”.
El Santo Padre también afirmó que “si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de compasión verdadera; si cultivamos una mirada contemplativa, llevaremos adelante nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos la parte más profunda de nuestro ser, las cosas que hemos de hacer no tendrán el poder de dejarnos sin aliento y devorarnos”.
Ecología del corazón: descanso, contemplación y compasión
“Necesitamos una ‘ecología del corazón’ compuesta de descanso, contemplación y compasión. ¡Aprovechemos el tiempo estivo para ello! Y ahora, recemos a la Virgen, que cultivó el silencio, la oración y la contemplación, y que se conmueve siempre con ternura por nosotros, sus hijos”
Primer mensaje del Papa a los cubanos
Tras rezar la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco expresó su cercanía con el pueblo cubano «en estos momentos difíciles, especialmente a las familias que más sufren». «Pido al Señor que les ayude a construir en paz, diálogo y solidaridad una sociedad cada vez más justa y fraterna. Exhorto a todos los cubanos a encomendarse a la protección maternal de la Virgen María de la Caridad del Cobre. Ella les acompañará en este viaje», dijo el Santo Padre.
Es la primera alusión pública del Pontífice a la situación de Cuba tras las protestas callejeras en 50 localidades del día 11 de julio, y mientras se producen detenciones de opositores, manifestantes y jóvenes católicos.
El Papa también ofreció sus condolencias a los habitantes de Alemania, Bélgica y los Países Bajos que se han visto afectados por las catastróficas inundaciones: «Que el Señor reciba a los muertos y consuele a sus familias. Que apoye los esfuerzos de todos para ayudar a los que han sufrido graves daños», añadió.
Y en alusión a los recientes episodios de violencia que han agravado la situación de la población en Sudáfrica, «que ya están sufriendo dificultades económicas y sanitarias a causa de la pandemia», el Papa se unió a los obispos del país, haciendo un llamamiento de corazón a todos los implicados «para que trabajen por la paz y cooperen con las autoridades en la asistencia a los necesitados».