Mark 1:14-20

Amigos, el Evangelio de hoy es sobre el primer sermón de Jesús.

Después de Su Bautismo y las tentaciones, Jesús comienza a predicar en Galilea. Las primeras palabras que salen de Su boca sirven como una declaración resumida de Su vida y obra: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.

Ha aparecido algo que los seres humanos anhelamos, y ahora es el momento de tomar una decisión. Las primeras palabras de Jesús son un llamado de atención. Este no es momento para estar dormido, no es momento de demorarse en tácticas, para postergar y adivinar. Las palabras iniciales del primer sermón de Jesús son una invitación a la conciencia psicológica y espiritual: hay algo que debe ser visto, ¡así que abre los ojos!

Pero ¿qué es lo que Él quiere que nos demos cuenta? ¿Cuál es el sorprendente estado de cosas que uno no debe perderse? “El reino de Dios está cerca”. En mi opinión, la metáfora del reino tiene un referente principal en la persona del mismo Jesús. Y Jesús quiere que abramos nuestros ojos para ver lo que Dios está haciendo en Él y a través de Él. Jesús mismo es el reino de Dios que viene al mundo con un poder transformador.

Hilario de Poitiers, Santo

Memoria Litúrgica, 13 de enero

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), en tiempo del emperador Constancio, quien había abrazado la herejía arriana, y luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, siendo desterrado, por esta razón, durante cuatro años a Frigia. Compuso unos comentarios muy célebres sobre los Salmos y sobre el evangelio de san Mateo (367).

Etimología; Hilario = Aquel que esta sonriente, es de origen latino.

Breve Biografía

Nació a principios de siglo IV en Poitiers. Fue llamado “el Atanasio de Occidente”, de quien era contemporáneo. Ambos tuvieron que combatir contra el mismo adversario, el arrianismo. Participaron en las polémicas teológicas con discursos y sobre todo con escritos. Hilario fue desterrado a Frigia por el emperador Constancio, que se había alineado con las decisiones del sínodo arriano de Béziers del año 356.

El contacto con el Oriente fue providencial para el obispo de Poitiers. Durante los cinco años de permanencia en Frigia aprendió el griego y descubrió a Orígenes, como también la gran producción teológica de los Padres orientales, obteniendo una documentación importantísima para el libro que le mereció el título de doctor de la Iglesia: De Trinitate, cuyo título original es De Fide adversus Arrianos. En efecto, era el tratado más importante y profundo que había aparecido hasta entonces sobre el dogma principal de la fe cristiana. A pesar de estar desterrado, no permaneció inactivo. Con el opúsculo Contra Maxertiam atacó violentamente al mismo Constancio, acusándole de cesaropapismo y de inmiscuirse en las disputas teológicas y asuntos internos de la disciplina eclesiástica. De regreso a Poitiers, el valiente obispo continuó su obra pastoral, ayudado eficazmente por el joven Martín, el futuro santo obispo de Tours.

Hilario nació en el seno del paganismo. Su afán por buscar la verdad, le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas de la época, recibiendo un influjo especial del pensamiento neoplatónico. La búsqueda de la respuesta sobre el fin del hombre le llevó a la lectura de la Biblia, en donde finalmente encontró lo que buscaba; entonces se convirtió al cristianismo.

Era un noble terrateniente, y cuando se convirtió estaba casado y tenía una hija, Abre, a quien amaba tiernamente. Poco después del bautismo, el pueblo lo aclamó como obispo de su ciudad natal.

Fueron seis años de intenso estudio y predicación, antes de partir para el destierro que, como hemos recordado, perfeccionó su formación cultural y teológica. Junto a la voz retumbante del polemista y del defensor de la ortodoxia teológica, hay en él también otra voz, la del padre y pastor. Humano en la lucha, y humanísimo en la victoria. Defendió a los obispos que reconocían su propio error, y hasta apoyó el derecho a conservar su cargo.
Murió en Poitiers el año 367.

Jesús me sigue invitando

Santo Evangelio según San Marcos 1, 14-20. Lunes I del tiempo ordinario

Por: Hans Candell, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, te entrego este momento de mi vida, dispón de él para hablarme y mostrarme tu voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”. Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cristo ha comenzado su camino. Es un profeta itinerante que busca seguidores para hacer con ellos un recorrido apasionante: vivir para extender el Reino de Dios. No es un rabino sentado en su cátedra, que busca alumnos para formar una escuela religiosa. Ser cristiano no es aprender doctrinas, sino seguir a Jesús en su misión, en su proyecto de vida. El que toma la iniciativa es siempre Jesús. Se acerca, fija su mirada en aquellos cuatro pescadores y los llama a dar una orientación nueva a sus vidas. Sin su intervención, no nace nunca un verdadero cristiano. Los creyentes hemos de vivir con más fe la presencia viva de Cristo en cada uno de nosotros. Si no es Él, ¿quién puede dar una nueva orientación a nuestras vidas?

Es curiosa la forma de actuar del Señor. No espera a que vengan a Él, es Cristo quién sale a buscar a las personas. Esta es la gran tarea de toda la Iglesia: salir al encuentro del otro para invitarlo a seguir a Jesucristo. Es una actitud que implica un deseo de comunicar y compartir con la otra persona la alegría y la esperanza que hay en el corazón creyente.

Pero lo más decisivo es escuchar desde dentro su llamada: «Venid conmigo». No es tarea de un día. Escuchar esta llamada significa despertar la confianza en Jesús, reavivar nuestra adhesión personal a Él, tener fe en su proyecto, identificarnos con su misión, reproducir en nosotros sus actitudes… y, de esta manera, ganar más ciudadanos para su Reino.

«Jesús sigue caminando por nuestras calles, sigue al igual que ayer golpeando puertas, golpeando corazones para volver a encender la esperanza y los anhelos: que la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz. Jesús sigue invitando y quiere ungirnos con su Espíritu para que también nosotros salgamos a ungir con esa unción, capaz de sanar la esperanza herida y renovar nuestra mirada. Jesús sigue caminando y despierta la esperanza que nos libra de conexiones vacías y de análisis impersonales e invita a involucrarnos como fermento allí donde estemos, donde nos toque vivir, en ese rinconcito de todos los días».

(Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Estar atento y responder con sencillez, alegría e ilusión al llamado que Cristo me ha hecho, esforzarme por vivir siempre de acuerdo a su voluntad.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Hilario de Poitiers: Padre de familia y obispo

Era pagano pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía, leer la Biblia y convertirse junto a su mujer y su hija

San Hilario de Poitiers es Padre y Doctor de la Iglesia. Fue obispo y autor de grandes textos teológicos que ayudaron a combatir el arrianismo.

Nació en Poitiers (Francia) a comienzos del siglo IV en el seno de una familia pagana, pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía y leer la BibliaSe convirtió de adulto, casado y con una hija, Abra.

Poco después la ciudad lo aclamó obispo.

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Siete años después, el emperador Constancio II, aliado de los arrianos, lo desterró cinco años a Frigia (en la actual Turquía).

Sin embargo, allí, aprendió griego y el contacto con la teología cristiana oriental hizo fructificar su pensamiento.

El «Atanasio occidental»

Así, escribió el tratado Sobre la Trinidad, que sería esencial en la lucha contra la herejía arriana. En Oriente, sería el contemporáneo san Atanasio quien acometería esta batalla.

Regresó a su diócesis en el año 361 y fue protector de un joven Martín de Tours.

San Hilario de Poitiers fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Pío IX en 1851 por su aportación al dogma trinitario.

Santo patrón

San Hilario es patrono de Poitiers, en Francia. En España hay un único municipio del que es patrón: Comares, en la provincia de Málaga.