Referencias Bíblicas
• Mark 1:40-45
• Obispo Robert Barron
Amigos, nuestro Evangelio de hoy trae una de las grandes escenas de Jesús sanando a un leproso. Y como suele ser el caso, se convierte en icono de la vida espiritual en general.
Una vez en la presencia del Señor, el leproso se arrodilló y le rogó. El hombre que sufre se da cuenta de quién es Jesús: no es un profeta entre muchos, sino la encarnación del Dios de Israel, el único ante el cual la alabanza es la actitud apropiada.
Por nuestra enfermedad, nuestra debilidad, nuestra vergüenza, nuestro pecado, nuestra rareza, muchos de nosotros nos sentimos como este leproso. Sentimos que no somos dignos. Cualquiera sea el problema en el cual nos encontremos, tenemos que venir a Jesús en actitud de alabanza. Él es el Señor y nosotros no. Este es un paso clave para ordenar nuestras vidas: una correcta alabanza.
Consideremos la bella súplica del leproso, esencial en cualquier acto de oración peticionaria: “Si quieres, puedes limpiarme”. No está exigiendo, está reconociendo el señorío de Jesús, Su soberanía. “Hágase tu voluntad” es siempre la actitud correcta en cualquier oración.
Marcelo I, Santo
XXX Papa, 16 de enero
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, sepultura de san Marcelo I, papa, que, como recuerda el papa san Dámaso, fue un verdadero pastor, por lo que sufrió mucho, siendo expulsado de su patria y muriendo en el destierro por haber sido denunciado falsamente ante el tirano por algunos que despreciaban la penitencia que les había impuesto (309).
Etimología: Marcelo = relativo al dios Marte, es de origen latino.
Breve Biografía
El papa san Marcelo I (308-309), fue elegido después de cuatro años de la muerte del papa san Marcelino debido a la persecución del emperador Diocleciano (303 al 305). Le tocó hacerle frente a la crisis dejada entre los cristianos por dicha persecución y que por miedo al martirio habían apostatado de su fe o simplemente abandonado las prácticas religiosas, pero ahora querían regresar a la Iglesia. Decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer penitencia por haber renegado de la fe durante la persecución. Los que estaban en contra de esta decisión consiguieron que el emperador Majencio lo desterrara. Según el «Libro Pontifical», el Papa Marcelo se hospedó en la casa de una laica muy piadosa de nombre Marcela, y desde ahí, siguió dirigiendo a los cristianos. Al enterarse el Emperador, obligó al Pontífice a relalizar trabajos forzosos en las caballerías y pesebres imperiales que fueron trasladados a esa zona. Murió en el exilio el 16 de enero de 309. Su cuerpo fue devuelto a Roma y sepultado en el cementerio de Priscila. Durante su pontificado se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la persecución. Dividió Roma en veinticinco sectores con un presbítero o párroco al frente de cada uno de ellos. Su carácter enérgico, aunque moderado, llevo a que ordenase que ningún concilio se pudiese celebrar sin su autorización explícita.
Mirar a los demás
Santo Evangelio según San Marcos 1, 40-45.
Jueves I de Tiempo Ordinario.
Por: Iván Yoed González Aréchiga, LC
Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, en medio de un sin fin de pensamientos, actividades y expectativas quiero hacer nuevamente una pausa y encontrarme más personalmente contigo. Te doy gracias por abrirme siempre las puertas de tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según San Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Me viene a la mente una escena que bien podría haber sucedido en la vida de Jesús. Alguna vez habría tenido la oportunidad de mirar su rostro reflejado, fue en un lago o algo semejante. Me brota entonces la pregunta, ¿qué pensaba Jesús mientras se miraba?, ¿se detenía a contemplarse a sí mismo?, ¿se sentía desordenadamente orgulloso de sí?, ¿se miraba con tristeza?
Cuando me miro en el espejo, ¿qué veo?, ¿qué pienso de mí?, ¿me menosprecio?, ¿me acostumbro a mí mismo?, ¿me sobrevaloro?, ¿quién soy yo, en realidad?
Éstas son preguntas que pueden parecer superficiales para algunos. Para otros, sin embargo, son existenciales, pues de ellas depende cada segundo de la propia vida. Si me desprecio, mi vida será despreciable. Si me enorgullezco desordenadamente, mi vida será una fantasía a expensas de otros. Pero si me miro dignamente, trataré y veré a los demás con la dignidad que se merecen., empezando por mí mismo.
Si reflexiono con detenimiento, sin embargo, podré percatarme que puedo encontrar razones tanto para mirarme bien como para mirarme mal. Entonces la tarea se vuelve una tortura. ¿Quién me podría ayudar a mirarme una vez más como realmente soy?
Hoy encontramos una respuesta en los ojos de Jesús. Ojos que tan solo vieron en un leproso a un hijo de Dios. Ojos que tan solo vieron en un leproso una persona a quien se puede siempre amar. Ojos que vieron en un leproso un ser humano que podría querer sanar. Ojos que miraron y que no fueron indiferentes.
«Hoy también nos encontramos en la encrucijada de estas dos lógicas: a veces, la de los doctores de la ley, o sea, alejarse del peligro apartándose de la persona contagiada, y la lógica de Dios que, con su misericordia, abraza y acoge reintegrando y transfigurando el mal en bien, la condena en salvación y la exclusión en anuncio. […] Curando al leproso, Jesús no hace ningún daño al que está sano, es más, lo libra del miedo; no lo expone a un peligro sino que le da un hermano; no desprecia la Ley sino que valora al hombre, para el cual Dios ha inspirado la Ley». (Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Quiero pedirte la gracia, Señor, de aprender a mirar con tus ojos a toda persona sin excepción. Puedo empezar por aquellos en quienes más me cuesta. Así se podrá transformar mi corazón poco a poco.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Bajo la Puerta Santa: “Es hermoso vivir este momento en silencio”
Al atravesar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, peregrinos de todo el mundo y de todas las edades se encuentran por un momento. Han venido a vivir el Jubileo de 2025 a su manera. I.Media ha seguido a uno de los muchos grupos que ya han cruzado el umbral de la Basílica Papal.
A los pies del Castillo de Sant’Angelo, voluntarios vestidos con uniformes verdes recuerdan a todos los peregrinos que quieran hacer el recorrido especialmente diseñado para ellos: «silencio durante la peregrinación». El padre Romain, encargado de la pastoral en Sainte-Marie de Lyon (Maristas), transmitió este mensaje con cierta firmeza a los 45 alumnos de noveno curso a los que acompañaba en una peregrinación de cuatro días a Roma. En el espacio de unos minutos, la emoción de estar con los compañeros de clase en la Ciudad Eterna bajo un hermoso sol de invierno dio paso gradualmente a un profundo sentido de contemplación. «Es hermoso vivir este momento en silencio», confiesa uno de los compañeros.
Junto a ellos, cinco sacerdotes se unieron a la procesión. Son misioneros claretianos, también conocidos como Hijos del Inmaculado Corazón de María, que siguen la regla creada en el siglo XIX por el catalán Antoine-Marie Claret. Todos viven en Roma, en la Casa Generalicia de su orden. Hoy es su jornada mensual de retiro, en la que aprovechan para «acercarse al hogar de su fe», explica con una amable sonrisa el padre José Enrique, un sevillano de 35 años que ingresó en la congregación en 2011. Presenta a sus cuatro hermanos, de diferentes edades y orígenes: Nigeria, Italia, El Salvador y Puerto Rico.
Un voluntario lleva la cruz al padre Romain, quien explica que los jóvenes se turnarán para llevarla a lo largo del recorrido establecido por los organizadores del Jubileo. Desde el Castillo de Sant’Angelo hasta la entrada de la Basílica de San Pedro se ha instalado una pasarela especial para los peregrinos. Evitando el enjambre de turistas -pero no los controles de seguridad-, los escolares, seguidos unos metros más adelante por los cinco claretianos, avanzaron lentamente, alternando periodos de silencio, escuchando las lecturas y los cantos que los jóvenes retomaban tímidamente.
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Cuando el grupo entró en la plaza de San Pedro, un acompañante les explicó el significado de los dos grandes «brazos» de Bernini, símbolos de la acogida de la Iglesia a toda la humanidad. «Este es un momento para que deis gracias al Señor por todas las cosas bellas que os ofrece», insiste.
No hay parloteo en las filas, y la meditación de los escolares conmueve a los cinco claretianos que les siguen y repiten las oraciones del grupo en su propia lengua.
Un momento de encuentro personal
Cantando «Bendeciré al Señor», la procesión adelanta a los turistas que simplemente han venido a visitar la basílica. «Al pasar bajo la Puerta Santa, seguimos a todos los que nos han precedido en la Iglesia, a todos los santos», explica el padre Romain, antes de que un asistente lance una letanía de los santos. Y tras un cuarto de hora de camino, salpicado de breves paradas para escuchar un salmo o una meditación, el grupo ya está delante de la Puerta Santa.
El grupo de estudiantes ante la Puerta Santa
«Este es un momento personal, y les invito a vivirlo profundamente en su interior», advirtió el sacerdote acompañante. Así, en silencio orante, se cruzaron los pocos metros. Un estudiante se arrodilló para firmar con su nombre, y un sacerdote claretiano se detuvo en el umbral para tocar la puerta. En el interior de la basílica, el grupo continúa siguiendo la cruz, ahogada ahora por una multitud de visitantes, y llega por fin al corazón de la basílica, la «Confesión de Pedro».
Explicando la historia de este lugar, que la tradición y numerosas pistas históricas señalan como la tumba de San Pedro, el padre Romain invita a los alumnos a recitar el Credo, antes de permitirles dividirse en pequeños grupos para visitar el lugar, antes de continuar con el programa de su viaje, que les llevaría a visitar la iglesia de San Luis de los Franceses por la tarde. Para los claretianos, la jornada de retiro continúa. «Era la primera vez que atravesaba una puerta santa», confiesa el padre José Enrique, con el rostro iluminado por una gran sonrisa, antes de dejarnos.
Puerta santa, indulgencia… un glosario de términos del Jubileo:
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