Luke 21:29-33
Amigos, en el pasaje del Evangelio de hoy Jesús habla sobre el momento en que se cumplirá el plan de Dios. Algunas filosofías defienden la versión circular o cíclica del tiempo. Mantienen que el tiempo está simplemente dando vueltas continuamente sobre sí mismo, repitiéndose como los ciclos de las estaciones del año. El filósofo moderno Nietzsche habló del “eterno retorno de lo mismo”. Esta es una conciencia mítica, y podemos encontrarla en todos lados del mundo.
Pero los judíos tenían un sentido del tiempo muy diferente, lo que podríamos llamar “lineal”. Consideraban que el tiempo se movía hacia algún lado, que tenía, bajo la dirección de Dios, un propósito. El pasado no estaba simplemente allí para ser repetido sin cesar; más bien, el pasado era una preparación para un futuro definitivo. Era una anticipación de aquello que Dios haría, lo que Dios iba a conseguir.
El Señor nos asegura que el reino de Dios está cerca y debemos prepararnos para Su venida.
Saturnino de Toulouse, Santo
Obispo y Mártir, 29 de noviembre
Por: Redacción | Fuente: Arquidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino, obispo y mártir, que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad, y arrastrado por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo († c. 250).
Breve Biografía
La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con capillas radiadas.
San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta parte de la Iglesia.
No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada, noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que, nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista, presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la literatura legendaria.
Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos hacia España.
En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.
El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: «En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo».
Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.
El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró en papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.
Vivir en clave de espera
Santo Evangelio según San Lucas 21, 29-33. Miércoles XXXIV del Tiempo Ordinario (II).
Por: Adrián Olvera de la Cruz, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te agradezco por un nuevo día en el que me das la gracia de ser testigo de tu amor. Hoy, como ayer, me doy cuenta que sigo siendo débil y mis deseos de ser mejor para ti no corresponden muchas veces a la realidad, sin embargo no me dejes olvidar que mi debilidad y mi flaqueza son siempre objeto de tu misericordia y de tu infinito amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: «Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En nuestra vida siempre hay días, llamadas, momentos… que son muy importantes, y casi siempre van acompañados de una previa preparación. Qué me pondré… qué llevaré… cómo lo diré; qué haré… son palabras que salen casi espontáneamente de nuestra boca o que vienen repentinamente a nuestra mente.
Señor, hoy me dices que tu Reino está cerca pero… no lo veo, no lo escucho, no sé dónde buscar. No sé cómo preparar mi corazón para ese momento que sé es infinitamente más importante que cualquier otro día, llamada o compromiso.
Busco los frutos en los árboles, en mi día a día y muchas veces no encuentro nada, Señor. Muchas veces me encuentro con árboles pero… están sin fruto; me encuentro con otoños que parecen no acabar… no sé cómo… qué puedo esperar.
Sin embargo, escucho muy dentro de mí que me dices: vuelva a mirar otra vez… que tu Reino aquí está, que los otoños pasan y si se ven más de cerca los árboles sin hojas… también tienen su belleza. Me dices que la preparación está en mí día a día. Que todos los días vienes a visitarme en cada Eucaristía y la mejor forma de prepararme es… el amor. En recibirlo y en darlo.
Me haces ver la vida con sus encantos y trabajos; con sus otoños y veranos, como una espera en la que la mejor forma de preparación es el amor.
Dame la gracia, Señor, de vivir el hoy en esa clave de espera; amando cada momento, cada acontecimiento, sea malo o bueno, pues eso pasará, pero tu amor siempre permanecerá.
«También en nuestros días no faltan las calamidades naturales y morales, y tampoco la adversidad y las desgracias de todo tipo. Todo pasa —nos recuerda el Señor—; sólo Él, su Palabra permanece como luz que guía, anima nuestros pasos y nos perdona siempre, porque está al lado nuestro. Sólo es necesario mirarlo y nos cambia el corazón. Que la Virgen María nos ayude a confiar en Jesús, el sólido fundamento de nuestra vida, y a perseverar con alegría en su amor».
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Vivir mi día en clave de amor, es decir, tratando de hacer un acto de caridad hacia los demás para que mi corazón esté más dispuesto a recibirlo en la Eucaristía.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Saturnino de Tolosa, mártir linchado por la multitud
Dolors Massot – publicado el 29/11/14
Por negarse a adorar a los ídolos, el primer obispo de Toulouse dio testimonio de su fe
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Saturnino (Sernin o Serenin en francés) fue el primer obispo de Toulouse, mártir en tiempos del Imperio Romano. Su labor pastoral se extendió por las Galias, el Pirineo y la Península Ibérica en el siglo III.
Según narran las Actas de Surio, Saturnino predicó en Aquitania durante el Consulado de Gracio y Decio, en el siglo III. En Tolosa convirtió a Honesto, quien pasaría a ser misionero con él.
En la ciudad de Carcasonne, el prefecto romano Rufino ordenó su detención y fueron encarcelados pero un ángel los liberó milagrosamente.
Honesto fue a predicar a Pompaelo (hoy Pamplona). Debatía con el senador pagano Firmo e hizo llamar a Saturnino.
Saturnino y Honesto convirtieron y bautizaron a varios paganos de la ciudad, entre ellos Firmo y su esposa, a quienes bautizó Saturnino. El hijo de ambos, Fermín, luego sería obispo de Amiens.
Falleció en el año 250 por linchamiento popular: se negaba a sacrificar a los dioses, a los que ridiculizaba,y la multitud pagana decidió atarlo al cuello de un toro (que se debía haber sacrificado a Júpiter).
El animal corrió por la ciudad y escaleras abajo del templo de tal manera que el cuerpo de Saturnino quedó destrozado. Dos mujeres recogieron su cadáver y le dieron sepultura, tal como consta en el acta martirial.
Hoy sus restos se siguen venerando en la iglesia de Notre-Dame du Taur (Nuestra Señora del Toro) en Toulouse.
Santo patrono
San Saturnino (Sadurní en catalán) es patrono de Toulouse en Francia. En España, de Pamplona, Sant Sadurní d’Anoia, Montornès del Vallès, Sant Sadurní de l’Heura, Montmajor, Artajona y Ventosa.
Oración
Señor Jesucristo,
luz verdadera que alumbras siempre al mundo,
que por la predicación de tu mártir y obispo san Saturnino
visitaste la ciudad de Pamplona y la iluminaste con la luz de la fe,
concédenos por su intercesión, confesar la misma fe y llegar finalmente a la fuente de la luz eterna.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.