DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 11:1-13

Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la gran oración que Jesús nos enseñó. Piensen cómo esta oración nos conecta con las grandes personalidades de la historia del Cristianismo, desde Pedro y Pablo a Agustín, Tomás de Aquino, Francisco de Asís, John Henry Newman, G.K. Chesterton, Juan Pablo II, y hasta hoy día.

El deseo de rezar está dentro nuestro, plantado en lo más profundo. Esto quiere decir que hay un deseo de hablar con Dios y de escucharlo. Tengamos en cuenta que el rezar no está orientado a cambiar lo que Dios tiene en mente o decirle algo que no sabe. Dios no es como un gran jefe de la ciudad o un gran señor en un palacio a quién tenemos que persuadir. Sino que es Aquel quien nada necesita más que darnos cosas buenas, a pesar que no siempre sean lo que nosotros queremos.

¿Pueden ver cómo esta oración nos ordena correctamente? Debemos poner primero el santo nombre de Dios, esforzarnos en hacer Su voluntad en todas las cosas y en todo momento, fortaleciéndonos con la comida espiritual porque sino desvaneceremos, debemos ser instrumentos del perdón, y ser capaces de resistir las fuerzas del mal.

Amigos, nuestro Evangelio para hoy es la versión de San Lucas de la Oración dominical, el Padrenuestro. Esta oración que es recitada probablemente millones de veces al día en todo el mundo incluye algunas de las palabras más conocidas en el planeta. Pero, ¿qué significan? Sería bueno para nosotros recorrer pausadamente la versión de Lucas para ver de qué trata esta gran plegaria —y qué estamos pidiendo cuando lo rezamos.

¿Qué estamos pidiendo cuando rezamos el Padrenuestro? Esta es la idea primera, pienso en una observación importante. Surge de la propia vida de la oración de JESÚS. Así que EL ha estado rezando y los discípulos lo notan. Y le dicen, ¨SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR¨. Piensen en un gran jugador de basquetbol, un gran guitarrista, y en personas que lo miran y le dicen:¨ENSÉÑANOS A HACER ESO¨. Deben haber notado cuán intensa era su vida de oración. Y entonces le dicen: ¨SEÑOR, AYÚDANOS A ORAR DEL MODO EN QUE LO HACES¨. Así que esta oración -piensen esto cuando recen el PADRENUESTRO. Refleja su propia oración de JESÚS, su propia vida de oración. ¨CUANDO OREN LES DICE, DIGAN PADRE SANTIFICADO SEA TU NOMBRE¨. PADRE detengámonos justo allí.

A DIOS podrían dirigirse como SEÑOR, MAESTRO TODOPODEROSO etc. Todas ellas son denominaciones verdaderas. Pero se nos invita a llamarlo PADRE. Algunos académicos sugieren que detrás esta el diminutivo, el hebreo ¨ABBA¨más como: ¨PAPITO¨. JESÚS es el único HIJO DEL PADRE. Tiene esta relación singular con EL. Que maravilloso que mientras rezamos esta oración que nos enseña, seamos invitados a participar de esa intimidad. No somos los hijos e hijas de DIOS, al modo en que EL es el HIJO DE DIOS, pero aun así nos está dando este privilegio de entrar en esa suerte de intimidad con DIOS. No pasen por arriba esa palabra cuando comiencen el PADRE NUESTRO, el hecho de que podamos decir PADRE NUESTRO, para dirigirnos al Creador del Universo, para dirigirnos a la fuente infinita de la existencia misma. Somos capaces de decir PADRE porque participamos de la propia intimidad de CRISTO. Lo primero que le pedimos: ¨SANTIFICADO SEA TU NOMBRE¨. Que tu NOMBRE sea conservado santamente. No es que nuestra oración, se esté volviendo SANTO su nombre, no estamos rezando por eso, si bien tenemos la facultad de hacerlo. Quiero decir, el Nombre de DIOS, es siempre Santo. Lo que que estamos pidiendo es que nosotros santifiquemos siempre, el nombre de DIOS. Santificarlo, conservarlo Santo. Esto significa como distinguirlo. Que siempre consideremos a Dios, como el valor supremo, de modo que todo valor en comparación desaparezca. Estoy interesado en toda clase de cosas y las valoro, como mi trabajo, valoro mi dinero, mi familia, mi país etc. Y si dijera que entre todos estos mis valores, también valoro a DIOS. Entonces su nombre no sería santificado, no estamos conservándole santamente. ¨ESCUCHA ISRAEL EL SHEMA, EL SEÑOR ES NUESTRO DIOS, ES EL ÚNICO SEÑOR. ¨EL SHEMA¨ Deuteronomio 6. Esta oración fundamental del judaísmo, no un valor entre muchos, no simplemente el valor más alto, entre muchos sino: ERES EL SEÑOR, TU SOLO ERES EL CENTRO DE MI VIDA. Ningún valor está en competencia contigo. Y como le he dicho esto, muchas veces antes, cuando captamos esto correctamente, captamos todo lo demás de modo correcto. Cuando el NOMBRE DE DIOS es conservado santamente es santificado. Entonces todo el resto de mis intereses y todos los otros valores, encuentran su lugar alrededor de ese valor central. Es por eso que esta es la primera cosa que pedimos al PADRE: ¨Que conservemos tu NOMBRE, tu presencia santificada, como sagrada. ¿Qué sigue?

¨VENGA TU REINO¨. Ese es el corazón de la predicación de JESÚS, cuando aparecen en las montañas de Galilea, lo que está en sus labios es el mensaje del Reino. El Reino de Dios ya está cerca, se refiere al reinado de Dios. Al modo en que DIOS ordena las cosas. Porque Israel anheló esto por siglos que el DIOS que hizo el mundo, que creó la raza humana y quiso que fuera de alabanza, y que fuéramos sacerdotes y sus profetas y sus seguidores. Ese mundo cayó en un desorden pecaminoso y ningún gobernador podía enderezarlo y entonces Israel rogó: ¨VEN SEÑOR ¿Cuánto tardarás, Oh SEÑOR, CUANDO VENDRÁS A ENDEREZAR LAS COSAS, Bueno ese es el REINO DE DIOS. ¿Cómo sucedió, sucedió en EL, en JESUS. EL ES EL ¨AUTOBASILEIA¨EL REINO EN PERSONA. El mismo  es la unnión de la Divinidad con la humanidad. El mismo es el Dios de Justicia y Paz que reina sobre la tierra y entonces cuando decimos: VENGA TU REINO. Estamos diciendo que seamos atraídos más y más completamente al poder de JESÚS, que este Reino personificado en EL, se convierta en la norma para mi. Es algo extraordinario cuando lo piensan. Es lo que estamos pidiendo cada vez que decimos: VENGA TU REINO.

Y luego esto y es misterioso: ¨DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA¨. Eso suena bastante común, pero ¿Por qué digo que es misterioso? La palabra griega detrás de esa frase es muy extraña ¨TON ARTON TON EPIOUSION¨.

En griego significa literalmente: ¨DANOS EL PAN SUPERSUSTANCIAL¨. Ousia significa ¨substancia¨. ¨Epi¨ es como sobre él, o más que. ¨DANOS EL PAN SUBSTANCIAL¨. Si miran en la antigua vulgata, la antigua traducción en latín del Nuevo Testamento que San Jerónimo traduce esto como ¨PANEN SUPERSUBSTANTIALEM¨. No voy a aburrirlos con los detalles de cómo llegamos al ¨de cada día¨. Y hay un modo es que los académicos interpretan eso, pero voy a quedarme con esta expresión particular. En el corazón del Reino de Dios ¿estamos rezando por el pan simplemente corriente? Me parece que no. Eso sería el pan corriente. ¨SEÑOR, AYÚDANOS A TENER LO SUFICIENTE PARA SOSTENERNOS¨. Estamos pidiendo el pan supersustancial. Los católicos comenzamos a escuchar un nuevo matiz ¿cierto? Que es la EUCARISTIA NO ES EL PAN CORRIENTE. Sino el Pan que ha sido transubstanciado en el CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO BAJO LAS APARIENCIAS DEL PAN Y DEL VINO. El Pan supersustancial. Por eso rezamos el PADRE NUESTRO, porque es CRISTO en su forma EUCARÍSTICA. Rezamos para que venga su Reino, su Reinado y queremos ser alimentados, porque no estamos, simplemente siguiendo a un gurú o un lider, queremos ser incorporados a EL. ¿Cómo ocurre eso? A TRAVÉS DEL PAN SUPERSUSTANCIAL. Por EL estamos estamos unidos cada vez que rezamos esta ORACIÓN.

Luego: ¨perdónanos nuestras ofensas¨. Oh que extraordinario ¿cierto? Quiero decir, JESÚS es el gran maestro, por supuesto, el Príncipe de la Paz, por supuesto. El que estableció este nuevo modo de vivir. Si todo eso es verdad. Pero creo que se podría argumentar algo más importante que hace JESÚS, es perdonar nuestros pecados.

Le dice a la mujer adúltera: TUS PECADOS  ESTÁN PERDONADOS. O al paralítico: TOMA TU CAMILLA Y CAMINA TUS PECADOS TE SON PERDONADOS. TAMPOCO YO TE CONDENO. El perdón de los pecados ese es el CORAZÓN MISMO DE LO QUE ES JESÚS. ¿Bueno? Porque C.S. Lewis vió esto en el límite, si me has ofendido podría perdonarte, mira no voy a mantener este contra ti. Podría decir te perdono, pero si me acerco a alguien y le dijera: ¨Te perdono todos tus pecados¨. Pensarían que estoy fuera de mis cabales y tendrían razón, porque no soy quien para perdonar todos tus pecados. ¿Quién podría decir eso? Ningún ser humano corriente. Sólo así somos incorporados al Reino de Dios. Decimos en esta gran plegaria entonces esto es lo que estamos diciendo: ¨SEÑOR POR FAVOR PERDONA NUESTROS PECADOS. HAZ SEÑOR LO QUE TU PUEDES HACER COMO HIJO DE DIOS. Y la implicación inmediata es que nosotros también perdonamos a todo aquel que nos ofende. Recuerdo hace muchos años a una Hermana religiosa que era mi maestra, que nos recordaba cada vez que rezábamos cada vez esta oración. Este desafío está justo frente a nosotros. ¨SEÑOR POR FAVOR PERDONA MIS PECADOS¨. Si, llega esta gracia incomparable del perdón de mis pecados. Pero ahora tengo que ocuparme del asunto de perdonar a aquellos que me ofendieron. De otro modo no soy ni estoy imbuido del perdón de CRISTO. Sólo me he colocado como un traje que me puedo quitar. Si realmente lo he incorporado, lo he absorbido y se ha vuelto parte de mi vida. Entonces me convierto en CRISTO para los otros. Piense en alguien que le haya ofendido, ahora mírese. Lo que está rezando es por la gracia de perdonar ese persona tal como ha sido perdonado. Es uno de los elementos más desafiante de toda la Vida Espiritual, creo yo, y luego el último detalle que nos cuenta LEWIS: NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN.

Para comprender eso, tenemos que regresar al Siglo primero. Existía la presuposición de que antes de que llegara el Mesías, habría un tiempo de pruebas y dificultades. Parte del lenguaje apocalíptico del Nuevo Testamento, refleja esta idea de que llegara el Mesías a enderezar las cosas. Habría un tiempo de terrible prueba. Pienso que así es como podemos comprender esto. Si cuando JESÚS entra en el mundo que era disfuncional y estamos rezando: ¨VENGA A NOSOTROS TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD, DANOS EL PAN SUBSTANCIAL. Entra en este mundo disfuncional, va a alzarse resistiendo. Puedo ver eso a gran escala, pero puedo sentirlo en mi propia vida. Amigos pecadores, pueden hacerlos Uds. También. Cuando CRISTO entra en mi vida, comienzo a resistirme. ¨No quiero eso¨. No quiero que sea el SEÑOR de mi vida, no quiero cambiar. Soy como los israelitas en el desierto: ¨quiero decir llévame de regreso a las ollas de Egipto, no me gusta esta libertad espiritual. Cuente con eso, ese es el asunto aquí. Cada vez que rezamos el PADRE NUESTRO. Estamos contando que nos resistiremos a CRISTO. ¨NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN¨. En otras versiones del texto, no se conmocionan, no se sorprendan, cuando se alce esa resistencia a CRISTO, dentro de UDS. Ese es el viejo yo pecaminosos. Y entonces  lo último que pedimos es: SEÑOR. NO NOS SOMETAS A LA PRUEBA DEFINITIVA, SEÑOR PROTEJEME DE MI YO RETICENTE. ¨NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN. Hay mucho más que podríamos decir. Lean mucho de los Maestros Espirituales. Cuando hablan del PADRE NUESTRO, pero cada paso de EL es abrir una ventana y una puerta a la Vida Espiritual. La próxima vez que lo recen, sea en la liturgia o en privado, les invitaría que lo hagan muy pausadamente, mientras lo hacen, mediten cada una de esta frases y encontrarán desplegadas ante UDS. LA VIDA ESPIRITUAL ENTERA.

«Jesús rezaba como reza cada hombre en el mundo. Y, sin embargo, en su manera de rezar, también había un misterio encerrado, algo que seguramente no había escapado a los ojos de sus discípulos si encontramos en los evangelios esa simple e inmediata súplica: “Señor, enséñanos a rezar”. Ellos veían que Jesús rezaba y tenían ganas de aprender a rezar: “Señor, enséñanos a rezar”. Y Jesús no se niega, no está celoso de su intimidad con el Padre, sino que ha venido precisamente para introducirnos en esta relación con el Padre Y así se convierte en maestro de oración para sus discípulos, como ciertamente quiere serlo para todos nosotros. Nosotros también deberíamos decir: “Señor enséñame a rezar. Enséñame”. ¡Aunque recemos quizás desde hace muchos años, siempre debemos aprender! La oración del hombre, este anhelo que nace de forma tan natural de su alma, es quizás uno de los misterios más densos del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios sean en realidad aquellas que Él quiere escuchar».

(Audiencia de S.S. Francisco, 5 de diciembre de 2018).

Se ora con coraje porque cuando oramos tenemos necesidad. Es como si Jesús dijera: en la oración sean intrusos. No se cansen. Pero ¿no se cansen de qué? De pedir. “Crean y les será dado”. Una oración constante, intrusa. Como aquella de Santa Mónica, por ejemplo: cuántos años oró así, incluso con lágrimas, por la conversión de su hijo Agustín. (Santa Marta 11 agosto 2018)

En la primera lectura escuchamos un pasaje del libro del Génesis en el que se narra cómo Dios quería castigar a Sodoma por sus muchos pecados, pero Abrahán rezó por los inocentes que pudiera haber en aquella ciudad, y Dios escuchó su plegaria.

En el Salmo 137 proclamamos la misericordia que Dios tiene con los más débiles y humildes, y le damos gracias porque atendió nuestras palabras, cuando necesitábamos su ayuda.

San Pablo les dice a los cristianos de Colosas que, gracias a su fe en el poder de Dios, cuando recibieron el Bautismo su vida cambió radicalmente, pues resucitaron con Cristo a una vida nueva, quedando liberados del poder del pecado.

Por último, en el pasaje del Evangelio según san Lucas, los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar, y entonces Jesús les anima a rezar el Padrenuestro, que es la oración de petición por antonomasia. Y justo después les narra una sencilla parábola sobre la importancia de pedir a Dios, con perseverancia, lo que necesitamos.

Chárbel Makhluf, Santo

Memoria Litúrgica, 24 de julio

Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima

Martirologio Romano: San Sarbelio (José, Charbel) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando (1898).

Breve Biografía

Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828 en un pequeño poblado del Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de Antonio Makhlouf y Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de sus tíos maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya que distaba una hora de camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba con ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones y cantos y escuchando sus sabios consejos.

Tenía veintitrés años cuando dejó casa y familia para entrar al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden maronita libanesa. Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de Chárbel, nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año 107 bajo el imperio de Trajano. Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su hijo, le dijo: Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…!

Desde joven había desarrollado una intensa vida interior y de oración que durante sus años de monje había madurado. Pronto se despertó en él la vocación por la vida eremítica que, de acuerdo con la tradición cristiana, se debe hacer viviendo en soledad. Se retiró a la ermita de San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía sólo dos habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo. Comenzó esta vida más austera en el año 1875 y la llevó durante veintitrés años. Se ejercitaba en diversas mortificaciones y en la oración continua; dormía sobre el suelo y comía una sola vez al día. Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal forma que pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde dando gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para atender alguna necesidad pastoral.

El 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de la consagración. Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio de San Maron, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.

Enséñame a orar

Santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13. Domingo XVII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre mío, te quiero ofrecer toda mi vida entera, mis preocupaciones, mis proyectos. Quiero pedirte que, en estos momentos de oración, seas Tú quien me enseñe a orar como les enseñaste a los apóstoles.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación’».

También les dijo: «Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio del día de hoy, vemos como uno de los discípulos pide a Jesús que les enseñe a orar. Desde ahora ya podemos sentirnos identificados con él, porque cuántas veces no sabemos rezarle a Dios y solo pensamos en pedir y pedir, pero realmente no debe ser así… Orar es más bien pasar tiempo con el Amado, con aquel que nos ha dado todo lo que tenemos.

Cristo nos revela la intimidad con su Padre, esa intimidad que nos lleva a darnos totalmente, aunque no nos guste a veces, humanamente, como lo ha hecho Cristo en la cruz. Saber que estamos presentes en la oración de Dios mismo es algo que debe resonar en nuestro corazón. Él, conociendo que no sabemos rezar ha querido enseñarnos esta misma oración.

Cuando rezamos el padrenuestro, nos dirigimos al mismo Padre que nos ha creado y nos ha revelado su gran amor entregándonos a su Hijo único.

«Jesús rezaba como reza cada hombre en el mundo. Y, sin embargo, en su manera de rezar, también había un misterio encerrado, algo que seguramente no había escapado a los ojos de sus discípulos si encontramos en los evangelios esa simple e inmediata súplica: “Señor, enséñanos a rezar”. Ellos veían que Jesús rezaba y tenían ganas de aprender a rezar: “Señor, enséñanos a rezar”. Y Jesús no se niega, no está celoso de su intimidad con el Padre, sino que ha venido precisamente para introducirnos en esta relación con el Padre Y así se convierte en maestro de oración para sus discípulos, como ciertamente quiere serlo para todos nosotros. Nosotros también deberíamos decir: “Señor enséñame a rezar. Enséñame”. ¡Aunque recemos quizás desde hace muchos años, siempre debemos aprender! La oración del hombre, este anhelo que nace de forma tan natural de su alma, es quizás uno de los misterios más densos del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios sean en realidad aquellas que Él quiere escuchar».

(Audiencia de S.S. Francisco, 5 de diciembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Señor, que, en cada momento de mi vida, sea consciente de que la cruz es la mejor forma en que puedo amarte y santificarme. Te pido por esas personas que están cansadas de cargar con su cruz. Padre Nuestro…

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy rezaré el padrenuestro con el corazón, pensando en cada palabra que estoy diciendo y le pediré a la Santísima Virgen María que me acompañe a rezarlo, como lo habrá hecho tantas veces con los apóstoles.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Las siete peticiones que hacemos a Dios en la oración del Padrenuestro

Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia

Uno de sus discípulos le pidió a Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración del Padrenuestro. Es así como Jesús nos regaló esta oración siendo la oración cristiana fundamental, la que todos nos sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio, en la Misa. A esta oración también se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Dios sabe que es lo mejor para nosotros. A través del Padrenuestro vamos a hablar con nuestro Padre Dios. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos diciendo. El Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.

Saludo

Padre nuestro que estás en el cielo: Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para adorarle, amarle y bendecirle.

¡Padre!: Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.

Padre “Nuestro”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“Que estás en el cielo”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.

Las siete peticiones

Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia.

1. Santificado sea tu nombre: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.

Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunciado por todos los hombres de una manera santa, para bendecirlo y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

2. Venga a nosotros tu reino: Al hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios.

Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres. Se trata de ayudar en la Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para que todos los hombres lo conozcan, lo amen.

Pedimos el crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final su Reino.

3. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.

Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

4. Danos hoy nuestro pan de cada día: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre.

Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras necesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

5. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás. Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado.

6. No nos dejes caer en tentación:El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y líbranos del mal: El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de Dios.

Se ora con coraje porque cuando oramos tenemos necesidad. Es como si Jesús dijera: en la oración sean intrusos. No se cansen. Pero ¿no se cansen de qué? De pedir. “Crean y les será dado”. Una oración constante, intrusa. Como aquella de Santa Mónica, por ejemplo: cuántos años oró así, incluso con lágrimas, por la conversión de su hijo Agustín. (Santa Marta 11 agosto 2018)