Luke 11:1-13

Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la gran oración que Jesús nos enseñó. Piensen cómo esta oración nos conecta con las grandes personalidades de la historia del Cristianismo, desde Pedro y Pablo a Agustín, Tomás de Aquino, Francisco de Asís, John Henry Newman, G. K. Chesterton, Juan Pablo II y hasta hoy día.

El deseo de rezar está dentro nuestro, plantado en lo más profundo. Esto quiere decir que hay un deseo de hablar con Dios y de escucharlo. Tengamos en cuenta que el rezar no está orientado a cambiar lo que Dios tiene en mente o decirle algo que no sabe. Dios no es como un gran jefe de la ciudad o un gran señor en un palacio a quién tenemos que persuadir. Sino que es aquel quien nada necesita más que darnos cosas buenas, a pesar que no siempre sean lo que nosotros queremos.

¿Pueden ver cómo esta oración nos ordena correctamente? Debemos poner primero el santo nombre de Dios, esforzarnos en hacer su voluntad en todas las cosas y en todo momento, fortaleciéndonos con la comida espiritual porque sino desvaneceremos, debemos ser instrumentos del perdón, y ser capaces de resistir las fuerzas del mal.

Pantaleón, Santo

Mártir, 27 de julio

Por: Redacción | Fuente: Corazones.org

Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).

Etimológicamente: Pantaleón = Aquel que se compadece de todos, es de origen griego.

Breve Biografía

Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.

Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera «la curación proveniente de lo más Alto», le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de

En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades.

Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.

Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.

En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.

Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).

El Milagro de su sangre

Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello.

Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia. La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es «un regalo de Dios».

Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.

Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe. Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia. Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.

¡Felicidades a los que lleven este nombre!

Enséñanos a orar

Santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13. 17º domingo de Tiempo Ordinario

Por: H. Franco López Kevin Alexis, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre mío, te quiero ofrecer toda mi vida entera, mis preocupaciones, mis proyectos. Quiero pedirte que, en estos momentos de oración, seas Tú quien me enseñe a orar como les enseñaste a los apóstoles.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación'».

También les dijo: «Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio del día de hoy, vemos como uno de los discípulos pide a Jesús que les enseñe a orar.

Desde ahora ya podemos sentirnos identificados con él, porque cuántas veces no sabemos rezarle a Dios y solo pensamos en pedir y pedir, pero realmente no debe ser así… Orar es más bien pasar tiempo con el Amado, con aquel que nos ha dado todo lo que tenemos.

Cristo nos revela la intimidad con su Padre, esa intimidad que nos lleva a darnos totalmente, aunque no nos guste a veces, humanamente, como lo ha hecho Cristo en la cruz. Saber que estamos presentes en la oración de Dios mismo es algo que debe resonar en nuestro corazón. Él, conociendo que no sabemos rezar ha querido enseñarnos esta misma oración.

Cuando rezamos el padrenuestro, nos dirigimos al mismo Padre que nos ha creado y nos ha revelado su gran amor entregándonos a su Hijo único.

«Jesús rezaba como reza cada hombre en el mundo. Y, sin embargo, en su manera de rezar, también había un misterio encerrado, algo que seguramente no había escapado a los ojos de sus discípulos si encontramos en los evangelios esa simple e inmediata súplica: “Señor, enséñanos a rezar”. Ellos veían que Jesús rezaba y tenían ganas de aprender a rezar: “Señor, enséñanos a rezar”. Y Jesús no se niega, no está celoso de su intimidad con el Padre, sino que ha venido precisamente para introducirnos en esta relación con el Padre Y así se convierte en maestro de oración para sus discípulos, como ciertamente quiere serlo para todos nosotros. Nosotros también deberíamos decir: “Señor enséñame a rezar. Enséñame”. ¡Aunque recemos quizás desde hace muchos años, siempre debemos aprender! La oración del hombre, este anhelo que nace de forma tan natural de su alma, es quizás uno de los misterios más densos del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios sean en realidad aquellas que Él quiere escuchar».

(Audiencia de S.S. Francisco, 5 de diciembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Señor, que, en cada momento de mi vida, sea consciente de que la cruz es la mejor forma en que puedo amarte y santificarme. Te pido por esas personas que están cansadas de cargar con su cruz.

Padre Nuestro…

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy rezaré el padrenuestro con el corazón, pensando en cada palabra que estoy diciendo y le pediré a la Santísima Virgen María que me acompañe a rezarlo, como lo habrá hecho tantas veces con los apóstoles.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Es católico invertir en criptomonedas?

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Hubert de Vauplane – publicado el 15/07/25

Blanqueo de capitales, compra de productos ilícitos… los usos poco éticos de las criptomonedas son innegables, pero también existe un uso ético de los criptoactivos, argumenta Hubert de Vauplane, profesor de Derecho Bancario y Financiero Internacional en el IEP de París. Según él, lo importante no es tanto el bien en sí como el uso que hacemos de él

¿Por qué cuestionar la ética de las criptomonedas? El desarrollo de los criptoactivos está ligado al surgimiento de una nueva tecnología: los protocolos descentralizados de blockchain. Pero ¿son estos criptoactivos «buenos», es decir, acordes con los principios de la vida cristiana? ¿Existen criptoactivos éticos y no éticos?

¿Criptomonedas buenas y malas? 

La cuestión de la ética de los criptoactivos puede plantearse de otras maneras: ¿son algunos criptoactivos más éticos que otros? Antes de responder a esta pregunta, es necesario remontarse al origen mismo de la creación de los criptoactivos, y del primero de ellos, bitcoin. Creado el 3 de enero de 2009 por quien se hace llamar Satoshi Nakamoto o por un grupo de personas que han permanecido en el anonimato hasta la fecha, bitcoin cumple un objetivo simple: ante la crisis financiera mundial y la gestión de esta por parte de los bancos centrales, que inyectaron miles de millones de dólares y euros en la economía global, provocando así un exceso de liquidez monetaria y el riesgo de pérdida de valor de las monedas legales, Bitcoin debe ser un refugio contra esta visión de una economía de deuda y permitir a sus tenedores poseer un activo completamente autónomo de los gobiernos y los sistemas bancarios, fácilmente transferible a un coste prácticamente nulo, sin verse afectado por riesgos políticos, económicos y monetarios.

Políticamente hablando, Bitcoin se consolidó como una respuesta libertaria a las democracias parlamentarias o sus equivalentes. Si bien las características técnicas del protocolo Bitcoin permanecen inalteradas, la dimensión libertaria original de los usuarios prácticamente ha desaparecido debido al movimiento hacia la democratización del uso de Bitcoin.

El personaje «seudónimo»

Una de las características de Bitcoin, como la mayoría de los criptoactivos, es su naturaleza seudónima. No es anónimo (aunque existen algunos criptoactivos completamente anónimos), pero la identidad del titular del criptoactivo no puede vincularse a la conexión a la dirección de internet privada utilizada para acceder a la cartera de criptoactivos. Desde esta perspectiva, los criptoactivos son similares al funcionamiento de las redes sociales, donde las personas interactúan mediante avatares. La diferencia radica en que, en el caso de los criptoactivos, nadie puede asignar una identidad a una dirección sin el consentimiento previo del titular de dicha dirección. Esto plantea una primera interrogante si consideramos que la naturaleza oculta de la identidad es un indicador para evaluar la calidad ética de los criptoactivos. Los defensores de las criptomonedas responderán que el efectivo tiene la misma peculiaridad.

La huella ambiental

Otra cuestión, que no es específica de los criptoactivos, es la huella ambiental del funcionamiento de las redes de protocolos blockchain. Para simplificar, supongamos que estas redes operan en paralelo, todas juntas, debido a su descentralización. En consecuencia, la potencia de cálculo necesaria para resolver la ecuación criptográfica que permite validar cada bloque de transacciones y vincularlo a todos los bloques anteriores (el nombre completo, blockchain…) es considerable. Dependiendo de la tecnología utilizada (hablamos de método de consenso) por cada protocolo blockchain, la potencia de cálculo requerida es mayor o menor.

Los críticos de Bitcoin y las criptomonedas señalan que la energía necesaria para operar Bitcoin equivale aproximadamente al consumo energético de un país como Portugal o Irlanda, y que esta energía se aprovecharía mejor para impulsar la economía. Pero ¿no es ese el propósito de nuestra economía digital? Enviar un correo electrónico, consultar ChatGPT o ver películas en el smartphone requieren un consumo energético colosal (entre el 3% y el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero). A menos que rechacemos este desarrollo, la tecnología blockchain es solo una parte de un contexto más amplio de dependencia energética derivada de la digitalización de nuestras sociedades.

La ética de un bien depende de su uso

Dicho esto, ¿cómo podemos evaluar los criptoactivos a la luz de los principios de la Doctrina Social Cristiana? Dicho de otro modo, ¿son los criptoactivos «dinero» bueno o malo? O, para usar la distinción clásica, buena o mala crematística, motivada esta última únicamente por la búsqueda de beneficios mediante la especulación, mientras que la primera está vinculada al funcionamiento de la sociedad, y en particular al oikos (la familia extensa, en el sentido de comunidad).

Visto desde esta perspectiva, el debate no difiere entre la compra de bitcoins, la de acciones de Air Liquide u otras: ¿esta compra de bitcoins está vinculada a un objetivo de inversión a largo plazo mediante la creación de riqueza, o a la especulación a corto plazo? No todas las inversiones a corto plazo son necesariamente poco éticas, pero conviene situarlas en la dimensión de la denominada inversión «responsable». Lo que no es ético es la especulación vista como fin exclusivo: «Especulación por la cual se actúa variando artificialmente el valor de los bienes, con vistas a obtener una ventaja en detrimento de otros» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2409 ).

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La principal crítica contra Bitcoin y otras criptomonedas es que no son una inversión responsable, a diferencia de la compra de acciones o bonos, que permite financiar un negocio y, por lo tanto, la economía en general. Quienes critican los criptoactivos creen que no se basan en ninguna actividad económica y que, por lo tanto, sus precios solo reflejan especulación sin relación con la realidad. Esto ignora la esencia misma de la cadena de bloques.

En términos muy simples, todos los protocolos de la cadena de bloques ofrecen una respuesta tecnológica a la cuestión de la fiabilidad de la información que circula por Internet. No es que la cadena de bloques pueda detectar fake news, sino que garantiza con una fiabilidad casi perfecta que la información transferida entre el punto A y el punto B no haya sido alterada por un tercero malicioso. Por lo tanto, se garantiza que toda la información integrada en un bloque vinculado a la cadena de bloques no ha sido modificada. Si la información contenida en este bloque es precisa o falsa es otra cuestión. Por lo tanto, la «promesa» de la cadena de bloques busca brindar mayor seguridad técnica a las redes de información. Esto tiene valor en sí mismo. El precio o tasa de Bitcoin (como la mayoría de los demás criptoactivos) depende entonces de su valor de uso: cuanto más Bitcoin utilicen las empresas, las administraciones y los ciudadanos, más valiosa será la red Bitcoin. Algo similar a una línea ferroviaria: una línea de TGV es más valiosa que una línea secundaria abierta solo durante el verano.

El uso ético de las criptomonedas

Dicho esto, se pueden identificar varios usos éticos de los criptoactivos. Sin ánimo de exhaustivos, podemos citar su uso como transferencias de dinero en países sin una red bancaria muy extensa, en regiones en guerra donde la circulación monetaria es peligrosa o en países con alta inflación que permiten pagos sin considerar la depreciación de la moneda nacional (como el Líbano, por ejemplo). Los criptoactivos también tienen una dimensión de inclusión financiera, lo que permite programar el pago de asignaciones o subsidios según criterios socioeconómicos. En los llamados países avanzados, los criptoactivos permiten pagar a los comerciantes sin tener que abonar comisiones significativas a los grandes sistemas de pago y redes de tarjetas. Finalmente, Bitcoin, al igual que otros criptoactivos, puede utilizarse como comprobante legal de pago gracias a la naturaleza inalterable del historial de transacciones.

Usos poco éticos de las criptomonedas 

Además de estos usos éticos, también existen usos no éticos de los criptoactivos. Ya hemos hablado de la especulación, pero no es exclusiva de Bitcoin. Existe, por supuesto, el uso de Bitcoin u otros criptoactivos como método de pago ampliamente utilizado en todo lo relacionado con actividades ilícitas o prohibidas: ya sea la compra de productos o sustancias en la dark web, el blanqueo de capitales ilícitos o la financiación del terrorismo, por no mencionar, como han vuelto a demostrar noticias recientes, el pago de rescates tras secuestros. Sin embargo, estas situaciones no son exclusivas de los criptoactivos, ya que los delincuentes siguen recurriendo masivamente al efectivo, que, a diferencia de Bitcoin y otros, no es rastreable.

En cuanto a los criptoactivos técnicamente anónimos, es decir, programados para que el nombre del usuario nunca sea reconocido, o incluso las llamadas técnicas de «mezcla» que implican mezclar la dirección de Internet con otras direcciones para evitar que coincida con la ubicación del titular de una dirección de Internet, estos usos deben considerarse, a priori, no éticos.

Los criterios de la doctrina social de la Iglesia

¿Qué podemos aprender de este panorama? Que aquí, como en otros lugares, lo importante no es tanto el bien como el mal, sino el uso que se hace de él. La brújula de cualquier cristiano que invierta en criptoactivos debe ser la de cualquier inversión que cumpla los criterios de la Doctrina Social de la Iglesia a través de la noción del bien común.