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Referencias Bíblicas
• Matthew 17:14-20
• Obispo Robert Barron

 

Amigos, en nuestro Evangelio de hoy, encontramos un niño atormentado por un demonio que los discípulos no pueden curar. Le preguntan entonces a Jesús porque han fallado, y él les responde: “Porque ustedes tienen poca fe. Les aseguro que, si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”.



Bajo cualquier circunstancia, tenemos que rezar con fe. ¿Han notado que Jesús, una y otra vez, antes de obrar un milagro, dice: “¿Tú crees que yo puedo hacer esto?”. Mateo nos dice, en otra parte del Evangelio, que Jesús no pudo obrar muchos milagros porque encontró poca fe entre la gente.



Muchas personas hoy, especialmente en el ministerio de la sanación, parecen capaces de reproducir lo que Jesús realizaba, precisamente por la pureza de su fe. ¿Es parte de nuestro problema hoy que simplemente carecemos de fe? Quizás. Permitimos que nuestro escepticismo se lleve lo mejor de nosotros. Nos da un poco de vergüenza pedirle cosas a Dios, o estamos convencidos que él es una fuerza distante conectada vagamente con nuestras vidas. Pero Dios es mucho más grande que eso.

 

 

León XIV, el camino desarmado y desarmante

Publicamos el prefacio del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin para el libro sobre el inicio del pontificado del primer Papa estadounidense y religioso agustino, escrito por el periodista Antonio Preziosi para Ediciones San Pablo

 

 

Pietro Parolin

Desde el «Habemus Papam» del 8 de mayo hasta la visita al Santuario de la Madre del Buen Consejo en Genazzano, con una reflexión sobre los primeros momentos del pontificado del Papa Prevost: estos son los pasajes del libro «Leone XIV – La via disarmata e disarming» (San Paolo, 190 págs., 15,00 €), escrito por Antonio Preziosi, periodista, ensayista y escritor. Compuesto por 17 capítulos y cuatro apéndices, el volumen se abre con un prefacio del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, cuyo texto publicamos a continuación.

Hay un pasaje en el Evangelio de Juan que expresa bien lo que sucedió en el Cónclave que llevó a la elección del Papa León XIV: «No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca; para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se los conceda. Esto les mando: que se amen los unos a los otros» (15,16-17).

Reunidos en la Capilla Sixtina, lejos del ruido del mundo, libres de restricciones externas, los cardenales hemos escuchado al Espíritu Santo para elegir al hombre destinado a guiar la Iglesia universal, el sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. Porque es el Espíritu de Cristo quien, en última instancia, valiéndose de la humanidad de los cardenales electores, eligió al Papa León y lo designó para dar el fruto de amor y paz que el mundo necesita cada vez más. El propio Pontífice lo reiteró desde sus primeras palabras desde la Logia de San Pedro, refiriéndose a la verdadera paz, don del Resucitado, «una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante».

Este libro de Antonio Preziosi nos remonta a los primeros momentos del nuevo pontificado, donde ya se percibe un estilo a la vez firme y amable. Como observé al día siguiente de la elección de León XIV, un largo y cálido aplauso siguió a las palabras con las que el cardenal Robert Francis Prevost aceptó su elección canónica como Sumo Pontífice. Fue un momento intenso, incluso dramático, considerando el peso que recaía sobre los hombros de un hombre. Sin embargo, su rostro, aunque emocionado, irradiaba, sobre todo, serenidad, una sonrisa serena y amable.

Pero el cardenal Prevost siempre ha sido así, y lo he conocido en los últimos dos años, desde que el Papa Francisco lo nombró jefe del Dicasterio para los Obispos. Cumplía sus funciones con escrupulosidad y dedicación, y siempre estaba bien informado sobre las personas y las situaciones. Además, sabía abordar todo con calma y reflexión, ofreciendo soluciones equilibradas y respetuosas que demostraban atención y amor por todos.

León XIV es agustino, hijo del gran Padre y Doctor de la Iglesia, san Agustín. Lo citó varias veces en los primeros días de su pontificado. Su primera referencia fue la famosa frase: «Con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo». Así, León demostró de inmediato su profunda humanidad y el espíritu de servicio con el que pretende ejercer su cargo. Siguió al papa Francisco, a quien, como era de esperar, agradeció de inmediato, extendiendo con su primera bendición la impartida unos días antes, con una «voz débil pero siempre valiente», por Bergoglio. Una bendición dirigida a Roma y al mundo entero la mañana del Domingo de Pascua. Una bendición que era también una declaración: «¡Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá!».

Entre las innumerables palabras que nos dejó san Agustín, cito una muy famosa: «Ama y haz lo que quieras». Es la síntesis del Evangelio, de la vida cristiana, el precepto que engloba todos los demás, el que Jesús nos pide y que el Papa León nos recordó desde el principio: el Señor nos ama y nos pide que amemos a todos como él nos ha amado. No debemos olvidar la continuación de la famosa frase de Agustín, tomada de la séptima homilía sobre la Primera Carta de Juan. Él explicita su contundente afirmación y la aplica a nuestra vida concreta: «Si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; que la raíz del amor esté en ti, porque de esta raíz solo puede brotar el bien».

Estas páginas de Antonio Preziosi nos ayudan a apreciar el estilo sereno y benévolo, claro y firme, del Papa León XIV. Nos unimos a él en la oración y la obediencia filial. Que bajo su guía, la Iglesia brille cada vez más como testigo del amor de Dios, un amor del que brota todo bien para cada uno de nosotros y para el mundo entero.

 

 

Edith Stein

Teresa Benedicta de la Cruz, Santa

Memoria Litúrgica, 9 de agosto
Por: n/a | Fuente: Vatican.va
Monja Mártir

Martirologio Romano: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia (1942).

Fecha de beatificación: 1 de mayo de 1987 por S.S. Juan Pablo I
Fecha de canonización: 11 de octubre de 1998 por S.S. Juan Pablo II

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.

Breve Biografía


Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. «Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña». Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. «Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar».

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización «Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto». Más tarde escribía: » como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas».

 

 

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. «Retorno al objetivismo». Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: «ahora ya no tengo una vida propia». Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado «summa cum laude» con una tesis «Sobre el problema de la empatía «.

 

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. «Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido». En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: «ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina». ¿Cómo llegó a esta afirmación?

Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.

Con gran sorpresa encontró una creyente. «Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores… Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo». Más tarde escribirá: «lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada».

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: «Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto».

 

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: «Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación». Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila.

La leyó durante toda la noche. «Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad».

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: «mi anhelo por la verdad era ya una oración».
 
En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. «Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios». Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.
 
Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. «Mamá, soy católica». Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: «mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño» (cf. Jn 1, 47).

 

 

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. «Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión… creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas…, creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe «salir de sí mismo», en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir». Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible «practicar la ciencia al servicio de Dios… sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas». Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.

 

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: «Potencia y acción». Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser «instrumento de Dios». «Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él «.

En 1933 la noche se cierne sobre Alemania. «Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío». El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. «Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí «. «Me había convertido en una extranjera en el mundo».

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. «Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella».

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. «¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? » . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. «No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás.

 

Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios». Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

Escribe en 1938: «bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto». El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. «Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios… fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta».

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: «que ya sólo en amar es mi ejercicio «.
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. «Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios «. Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.

«Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo » (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

«Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte… de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo… «.

 

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. «Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea». Ante «la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos…, nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio».

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: «una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)». Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: » La ciencia de la Cruz «.

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: «Ven, vayamos, por nuestro pueblo».
 
Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. «Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así… cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos». El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: «para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios».

 

 
Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a «una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo «.

El milagro para su canonización

Diez años después de la beatificación, en 1997, Teresa Benedicta McCarthy, una pequeña niña de la ciudad de Boston, en Estados Unidos, fue diagnosticada con un grave e irreversible caso de daño hepático luego de consumir una fuerte dosis de medicamentos, se recuperó repentinamente apenas sus padres oraron a Edith Stein.

Este hecho, completamente documentado, fue reconocido oficialmente como un milagro, abriendo así el camino para la canonización.

 

 

¿Cómo nos acercamos a Cristo?

Santo Evangelio según San Mateo 17, 14-20.

 

Sábado 18ª semana de Tiempo Ordinario
Por: H. Jose Torres, L.C.
Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor aumenta mi fe.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20

En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo».

Entonces Jesús exclamó: «¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho». Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.

Después al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?». Les respondió Jesús: «Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

 

En el Evangelio de hoy podemos ver que Jesús nos propone reflexionar cómo es nuestra fe, cómo nos situamos delante de las adversidades que se nos plantean en el día a día, hoy nos ponemos en las manos misericordiosas de nuestro Padre celestial para entregar todo, dejar todo en sus manos y ser como niños que son conducidos por sus padres para no perderse; así tenemos que ser nosotros tomar la mano del Señor y dejarnos que nos lleve.

Señor te compasión de mi hijo dice le hombre en el Evangelio, él se arrodilla reconoce la realeza de Jesús, implora delante del Rey de reyes, sabe que la misericordia brota del corazón amoroso del Cristo salvador, pero nosotros… ¿Cómo nos acércanos a Cristo?¿Sabemos arrodillarnos ante el Rey y soberano de nuestras vidas?

Hoy busquemos examinarnos en la oración delante del Señor y pedirle que nos aumente la fe, porque somos débiles, y necesitamos de su ayuda porque solos no podemos nada.

El Espíritu infunde audacia en el corazón de los creyentes; da a nuestra vida y a nuestro testimonio cristiano la fuerza del convencimiento y de la persuasión; nos anima a vencer la incredulidad hacia Dios y la indiferencia hacia los hermanos. La Virgen María nos haga cada vez más conscientes de nuestra necesidad del Señor y de su Espíritu; nos obtenga una fe fuerte, plena de amor, y un amor que sabe hacerse súplica, súplica valiente a Dios.
(Ángelus de S.S. Francisco, 20 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En algún momento del día, rezare con mucha fe, una oración pidiendo por el aumento de las vocaciones misioneras.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Conoce a san John Henry Newman el nuevo Doctor de la Iglesia

Su santidad León XIV ha nombrado a un nuevo Doctor de la Iglesia Católica: san John Henry Newman. Un experto nos explica las hazañas de este gran cardenal

 

El cardenal san John Henry Newman, es ahora el nuevo Doctor de la Iglesia Católica, a solo seis años de su canonización. Este hombre británico se ha convertido en un faro de luz para vivir en plenitud y no solo sobrevivir. 

El pasado 31 de julio, el sumo pontífice León XIV, dio a conocer el dictamen favorable para incorporar a este gran e intelectual santo a los Doctores de la Iglesia. Cabe destacar que existían 36 doctores, entre ellos 4 santas y 32 santos; ahora, con este nuevo nombramiento, la lista ascenderá a 37. 

Conociendo a un hombre auténtico y con pasión

Adrián Aguilera, director y fundador de The Newman Society, compartió para Aleteia la importancia de la figura del cardenal Newman y explicó que su vida nos recuerda a la sociedad actual la tarea que nadie puede sustituir: construir nuestra propia existencia. 

 

«Newman eligió el camino de la sinceridad y de la honradez, que es siempre el de la humildad de quien está dispuesto a dejarse decir algo por la realidad y por la historia. Desde joven decidió tomar en serio a Dios, con radicalidad y sin regateos, también cuando la coherencia suponía dar pasos que él mismo no había previsto y perder cosas a las que amaba». 

 

San John Henry decidió seguir e imitar a Cristo a la edad de 45 años, por lo que su conversión es un testimonio vivo del amor de Cristo y de esperanza.

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¿Por qué el cardenal Newman aspira a ser Doctor de la Iglesia?

 

Adrián Aguilera experto y gran devoto de este santo cardenal, nos explica los momentos clave de Newman que lo llevaron a la lista de los santos Doctores.

«Los motivos son varios: la genialidad de sus intuiciones, la profundidad y amplitud de su producción teológica, abriendo nuevos caminos para comprender y exponer la verdad de siempre, la profunda influencia de su figura y mensaje no solo en la conversión de tantas personas, sino también en la teología y en el Magisterio actuales». 

Continúo, «en un mundo tan dividido, Newman sigue siendo un faro potente que nos ilumina y ofrece un modelo de diálogo: entre la fe y la razón, la Tradición y la actualidad, la autoridad y los carismas». 
El experto explicó también que el cardenal Newman puede ayudarnos en este siglo XXI ante los fuertes desafíos que enfrentamos como sociedad: el relativismo, el subjetivismo, el positivismo.

Sus hazañas, aplicadas por los papas a lo largo de la historia

John Henry fue un hombre que evangelizó con su testimonio, y ahora sus enseñanzas se han transmitido a lo largo del tiempo, siendo objeto de estudio por los sumos pontífices. 

Adrián resume puntualmente cómo los papas lo han visto como una figura de formación. 

«Newman es uno de los personajes más citados por el magisterio de los últimos Papas. Pues se le considera ‘el Padre ausente del Concilio Vaticano II’ debido a la profunda influencia de sus ideas en este importante acontecimiento eclesial». 

Por otro lado, «san Pío X, había leído sus escritos, especialmente los Sermones, lo consideraba ‘el orgullo de la Iglesia universal'». No todo termina ahí, ya que Pío XII estaba convencido de que algún día sería contado entre los santos Doctores:

«No lo dude usted —dijo el Papa en un diálogo con el filósofo Jean Guitton— Newman será un día Doctor de la Iglesia”. El Papa Pablo VI, que alimentaba la ilusión de canonizar a Newman durante el año de la fe de 1967, hablaba de él como alguien a quien la fidelidad a la conciencia había impulsado a un testimonio análogo al martirio, “por amor a la Verdad renunció a lo que es tan valioso como la vida misma».

 

 

Finalmente, Adrián continuó exponiendo cómo los últimos papas han hablado del enorme ejemplo de este santo, como san Juan Pablo II quien consideraba a Newman como un “guía seguro y elocuente en medio de nuestra perplejidad”. 

Llegando hasta Benedicto XVI, quien ha sido uno de los papas que más ha citado y estudiado a san John Henry. En una ocasión aseguró: «Durante mucho tiempo Newman ha ejercido una importante influencia en mi vida y pensamiento… Es uno de los ingleses más grandes de los tiempos recientes, insigne teólogo y hombre de Iglesia, que merece ser considerado por todos…».

 

 

¿Qué hay sobre el Magisterio de la Iglesia Católica?

Parte de las hazañas que han marcado a la iglesia y que ha asumido el Magisterio, forman parte de las ideas del cardenal Newman, tales como: 

La vocación y misión de los laicos; la doctrina sobre la conciencia, su dignidad y obligaciones; el desarrollo en la comprensión de la doctrina cristiana; el carácter razonable del acto de fe; el papel de la Bienaventurada Virgen María en la historia de la salvación; el carácter insustituible de la educación cristiana; el papel de las universidades católicas, etc.

 

 

Definitivamente, san John Henry Newman es un santo en quien debemos poner nuestra mirada como sociedad. 

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