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Referencias Bíblicas
• John 6:60-69
• Obispo Robert Barron

 

Amigos, el Evangelio de hoy nos dice que muchos discípulos dejaron al Señor por haber dicho que no tendrían vida a menos que comieran su carne y bebieran su sangre.



¿Por qué es que el don de la Eucaristía ha sido, desde el principio, fuente de disputas? ¿Por qué es que desde el tiempo de Jesús hasta nuestros días hemos estado en medio de contiendas por ello? ¿No debería ser la base de nuestra unidad y alegría más profunda? En realidad, sí. Pero no podemos pasar por alto el hecho de que siempre se ha causado divisiones, tal como Jesús mismo causó división en la gente: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”.



Cuando escucharon a Jesús exponer esta enseñanza en todo su poder, muchos de ellos lo abandonaron. De hecho, tantos se fueron que Jesús les preguntó a los discípulos: 

“¿También ustedes quieren irse?” Uno tiene la sensación de que toda la Iglesia, todo el proyecto cristiano, estaba en juego.

Qué maravilloso lo que Pedro responde, tal como lo hizo en los Evangelios sinópticos a otra de las preguntas de Jesús: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Esa es la gran respuesta católica, el punto de articulación, y punto cardinal.

 

 

Juan de Ávila, Santo

Memoria Litúrgica, 10 de mayo

Por: P. Ángel Amo
Fuente: Catholic.net
Doctor de la Iglesia
Patrono del clero secular español

Martirologio Romano: Memoria de san Juan de Ávila, presbítero, que falleció en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la región de la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más importante de su doctrina espiritual. († 1569)

Fecha de beatificación: 4 de abril de 1894 por el Papa León XIII.
Fecha de canonización: 1 de junio de 1970 por el Papa Pablo VI

Breve Biografía

Nacido en Almodóvar del Campo, Ciudad Real (España), el 6 de enero de 1499 ó 1500. El año 1513 fue a estudiar leyes a Salamanca.

Regresó a casa después de cuatro años y, aconsejado por un franciscano, estudió filosofía y teología. Al poco tiempo murieron sus padres. Fue ordenado sacerdote el año 1526. A su primera misa asistieron doce pobres que comieron a su mesa. El padre Juan de Ávila repartió sus bienes a los pobres y se entregó a la oración y a la enseñanza del catecismo.


El año 1535, llamado por el obispo, marchó a Córdoba donde conoció a fray Luis de Granada. Allí organizó predicaciones por los pueblos obteniendo muchas conversiones de personas importantes. Dedicó también mucho tiempo al clero para quien fundó centros de estudios como los colegios de San Pelagio y de la Asunción. Al año siguiente, se desplazó a Granada a donde fue llamado para ayudar al arzobispo Gaspar de Ávalos en la fundación de la universidad. En esa ciudad tuvo lugar la conversión de san Juan de Dios, quien después de haber escuchado la predicación del padre Juan de Ávila decidió dedicar su vida a los pobres, enfermos y menesterosos.

 

 

El grupo sacerdotal de Juan de Ávila se formó en Granada hacia el año 1537. Los sacerdotes operarios, que se dedicaban a la predicación, vivían en comunidad, bajo la obediencia del maestro Ávila. Él les aconsejaba robustecer su vida interior: recibir frecuentemente la confesión y comunión, hacer dos horas de oración de mañana y tarde, y estudiar el Nuevo Testamento.

Juan acudió a Baeza (Jaén) en 1539, donde ayudó en la fundación de la Universidad, quizá su fundación más célebre. En todas las ciudades por donde pasaba, Juan de Ávila procuraba dejar la fundación de algún colegio o centro de estudios para sacerdotes: tres colegios mayores o universidades y once colegios.

 

Desde 1551 comenzó a sentirse enfermo. Las molestias de su enfermedad le obligaron a residir en Montilla hasta su muerte. Su retiro le dio la posibilidad de escribir con calma sus cartas y preparar mejor sus sermones y tratados. Las cartas de Juan de Ávila llegaban a todo rincón de España e incluso de Roma. De todas partes le pedían consejo obispos, personas de gobierno, sacerdotes y seminaristas, discípulos, conversos, personas humildes, enfermos, religiosos y religiosas. Estuvo relacionado con grandes santos del siglo de oro español: Juan de Dios, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Jesús. Esta última le dio a examinar el libro de su vida.

Una de las virtudes principales del padre Juan de Ávila fue su gran amor a la Eucaristía. Ya enfermo, quiso ir a celebrar misa a una ermita, pero por el camino se sintió imposibilitado. Entonces, el Señor se le apareció, en figura de peregrino, y le animó a llegar hasta la meta. En una de las últimas ocasiones en que celebró la misa le habló el crucifijo: “Perdonados te son tus pecados”.


Murió el 10 de mayo de 1569. Santa Teresa, al enterarse de la muerte de Juan de Ávila, se puso a llorar. Cuando le preguntaron por qué lloraba, respondió: “Lloro porque la Iglesia de Dios pierde pierde a una gran columna”. Fue beatificado el 4 de abril de 1894 por el papa León XIII. Pío XII lo declaró Patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946, y el papa Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970.

El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.

 

 

Creyó pues había experimentado su amor

Evangelio según San Juan 6, 60-69.

III Sábado de Pascua
Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC |
Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor… ¿A quién iríamos? …

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: «Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?».

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo:

«¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren dejarme?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor.

 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Quisiera ser parte en esta escena. Quisiera escuchar atentamente tu mensaje.

Me encuentro con alguien que me dice «el que coma de mi carne y beba de mi sangre tendrá vida eterna». Diciéndolo no como una metáfora sino como una realidad…,como una verdad.

Veo la Eucaristía, tan simple, tan sola, tan expuesta y me dices que ahí estás; que cuando comulgo es de verdad que entras todo Tú, pues quieres regalarme la eternidad. No como una metáfora, siempre como una realidad… como una verdad.

No me parece tan difícil de entender la actitud de algunos de tus discípulos pues es un mensaje duro; comprendo a quienes dudaron pues muchas veces a mí no me es fácil creer.

 

Por otro lado tampoco me parece tan difícil de entender la actitud de Pedro. Espontáneamente sale de su corazón la pregunta «¿a quién iríamos?» Es una pregunta que no quiere decir que haya entendido por completo; no quiere decir que le haya sido fácil; no quiere decir que no le quedaban dudas. Quiere decir que era tanto el amor que había experimentado de Jesús que ante aquel mensaje… creyó.

Creyó no como un acto que entorpecía su inteligencia sino como acto que es iluminado por el don de la fe, que si no fuera por querer del Padre, no la tendría. Creyó como alguien que vive bajo el hermoso misterio de un Dios que quiere estar con su criatura de una manera tan íntima… tan profunda.

Le fue dada la gracia y decidió creer. Creyó no porque no le quedaba opción; no porque fuera algo irracional; no porque fuera fácil… Creyó pues había experimentado su amor.

«La verdadera causa de la incomprensión de sus palabras es la falta de fe: «hay entre ustedes algunos que no creen», dice Jesús. En efecto, desde ese momento, dice el Evangelio, «muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo». Ante estas defecciones, Jesús no hace descuentos y no atenúa sus palabras, aún más obliga a realizar una opción precisa: o estar con Él o separarse de Él, y dice a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?»
[…] El problema de fondo no es ir y abandonar la obra emprendida, sino a quién ir. De esa pregunta de Pedro, nosotros comprendemos que la fidelidad a Dios es cuestión de fidelidad a una persona, con la cual nos unimos para caminar juntos por el mismo camino. Y esta persona es Jesús. Todo lo que tenemos en el mundo no sacia nuestra hambre de infinito. ¡Tenemos necesidad de Jesús, de estar con Él, de alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna!»
(Ángelus de S.S. Francisco, 23 de agosto de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dedicaré un momento del día para hacer una visita a la Eucaristía, pidiendo la gracia del incremento de la esperanza y la fe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

El primer día de León XIV, siguiendo los pasos de sus predecesores

Durante las primeras 24 horas de su pontificado, León XIV dejó la impresión de un Papa capaz de poner en diálogo los ricos legados de sus predecesores Francisco, pero también Benedicto XVI y Juan Pablo II. I.MEDIA narra los primeros pasos del pontífice

 

 

El jueves, poco después de las 19.00 horas, el Papa León XIV entró en la logia central de la Basílica de San Pedro, donde pronunció su primer discurso ante más de 100 mil personas. En cuestión de momentos, el hombre que una vez fue conocido como el cardenal Robert Francis Prevost se convirtió, para el mundo, en el jefe de la Iglesia Católica bajo un nuevo nombre. Una elección que parece un programa, siendo León XIII el Papa que llevó a la Iglesia al siglo XX y formuló su «doctrina social».

Las palabras iniciales del Papa León XIV, «La paz sea con todos vosotros», resuenan en la plaza. En su discurso, el Papa retomó los grandes temas del pontificado de Francisco – la sinodalidad, la inclusión, la prioridad por los pobres – sin olvidar rendir un emotivo homenaje a quien, menos de veinte días antes, bendecía a los fieles en esta misma plaza. «Tiene un conocimiento profundo de quién es el Papa Francisco», confió al día siguiente el cardenal Christophe Pierre, nuncio en Estados Unidos.

En menos de veinte minutos, emergen los primeros rasgos generales de una nueva personalidad, en muchos aspectos diferente a la de su predecesora. Su discurso, largo y rico en citas evangélicas, parecía más una homilía que los cálidos y espontáneos saludos del pontífice argentino en 2013.

 

 

A diferencia de Juan Pablo II y Benedicto XVI, León XIV se negó a usar los zapatos rojos de los papas, manteniendo unos sencillos zapatos negros como Francisco. Pero su elección de llevar, como los dos primeros, la muceta roja, una cruz pectoral dorada y un roquete no pasa desapercibida. Francisco, al ser elegido, vestía solo su sotana blanca y solo colocó sobre sus hombros la antigua estola de los santos Pedro y Pablo para la bendición final, mientras que su sucesor la usó durante toda su aparición.

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Un regreso inesperado a casa

Pero ya estaba anocheciendo y León XIV regresó a la residencia de Santa Marta con los demás cardenales para compartir la tradicional comida de fin de cónclave. “Una cena agradable, distendida y agradable”, informa el cardenal François Bustillo, obispo de Córcega. En el menú, como era de esperar, hay cocina italiana. El cardenal Jean-Paul Vesco también testimonia un ambiente «muy alegre y muy luminoso». En la mesa, los cardenales reflexionan sobre las 24 horas esenciales que acaban de vivir y que les han permitido encontrar entre ellos al 267º Papa de la historia.

Más tarde esa noche, León XIV decidió no permanecer en la habitación que ocupaba durante el cónclave. Se dirige al Palacio del Santo Oficio, a unos cientos de metros de distancia, donde se había instalado solo siete semanas antes. Francisco permaneció en Santa Marta y no se fue jamás, abandonando los aposentos papales. Por el momento, nadie sabe qué decidirá León XIV.

En el Santo Oficio donde reside, Sor Nathalie Becquart se sorprende al ver llegar al Papa. El nuevo pontífice es recibido en el patio del palacio por un grupo de residentes y algunos visitantes adinerados, que no pueden creer lo que ven. El Papa estrecha la mano, que algunos fieles besan con deferencia, un gesto que no gustó mucho a Francisco, pero que no parece molestar a su sucesor. Intercambia algunas palabras en italiano, luego en español con peregrinos de México y se toma algunos selfies. «No es habitual encontrar a un Papa en su edificio», dice la hermana Becquart, muy feliz de haber podido saludarlo y felicitarlo.

Una joven italiana ofreció una Biblia al nuevo Papa para que la dedicara, y León XIV aceptó, tomándose incluso el tiempo de escribir una pequeña nota personalizada. Pero a la hora de firmar, se corrigió con humor, explicando que no debía utilizar «el antiguo que ya no se usa», antes de preguntar con picardía a la asamblea: «¿Qué día es hoy?», provocando muchas risas.

Después de saludar y bendecir a todos, el pontífice regresó a su apartamento privado para pasar la noche. Su puerta quedó bajo la protección de la Guardia Suiza, el pequeño ejército encargado específicamente de velar por el pontífice.

Un nuevo estilo

A la mañana siguiente, el cambio de escenario fue total: el Papa celebró su primera misa oficial en la Capilla Sixtina, en presencia de los cardenales. También aquí se examina con atención la elección de los ornamentos litúrgicos, porque, como Francisco, ha elegido llevar la regla de Benedicto XVI. El argentino, sin embargo, había abandonado el del Papa alemán por otro, hecho especialmente para él, pero que León XIV no eligió.

Pero más que este detalle, es el estilo adoptado por el pontífice nacido en Chicago en su homilía lo que parece distinguirlo del de Francisco. En 2013, este último propuso una especie de “homilía típica” de su pontificado: construida en tres partes, muy didáctica, rica de frases fuertes y citas literarias. Y a menudo dejaba que su texto improvisara, como hizo a lo largo de todo su pontificado.

León XIV también se permitió improvisar al comienzo de su discurso. En inglés, como para compensar el descuido del día anterior, cuando saludó a la Plaza de San Pedro en italiano y español. Pero luego el Papa lee fielmente toda su homilía en italiano, desde el principio hasta el final. Su texto, estructurado en torno a una gran línea de reflexión, recuerda las inspiraciones espirituales de Juan Pablo II. Y la densidad teológica de sus intervenciones recuerda a la de Benedicto XVI, señalan varios observadores.

 

 

Luego de la misa, celebrada sobriamente en latín, el Papa peruano-americano regresó a la residencia de Santa Marta para otra comida en presencia de los cardenales. Marc Leboucher, un editor francés invitado a almorzar por el cardenal Barbarin, dijo a I.MEDIA que el menú incluía pescado – los viernes es la norma – pero sobre todo, pudo saludar al nuevo Papa. Este último, circulando entre las mesas, vino a intercambiar algunas palabras con las personas presentes en el comedor donde Francisco compartió sus comidas con los huéspedes del lugar durante tantos años.

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