Matthew 9:9-13
Amigos, el Evangelio de hoy es la simple pero también magnífica historia sobre la conversión de Mateo. Los animo a leerla y meditarla durante la semana, porque es acerca de nosotros. La Biblia menciona que Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. El llamado de Jesús intenta llegar a nuestra mente, y luego de pasar por ella, llegar a nuestro cuerpo, y luego de pasar el cuerpo, adentrarse en nuestra vida, en todas nuestras decisiones prácticas.
Y entonces escuchamos que Mateo “se levantó y lo siguió”. El verbo griego que se emplea aquí es el mismo usado en la descripción de la resurrección de Jesús de entre los muertos: Mateo se levantó. Conversión significa transición a una vida superior, un elevarse sobre las preocupaciones de las cosas del mundo y reorientarse hacia las cosas de Dios.
Después escuchamos lo que pasó luego de la conversión de Mateo: “Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos”. Esto molesta profundamente a los fariseos, quienes preguntan a los discípulos: “¿Por qué su maestro come con publicanos y pecadores?”. La respuesta es que Jesús ama a los pecadores; él no requiere perfección antes de acercarse a una persona.
Isabel de Portugal, Santa
Memoria Litúrgica, 4 de julio
Por: n/a | Fuente: Corazones.org
Reina de Portugal y Terciaria Franciscana.
Martirologio Romano: Santa Isabel, reina de Portugal, admirable por su desvelo en conseguir que reyes enfrentados hiciesen las paces y por su caridad en favor de los pobres. Muerto su esposo, el rey Dionisio, abrazó la vida religiosa en el monasterio de monjas de la Tercera Orden de las Clarisas de Estremoz, en Portugal, que ella misma había fundado, y en el cual murió cuando se esforzaba por conseguir la reconciliación entre un hijo y un nieto suyos que estaban enfrentados († 1336).
Etimológicamente: Isabel = «Promesa de Dios», viene de la lengua hebrea
Breve Biografía
Nacida en Aragón, España en 1271, santa Isabel es la hija del rey Pedro III de ese reino y nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le pusieron Isabel en honor a su tía abuela, Santa Isabel de Hungría.
Su formación fue formidable y ya desde muy pequeña tenía una notable piedad. Le enseñaron que, para ser verdaderamente buena debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y caprichos. Conocía desde pequeña la frase: «Tanta mayor libertad de espíritu tendrás cuando menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas». Se esmeró por ordenar su vida en el amor a Dios y al prójimo, disciplinando sus hábitos de vida. No comía nada entre horas .
La casaron cuando tenía 12 años con el rey Dionisio de Portugal. Esta fue la gran cruz de Santa Isabel ya que era un hombre de poca moral, siendo violento e infiel.
Pero ella supo llevar heroicamente esta prueba. Oraba y hacía sacrificios por el. Lo trataba siempre con bondad. Tuvo dos hijos: Alfonso, futuro rey de Portugal y Constancia, futura reina de Castilla. Santa Isabel llegó hasta educar los hijos naturales de su esposo con otras mujeres.
El rey por su parte la admiraba y le permitía hasta cierto punto su vida de cristiana auténtica. Ella se levantaba muy temprano y leía 6 salmos, asistía a la Santa Misa y se dedicaba a regir las labores del palacio. En su tiempo libre se reunía con otras damas para confeccionar ropas para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos.
Hizo construir albergues, un hospital para los pobres, una escuela gratuita, una casa para mujeres arrepentidas de la mala vida y un hospicio para niños abandonados. También construyó conventos y otras obras para el bien del pueblo. Prestaba sus bellos vestidos y hasta una corona para la boda de jóvenes pobres.
Santa Isabel frecuentemente distribuía Monedas del Tesoro Real a los pobres para que pudieran comprar el pan de cada día. En una ocasión, el Rey Dionisio, sospechando de sus actos, comenzó a espiarla. Cuando la Reina comenzó a distribuir monedas entre los pobre, el rey lo observó y enfurecido fue a reclamarle. Pero el Señor intervino, de manera que, cuando el rey le ordenó que le enseñara lo que estaba dando a los pobres, las monedas de oro se convirtieron en rosas.
Forjadora de la paz
El hijo de Isabel, Alfonso, tenía como su padre un carácter violento. Se llenaba de ira por la preferencia que su padre demostraba por sus hijos naturales. En dos ocasiones promovió la guerra civil contra su padre. Isabel hizo todo lo posible por la reconciliación. En una ocasión se fue en peregrinación hasta Santarém lugar del Milagro Eucarístico, y vestida de penitente imploró al Señor por la paz.
Llegó hasta presentarse en el campo de batalla y, cuando los ejércitos de su esposo y su hijo se disponían a la guerra, la reina se arrodillaba entre ellos y de rodillas ante su esposo e hijo, les pedía que se reconciliasen.
Se conservan algunas de sus cartas las cuales reflejan el calibre evangélico y la audacia de nuestra santa.
A su esposo: «Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes de que ellos disparen contra los seguidores de su padre».
A su hijo: «Por Santa María Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor recuerda que tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo, y como súbito con el rey».
Consiguió la paz en mas de una ocasión y su esposo murió arrepentido, sin duda por las oraciones de su santa esposa.
Entra en el convento de las Clarisas después de enviudar
Por el amor tan grande que Santa Isabel le tenía a la Eucaristía, se dedicó a estudiar la vida de los santos mas notables por su amor a la Eucaristía, en especial Santa Clara. Después de enviudar, Santa Isabel se despojó de todas sus riquezas. Emprendió un peregrinaje a Santiago de Compostela, donde le entregó la corona al Arzobispo para recibir el hábito de las Clarisas como terciaria. El Arzobispo fue tan movido por este acto de la santa, que el le entregó su callado pastoral para que la ayudara en su regreso a Portugal.
Vivió los últimos años en el convento, dedicada a la adoración Eucarística.
Cuando estalló la guerra entre su hijo y su yerno, el rey de Castilla, Santa Isabel, a pesar de su ancianidad, emprendió un largísimo viaje por caminos muy peligrosos y logró la paz. Sin embargo el viaje le costó la vida. Al sentir próxima la muerte pidió que la llevasen al convento de las Clarisas que ella misma había fundado. Allí murió invocando a la Virgen Santísima el 4 de julio de 1336.
Dios bendijo su sepulcro con milagros. Su cuerpo se puede venerar en el convento de las Clarisas en Coimbra.
Fue canonizada en 1625.
Santa Isabel de Portugal, ruega por la paz en nuestros países.
Es patrona de los territorios en guerra.
Cristo toca lo más profundo de mi ser
Santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13. Nuestra Señora del Refugio
Por: Balam Q. Loza LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ¿qué hay en tu mirada? Al ver tus ojos y darme cuenta que detrás de ellos hay un corazón que me ama profundamente, ¿cómo me voy a quedar indiferente? Busco ese amor. Te busco a ti. Y hoy te he encontrado en mi camino. Háblame, Jesús, dime lo que quieras. Tu palabra es espíritu de vida. Dame de esa agua. Sacia mi corazón con la luz de tu palabra.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
San Mateo escuchó la voz del Señor. No era una voz cualquiera, era una palabra que tocaba lo más profundo de su ser. En ese momento Mateo recordó toda su vida. ¿De qué le había servido todo el dinero que tenía en su mesa? De nada. Había buscado por todas partes algo que saciara su sed.
Y un día rutinario un hombre se le pone delante. Un hombre, llamado Jesús, lo mira. Lo ama. Un hombre que condena el pecado pero nunca al pecador. Un hombre que había ido en busca de la oveja que se la había perdido.
Hoy vengo a ti, Jesús. O mejor, Tú me has salido al encuentro. Me has mirado. Has tocado lo profundo de mi ser, aquello que pocos conocen y me has amado. Has dado tu vida por mí y hoy me llamas a trabajar a tu lado.
Estaba descalzo. No tenía ni una moneda en mis bolsillos. Mi estómago vacío. Mi alma en pecado. No merecía llamarme hijo tuyo. Ni siquiera podía mirarte a los ojos sin darme cuenta de mi miseria y de tu gran amor. No me reprochas nada. No me dices ni una palabra negativa. No me dejas hablar. Tu corazón está lleno de gozo y vienes a mi casa. Hoy veo mi vida pasada. Pienso en los momentos difíciles y en los momentos de alegría. Y veo una hermosa historia de amor. Me doy cuenta de que Tú no sólo me llamas sino que siempre has estado a mi lado.
«Jesús lo miró. Qué fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo hizo; qué fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo. Sabemos que Mateo era un publicano, es decir, recaudaba impuestos de los judíos para dárselos a los romanos. Los publicanos eran mal vistos, incluso considerados pecadores, y por eso vivían apartados y despreciados de los demás. Con ellos no se podía comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacaban a su gente para dárselo a otros. Los publicanos pertenecían a esta categoría social. Y Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida».
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Jesús, te ofrezco ser misericordioso así como Tú lo eres conmigo. No voy a pensar mal de nadie. Si me viene un comentario negativo de alguien me dominaré; no lo diré y buscaré decir cosas positivas de él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Nuestra Señora de Laus, “Refugio de los Pecadores”
H2O Studio – publicado el 19/11/19
María invita a la conversión y al reconocimiento de la misericordia de DiosNuestra Señora de Laus, ubicada en los Alpes franceses, es un santuario particular, porque María, durante los 54 años en que se apareció a Benoite Rencurel, no cesó de llamar a la conversión. Por lo que ha sido llamada “Refugio de los Pecadores”. En mayo de 1664, la joven pastora de 17 años, Benoite, vio a San Mauricio, un gran santo de los Alpes, quien le anunció que pronto vería a la Virgen María en un valle cercano. Benoite, confiada e inocente, se dirigió con su rebaño de cabras a la gruta “de los hornos”, donde se le apareció María mientras rezaba el rosario.
Las apariciones continuaron durante cuatro meses. María sostenía en sus brazos a su hijo, el Niño Jesús, que vino a traer la reconciliación al mundo. Este fue el mensaje que ella dio a Benoite tiempo después, en un nuevo lugar, la pequeña capilla de la aldea de Laus. El oratorio dedicado a Nuestra Señora del Encuentro, se convirtió rápidamente en una iglesia más grande. María, en efecto, pidió que se construyera un lugar de oración destinado a la conversión de los pecadores, así como una casa para los sacerdotes. Es una invitación a la conversión y al reconocimiento de la misericordia de Dios, porque la misma Benoite designó el lugar como un Refugio de los pecadores. Por tanto, es una invitación a la conversión.
La noticia de las apariciones se esparció rápidamente por toda la región, y los peregrinos acudieron en masa. Hubieron sesenta curaciones milagrosas entre 1664 y 1666 según el abogado Grimaud que estudió la veracidad de los hechos. Estos se producían después de la unción del óleo de la lámpara del santuario, acción realizada por fe, de acuerdo al consejo que la misma Virgen María había dado a Benoite. La primera de estas curaciones, la de Catalina Vial en 1665, constató jurídicamente las apariciones el 18 de septiembre del mismo año. Sin embargo, el carácter sobrenatural de estas apariciones fue reconocido oficialmente sólo el 4 de mayo de 2008.
La pastora, cuyo proceso de beatificación está abierto, nunca pidió una gracia particular, sino más bien pruebas. Durante su vida fue colmada de gracias espirituales y tuvo apariciones hasta su muerte, a los 71 años.
Como miembro de la Tercera Orden Dominicana, Benoite Rancurel continuó su misión de servir a los peregrinos del Santuario de Laus hasta su muerte. Una peregrinación que casi nunca se interrumpió.
Desde su comienzo en el siglo XVII, las peregrinaciones, que se interrumpieron sólo durante el periodo de la revolución, continúan hasta ahora. El llamado a la conversión, que es el corazón del mensaje de María a Benoite, se experimenta a través de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. Las enseñanzas de María a Benoite siguen siendo válidas hoy: uno no se convierte de verdad, si no está animado por la dulzura de la misericordia.
En el santuario de Laus, la presencia materna de María, “Refugio de los Pecadores”, actúa en este aspecto, con una fuerza evidente.
Oración
Reina de Laus, amable y tierna Madre,Escucha nuestros pedidos piadosos.Tu Hijo siempre complace tu ruego. ¡Oh! tú siempre complaces a tus hijos. Sin cansarte, Oh, Virgen purísima, desde lo alto del cielo vela sobre nuestro corazón. No permitas que la mínima mancha pueda opacar la blancura celestial. Sé nuestro apoyo, Virgen omnipotente. En la virtud, guía nuestros pasos débiles. Si nos deslizamos, Madre compasiva, con bondad recíbenos en tus brazos. ¡Ah! danos un refugio bajo tus alas, cuando la tormenta estalla con furia, perdónanos las angustias crueles. Los negros remordimientos que perturban al pecador. ¡Ah! déjanos hasta la última hora dormir en paz en tu seno maternal.Y que al despertar, al abrir los ojos, te veamos en los esplendores del cielo. Nuestra Señora de Laus, Refugio de los Pecadores, ruega por nosotros que recurrimos a ti.
Centre Marie de Nazareth
Santuario de Laus