Referencias Bíblicas
• Luke 6:27-38
Obispo Robert Barron
Amigos, nuestro Evangelio de hoy está tomado del Sermón de la Llanura de Lucas. Es uno de los textos más desconcertantes del Nuevo Testamento.
Habla de amar a nuestros enemigos. No tolerarlos, o vagamente aceptarlos, sino amarlos. Cuando odias a tu enemigo, lo confirmas como tu enemigo.
Pero cuando lo amas en respuesta a su odio, lo confundes y quitas la energía que alimenta su odio.
Hay una forma de artes marciales orientales llamada aikido. La idea del aikido es absorber la energía agresiva de tu oponente, moverse con ella, frustrándolo continuamente, hasta que llega al punto de darse cuenta que luchar es inútil.
Algunos han señalado que hay bastante de esto en la estrategia de Jesús sobre la no violencia y amor al enemigo. Creativamente absorbes la agresión de tu oponente, realmente usándola contra él, para mostrar la inutilidad de la violencia. Entonces, cuando alguien te insulta, envía un cumplido en lugar de un insulto. Cuando alguien conspira contra tí, trabaja para ayudarlo.
El Dulce Nombre de María
Memoria Litúrgica, 12 de septiembre
Por: Jesús Marí Ballester
Fuente: Corazones.org
Origen de la fiesta: Victoria en la batalla de Viena, 1683
En 1682 el Sultán Mehmet IV declaró la guerra y escribió al emperador Leopoldo I: «Primero nosotros le ordenamos a que nos espere en su ciudad de residencia, Viena, para que le podamos decapitar… (…) Nosotros lo exterminaremos a usted y a todos sus seguidores… (…) Los niños y los adultos serán expuestos a las mas atroces torturas antes de ultimarlos en la manera mas ignominiosa imaginable…»
Kara Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de Viena y la sitió el 14 de julio de 1683. El emperador Leopoldo y la mayoría de las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000 civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número de invasores era superior a los defensores, 20:1. Se propusieron destruir sus murallas socavándolas y dinamitándolas. En Septiembre, los defensores estaban sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio.
Juan Sobieski n.1629, coronado rey de Polonia en 1674, bien llamado el «León del Norte» vino al rescate. Partió de Cracovia el 15 de Agosto. En camino las tropas visitaron el santuario de la Virgen de Cñestochowa, patrona de Polonia, se consagraron a ella y Sobieski puso a Polonia bajo su protección. El 6 de Septiembre, los polacos cruñaron el Danubio 30km, N.O. de Viena y se unieron con las fuerñas imperiales y otras que habían respondido a la llamada de formar una Liga Santa de defensa con el respaldo del Papa Inocencio XI. (Luis XIV de Francia no respondió y mas bien aprovechó la oportunidad para atacar ciudades alemanas).
El 11 de Septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les superaban en número (según cálculos de Sobieski, 76,000 vs 300,000), sabían que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de Septiembre, temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios.
La victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa. Sobieski dio todo el crédito por la victoria a Dios. Dijo: «Veni, vidi, Deus vicit». En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de Septiembre.
El Nombre
Ha sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: «Y su nombre era María». El nombre de María, traducido del hebreo «Miriam», significa, Doncella, Señora, Princesa.
Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con «mirra», que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume.
En el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos humedecidas por la mirra. «Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra». «He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura». Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración. «Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra». La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.
La Misión
En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: «Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia». María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.
Con la medida con que midas…
Santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38.
Jueves XXIII del Tiempo Ordinario
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a no defraudarte y a corresponderte buscando la perfección en mi amor, hoy más que ayer.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un «plus» en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos. ¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas antinomias? Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.
«Es darse a sí mismo, dar el corazón, precisamente a los que no nos quieren, que nos hacen mal, a los enemigos. Esta es la novedad del Evangelio. Jesús nos muestra que no hay mérito en amar a quien nos ama, porque eso también lo hacen los pecadores. Los cristianos, sin embargo, estamos llamados a amar a nuestros enemigos. Hacer el bien y prestar sin esperar nada a cambio, sin intereses y la recompensa será grande. El Evangelio es una novedad. Una novedad difícil de llevar adelante. Pero significa ir detrás de Jesús. Y podríamos decir: ‘¡Pero, yo… yo no creo que sea capaz de hacerlo!’ – ‘Si no lo crees, es tu problema, pero el camino cristiano es este. Este es el camino que Jesús nos enseña. ‘¿Y qué debo esperar?’ Ir sobre el camino de Jesús, que es la misericordia; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Solamente con un corazón misericordioso podremos hacer todo aquello que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida auto referencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los otros. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da». (Homilía de S.S. Francisco, 11 de septiembre de 2014).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Transformar los problemas y conflictos del día de hoy en oportunidades para crecer en la confianza en la providencia de Dios.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El Dulce Nombre de María, una fiesta olvidada que retorna tras un atentado
Juan Pablo II volvió a proponerla después de la tragedia de las Torre Gemelas en 2001
La liturgia celebra el 12 de septiembre la fiesta del Dulce Nombre de María, ocho días después del nacimiento de Nuestra Señora.
Sus padres le pusieron por nombre María, que significa, en su forma hebrea Myriam, “Excelsa”, que en su forma antigua aramea vincula al nombre con los vocablos hebreos mir, relacionado con la luz y yam; mar. Luz sobre el mar; de ahí el apelativo latino, recogido por las letanías, Stella Maris; «Estrella del Mar».
También existe otra etimología, también derivada del arameo, pero de una traducción asumida por los Padres de la Iglesia: “Señora”.
Su inicio, en Cuenca
Esta fiesta fue celebrada por primera vez en España, gracias a la diócesis de Cuenca en 1513.
El papa Julio II se la concedió y pronto se extendió a todas las diócesis de España.
Más tarde, en 1683 esta fiesta fue extendida a toda la Iglesia por el papa Inocencio XI, para agradecer a María la victoria de Sobieski, rey de Polonia, contra los turcos, que asediaban a Viena y amenazaban a Occidente.
La intercesión de la Virgen
Alrededor de los años 70 del siglo XX, la fiesta del Dulce Nombre de María desapareció oficialmente del calendario litúrgico (aunque en algunos países como España siguió celebrándose).
Y fue Juan Pablo II que después del atentado de las Torre Gemelas en el 2001 y recordando la intercesión de la Virgen en la victoria del ejército polaco que puso fin al asedio de Viena por los turcos, volvió a proponer la fiesta con su fecha original, que justamente es un día después del fatídico atentado terrorista.
Estas fueron sus palabras en el Ángelus del día 16 de septiembre del 2001 en Frosinone:
“Que la Virgen consuele e infunda esperanza también a cuantos sufren a causa del trágico atentado terrorista, que en los días pasados ha herido profundamente al amado pueblo estadounidense. A todos los hijos de esa gran nación dirijo, también ahora, mi pensamiento acongojado y partícipe. Que María acoja a los difuntos, consuele a los supervivientes, sostenga a las familias particularmente probadas y ayude a todos a no ceder a la tentación del odio y de la violencia, sino a comprometerse al servicio de la justicia y la paz”.
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