Matthew 2:19-23
Amigos, en esta fiesta de la Sagrada Familia el Evangelio nos presenta la huida de José y María a Egipto, con su misión de proteger al niño Jesús. Esta historia da pie para decir algo acerca de la misión de la familia cristiana.
La familia es, sobre todo, el lugar en el que padres e hijos pueden discernir su misión. Y tiene mucho sentido, por supuesto, si dentro de la familia se cultivan vínculos profundos y emociones ricas, pero esas relaciones y pasiones deben ceder ante algo que está más centrado en los espiritual.
Una prioridad bíblica de valores nos ayuda a ver qué es lo que generalmente falla en las familias. Cuando algo más que la misión es lo dominante – como por ejemplo el logro atlético de un hijo, el éxito de una hija en la universidad, etc. – las relaciones familiares se vuelven tensas. La paradoja es esta: precisamente en la medida en que cada uno de los miembros de la familia se centren en el llamado de Dios para cada uno de ellos, la familia se vuelve más cariñosa y en paz. Juan Pablo II resumió esto admirablemente cuando habló de la familia como una ecclesiola (iglesia pequeña). En el mejor de los casos, él asume, que la familia es un lugar donde se ora a Dios y donde discernir de la misión de Dios para cada uno es de suma importancia.
María, José, Jesús: la Sagrada Familia de Nazaret que representa una respuesta coral a la voluntad del Padre: los tres miembros de esta familia se ayudan mutuamente a descubrir el plan de Dios. Rezaban, trabajaban, se comunicaban. Y yo me pregunto: ¿tú, en tu familia, sabes cómo comunicarte o eres como esos chicos que en la mesa, cada uno con un teléfono móvil, están chateando? En esa mesa parece que hay un silencio como si estuvieran en misa… Pero no se comunican entre ellos. Debemos reanudar el diálogo en la familia: padres, madres, hijos, abuelos y hermanos deben comunicarse entre sí… Es una tarea que hay que hacer hoy, precisamente en el Día de la Sagrada Familia. Que la Sagrada Familia sea un modelo para nuestras familias, para que padres e hijos se apoyen mutuamente en la fidelidad al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia. (Angelus, 29 diciembre 2019)
Sagrada Familia de Nazaret
Fiesta Litúrgica
Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos.
Esta festividad se celebra el domingo que cae entre la Octava de Navidad (25 de diciembre al 1 de enero), o el 30 de diciembre, si no hay un domingo entre estos dos días. En 2018 coincide que el domingo entre la octava de Navidad es el día 30 de diciembre.
En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.
Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.
¿Cómo era la Sagrada Familia?
María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.
José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.
María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.
Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.
¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.
Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.
La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.
“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).
El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.
Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.
Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.
Oración
“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)
“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”
“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”
“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”
Los sueños y el plan de Dios
Santo Evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23. La Sagrada Familia
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que uno de los frutos espirituales de esta Navidad sea el que te preguntemos de corazón: «Señor, ¿qué quieres de mí?».
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo Mt 2,13-15.19-23
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: «Desde Egipto llamé a mi hijo». Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: «Será llamado Nazareno». Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Navidad. ¡Cómo ha cambiado el espíritu navideño! De una generación a otra cambian las costumbres, las vivencias familiares y hasta el modo de celebrar el 25 de diciembre. San José, el hombre del silencio y al mismo tiempo el custodio de esa primera Navidad, hoy nos ofrece una lección donde hasta los sueños están impregnados del querer de Dios. ¿Qué nos quiere decir hoy San José, en medio del espíritu navideño?
A lo largo del tiempo, los sueños siempre han sido un misterio. Hay explicaciones científicas, naturales, psicológicas sobre nuestros sueños. Quizá hemos escuchado de alguien, o incluso nosotros mismos, preguntas sobre qué querrá decir un sueño que hayamos tenido, queriendo ver alguna señal, descubrir algún pasaje futuro o que sea capaz de leer nuestro pasado/presente. A los sueños se les da un peso, quizá demasiado, del que realmente tienen. Pero no está de más buscar orientar nuestros sueños al propósito mayor, al bien único: ¿Qué es o que Dios pide de nuestras vidas, incluso de nuestros sueños?
¿Qué implicaciones tiene seguir un sueño para cumplir un objetivo? San José tenía claro que no se podían quedar en el mismo lugar sin poner en grave riesgo la vida del recién nacido, y de María. Sin muchos medios económicos, ni materiales ni mucha compañía, San José obedece y sigue adelante. Dios se le manifestó en los sueños y le hizo ver el camino a seguir. ¿Qué tan difícil es para nosotros, hoy en día, saber qué es lo que Dios nos está pidiendo como padres de familia, o como hijos, estudiantes, empleados, empleadores…? ¿Qué tan dóciles somos para dejarnos guiar por la gracia de Dios a través de su Palabra, de los Sacramentos, para seguir un sueño noble?
Corremos el riesgo de deshumanizar a San José, como si por ser el padre putativo de Jesús, el esposo de la Virgen María y protector de la Sagrada Familia, todo le fuera sencillo, fácil. Tuvo miedo de ir a Judea, y por ello se fue a Nazaret. Miedo ante una realidad amenazante. Los sueños nuevamente le dieron buen aviso. No pretendemos aquí otorgar un «poder mágico» a los sueños, ni mucho menos promover esa especie de brujería que usa de los sueños. Pero sí deberíamos buscar escuchar constantemente la voz de Dios en nuestro corazón, en nuestra conciencia, en las Sagradas Escrituras, en la Eucaristía. El susurro de la voz de Dios de los acontecimientos. A veces tendremos miedo de vivir el Evangelio, pero como San José, seguramente encontraremos la opción adecuada para el momento oportuno siempre y cuando estemos siguiendo la voz de Dios.
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Aprovechar el espíritu navideño para ir al pesebre y rezar, en silencio, ante la escena del nacimiento.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Que tu familia se parezca a la Familia de Nazaret
Si tiene a Dios en medio de ella, habrá paz y alegría
La familia cristiana está unida y animada por Dios, quien la empuja a ser luz del mundo.
La familia de Nazaret era única e irrepetible, pues es la única familia que ha cambiado la historia del mundo. Ciertamente ha habido familias que han influido mucho en la historia como la de los Kennedy de los estados Unidos, pero esta influencia siempre ha sido limitada.
Al contemplar la familia de Nazaret uno podría pensar que tenían todo a su favor y nada en contra. Es cierto que gozaban de inmensas gracias, pero también es cierto que tuvieron que sufrir grandes pruebas, como cualquier familia: tuvieron que sufrir la escasez, la persecución, el ser refugiados en un país extranjero, las calumnias de las malas lenguas, etc. El padre murió, como parece ser por el silencio del Evangelio sobre él, el Hijo fue condenado a la muerte más cruel y la madre se quedó viuda y sin su hijo único. Tuvo penas como cualquier otra familia de cualquier tiempo y parte del mundo.
En la familia de Nazaret había tres elementos esenciales: los padres, el hijo y Dios. En todas las familias del mundo hay los primeros dos elementos, padres e hijos, pero en la mayor parte falta el tercer elemento que es Dios, y por eso surgen los problemas.
Dios es como el alma de la familia. Se ve que la familia de Nazaret era religiosa porque cumplía con los deberes religiosos. La ausencia de Dios en una familia lleva a la ausencia del amor. En la familia de Nazaret no hubo comodidades, riquezas, posición social, pero sí hubo caridad. La caridad es como el “cemento” que une los miembros de la familia.
Si no hay caridad, no hay comprensión, mutua aceptación, tolerancia, perdón.
El imitar a la familia de Nazaret no es sólo un ideal sino una posibilidad.
El mismo Espíritu Santo que la animó, también anima a la familia cristiana. Él es el Espíritu de Amor que desea transformar a todas las familias y hacerlas una reproducción, lo más fiel posible, de la familia de Nazaret.
Dios tiene su proyecto sobre la familia. Lo importante es realizar este proyecto: quiere que sea un gran medio de evangelización en el mundo. La familia cristiana tiene que ser luz en un mundo donde la familia está sufriendo los golpes del paganismo por medio del divorcio, de la infidelidad, de la negativa a tener hijo, del aborto, y muchos otros males.
El Papa Emérito grave, pero estable
S.S. Francisco renueva su pedido de oración.
Fuente: Vatican News
“El Papa emérito logró descansar bien anoche, está absolutamente lúcido y vigil y hoy, aunque su condición permanece grave, la situación por el momento es estable”: así lo declaró el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, respondiendo a preguntas de los periodistas sobre el estado de salud de Benedicto XVI.
“El Papa Francisco renueva su invitación a rezar por él y a acompañarle en estas horas difíciles”, comunicó también Bruni.
La noticia del agravamiento de las condiciones de salud del Papa Emérito dio la vuelta al mundo después de que ayer, al momento de los saludos a los fieles durante la Audiencia General, el mismo Papa Francisco dejara de lado el texto preparado para pedir una “oración especial” por el Papa emérito, que está muy enfermo, “pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”.
Inmediata la respuesta de Conferencias Episcopales, Cardenales, Iglesias particulares, instituciones católicas y también de otras confesiones religiosas que han manifestado, y lo siguen haciendo por estas horas, su comunión de oración con el Papa Francisco por la salud de su predecesor.
San Félix I, el Papa por el que los mártires se entierran bajo los altares
Con el concilio de Antioquía, defendió la doctrina sobre la naturaleza humana y divina de la Persona de Jesucristo
San Félix I era de origen romano y fue papa entre los años 269 y 274, en tiempos del emperador Aureliano.
Aunque al comienzo Aureliano no persiguió formalmente a la Iglesia, sí estableció que se adorara principalmente al dios Sol (Sol Invictus) y quería que el Imperio estuviera unido por una sola religión (la pagana en aquel momento).
Se celebró el concilio de Antioquía para acabar con las herejías en torno a la Persona de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Se confirmó la Divinidad y Humanidad de Jesucristo, y la existencia de dos naturalezas –humana y divina- en la sola Persona de Jesucristo.
El concilio depuso al obispo hereje Pablo de Samosata, pese a que contaba con el apoyo del emperador. Este trató de politizar la situación.
El papa Félix I, al conocer lo sucedido, emitió un decreto por el que mandaba que nadie podía ser elegido obispo si no estaba en comunión con Roma.
San Félix I murió el 30 de diciembre del año 274. Al año siguiente fallecería el emperador.
San Félix I fue el papa que ordenó enterrar a los mártires bajo los altares de los templos y celebrar la misa sobre sus sepulcros, celebración que sólo podrían realizar los sacerdotes.
Oración a san Félix, papa
Oh Dios, que hiciste
de nuestro Patrón, San Félix,
un defensor insigne de la humanidad
de tu Hijo, Jesús.
Concédenos, por su intercesión,
que cuantos confesamos a tu Hijo
como verdadero Dios y verdadero Hombre
participemos ya en este mundo
de su condición divina.
Amén.