.

 

 

• Mark 10:28-31

Bishop Robert Barron

 

 

Amigos, el Evangelio de hoy nos exhorta a ver las recompensas del radical llamado de Jesús al discipulado, que enfrentó muchas convenciones sociales de Su época y enfrenta en la nuestra. Jesús nos urge a ver que todos—ricos y pobres, hombres y mujeres, los que están dentro y los que están fuera—sean convocados para el discipulado, y que esa convocatoria sea la consideración más importante. Es la mejor parte, para usar las palabras de Jesús; es lo único necesario. 

San Agustín tenía razón: “Señor, nos has hecho para Tí, por lo tanto, nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Estamos todos conectados hacia Dios. Hay cierto hambre en nosotros que nada en este mundo puede satisfacer. Solo Jesús puede llevarnos al Banquete Celestial, y es por eso que debemos seguirlo.

Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo dijo Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte como el último, es decir en el servicio. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes comportarte en el servicio, o sea por los demás. Son tres cosas, tres escalones que nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. Por esto las riquezas son tan peligrosas, porque te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante. Y cuando te crees importante te la crees y te pierdes. Es feo ver a un cristiano, independientemente que sea laico, consagrado, sacerdote, obispo, es feo cuando se ve que quiere las dos cosas: seguir a Jesús y los bienes, seguir a Jesús y la mundanidad. Y esto es un contra-testimonio, y aleja a la gente de Jesús. Ahora continuamos la celebración de la Eucaristía pensando en la pregunta de Pedro. ‘hemos dejado todo: ¿cómo nos pagarás?’, y pensando en la respuesta de Jesús. El precio que Él nos dará es la semejanza a Él. Este será el ‘sueldo’. ¡Gran ‘sueldo’, asemejarse a Jesús! (Homilía Santa Marta, 26 de mayo de 2015)

 

 

Germán de París, Santo

Obispo, 28 de mayo
Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid

 

Martirologio Romano: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde, conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas († 576).

Breve Biografía

Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.

Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.

Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para su edad.

Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.

 

Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato.

Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio.

También se narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio.

Otro más y curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.

El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.

 

Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en los acontecimientos de la familia real.

Alguno fue doloroso porque un hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la legítima Ingoberta.

El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano.

El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán.

Hoy reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.

 

 

¿Dejarlo todo?

Santo Evangelio según San Marcos 10,28-31.

 

 

Martes VIII de Tiempo Ordinario.
Por: César Yali Molina Flores, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Padre misericordioso, dame la fuerza para permanecer junto a ti en fidelidad.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31



En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte». Jesús le respondió: «Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros».



Palabra del Señor


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La liturgia de hoy enseña que la generosidad de Dios supera la generosidad del hombre. Generosidad que se hace patente ante la impulsividad de Pedro que dice que han dejado todo por seguir a Jesús; la respuesta inmediata, clara y sencilla de Jesús que dice que quien ha dejado todo por Él recibirá cien veces más de lo que deja y, en el futuro, la vida eterna.

Dejar todo y seguir a Cristo no es fácil, pero la retribución es insuperable.Ahora la pregunta a resolver es, ¿cómo seguir a Cristo? La respuesta es simple, vive a plenitud lo que Él te ha llamado a ser, padre, madre, hija (o), religiosa, sacerdote, etc. Tendrás momentos difíciles, habrá lágrimas y sufrimiento, pero será pasajero; podrás sentir que caminas en la oscuridad, pero Él te lleva de la mano; ánimo, la vida eterna te espera.

Que aprendas y te dejes guiar por san José y la Virgen María, quienes dejaron todo por Dios y hoy gozan de seguir cerca de Él.

 

«Hoy estamos abrumados por las palabras, por la prisa de tener que decir siempre algo, tenemos miedo del silencio. ¡Cuánto cuesta escucharse! ¡Escucharse hasta el final, dejar que el otro se exprese, escucharse en familia, escucharse en la escuela, escucharse en el trabajo, e incluso en la Iglesia! Pero para el Señor sobre todo es necesario escuchar. Él es la Palabra del Padre y el cristiano es hijo de la escucha, llamado a vivir con la Palabra de Dios al alcance de la mano. Preguntémonos hoy si somos hijos de la escucha, si encontramos tiempo para la Palabra de Dios, si damos espacio y atención a los hermanos y a las hermanas.

Si sabemos escuchar hasta que el otro se pueda expresar hasta el final, sin cortar su discurso. Quien escucha a los otros sabe escuchar también al Señor, y viceversa.

Y experimenta una cosa muy bonita, es decir que el Señor mismo escucha: nos escucha cuando le rezamos, cuando confiamos en Él, cuando le invocamos». (Regina Caeli de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2022).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy cumpliré mis deberes de estado lo mejor que pueda.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

San Germán, el patrono de París

 

 

Su madre intentó abortarlo, su tía lo quiso envenenar pero Dios tenía previsto que san Germán de París hiciera muchos milagros en vida

San Germán de París nació en el año 496. Su madre había intentado abortar y su infancia no fue fácil.

Una tía suya lo intentó envenenar dos veces para favorecer a un primo.

Destacó por su amor por los pobres y su piedad. Fue ordenado sacerdote y luego abad. Era tan generoso que los monjes de su monasterio se rebelaron por temor a que lo donara todo y ellos se quedaran sin nada.

En el año 555 fue consagrado obispo de París. Trabajó en favor de la paz, para que los nobles no causaran guerras, y convenció al rey para que erradicara prácticas paganas. Contuvo los excesos que se producían en las fiestas cristianas.

Pronto fue famoso por los muchos milagros que obraba.
Murió el 28 de mayo en el año 576. Sus restos se veneran en la abadía de Saint Germain-des-Prés en París.

 

 

Santo patrón

San Germán de París es patrono de París.

Oración

¿Quién no se llenará la admiración ante ti?
Tú eres firme protección, refugio seguro,
intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio eficaz,
socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias,
paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida,
fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad,
sosiego para los que están agitados, garantía de perdón para los pecadores,
confianza de los desesperados, acogida de los exiliados,
retorno de los desterrados, reconciliación de los enemistados,
ayuda para los que han sido condenados,
bendición de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma,
gota de agua para la hierba marchita, pues, según está escrito,
por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.
Amén.

Si quieres conocer más vidas de santos, puedes encontrarlas aquí.

 

 

Homilía del P. Josep-enric Parellada, monje de Montserrat (26 de mayo de 2024)

Deuteronomio 4:32-34.39-40 / Romanos 8:14-17 / MATEo 7:15-

 

 

Estimados hermanos y hermanas,

La Iglesia, a través del año litúrgico, nos va guiando por el camino de la historia de la salvación. Por eso no es extraño que, en este domingo, después de la fiesta de Pentecostés, la liturgia nos invite a contemplar el misterio de Dios Uno y Trino, el misterio de la Santísima Trinidad. La fiesta de hoy se convierte en el punto natural de unión entre las celebraciones pascuales y el tiempo de durante el año que iniciamos el pasado lunes.

Para adentrarnos en la reflexión y en la oración de los textos que nos propone la liturgia es necesario que tengamos en cuenta dos premisas. En primer lugar, el misterio que hoy contemplamos reclama que huyamos de los esquemas preconcebidos de la lógica con la que habitualmente nos movemos.

Adentrarnos en el misterio de la Santísima Trinidad únicamente desde la vertiente de la lógica sería cómo introducirnos en una especie de laberinto sin salida que únicamente puede desmotivarnos en nuestro camino creyente. Debemos tener en cuenta que se trata de un Misterio que nos sobrepasa, que no podemos abarcarlo y mucho menos controlarlo.

Esta verdad nos desconcierta porque si profundizamos un poco nos damos cuenta de que el Misterio de Dios y el Misterio del Hombre se reclaman mutuamente y que sólo en el Amor y a través del Amor podemos hacer su experiencia. En segundo lugar, no debemos olvidar que nos encontramos ante el misterio esencial del hombre y por tanto es invisible a los ojos.

Teniendo en cuenta esto hace falta abrir las ventanas del corazón a la admiración y al agradecimiento por la actuación poderosa de Dios Padre, por la generosa donación del Hijo hecho hombre para salvarnos y por la presencia siempre vivificante y renovadora del su Espíritu. (Aldazabal, J. Orientaciones para la celebración. Misa dominical 1998 (8) p. 13).Diciendo esto, podemos afirmar que se trata del Misterio más cercano, más profundo de nuestro ser, ya que, si nos acercamos a él desde el corazón y también desde el entendimiento, no sólo podemos relacionarnos con Dios, sino que descubrimos al Dios que nos habita, que nos conoce por el nombre, a quien invocamos sin palabras y de quien tenemos experiencia de su Presencia que modela nuestro caminar.

Hoy, la misión de los cristianos es mostrar al mundo que Dios y el Hombre se reclaman mutuamente; Dios y el hombre son los únicos que pueden establecer unverdadero diálogo en el amor, puesto que el diálogo, el verdadero diálogo, es el que nace a partir de la diversidad. El hombre que abre su corazón a la presencia del Inefable es conducido por la fuerza del poder de Dios, es decir, por el Espíritu, hacia el conocimiento de la verdad.

En contraposición a la búsqueda de todo tipo de seguridades por parte del hombre, en lo que es conocido e incluso en lo que es todavía desconocido, cuando el hombre reconoce y adora el Misterio de Dios Uno y Trino, y se abre, nace en él, no la confusión ni la fe ciega incapaz de abrir los ojos, sino la paz y la confianza interior. A pesar de las tribulaciones que podamos sufrir, la confianza de los creyentes no decaerá si arraiga en ese Dios, Padre, Hijo y Espíritu, que es para nosotros la fuente y la fuerza para responder a las múltiples situaciones de nuestra existencia.

En el evangelio que hemos proclamado, vemos como Jesús envía a sus discípulos a bautizar a todos los pueblos “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, les encomienda que lleven a todos los hombres y mujeres a entrar en el dinamismo de la comunión trinitaria significada por estos tres nombres divinos. La Escritura nos dice que hemos sido hechos “a imagen de Dios”. El sentido más profundo de esto es que somos seres hechos para la comunión, a imagen del Dios-comunión.

Hermanos, en la Eucaristía Jesús ruega al Padre por todos nosotros. No tengamos miedo de unir nuestra oración a la suya y pidámosle al Padre que nos infunda el Espíritu Santo en nuestros corazones para que reconozca en nuestras palabras la voz de Jesús al Hijo amado desde siempre. ¡Que así sea!

 

Flor del 28 de mayo: María, Reina de los apóstoles

 

Meditación: “Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente. Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.

Oración: ¡Oh María Reina de los apóstoles!. Tú que haz enseñado, protegido y alentado a los apóstoles de todos los siglos, haz que seamos soldados leales y valientes de tu ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes del Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén. Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del ejercito de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de lasnecesidades propias, con María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de cada día.

 

Esta oración a San José para pedir una santa muerte

 

 

Todos tendremos que partir de este mundo, por eso, para un católico la mejor manera de hacerlo será gozando de la amistad de Dios, pidamos a San José su auxilio

Uno de los mayores temores del ser humano es el miedo a la muerte, sin embargo es un final ineludible al que todos tendremos que llegar en algún momento. Por eso, para un católico, la mejor manera de terminar es accediendo a los últimos sacramentos, pidiendo la compañía de Jesús, José y María.

Es a San José a quien pedimos en esta oración que nos ayude para prepararnos y tener una buena y santa muerte, como la tuvo él, que estuvo acompañado de Jesús y su esposa, la Virgen María.

A San José para pedir una buena y santa muerte

 

Poderoso protector de la Iglesia, amparo de los pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz
auxilio de los afligidos, consuelo de los desamparados, glorioso San José, el último instante
de mi vida ha de llegar sin remedio; mi alma quizás agonizará acongojada por mi mala vida
y mis muchos pecados; el paso a la eternidad será muy doloroso.

El demonio, mi enemigo, intentará combatirme terriblemente con todo el poder de infierno, a fin de que pierda a Dios eternamente; mis fuerzas naturales han de ser nulas: yo no tendré en lo humano quién me ayude. Por eso, desde ahora, te invoco, padre mío; a tu patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance para que no falte en la fe, en la esperanza y en la caridad.

Cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios, tu esposa y Madre mía,
ahuyentaron a los demonios para que no se atreviesen a combatir tu espíritu. Por el amor que tienes a tu Hijo divino y a tu virgen Esposa, te pido que ahuyentes a los enemigos, para que yo acabe la vida en paz, amando a Jesús, a María y a ti, San José.
Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.Jesús, José y María, asístanme en mi última agonía.Jesús, José y María, reciban, cuando muera, el alma mía. Amén.