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Referencias Bíblicas
• Matthew 24:42-51
• Obispo Robert Barron

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús elogia al siervo fiel que sirvió a su maestro en el teo-drama. Estamos llamados a servir a nuestro Maestro de la misma manera. Un teo-drama está escrito y dirigido por Dios. En el gran escenario que es el universo creado y de acuerdo con el prototipo que es Cristo, estamos invitados a “actuar”, a encontrar y desempeñar nuestro papel en el teatro de Dios.



El problema es que la gran mayoría de nosotros creemos que somos los directores, escritores y, sobre todo, estrellas de nuestros propios “ego-dramas”, con otras personas que actúan como nuestros actores de reparto o villanos, en contraste a los cuales nosotros brillamos de modo más radiante.



 

 

Por supuesto que nuestros dramas son siempre poco interesantes, incluso si tenemos el papel principal. La clave es encontrar el papel que Dios ha diseñado para nosotros, incluso si es uno pequeño. A veces, en una novela extensa, un personaje que parecía secundario emerge como el eje alrededor del cual gira toda la narrativa.



Cuando sacamos al ego del centro y vivimos en una relación emocionante e impredecible con Dios, nos damos cuenta muy claramente que nuestras vidas no son acerca de nosotros. Y ese es un descubrimiento liberador.

 

 

El Papa: el cristianismo es compromiso por un mundo más justo y fraterno

 

 

León XIV recibe en audiencia a una delegación de representantes políticos y personalidades civiles procedentes de Francia y pone en guardia contra «una laicidad a veces mal entendida» y contra las «colonizaciones ideológicas». La doctrina de la Iglesia es doctrina de salvación, no hay que temer promoverla. El estímulo para afrontar las grandes cuestiones sociales con la fuerza de la caridad, en nombre del bien común.

Isabella Piro – Ciudad del Vaticano

No «una simple devoción privada», sino «una forma de vivir en sociedad impregnada de amor a Dios y al prójimo que, en Cristo, ya no es un enemigo sino un hermano»: esto es el cristianismo y León XIV lo recuerda con claridad a unos cuarenta miembros de la delegación de representantes políticos y personalidades civiles de Val de Marne, en la diócesis francesa de Créteil, recibidos en audiencia esta mañana, jueves 28 de agosto. Dirigiéndose en francés a los presentes, acompañados por el obispo, monseñor Dominique Blanchet, el Papa recuerda que «ante las derivas de todo tipo» de las sociedades occidentales, el cristiano debe «volver la mirada hacia Cristo» para pedirle ayuda en el ejercicio de las propias responsabilidades.

 

 

Una laicidad malinterpretada pone en peligro la verdad

Responsabilidades de las que el obispo de Roma dice ser «muy consciente»: la dificultad de «actuar y decidir en coherencia con la propia fe» debido a «una laicidad a veces malinterpretada»; la complejidad de llevar adelante «el compromiso abiertamente cristiano» en algunas sociedades occidentales donde «Cristo y su Iglesia son marginados, a menudo ignorados, a veces ridiculizados». Sin olvidar «las presiones, las directrices de los partidos y las colonizaciones ideológicas» —afirma León XIV, citando a su predecesor Francisco— a las que están sometidos los políticos. Ante todo esto, subraya el Pontífice, es necesario «el valor de decir, a veces, “¡No, no puedo!”», sobre todo cuando «está en juego la verdad».

Dar testimonio de Jesús en la vida pública

Por lo tanto, el consejo que el Papa ofrece a la delegación francesa es uno: unirse cada vez más a Jesús, vivir de Él y dar testimonio de Él, porque en la personalidad de una persona pública no se puede llevar a cabo una separación: «No está por un lado el político y por otro el cristiano», sino que «está el hombre político que, bajo la mirada de Dios y de su propia conciencia, vive cristianamente sus compromisos y sus responsabilidades».

No tener miedo de proponer y defender la doctrina de la Iglesia

De ahí la referencia a la doctrina de la Iglesia —en particular a la doctrina social— cuyos fundamentos, subraya el Pontífice, están «sustancialmente en sintonía con la ley natural» que incluso los no cristianos y los no creyentes «pueden reconocer». Por eso, «no hay que temer proponerla y defenderla con convicción», ya que «es una doctrina de salvación que mira al bien de todo ser humano, a la edificación de sociedades pacíficas, armoniosas, prósperas y reconciliadas».

Afrontar las cuestiones sociales con la fuerza de la caridad

León XVI se detiene también en las «grandes cuestiones sociales» de la región francesa, citando en particular la violencia, la inseguridad, la precariedad, la droga, el desempleo y la desaparición de la convivialidad. Todos ellos son retos —añade— que el responsable cristiano está llamado a afrontar con «la caridad social y política», que hace «amar el bien común y buscar efectivamente el bien de las personas». También porque la promoción de valores que, aunque evangélicos, estén «vaciados de Cristo», no permite «cambiar el mundo».

El compromiso por un mundo más justo y fraternal

Por último, el Pontífice desea a la delegación, llegada a Roma en peregrinación, que regrese a sus compromisos fortalecida en la esperanza y más firme en trabajar «por la construcción de un mundo más justo, más humano, más fraternal», que no es otra cosa que «un mundo más impregnado del Evangelio».

 

 
Agustín, Santo

Memoria Litúrgica, 28 de agosto

 

Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).

Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía


San Agustín es doctor de la Iglesia, y el más grande de los Padres de la Iglesia, escribió muchos libros de gran valor para la Iglesia y el mundo.



Nació el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Su madre fue Santa Mónica. Su padre era un hombre pagano de carácter violento.



Santa Mónica había enseñado a su hijo a orar y lo había instruido en la fe. San Agustín cayó gravemente enfermo y pidió que le dieran el Bautismo, pero luego se curó y no se llegó a bautizar. A los estudios se entregó apasionadamente pero, poco a poco, se dejó arrastrar por una vida desordenada.



A los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron Adeodato.
Estudió retórica y filosofía. Compartió la corriente del Maniqueísmo, la cual sostiene que el espíritu es el principio de todo bien y la materia, el principio de todo mal.



Diez años después, abandonó este pensamiento. En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por San Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.


Santa Mónica trataba de convertirle a través de la oración. Lo había seguido a Milán y quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.

Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse.

Comprendía el valor de la castidad, pero se le hacía difícil practicarla, lo cual le dificultaba la total conversión al cristianismo. Él decía: “Lo haré pronto, poco a poco; dame más tiempo”. Pero ese “pronto” no llegaba nunca.

Un amigo de Agustín fue a visitarlo y le contó la vida de San Antonio, la cual le impresionó mucho. Él comprendía que era tiempo de avanzar por el camino correcto. Se decía “¿Hasta cuándo? ¿Hasta mañana? ¿Por qué no hoy?”. Mientras repetía esto, oyó la voz de un niño de la casa vecina que cantaba: “toma y lee, toma y lee”. En ese momento, le vino a la memoria que San Antonio se había convertido al escuchar la lectura de un pasaje del Evangelio. San Agustín interpretó las palabras del niño como una señal del Cielo. Dejó de llorar y se dirigió a donde estaba su amigo que tenía en sus manos el Evangelio. Decidieron convertirse y ambos fueron a contar a Santa Mónica lo sucedido, quien dio gracias a Dios. San Agustín tenía 33 años.

San Agustín se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo, Adeodato. Decía a Dios: “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte”. Y, también: “Me llamaste a gritos y acabaste por vencer mi sordera”. Su hijo tenía quince años cuando recibió el Bautismo y murió un tiempo después. Él, por su parte, se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana.

 

Deseoso de ser útil a la Iglesia, regresó a África. Ahí vivió casi tres años sirviendo a Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por San Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida.

Fundó también una rama femenina.

Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Llegó a fundir los vasos sagrados para rescatar a los cautivos. Decía que había que vestir a los necesitados de cada parroquia.

Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “Sobre la Ciudad de Dios”.



Los últimos años de la vida de San Agustín se vieron turbados por la guerra. El norte de África atravesó momentos difíciles, ya que los vándalos la invadieron destruyéndolo todo a su paso.



A los tres meses, San Agustín cayó enfermo de fiebre y comprendió que ya era el final de su vida. En esta época escribió: “Quien ama a Cristo, no puede tener miedo de encontrarse con Él”.



Murió a los 76 años, 40 de los cuales vivió consagrado al servicio de Dios.



Con él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de la historia.


Murió el año 430.


 

 

¿Qué nos enseña su vida?

• A pesar de ser pecadores, Dios nos quiere y busca nuestra conversión.
• Aunque tengamos pecados muy graves, Dios nos perdona si nos arrepentimos de corazón.
• El ejemplo y la oración de una madre dejan fruto en la vida de un hijo.
• Ante su conflicto entre los intereses mundanos y los de Dios, prefirió finalmente los de Dios.
• Vivir en comunidad, hacer oración y penitencia, nos acerca siempre a Dios.
• A lograr una conversión profunda en nuestras vidas.
• A morir en la paz de Dios, con la alegría de encontrarnos pronto con Él.
• Si quieres conocer más de la vida de San Agustín consulta corazones.org


Conoce el nuevo sitio Augustinus.it tiene el objetivo de difundir no sólo algunos aspectos de la figura poliédrica del santo sino toda su personalidad.



Algunos motivos para leer una de las obras cumbre de San Agustín



Lee sus Obras en español

 

 

Fiel y prudente

Santo Evangelio según San Mateo 24,42-51.

 

 

Jueves 21ª semana del Tiempo Ordinario.
Por: H. Javier Castellanos, L.C.
Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Padre, por tu amor y generosidad. A manos llenas y gratuitamente bendices a tus hijos. Gracias por tantas cosas que me has dado a mí en particular: por aquello en concreto que más aprecio, y también por lo que me das sin que lo sepa o que tal vez me cuesta aceptar.

Ayúdame, Padre, a saber usar con sabiduría todo aquello que me has regalado. Que todo lo que está en mis manos sirva para santificar tu nombre, extender tu Reino y cumplir tu voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 24,42-51

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.

Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes.

Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y a emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y desesperación»

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cada uno de nosotros ha recibido un encargo muy especial. Dios nos ha llenado de dones: interiores y exteriores, espirituales y materiales, personales y compartidos. Todas estas bendiciones vienen de su mano y sabemos que al final de nuestra vida tendremos que rendir cuentas del bien que hemos podido hacer con ellas. Por eso Cristo nos invita hoy a ser prudentes en la administración.

El siervo fiel y prudente se encuentra cumpliendo su deber en todo momento. No importa si lo están vigilando o se encuentra solo, él sabe que está a cargo y se hace responsable. Es prudente porque en cualquier circunstancia se pregunta: «¿Qué quiere mi Señor que haga con esta riqueza?» Nosotros también podemos aprender esta prudencia; que todas nuestras decisiones durante el día estén ordenadas según un criterio central: ¿Qué quiere Dios de mí ahora? Este momento que tengo a disposición, estos bienes que poseo, ¿para qué es mejor usarlos? ¿En dónde hay que invertir este «dinero»?

Más en detalle, ¿qué significa cumplir el deber y administrar con prudencia? En la parábola Cristo nos muestra el ejemplo negativo: un hombre que sólo piensa en sí mismo, que come y bebe y maltrata a los demás. De ahí podemos imaginar qué es lo que Dios quiere. Tenemos dones y riquezas interiores para el bien de los demás. Así como Jesús, que vino al mundo para servir, más que para ser servido. Somos prudentes, verdaderamente prudentes, en nuestras decisiones, si «administramos» siempre en beneficio de los demás. Más que pensar en lo que a mí me gusta, tener como criterio el bien de mi familia, dar gusto a quien se encuentre a mi lado, llevar a Dios y ayudar en lo que pueda a todo el que me necesite. ¡Ésta es la administración que Cristo premiará!

Como hijos de Dios, el Padre nos ha encargado alguna porción de su casa y de su familia. Agradezcamos la confianza que pone en nosotros. Pidámosle su ayuda para saber usar bien los dones que nos ha dado. Decidamos hoy vivir para servir.

Estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene a la hora que no nos imaginamos. Viene para presentarnos una dimensión más hermosa y más grande.

Que Nuestra Señora, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no oponer resistencia cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar preparados para dejarnos visitar por Él, huésped esperado y grato, aunque desarme nuestros planes.
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy buscaré compartir con otros algo que me agrada a mí.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

“Journaling” con san Agustín: conversaciones y confesiones

 

 

San Agustín, un reconocido Doctor de la Iglesia, puede enseñarte hoy sobre hablar con tu alma y encontrar respuestas en tu interior por medio del Journaling

¿Alguna vez te has sorprendido charlando o discutiendo contigo mismo mentalmente mientras caminas, cocinas o rezas? Esa voz interna que duda, que cuestiona, que recuerda… no es una locura. Es el alma pidiendo escucha. No por nada san Agustín es conocido por su gran introspección y capacidad para escribir y transmitir sus pensamientos más profundos del alma. 

El arte de conocer cómo estás internamente

En su libro Confesiones, san Agustín aborda todas las etapas de su alma, por lo que, más que un libro, fue un diálogo con su alma y Dios. Es como si san Agustín mostrase su alma al descubierto, describiendo cómo se sentía, pues reconoce sus errores, pasiones, vacíos y contradicciones.

«Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva…» – Confesiones

¿Por qué nos cuesta tanto hablarnos con verdad hoy?

 

 

Una de las dificultades más grandes en nuestro tiempo es dedicar tiempo en silencio para conocer cómo está nuestro corazón y cómo está nuestra relación con Dios. 

Nos da miedo hacernos un chequeo espiritual y profundizar en nuestra alma. Nos da miedo callar para escuchar la voz de nuestra conciencia, que no es más que la voz de Dios tocando la puerta.

En cambio, hemos aprendido a callar la conciencia y prestar atención al ruido exterior.

San Agustín quiere invitarte a interiorizar por medio de la escritura reflexiva, o lo que hoy conocemos como Journaling, para preguntarte a ti mismo: «¿cómo estoy realmente?»

Decía san Agustín: 

«No quieras derramarte fuera, entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior habita la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mutable, trasciéndete a ti mismo»La Verdadera Religión, 39, 72.

Tres prácticas para conversar contigo mismo

Te proponemos estas tres alternativas de san Agustín para tener un profundo diálogo interno. 

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1 La “Confesión diaria” (escribir o pensar)

Un momento al final del día para responder con sinceridad a:

• ¿Qué me dolió hoy?
• ¿Qué me alegró?
• ¿Dónde sentí a Dios presente o ausente?

No se trata de culpabilizar, sino de observarse con compasión.

2 La “pregunta que no puedo evitar”

 

 

San Agustín se hacía preguntas fundamentales:

¿Quién soy? ¿Qué amo cuando amo a Dios? ¿Por qué huyo de la verdad?
Proponte elegir una pregunta incómoda, pero necesaria, y dedicarle unos minutos diarios.

3 “Escríbete como si fueras tu amigo”

San Agustín escribía como quien desea comprender y consolar a su propio corazón.

Escribe una carta a tu «yo» de hace un año o al de dentro de cinco años, como un acto de ternura interior.

No huyas de ti mismo

San Agustín decía: «Conócete, aceptate y superate». En un mundo que grita hacia fuera, san Agustín nos recuerda que la verdadera revolución empieza dentro. Atrévete a hablar contigo mismo. Y, como él, quizá descubras que no estabas solo: Dios ya te estaba escuchando desde dentro.

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