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El Dios de Jesucristo, es un Dios de la vida

• Luke 7:11-17

 

Nuestro Evangelio de hoy es sobre el hijo de la viuda Naím que Jesús levanta de la muerte. Este es un excelente ejemplo de una verdad clave en el Evangelio, y es que todo lo que Jesús dice y hace, de un modo u otro, es una anticipación de la Resurrección. El Dios de Israel, el Dios de Jesucristo, es un Dios de la vida, un Dios de lo viviente. Él odia la muerte y los caminos de la muerte.

 

 

La muerte en el Evangelio de hoy va más allá de la trágica pérdida de un ser querido, a pesar de lo terrible que ello es. En el contexto del lugar y tiempo de Jesús, esto es un desastre para la viuda. No había red social que diera seguridad, no había un ingreso garantizado, no había seguros. A menos que pudiera encontrar vecinos generosos que la ayudaran para su subsistencia, la mujer estaba perdida sin un marido y, ahora de modo más importante, sin su “único” hijo. Por esta razón el corazón de Jesús estaba especialmente conmovido.

 

Noten por favor que la reacción de la gente es de temor. Este es el temor que llega cuando el mundo es dado vuelta. Esta es también la reacción de las mujeres que fueron a la tumba en la mañana del Domingo de Pascua. Una evangelización que no es algo atemorizante es una evangelización inadecuada.

Jesús se conmueve y la misericordia entrañable se pone en acción. La debilidad, la pobreza, la vulnerabilidad y el desamparo de la mujer son una llamada de socorro que no puede dejar de atender.

San Lucas anota el sentimiento de Jesús: «Viendo [a la mujer], el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: “no llores”. Y, acercándose tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon» (vv. 13-14). Gran compasión guía las acciones de Jesús: es Él quien detiene el cortejo tocando el féretro y, movido por la profunda misericordia hacia esta madre, decide afrontar la muerte, por así decir, cara a cara. Y la afrontará definitivamente, cara a cara, en la Cruz. (…) Como al chico muerto, repite a todos: «Joven a ti te digo, ¡levántate!» (v. 14). A cada uno de nosotros dice: «¡levántate!». Dios nos quiere de pie. Nos ha creado para estar de pie: por eso, la compasión de Jesús lleva a ese gesto de la sanación, a sanarnos, cuya palabra clave es: «¡levántate! ¡ponte de pie como te ha creado Dios!». (Audiencia, 10 agosto 2016)

 

 

Juan Crisóstomo, Santo

Memoria Litúrgtica, 13 de septiembre

Obispo y Doctor de la Iglesia

 

Martirologio Romano: Memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueno de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado «Crisóstomo» por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, fue desterrado de la misma por insidias de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los malos tratos recibidos de sus guardianes durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Cumana, localidad del Ponto, el catorce de septiembre († 407).

Patronazgo: predicadores y oradores

Breve Biografía

Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa.

Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.

En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía user con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruír, corregir, reprochar.

Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.

 

 

Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa.

De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.

 

 

Se compadeció y le dijo: «No llores»

Santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17. Martes XXIV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, fuente de vida y de amor, haz que en cada momento de este día sea un auténtico testigo de tu amor y servicio a los demás. Que ese testimonio anime a otras personas a vivir el amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17

 

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: “Joven, yo te lo mando: levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Palabra del Señor.

 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Señor nos da una muestra de su humanidad, nos demuestra que también Él se conmueve. Otras traducciones, más que lástima, dicen que Jesús se compadeció de la mujer, no se quedó indiferente al sufrimiento que tenía. Jesús sabía la situación de aquella mujer, sabía perfectamente que ése era el único hijo de su ya difunto esposo, conocía la desgracia a la que estaba atada esta pobre mujer; ya no tenía esperanza. Jesús es quien se acerca a darle la fuerza y a devolverle la alegría.

El texto en latín traduciría que se movió de compasión por ella, tuvo misericordia de ella, desde el interior de su corazón. Dios mismo sale a comprobar, a vivir, a sufrir, a padecer y a gozar con nosotros; no es un Dios extraño que está a la expectativa de cualquier error que cometamos para castigarnos.

Dios es un Padre, un padre que se hace hombre para entendernos, para acompañarnos, para ser nuestro hermano en las fatigas, en las luchas, en los fracasos. Dios conoce y sabe perfectamente por qué lloro, qué pérdida he tenido. Todos y cada uno deberíamos ver que Dios está con nosotros, Él es quien cada mañana nos dice con una sonrisa: no llores.

¿Qué cosas aquejan mi corazón? ¿Cómo es que Jesús me dice hoy que no llore?

«Viéndola, el señor fue preso de una gran compasión por ella. La compasión es un sentimiento que fascina, es un sentimiento del corazón, de las vísceras, compromete todo. No es lo mismo que decir ¡qué pena, pobre gente! La compasión implica “ir con”. Alguno podría objetar: Pero si tienes toda una multitud aquí, ¿por qué no hablas a la multitud? Déjalo… la vida es así… hay tragedias que suceden, ocurren… No. Para Jesús eran más importantes aquella viuda y aquel huérfano muerto que la multitud a la que estaba hablando y que lo seguía. El Señor, con su compasión, se había implicado en este caso. Tuvo compasión. Hay una segunda palabra a notar: Jesús se acercó. La compasión lo empujó a acercarse. Acercarse es una señal de compasión. Yo puedo ver tantas cosas pero no acercarme. Igual siento un dolor… pobre gente… Y sin embargo acercarse es otra cosa. El Evangelio añade un detalle: Jesús dijo no llores» a la mujer. A mí me gusta pensar que el Señor, cuando decía esto a aquella mujer, la acariciaba; Él tocó a la mujer y tocó el ataúd. Es necesario acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirarla desde lejos». (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2018, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy buscaré llevar a Jesús a aquellos que sufren por algún mal e intentaré confortarlos.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Volver a comenzar

Un niño nada más se dedica a ser feliz, a amar y seguir amando, a conocer el mundo, a asombrarse, a llorar, pero siempre puede perdonar cualquier ofensa

 

 

Hay momentos en la vida de todo hombre en los que parece que el mundo se viene abajo, momentos cuando perdemos el norte de nuestra vida, cuando se ocultan las esperanzas que teníamos, cuando falla ésa persona que tanto amábamos, cuando perdemos las oportunidades, cuando parece que todo el universo nos da la espalda.

Es normal que todos tengamos sueños e ilusiones, que elaboremos un proyecto de vida, unos planes de felicidad y nos lancemos a alcanzarlos. Para esto necesitamos ayuda en nuestro camino, sea un amigo, sea un familiar, sea nuestra pareja; somos sociales por naturaleza. Estas personas, poco a poco con su cercanía y cariño se van ganando un lugar en nuestra vida y nuestro corazón. Pero siendo sinceros, somos humanos, propensos a caídas, fallos, infidelidades, decepciones… y puede ser que quienes más amábamos resultan ser quienes más daño nos hacen, o a quienes más daño hacemos.

 

 

Depresión, tristeza, amargura, desazón, aburrimiento, ira son reacciones normales cuando esto sucede. El mundo pierde su sentido, las flores su color, el cielo su majestad, las montañas su altura, los mares su inmensidad, ya nada es igual, nos duele que la vida sea así. Quien más, quien menos, pero la depresión poco a poco nos va apagando las ganas de vivir.

Pero el mundo sigue, y el reloj seguirá contando indiferente segundo a segundo, sea que los aprovechemos, aprendiendo de los errores, propios o ajenos, o sea que los perdamos en lamentaciones estériles.

A todo esto vienen muy bien unas palabras y un ejemplo de Cristo: las palabras: “Quien no sea cómo un niño no entrará en el reino de los cielos”. Y es que un niño nada más se dedica a ser feliz, a amar y seguir amando, a conocer el mundo, a asombrarse cuando llega algo nuevo, a llorar cuando es el caso, pero siempre con corazón noble puede perdonar cualquier ofensa que le hagas y volver a jugar contigo después de un momento mientras se tranquiliza. El niño es el resumen del evangelio. !Qué bueno es dejar la seriedad a un lado y tomar la vida como niños! Seguramente los problemas tendrían otro color.

 

Ahora, pasando al ejemplo de Cristo, lo podemos ver camino del calvario, en su momento más difícil, vendido por su discípulo, abandonado por sus seguidores, negado por su principal apóstol, tratado como basura, lastimado, escupido, ultrajado. Ya luego de tantas ofensas, camino del calvario, tiene el valor no solo de levantarse de las caídas y de seguir adelante, sino también de seguir haciendo el bien, consolando a las santas mujeres, perdonando a sus perseguidores, buscando la redención de la humanidad. Ejemplo abrumador para nuestros momentos de dificultades, incluso al borde de la muerte, Cristo supo renunciar a sí mismo y afrontar la vida, levantarse y no quedarse hecho un mar de lágrimas o lamentaciones.
¡Vence el mal con el bien!

 

 

Kazajistán, el Papa a los periodistas en el vuelo: gracias por su ayuda

Un Viaje de tres días para participar en el 7º Congreso de Líderes de Religiones mundiales y tradicionales.

 

 

Ha comenzado el 38º Viaje Apostólico Internacional del Papa Francisco, que viaja a Kazajistán para el «VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales». Tras dejar la Casa Santa Marta, el Santo Padre se trasladó en coche al aeropuerto internacional de Roma-Fiumicino, desde donde, a las 7.15 horas -a bordo de un A330 deITA Airways- partió hacia Nursultán. La llegada al aeropuerto Nursultán, la capital del país, está prevista para las 17.45 horas (13.45 hora de Roma). Como en cada viaje, Francisco saludó a los periodistas que le acompañan en el viaje: «Buenos días, muchas gracias por su presencia y su ayuda en este viaje», dijo. «¡Le deseo un buen viaje y un buen trabajo! Hablaremos cuando volvamos, gracias y que tengan un buen día».

 

 

Telegrama al Presidente de la República Italiana

En el momento de dejar el territorio italiano, el Santo Padre Francisco envió el siguiente telegrama al Presidente de la República Italiana, el Honorable Sergio Mattarella:

«En el momento en que me dispongo a dejar el suelo de Italia para realizar un Viaje Apostólico a Kazajistán para participar en el Congreso de los Líderes de las Religiones del Mundo y para encontrar a la población y a la comunidad católica, deseo dirigirle a ustes, señor Presidente, y a todos los italianos, mis cordiales saludos, que acompaño con deseos de serenidad y concordia, junto con una oración a Dios por el bien y el progreso de toda la Nación».

 

 

Siguiendo los pasos de Juan Pablo II para decir no a la guerra

El diálogo, el encuentro y la búsqueda de la paz entre las religiones y las culturas son las palabras clave de este viaje, como dijo, al presentar el Viaje, el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni. Tres días y cinco discursos, incluida una homilía de Francisco, el segundo Papa que llega a Kazajistán después de Juan Pablo II, que visitó valientemente el país de los cosacos hace veintiún años, pocos días después del atentado terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono. Ayer como hoy, la guerra sigue siendo el fantasma más temible, incluso con la amenaza de la catástrofe nuclear que la distingue: es la tercera guerra mundial -ha dicho el Papa en varias ocasiones- una «locura» cuyo antídoto, que Francisco probablemente relanzará también desde el corazón de Asia, es la fraternidad universal, advertencia y corazón del compromiso diplomático y del magisterio del Pontífice argentino.

 

 

10 citas de san Juan (pico de oro) Crisóstomo

Lo que lo hizo sobresalir de los demás en su época fue su habilidad en aplicar las Escrituras a las circunstancias de cada día

 

El 13 de septiembre es la fiesta (en la Iglesia católica romana) de san Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia.

Uno de los primeros Padres de la Iglesia, famoso por sus predicaciones y sus oratoria, san Juan recibió tras su muerte el nombre de Chrysostomos, es decir “boca de oro”.

Nacido en Antioquía en el 349, Juan estudió con un maestro pagano de retórica, que le enseñó múltiples habilidades en oratoria e inculcó en él el amor por el lenguaje y la literatura.

Tras recibir la ordenación como sacerdote y obispo, Juan usó estas habilidades con maestría en sus homilías y catequesis.

 

Lo que hizo que san Juan Crisóstomo destacara de entre los demás de su tiempo fue su capacidad para aplicar las Escrituras a las circunstancias del día a día, enseñando a las personas la manera de incorporar el Evangelio a todo aquello que hacía.

Su sensibilidad pragmática otorga a sus palabras una cualidad imperecedera, capaz de inspirar a hombres y mujeres de todo el mundo pasados más de mil años tras su muerte.

10 citas inspiradoras

Para brindaros una muestra de su “boca de oro” y su capacidad para aplicar el Evangelio a la vida diaria, aquí hay 10 citas inspiradoras de san Juan Crisóstomo:

 

1) “Si no logras encontrar a Cristo en el mendigo a las puertas de la iglesia, no Le encontrarás en el cáliz”.

2) “Entre, por tanto, el nombre de los santos en las casas a través del nombre de los hijos para que eduque no solamente al niño, sino también al padre, cada vez que piense que es padre de un Juan, de un Elías, de un Jacob. Si, en efecto, el nombre se pone con devoción y reverencia por los que se han ido, y preferimos el parentesco de los santos al de los antepasados, esto nos ayudará mucho, tanto a nosotros como a nuestros hijos. No pienses que, por ser algo nimio, se trata de una nimiedad. Es, ciertamente, una garantía de ayuda”.

3) “No importa lo justas que puedan ser tus palabras, lo arruinas todo si hablas con ira”.

4) “No sientas vergüenza de entrar de nuevo en la Iglesia. Avergüénzate cuando pecas. No te avergüences cuando te arrepientas. Pon atención en lo que te hizo el diablo. Son dos cosas distintas: pecado y contrición. El pecado es una herida; la contrición es una medicina. Al igual que existen para el cuerpo heridas y medicinas, también para el alma existen el pecado y la contrición. Sin embargo, el pecado trae vergüenza y el arrepentimiento aporta valor”.

5) “Destruir al feto ‘es algo peor que el asesinato’. El que lo hace ‘no arrebata la vida del que ya ha nacido, sino que evita que nazca’”.

6) “El amor entre marido y mujer es la fuerza que mantiene unida la sociedad. Los hombres se darán a las armas e incluso sacrificarán sus vidas por el bien de su amor (…). Cuando la armonía prevalece, los hijos se crían bien, el hogar mantiene su orden y vecinos, amigos y familiares alaban el resultado. Se producen, pues, grandes beneficios tanto de las familias como de los Estados. En caso contrario, no obstante, todo cae en la confusión y es puesto patas arriba”.

 

7) “Los santos son sumamente cariñosos y amables con la humanidad, también con las bestias y animales (…). Ciertamente debemos mostrarles [a los animales] gran bondad y amabilidad por muchas razones, pero, sobre todo, porque tienen el mismo origen que nosotros mismos”.

8) “¿Has pecado? Ven a la Iglesia y dile a Dios: ‘He pecado’. No te pido otra cosa, más que esto, sólo esto. Lo dice, pues, la Sagrada Escritura: ‘Manifiesta tú primero tus culpas, para justificarte’; confiesa el pecado que has cometido, para liberarte. En esto no hay fatiga, no hay necesidad de usar giros especiales, ni exige esfuerzo pecuniario ni de otro género. Pronuncia la palabra que evidencia tus rectos sentimientos sobre las culpas cometidas, dilo claramente: ‘He pecado’”.

9) “A los cristianos antes que al resto de hombres les está prohibido corregir los traspiés de los pecadores por la fuerza (…). Es necesario hacer de un hombre mejor persona no a la fuerza, sino a través de la persuasión. No disponemos de la autoridad que nos confieren las leyes para dominar a los pecadores, tampoco, de tenerla, sabríamos como usarla, puesto que Dios entrega la corona a aquellos que se alejan del mal, no a la fuerza, sino por elección propia”.

10) “Incluso habiendo cometido miles de actos de gran virtud que hablaran en nuestro favor, nuestra confianza en ser escuchados debe basarse en la misericordia de Dios y Su amor por el hombre. Incluso si nos encontramos en la misma cima de la virtud, es Su misericordia la que nos traerá salvación”.