No nos dé miedo, hermanas y hermanos, reconocer nuestra dificultad en creer y en aceptar que, incluso eso que nos puede parecer tan extraño, también forma parte del plan de Dios para salvarnos. Y es que creer lo que profesaremos, es decir que existe un Dios personal que lo ha creado todo, que quiere el bien de sus criaturas, que ama la vida, que es el Amor en mayúscula, que nos ha amado tanto que nos ha dado a su Hijo hecho hombre para salvarnos del pecado y de la muerte, que nos ha dado su Espíritu para que seamos un solo cuerpo y una sola alma y que renueva en nosotros el don de su Espíritu Santo siempre que le pidamos, creer todo esto no es fácil, ni es espontáneo, ni es cómodo. Incluso más de una vez parece que los acontecimientos cotidianos quieran desmentir tercamente nuestra pobre fe.
El misterio del mal y de la muerte, que es tan habitual por desgracia en buena parte de la humanidad y que nos ha aparecido como una novedad inesperada en nuestras sociedades con la cóvid-19, ese misterio de tantas y tantas personas inocentes que sufren y mueren, así como también el misterio de nuestra propia muerte ineludible, todo esto no nos resulta fácil de afrontarlo desde la fe. Si añadimos un entorno social y comunicativo contrario o que, sencillamente, ignora esta dimensión del ser humano, tendremos un cuadro bastante completo de la situación. Y para terminar de complicarlo, es que Dios, hermanas y hermanos, no quiere hacernos creer en Él a la fuerza, sino que espera que nuestra fe sea el resultado de un acto libre, movido por el amor a Jesucristo Salvador nuestro.
La gracia, la Xaris griega, es el favor de Dios, su benevolencia, el don de sí mismo que Dios ha depositado en nosotros, es también la fuerza de su Espíritu. La paz, shalom judío, ya se adivina que no es sólo la ausencia de guerras o de conflictos, que ya sería mucho, claro, sino que expresa esa forma de vivir en la que se lleva a cabo nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo. La paz es también el fruto de la sabiduría que viene de Dios y que nos permite ver y comprender la realidad tal y como está a los ojos de su Creador, que es a su vez el Salvador. Dios es fiel, y es él quien nos ha llamado a vivir en co-munión con su Hijo Jesucristo.
Es decir, la salvación que Jesucristo vino a llevar ya anunciar con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, ya empieza a estar presente y efectiva mientras vivimos en este mundo, pero nos damos cuenta de que no es perfecta, que no es bien completa. El Reino de Dios que Jesús anunciaba como un Reino cercano, todavía no ha llegado a su plenitud. Cuando llegue todo será nuevo, todo será claro y diáfano, entonces triunfarán definitivamente el amor y la vida sobre el pecado, el mal y la muerte.
Jesús exhortaba a sus contemporáneos a velar por que el fin del mundo no los encontrara dormidos, pero también para que fueran capaces de captar y vivir aquellos momentos en los que el Reino ya se hace presente en la vida de las personas y de las comunidades . Y eso que les decía a ellos, lo dice a todo el mundo, nos lo dice también a nosotros. Se trata de velar, hermanas y hermanos, para darnos cuenta de que la victoria de Cristo sobre el mal y la muerte ya empieza a manifestarse ahora, en nuestra historia que es un tejido de pecado y de gracia, de luz y de tene -bros. Jesucristo resucitado, nuestra gran esperanza, sigue presente entre nosotros y nos empuja a desear con todo nuestro ser su definitiva manifestación. Por eso le podemos dirigir con gozo la aclamación del salmo responsorial: A ti, Señor, levanto mi alma. Señor emséname tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad…
Esteban el Joven, Santo
Monje y Mártir, 28 de noviembre
Martirologio Romano: En Constantinopla, san Esteban el Joven, monje y mártir, que en tiempo del emperador Constantino Coprónimo, por dar culto a las imágenes sagradas fue atormentado con variados suplicios y confirmó la verdad católica con el derramamiento de su sangre. († 764)
Breve Biografía
San Esteban el joven, uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla. Cuando tenía quince años, sus padres, le confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, no lejos de Calcedonia. El oficio del joven consistía en comprar las provisiones. Cuando murió el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban fue elegido para sucederle. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas, desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar antiguos libros.
El emperador Constantino V Coprónimo (718-775) continuó la guerra que su padre, León III Isáurico (675-741), había declarado a las imágenes.
Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba -sin éxito alguno- para que suscribiese el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el sínodo de Hiera del año 753 (Sínodo espurio por ser convocado por el Emperador y no por el Papa).
Esteban fue llevado preso en un navío a un monasterio de Crisópolis, donde fue sometido a juicio. Al principio, le trataron cortésmente, pero después empezaron a maltratarle con brutalidad. El santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los otros patriarcas, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de Proconeso.
Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que fuese trasladado a una prisión de Constantinopla. Unos cuantos días después, el santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una imagen era lo mismo que pisotear a Cristo. Esteban replicó: «Ciertamente que no». Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que pisoteara la imagen del emperador que había en ella. La sola idea de ese crimen provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: «¿De modo que es un crimen enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las imágenes del Rey del cielo?». Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y desataron su ira, hasta que lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que mediara orden del emperador, San Esteban fue asesinado por un grupo de oficiales en el palacio de Constantinopla.
Cómo velar y orar
Santo Evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36. Domingo I de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por el don de la fe, de la esperanza y la caridad que me diste en el bautismo. Ayúdame a crecer en estas virtudes para que pueda prepararme bien y recibirte verdaderamente esta navidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habrá señales prodigiosas en el sol, la luna y las estrellas.
En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar. La gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación.
Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Llegamos al primer domingo de Adviento y la Iglesia nos invita a preparar nuestro corazón para recibir al Salvador. Cada Navidad recordamos el nacimiento de Jesús, Dios que se hace hombre para redimirnos de nuestros pecados. Es Él quien, por amor, toma la decisión de hacerse niño, vivir una vida normal, y morir en la cruz, para mostrarnos el camino hacia Dios y enseñarnos el dolor tan grande que le causamos cuando le ofendemos.
Es un tiempo para meditar en el final, la venida del Hijo del hombre, y preguntarnos: «¿cómo me gustaría recibirlo?» Hace ya dos mil años que se escribió: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida»; y, sin embargo, estas mismas palabras se dirigen a nosotros. Es fácil dejarse llevar por los placeres del mundo, al fin y al cabo, a veces queremos huir de nuestros problemas y el placer es una vía fácil. Hoy, Jesús, con este Evangelio, nos invita a «velar y orar», a preparar nuestro corazón para su venida. Pero ¿cómo?
A través de su vida, Jesús nos enseñó el camino: «amaos los unos a los otros como yo os he amado»; y es que cuando hacemos algo por nuestros hermanos, por amor a Jesús, realmente se lo hacemos a Él: «a mí me lo hicisteis». Éste es el camino que tenemos que recorrer para recibirlo bien. ¿Tendremos la valentía para hacerlo?
«Velar no significa solamente no dormir, sino estar preparados. Aquí está, por lo tanto, el significado de ser sabios y prudentes: se trata de no esperar al último momento de nuestra vida para colaborar con la gracia de Dios, sino de hacerlo ya ahora. Sería hermoso pensar un poco: un día será el último. Si fuera hoy, ¿cómo estoy preparado, preparada? Debo hacer esto y esto… prepararse como si fuera el último día: esto hace bien».
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Reflexionar sobre los signos de los tiempos en mi vida, para hacer un buen plan para ayudar a alguien que realmente lo necesite.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué es el Adviento?
Este tiempo, ¿es sólo una cuenta atrás?
Hablar sobre el Adviento en la sección de apologética a primera vista parecería algo sin sentido, pero para defender nuestra fe, debemos también conocer el porqué de la liturgia católica, es por ello que en esta oportunidad publicamos este artículo, que además busca motivarnos a vivir más cristianamente estos días previos a la Navidad.
1. El Adviento, con el que empieza el año litúrgico, es el periodo de tiempo comprendido entre el cuarto domingo antes de Navidad y el día de Nochebuena. Sus colores litúrgicos son el morado y el rosa.
En el calendario litúrgico de la Iglesia católica, el primer día del año no es el 1 de enero, sino el primer domingo de Adviento. El Adviento es el primer tiempo litúrgico del año que comienza cuatro domingos antes de Navidad y termina en Nochebuena. Según el día de la semana en que cae el día de Navidad, el tiempo de Adviento puede modificarse ligeramente.
El morado y el rosa son los dos colores litúrgicos designados para representar el tiempo de Adviento. Aparecen en las vestiduras de los sacerdotes, en los velos del tabernáculo, en la parte frontal del altar y en la corona de Adviento. El morado se usa como símbolo de penitencia y preparación, pero el tercer domingo de Adviento, conocido como «Domingo Gaudete», se usa el rosa, que representa la alegría por la venida de Jesús.
El día en que Cristo se hizo hombre para redimir al mundo fue preparado por Dios durante siglos. La Iglesia participa y actualiza esta larga preparación en este tiempo específico de preparación a la Navidad.
La Navidad -el día en el que Cristo nació para la redención del mundo- es el día en el que cambió el curso de la historia de la salvación. Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, lo explica de esta manera: «Es evidente que el Hijo de Dios tomó nuestra condición y vino a nosotros no por un motivo insignificante sino por nuestro bien. Él se vinculó a nosotros, por decirlo de esta manera, tomando un cuerpo y un alma humana y naciendo de una Virgen, para poder darnos su Divinidad. De esta manera, Él se hizo Hombre para que el hombre se haga Dios» (Santo Tomás de Aquino, Las tres grandes oraciones, comentarios sobre la oración del Señor, el Ave María y el Credo de los Apóstoles).
En el Catecismo podemos leer: «La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la «Primera Alianza»(Hb9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel» (Catecismo 522). En el Antiguo Testamento aparecen varias proclamaciones de este tipo: «Espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: él redimirá a Israel de todos sus pecados.» (Sal 130, 7-8).
Este tiempo de espera y de preparación no se da sólo antes de la Navidad sino que se da en cada año litúrgico y también en la actualidad. El Catecismo afirma: «Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador» (Catecismo, 524).
2. El Adviento es también un tiempo de preparación para la segunda venida de Cristo.
Como católicos, creemos que Cristo vendrá de nuevo al final de los tiempos y así lo profesamos en el Credo cada domingo: «Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a vivos y muertos; Y su reino no tendrá fin» (Credo Niceno-constantinopolitano). Durante el Adviento nos preparamos para la venida de Cristo en Navidad, pero también recordamos que Cristo prometió volver. El Catecismo nos dice: «Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y yo disminuya» (Jn 3, 30).» (Catecismo 524).
El Adviento es un tiempo de espera para la segunda venida, así como un reconocimiento de que seremos juzgados por Cristo por nuestras acciones y decisiones. Por esta razón el Adviento es un tiempo de arrepentimiento; esperamos con alegría la venida de Cristo, pero también buscamos el perdón por nuestros pecados para poder estar preparados. El Evangelio de Marcos proclama: «Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.» (Mc 13, 35-36).
Durante un Ángelus, el Papa Benedecito XVI enseñó sobre esta llamada a la vigilancia: «¡Vigilad! Esta es la llamada de Jesús en el Evangelio de hoy. No se dirige sólo a sus discípulos sino a todos. ¡Vigilad! (Mc 13, 37). Es una exhortación saludable que nos recuerda que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que está proyectada hacia un «más allá», como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad, por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha utilizado sus propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos.» (Papa Benedicto, Mensaje del Angelus, 27 de noviembre de 2011).
3. Hay muchas maneras prácticas de entrar en el Adviento.
Los tiempos litúrgicos no existen sólo para la misa de los domingos, sino también para nuestro beneficio espiritual diario. Aqui un conjunto de cosas que podemos hacer para entrar en este espíritu del Adviento, un espíritu de expectación, vigilancia, arrepentimiento y alegría.
– Reza: «Rezar el Rosario todos los días centrándonos en los Misterios Gozosos» o «hacer una vigilia ante una clínica abortista con algunos amigos. Puedes salvar la vida de algún bebé y tal vez cambiar la mentalidad de alguno de los «Herodes» que dirigen las instalaciones».
– Ayuna: «Hacer un programa de ayuno para Adviento y ser moderado con la comida y la bebida en las fiestas de Navidad», o «ver menos la televisión durante este tiempo o, por lo menos, ver algunos clásicos de Navidad con la familia o los amigos», o «bajar el ritmo de compras».
– Dónate: «Recupera las obras corporales y espirituales de misericordia y realízalas una a una cada semana hasta que llegue la Navidad. Hay mucha gente herida que necesita sentir y recibir nuestro amor», o «háblales del sacramento de la Penitencia a tus amigos y familia y llévalos a un buen sacerdote para que se puedan confesar. ¿Cómo puede superar a eso un simple regalo de Navidad?»
– Actúa: «Compra y lee el libro del Papa Benedicto XVI sobre la infancia de Jesús», o «no tires el árbol de Navidad o quites el Belén justo después del 25 de diciembre, el tiempo de Navidad no ha hecho más que empezar», o «cumple los propósitos de Año Nuevo«.
Estas sugerencias son sólo unas pocas de las muchas maneras que podemos seguir para entrar en este tiempo de Adviento. La Iglesia nos ofrece este momento de espera para que nos podamos preparar más plenamente para la alegría y la gracia que recibimos en Navidad.
Chipre y Grecia, viaje a las fuentes de la fraternidad y la humanidad
Videomensaje del Papa Francisco publicado antes de su próximo viaje apostólico.
«Una peregrinación a las fuentes»: así define el Papa Francisco su próximo viaje apostólico internacional que, del 2 al 6 de diciembre, lo llevará a Chipre y Grecia. Sus palabras resuenan en un videomensaje dirigido a los habitantes de ambos países, «a todos -subraya el Pontífice- no sólo los católicos». A ellos, el Papa les comunica «la alegría» de visitar estas «magníficas tierras, bendecidas por la historia, la cultura y el Evangelio», tras las huellas de «grandes misioneros», como «los apóstoles Pablo y Bernabé».
El camino sinodal y el estímulo a los católicos
La primera fuente de la que el Pontífice podrá saciar su sed es la de la. Hay una «gracia sinodal», una fraternidad apostólica que deseo tanto y con gran respeto: es la expectativa de visitar a los queridos beatos Crisóstomos y Ieronymos, Jefes de las Iglesias Ortodoxas locales. Como hermano en la fe, tendré la gracia de ser recibido por ustedes y de encontrarme con ustedes en el nombre del Señor de la Paz.
Y el abrazo fraterno será también con «las hermanas y hermanos católicos» que, en esas tierras, representan «pequeños rebaños» amados por el Señor: a ellos, el Papa llevará «con afecto el aliento de toda la Iglesia católica».
Puertos abiertos y acogida de migrantes, refugiados y desplazados
La segunda fuente indicada por el Pontífice, sin embargo, es «la fuente antigua de Europa»: Chipre, de hecho, representa «una rama de Tierra Santa en el continente», mientras que «Grecia es el hogar de la cultura clásica». Europa, por tanto, subraya Francisco, «no puede prescindir del Mediterráneo, un mar que ha visto la difusión del Evangelio» y el desarrollo de grandes civilizaciones:
“El mare nostrum, que conecta tantas tierras, nos invita a navegar juntos, a no dividirnos yendo cada uno por su lado, especialmente en este periodo en el que la lucha contra la pandemia sigue exigiendo mucho compromiso y la crisis climática se cierne sobre nosotros. El mar, que acoge a muchos pueblos, con sus puertos abiertos nos recuerda que las fuentes de la convivencia están en la acogida”.
No explotar a los que huyen de la guerra y la pobreza
De ahí el fuerte llamamiento del Papa a no olvidar a los migrantes, a los refugiados: “Pienso en los que, en los últimos años y todavía hoy, huyen de las guerras y la pobreza, que desembarcan en las costas del continente y en otros lugares, y no encuentran hospitalidad, sino hostilidad e incluso son instrumentalizados. Son nuestros hermanos y hermanas. ¡Cuántos han perdido la vida en el mar! Hoy, el Mare Nostrum, el Mediterráneo, es un gran cementerio”.
Fraternidad e integración, fuentes de convivencia común
La tercera fuente del viaje, por tanto, será la de la humanidad: estará representada concretamente por la parada en Mitilene – Lesbos, donde el Papa irá en la mañana del 5 de diciembre para encontrarse con los refugiados. Igual que lo hizo hace cinco años en la misma isla:
«Peregrino en la fuente de la humanidad, iré de nuevo a Lesbos, con la convicción de que las fuentes de la vida en común sólo volverán a florecer en la fraternidad y la integración: juntos. No hay otro camino, y con esta ilusión voy hacia ustedes».
35º viaje internacional de Francisco
Por último, el Papa invoca la bendición del Señor sobre todos los habitantes de Chipre y Grecia, llevando en su corazón sus «expectativas, preocupaciones y esperanzas». Cabe recordar que la próxima visita será el 35º viaje apostólico internacional del Pontífice, el tercero en este 2021, tras la histórica visita a Iraq en marzo y la peregrinación a Budapest y Eslovaquia el pasado septiembre. En concreto, Francisco será el segundo Papa que visita Chipre y Grecia: Benedicto XVI, de hecho, visitó la isla del Mediterráneo oriental en 2010, mientras que San Juan Pablo II hizo una parada en el país heleno en 2001.
Oración para el Primer Domingo de Adviento
Oración para prender la primera vela de la Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.
ORACIÓN PARA EL PRIMER DOMINGO
Esto es la Biblia: Episodio 5 – Génesis 4. Caín 10:23
LLAMADA A LA VIGILANCIA
ENTRADA.
Se entona algún canto.
Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…
LITURGIA DE LA PALABRA. Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33: “Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”. Palabra del Señor. (Breve pausa para meditar)
Reflexión.
Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO
Guia: Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro…
CONCLUSION
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.
La Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.
Origen:
La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.
Nueva realidad:
Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.»
En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.
La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.
La corona de adviento encierra varios simbolismos:
La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.
Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.
El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
En algunas parroquias o colegios se hace la bendición de las Coronas de Adviento. Si no sepuede asistir a estas celebraciones, se puede hacer la bendición en familia con la siguiente oración:
Señor Dios, bendice con tu poder
nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.
PROPONEMOS ESTE ESQUEMA SENCILLO PARA ORAR AL ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO
PRIMER DOMINGO
LLAMADA A LA VIGILANCIA
ENTRADA.
Se entona algún canto.
Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…
LITURGIA DE LA PALABRA. Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33: “Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”. Palabra del Señor. (Breve pausa para meditar)
Reflexión.
Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO
Guia: Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro…
CONCLUSION
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.
SEGUNDO DOMINGO
ENTRADA. Se entona algún canto.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz». Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar
Reflexión
Guía: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento? ¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne…
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
PADRE NUESTRO.
Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro…
CONCLUSION.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
TERCER DOMINGO
ENTRADA.
Se entona algún canto. Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”. Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar. Reflexión.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
PADRE NUESTRO.
Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro…
CONCLUSION.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén
CUARTO DOMINGO
Todos hacen la señal de la cruz.
Guía: «Nuestro auxilio es en el nombre del Señor»
Todos: «Que hizo el cielo y la tierra»
Liturgia de la Palabra:
Primera lectura: Rm 13,13-14 «Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestios del Señor Jesucristo». «Palabra de Dios»
Todos: «Te alabamos Señor».
Segunda lectura: 2 Tes. 1,6-7 «Es justo a los ojos de Dios pagar con alivio a vosotros, los afligidos, y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo acompañado de sus poderosos ángeles, entre las aclamaciones de sus pueblo santo y la admiración de todos los creyentes.» -«Palabra de Dios»
Todos: «Te alabamos Señor».
Guía: «Ven, Señor, y no tardes.
Todos: «Perdona los pecados de tu pueblo».
SE ENCIENDEN LAS CUATRO VELAS
Guía: «Bendigamos al Señor»
Todos hacen la señal de la cruz mientras dicen: «Demos gracias a Dios».
Humildad y gloria
El Nacimiento de Jesús
Guía: Lectura del Evangelio según San Lucas (2:6-7)
«Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron
los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.»
«Palabra de Dios»
Todos: «Te alabamos Señor».
MEDITACION
La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Padre Nuestro / Ave María.
ORACIÓN FINAL
Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Todos: «Amén»
Santa Catalina Labouré, la discreta vidente de la Virgen
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Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa le encargó que acuñara lo que se ha convertido en uno de los objetos religiosos más populares del mundo
Catalina Labouré nació en la Bretaña (Francia) en 1806. Deseaba ser religiosa pero su padre no se lo permitía porque había fallecido la madre y la necesitaba para el cuidado de la familia. Una noche soñó que un anciano sacerdote le decía: «Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos».
A los 24 años, visita a su hermana religiosa y ve en la sala del convento la imagen del sueño: era el retrato de san Vicente de Paúl. Así entiende cuál es su vocación.
Siendo novicia, una noche de julio de 1830 un niño la guía a la capilla. Luego pensará que ha sido su ángel de la guarda.
Catalina se sitúa ante la imagen de la Virgen, y Nuestra Señora le comunica cosas que sucederán en la Iglesia y en el mundo, así como la necesidad de vivir la devoción del mes de mayo.
Fred de Noyelle / Godong
El 27 de noviembre de 1830, la Virgen se le vuelve a aparecer resplandeciente, derramando de sus manos unos rayos de luz hacia el mundo. Le encomienda que acuñe una medalla con indicaciones precisas.
La medalla incluye la M de María, la Cruz, los dos Corazones (de Jesús y María), las estrellas y la oración «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti». La Virgen promete socorro a quien lleve la medalla y rece esa oración.
Anne Davis | CC BY-NC 2.0
Fama de las medallas
Catalina cuenta lo que le ha sucedido a su confesor pero este al principio no la cree. Sin embargo, ve la santidad de la joven y decide consultar el caso al arzobispo al cabo de un tiempo. Este dará permiso para acuñar las medallas y distribuirlas.
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Qué son esos rayos
En la imagen de Nuestra Señora, Catalina vio que algunos rayos no llegaban a la tierra. Le preguntó a la Virgen qué significaba aquello y oyó la respuesta:
«Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden».
Xhienne/Wikipedia | CC BY-SA 3.0
Y añadió: «Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden».
En un anonimato voluntario
Catalina Labouré pasó desapercibida, en su labor de atención a los enfermos y en la atención material del convento, mientras que muchas personas veían los milagros que se producían al llevar la medalla. En 1836 ya se habían distribuido más de 130.000.
El padre Aladel, su confesor, publicó un libro sobre el mensaje de la Virgen de la Medalla Milagrosa pero no reveló el nombre de Catalina porque ella le hizo prometer que no lo diría.
Ocho meses antes de morir, en 1876, cuando ya había fallecido su confesor, Catalina Labouré explicó a su nueva superiora que era ella a quien la Virgen se le había aparecido.
Un funeral multitudinario
Muy en contraste con el tono en que había vivido, Catalina Labouré murió en olor de santidad y su funeral fue multitudinario. Ya se conocían numerosos favores y milagros concedidos gracias a la Medalla Milagrosa.
En 1947 fue canonizada por el Papa Pío XII.
Oración a santa Catalina Labouré
Santa Catalina Labouré, que fuiste elegida como confidente de la Virgen María. Ella te reveló su deseo de que sus hijos lleven la Medalla Milagrosa como señal de su amor por ella y en honor a su Inmaculada Concepción. Intercede por nosotros, para que podamos cumplir los deseos de nuestra Madre Celestial. Pide que podamos recibir las gracias especiales que se derivan de las manos maternales como rayos de luz. Amén.