Referencias Bíblicas
• Mark 16:9-15
• Obispo Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús les encarga a sus discípulos que “vayan por todo el mundo, y anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.
La Iglesia no tiene una misión; la Iglesia es una misión. Un catolicismo apasionado acerca a las personas a Cristo, como las cuatro personas que bajaron al paralítico por el techo para llevarlo adelante de Jesús. Un catolicismo evangelizador grita desde los tejados, agarra a la gente por las solapas y habla con urgencia y energía sobre Jesús.
Obviamente, esto debe hacerse con gran respeto y amor; pero muy a menudo, los obstáculos que provienen de nuestra cultura de “convivencia”, y quizás de un ecumenismo exagerado, impiden que se lleve a cabo. No tendremos éxito en nuestro cristianismo a menos, y hasta, que hayamos llevado a otros al Señor.
Anacleto (Cleto), Santo
III Papa, 26 de abril
Por: Domenico Agasso
Fuente: santiebeati.it
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Cleto, papa, el segundo que rigió la Iglesia Romana después de san Pedro. († 88)
En el martirologio anterior se lo recordaba el 13 de julio
Breve Biografía
¿Son dos o tan sólo uno?, por mucho tiempo se pensó que Anacleto y Cleto habían sido dos papas distintos del siglo primero. Después resultó claro que el segundo nombre era sólo una abreviación familiar del primero. Y así ha quedó registrado en la sucesión cronológica de los jefes de la iglesia de Roma: Anacleto o Cleto fue el tercero, después de Pedro y Lino. Tercero, entonces, en la serie de papas. Sobre su origen sobreviven incertidumbres, algunos historiadores piensan que era nacido en Roma, pero su nombre de origen claramente griego deja una sombra de dudas sobre este tema. Relatos muy antiguos le atribuyen la construcción de un santuario sepulcral llamado «Memoria», en el sitio del entierro de Pedro, en los jardines del Vaticano, territorio que entonces pertenecía al dominio imperial y formado por jardines, campos y tierras sin cultivar. A Anacleto se le atribuye también la disposición que prohibía a los hombres de Iglesia usar los cabellos largos, lo que sería un primer ejemplo de tonsura eclesiástica.
Su pontificado se desarrolla en algunos años de paz, bajo el emperador Vespasiano (que reina del 69 al 79), y bajo su hijo mayor Tito (79 al 81). En tiempos de este último Italia conoce una de las más importantes catástrofes de su historia: la erupción del Vesubio en agosto del 79, con la destrucción de Herculano y Pompeya. Y poco después Roma verá surgir el edificio destinado a convertirse en su emblema: el anfiteatro Flavio (Coliseo) para los juegos públicos, sede de luchas mortales entre gladiadores y de suplicios para los cristianos. El mismo lugar que diecinueve siglos después sería elegido por los sucesores de Pedro, Lino y Anacleto para presidir el Vía Crucis con el que se rememora el calvario de Cristo en Viernes Santo.
Finaliza pronto el reinado de Tito, y con el arribo de su hermano Domiciano comienza la persecusión. Pero no sólo contra los cristianos. De hecho, las primeras víctimas son los judíos, forzados a derivar al Estado el tributo debido al templo de Jerusalén destruido por Tito. Una persecución por razones financieras: porque las grandes obras públicas han desangrado las finanzas imperiales; también los judeocristianos deberán pagar. Después la persecusión va a ensañarse a los cristianos en general, no sólo contra sus bienes. Contra ellos se lanza la acusación de “ateísmo”, es decir, de no adorar a los dioses del Estado, y esta acusación comporta la pena capital.
No sabemos cómo murió Cleto; la persecusión a los cristianos continuó luego de su muerte. No se conoce el lugar de su sepultura, aunque es presumible que haya sido en los jardines vaticanos.
¿Crees realmente en mi resurrección?
Santo Evangelio según San Marcos 16, 9-15.
Sábado de la Octava de Pascua.
Por: Rubén Tornero, LC
Fuente: Somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, vengo ante ti, uva vez más para poner en tus manos todo lo que soy y todo lo que tengo. Tú me conoces y sabes que es lo que llevo en el corazón, cuáles son mis tristezas y mis alegrías. Te doy las gracias porque nunca me has abandonado, siempre has estado a mi lado, aun cuando no me he dado cuenta. Aumenta mi fe para creer en ti, en tu omnipotencia en mi vida y para saberte descubrir siempre en cada momento de mi vida. Aumenta mi confianza; no permitas que ponga mi esperanza en nada ni en nadie fuera de ti, Jesús mío, pues todo es tuyo. Dame el amor que más necesito: el tuyo. No permitas que me separe nunca de ti… y si llego a alejarme de tu amor, que nunca me canse de volver a tus brazos amorosos. Ayúdame a escuchar tu voz en esta oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 9-15
Por último se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Has visto que reprendí a mis discípulos por la dureza de su corazón al no creer en mi resurrección.
¿Tú darías la vida por un muerto?, ¿invitarías a tomar un café hoy al bisabuelo de tu bisabuelo?, ¿serías capaz de preguntarle su opinión sobre la decisión más importante de tu vida a alguien que dejó este mundo hace miles de años? Probablemente no.
Lo más común es que cuando damos la vida por alguien, sea una persona viva. Consultamos a los vivos, no a los muertos, al tomar una decisión importante. Invitamos a pasar un tiempo junto a los vivos no a los muertos.
¿Sabes? Hoy muchas personas me tratan como si estuviera muerto. Dicen con los labios que creen en mi resurrección, muchos de ellos se dicen cristianos, seguidores míos, pero para ellos no soy más que un personaje del pasado, una persona que quizá fue buena y ayudó a otros hace mucho tiempo, pero que ahora no pude hacer nada. Eso me lastima. Me tratan como si estuviera muerto. No se dan cuenta que siempre estoy a su lado. Son como mis discípulos que, aunque se los dije muchas de veces, no terminaban de creer que yo estuviera vivo y me trataban igual que muchas personas hoy en día.
ESTOY VIVO. Date cuenta de que te amo y puedo – y quiero hacer – mucho bien por y en ti. Déjame entrar en tu vida, mira que estoy vivo.
Atte. Jesús
«La oración humilde del hijo, que nosotros podemos hacer, es: «Padre, atráeme hacia Jesús; Padre, condúceme a conocer a Jesús”. Y el Padre enviará al Espíritu a abrir nuestro corazón y nos llevará hacia Jesús. Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive una situación de huérfano; y nosotros tenemos un Padre, no somos huérfanos. Hay que dirigirse al Padre como nos enseñó Jesús -«Padre nuestro, que estás en el cielo…»- y pedir la gracia de ser atraídos hacia Jesús». (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal.
El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré involucrar a Jesús en mi vida cotidiana, preguntándole cómo actuaría Él en mi lugar en cada situación.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Exequias del Santo Padre: Un Papa con el corazón abierto a todos
El Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, preside la misa exequial por el difunto Santo Padre este sábado 26 de abril de 2025 en la Plaza de San Pedro, destacando su cercanía al pueblo y su legado de misericordia. “Recorrió el camino del servicio hasta el último día de su vida”, afirma ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro y autoridades de diversos países.
Bajo el cielo claro de una mañana primaveral, la Plaza de San Pedro fue escenario, este sábado 26 de abril de 2025, de la santa misa exequial por el difunto Papa Francisco, quien partió a la Casa del Padre el Lunes del Ángel, 21 de abril, a la edad de 88 años.
La celebración fue presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Giovanni Battista Re, quien en su homilía trazó un retrato profundo y entrañable del pontífice argentino, resaltando su legado de humildad, cercanía y servicio. Una ceremonia sobria, como el mismo Francisco lo dispuso, a la que concurrieron más de 200.000 personas.
“Estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe”, expresó el Cardenal Re al inicio de su reflexión, evocando no solo el duelo de la Iglesia, sino también su esperanza. “La existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad que no conocerá el ocaso”.
El homenaje fue tan global como íntimo: delegaciones de decenas de países, líderes de otras confesiones religiosas y miles de fieles de todo el mundo llenaron la plaza. “La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días […] nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco”, destacó el cardenal.
Uno de los momentos más emotivos de la homilía fue el recuerdo de la última aparición pública del Santo Padre: “Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica […] en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios”.
Inspirado en el Evangelio proclamado durante la misa (Jn 21), el Cardenal Re vinculó la figura del Papa Francisco con la del apóstol Pedro, el primer pontífice: “Será esta la tarea constante de Pedro y de sus sucesores, un servicio de amor a imagen de Cristo, Señor y Maestro, que ‘no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud’”.
Y ese camino del servicio, afirmó el cardenal, fue precisamente el que eligió Francisco. “A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal”. Como el buen pastor, “amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida”, remarcó, citando a su vez al apóstol Pablo: «La felicidad está más en dar que en recibir».
El Cardenal Re repasó también los momentos decisivos de su vida: su elección como pontífice el 13 de marzo de 2013, su paso por la Compañía de Jesús, y sus más de dos décadas de servicio pastoral en Buenos Aires. Destacó la elección de su nombre, Francisco, como una decisión “programática y de estilo”, inspirada en san Francisco de Asís y que marcaría el rumbo de su pontificado.
“Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos”, resumió Re. Su modo pastoral, añadió, “estableció un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad”.
Uno de los ejes centrales de la homilía fue el énfasis del Papa Francisco en la misericordia, un concepto que definió su pontificado. “El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre”, dijo Re. Fue esa convicción la que motivó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en 2015-2016, en el que proclamó que la misericordia “es el corazón del Evangelio”.
También fue recordado por su atención a los excluidos: “Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados”, dijo el cardenal, evocando su primer viaje a Lampedusa, símbolo de los dramas migratorios, y su valiente visita a Irak en 2021, donde “esa difícil Visita Apostólica fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí”.
“El Papa Francisco fue un hombre profundamente sensible a los dramas actuales, que realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización.”
Su mensaje, continuó, supo llegar “al corazón de las personas de forma directa e inmediata”, y su carisma fue capaz de “despertar las fuerzas morales y espirituales” de una humanidad necesitada de consuelo y guía.
En su incansable defensa de la paz, Francisco denunció con firmeza la lógica de la guerra: “La guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas”. «La guerra -enfatizó el purpurado- siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica».
En ese espíritu, promovió la cultura del encuentro frente a “la cultura del descarte”, y proclamó con insistencia: “Construir puentes y no muros”.
“El primado de la evangelización fue la guía de su Pontificado”, recordó también Re, aludiendo a Evangelii gaudium, su primera exhortación apostólica, donde llamó a los fieles a anunciar el Evangelio con alegría y esperanza.
Hacia el final de la prédica, el Cardenal Re recogió una de las frases más características del Papa: “No se olviden de rezar por mí”. Y, con voz emocionada, añadió:
“Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero.”
Con ese mensaje de gratitud y esperanza, la Iglesia universal despidió al 266º sucesor de Pedro: un pastor sencillo, un servidor apasionado del Evangelio y un hombre que —como él mismo soñaba— supo vivir y morir “con olor a oveja”.