Luke 6:39-42
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús pregunta: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?”. Les recomiendo que apliquen este texto a vuestra elección de director espiritual.
¿Sabe la persona a la que le has confiado tu alma a dónde llevarte? ¿O está tan perdido como tú? ¿Cómo sabemos si ve correctamente? En cierto modo esto puede ser bastante simple: ¿Has confías en alguien que está completamente dedicado a Cristo?
La siguiente cualidad de un buen maestro espiritual es reconocer la necesidad de un salvador. Jesús usa una imagen bastante simpática para aclarar este punto. “¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo?”
Todo maestro espiritual está ansioso por decir lo que anda mal en otros. Son diagnosticadores de nuestros problemas. Pero a menos que se hayan entregado a Cristo y encontrado la salvación en Él, no estarán en ninguna posición para poder ayudarte. Serán tan absurdos como el hombre que tiene la viga en el ojo.
Juan Crisóstomo, Santo
Memoria Litúrgtica, 13 de septiembre
Por: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueno de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado «Crisóstomo» por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, fue desterrado de la misma por insidias de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los malos tratos recibidos de sus guardianes durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Cumana, localidad del Ponto, el catorce de septiembre († 407).
Patronazgo: predicadores y oradores
Breve Biografía
Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa.
Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.
En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía user con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruír, corregir, reprochar.
Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.
Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa.
De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.
¿Puede un ciego guiar a otro igual?
Santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42. Viernes XXIII del Tiempo Ordinario.
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo», no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio.
Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo.
Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo. Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una condescendencia en la conversación.
Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad, pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más.
«El apelativo «hipócritas» que Jesús da varias veces a los doctores de la ley en realidad es dirigido a cualquiera, porque quien juzga lo hace en seguida, mientras que Dios para juzgar se toma su tiempo. Quien juzga se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es suyo. Pero no solo se equivoca, también se confunde. Está tan obsesionado con lo que quiere juzgar, de esa persona -¡tan tan obsesionado!- que esa idea no le deja dormir. … Y no se da cuenta de la viga que él tiene. Es un fantasioso. Y quien juzga se convierte en un derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarle a él. El juez que se equivoca de sitio porque toma el lugar de Dios termina en una derrota. ¿Y cuál es la derrota? La de ser juzgado con la medida con la que él juzga. El único que juzga es Dios y a los que Dios da la potestad de hacerlo. Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Al contrario: ¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía el segundo, que es el Espíritu Santo. Él es defensor: está delante del Padre para defendernos de las acusaciones. ¿Y quién es el acusador? En la Biblia se llama «acusador» al demonio, satanás. Jesús nos juzgará, sí: al final de los tiempos, pero mientras tanto intercede, defiende».
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de junio de 2014).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que convivo.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
10 inspiradores pensamientos de San Juan Crisóstomo
Philip Kosloski – publicado el 14/09/16 – actualizado el 09/04/24
San Juan Crisóstomo fue un obispo, doctor y padre de la Iglesia muy famoso por sus predicaciones y sus oratorias, lo que le valió el título de «boca de oro»
San Juan Crisóstomo fue uno de los primeros Padres de la Iglesia; famoso por sus predicaciones y su oratoria, san Juan recibió -tras su muerte- el nombre de Chrysostomos, es decir «boca de oro».
Nacido en Antioquía en el 349, Juan estudió con un maestro pagano de retórica, que le enseñó múltiples habilidades en oratoria e inculcó en él el amor por el lenguaje y la literatura. Tras recibir la ordenación como sacerdote y obispo, Juan usó estas habilidades con maestría en sus homilías y catequesis.
Esto hizo que hizo que san Juan Crisóstomo destacara de entre los demás de su tiempo fue su capacidad para aplicar las Escrituras a las circunstancias del día a día, enseñando a las personas la manera de incorporar el Evangelio a todo aquello que hacían.
Su sensibilidad pragmática otorga a sus palabras una cualidad imperecedera, capaz de inspirar a hombres y mujeres de todo el mundo, aún hoy, a más de mil años de su muerte.
10 citas inspiradoras para tu vida espiritual
Para brindaros una muestra de su «boca de oro» y su capacidad para aplicar el Evangelio a la vida diaria, aquí hay 10 citas inspiradoras de san Juan Crisóstomo:
1 Cristo en el mendigo
«Si no logras encontrar a Cristo en el mendigo a las puertas de la iglesia, no Le encontrarás en el cáliz».
2 Nombres de santos
«Entre, por tanto, el nombre de los santos en las casas a través del nombre de los hijos, para que eduque no solamente al niño, sino también al padre, cada vez que piense que es padre de un Juan, de un Elías, de un Jacob.
Si, en efecto, el nombre se pone con devoción y reverencia por los que se han ido, y preferimos el parentesco de los santos al de los antepasados, esto nos ayudará mucho, tanto a nosotros como a nuestros hijos. No pienses que, por ser algo nimio, se trata de una nimiedad. Es, ciertamente, una garantía de ayuda».
3 La ira
«No importa lo justas que puedan ser tus palabras, lo arruinas todo si hablas con ira».
4 Vergüenza y arrepentimiento
«No sientas vergüenza de entrar de nuevo en la Iglesia. Avergüénzate cuando pecas. No te avergüences cuando te arrepientas. Pon atención en lo que te hizo el diablo. Son dos cosas distintas: pecado y contrición.
El pecado es una herida; la contrición es una medicina. Al igual que existen para el cuerpo heridas y medicinas, también para el alma existen el pecado y la contrición. Sin embargo, el pecado trae vergüenza y el arrepentimiento aporta valor».
5 Aborto
«Destruir al feto ‘es algo peor que el asesinato’. El que lo hace ‘no arrebata la vida del que ya ha nacido, sino que evita que nazca'».
6 Amor marital
«El amor entre marido y mujer es la fuerza que mantiene unida la sociedad. Los hombres se darán a las armas e incluso sacrificarán sus vidas por el bien de su amor (…). Cuando la armonía prevalece, los hijos se crían bien, el hogar mantiene su orden y vecinos, amigos y familiares alaban el resultado. Se producen, pues, grandes beneficios tanto de las familias como de los Estados. En caso contrario, no obstante, todo cae en la confusión y es puesto patas arriba».
7 Amabilidad con los animales
«Los santos son sumamente cariñosos y amables con la humanidad, también con las bestias y animales (…). Ciertamente debemos mostrarles [a los animales] gran bondad y amabilidad por muchas razones, pero, sobre todo, porque tienen el mismo origen que nosotros mismos».
8 He pecado
«¿Has pecado? Ven a la Iglesia y dile a Dios: ‘He pecado’. No te pido otra cosa, más que esto, sólo esto. Lo dice, pues, la Sagrada Escritura: ‘Manifiesta tú primero tus culpas, para justificarte’; confiesa el pecado que has cometido, para liberarte.
En esto no hay fatiga, no hay necesidad de usar giros especiales, ni exige esfuerzo pecuniario ni de otro género. Pronuncia la palabra que evidencia tus rectos sentimientos sobre las culpas cometidas, dilo claramente: ‘He pecado'».
9 Corrección de los pecadores
«A los cristianos antes que al resto de hombres les está prohibido corregir los traspiés de los pecadores por la fuerza (…) Es necesario hacer de un hombre mejor persona no a la fuerza, sino a través de la persuasión.
No disponemos de la autoridad que nos confieren las leyes para dominar a los pecadores, tampoco, de tenerla, sabríamos como usarla, puesto que Dios entrega la corona a aquellos que se alejan del mal, no a la fuerza, sino por elección propia».
10 Misericordia de Dios
«Incluso habiendo cometido miles de actos de gran virtud que hablaran en nuestro favor, nuestra confianza en ser escuchados debe basarse en la misericordia de Dios y Su amor por el hombre. Incluso si nos encontramos en la misma cima de la virtud, es Su misericordia la que nos traerá salvación».