DIA SABADO DIA DE MARIA

En la alegría de la pascua y guiados por la luz de Cristo resucitado, a Santa María al pie de la cruz de Jesús; una cree que más que portadora de muerte es portadora de vida. Jesús, antes de terminar de llevar a cabo todo lo que el Padre le ha encomendado, se fija en su Madre y en el discípulo que él amaba más, que estaba cerca de ella, y dice: Madre, aquí tienes el tuyo hijo. Y luego dice al discípulo: aquí tienes a tu madre.

Como ocurre en todo el evangelio según san Juan, también este episodio tiene varios niveles de lectura y todos portadores de buenas nuevas. Un primer nivel es el del sentido inmediato, lleno de humanidad, ternura y amor filial. Jesús no quiere que su madre se quede sola y encarga al discípulo que la cuide. Un segundo nivel de lectura, parte del hecho de que este discípulo más amado de Jesús, personifica, representa, a todos sus discípulos, a todos los que creen en él. A partir de este hecho, pues, María está constituida madre de todos los cristianos, madre del cuerpo eclesial de Cristo, por eso en el Concilio Vaticano II el papa san Pablo VI, proclamó la Madre de Jesús madre de la Iglesia. Y todavía podríamos considerar otro nivel de lectura y ver a María como imagen, personificación, de la Iglesia. Desde esa perspectiva, se nos dice que la Iglesia también es madre de todos los creyentes en Cristo. Lo es porque les engendra en la vida de fe en el bautismo, los nutre con la Palabra de Dios y con la Eucaristía y, con la solicitud, pastoral les ayuda a crecer en la vida cristiana.

En este día que veneramos a Santa María, nos centramos en lo que he llamado segundo nivel de lectura. María como madre de todos los discípulos de Jesucristo. Al pie de la cruz, Santa Maria recibe una nueva vocación. A la de ser madre del Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre, Jesús le añade la maternidad espiritual sobre quienes creen en él. En el momento, pues, que ella estaba de pie al pie de la cruz uniéndose a la ofrenda que su hijo hacía al Padre, se abre a una nueva maternidad sobre la familia de quienes quieren escuchar y poner en práctica la palabra de Dios (cf. Mt 12, 48-50). Estas palabras de Jesús arriba la cruz son el fundamento de la maternidad espiritual de María sobre cada uno de nosotros, sobre la Iglesia que peregrina por el PERU y sobre el conjunto de la Iglesia universal. Y son el fundamento del patrocinio de Nuestra Señora sobre nuestra CASA DE PAX CON VOCACION MISIONERA LLAMADAS A SERVIR.

Remarcamos algo. En éste confiar a María el discípulo y el discípulo a María, hay una prelación. Primero encarga a María que sea madre del discípulo. Esto significa que primero le hemos sido dados a ella, hasta el punto de que si llegara el caso de que el discípulo no quisiera acogerla, ella continuaría con la misión de ser madre y, por tanto, de ser solícita de cada uno de los que Jesús le ha confiado. Ella nunca dejará de ser madre, de amar, de ayudar, de interceder. Y esto nos da una gran confianza, sobre todo cuando constatamos nuestra negligencia hacia ella y más aún cuando constatamos nuestros fallos en la adhesión a Jesucristo. Nuestro camino de fe está unido a María, aquella que ha sido la primera en creer, en acoger la Palabra y en hacerla vida. Esto nos es fuente de esperanza y de gozo. Y también de compromiso en no defraudar a aquel que nos ha confiado a su madre como hijos al ser llamadas por el amor y gracia del llamado para ser PARTE DE LA COMUNIDAD DE Y CON JESUS.

Por eso debemos hacer como el discípulo que Jesús más amaba cuando le hace ser confiada María como madre. La acogió en su casa, decía el texto evangélico. Pero, a partir del original griego, esto también tiene al menos un par de niveles de lectura. El primero, nos indica que la llevó a vivir con él, ofreciéndole no sólo cobijo, sino todo el cuidado y todo el cariño. Pero el texto evangélico apunta también a otro nivel: la acogió en lo más íntimo de sí mismo, en su interior, le dio entrada en su vida. En este sentido, tener a María por madre significa confiarle nuestro camino de fe, nuestras necesidades e inquietudes. Y tenerla por patrona significa confiarle la situación actual de nuestro País y al mismo tiempo trabajar a favor de la gente que lo constituye.

“Es la hora de reencontrar la dimensión espiritual mediante la amistad con Dios y la oración, a la vez que profundizar en la dimensión social de la fe, acuñando una nueva palabra de orden: «Sientanse MISIONERAS DE PAX». Ciertamente, no podemos quedarnos calladas al momento de defender la vida de los ancianos y de su igualdad de derechos con todas las demás personas. No podemos quedarnos calladas a la hora de escuchar la voz de los pobres y de los considerados periféricos, y de darles el lugar justo en un mundo del que ellos también forman parte. No podemos quedarnos calladas a la hora de empujar proyectos de humanización de las sociedades globales y, en particular de la nuestra” con los MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO DE PAX TV.. Y SENTIR EL LLAMADO DE SALVAR Y TRANSFORMAR AL MUNDO “según los criterios del Evangelio de Jesús”.

“Este cambio del mundo en profundidad se vuelve del todo prioritario en este tiempo de pandemia y de post-pandemia, en el que hay que imaginar nuevas formas de hacer nuestro servicio pastoral desde los distintos campos que tenemos y vemos desde la propia vida para esparcir y comunicar, de palabra y con las obras, la buena nueva del Evangelio” con su fuerza transformadora del “Espíritu hacia donde guías nuestras iglesias?”

Que la Virgen María, con su solicitud como madre y patrona para con nosotros y para con todo el pueblo de Cataluña, nos ayude a ser hombres y mujeres unidos a Jesucristo ya contribuir a la transformación de nuestra sociedad en este momento de nuestra historia. Pidámosle que sostenga a los enfermos y ayude al personal sanitario que les atiende. Que ayude a los responsables de la gestión pública a trabajar abnegadamente para superar las graves consecuencias negativas a nivel económico, laboral y social causadas por la pandemia. Pedimos, todavía, a la Virgen María que, pensando en el bien de las personas, nos ayude a encontrar soluciones para la coyuntura política actual y para superar la situación de los políticos y líderes sociales que están en prisión o en el extranjero. Oremos, en torno al altar del Señor, por tantas personas que en este año nos han dejado a causa del Covid o de otras enfermedades, algunas eran familiares o amigos nuestros, algunas participaban asiduamente en esta Velatorio de Santa María.

Aquí tienes a tu madre. Estas palabras de Jesús dirigidas al discípulo más amado ya todos nosotros, están escritas en un mosaico cerca de la Imagen de la Virgen en el camarín, para recordarnos esta misión que ella tiene hacia nosotros. Al venerarla hoy, hagámoslo con confianza filial dejándola entrar en nuestra vida para que nos ayude a avanzar más y más hacia Jesucristo.

 

 

Leandro de Sevilla, Santo

Memoria litúrgica, 13 de noviembre

Obispo
Martirologio Romano: En Sevilla, en Hispania, san Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y diligencia convirtió, contando con la ayuda de su rey Recaredo, a los visigodos de la herejía arriana a la fe católica (c. 600).

Breve Biografía

¿Qué secreto poseía aquella familia de Cartagena que supo poner en los altares a sus tres hijos? Porque no hay duda de la influencia de los padres en la vida de sus hijos tanto para bien como para mal. Eso no quiere decir que los hijos que han nacido en buena y cristiana familia tengan una póliza de seguro que les garantice la fidelidad a los principios que mamaron ni tampoco que quienes conocieron a unos padres mediocres estén condenados irreparablemente a la desgracia moral. No. Pero, hechas las salvedades y sabiendo que el uso de la libertad es privado y personal, no cabe duda -es testigo la historia- de la impronta que deja en los retoños el estilo de quienes los engendraron y educaron. En este caso, Leandro tuvo otros dos hermanos que están como él en los altares, Isidoro que le sucedió en el arzobispado de Sevilla, y santa Florentina.

Su nacimiento fue en torno al 535. La familia emigra a Sevilla y, cuando tiene la edad, Leandro entra el un monasterio. Es nombrado metropolitano de Sevilla. Funda una escuela de artes y ciencia que la concibe como instrumento para difundir la doctrina ortodoxa en medio de una España que está inficcionada de arrianismo, particularmente en la corte visigoda. Dos hijos del rey arriano Leovigildo están formándose en su escuela, Hermenegildo y Recaredo.

Leovigildo asienta en Toledo la capital del reino visigodo. Su hijo Hermenegildo será su igual en la Bética y residirá en Sevilla; por su ciencia, bondad y celo Hermenegildo se convierte a la fe nicena con el ejemplo y apoyo de su esposa Igunda. Pero en Toledo hay reales aires de grandeza; el rey piensa que el principio de unidad y estabilidad está en la religión arriana; se enciende la persecución contra la fe católica con fuego y espada, incluidos los territorios de la Bética, en la que su propio hijo Hermenegildo morirá mártir.

Leandro ha sido obligado a abandonar su Iglesia y su patria. Aprovecha el destierro para pedir ayuda al emperador de Bizancio. En Constantinopla se encuentra con Gregorio, que ha sido enviado por el papa Pelagio -lo sucederá luego en la Sede romana- con quien traba una gran amistad; le anima a poner por escrito los libros Morales -comentario al libro de Job- que influirán de un modo decisivo en la ascética de todo el Medievo.

Vuelve a Sevilla su Arzobispo al disminuir la tensión del rey Leovigildo y lo verá morir. Leandro, en el 589, convoca el III Concilio de Toledo donde Recaredo, que ha sucedido a su padre en el trono, abjura de los errores arrianos y hace profesión de fe católica lográndose la unidad del reino visigodo y la paz. Sobreviene como esperada consecuencia una renovación en la vida religiosa, un resurgir de las letras y una fresca ganancia en el terreno de las artes.

La conversión paulatina a la fe católica de los arrianos visigodos del reino es sincera y la deseada unidad ha encontrado el vínculo de cohesión en la unidad de la fe. Lo que intuyó el rey Leovigildo, pero con signo contrario; en esta ocasión, triunfó la verdad.

 

                                                          CONVERSION DE RECAREDO

 

Ahora y hasta su muerte en el año 600, el sabio y santo Arzobispo deja de ser un hombre influyente en la política del reino. Le ocupa el alma el ansia de hacer el bien. Mucha oración, atención a las obligaciones pastorales, estudio de la Sagrada Escritura, penitencia por los pecados de su vida, y la carta que escribe a su hermana Florentina que llega a servir de pauta para la vida monástica femenina hasta el punto de ser llamada «la regla de San Alejandro» le llenaron su tiempo.

Sevilla tiene motivos para mostrar orgullo con un santo así ¿verdad? Hay quien afirma que los santos pertenecen a todos y posiblemente no les falte razón, pero ¿no podrán pertenecer a algunos un poco más?

 

 

Encuentro de corazones

Santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8. Sábado XXXII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, por favor enséñame a disfrutar cada momento de unión contigo a través de mi humilde oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

«En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’».

Dicho esto, Jesús comentó: «Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En determinadas ocasiones, es muy fácil decir que no sabemos qué nos pide Dios, inclusive afirmamos, que no le oímos, o peor aún que no nos habla, pero ¿qué tanto nos preparamos para entablar un diálogo de corazón a corazón con Aquél que nos ama? ¿Qué tanto le buscamos? ¿Qué tanto insistimos en el momento de pedir algo? ¿Nos hemos preguntado, alguna vez, si realmente pedimos aquello que necesitamos? ¿Aquello que verdaderamente nos conviene?

Gran enseñanza nos quiere dar Jesús mediante esta parábola, pues quiere disponer nuestro corazón para tener un verdadero encuentro con Él. Quiere que hagamos la experiencia de unos hijos que sienten en su corazón la necesidad de pedir y agradecer a un Padre que está siempre a la escucha de sus pequeños. En todo momento y ante cualquier circunstancia, sea buena o sea mala, el Señor está a la escucha. Lo que no comprendemos muchas veces, es que hay ocasiones en las cuales el Señor ve que lo que pedimos no es conveniente para nosotros, o puede pasar que no insistimos suficiente, quizá sea que nos falta paciencia, esa paciencia de la cual hablaba santa Teresa «Confianza y fe viva, mantenga el alma, que quien cree y espera, todo lo alcanza». Pues Dios, que es un gran Padre y no descuida a ninguno de sus hijos no es ajeno a aquello que le pidamos desde el fondo de nuestro corazón.

No dudemos jamás y no nos cansemos de pedir, pues la esperanza debe de ser esa flama viva que alimenta nuestra confianza a través de la oración, pidámosle ante todo al Señor que nos enseñe a orar, pues como nos recuerda constantemente el Papa Francisco: «Es necesario orar siempre y sin desanimarse».

«Como Jesús en Getsemaní, tenemos que orar confiándolo todo al corazón del Padre, sin pretender que Dios se amolde a nuestras exigencias, modos o tiempos, esto provoca cansancio o desánimo, porque nos parece que nuestras plegarias no son escuchadas. Si, como Jesús, confiamos todo a la voluntad del Padre, el objeto de nuestra oración pasa a un segundo plano, y se manifiesta lo verdaderamente importante: nuestra relación él. Este es el efecto de la oración, transformar el deseo y modelarlo según la voluntad de Dios, aspirando sobre todo a la unión con él, que sale al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso». (Catequesis de S.S. Francisco, 25 de mayo de 2016.).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy dialogaré con Jesús sobre todo aquello que llevo en mi corazón. Sea bueno, sea malo, lo dejaré en sus manos y tendré la esperanza y la certeza de que serán oídas con mucho amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Dios es justo?

¿Por qué a los malos les va bien?

Muchas han sido las ocasiones que he escuchado la expresión: “Dios es injusto conmigo”, o preguntas como: ¿Por qué a lo que son malos les va mejor que a mí? Como si Dios fuera el responsable de todos nuestros males y desgracias.

Dándole muchas vueltas a esto, debo decir que sí, efectivamente Dios no es justo, déjame te explico mi postura y a lo que me refiero. El concepto de justicia que tiene el mundo es que todos debemos ser tratados por igual, o bien, que cada quién debe tratar al otro como se merece. Y si citamos el Catecismo de la Iglesia Católica: “la justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido” (CEC 1807). Por lo tanto, si Dios se propusiera ser justo de acuerdo a cómo el mundo define la justicia, todos estaríamos ya condenados al sufrimiento eterno sin excepción, pues como dice San Pablo: “todos pecaron y están faltos de la gloria de Dios” (Rm 3, 23). Pero Dios, va más allá de una definición.

Todos en nuestra vida hemos pecado no una, sino muchas veces; por tanto, es el pecado quien nos mantiene separados del favor de Dios y por “justicia divina” no merecemos más que dolor, sufrimiento y muerte, ya que “el pecado paga un salario y es la muerte” (Rm 6, 23). Pero, en el sentido estricto de la definición, Dios no es justo con nosotros, sino que se vuelve un Padre amoroso y misericordioso que es capaz de dar todo por la salvación de sus hijos. Por ello puedo decir que Dios no es justo con toda la extensión de la palabra, sino que es misericordioso. “Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió pecado, para que así nosotros participáramos en él de la justicia y perfección de Dios” (2Cor 5, 21).

Por ser el pecado una ofensa contra el amor divino, al perdonar Dios nuestros pecados, no renuncia a su justicia, sino que renuncia a la venganza. “¿Creen ustedes que me gusta la muerte del malvado? dice Yahvé. Lo que me agrada es que renuncie a su mal comportamiento y así viva” (Ez 18, 23). Cristo en la cruz no pidió a su Padre vengar su muerte, en cambio, le pidió perdón por aquellos que lo llevaron a la crucifixión, transformando así la ley del talión: “Ojo por ojo, diente por diente” e invitando a amar al enemigo.

Si tratamos de comprender la justicia de Dios, tendríamos que mirarlo desde otra perspectiva, desde el Reino de los Cielos, desde el ojo del amor y no puramente terrenal. ¡Dios es mucho más que justo! Dios es un Dios de gracia, misericordia y perdón. Uno de sus propósitos al revelarse al mundo a través de su Hijo Jesús es que el hombre se acerque a él, que cambie la imagen construida de aquel Dios que castiga y se impone, por la de uno que ama y abraza a toda persona de buen corazón. “Pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tm, 2, 4).

Aunque también hay que afirmar que Dios es tan justo que nos ha dado el don de la libertad para elegir amarlo o rechazarlo, no nos fuerza a nada, siempre propone nunca se impone. Jesús mismo aceptó cumplir la Voluntad de su Padre y entregar su vida por la humanidad a sabiendas que seguiríamos siendo pecadores, obstinado y egoístas. “Pero Dios es rico en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó! Estábamos muertos por nuestras faltas y nos hizo revivir con Cristo: ¡por pura gracia ustedes han sido salvados!” (Ef 2, 4-5).

No olvides que nosotros no somos perfectos, nunca lo seremos, y aun así todos esperamos algún día poder vivir en su presencia en la eternidad. Lo único que nos asegura poder hacerlo, no serán nuestros éxitos ni cuánto logramos juntar aquí en la tierra; sino, qué tanto dimos testimonio del amor de Cristo en toda nuestra vida. “Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn 3 ,17).

 

 

Ya es hora de que los pobres vuelvan a tener voz y sean escuchados

Discurso del Papa Francisco en el encuentro de oración y testimonios de la quinta Jornada Mundial de los pobres en Asís.

El Papa Francisco tuvo este emotivo encuentro con los pobres en la ciudad de San Francisco de Asís, el poverello. Se encontró con 500 pobres y recibió los testimonios de algunos de ellos, en la celebración de la quinta Jornada Mundial de los pobres. En su discurso, el Pontífice agradeció a Dios por la idea de haber creado la Jornada, que nació de una forma extraña:

«En una sacristía. Estaba a punto de celebrar la misa y uno de ustedes – se llama Etienne, ¿lo conocen? Es un enfant terrible… Etienne me dio la sugerencia: «Hagamos una Jornada de los Pobres». Salí y sentí que el Espíritu Santo, en mi interior, me decía que lo hiciera. Así es como empezó: a partir de la valentía de uno de ustedes que tiene el valor de llevar las cosas adelante. [Le agradezco su trabajo en estos años y el de tantos que le acompañan, y quiero agradecer -perdón, Eminencia- la presencia del cardenal: él está entre los pobres, él también ha sufrido con dignidad la experiencia de la pobreza, del abandono, de la desconfianza. Y se ha defendido con el silencio y la oración. Gracias, Cardenal Barbarin, por su testimonio que edifica a la Iglesia».

«Ya es hora que los pobres vuelva a tener voz»

“Ya es hora de que los pobres vuelvan a tener la palabra, porque durante demasiado tiempo sus demandas no han sido escuchadas. Es hora de que abran los ojos para ver el estado de desigualdad en el que viven tantas familias. Es hora de arremangarse para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo. Es hora de volver a escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos, esclavizados, náufragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia. Es hora de que la violencia contra las mujeres se detenga y de que se las respete y no se las trate como mercancías. Es hora de romper el círculo de la indiferencia y descubrir de nuevo la belleza del encuentro y del diálogo”. Es este el llamamiento que pide el Papa al mundo, que se movilice esta solidaridad, que no deja de clamar el Santo Padre, sobre todo hacia los más necesitados.

El Papa resaltó además la importancia del encuentro: encontrarse es lo primero, dijo, es ir hacia el otro con el corazón abierto y la mano tendida. Porque cada uno de “nosotros necesita al otro, e incluso la debilidad, si la experimentamos juntos, puede convertirse en una fuerza que mejore el mundo. Es hora de reunirse. Es el momento del encuentro. Si la humanidad, si los hombres y las mujeres no aprendemos a encontrarnos, nos dirigimos a un final muy triste». El Pontífice aseveró que en las sociedades se ve la presencia de los pobres con fastidio y se aguanta; “a veces oímos que son los pobres los responsables de la pobreza. Para no hacer un serio examen de conciencia sobre sus propios actos, sobre la injusticia de ciertas leyes y medidas económicas, un examen de conciencia sobre la hipocresía de los que quieren enriquecerse sin medida, echan la culpa a los más débiles”, manifestó.

Resistir

Escuchando los testimonios de algunos de ellos, el Papa agradeció la sinceridad con la que compartieron sus vidas con los demás. Han abierto “sus corazones con el deseo de ser comprendidos”. Testimonios que han entrado en el corazón del Papa Francisco, como la esperanza. Porque, dijo, no obstante “la vida no siempre ha sido amable con ellos… y a menudo les ha mostrado una cara cruel: la marginación, el sufrimiento de la enfermedad y la soledad”. Sin embargo, señaló el Santo Padre, la falta de muchos medios necesarios no les ha impedido mirar con ojos llenos de gratitud las pequeñas cosas que les han permitido aguantar.

Lo segundo que le ha impresionado a Francisco, es que cada uno de esos testimonios resistió a cada desaventura, a cada obstáculo. Resistir, señaló el Papa es tener la fuerza para seguir adelante a pesar de todo. Resistir surge de la esperanza de un futuro mejor. El Papa agregó: “La resistencia no es una acción pasiva, al contrario, requiere el valor de emprender un nuevo camino sabiendo que dará sus frutos. Resistir significa encontrar razones para no rendirse ante las dificultades, sabiendo que no las vivimos solos sino juntos, y que sólo juntos podemos superarlas. Resistir toda tentación de abandonar y caer en la soledad o la tristeza. Resistir aferrándonos a la pequeña o escasa riqueza que podamos tener: pienso en la chica de Afganistán, con su frase lapidaria: mi cuerpo está aquí, mi alma está allí. Resistiendo con la memoria, hoy: pienso en la madre rumana que habló al final. Dolor, esperanza y sin salida, pero fuerte esperanza en los niños que la acompañan y le devuelven la ternura que recibieron de ella».

La acogida

Repasando la historia del Santo de los pobres, el Pontífice recordó que, en la Porciúncula, desde donde se llevó a cabo el encuentro, San Francisco acogió a Santa Clara, a los primeros frailes y a muchos pobres que acudían a él. Con sencillez, dijo, los recibió como hermanos y hermanas, compartiendo todo con ellos.

La acogida al otro, dijo Francisco, es “la expresión más evangélica que estamos llamados a hacer nuestra”. Acoger es “abrir la puerta, la de la casa y la del corazón, y dejar entrar a los que llaman. Y que se sientan a gusto, no asombrados. Donde hay un verdadero sentido de la fraternidad, hay también la experiencia sincera de la acogida”. Acoger al otro, manifestó, con una sonrisa, como Madre Teresa, que como explicó el Papa, hizo de su vida un servicio a la hospitalidad:

“Compartir una sonrisa con alguien necesitado es bueno para ambos, para mí y para el otro. La sonrisa como expresión de simpatía, de ternura”. La sonrisa te involucra, manifestó, después, no podrás distanciarte de la persona a la que has sonreído. En cambio, cuando no nos abrimos a los demás, cuando “hay miedo a los demás, desprecio por su vida, entonces nace el rechazo”, expresó el Papa. “La acogida genera un sentimiento de comunidad; el rechazo, por el contrario, se encierra en el propio egoísmo, o, peor aún, la indiferencia: ese mirar hacia otro lado».

“El Señor nunca nos deja solos”

Siempre recordando la historia del santo, el Papa recordó que «la Porciúncula, es una de las pequeñas iglesias que San Francisco pensó en restaurar, después de que Jesús le pidiera «reparar su casa». En aquel momento, nunca habría pensado que el Señor le pediría que diera su vida para renovar no la iglesia hecha de piedras, sino la de las personas, de los hombres y mujeres que son las piedras vivas de la Iglesia», dijo.

Y hoy cada uno de nosotros, puede aprender «de lo que hizo San Francisco». Cada uno, así como el Santo, que le gustaba pasar mucho tiempo en esta iglesia rezando, en silencio escuchando al Señor, afirmó el Papa y agregó:

«Nosotros también hemos venido aquí para esto: queremos pedir al Señor que escuche nuestro clamor y venga en nuestra ayuda. No olvidemos que la primera marginación que sufren los pobres es la espiritual», y manifestó que no basta con asistir a los pobres, llevarles comida y bebida caliente, aunque si el Papa agradeció esos gestos, pero sobre todo agradeció a quienes se detienen a hablar con los pobres, y rezan con ellos: «Así, nuestro estar aquí, en la Porciúncula, nos recuerda la compañía del Señor, que nunca nos deja solos, siempre nos acompaña en cada momento de nuestra vida. El Señor está hoy con nosotros. Él está con nosotros, en la escucha, en la oración y en los testimonios dados».

Por último, el Santo Padre, recordó que Asís no es una ciudad como las demás, lleva la huella de San Francisco. «Pensar que en estas calles donde él vivió su inquieta juventud, recibió la llamada a vivir el Evangelio al pie de la letra, es una lección fundamental para nosotros. Por supuesto, en cierto modo su santidad nos hace temblar, porque parece imposible imitarle. Pero entonces, en el momento en que recordamos ciertos momentos de su vida, esos «fioretti», esas florecillas, que se recogieron para mostrar la belleza de su vocación, nos sentimos atraídos por esa sencillez de corazón y de vida: es el atractivo mismo de Cristo, del Evangelio. Son hechos de la vida que valen más que los sermones». El Papa agradeció a los pobres, «que abren sus corazones para darnos sus riquezas y sanar nuestros corazones heridos. Gracias por este valor. Agradeció a los organizadores del evento, y pidió una vez más rezar por él, porque él también dijo, tiene sus pobrezas.

 

 

Francisca Javiera Cabrini, patrona de los migrantes

Aunque soñaba con ser misionera en China, el papa León XIII le pidió que viajara a Estados Unidos y allí hizo una inmensa obra social

Nació en la Lombardía italiana, en Sant’Angelo Logidiano el 15 de Julio de 1850. Era la penúltima de 11 hermanos en una familia campesina.

Se hizo maestra y fundó elInstituto deMisioneras del Sacratísimo Corazón de Jesús.

Aunque soñaba con ser misionera en China, el papa León XIII le pidió que viajara a Estados Unidos para atender a los inmigrantes italianos y así lo hizo. Allí creó hospitales, orfanatos, colegios y asilos con los que el instituto llegó a atender a miles de personas.

Murió el 22 de diciembre de 1917.

Oración

Oh, santa Francisca Javier Cabrini, tú que pusiste toda tu confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y encontraste en Él la clave de la perfección y la fortaleza para ser apóstol del Evangelio de Cristo por el mundo entero, mira propicia desde la gloria del Cielo a los que con amor y confianza recurren a tu intercesión.

Tú, que con afecto maternal has endulzado los sufrimientos temporales y espirituales de los desterrados de este mundo, muéstrame en la peregrinación de esta vida tu protección materna, y suplícale al Sagrado Corazón de Jesús que me dé lo que necesito para llegar al cielo.

Oh, santa Francisca Javiera Cabrini: escucha benignamente las plegarias que te dirijo y consígueme los favores que tan ardientemente suplico (aquí se menciona la petición). Pero sobre todo consígueme la gracia de verme unido con los que, por tu intercesión, cantan las alabanzas y glorias de Dios, nuestro Señor. Así sea.

Santa Francisca Javiera Cabrini, amantísima esposa de Jesucristo, ruega por nosotros.

Gloria (tres veces).