Nuestra Señora de Guadalupe
Memoria Litúrgica. 12 de diciembre
Advocación Mariana
Martirologio Romano: Beata María Virgen de Guadalupe en México, a su ayuda maternal el pueblo de fieles implora humildemente numeroso en la colina de Tepeyac cercana a la ciudad de México, donde ella se apareció, saludándola con confianza como la estrella de la evangelización del pueblo y sustento de los indígenas y de los pobres.
Historia de la fiesta
Aunque las diferentes advocaciones de la Virgen María son muy numerosas, la Iglesia le da especial importancia a las tres apariciones de la Virgen María en diferentes partes del mundo:
- Aparición de la Virgen de Guadalupe: 12 de Diciembre de 1531 en México.
- Aparición de la Virgen de Lourdes: 11 de Febrero de 1858 en Francia.
- Aparición de la Virgen de Fátima: 13 de Mayo de 1917 en Portugal.
Debemos recordar que es la misma Virgen María la que se ha aparecido en los distintos lugares, en estos tres momentos para ayudarnos y animarnos a seguir adelante en nuestro camino al cielo. En estas apariciones, la Virgen nos ha pedido rezar el Rosario, acudir al Sacramento de la Penitencia y hacer sacrificios para la salvación del mundo.
La Virgen de Guadalupe es muy importante para la fe de todos los mexicanos, pues en ella nuestra Madre del Cielo manifestó claramente su amor de predilección por este pueblo, dejando un hermoso mensaje lleno de ternura y dejando su imagen grabada en un ayate como muestra de su amor.
En el Nican Mopohua se puede encontrar la historia completa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero aquí presentamos un resumen de la misma:
Hace muchos años, los indios aztecas que vivían en el valle de México, no conocían a Jesús. Ellos tenían muchos dioses y eran guerreros. Los misioneros eran unos sacerdotes que vinieron de España y que poco a poco fueron evangelizando a los indios. Les enseñaron a conocer, amar e imitar a Jesús en la religión católica y los bautizaron.
Entre los primeros que se bautizaron, había un indio muy sencillo llamado Juan Diego, quien iba todos los sábados a aprender la religión de Cristo y a la misa del pueblo de Tlatelolco.
El sábado 9 de Diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el Cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: «Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?». Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa.
La Señora le dijo: «Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. He venido hasta aquí para decirte que quiero que se me construya un templo aquí, para mostrar y dar mi amor y auxilio a todos ustedes».
La Virgen le dijo a Juan Diego que fuera a ver al Obispo y le contara lo que Ella le había dicho.
Juan Diego salió de la casa del Obispo muy triste porque no le creyó. Entonces fue al Cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían.
La Señora le dijo a Juan Diego que volviera el domingo a casa del Obispo. Esta vez, el Obispo le dijo que le trajera una señal, es decir, una prueba de que la Señora de verdad era la Virgen.
Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino se puso muy enfermo y fue por un médico.
Fue hasta el martes, cuando al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: «Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su ayate. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Se las llevó y Ella le dijo: «Hijo mío, el más pequeño, estas rosas serán la prueba que llevarás al obispo».
Juan Diego fue de nuevo a ver al Obispo y le dijo que la Virgen le había mandado la prueba de que Ella era realmente la Virgen.
Al soltar su ayate, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe.
Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo.
El ayate permaneció un tiempo en la capilla del Obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 lo trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac.09:55
- En 1754, Benedicto XIV nombró a al Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva España, desde Arizona hasta Costa Rica.
- El 12 de octubre de 1895 se llevó a cabo la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII.
- En 1904, San Pío X elevó el santuario de México a la categoría de Basílica y en 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe, Patrona de toda América Latina.
- En 1945, Pío XII le dio el título de la Emperatriz de América. El 12 de Octubre de 1976 se inauguró la nueva Basílica de Guadalupe.
Miles de personas de México y del mundo entero, visitan cada año la Basílica de Guadalupe, en donde está la hermosa pintura que la Virgen pintó a Juan Diego en su ayate para pedirle a Nuestra Madre su amor, su protección y su ayuda.
Las peregrinaciones no sólo se llevan a cabo en México, las hay en todos los países del mundo a diferentes templos. Algunas personas van de rodillas, porque le hacen una promesa a la Virgen cuando le piden un favor. En las peregrinaciones, la gente va haciendo oración, sacrificios y cantando. Muchas veces, las peregrinaciones vienen de muy lejos y se tardan varios días en llegar a darle gracias a la Virgen por algún milagro o favor que les concedió. El amor a la Virgen es lo que mueve a todas estas personas a irla a visitar desde su ciudad.
En las peregrinaciones, las personas suelen llevar estandartes con la imagen de la Virgen y mantas donde escriben el nombre de su pueblo, de su familia, de su empresa.
Oración a la Virgen de Guadalupe
Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar, porque si con ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar,
pues es tu lengua patena de amor y santidad.
Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar.
Si tu me das a Jesús, qué más puedo yo desear
y ésta será mi dicha por toda la eternidad.
Amén.
Canciones guadalupanas
La Guadalupana
Desde el Cielo, una hermosa mañana (bis)
La Guadalupana (tres veces)bajó al Tepeyac.
Suplicante juntaba sus manos (bis)y eran mexicanos (tres veces) su porte y su faz.
Su llegada llenó de alegría (bis)
De luz y armonía (tres veces) el Anáhuac.
Junto al monte pasaba Juan Diego (bis)
Y acercóse luego (tres veces) al oír cantar.
A Juan Diego la Virgen le dijo (bis)este cerro elijo (tres veces) para hacer mi altar.
Y en la tilma entre rosas pintada (bis)Su imagen amada (tres veces)se dignó dejar.
Desde entonces para el mexicano (bis)Ser guadalupano (tres veces) es algo esencial.En sus penas se postra de hinojos (bis)Y eleva sus ojos (tres veces)hacia el Tepeyac.
Himno a la Virgen de Guadalupe
Mexicanos volad presurosos del pendón de la Virgen en pos, y en la lucha saldréis victoriosos defendiendo a la patria y a Dios.
De la santa montaña en la cumbre apareció como un astro María ahuyentando con plácida lumbrelas tinieblas de la idolatría.
Es patrona del indio, su mantoal Anáhuac protege y da gloria; elevad mexicanos el canto,alabanza y eterna victoria.
En Dolores brilló refulgente cual bandera su imagen sagrada dando arrojo al patriota insurgente y tomando invencible su espada.
Siempre así lucirá; invasores hollar quieren Anáhuac la tierra flameará nuevamente en la guerra.
En redor de esa enseña brill ante todo el pueblo luchará, volará,y por siempre en las lides triunfantecon arrojo sacarlas habrá.
Rosario a la Virgen Guadalupana
En estos misterios se medita en las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Al iniciar cada misterio, se lee el pasaje y se hace la petición, se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria y al final, se canta alguna estrofa de las canciones propias de la Virgen de Guadalupe.
Primer Misterio: La Virgen de Guadalupe trae un mensaje de paz a su pueblo.
“Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador, en quien está todo; y es Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy su piadosa Madre”.
Pedir a la Virgen María por todos aquellos que no la conocen y no la valoran como su Madre.
Segundo Misterio: Juan Diego comparte a la Virgen su humildad y su pequeñez a los ojos de los hombres.
“Te ruego encarecidamente, Señora y niña mía, que alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda.”
Pedir a la Virgen que nos ayude a darnos cuenta del valor de la humildad y la sencillez de corazón.
Tercer Misterio: María de Guadalupe escogió a Juan Diego por su sencillez y no por su sabiduría.
“Oye hijo mío, el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad, pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y con tu mediación, que se haga mi voluntad”.
Pedir a la Virgen que nos ayude a saber transmitir la palabra de Cristo a los demás.
Cuarto Misterio: La Virgen María cura a Juan Bernardino como signo de que quiere salud y felicidad para su pueblo.
“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas a esa enfermedad ni alguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa, no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó».
Pedir a la Virgen que, como Juan Diego, sepamos acompañar en la enfermedad, la angustia y el dolor a los que están cerca de nosotros.
Quinto Misterio: María nos deja su imagen para recordarnos su ternura, su amor y su constante protección.
Juan Diego trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue a cortar; las que, así como las vio, cogió con sus manos y otra vez se las echó en el regazo diciendo: “Hijo mío, el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo, le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza.”
Pedir a la Virgen que, como Ella, sepamos escuchar y ayudar a nuestros hermanos.
Acudamos a Dios con confianza
Santo Evangelio según san Lucas 3, 10-18- Domingo III de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú estás siempre a mi lado, dispuesto a escucharme, a instruirme cuando te necesito; ayúdame a darme cuenta de la importancia de acudir a ti como un hijo hacia su padre o un amigo a otro. Tú eres el mejor consejero, «Tú tienes palabras de vida eterna».
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 3, 10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan el Bautista: «¿Qué debemos hacer?» Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que de una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo».
También acudían a él los publicanos para que los bautizara: y le preguntaban: «Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?». Él les decía: «No cobren más que lo establecido».
Unos soldados le preguntaron: » Y nosotros ¿Qué tenemos que hacer?».
Él les dijo: «No extorsionen a nadie ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario».
Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: «Es cierto que yo bautizó con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue».
Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Entonces, ¿qué hacemos?» Esta pregunta surge en nuestro corazón como signo de la necesidad de un ¡ALGUIEN! Así es, no queremos, en primer lugar, una respuesta al «qué hacemos» sino que buscamos, un alguien que nos tome de la mano y al cual podamos aferrarnos con confianza.
Nos vemos profundamente empujados a buscar un rostro cercano con el cual podamos caminar en los momentos de duda; quizá esta persona no tiene una respuesta que darnos, sin embargo, en la compañía de este amigo, podemos encontrar fortaleza, apoyo y guía para llegar a una decisión por nosotros mismos.
En ocasiones, nuestra dudas y problemas no parecen tan importantes cuando hay una persona en la cual podemos apoyarnos; pensemos en familiares o amigos cercanos que siempre han estado allí en los momentos en los que más los hemos necesitado.
Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo ha querido que seamos sus amigos y Él es el amigo que nunca falla. Todas nuestras dudas y problemas serán más llevaderos si caminamos de su mano.
«Jesús nos dice, lo dice a los apóstoles, qué hacer: vigilar y rezar. “Vigilad y rezad”: primera cosa. Y cuando rezamos el Padre Nuestro pedimos la gracia de no caer en tentación, que nos proteja para no resbalar en la tentación. La primera arma es la “oración”. Pero, cuando la seducción es fuerte —nosotros nos damos cuenta, pero él trata de iluminarnos con su luz artificial— penitencia, ayuno. Jesús dice del diablo en estos momentos más fuertes: “A este se le vence con oración y ayuno”. El Señor es claro: vigilad, rezad y después, por otra parte, dice: oración y ayuno. Solamente con esto».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día y buscar un momento para agradecérselos con mi oración y ayuno.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
9 sencillas formas de hacer presente a Jesús en tu vida
Aunque a muchos nos cueste, hay maneras simples de hacer presente a Jesús en distintas formas en nuestra vida diari
¿Cómo hacer presente hoy a Jesús resucitado?
Aunque a muchos nos cueste, hay maneras simples de hacer presente a Jesús en distintas formas en nuestra vida diaria. En nuestro trabajo, en nuestro hogar y en hasta en todo lo que hagamos y expresemos.
A continuación, te presentamos 9 formas de hacerlo:
1. A través del encuentro personal con Jesús.Él está «con nosotros» de cuerpo presente en la Santísima Eucaristía, y también están «en nosotros» por medio del Espíritu, en cómo nos expresamos, en las obras buenas que hacemos.
2. Desarrollar nuestros sentidos (ver, oír, tocar, etc.)para saborear la presencia del Señor crucificado y resucitado en nosotros mismos, en la gente buena que nos rodea y en cualquier signo de esperanza y amor que nos sale al camino.
3. Presentar en la oración al Señor todos los problemas de nuestra vida,y preguntarle: «¿Qué piensas de esto? ¿Cómo harías Tú en mi lugar?»
4. Salpicar nuestra conversación con frasescomo «Gracias a Dios», «Gracias a Dios y a la Virgen», «Providencialmente», «¡Dios mío que bueno!». «¡Santísimo Jesús!».
5. Conservar la tradición de pedir la bendición; de decir al despedirse en la noche «Hasta mañana», respondiendo: «Si Dios lo permite». Y decir al encontrarse en la mañana «Buenos días», respondiendo: «Buenos días en Dios». Los cónyuges también deben pedirse la bendición a diario al despedirse cada uno a sus labores o cuando alguno salga por un mandado. Es muy importante la bendición de los cónyuges el uno con el otro en el Matrimonio.
6. Poner a los hijos nombres de santos/as, y contarles acerca de su vida. Esto no puede perderse.
7. Antes de las comidas al menos hacer la señal de la cruz. Pero también hacer que el más pequeño de la casa rece algún verso fácil. Por ejemplo: «El Niño Jesús nació en Belén; bendiga la mesa y a nosotros también». «Familia que reza unida, se mantiene unida».
8. Tener cuadros o símbolos religiosos en la casa, en la habitación, en el cuello o muñecas. Algunos muy valientes les he visto con un Rosario como empuñado en su mano y le van rezando a la Virgen y a Jesús.
9. Y, sobre todo, amarlo y servirlo cada día, con sencillez y esperanza, en nuestros hermanos más sencillos, más pobres, más necesitados. Sabiendo que en ellos es a Él a quien estamos amando y sirviendo. Tratar a todos con respeto y alegría
Recomendamos:
¿En dónde podemos encontrar a Cristo? En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa.
Mi encuentro con Cristo crucificado: «En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados». (1 Jn 4, 10)
Cinco claves para la vida cristiana: Con estilo samaritano, ser misioneros de la misericordia
Los Sacramentales – Las bendiciones: Las bendiciones por la intercesión de la Santa Iglesia, atraen sobre los hombres y sobre sus cosas, la ayuda de lo alto.
La fe en casa: La Bendición de la mesa. Bendecir la Mesa, una costumbre que ayuda a que vuestros hijos vivan en un ambiente cristiano.
Poner un nombre cristiano: Puede parecer un hecho insignificante pero no lo es: hace referencia a nuestros orígenes cristianos
Integrarse en la vida del santo pueblo fiel de Dios
Papa Francisco a la plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Fuente: Vatican News
Dos palabras, a saber, “discernir y acompañar”, fueron señaladas por el Papa para resumir el servicio que presta la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, que se reunieron este jueves, viernes y sábado con motivo de su Asamblea Plenaria. Francisco recibió los cerca de sesenta participantes este sábado 11 de diciembre.
Demostrando, ante todo, la gratitud por el trabajo que realizan al servicio de la vida consagrada en la Iglesia Universal, el Sumo Pontífice expresó su cercanía a todos los que creen en el futuro de la vida consagrada. Con el pensamiento en el espíritu que animaba a Juan Pablo II cuando convocó el Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada, el Papa destacó lo decisivo de centrarse en “el don de Dios, en la gratuidad de su llamada y en el poder transformador de su Palabra y de su Espíritu”, y con ello quiso animar a todos los que “en los diversos institutos e iglesias particulares” ayudan a los consagrados a partir de una memoria “deuteronómica” a “mirar el futuro con confianza”.
“¿Por qué digo memoria ‘deuteronómica’? Porque es muy importante recordarlo, ¿no? Ese mensaje del Deuteronomio: ‘Recuerda Israel, recuerda’. Esa memoria de la historia, de la propia historia, de la propia institución; esa memoria que es memoria de las raíces. Y eso nos hace crecer. Cuando perdemos la memoria, ese recuerdo de las maravillas que Dios ha hecho en la Iglesia, en nuestro instituto, en mi vida -cada uno puede decir-, perdemos fuerza y no seremos capaces de dar vida. Por eso digo memoria ‘deuteronómica’”.10:32
Atención a los abusos de autoridad y de poder
El pontífice, que conoce “la multiplicidad de situaciones con las que tienen que lidiar a diario”, y que requieren de “un estudio profundo y en diálogo con los Superiores de los institutos y con los Pastores”, señaló que se trata de un trabajo “serio y paciente” del discernimiento, que sólo puede realizarse “en el horizonte de la fe y la oración”. Criterio esencial de discernimiento es la capacidad de una comunidad o de un instituto de “integrarse en la vida del Santo Pueblo de Dios para el bien de todos”.
“¿Es este instituto capaz de integrarse en la vida del pueblo fiel de Dios o no? Este criterio es decisivo para el discernimiento”.
Indicó el Papa, en particular, la importancia de acompañar a las comunidades de reciente fundación que están “más expuestas al riesgo de la autorreferencialidad”.
“En el discernimiento y el acompañamiento, hay ciertas atenciones que deben mantenerse siempre vivas. Atención a los fundadores que a veces tienden a ser autorreferenciales, a sentirse los únicos custodios o intérpretes del carisma, como si estuvieran por encima de la Iglesia. Atención a la pastoral vocacional y a la formación propuesta a los candidatos. Atención a cómo se ejerce el servicio de la autoridad, con especial atención a la separación entre el foro interno y el externo, – tema que me preocupa tanto – la duración de los mandatos y la acumulación de poderes. Y atención a los abusos de autoridad y poder”.
Sobre el tema de los abusos de autoridad y de poder, Francisco habla de un libro de Salvatore Cernuzio sobre el problema de los abusos, que no se trata de “abusos llamativos”, dice el Papa, sino de abusos “de todos los días, que hacen mal a la fuerza de la vocación”.
Practicando la fraternidad, contribuir al camino sinodal
El Papa también se refirió al discernimiento “con vistas a la aprobación de nuevos institutos, nuevas formas de vida consagrada o nuevas comunidades”, invitándolos a desarrollar la colaboración con los obispos diocesanos. Viceversa, instó a los pastores a que acojan plenamente su acompañamiento sin “asustarse”, a “no rechazar este servicio”, pues se trata de una colaboración, según el Pontífice, que “permite también evitar, como pide el Concilio- recuerda el Papa – la creación inoportuna de institutos sin la suficiente motivación o el adecuado vigor”. También indicó que “la escucha mutua entre las oficinas de la Santa Sede y los Pastores, así como los Superiores Generales, es un aspecto esencial del camino sinodal que hemos iniciado”, y afirmó que “los consagrados y consagradas están llamados a dar una importante contribución a este proceso”: es una contribución “para la echan mano -o deberían- de la familiaridad, con la práctica de la fraternidad y del compartir tanto en la vida comunitaria como en el compromiso apostólico”. “Al principio hablé de la memoria «deuteronómica», y me vienen a la mente las palabras de Malaquías sobre la memoria de las raíces: cuál es el castigo de Dios cuando quiere destruir a una persona, a un pueblo o, digamos, a una institución… «Quedar», dice Malaquías, «sin raíces y sin brotes». Si no tenemos esta memoria «deuteronómica» y no tenemos el valor de sacar de ella el jugo para crecer, no tendremos ni siquiera brotes. Una fuerte maldición: estar sin raíces y sin brotes. Feo”.
A los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, por último, el Obispo de Roma vuelve a agradecer el trabajo diario de discernimiento y acompañamiento que realizan. Y antes de finalizar el Papa concluye con un “paso la gorra”, pidiendo de rezar por él, pues, dice, le hace falta.
“Buen camino de Adviento y feliz Navidad, concluyó”.
Oración del Papa Juan Pablo II en su primera visita a México.
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Por: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.
Te suplicamos, que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
El misterio de la Virgen de Guadalupe mexicana
El estudio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana confirma que la imagen no es obra humana, sino que es de origen sobrenatural.
Por: P. Jorge Loring | Fuente: Catholic.net
(Conferencia pronunciada en la Caja de Ahorros de Toledo)
Como mi vídeo de la Sábana Santa ha tenido tanta difusión, pensé hacer algo de la Virgen. Se me ha ocurrido que el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana, me daba ocasión de hacer algo parecido a la Sábana Santa: ciencia y fe. Son dos hechos que no tienen explicación científica natural. Si los estudios de la NASA americana han descubierto en la Sábana Santa la imagen grabada a fuego de Jesucristo, el estudio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana confirma que la imagen no es obra humana, sino que es de origen sobrenatural.
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Empecemos por la historia.
En diciembre de 1531 la Virgen se aparece varias veces al indio Juan Diego en el Monte Tepeyac, de sólo cuarenta metros de altura, hoy en la actual capital de México, Distrito Federal. Le pide que quiere allí un templo en el llano. Que se lo diga al Obispo. Y le añade: «Como Madre, allí mostraré mi clemencia amorosa para todos los que soliciten mi amparo. Y oiré sus lágrimas y sus ruegos para darles consuelo y alivio. Porque soy vuestra Madre compasiva».
Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, de la Orden Franciscana, recibe amablemente al indio. Pero le dice que necesita una prueba para estar seguro de que lo que le dice es verdad. Como señal, la Virgen le dice al indio que suba a la colina, coja unas rosas y se las lleve al Obispo. Era diciembre. Juan Diego no lo dudó. Allí estaban las rosas. Las recogió en la tilma y se las llevó al Obispo como señal de que Ella quería allí un templo. La tilma, era el nombre en «náhuatl», la lengua que hablaba Juan Diego, del poncho o capa que utilizaban los indios pobres mexicanos, anudada al hombro.
Cuando Juan Diego está delante del Obispo y suelta la tilma donde llevaba las rosas, éstas cayeron al suelo. Como no era tiempo de rosas, el Obispo comprendió que la señal era verdadera. En la tilma apareció estampada la imagen de la Virgen. Esto ocurrió el 12 de diciembre de 1531.El Obispo emocionado, tomó en sus manos la tilma de Juan Diego y la colocó en su oratorio. Después la trasladó a la Iglesia Mayor de la ciudad para que fuera venerada por la multitud devota.
Esta tilma o ayate con la imagen de la Virgen fue llevada después a una ermita que se construyó en el Monte Tepeyac. Esta ermita provisional de paja y adobe se construyó en dos semanas. El 26 de diciembre de 1531 una solemne procesión, con el Obispo y todas las autoridades, trasladaba la tilma de Juan Diego al pequeño santuario que acogió la reliquia hasta 1557. El segundo Obispo de México, Don Alonso de Montúfar, dominico, construyó otra ermita que estuvo en servicio hasta 1622. Después se han ido sucediendo siete templos, hasta la actual basílica que se dedicó el 11 de febrero de 1976 con una capacidad para diez mil personas.
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Cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac en el mes de diciembre de 1531, hacía sólo diez años que México había sido conquistado por Hernán Cortés, con sus quinientos soldados. Aquel año de 1519, lo que hoy es la República Mexicana, estaba habitada por trescientas tribus, enemigas entre sí, y dominadas por los aztecas. Entonces esta zona estaba prácticamente deshabitada. Al erigirse la ermita, fueron aumentando alrededor las edificaciones.
El pueblo de Guadalupe aparece por primera vez en un Acta del Ayuntamiento de México el 3 de diciembre de 1563. El 24 de junio de 1751 se le da rango de Villa (como Madrid), por cédula real, con escudo de armas, donde aparece Juan Diego con la tilma enseñando la imagen grabada en ella. El 12 de febrero de 1828 fe elevada por decreto a la categoría de ciudad, y en 1931 fue absorbida por el monstruo del Distrito Federal, y disminuida a Delegación.
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La ciudad de México en 1531 se llamaba Tenochtitlán. Era la capital del Imperio Azteca y estaba rodeada de lagos. El Monte Tepeyac está junto al lago salado Texcoco. Maderas próximas a este lago salado no han durado más de cien años. El mismo hierro se pudre. La tilma de Juan Diego tiene ya más de cuatrocientos cincuenta años, y se conserva en perfecto estado. Se han hecho pruebas con tejidos de fibra de maguey, como la tilma de Juan Diego, y se ha visto que a los veinte años el tejido se descompone por putrefacción. Es inexplicable que la tilma de Juan Diego haya durado cuatrocientos cincuenta años.
La imagen, que tiene metro y medio de estatura, está hoy protegida por un cristal, pero durante 116 años, hasta 1647, estuvo sometida al polvo, a la humedad, al salitre del próximo lago Texcoco, a los excrementos de moscas e insectos, al humo de centenares de velas votivas, al contacto de los dedos, medallas, cruces, rosarios, anillos, pulseras y toda clase de objetos. Razón de sobra para que estuviera enormemente deteriorada, y no es así.
La imagen está tan fresca y el colorido es tan brillante como si se acabara de pintar. El que la imagen estuviera deteriorada después de estos avatares no le quitaría verosimilitud a las apariciones, si éstas se prueban por distintas razones, pero el que haya superado tantos avatares es una confirmación. Es más, Carlos María Bustamante certifica que en 1791, estando unos trabajadores limpiando el marco de plata, se les derramó un frasco de ácido nítrico que recorrió el cuadro de arriba a abajo. Lo natural es que hubiera destrozado el lienzo. Pues sólo hay una leve mancha que casi no se ve. Sobre este hecho se conserva el expediente original en el archivo de la Basílica de Guadalupe.
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Cuando estuve en México, para documentarme sobre este vídeo, asistí en el Salón del INDOSOC (Colonia Guadalupe Inn.) de México D.F. a una conferencia de la Sra. Margarita Zubiría de Martínez Parente, miembro del Centro de Estudios Guadalupanos, y le oí decir que la tilma de Juan Diego está colocada sobre una placa metálica, cuya temperatura oscila alrededor de los quince grados centígrados, mientras que la tilma se mantiene constantemente a treinta y seis grados y medio, que es la temperatura de un cuerpo humano sano.
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Entre los prodigios de la Virgen de Guadalupe llama la atención el ocurrido el 14 de noviembre de 1921, a las 10:30 de la mañana, cuando Luciano Pérez Carpio subió «devoto» al altar y colocó a los pies de la Virgen de Guadalupe un enorme ramo de flores en el que escondida llevaba una poderosa bomba.
Los efectos de la explosión fueron aparatosos: destruyó las gradas de mármol del altar que sostenía la imagen, hizo volar por los aires los pesados candelabros, retorció un gran crucifijo de metal que todavía se exhibe en ese estado, convirtió en polvo jarrones, floreros y vidrios de casas cercanas a la basílica, y el cristal de un cuadro de San Juan colgado detrás de la Virgen de Guadalupe. Prodigiosamente la imagen de la Virgen de Guadalupe no recibió ni un rasguño. Más aún, quedó intacto el cristal que la protegía. Y entonces no había cristales antibala.
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El Dr. Phillip S. Callaghan, del equipo científico de la NASA americana, biofísico de la Universidad de Kansas (EE.UU.), investigador, científico y técnico en pintura, y el Profesor Jody Brant Smith, «Master of Arts», de la Universidad de Miami, Catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Pensacolla, examinaron la imagen con rayos infrarrojos. En su libro «La tilma de Juan Diego» exponen el estudio realizado, y distinguen las partes retocadas y los añadidos a la imagen de mano humana, hechos sobre el original. El padre Faustino Cervantes, especialista en temas guadalupanos y traductor del libro de Smith y Callaghan, dice que algunas de las cosas que ellos consideran añadidos pueden ser sólo «intensos retoques». Entre éstos pueden estar oro sobre los rayos y plata sobre la luna.
Franyutti opina que la imagen tiene muchos añadidos. Pero si se eliminaran el ángel, la luna, etc., la imagen perdería la «proporción áurea» que es la expresión perfecta de la armonía estética, universalmente buscada en las obras de arte de Egipto, Grecia, Roma, Renacimiento, etc., y a la que responde perfectamente la imagen de la Virgen de Guadalupe según los estudios de Juan Homero Hernández. Además, las descripciones más antiguas de la imagen, como la de Antonio Valeriano, contemporáneo de los acontecimientos, en su «Nícan Mopóhua» presenta la imagen como está actualmente.
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La imagen está grabada sobre un tejido de ayate hecho con fibra de maguey, parecido a la pita, sin preparar. Es un tejido burdo. Incluso se ve a trasluz el movimiento de un brazo, como a través del enrejado de una celosía. Es transparente a pesar de lo grueso que es el hilo. Sus dimensiones son 104 x 170 centímetros, y está formada por dos partes unidas en el medio por una burda costura vertical, efectuada con un hilo de maguey. El pintor Miguel Cabrera dice en su libro «La maravilla Americana», que la imagen está también en el revés de la tilma. Es imposible que manos humanas hayan pintado esta imagen sobre este lienzo sin prepararlo previamente con aparejo, apresto o imprimación, como se dice técnicamente.
El profesor Don Francisco Camps Ribera, de Barcelona, reconocido mundialmente como experto en técnicas pictóricas, que ha trabajado en las primeras pinacotecas de España, Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, EE.UU. y Canadá, después de examinar la tela, observó que no estaba preparada para pintar sobre ella. Y concluyó: «Ningún artista humano hubiera elegido para realizar su obra un lienzo de esta calidad sin preparación».
Tanto los científicos americanos, Smith y Callaghan, que trabajaron en la NASA americana (aunque su estudio sobre la Virgen de Guadalupe lo realizaron a nivel particular), como el pintor Francisco Camps Ribera, en su dictamen elaborado en 1954, afirman que en la imagen de la Virgen de Guadalupe no hay huella de pincel.
El Dr. D. Ricardo Kühn, Director del Departamento de Química de la Universidad de Heidelberg (Alemania), y Premio Nobel de Química, analizó las fibras del ayate de Juan Diego. Su dictamen, sin conocimiento de la procedencia de las fibras, fue que no existía colorante, ni animal, ni vegetal, ni mineral, ni sintético. Se trata de un colorante desconocido.
Es curioso que irregularidades del lienzo, por los hilos desiguales, resaltan más los rasgos. Por ejemplo: un hilo más grueso de lo normal pone de relieve el labio superior; y otro, el párpado del ojo derecho.
El Dr. Enrique Graue, oftalmólogo de fama internacional, director de un hospital oftalmológico en México, afirma: «Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo».
En estos ojos aparece el efecto Púrkinje-Sánsom: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino. Este efecto fue estudiado por el Dr. Púrkinje de Breslau y Sánsom de París, y en oftalmología se conoce por el fenómeno Púrkinje-Sánsom. Este fenómeno, exclusivo del ojo vivo, fue observado también en el ojo de la Virgen de Guadalupe, por el Dr. Rafael Torija con la ayuda de un oftalmoscopio. Él lo certifica con estas palabras: «Los ojos de la Virgen de Guadalupe dan la impresión de vitalidad».
Lo mismo afirman los doctores Guillermo Silva Ribera, Ismael Ugalde, Jaime Palacio, etc. Desde el año 1950 los ojos de la Virgen de Guadalupe han sido examinados por una veintena de oftalmólogos.
En 1951 D. Carlos Salinas descubrió un rostro humano en el ojo de la Virgen de Guadalupe. D. Carlos Salinas hizo un experimento fotografiando el ojo de su hija Teresa donde se reflejaba una imagen de la persona que tenía delante. Es exactamente lo que encontramos en el ojo de la Virgen de Guadalupe.
Uno de los investigadores de los ojos de la Virgen de Guadalupe es el Dr. José Aste Tonsmann, peruano de nacimiento, doctor ingeniero, especialista en computadoras por la Universidad de Cornell, en Nueva York, y actualmente profesor de Investigación Operativa en la Universidad Iberoamericana de México, capital.
Fue a México para trabajar en el Centro de Investigación para el proceso digital de imágenes enviadas por satélite para estudiar la contaminación del aire de la capital de México, que con sus veintidós millones de habitantes es una de las más contaminadas del mundo. Y al enterarse del misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe, esto le atrajo su atención. Cuando estuve en México para documentarme sobre este vídeo, el Dr. Aste tuvo la amabilidad de concederme una entrevista de dos horas en su propia casa. Además me invitó a una conferencia suya, sobre su investigación, que conservo grabada en vídeo.
El Dr. Aste hizo lo mismo que el Sr. Salinas con unas fotografías, tomadas sin cristal, del ojo de la imagen de la Virgen. El procedimiento consiste en dividir el ojo en cuadrículas de un milímetro cuadrado, y cada cuadrito de éstos en 1.600 cuadrículas de 15 x 15 micrones, por medio de un escáner o microdensitómetro, que es un microscopio electrónico de barrido.
Cada milímetro cuadrado del original queda fragmentado en 25.000 pequeñísimos cuadrados que se amplían 2.500 veces, con lo cual se captan detalles imposibles de captar con un microscopio convencional. El ojo humano capta alrededor de unos treinta tonos grises. Con el microdensitómetro se captan doscientos cincuenta y seis.
Esto hizo con los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Y de esta manera descubrió en una córnea de siete milímetros, al parecer, la escena que la Virgen tenía delante, formada por un grupo de doce personas. Algunos atribuyen al Dr. Aste una interpretación subjetiva de las imágenes. Pero un especialista en análisis de «proceso digital de imágenes» interpreta estas figuras mejor que nosotros. Lo mismo que un médico interpreta una radiografía mejor que nosotros.
El Dr. Aste ve en el ojo de la imagen la cabeza de un español, que fue la primera que descubrió D. Carlos Salinas. También ve el Dr. Aste al indio Juan Diego con un gorro. No es lógico que Juan Diego permaneciera cubierto delante del Obispo, pero tenía las manos ocupadas sujetando la tilma con las rosas, y no pudo quitarse el gorro. En el otro extremo se ve un indio sentado; probablemente algún enfermo o lisiado que fue a pedir socorro al Obispo. En medio se ve la cabeza de un anciano, que podría ser la del Obispo Zumárraga.
La cara del obispo Zumárraga que el Dr. Aste descubre en el ojo de la Virgen se parece a la del obispo Zumárraga en un retrato suyo, pintado al óleo, pintado en 1548, el año que murió, que se hizo para el Hospital del Amor de Dios, que fue fundado por él, y que hoy se conserva en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, en México, D.F. Este cuadro fue copiado por el célebre pintor guadalupano Miguel Cabrera, que empezó su carrera de pintor a los veinticuatro años y los cuadros de Guadalupe los empezó a pintar a los cuarenta y seis, es decir, después de veintidós años de pintor.
Tal fue su profesionalismo, que resultó elegido para pintar la copia de la Virgen de Guadalupe que se mandaría oficialmente al Papa Benedicto XIV, y que llevó el padre Francisco López, de la Compañía de Jesús.
En el grupo aparece la figura de una mujer negra. En un principio pareció ser un error. No era lógico encontrar negros en México en 1531; pero revisando la «Historia de la Iglesia en México», del padre jesuita Mariano Cuevas, se enteró que Zumárraga nombró en su testamento a su sirvienta negra. Es sorprendente que el Dr. Aste descubriera una negra en la escena sin tener conocimiento previo del testamento de Fray Juan de Zumárraga.
Evidentemente que la identificación de las figuras del caballero español, Juan Diego, Zumárraga, etc. deberán ser comprobadas por ulteriores investigaciones, pero hay un hecho indudable: que las escenas gráficas que hay en estos ojos no pueden ser obra de mano humana.
Las imágenes están en los dos ojos y con la conveniente inclinación. El hecho de que en los dos ojos aparezcan las mismas imágenes, excluye toda posibilidad de casualidad. Ni siquiera con la tecnología actual sería posible «pintar» las figuras «rescatadas» por la computadora en una córnea de siete milímetros.
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Los estudios científicos realizados en la Virgen de Guadalupe podían terminar con las siguientes conclusiones:
1) Científicamente no se explica la conservación del ayate cuatrocientos cincuenta años, pues lo normal es que no dure más de veinte.
2) Científicamente no se explica cómo no se ha deteriorado la imagen a los cuatrocientos cincuenta años, de los que ciento dieciséis estuvo sin cristal y sometida al contacto de toda clase de objetos.
3) Científicamente no se explica cómo no se destruyó el ayate cuando le cayó ácido nítrico de arriba a abajo.
4) Científicamente no se explica cómo el ayate no sufrió daño alguno cuando la explosión de la bomba del 14 de noviembre de 1921, que destrozó todo lo que había cerca.
5) Científicamente no se explica la diferencia de temperatura entre el ayate y la placa metálica.
6) Científicamente no se explica que esta imagen esté realizada en un lienzo de estas características sin preparación adecuada.
7) Científicamente no se explica cómo es posible que en esta imagen no haya colorante ni animal, ni vegetal, ni mineral, ni sintético.
8) Científicamente no se explica que el ojo de la imagen tenga las características de un ojo humano vivo con el efecto Púrkinje-Sánsom.
9) Científicamente no se explica que en un ojo de siete milímetros aparezcan doce figuras humanas.
Después de todo esto parece lógico concluir que esta imagen no es de origen humano, pues no tiene explicación científica natural. Es lógico pensar en una intervención sobrenatural. Como dijo Pío XII, esta imagen es obra de «pinceles que no son de acá abajo». Humanamente no hay explicación para los interrogantes que presenta.
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El relato de las apariciones se remonta a fechas muy próximas a éstas. Hay dos escritos en lengua azteca (náhuatl). El primero es uno breve del padre Juan González, capellán, confesor e intérprete del obispo Fray Juan de Zumárraga, que no entendía al indio Juan Diego. Esta breve narración conserva frases de Juan Diego al pie de la letra. Este relato lo entregó a Juan Tonaz, a quien el virrey Martín Enríquez mandó recoger los documentos relacionados con el hecho. Se escribió el año 1580. Está en el Museo Nacional de México (manuscrito 1.475), y ha sido traducido por el P. Mario Rojas (Guadalajara. Jalisco. 1977).
Hay otro relato más extenso, también en «náhuatl», que se ha hecho tradicional, y que se debe a Antonio Valeriano, un indio muy culto y sobrino de Moctezuma, contemporáneo de las apariciones. Lo terminó en 1548, el mismo año que murieron Juan Diego y Zumárraga. Se llama «Nican Mopohua», por sus dos primeras palabras, que significan «aquí se narra». Fue traducido al castellano por el bachiller D. Luis Becerra Tanco, conocedor del idioma «náhuatl» y experto en la historiografía indígena. Titula esta traducción: « Felicidad de México».
Luis Lasso de la Vega que fue capellán de Guadalupe durante diez años (1647-1657) y gran conocedor de la lengua «náhuatl» lo hizo imprimir en 1649. Antonio Valeriano nació en Atzcapotzalco el año 1516; fue alumno del Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco, dirigido por los PP. franciscanos. De alumno pasó a maestro y rector, y luego llegó a ser gobernador durante treinta y dos años, desde enero de 1573 a agosto de 1605 en que murió.
Gobernó con tal acierto y aceptación que mereció una carta de Felipe II haciéndole muchas mercedes. Fue un auténtico humanista que, además del castellano y el «náhuatl», su idioma propio, dominaba el latín mejor que los españoles, según dicen las crónicas. Este texto del «Nican Mopohua», también ha sido traducido al español por el P. Mario Rojas, que quizás sea hoy día el mejor conocedor del idioma «náhuatl», en frase del historiador de México, José Luis Guerrero. Con el P. Rojas estuve hablando yo en Puebla durante tres horas sobre la Virgen de Guadalupe.
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Las narraciones de las apariciones tienen una ingenuidad encantadora. En una de ellas cuanta Juan Diego que para asistir a su tío Juan Bernardino, que estaba moribundo, tomó otro camino para no encontrarse con la Señora en el lugar acostumbrado y no entretenerse, pues iba en busca de un sacerdote que lo confesara.
Era el martes 12 de diciembre. Pero la Virgen le salió al paso y le dijo:
– ¿Dónde vas, hijo mío? ¿Dónde vas por aquí?
Y él, avergonzado, contestó:
– ¿Cómo amaneciste Niña mía, muy amada? Dios te guarde. No te disgustes, pero es que voy con prisa a buscar un sacerdote que confiese a mi tío moribundo. Después volveré a cumplir tu encargo.
Su tío Juan Bernardino era para él como un padre, pues vivía en su casa y era el único pariente que le quedaba vivo. Juan Bernardino fue curado por la Virgen de Guadalupe de la peste cocoliztli, que diezmaba la población. En el Parque Oriental del Monte Tepeyac hay un monumento de bronce a Juan Bernardino, con un libro, también de bronce, explicando el hecho. En el mismo Parque está un grupo escultórico en bronce, obra de Aurelio Mendoza, artista mexicano. La Virgen tiene cinco metros de altura y representa a la Virgen de Guadalupe, con los brazos abiertos, recibiendo la ofrenda del pueblo mexicano ofrecida por Fray Juan de Zumárraga.
El padre jesuita Javier Escalada, asesor en la ornamentación de este Parque, expresa así el simbolismo de este monumento: «La tierra que pisas, peregrino, es sagrada; pues también la pisó María cuando en esta colina se apareció a Juan Diego. Sigue caminando con atento y gozoso corazón hasta encontrar la fuente que simboliza la ofrenda de México a la Virgen. De lo alto de la historia del Tepeyac brotan dos cascadas impetuosas, símbolo de la valiente raza azteca, y de la España misionera, que se unen mansamente a los pies de María, Madre y Forjadora de la Patria Mexicana».
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Juan Diego era un indio sencillo, que se mantenía del cultivo de la tierra. Nació en 1474 en Cuautitlán. Hay un monumento de bronce dedicado a Juan Diego de tres metros de altura en Cuautitlán, su ciudad natal, y en el mismo sitio donde nació. Este monumento se debe al P. Lauro López Beltrán, uno de los primeros especialistas en todo lo relacionado con la Virgen de Guadalupe, y con quien estuve yo hablando en México, desde la nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
Cuautitlán es una de las ciudades más antiguos de América. Existía tres mil años antes de Cristo, como consta en el conocido Códice Vaticano no. 1, pag.335. Cuando la Virgen se le apareció a Juan Diego en el Tepeyac, en diciembre de 1531, algunos opinan que vivía en Tulpetlac, de donde era su esposa. Pero otros opinan que seguía viviendo en Cuautitlán, su ciudad natal, pues Fernando de Alva, escritor verídico y exacto, en opinión del bibliógrafo José Mariano Beristáin, en su «Nican Motecpana», de 1563, dice que Juan Diego dejó a su tío Juan Bernardino, curado por la Virgen de Guadalupe, al cuidado de la casa y de las tierras que había heredado de sus padres y abuelos, mientras él vivía en el Tepeyac al cuidado de la ermita de la Virgen. Lo mismo afirman los testigos de Cuautitlán en las «Informaciones Jurídicas Guadalupanas».
María se le apareció en el Monte Tepeyac cuando Juan Diego iba de Cuautitlán a Tlatelolco, unas tres horas de camino, a ser catequizado por los franciscanos que allí tenían la Parroquia de Santiago y el Colegio de Santa Cruz. Fue convertido y bautizado con su mujer cuando tenía cincuenta años en 1524. Le pusieron por nombre Juan Diego. Su nombre indígena era Cuauhtlatohuac, que significa «El que habla como águila».
Estaba casado con la india Malintzin que después de bautizada tomó el nombre de María Lucía, «de la misma calidad que su marido», dicen las crónicas. María Lucía murió en 1529, dos años antes de las apariciones. Juan Diego murió el 12 de junio de 1548 a los setenta y cuatro años. Cuando se le apareció la Virgen tenía cincuenta y siete. Juan Diego se caracterizó por su humildad, su castidad y su amor a la Eucaristía.
El padre jesuita Francisco de Florencia, en su libro «La estrella del Norte de México», dice que Juan Diego tenía permiso para comulgar tres veces a la semana, lo cual era insólito en aquellos tiempos, pues ni siquiera las monjas y religiosos podían comulgar más de una vez a la semana. El Obispo Zumárraga le concedió tal privilegio en atención a sus virtudes. Hoy tenemos a Juan Diego en los altares.
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El Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, era oriundo de la villa de Durango, en Vizcaya. Como es lógico, en un principio no fue fácil para aceptar las apariciones; pero después quedó tan convencido, que él mismo trabajó con sus propias manos en la construcción de la primera ermita.
Cuando se hizo el traslado de la tilma de Juan Diego a la primera ermita del Tepeyac, el 26 de diciembre de 1531, iban en la multitudinaria procesión el obispo Fray Juan de Zumárraga, descalzo, y Hernán Cortés con la cabeza descubierta. Todo esto lo cuenta el padre jesuita Javier Escalada, en su libro: «La Virgen de Tequatlasupe».
El nombre de Guadalupe es una españolización del nombre azteca «Tequatlasupe», que a sí misma se dio la Virgen. Era muy difícil de pronunciar para los españoles, y a aquellos extremeños les sonaba a Guadalupe, su imagen querida. «Tequatlasupe» significa en azteca «la que aplasta la serpiente».
Entonces en México había mucho culto al dios-serpiente al que se ofrecían sacrificios humanos. En el mismo cerro del Tepeyac se daba culto a Tonantzín, madre del dios-serpiente. María eligió este sitio para sustituir el culto idolátrico a Tonantzín por el culto legítimo a la Verdadera Madre del Verdadero Dios.
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Cuenta Motolinía en su «Historia de los indios de la Nueva España» (cap. IX), que Andrés de Tapia y Gonzalo de Umbría, contaron 136.000 calaveras humanas en el templo Teocali, sacrificadas al sanguinario dios Huitzilopoztli, el dios-serpiente, que era la personificación del demonio.
El escritor y periodista, licenciado Nemesio Rodríguez Lois, autor de varios libros de Historia, en su obra «Forjadores de México», nos dice lo siguiente:
«Huitzilopoztli -la deidad caníbal de Tenochtitlán- era tan insaciable que los humildes habitantes de sus dominios vivían en continuo sobresalto, temiendo que de un momento a otro cayera sobre ellos el filoso pedernal de los sacrificadores. Esta deidad, que tan espantado y embrutecido tenía al pueblo azteca, era de aspecto tan horroroso, que los españoles lo llamaron Huichilobos. Huitzilopoztli representaba al dios del mal».
El historiador y jesuita, padre Mariano Cuevas, en su «Historia de la Iglesia en México» (tomo 1º, cap. III), dice que pasarían de 100.000 los seres humanos que cada año se sacrificaban al demonio-serpiente que se alimentaba de sangre humana. El ídolo Huitzilopoztli fue hecho pedazos por Hernán Cortés personalmente, con una barra de hierro, y en presencia de Moctezuma, según cuenta Andrés de Tapia, cronista de la conquista, y testigo presencial.
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Con la llegada de los españoles, los indios vieron con sorpresa y admiración derribados sus ídolos y ritos milenarios. La Virgen de Guadalupe significó para ellos el fin de los sacrificios humanos, repugnantes para el pueblo que temblaba ante la ferocidad de sus ídolos, pero a los que se sometía por temor. De ahí las conversiones en masa.
Veían en la imagen símbolos que vencían a sus dioses. Detalles de la imagen eran muy significativos para los indígenas, que podían descifrar cosas que pasaban inadvertidas a los españoles. La imagen les hablaba a través de los signos. Era un pictograma, un códice, como un libro que les hablaba por la imagen. Los aztecas se expresaban por signos que representaban ideas y objetos. Esta imagen era una evangelización.
El broche con la cruz indica que ella nos trae la joya de Cristo crucificado. Era la misma cruz que ellos veían en los estandartes de los españoles. El ceñidor era señal de embarazo, y a la altura que está lo da a entender claramente. Lo mismo que la caída del lazo con las puntas abiertas. El trébol de cuatro hojas es signo de plenitud, por eso simboliza a Dios. Al estar sobre el vientre de María quiere decir que Ella nos trae a Dios en su seno. Ella misma se presentó como la Madre del Verdadero Dios. Del Dios Autor de cielo y tierra, y que está en todas partes. La siempre Virgen María, Madre, no de los dioses falsos, en cuyo altar se derramaba sangre humana, sino del verdadero Dios.
El ángel, hombre alado, simboliza a Juan Diego, cuyo nombre era Cuautlatohuac, que significa «el que habla como el águila». Llevaba la camisa que usaban los indios convertidos; pues antes, debajo de la tilma, sólo llevaban el taparrabos. Juan Diego es el ángel mensajero que nos trae a la Virgen de Guadalupe: la sostiene con sus brazos. El pueblo azteca adoraba al Sol, a la Luna y a las estrellas. La Virgen de Guadalupe oculta al sol (sus rayos aparecen por detrás), pisa la Luna, y las estrellas adornan su manto. Todos al servicio de María.
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Otro descubrimiento curiosísimo en la imagen de la Virgen de Guadalupe es la posición de las estrellas en el manto. Para los indios que las adoraban y las conocían debió ser muy significativo. El Dr. Hernández Illescas ha estudiado la posición de las estrellas en el altiplano de México durante el solsticio de invierno de 1531, año de las apariciones. Resulta que todas las estrellas del manto de la Virgen, corresponden a las principales estrellas de las constelaciones en aquellos días. Este estudio ha sido publicado por el Dr. Hernández Illescas en el libro «Las estrellas del manto de la Virgen de Guadalupe». Después de invitarme a comer, tuvo la amabilidad de enseñarme su telescopio del Observatorio «La Place», en México, D.F., con el que realizó sus observaciones en colaboración con el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional de México.
La convergencia de hechos inexplicables en la imagen de la Virgen es tal, que nos llevan a pensar que su origen es de naturaleza sobrenatural.
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A pocos hombres debe tanto México como al obispo Fray Juan de Zumárraga. A él le deben los indios la más tenaz y más sensata defensa que culminó en las cédulas de Malinas, dadas por Carlos V. Él consiguió la primera imprenta que hubo en América, negoció la primera universidad americana, fundó el Hospital del Amor de Dios, trajo de España árboles frutales, semillas de lino y cáñamo, y hasta moriscos de Granada para enseñar a los indígenas el cultivo de la seda. Trajo bestias de carga para relevar a los indios, y artesanos que enseñasen a tejer telas, alfombras, tapicerías, etc. Como dice el historiador Alfonso Trueba, Zumárraga levantó asilos y hospitales, promocionó la cultura y abrió fuentes de trabajo. Su memoria debe ser bendecida por México.
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Fray Juan de Zumárraga escribió el proceso de los hechos relacionados con las apariciones. Éstos se encontraban en el archivo arzobispal de la Ciudad de México en 1601. Los tuvo en sus manos el Arzobispo de dicha ciudad, Fray García de Mendoza. Esto lo asegura el Licenciado Bartolomé García, informado autorizadamente por el Deán de la Catedral de México, D. Alonso Muñoz de la Torre.
El proceso canónico sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue firmado el 16 de abril de 1666 por D. Francisco de Siles, Canónigo Lectoral de la Catedral Metropolitana de México. Este proceso consta de doscientas páginas, y está acompañado de una carta serenamente razonada del Cabildo al Pontífice Alejandro VII, entonces reinante.
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La devoción a la Virgen de Guadalupe perdura desde hace cuatrocientos cincuenta años y va en aumento. Incluso los opuestos al milagro del Tepeyac, no pueden negar el acontecimiento guadalupano. Guadalupe atrae al año diez millones de fieles. Es el templo más visitado después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Más que Lourdes y Fátima. Cuando estuve en México en diciembre de 1987, para grabar el vídeo sobre este tema, quedé impresionado ante la muchedumbre de mexicanos que vienen a la Basílica desde todos los puntos de México. Y muchos en plan de penitencia, a pedir protección con fervor y fe a su Virgen de Guadalupe. En la Basílica hay peregrinaciones continuas de pueblos, colegios, taxistas, obreros de esta fábrica y de la otra, etc. El día de la Virgen de Guadalupe se celebra misa en muchos centros de trabajo. Yo tuve la invitación de celebrar misa en una fábrica, y a continuación asistir a una comida de hermandad.
La afluencia a la basílica el día de la fiesta es multitudinaria. El paso por delante de la Virgen es constante. Muchos cruzan la plaza de rodillas. Algunos pidiendo la salud. Otros en acción de gracias. Hay quien anda cuatro días. Casualmente me encontré con un grupo de universitarios que habían oído mi conferencia de la Sábana Santa en Cuernavaca. Un grupo de doscientos muchachos. Llegaron andando desde allí. Son setenta kilómetros. Dos días de camino. El héroe del grupo era un muchacho al que le faltaba una pierna, y venía apoyado en su muleta.
Toda la noche del 11 al 12 de diciembre, la Basílica está llena de gente, mientras van pasando a cantarle a la Virgen toda clase de personas. Incluso algunos extranjeros, como un grupo de norteamericanos, a quienes grabé en mi vídeo. El día de la fiesta la explanada se llena de danzantes con sus trajes típicos.
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Juan Pablo II dijo a los pies de la Virgen de Guadalupe el 27 de enero de 1979:
«¡Madre! Ayúdanos a ser fieles dispensadores de los grandes misterios de Dios. Ayúdanos a enseñar la verdad que tu Hijo ha anunciado, y a extender el amor, que es el principal mandamiento y el primer fruto del Espíritu Santo. Ayúdanos a confirmar a nuestros hermanos en la fe. Ayúdanos a despertar la esperanza en la vida eterna. Ayúdanos a guardar los grandes tesoros encerrados en las almas del pueblo de Dios que nos ha sido encomendado. Te ofrecemos todo este pueblo de Dios. Te ofrecemos la Iglesia de México y de todo el Continente. Te la ofrecemos como propiedad tuya.
Tú que has entrado tan adentro de los corazones de los fieles, vive como en tu casa en estos corazones. Sé una de casa en nuestras familias, en nuestras parroquias, misiones, diócesis y en todos los pueblos. Y hazlo por medio de la Iglesia Santa, la cual imitándote a ti, Madre, desea ser a su vez una buena madre, cuidar a las almas en todas sus necesidades, anunciando el Evangelio, administrando los Sacramentos, salvaguardando la vida de las familias mediante el sacramento del Matrimonio, reuniendo a todos en la comunidad eucarística por medio del Santo Sacramento del Altar, acompañándolos amorosamente desde la cuna hasta la entrada en la eternidad.
¡Madre! Despierta en las jóvenes generaciones la disponibilidad al exclusivo servicio de Dios. Implora para nosotros abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. ¡Madre! Corrobora la fe de todos nuestros hermanos y hermanas para que en cada campo de la vida social, profesional, cultural y política, actúen de acuerdo con la verdad y la ley que tu Hijo ha traído a la Humanidad, para conducir a todos a la salvación eterna y, al mismo tiempo, para hacer la vida sobre la Tierra más humana, más digna del hombre».
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Termino con las palabras del Dr. Carlos Vejar:
«Guadalupe vela por su pueblo. Está en todos los hogares, y es testigo de ilusiones sin fin, de ocultos deseos, de fervorosos trabajos. Se halla en el vehículo que transporta al mexicano, y cuida a un mismo tiempo al conductor y al pasaje.
Se convierte en compañera infatigable que nos sigue a todas partes escondida entre los papeles de la cartera, o bien entre pañuelitos y barras de labios. Se hace poner en relieve en medallas que cuelgan del cuello de los hombres, mujeres y niños. Preside, con su presencia, capillas múltiples en todas las iglesias de México y aun en el extranjero, especialmente en nuestra Iberoamérica. Viaja igual en las ondas de la radio que en los canales de la televisión, y hasta en las confortables cabinas de los aviones o en los camarotes de los grandes trasatlánticos. Igual ensalzada en las gargantas cancioneras de mariachis, que en conferencias de letrados. Todo habla de Ella. Todo en México está integrado por su dulce espíritu, y cuanto de bueno tiene el mexicano gusta de atribuirlo a la suave sonrisa de la Virgen.
Inspira trovas en los poetas, ensayos en los eruditos, elegías en los religiosos y bellas palabras en los enamorados. Es asistente forzosa a inauguraciones y bendiciones de casas, edificios, tiendas, oficinas, industrias y despachos. Cuida a los enfermos en innumerables camas de hospitales. Vigila en las estaciones la llegada y salida de los trenes. Sonríe a los obreros, y mira con amor al político que planea con afán la mejoría del pueblo.
Posa incansablemente para los artistas de México. Se encuentra en colegios, institutos y universidades, presidiendo la educación de nuestros escolares. Se pinta en banderas y estandartes, y tremola en el aire vibrante de la Patria.
En todas partes está nuestra Lupita. México entero se halla saturado de su imagen, de su presencia y de su amor. Todo México tiene que ver con la Guadalupe que da su nombre a personas, a villas y poblados, a tiendas, fábricas, haciendas, rancherías, granjas, colonias, teatros y hoteles. Es como si la Virgen de Guadalupe se hubiera convertido en substancia de la Patria».
La Virgen de Guadalupe es un testimonio más de la actuación de Dios para fortalecer la fe en María, su Santísima Madre.
Oración para el Tercer Domingo de Adviento
Oración para prender la tercera vela de la Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona
ORACIÓN PARA EL TERCER DOMINGO
ENTRADA.
Se entona algún canto. Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”. Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar. Reflexión.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! PADRE NUESTRO. Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro…
El Papa: La fe se encarna en la vida concreta con acciones concretas
En sus palabras antes del Ángelus, el Papa Francisco invitó a preparar la Navidad con acciones y gestos concretos hacia los demás, aunque sean pequeños, porque la fe no es una teoría abstracta, “toca la carne” y transforma la vida. En este tercer domingo de Adviento, el Papa Francisco dedicó su alocución antes del rezo mariano del Ángelus a cómo debemos prepararnos para la Navidad. Ante una plaza de San Pedro soleada y repleta de fieles y peregrinos, el Santo Padre desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico lanzó una pregunta, la misma que muchas personas hicieron a Juan el Bautista ante el anuncio de la llegada de El Salvador: ¿Qué debemos hacer? (Lc 3,10).
En su reflexión, el Papa explicó que esa pregunta no nace de una “sentido del deber”, sino que “es el corazón tocado por el Señor, es el entusiasmo por su venida lo que lleva a decir: ¿qué debemos hacer?”.Como ejemplo, el Santo Padre recordó que cuando pensamos en la llegada de un ser querido que viene a visitarnos lo esperamos “con alegría e impaciencia” y nos preparamos, “nos pondremos manos a la obra”. “Así es con el Señor -subrayó el Papa -la alegría de su venida nos hace decir: ¿qué debemos hacer?”. Pero también, afirmó el Pontífice, “Dios eleva esta pregunta a un nivel superior: ¿qué hacer con mi vida? ¿A qué estoy llamado? ¿Qué es lo que me llena?”. Y la respuesta – dijo – está en el Evangelio.
Somos una misión a cumplir
“La vida tiene una tarea para nosotros. No es algo sin sentido, no se deja al azar. ¡No! Es un regalo que el Señor nos da, diciéndonos: ¡descubre quién eres, y trabaja para realizar el sueño que es tu vida! “Cada uno de nosotros -no lo olvidemos- es una misión a cumplir. Así que no tengamos miedo de preguntar al Señor: ¿qué debo hacer?” El Pontífice invitó a hacer esta pregunta con frecuencia al Señor, a repetirla, pero también a preguntarnos qué hacer por nuestros hermanos y cómo podemos contribuir al bien de la Iglesia y de la sociedad. “Para eso sirve el tiempo de Adviento -agregó el Santo Padre – para detenernos y preguntarnos cómo podemos preparar la Navidad. Estamos ocupados con tantos preparativos, para regalos y cosas que pasan, pero preguntémonos qué debemos hacer por Jesús y por los demás”. El Papa recordó que Juan el Bautista a los publicanos, a los soldados y a las gentes ofreció respuestas específicas sobre qué hacer, pues las relacionó con sus situaciones personales, con la “situación real de sus vidas”, porque “la fe la se encarna en la vida concreta”. “No es una teoría abstracta y generalizada -agregó-, toca la carne y transforma la vida de cada uno.
“Hagamos un compromiso concreto, aunque sea pequeño, que se ajuste a nuestra situación de vida, y llevémoslo adelante para prepararnos en esta Navidad. Por ejemplo: puedo llamar por teléfono a esa persona que está sola, visitar a aquel anciano o aquel enfermo, hacer algo para servir a los pobres, a los necesitados” Saldar las deudas con el Señor
A esta invitación concreta para prepararnos para la Navidad, el Papa Francisco también recomendó pedir perdón si hay una situación que aclarar o una deuda que saldar.
“Quizás he descuidado la oración y después de mucho tiempo es hora de acercarse al perdón del Señor”. ¡Busquemos una cosa concreta y hagámosla! Que la Virgen, en cuyo seno Dios se hizo carne, nos ayude.”
El Papa recuerda a Guadalupe en San Pedro y pide agradecer a Dios esta «Bendita por gracia»
El Papa Francisco celebró en San Pedro la misa en la festividad de la Virgen de Guadalupe / Fotos- Vatican News
Este sábado 12 de diciembre se celebra la fiesta de la Virgen de Guadalupe, una advocación muy venerada en México y en toda Iberoamérica, por lo que el mismo Papa Francisco es también devoto de la guadalupana.
Por ello, el Pontífice ha querido celebrar una misa por América Latina en la basílica vaticana en esta importante fecha mariana. En su homilía habló de tres ideas que aparecen en la liturgia del día: abundancia, bendición y don. “Mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades”, aseguró Francisco.
De este modo, señaló en primer lugar que “Dios siempre se ofrece en abundancia, siempre da en abundancia. Él no conoce las dosis. Se deja dosificar por su paciencia. Somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente, y donde está Dios, hay abundancia”.
El Santo Padre recordó que “Dios se da entero, como es, totalmente. Generosidad: A mí me gusta pensar que es un límite que tiene Dios, al menos uno. La imposibilidad de no darse de otro modo que no sea en abundancia”.
La segunda idea es la de la bendición. En este aspecto, Francisco afirmó que “el encuentro de María con Isabel es una bendición. Bendecir es ‘decir bien’, y Dios, desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien. La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico es ‘y era bueno’, ‘y está bien’, ‘era muy bueno’. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición es el estilo del diablo, del enemigo, el estilo de la mezquindad, de la imposibilidad de donarse totalmente, el decir mal”. La tercera es el don. “Esta abundancia, este decir bien es un don, un don que se nos da, que es toda gracia, que es todo Él, que es toda divinidad, en el Bendito. Un don que se nos da en la que está llena de gracia, en la Bendita”, agregó el Papa.
De este modo, el Papa quiso recalca que son “el Bendito por naturaleza y la Bendita por gracia”. Según añadió, “son dos referencias que la Escritura nos marca. A ella se le dice ‘bendita tú entre las mujeres, llena de gracia’. Jesús es el Bendito que trae la bendición, y mirando a la imagen de nuestra Madre, esperando al Bendito, la llena de gracia espera al Bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien, del bendecir. Entendemos esto del don”.
Por ello, considera que “el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, y en la abundancia de su madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición, en el Bendito por naturaleza y en la Bendita por gracia”.
“Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, volver a despertarlo a lo largo de la Revelación. ‘Bendita tú eres entre las mujeres’, porque nos trajiste al Bendito. ‘Yo soy la madre del Dios por quien se vive’, el que da la vida, el Bendito. Que contemplando la imagen de nuestra madre hoy le robemos a Dios un poco de este estilo que tiene, la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca maldecir. Y en transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea”, concluyó el Papa su homilía.
Sofonías 3:14-18a / Filipenses 4:4-7 / Lucas 3:10-18
Queridos hermanos y hermanas,
El domingo III de Adviento recibe el nombre de Gaudete por las palabras que hemos cantado al comienzo de la celebración: Alegraos. Forman parte del capítulo de advertencias de la carta de san Pablo a los Filipenses que hemos escuchado como segunda lectura.
Este colofón del escrito del Apóstol contiene, en su brevedad, unas recomendaciones de permanente actualidad. Si hacemos una disección para entender mejor su alcance, nos encontramos en cinco afirmaciones que podríamos imaginar colocadas en un podio con dos escalones a cada lado.
El lugar central, el del campeón, lo ocuparía una afirmación de fe: «El Señor está cerca».
Para subir encontraríamos al principio la conocida afirmación que da nombre a este domingo: “Alégrase siempre en el Señor”. Y san Pablo insiste: “Lo repito: alegraos”.
A continuación, un escalón más arriba, una invitación a la coherencia cristiana: “Que todo el mundo le conozca como gente de buen trato”.
Y la afirmación central de la proximidad del Señor es la consecuencia: «El Señor está cerca».
Se derivan dos consecuencias, los dos escalones de bajada: Primero, “No se inquiete por nada”. Y segundo: “Acudí a la oración ya la súplica con acción de gracias”.
Así tenemos, en pocos versículos, cinco advertencias que podemos resumir con estas cinco expresiones: Alegría – Coherencia – Proximidad del Señor – Serenidad – Oración. Son intercambiables. Si quiere empezar por la última –la oración con acción de gracias–, iremos a parar a la alegría.
Pero me gustaría insistir en la que pasa más desapercibida, la serenidad: “No se inquiete por nada”. Da pie la profecía de Sofonías, con su constante invitación a la alegría. Este mensaje destinado a Israel –originariamente llamado aquí “hija de Sión”– nos hace pensar en nosotros, en nuestra Iglesia. Estamos inquietos, y por muchas razones. Porque no querría pasar por alto que actualmente goza de poca credibilidad en la sociedad en general. No es el momento de describir sus causas, ni hacer constataciones estadísticas, ni, menos aún, bajar a noticias contemporáneas. Ocurre con la Iglesia como con las vidrieras de una catedral (piense en las de la Sagrada Familia, de Barcelona, o en el rosetón mismo de esta nuestra basílica). “Si uno mira las ventanas desde el exterior, sólo ve trozos de vidrio oscuro unidos por tiras de plomo igualmente oscuras. Pero si se entra dentro y se miran esas mismas vidrieras a contraluz, ¡qué esplendor de colores, de historias y de significados ante nuestros ojos! Se trata, pues, de mirar a la Iglesia desde dentro, en el sentido más fuerte de la palabra, a la luz del misterio del que es portadora” (Card. R. Cantalesa, I Predicación de Adviento, 3.12.21) .
Quedémonos en que a esta “hija de Sión” el profeta le recuerda dos veces que “tienes dentro de ti al Señor” y que él, Dios, “por ti se ha transportado de alegría, te renueva su amor ”. En una palabra: le anima a gritar de gozo. La expresión “hija de Sión” ha emparentado la Iglesia con María, y la doctrina de nuestros días es que la Virgen María “excele entre los pequeños y los pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben la salvación” (Conc. Vat. II, LG 55). Esta afirmación contundente da sentido a la forma en que debemos contemplar a María en este Adviento. Da sentido, aún, a la forma en que debemos asumir, desde el interior de la comunidad cristiana, la pobreza de desnudarnos de hipocresías y trabajar para ser cada vez más coherentes.
Alegría – Coherencia – Proximidad del Señor – Serenidad – Oración. Por tanto, vamos hoy a comulgar con el mensaje profético que la Iglesia nos canta: “Digan a los corazones inquietos: ¡anímese no temáis!”. Si superamos la inquietud que nos sorprende, recuperaremos, en caso de que las hayamos perdidas, no sólo la serenidad, sino también la coherencia y la alegría, porque sabemos que el Señor está cerca.
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Nos podríamos preguntar a queridos hermanos y hermanas qué sentido tiene que la Iglesia proponga tiempos intensos para preparar y vivir las grandes fiestas del año. Nosotros hacemos a menudo lo mismo en nuestra vida cotidiana: o quizás nunca hemos escuchado aquella pregunta retórica: ¿tú qué harías si sólo te quedaran varios meses de vida? ¿O qué tres cosas te llevarías a una isla desierta? Con esta pregunta, en un contexto normalmente muy distinto al religioso, lo que pretendemos es concentrar el tiempo o el espacio, tener una percepción diferente, no tan extensa o infinita como la que tenemos habitualmente, y de este modo, darle mucha más importancia a las cosas que ocurren en este tiempo o en este espacio, porque lo creemos limitado.
Los tiempos litúrgicos fuertes que nos propone la Iglesia también pretenden intensificar el tiempo y esto ocurre de una manera muy especial en el Adviento, con su importante contenido de reflexión histórica. El Adviento quiere que nos concentremos en el nacimiento de Jesús y en su regreso al final del tiempo. Un acontecimiento en la historia pasada y uno en la historia que está por llegar y que tendríamos la tentación de pensar que nunca ocurrirá.
Y si el mundo nos pregunta a veces cuáles son las tres cosas importantes que haríamos si tuviéramos poco tiempo, yo he osado preguntarme y preguntar en las lecturas de hoy qué tres palabras nos dicen que son importantes. Y me han salido tres, que comienzan todas por la letra jota.
La primera jota es la de Jesucristo. No hay más centro, no hay más cimiento, no hay más piedra angular que Él. Las lecturas de hoy nos dan tres perspectivas de Cristo: Ya sea recuperando la esperanza histórica de Israel en el nacimiento de su Mesías, como encontramos en el profeta Isaías; ya sea compartiendo la espera inminente de los dos grandes personajes del Adviento, Santa María y San Juan Bautista, cuya vida no tiene más sentido que la de reflejar la importancia del Mesías-Hijo de Dios que viene, o ya sea también a partir de la primera reflexión que San Juan y San Pablo nos transmitieron después de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret, una vida y una muerte y una resurrección que son luz que ha venido al mundo y mensaje para impactar la vida de cada uno de nosotros, desde la primera generación cristiana hasta la fecha. Qué clase de misterio que palabras que tienen 2000 años – no se canse nunca de rezar, dé gracias en toda ocasión. No sofoque el Espíritu. examínelo todo y quedésese lo que encuentra bueno, guárdate de toda sombra de mal. ¡Qué misterio, digo, que estas palabras sean tan actuales, tan aplicables a nuestra vida hoy mismo! Ni el contexto, ni el cambio de mentalidad, ni el estilo, que hacen que todo caduque a velocidades vertiginosas han podido descalificar ninguna de estas palabras que hemos escuchado en la 2ª lectura.
La segunda jota que acompaña siempre a la de Jesucristo es la de Justicia. La justicia bíblica que no es un equilibrio de valores, o una ecuación legal que se resuelve en una sentencia, sino que es la restauración en la tierra del orden querido por Dios. Las lecturas de hoy nos hablan de ello; la curación de los enfermos, la liberación de los cautivos, el cambio radical de pobres por ricos, y de poderosos por humildes del Magnificado, que hemos cantado como salmo responsarial. Los profetas acompañan siempre la venida del Mesías con la justicia del Reino. Y hoy el mensaje sigue tan o más válido que siempre, en un mundo y en una sociedad tan lejos todavía del proyecto de Dios. Hay que hacer un matiz: cuántas veces los hombres y las mujeres nos hemos puesto en el centro en la búsqueda de una justicia de este mundo, una búsqueda desarraigada de Dios, desarraigada de un fundamento, una búsqueda que poniendo sólo las ideas en el centro , ha acabado olvidando y menospreciando a las personas concretas. Todos estos intentos han fracasado. La verdadera búsqueda cristiana de la justicia perdura después de 2000 años, capaz de lidiar con la voluntad de no sacrificar a nadie en el camino.
La tercera jota que nos acompaña este domingo es la jota de júbilo. La joya del profeta Isaías cuando canta Aclamo al Señor lleno de gozo, mi alma celebra mi Dios la joya de Santa María cuando canta: mi alma magnifica al Señor. Joya a pesar de todo. A pesar de la Covid19 que nos pone socialmente ante la Navidad más extraña que hayamos vivido la inmensa mayoría de nosotros, alegría a pesar de los muertos cercanos en tantas familias, joya quizás imposible en algunas familias porque la situación no lo permitirá, pero vivida aunque sólo sea como un deseo por el futuro. Porque sí: la joya de este domingo Gaudete, domingo de la joya, es tan absolutamente actual este año porque no es alegría por nada que haya pasado sino por lo que esperamos que pase. Quizás nunca nos habían colocado colectivamente en una situación de esperanza tan grande en el futuro. Los monjes oramos con todo el mundo a menudo para que pase la pandemia, se lo pedimos a Dios: compartimos desde nuestra fe el deseo gozoso y alegre de otro escenario y en esta espera nos encontramos con la celebración del nacimiento de Jesús, del Navidad, un año más, un año distinto. Y tenemos la ocasión perfecta de asociar todo el sufrimiento que hemos testimoniado y que vivimos, a la esperanza cumplida de Israel por el nacimiento del Mesías, y de recordar con consuelo al testimonio del pueblo cristiano que ha sufrido y pasado tantas cosas en su larga historia confiando en el Señor y que siempre ha reencontrado la paz y el gozo.
Si pensáramos, en la mitad de éste de Adviento, en aquella pregunta que le recordaba al principio: ¿qué haríamos si tuviéramos poco tiempo? Responder que vivir en el gozo, en la justicia y en la fe en Jesucristo, sería una respuesta muy alternativa y muy poco esperada, pero que nos daría más felicidad que todas las enajenaciones que en el fondo nos alejan de Dios y de las joyas y esperanzas del mundo. Pedimos a Dios que nos ayude mientras celebramos el memorial que el propio Jesucristo nos dejó.