Yo quiero que Mis sacerdotes aprendan a descansar en Mi presencia. Allí prometí refrescarlos en una forma que ningún entretenimiento, ninguna diversión y ningún otro medio puede hacer. Que ellos vengan a Mí cuando estén cansados y solos. Seré su descanso y su más querido compañero. De esta forma dejarán Mi presencia Eucarística restaurados y con su alegría renovada. Esto es una promesa.

Quiero que Mis sacerdotes activamente alienten almas para buscarme en el Sacramento de Mi amor y pasen tiempo cerca de Mi Corazón Eucarístico. Ninguna cosa traerá esto más efectivamente que el ejemplo de Mis sacerdotes, Hay sacerdotes que van dentro de Mi iglesia solamente cuando ellos tienen una función para ejercer ahí. Los corazones de ellos ya han crecido fríos y Yo estoy dolido por su indiferencia hacia Mi presencia permanente, frecuentemente muy cerca de ellos. Deseo que los sacerdotes empiecen a frecuentar sus iglesias, no solamente en las horas del servicio divino, sino en otros tiempos durante el día e incluso durante las horas de la noche. Así empezaran a permitirme a restaurarlos a una santidad brillante. Que empiecen uno o dos, aquí y allá. El gran fuego empezará con estas pocas chispas y se dispersará hasta que la Iglesia entera sea incendiada con la Santidad Eucarística de Mis amigos, Mis sacerdotes.

Si hay tan pocos sacerdotes en ciertos lugares, es sobre todo porque los que están allí Me han abandonado en el Sacramento de Mi amor y no anhelan más vivir en Mi amistad. Que cada sacerdote se presente como un amigo de Jesús y su ministerio pronto tomará la eficacia y la fecundidad que-caracterizan a San Juan, San Pablo, y a Mis primeros Apóstoles. Llegarán a ser Mis amigos que hablan con autoridad que solamente la experiencia les puede conferir.

A ti te digo que Yo estoy complacido con estos días marcados por la adoración. Estoy tocando almas y derramando bendiciones aquí. Recompensaré a todos los que han venido, buscando permanecer en Mi presencia y ofreciéndome la adoración que Yo deseo. Y tú, tu lugar es para adorarme. Tu lugar es y será el de San Juan, Mi amado discípulo y el querido hijo adoptivo de Mi Inmaculada Madre. Confía en Mi amor por ti. Quédate cerca de Mí. Obedece lo que te pido. Y haré maravillas de misericordia en tu alma y en las almas de los que serán tocados por tu sacerdocio.

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor había bendecido a Abrahán en todo

Érase una vez. Todo sucede como si fuese un cuento de Las mil y una noches.

Imagino situado en una de esas maravillosas escenas que contemplábamos en Lawrence de Arabia: pozos en medio de un infinito desierto, caravanas de camellos y jinetes adelantados a los asentamientos nómadas en los que sucedía la vida, vida que Dios cuidaba en medio de aquellas condiciones extremas. 

Los ciento veintisiete años de Sara, que es el dato con el que comienza el texto del Génesis de la primera lectura, nos aproximan a un tiempo distinto que nos conduce hasta su muerte. La muerte nos sitúa en una dimensión desconocida, en una nueva dimensión sin tiempo. La experiencia de la Pascua nos adentró en su misterio y en el de la vida eterna. La eternidad es vivir sin tiempo. La narración que nos presenta el Génesis trascurre a enorme velocidad poniendo fin a una historia de dolor y amor que da comienzo a una nueva: Isaac es consolado por el amor de Rebeca en la tienda de su madre.

La dureza del desierto para la vida humana y la solicitud de un Dios que se manifiesta haciendo posible lo que a nuestros ojos no parece. No era posible que Sara concibiera a edad tan avanzada, tampoco que llegase hasta Isaac, su deseado hijo, una mujer procedente de la región de Aram-Naharaim, de dónde procedía Abrahán. Rebeca llegó acompañada por el viejo siervo que vio en ella las bondades de la que merecía ser la esposa del hijo de su señor.

Todos atravesamos áridos desiertos, dificultades en las que experimentamos nuestros propios límites y nuestra extrema fragilidad. Del Señor recibimos la gracia y el consuelo.

Érase una vez. Todo sucede como si fuese un cuento de Las mil y una noches.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia (Sal. 105)

Misericordia quiero y no sacrificio

En muchas ocasiones los cristianos nos encontramos escondidos, resguardados de los innumerables peligros que percibimos en un entorno que es hostil, refractario a las cosas de Dios. Nos encontramos dentro de nuestras propias comunidades, como los discípulos antes de Pentecostés, temerosos de las señales que nos envía el mundo. A pesar de los mensajes inquietantes, intentamos mantenernos a salvo confirmándonos unos a otros en nuestras pequeñas verdades, en nuestras rutinas piadosas, en nuestros pequeños sacrificios.

Somos predicadores, aunque no nos gustan los espacios abiertos que ponen a prueba la audacia de nuestra predicación. En la predicación de Jesús vemos algo muy distinto que el Evangelio nos anima a imitar.

En primer lugar, nos invita a mirar a los ojos de las personas. Los ojos son una especie de vía de acceso a su interioridad. Mateo no tendría que ser un personaje ‘apetecible’. Se trataba de un recaudador de impuestos, un mercenario al servicio del poder del Imperio y de sí mismo, que ahogaba con usura al pueblo doblegado. Seguro que Mateo llevaba tiempo escuchando cosas sobre Jesús y que escuchó al mismo Jesús en Cafarnaúm. Jesús miró a Mateo en su verdad profunda y, sin necesidad de reproche alguno, la mirada misericordiosa de Jesús alcanzó su intimidad, ese lugar reservado por Dios en lo profundo de todo ser humano. No tuvo que insistir mucho para que lo siguiera.

Entre los ‘indeseables’ del mundo, hay muchos corazones preparados desde la eternidad para acoger el mensaje de Jesús. No sé si hay tantas miradas misericordiosas que se hacen cargo de sus heridas interiores sin juzgar, con el sincero deseo de sanarlas con la ayuda de la gracia.

Matthew 9:9-13

El Evangelio de hoy es la simple, pero también magnífica historia de la conversión de Mateo. Los animo a leerla y meditarla durante la semana, porque es acerca de nosotros. La Biblia menciona que Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. El llamado de Jesús intenta llegar a nuestra mente, y luego de pasar por ella llegar a nuestro cuerpo, y luego de pasar el cuerpo adentrarse en nuestra vida, en todas nuestras decisiones prácticas. 

Y entonces escuchamos que Mateo “se levantó y lo siguió”. El verbo griego que se emplea aquí es el mismo usado en la descripción de la resurrección de Jesús de entre los muertos: Mateo se levantó. Conversión significa transición a una vida superior, un elevarse sobre las preocupaciones con las cosas del mundo y reorientarse hacia las cosas de Dios. 

Después escuchamos lo que pasó luego de la conversión de Mateo: “Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos”. Esto molesta profundamente a los fariseos, quienes preguntan a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. La respuesta es que Jesús ama a los pecadores, Él no requiere perfección antes de acercarse a una persona.

Fermín, Santo

Obispo y Mártir, 7 de julio

San Fermín, obispo de Pamplona. El obispo de Tolosa San Saturnino le envió a predicar el Evangelio a Pamplona, le consagró por su primer obispo y, vuelto después de algunos años a las Galias, predicó el Evangelio en el norte de Francia, muriendo en Amiéns, s. II.

Etimológicamente: Fermín = Aquel que es constante, firme, recio, valeroso y sólido, es de origen latino.

Breve Biografía

Este Santo es el famoso patrono de las «Corridas de San Fermín» en España, aunque en su vida ni los toros ni la fiesta brava tuvieron presencia alguna.

San Fermín de Amiens, nacio -según su leyenda- en Pamplona alrededor del año 272, murió en Amiens el 25 de septiembre de 303 fue un misionero cristiano, primer obispo de Amiens, cuya iglesia construyó. Fue decapitado cuando tenía unos 31 años. Es patrón de Amiens, Lesaca, y co-patrón de Navarra junto con San Francisco Javier.

Nacido en Pompaelo (la actual Pamplona), hijo de un senador pagano de nombre Firmo, un alto funcionario de la administración romana que gobernó Pamplona en el siglo III. La predicación de san Honesto, quien había marchado a la península tras ser milagrosamente liberado de su prisión en Carcassonne, conmovió a sus padres, quienes sin embargo no se convirtieron hasta oír a san Saturnino de Toulose. El santo habría bautizado a Fermín y a sus padres en el lugar que hoy se llama popularmente pocico de San Cernin.

Bajo la tutela de Honesto el joven Fermín aprendió la religión y el arte de la prédica. A los 18 años fue enviado a Tolosa, donde sería ordenado. Tras predicar en Navarra, marchó a Francia, donde se asentó en Amiens. Habiendo organizado la construcción de la iglesia local, fue nombrado obispo a los 24 años. La oposición oficial a la doctrina cristiana le granjeó la cárcel, donde, tras negarse a cesar su prédica, fue decapitado.

En 1186 el obispo Pedro de París llevó de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza de Fermín.

Actualmente su santoral se celebra el 7 de julio. En Pamplona se conmemora con unas fiestas de fama internacional, los Sanfermines, en las que destacan los encierros de toros.

Es además patrono de las cofradías de boteros, vinateros y panaderos.

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

Santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13. Viernes XIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero darte gracias por permitirme tener este momento para encontrarme contigo. Te pido que aumentes mi fe, mi esperanza y mi amor. Que al darme cuenta de tu mirada misericordiosa yo responda con generosidad y alegría a ese amor que Tú me tienes. Te pido por todos los que me rodean para que, ayudados por tu gracia, sepamos ser reflejos de tu amor misericordioso.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Amado Jesús, ¿qué tenía Mateo que te dirigiste a él y le dijiste «sígueme»?

Mateo era un recaudador de impuestos para los romanos, considerado un pecador y odiado por su propio pueblo. Efectivamente, estos recaudadores no llevaban una vida santa según la Ley de Moisés y las tradiciones. Seguramente todos pensaban que cuando Tú, el Maestro, buscases algún discípulo, ese discípulo sólo podría ser alguien intachable; y sin embargo, ante mi mirada atónita, te diriges al publicano y le dices: sígueme.

¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes; el hijo de Adán para que de él cuides?

Es tu amor misericordioso el que lo llama. No te detienes en su pecado, sino que te acercas y le dices: «Sígueme, que quiere decir: “Imítame”. Le dijiste: Sígueme, más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que permanece en Cristo debe vivir como vivió él».

Él se levantó y te siguió, cambió su vida, su puesto de recaudación y fue tras de ti convirtiéndose en uno de tus apóstoles.

Jesús, en este evangelio me enseñas tu corazón misericordioso: un corazón abierto a todos. Ayúdame a sentirme mirado por ti y que, como Mateo, también me sepa visto y llamado a seguirte y así convertirme en apóstol de tu misericordia.

Ayúdame, Jesús, a no acostumbrarme a tu mirada amorosa y que, juntamente con el poeta, exclame sorprendido:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

(Félix Lope de Vega)

«Todos nosotros estamos invitados a la mesa del Señor. Hagamos nuestra la invitación de sentarnos al lado de Él junto a sus discípulos. Aprendamos a mirar con misericordia y a reconocer en cada uno de ellos un comensal nuestro. Somos todos discípulos que tienen necesidad de experimentar y vivir la palabra consoladora de Jesús. Tenemos todos necesidad de nutrirnos de la misericordia de Dios, porque es de esta fuente que brota nuestra salvación».

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a buscar mirar a los demás como Cristo los ve.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El Papa en Fátima para implorar la paz en Ucrania y en el mundo

La etapa en el santuario se añadió al viaje de la JMJ.

El Papa Francisco vuelve por segunda vez al santuario de Nuestra Señora de Fátima, donde en mayo de 1917 tres niños pastores -dos ya santos, la tercera en camino hacia los altares- recibieron un mensaje de María sobre el futuro de la humanidad. La etapa de unas horas en Fátima, a la que llegará en helicóptero el sábado 5 de agosto, se añadió en una fase posterior, ya que la peregrinación papal inicialmente sólo incluía una parada en Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud. Francisco ya había viajado al famoso santuario mariano con motivo del centenario de las apariciones para la canonización de los dos pequeños videntes Francisco y Jacinta Marto en mayo de 2017. El hecho de que haya decidido acudir de nuevo a los pies de la Virgen de Fátima es significativo, y las intenciones del Pontífice están vinculadas a la tragedia de la guerra que afecta a la «atormentada Ucrania» bombardeada por el ejército ruso, pero también a las muchas guerras olvidadas que están en curso en el mundo.

Es un gesto, el del Obispo de Roma, que puede relacionarse directamente con otro que realizó, poco más de un mes después del estallido de la guerra, el de la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, celebrada en San Pedro el 25 de marzo de 2022. La consagración de Rusia, de hecho, fue solicitada por la aparición en el mensaje a los niños pastores de Fátima. Hace dieciséis meses, Francisco había rezado así: «Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes… Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra… Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear».

Fátima y la historia de los Papas

Las apariciones portuguesas están vinculadas a la historia de los Papas del Novecientos y se entrelazan con sus biografías personales. Benedicto XV, en plena Primera Guerra Mundial, decidió el 5 de mayo de 1917 añadir la invocación «Reina de la Paz, ruega por nosotros» a las tradicionales letanías lauretanas rezadas después del Rosario. Pocos días después, el 13 de mayo, tuvo lugar la primera aparición de Nuestra Señora de Fátima. Un acontecimiento que se produjo el mismo día en que, en la Capilla Sixtina, el Papa consagró Obispo a Eugenio Pacelli, destinado a ser su segundo sucesor. Convertido en Pío XII, el 31 de octubre de 1942, Pacelli consagró al Corazón Inmaculado de María «a los pueblos separados por el error o la discordia». Pablo VI, en mayo de 1967, fue el primer Papa que peregrinó a Fátima, en un Portugal que aún vivía bajo el régimen del dictador Salazar, para celebrar el 50 aniversario de las apariciones. Pocos días antes de partir, el Papa Montini explicaba: «El motivo espiritual, que quiere dar a este viaje su propio significado, es rezar, una vez más, y más humilde y vivamente, en favor de la paz». Y en la homilía pronunciada en Fátima afirmó: «Hombres, no piensen en proyectos de destrucción y de muerte, de revolución… piensen en proyectos de consuelo común y de solidaria colaboración. Hombres, piensen en la gravedad y en la grandeza de esta hora, que puede ser decisiva para la historia de las generaciones presentes y futuras». Pablo VI describía la gravedad de la situación histórica en tonos nada tranquilizadores: por un lado «el gran arsenal de armas terriblemente mortíferas» y un progreso moral que no va a la par con el progreso científico y técnico, por otro el estado de pobreza e indigencia en que se encuentra «gran parte de la humanidad».  «Por eso decimos que el mundo está en peligro. Por eso hemos venido a los pies de la Reina para pedirle la paz, un don que sólo Dios puede dar…». Vean cómo el cuadro del mundo y de sus destinos se presenta aquí inmenso y dramático».

La sangre del Papa Wojtyla y el mensaje de Benedicto

Pero fue con Karol Wojtyla cuando la historia de Fátima y el mensaje a los niños pastores mantenido en secreto hasta el año 2000 quedaron inextricablemente unidos a la vida de un Sucesor de Pedro. El 13 de mayo de 1981, a las 17.17 horas, en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II resultó gravemente herido en un atentado perpetrado por el terrorista turco Ali Agca. El Pontífice polaco llegó casi desangrado y a punto de morir al Policlínico Gemelli: consideró milagrosa su supervivencia y diecinueve años después dio a conocer por fin la tercera parte del secreto de Fátima, donde se describe a un «obispo vestido de blanco» que atraviesa una ciudad en ruinas y es finalmente asesinado, atribuyéndose la visión a sí mismo. En su largo pontificado, Wojtyla visitó el santuario portugués en tres ocasiones: en 1982, en 1991 y, por último, en el Gran Jubileo del año 2000. Su sucesor Benedicto XVI también peregrinó a Fátima durante su visita a Portugal en 2010 y dijo: » Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada «. En aquella ocasión, en el vuelo de ida, respondiendo a la pregunta de un periodista, el Papa Ratzinger habló también de la crisis de los abusos, diciendo: «La novedad que podemos descubrir hoy en este mensaje reside en el hecho de que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia”.

Cuando la alberca no tiene agua

Sembrando Esperanza II

Cuántas veces en nuestra vida nos suceden cosas inauditas, situaciones que hasta la fecha no podemos explicar, nos quedamos fríos, paralizados, incluso, las atribuimos a situaciones paranormales y extraordinarias. Estoy convencido que muchas de esas situaciones, para nosotros extrañas, son mensajes que Dios nos manda para que nos acerquemos a Él, para que creamos en Él y no dudemos jamás que Él maneja los hilos de nuestra vida. Dios tiene su tiempo para cada uno, solo basta, por nuestra parte, estar atentos, esperar y saber comprender este comunicarse de Dios; es claro que nuestra vida cambiará para mejor. No dudes, antes de lanzarte a la alberca, extiende tus manos y reza… ¡No sea qué!…

Un joven que fue criado como ateo, estaba entrenando para salto ornamental a nivel olímpico.
La única influencia religiosa que recibió en su vida, le llegó a través de un amigo cristiano.
El deportista no prestó mayor atención a su amigo, aunque lo escuchaba con frecuencia. Tal vez nosotros hemos tenido o tenemos una actitud similar en nuestra vida, realmente no prestamos atención porque no nos interesa; “tenemos otras cosas más importantes que hacer” y a Dios lo vamos desplazando y lo dejamos de lado.
Una noche, fue a la alberca de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar. El joven se subió al trampolín más alto, y cuando volvió la espalda a la alberca al filo de la rampa y extendió sus brazos, vio su propia sombra en la pared. La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz. En lugar de saltar, sin saber por qué, se arrodilló y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida. Mientras el joven permanecía quieto, el personal de limpieza ingresó y
encendió las luces.

“HABÍAN VACIADO LA PISCINA PARA REPARARLA”.

Esta es la prueba más simple de que Él existe,msi amas a Jesús y no te avergüenzas de las cosas maravillosas que Él ha hecho por ti. Recuerda que un buen amigo siempre está cuando se le necesita, aún si no se le conoce.m¿Por qué quedarnos con los brazos cruzados, cuando el hombre más grande, el gran líder que cambió el mundo, murió con los brazos abiertos?

San Fermín: el mártir que ataron a las patas de un toro

Era de origen romano, nació en Pamplona y fue obispo en Francia, donde murió de forma cruel

San Fermín era hijo de un patricio romano del siglo III después de Cristo. Sabemos que nació en Pompaelo (Pamplona en latín). Sus padres se convirtieron al escuchar la predicación de san Saturnino de Toulouse y lo bautizaron inmediatamente. Ese lugar es llamado Pocico de san Cernín (nombre de Saturnino) y sobre él se construyó una iglesia en el siglo X.

Fermín viajó a Francia a evangelizar. A los 18 años fue a Toulouse y allí fue ordenado sacerdote. Cuatro años más tarde se convirtió en obispo de Amiens.

En Amiens fue detenido y encarcelado por evangelizar. Al manifestar que no pensaba dejar de hacerlo, las autoridades decidieron condenarlo y lo degollaron. Previamente, una tradición explica que lo ataron a las patas de un toro y espantaron al animal por las calles de la ciudad, con lo que el santo sufrió terriblemente.

En 1186, el obispo Pedro de París llevó una reliquia de la cabeza de san Fermín a Pamplona.

La fiesta de san Fermín se celebra el 7 de julio.

Patronazgo

San Fermín es co patrón de la ciudad de Pamplona, que le honra con las fiestas del 6 al 14 de julio, llamadas Sanfermines.

Este es el cántico de los mozos que participan en el encierro:

A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro
dándonos su bendición
.

Oración

Glorioso mártir san Fermín, por el gran amor que has tenido a Jesús y a María, danos la gracia de conocer, de amar y servir a Dios con el fervor con que tú lo hiciste.

Por la singular limpieza de corazón y alma con que viviste, enséñanos a huir de todo pecado. Por la confianza que tuviste en Dios, enséñanos a aceptar siempre su voluntad.

Por tu dichosa muerte, alcánzanos la gracia de vivir y morir cristianamente, amando la cruz hasta el final.

(Hacer la petición)

Dios, que nos has dado en San Fermín mártir, un ejemplo perfecto de defensor de la fe católica, concédenos la gracia de predicar el evangelio como él lo hizo, llevando una vida intachable, humilde, de acuerdo con el mensaje de la fe y amor que anunciamos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¡San Fermín, ruega por nosotros!