HOY VOY A HABLARLES CON EL CORAZON DE PAX Y NO VOY A REPETIRME PORQUE ME SACARIAN DE LA SEÑAL. LES PIDO DISCULPAS Y COMPRENSION AQUÍ VA MI POBRE MENSAJE PERO ESTO SI LLENO DE AMOR, PAZ Y RESPETO PARA TODOS USTEDES QUE ME SIGUEN Y QUE ESTAN EN MI CORAZON Y PAX.
Conviértase. Ésta es la palabra que escuchamos por encima de todas las demás en la liturgia de hoy. Conviértase con todo tu corazón, conviértase al Señor, conviértase y cree en el Evangelio, por citar sólo aquellas que literalmente contienen el verbo convertir porque la idea todavía aparece más veces.
Convertir en su significado más normal significa transformar una cosa en otra, darle la vuelta. Su significado más antiguo y básico sería cambiar. Este es el grito del miércoles de Ceniza, éste es el grito de toda la Cuaresma: ¡cambie! Transforme, gire, ABRA SUS OJOS Y SU MENTE, INVESTIGUE, PREGUNTE. Para que todos estos verbos tengan sentido necesitamos evidentemente saber de qué a qué debemos cambiar. Éste es en el fondo, el camino que debemos recorrer durante todas estas semanas, quizás durante toda nuestra vida de creyentes: tomar conciencia de dónde estamos y dónde vamos. No avanzaremos sólo en este itinerario. Sabemos que caminamos siempre bajo la mirada de Dios. En el evangelio, hemos escuchado cuatro veces el verbo ver, de mirar, dos referidas a Dios y dos referidas a la gente. Permítanme que utilice la imagen de esta mirada para contarme.
Para averiguar de dónde estamos y dónde vamos necesitamos primero una mirada sobre nosotros mismos. La liturgia de hoy no es demasiado optimista. Pone de relieve más bien toda la oscuridad, todo el pecado, todo lo que no hacemos bien y nos invita a ser conscientes de ello, ya que éste es el primer paso para transformarlo. Esto lo digo pensando sobre todo por los niños y los que han sido acholitos y a los jóvenes: hace años, una Sister habló mucho de ordenadores, de sistemas operativos y de informática. Durante algunos años, a esta Sister que es de nuestra Comunidad de Jesús pero que viene de vez en cuando, le decían la antivirus, porque de su enseñanza y presión pero en todo caso me ha parecido que pueden entender bien que es la cuaresma con este ejemplo. Cuando nos miramos a nosotros mismos -es como si miráramos nuestro ordenador, nuestro ipad, el móvil y viéramos que no funciona perfectamente. ¿Quizás un virus, quizás alguna aplicación no actualizada? Primero debemos pasar uno de esos programas que te dicen que lo limpian y luego seguramente deberemos instalar un antivirus o descargarnos algunas actualizaciones. Esto es el vuelo de Dios. Que miremos qué no funciona, es decir dónde estamos, y a base de algunas prácticas, la oración, la ayuda a los demás y renunciar a algunas cosas que nos gustan, que tendrán que hacer de antivirus, intentamos ser mejores, intentamos ir hacia donde Dios quiere que vayamos. Es decir que nuestro ordenador funcione perfectamente, que nosotros como personas, también amamos y trabajamos por los demás al cien por cien. Ya le aviso que todo esto a veces es más lento que simplemente instalarse un programa o descargarse una aplicación. Estoy seguro de que también lo han entendido perfectamente todos Ustedes los y las computadas!
La ceniza en la cabeza era un signo de estar de luto. De estar tristes. Nos la ponemos hoy en este sentido de mirarnos a nosotros mismos y reconocer que no podemos estar del todo satisfechos con nosotros mismos y que necesitamos transformarnos en el camino del Evangelio, que es el camino señalado por Jesús y por todas sus enseñanzas. Esta mirada individual es la que domina más hoy ya que cada uno es responsable de su vida y de sus acciones y el llamamiento que sentimos va muy dirigido a cada uno en concreto, de una manera muy personal. Pero también existe una mirada colectiva. Todos somos solidarios. La Guerra de Ucrania, por su proximidad a nustros corazones, nos hace realmente reflexionar sobre la humanidad, sobre cómo es posible todo esto que hemos visto y escuchado estos días. Si miramos ya no a nosotros mismos sino con una mirada colectiva en Europa y en el mundo, no nos gusta dónde estamos, no nos gusta nada. Naturalmente no nos gusta la invasión, y tampoco vemos tan clara tan limpia y tan libre de intereses las respuestas. ¿Nos queda claro que las personas y las vidas son lo más importante? Aquí es donde deberíamos ir y no es ciertamente dónde estamos. VAMOS MAL CON ESTAS EXIGENCIAS QUE NOS IMPONEN SI NO TE VACUNAS NO PUEDES ESTAR BIEN… Y LA VERDAD ES QUE NO SABEN LO QUE INOCULAN HASTA A LOS NIÑOS Y JOVENES Y A CUANTOS MAS MEJOR TODOS CUMPLIDITOS… Y LAS COMPLICACIONES QUE ELLAS DESATAN, LAS MUERTES Y NOS CALLAMOS Y NO NOS NOTIFICAN LAS INCONVENIENCIAS. EN PAX SE AMA LA VIDA Y SE LA RESPETA DEJENSE DE ESTAR ENGAÑADOS COMO SI NADA PASARA. ES UN VERDADERO HOMICIDIO Y UNAS EXIGENCIAS DIRIGIDAS Y NEFASTAS, POR MI PARTE NO VOY A HABLAR MAS SOBRE ESTE TEMA. No me dejan…dirigidas por corazones que no ven lo que tienen delante. Abran sus ojos. Y dejen de estar engañados y engañando. Vayan a COMUSAV. Com y veran donde estamos y que es lo que pretenden con nuestro hermoso mundo…
El Papa Francisco ha llamado a solidarizarnos todos por la paz, con las prácticas cuaresmales de siempre: la oración, el ayuno y la ayuda. Los sacerdotes de la primera lectura lloraban entre el vestíbulo y el altar, como rezaremos ahora en el motete del ofertorio: Inter vestibulum et altare llorando sacerdotes…, ¿por qué lloraban? Por el pueblo, por el mundo. Qué buen ejemplo para nosotros. La situación de Ucrania puede ser un toque de atención a tantas otras situaciones mundiales donde las personas no están en el centro. Llorar es el fruto de ver dónde estamos con preocupación, pero de ahí debe venir la fuerza de conformarnos en uno el mundo tal y como está, sino querer cambiarlo, darle la vuelta incluso. Nuestra transformación colectiva debería ir en esa dirección, poner a los seres humanos y la preservación de la tierra en el centro. ¿Cómo debe ser esa mirada individual y colectiva? Deberíamos mirar cómo mira Dios. Dios no mira ni se queda dónde estamos, Dios mira dónde vamos. Mejor aún: Dios ve allá donde podemos llegar. Dios es benigno y entrañable, lento para el castigo, rico en el amor. Dios abre siempre la perspectiva de un futuro mejor. Y además esa mirada de Dios es auténtica como nos dice el Evangelio. Ve la realidad de nuestros corazones. No mira cómo mira a la gente. Dios nos dice muy claramente que esta transformación a la que nos invita cada Cuaresma no es para exhibirla, es para que sea real, en el corazón y en la vida de cada uno y de todos. Pongámonos con toda la sinceridad ante tantas mentiras cono nos bombardean. PAX LE AMA CON JESUS Y MARIA y ama la vida como don de Dios y de bendicion y salud. USTED ES LIBRE DE IR POR EL CAMINO QUE DESEE Y TENGA SU PROPIA OPINION RECUERDE QUE PAX SIEMPRE LE TENDRA LAS PUERTAS Y EL CORAZON ABIERTOS. CON AMOR DESEANDOLE UNA SANTA CUARESMA Y UNA FELIZ PASCUA.
Lloramos con las lágrimas del corazón por tanta indiferencia ante la conculcación de los derechos humanos. Lloramos y nos ponemos de luto por tanto daño como hay en el mundo y del que de algún modo somos solidarios. Lloramos y nos ponemos de luto también por nuestro pecado personal, por nuestra incapacidad de amar como procede a los discípulos del Evangelio, por la negligencia en el seguimiento de Jesucristo, por el egoísmo, por todo lo que hay en nosotros contrario al amor de Dios.
La pandemia, además, nos ha hecho palpar con realismo que somos polvo y que en el polvo debemos volver (cf. ritual de la imposición de la ceniza; cf. también Gn 3, 19). Lo hemos experimentado en personas cercanas; con las que, en muy pocos días hemos pasado de hablar con ellas a tener las cenizas en sus manos. Hemos tomado aún más conciencia de que somos débiles, vulnerables, mortales.
Junto a esto, oímos la llamada que Dios, a través del apóstol Pablo, nos hace en ese día al decirnos que ahora es la hora favorable, ahora es el día de la salvación. Y, por tanto, la llamada a convertirnos ya creer en el Evangelio (cf. ritual de la imposición de la ceniza; cf. Mc 1, 15). Y así reconciliarnos con Dios acogiendo la gracia del perdón que nos es ofrecida. Porque, como decía todavía la primera lectura, él es benigno y entrañable, lento para el castigo, rico en el amor. Por eso brota de nuestro interior la oración: compadeceos de nosotros, Dios nuestro, usted que ama tanto; tú que eres tan bueno, borre nuestras faltas. No nos tire de su presencia. Haga renacer en nosotros un espíritu firme.
Durante la pandemia, parecido a cómo los pueblos paganos cuestionaban al pueblo de Israel, hemos oído la pregunta: ¿dónde está tu Dios? Y quizá, ante la turbación, también nos lo hemos preguntado nosotros, sin preguntarnos si no éramos los seres humanos en tener una parte de responsabilidad en la pandemia debido al cambio climático y la falta de responsabilidad aprender todas las medidas necesarias. Debemos dolernos de nuestra poca fe, de la desconfianza sobre la acción salvadora de Dios, cuando él está aquí en quienes sufren y en quienes lo cuidan; él está aquí luchando contra el mal, él está aquí acogiendo a quienes mueren.
Debilidad, pecado, condición mortal, fe en el perdón y en la salvación que nos promete el Evangelio y nos otorga a Jesucristo. Todo esto queremos expresarlo con el gesto de acercarnos a recibir la ceniza sobre nuestra cabeza. Somos polvo como la ceniza y al polvo debemos volver, pero creemos que nuestro destino final no es quedarnos en el polvo, sino resucitar a una vida nueva y vivir para siempre con el Señor.
Aceptamos la llamada que hoy nos hace la Palabra de Dios a volver de corazón al Evangelio, que es volver a Jesucristo. Que no nos puedan decir: ¿dónde está su Dios? debido a nuestra vida poco coherente con la fe. Jesús, en el texto evangélico que hemos escuchado, nos indicaba tres acciones fundamentales como signo de nuestro regreso a Dios: el ayuno, la limosna y la oración, las tres vividas con sinceridad de corazón y sin ostentación alguna.
El ayuno que incluye, además de privarse de algo de comida y bebida, la sobriedad de vida, la contención ante lo que nos atrae desordenadamente, la moderación en el uso de la palabra, de los medios de comunicación, de las redes sociales. El ayuno nos recuerda que no sólo de pan vive el hombre (cf. Mt 4,4) y nos hace descubrir la importancia de entrar en nuestro mundo interior para hacer silencio, para poner paz, para acogernos está la Palabra de Dios.
La limosna que significa ayudar y servir a los demás, particularmente a quienes experimentan necesidades materiales, a quienes se encuentran en la soledad, en la marginación. La limosna a la que nos invita Jesús supone, también, colaborar con voluntariado o aportar recursos económicos o en especias a Cáritas, a los bancos de alimentos, etc. Manos unidas nos recordaba recientemente que la pobreza y el hambre son pandemias para las que no hay vacunas, sólo pueden vencerse con solidaridad y compromiso. También es limosna espiritual atender a las personas que están solas, escuchándolas, confortándolas.
El tercer signo que expresa nuestro deseo de conversión, como decía Jesús en el evangelio, es la oración. Dedicar tiempo a Dios, a alabarle, a darle gracias, a hacer silencio para escucharle y acoger en el corazón su Palabra; dedicarle tiempo para vivir una relación filial con el Padre, para vivir la amistad con Jesucristo, para dejarnos llevar por el Espíritu. La oración incluye también la intercesión en favor de los demás, en favor de todos los dramas del mundo. Y, todavía, una oración humilde que, en la compunción por nuestra falta de correspondencia al amor de Dios, pide ser curados espiritualmente y vivir con gozo nuestra condición de hijos e hijas de Dios.
Dios es fiel. Y está dispuesto a perdonarnos y ayudarnos a creer y vivir el Evangelio. La prueba la tenemos en el don de la Eucaristía que nos ha dejado y que ahora juntos vamos a ADORARLO
Estimulante en su vida. Y, además, debemos testimoniar con obras y de palabra que también en medio de las dificultades es necesario mantener viva la esperanza en las promesas de Dios.
En el evangelio, hemos encontrado un diálogo de Jesús con un maestro de la ley. Como es muy conocido, podría ser que se nos escapara su contenido fundamental, porque trata de lo que es más básico en la vida de un cristiano.
La pregunta de aquel hombre sobre cuál es el primero de todos los mandamientos de la Ley, tiene todo el sentido si pensamos que el decálogo no contenía los únicos mandamientos. Eran 613 los preceptos que había que observar en el judaísmo, aunque evidentemente no todos tenían la misma importancia.
De ahí el sentido de la pregunta, hecha con buena intención y no con malvolenza, como un caso parecido que encontramos en el evangelio según san Mateo (cf. Mt 22, 35). El maestro de la Ley pregunta por un mandamiento, el más importante de todos. Y Jesús le dice dos. Los dos mayores de todos. Y ambos están centrados en el amor. Es necesario creer en Dios, en el Dios único que se ha revelado en Israel. Pero no basta con tener fe. Es necesario sobre todo amar a Dios. Y no de una forma cualquiera. Sino con toda la intensidad de nuestro yo: con todo el corazón, con todo el alma, con todo el pensamiento, con todas las fuerzas. Escuchar este fragmento evangélico es una llamada para ver cómo creemos -sin fabricarnos ídolos- y sobre todo para ver cómo amamos a Dios. Y para intentar amarle con mayor plenitud.
Después, Jesús dice a aquel maestro de la Ley que, compartiendo la importancia de este primer mandamiento, está el segundo: ama a los demás como a ti mismo. Ambos están estrechamente vinculados por eso la primera carta de san Juan puede afirmar: si alguien decía que ama a Dios, pero no amaba a su hermano, mentiría, porque quienes no aman a los hermanos, que ven, no pueden amar a Dios, que no ven (1Jn 4, 20). También esto es una llamada a ver si amamos auténticamente a Dios a través del amor a los demás, tanto los que tenemos cerca como los que nos quedan más lejos.
El maestro de la Ley, al oír la respuesta de Jesús, alabó sus palabras tan llenas de sabiduría espiritual. Y Jesús a su vez, alabó a aquel hombre. Es el único pasaje de los evangelios en el que Jesús elogia a un maestro de la Ley. Y le dijo: no estás lejos del Reino de Dios. Estas palabras pueden suscitarnos una pregunta: ¿qué debía hacer para acercarse más y llegar al Reino de Dios? Era un buen creyente de la fe de Israel. Pero le faltaba la fe en Jesús. Lo tenía por un maestro espiritual y por eso le hizo la pregunta. Pero debía llegar a reconocer en él al Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre.
Nosotros creemos en Jesús, por eso estamos aquí, pero debemos hacernos la pregunta sobre cómo amamos a Dios y cómo amamos a los demás, a todos.
Pero, además, en el momento actual nos ayuda el mensaje que el Papa, el pasado 17 de mayo, con motivo de la 50ª. Semana de la Vida Religiosa organizada por el Instituto Teológico de la Vida Consagrada de Madrid, dirigía a las comunidades, en el que decía que “la vida consagrada se comprende consagrándose todos los días. Se comprende en el diálogo con la realidad. Cuando la vida consagrada pierde esa dimensión de diálogo con la realidad y de reflexión sobre lo que sucede, comienza a hacerse estéril”. Y, aún, «mantener vivo el carisma fundacional es mantenerlo en camino y en crecimiento, en diálogo con lo que el Espíritu nos va diciendo en la historia del tiempo, en los lugares, en las distintas épocas, en diversas situaciones» . Mantener vivo el carisma «supone discernimiento y supone oración». Y acababa diciendo: “ponganse ‘a tiro’ del Espíritu Santo” (cf. Horeb, 22 mayo 2021, p. 12).
Amar a Dios con toda la intensidad y amar a los demás es mejor que todos los sacrificios y que todas las ofrendas quemadas en el altar, decía el maestro de la Ley en su respuesta a Jesús. Lo decía pensando en el culto que se ofrecía en el templo de Jerusalén. Pero, también el culto eucarístico que ahora ofrecemos en esta celebración, para ser ofrecido en espíritu y en verdad (cf. Jo 4, 23), debe estar fundamentado en el amor a Dios ya los demás según esa palabra del Señor: ni que te encuentres ya en el altar, a punto de presentar la ofrenda, si allí te acuerdas de que un hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda y ve primero a hacer las paces con él (Mt 5 , 23-24).
Lucio I, Santo
XXII Papa, 5 de marzo
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).
Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.
Breve Biografía
Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro «Liber Pontificalis», era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño. El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el «Liber Pontificalis», nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: «Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est.» San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.).
La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”.
Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo. En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio.
En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi» (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: «Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt.» (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el «Depositio episcoporum» el «Cronógrafo de 354» da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el «Martyrologium Hieronymianum» como el 4 de marzo. La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al «Liber Pontificalis» este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: «servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus» (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. Cornelio, quien murió en el exilio, fue honrado como mártir por los romanos después de su muerte; pero no así Lucio. En el calendario romano de fiestas del «Cronógrafo de 354» él es mencionado en el «Depositio episcoporum», y no bajo el encabezado de «Depositio martyrum». Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el «Martyrologium Hieronymianum». Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257.
Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, «Basiliques et eglises de Rome», Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)]. El autor del «Liber Pontificalis» ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: «Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum.» Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el «Liber Pontificalis» que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.
Fue el mejor negocio de Leví
Santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32. Sábado después de Ceniza
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
María, al inicio de esta Cuaresma me pongo bajo tu manto. Guíame en este camino hacia la Pascua, y ruega por mí para que, después de estos cuarenta días, esté más cerca de tu Hijo Jesucristo. Así sea. «Dios eterno y todopoderoso, mira compasivo nuestra debilidad, y extiende tu mano para protegernos» (Oración de la misa del día)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: «¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?». Jesús les respondió: «No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Leví era un hombre que sabía manejar riquezas. Con algo de ingenio y con mucha dedicación había conseguido un puesto que le prometía ingresos seguros y protección del gobierno romano. No importaba que recibiera críticas y malos ojos: él sólo se encargaba de sus negocios… Hasta que pasó frente a él un hombre llamado Jesús.
Esa mirada tan penetrante, esa palabra, sólo una palabra, pero tan llena de convicción, no le dejó pensarlo dos veces. Sabía que esta oferta era única, que no podía dejar pasar la oportunidad. Pues ganaba mucho más que dinero o perlas. Ganaba algo que podía ver en el brillo de esos ojos: algo que no sabría describir, pero que era lo que estaba buscando toda su vida.
¿El precio por ese tesoro? Nacer de nuevo, dejarlo todo en el pasado y comenzar una vida en pos del Maestro. No todos los negocios de antes habían sido honestos, y Leví tendría que cambiar de hábitos. Iba a ser difícil, seguramente, abandonar todo lo que hasta entonces había apreciado. Pero no se arrepentiría de haber elegido la Perla más preciosa de todas; Jesús antes lo había elegido a él.
Muchos años más tarde, Leví –también llamado Mateo- escribió su experiencia de Cristo. En su Evangelio leemos: «El Reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedica a buscar perlas finas; si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la compra» (Mt 13, 45-46).
Imitemos el ejemplo de Leví. Escuchemos la invitación de Cristo y sigámosle con decisión y desprendimiento. Pues la cuaresma consiste en hacer buenos negocios según el Reino de los cielos.
«El Evangelio, sin embargo, nos hace ver que la vocación inicia con una mirada de misericordia que se ha posado sobre mí…Así fue como Jesús miró a Mateo. Por fin, aquel publicano no percibió una mirada de desprecio o de juicio; se sintió mirado con amor. Jesús desafió los prejuicios y las etiquetas de la gente; creó un espacio abierto, en el que Mateo fue capaz de analizar su vida y emprender un nuevo camino». (Mensaje de S.S. Francisco, 21 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré darle a Dios algo de mi tiempo, rezando al menos un misterio del rosario.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Caminos de conversión
Muchos caminos llevan al encuentro con Cristo en su Iglesia. ¿Por qué? Porque el Señor llama a sus hijos de mil maneras.
Muchos caminos llevan al encuentro con Cristo en su Iglesia. Tantos que resulta difícil enumerarlos. ¿Por qué? Porque el Señor llama a sus hijos de mil maneras, porque cada persona encuentra el hilo central de su vida desde esa acción maravillosa de la gracia en los corazones.
Unos llegan porque buscaron razones para su ateísmo y otros porque querían entender una religión que tenía a sus espaldas 2000 años de historia. Unos porque hicieron una carrera científica y otros porque emprendieron estudios humanísticos. Unos porque encontraron el amor de su vida en un creyente y otros porque nunca encontraron con quién compartir el pan de cada día. Unos porque discutieron un día sí y otro también con un católico convencido, y otros simplemente porque vieron cómo la caridad lleva a darlo todo por los más necesitados.
Como un punto hacia el que confluyen mil rayos, la conversión acerca los corazones entre sí al unirlos a Cristo. Desde un accidente o un encuentro afortunado, tras un día de calor o a causa del frío, después de una noche en vela o gracias a un sueño enigmático, con la compañía de un amigo bueno o desde reflexiones en solitario.
El resultado de todos es el mismo: encontrarse con el Amigo, el Salvador, el Maestro bueno, el Mesías. Un encuentro que alegra el alma, que da sentido a la vida, que tiñe de colores nuevos el cielo que a todos nos arropa, que hace perder el miedo a la muerte con la esperanza de la vida eterna.
Sí, hay tantos caminos que llevan a esa gran meta de la conversión. Desde la misma se rompen las fronteras que separan naciones enfrentadas, se pierden los contornos que dividen a las clases sociales, se destruyen los muros levantados por odios y miedos irracionales.
Entonces empezamos a ser “hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa” (Ga 3,26 29).
¿Cuál ha sido mi camino? ¿Cuál es el tuyo, hermano que sonríes a mi lado? ¿Cuál será el que recorra quien hoy busca lejos de la Iglesia y mañana empezará a estar a nuestro lado? Dios tiene una fantasía sin límites, porque no quiere que nadie se pierda, sino que desea que todos podamos participar un día en la gran fiesta de la Pascua eterna.
«La indiferencia es la gran enfermedad de hoy»
El Papa recibió al presidente y a los miembros de la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer.
Con afecto y alegría por el encuentro Francisco saludó al presidente y a los miembros de la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer (LILT), a quienes recibió en audiencia este viernes 4 de marzo en el Palacio Apostólico.
El Papa recordó que el pasado 25 de febrero esta institución celebró su 100º aniversario. Su historia está “arraigada en un pasado lleno de importantes desarrollos, entregada a un presente de constante compromiso y abierta a un futuro de expectativas y perspectivas”, les expresó. “Permítanme decir: ¡Feliz cumpleaños!”, fueron sus conmovedoras palabras, e hizo extensivo este deseo a las personas para las que trabajan: los pacientes, los trabajadores sanitarios y los investigadores.
“Construir el ‘buen tejido’ del que se compone Italia”
Según el Papa, la Liga es un “histórico precursor de los actuales cuidados paliativos, tan importantes y preciosos”.
Dirigiéndose a los homenajeados, les aseguró que su historia manifiesta la capacidad de redefinir tareas y enfoques de la Asociación en los cambiantes sistemas sociales y sanitarios; en especial, las actividades que llevan a cabo no solo se refieren a la formación y la información, sino también a la investigación y la prevención.
“De este modo, contribuyen a construir el ‘buen tejido’ del que se compone Italia. Ante la realidad de tantas personas, de todas las edades, que se enfrentan a la enfermedad, ustedes han elegido y eligen una y otra vez “luchar” con ellos y con quienes los cuidan. Eligen ser ‘prójimo’”, les dijo.
Como ha reiterado en múltiples ocasiones, Francisco insiste que “en una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia –la indiferencia es la gran enfermedad de hoy, mirar para otro lado- es más necesario que nunca estar cerca de la gente”. El Santo Padre, peregrino de cercanía con el pueblo, remarcó que, para la LILT, esto significa acompañar a las personas con cáncer, que lo han pasado aun peor en los dos últimos años a raíz de la pandemia que sumió al sistema sanitario en una crisis.
Esta cercanía también implica estar al lado de las familias de los enfermos de cáncer, añadía el Obispo de Roma, que necesitan un apoyo competente y eficaz. Por último, “significa estar cerca de los profesionales de la salud, que también han sido puestos a prueba por las difíciles condiciones en las que han tenido que trabajar”, afirmó.
“Su compromiso es una forma de caridad social”
Nuevamente deteniéndose en el aciago contexto de la pandemia, el Papa comentó que esta coyuntura ralentizó los procesos de prevención y diagnóstico, “con evidentes consecuencias, en primer lugar, en el tratamiento de la enfermedad, pero también en la tranquilidad de las familias y de la sociedad en su conjunto”.
El Pontífice elogió la encomiable labor de la Liga Italiana de Lucha contra el Cáncer subrayando que “su compromiso es una forma de caridad social”, que lleva a cabo como asociación, al trabajar con organismos públicos y privados y con el sector del voluntariado. Aplaudió, además, el asociacionismo, al que consideró “un testimonio importante frente a la indiferencia, frente a una mentalidad que quiere excluir a los que no son perfectos”. Un testimonio que requiere formación, advirtió, pues “no basta con ‘hacer’, hay que educarse, formarse, para responder a la cultura del descarte, que tiende a marginar la vulnerabilidad, la fragilidad y el sufrimiento, imaginándolo para no verlo”.
Francisco aprovechó la ocasión para retomar una parte de su mensaje pronunciado en la Audiencia General del 9 de febrero. Entonces, sostenía que “hay que privilegiar siempre el derecho a la atención y al cuidado de todos, para que los más débiles, especialmente los ancianos y los enfermos, no sean nunca descartados”. También invitó a los presentes a permitir el progreso del sistema italiano de salud pública. “No perder esto, hacerlo crecer, consolidarlo más, porque es un don para la sociedad. Piensen en aquellos países que no tienen el sistema de salud pública. La vida es un derecho, no la muerte, que va acogida, no suministrada. Y este principio ético incluye a todos: todos, no solo los cristianos o los creyentes, todos”, fue su enfático parlamento.
“Prevenir es vivir”
Francisco confirmó que “juntos podemos frenar esta cultura que pretende afirmar un modelo de hombre ‘económico’, que solo es tan bueno como su producción y su consumo”. Incluso en el sufrimiento y la enfermedad, añadió, somos plenamente hombres y mujeres, sin merma, reconociéndonos en esa totalidad unificada psico-físico-espiritual que solo es propia de la persona humana.
“Sigan adelante en vuestro servicio a la gente, fieles a vuestro lema que dice: ‘Prevenir es vivir’. Que los acompañe desde el cielo San Leopoldo Mandic, un gran, gran hombre, patrono de los enfermos de cáncer, y también de los tumores espirituales, porque lo confesó y lo perdonó todo. Un gran hombre misericordioso. Hoy necesitamos más de estos sacerdotes”.
Con una bendición a todos ellos, los miembros de la Liga y sus familias y su habitual petición de no olvidarse de rezar por él, el Papa concluyó un encuentro que será una huella indeleble en el corazón de los participantes.
Sobre la LILT
La Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer es el único ente público de base asociativa que tiene sede en Roma, supervisado por el Ministerio de la Salud, articulado en 106 asociaciones provinciales. Según la presentación disponible en su sitio web oficial, es una organización sin fines de lucro cuya principal tarea institucional es difundir la “cultura de la prevención” (primaria, secundaria y terciaria) como forma de vida. La prevención primaria tiene que ver con los estilos de vida y hábitos: la lucha contra el tabaquismo y la carcinogénesis ambiental y laboral, la dieta saludable y la actividad física regular. En cambio, la segunda está compuesta por los procedimientos acelerados para un diagnóstico cada vez más precoz. Por último, la terciaria abarca la atención al paciente, los aspectos de rehabilitación (física, psicológica, social, laboral) y a las familias. La LILT se ocupa también de la investigación científica.
3. Laura
Al final me volví al que siempre me había amado
3.- LAURA
AL FINAL ME VOLVÍ AL QUE SIEMPRE ME HABÍA AMADO
Un testimonio hermoso y verdadero
Este testimonio viene a confirmar lo que expresaba Mariana dialogando con Sonia.
Es frecuente que Dios ponga el amor por una mujer en el corazón del varón, pero ésta no reconozca al hombre que la ama, o que él no responda a los ideales que ella tiene acerca del tipo de varón que desea para esposo. Sus ilusiones y sus sueños le impiden ver el amor que tienen delante y al príncipe que llega a golpear a la puerta de su corazón, porque viene disfrazado de mendigo. Mendigo de su amor.
Muchas veces me he encontrado con mujeres que dejaron pasar ese primer amor, o lo despreciaron, y luego quedaron solteras, porque los hombres de los que ellas gustaban no gustaban de ellas. El caso que presenta esta carta es un testimonio real de una joven que no reconoció de entrada al que la amaba. Pero esta historia tiene un fin feliz. Hoy están ya casados.
La joven debe cultivar los ojos de su corazón y tenerlos limpios para poder ver el amor verdadero en el corazón del que Dios le envía como esposo. Y cuando llega o pasa, debe poder poner de lado sus sueños. Si ora, su Padre celestial no la dejará engañar. Pero si no… No hay garantía…
Laura me escribe:
Querido Padre:
Cuando tenía 13 años tuve mi primer novio, Ernesto se llamaba. Fue una experiencia muy dolorosa pues él me decía que me amaba, me hacía sentir importante y querida yo tan chica y muy carente de afecto me aferré a él, él era mi mundo. Un día empezó por gritarme, luego fue una bofetada y más tarde un moretón y yo no me daba cuenta que no era normal. Aceptaba su mal trato con tal de tener alguien que me diera aunque sea un enfermizo amor. En cuanto a lo sexual no llegó a haber el acto en sí pero se enojaba mucho si yo no lo dejaba que me tocara. Después del año y medio me dejó y yo sufría mucho parecía que el mundo se me había acabado estaba tan perdida Padre!!! Salía para verlo y cuántas locuras más! El volvía cuando tenía ganas o cuando estaba solo y yo me ilusionaba, y luego sufría más.
«El amor verdadero empezó a asustarme. Lo normal y lógico me asustaba»
Luego a los 19 conocí al que ahora es mi esposo: Eduardo, el callado, un poco serio, me empezó a gustar, por amigos en común nos pusimos de novio, al principio era muy hermoso yo lo atendía, lo cuidaba él me amaba me decía que quería que fuera la madre de sus hijos, su amor verdadero empezó a espantarme. Lo normal y lógico a mi me asustaba.
Un DÍA lo engañé con otro y luego, lo dejé, enseguida me puse de novio con otra persona, claro que a los 4 meses me di cuenta de que sólo quería pasarla bien y yo no quería eso, pero yo siempre buscaba enredarme con personas que emocionalmente no me daban nada, sólo me usaban, estaba tan perdida que no podía distinguir el verdadero amor, dejaba que me usaran y me lastimaran sólo por un momento de afecto, me engañaba a mí misma pensando » ya se va a enganchar, ya me va a amar tengo que darle tiempo».
«¡Otro desengaño!»
En esta búsqueda un día conocí a Raúl diez años mayor que yo. Él era el modelo de hombre que yo buscaba, me daba seguridad, era divertido, inteligente, pero fue mi mayor desengaño.
Me enamoré de él o al menos creía estarlo en ese momento, y sufrí tanto. Estuvimos casi un año saliendo y yo tenía la esperanza, de que él me eligiera para formalizar pero lejos estaba de eso, un DÍA se fue, no me llamó más, lo veía sólo pasar hasta me rebajé y lo llamaba para pedirle explicación, como si la tuviera, lo que mal comienza mal acaba. A él no le importaba solo quería pasarla bien y que llene el vacío que había dejado su ex.
Con él toqué fondo, ¡otro desengaño!, ya no me acordaba de Eduardo, lo menospreciaba, pensaba “yo estoy para más”, como si la pasión o el dinero importaran más que la persona, estaba ciega!!! Y muy equivocada.
Sin Dios y sin mi padre estaba realmente perdida.
Un DÍA conocí a Jesucristo y comenzó el proceso del amor en mi vida, yo en el fondo quería tener un noviazgo, formar mi familia pero hacia todo mal, estaba muy herida y buscaba consuelo en las creaturas en vez de buscarlo en Dios.
Un llamado interior
La única persona que de veras me amaba yo la había lastimado, y subestimado: «Eduardo», el callado, un poco serio… Sentía en mi interior que debía pedirle perdón por todo lo que lo había lastimado y sincerarme con él.
Un DÍA lo llamé y hablamos. Le pedí perdón. Él con su bondad me lo concedió. Pasaron los meses y un DÍA hablamos, y nos vimos y así fue que desde el perdón, el respeto, pudimos sanar muchas heridas que ambos teníamos. Ya hace más de un año que estamos de novio y nos vamos a casar si Dios quiere!
Humanamente nunca CREI posible estar de nuevo con él pero al sanar mi corazón y buscar la voluntad de Dios, todo se fue dando de una manera muy especial, porque puedo sentir que Dios bendijo la segunda etapa de nuestro noviazgo y ahora nuestro matrimonio. Porque en la primera etapa de nuestro noviazgo tuvimos relaciones, paro luego vivimos un noviazgo puro y casto como quiere el Padre celestial.
Padre espero que mi testimonio ayude a muchas personas. Como usted bien decía: «MUJERES QUE NECESITAN DEMASIADO SER AMADAS».
Me despido un abrazo en Cristo su hija
Cuaresma: 40 días para la reconciliación
Tiempo litúrgico que recuerda los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto. Es un tiempo de reconciliación
Origen y significado de la fiesta
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua.
Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días, comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo.
También cabe decir que la liturgia considera el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de resurrección, toda una celebridad junta llamada «Triduo Pascual».
Inicialmente, la Cuaresma iba desde el Primer Domingo de Cuaresma al Jueves Santo, pero a raíz de una reforma litúrgica, se descontaron los domingos por considerarlos pascuales y no penitenciales. Para «cuadrar», se añadió a la cuaresma los días que van del Miércoles de Ceniza hasta el Primer Domingo de Cuaresma. De esta manera salen los 40 días. Actualmente, y lo repito de nuevo, la Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo.
A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo.
El pecado nos aleja de Dios, rompe nuestra relación con Él, por eso debemos luchar contra él pecado y ésto sólo se logra a través de la conversión interna de mente y corazón.
Un cambio en nuestra vida. Un cambio en nuestra conducta y comportamiento, buscando el arrepentimiento por nuestras faltas y volviendo a Dios que es la verdadera razón de nuestro existir.
La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos.
La Cuaresma es un camino hacia la Pascua, que es la fiesta más importante de la Iglesia por ser la resurrección de Cristo, el fundamento y verdad culminante de nuestra fe. Es la buena noticia que tenemos obligación de difundir.
En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.
El ayuno y la abstinencia en la Cuaresma
• El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día.
• La abstinencia consiste en no comer carne.
• Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
• La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.
• Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
• El ayuno y la abstinencia se pueden cambiar por otro sacrificio, dependiendo de lo que dicten las Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.
Cómo vivir la Cuaresma
1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.
2. Luchando por cambiar yo mismo.
3. Haciendo sacrificios.
4. Haciendo oración.
1.-Arrepintiéndome de mis pecados:
Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Este es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.
2. Luchando por cambiar:
Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.
3. Haciendo sacrificios:
La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa “hacer sagrado”. Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.
4. Haciendo oración:
Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.
Sugerencias para vivir la Cuaresma:
• Rezar la Oración de Cuaresma
• Padre nuestro, que estás en el Cielo, durante esta época de arrepentimiento, ten misericordia de nosotros.
• Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras, transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la obscuridad y el dolor
en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
• Contar a los niños el sentido de la Cuaresma de una forma amena para que la entiendan y se motiven a cumplir con los propósitos del calendario de Cuaresma. Educarles en el sentido espiritual, sobre todo.
• Leer en los Evangelios el relato de la Pasión de Cristo.
Tentación de querer arreglar yo todos los problemas
Primer Domingo de Cuaresma. La tentación de querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios.
La primera tentación de Cristo, tal cómo nos la narra el Evangelio es la tentación de los panes. Cristo ha ido a hacer ayuno, un ayuno que realmente le prepare para su misión. Cristo ha ido a ejercitarse, por así decir, al desierto, y el demonio le llega con la tentación de los panes, que no era otra cosa sino decirle: déjate de cosas raras, se más realista, baja un poquito a la vida cotidiana. Es decir, materialízate, no seas tan espiritual. Es una tentación, que nosotros podemos tener en nuestra vida cuando llegamos a perder toda dimensión sobrenatural de nuestro ser cristianos. Es la tentación del querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios. Tengo un problema, y me digo: lo arreglo porque lo arreglo, y a veces olvidamos de la dimensión sobrenatural que tienen las dificultades.
Cristo ayuna y siente hambre como nos dice el Evangelio, y Cristo tiene que transformar el hambre en una palanca espiritual, en un momento de crecimiento interior. Ahí Cristo es tentado para decirle: No busques eso, no hace falta ese tipo de cosas, mejor dedícate a comer, mejor dedícate a trabajar. Es la tentación de querer arreglar yo todos los problemas.
Hay situaciones en las que no queda otro remedio sino ofrecer al Señor la propia impotencia por el sacrificio personal; hay situaciones en las que no hay otra salida más que la de decir: aquí está la impotencia, podríamos decir la impotencia santificadora. Cuando en nuestro trabajo personal sentimos una lucha tremenda en el alma, un desgarrón interior por tratar de vivir con autenticidad la vida cristiana, en esos momentos en los que a veces el alma no puede hacer otra cosa sino simplemente sufrir y yo me quiero sacudir eso, y no acepto esa impotencia y no la quiero ver, y no quiero tener ese «sintió hambre» en la propia vida, es donde aparece la necesidad de acordarse de que Cristo dijo: No sólo de pan, no sólo de los éxitos, no sólo de los triunfos, no sólo de consuelos, no sólo de ayudas vive el hombre, sobre todo vive de la Palabra que sale de la boca de Dios.
Tenemos que aprender como lección básica de la vida a iluminar todas nuestras dificultades con la Palabra de Dios, sobre todo aquellas que no podemos resolver, porque a veces podríamos olvidar que Dios Nuestro Señor va a permitir muchas dificultades, muchas piedras en la vida precisamente para que recordemos que la Palabra de Dios es la fuente de nuestra vida espiritual. No los consuelos humanos, no los éxitos de los hombres. A veces Dios nos habla en la oscuridad, a veces en la luz, pero lo importante es la vida del Espíritu Santo en mi alma. En ocasiones puede venir la tentación de querer suplir con mi actividad la eficacia de la fe en Dios, y podríamos pensar que lo que hacemos es lo que Dios quiere, cuando en realidad lo que Dios quiere es que en esos momentos esta situación no vaya por donde tu estás pensando que debe de ir, Yo me pregunto: una dificultad, un problema ¿lo transformamos a base de fe en un reto que verdaderamente se convierta en eficacia para el reino de Cristo? No pretendamos arreglar los problemas por nosotros mismos, preguntemos a Dios. ¿Sé yo vencer con la Palabra de Dios? ¿O caigo en la tentación?
Después, dice el Evangelio, lo llevó a un monte alto donde se veía todos los reinos de la tierra. Cristo es tentado por segunda vez para que su misión se vea reconocida por los hombres para que obtenga un éxito humano y todos vean su poder. Sin embargo el poder que les es ofrecido no es el que tiene Dios sobre la Creación, sino es el poder que viene de haber vendido la propia conciencia y la propia vida al enemigo de Dios. «Todo esto lo tendrás si postrándote me adoras», no es el poder que nace de haber conquistado el reino de Cristo, es el poder que nace de haberse vendido. A veces este poder se puede meter sutilmente en el alma cuando pierdes tu conciencia en aras de un supuesto éxito. Es el poder que viene de haber puesto la propia vida en adoración a los que desvían de Dios el final total de las cosas, el uso de las criaturas para la propia gloria y no para la gloria de Dios. La tentación de querer usar las cosas para nuestra propia gloria y no para la gloria de Dios es sumamente peligrosa, porque además de que nuestro comportamiento puede ser incoherente son lo que Dios quiere para nosotros, lo primero que te desaparece es el sentido crítico ante las situaciones. ¿Por qué? Porque estas vendido a los criterios de la sensualidad, y quien está vendido no critica.
Cuando nuestra conciencia se vende, cuando nuestra inteligencia y nuestra voluntad se vende dejan de criticar y todo lo que les den les parece bueno. ¿A quién me estoy vendiendo? Cada uno recibe su vida, sus amistades, sus personas, su corazón, su conciencia. ¿Dónde me encuentro sin el suficiente sentido crítico, para salir de una situación cuando contradices mi identidad cristiana?, porque ahí me estoy vendiendo, ahí estoy postrándome a Satanás aunque sean cosas pequeñas. ¿Dónde me he encadenado? ¿Hay en mi vida alguna tentación que no sólo me despoja del necesario sentido crítico ante las situaciones para juzgarlas sólo y nada más según Dios, sino que acaban sometiendo mis criterios a los criterios del mundo y por lo tanto, acaba cuestionando los rasgos de mi identidad cristiana?
Cuántas veces cuando vienen las crisis a la fe son por esta tentación; cuando nos vienen los problemas de que si estaré bien donde estoy o estaría mejor en otra parte, es por venderse a una situación más cómoda, aun lugar que no te exija tanto, un lugar donde puedas adorarte a ti mismo. Es triste cuando uno lo descubre en su propia alma y es triste cuando uno lo descubre en el alma de los demás.
Muchas veces es imposible penetrar en el alma porque ha perdido toda brújula, ha perdido todo el sentido crítico, ha perdido la capacidad de romper con el dinamismo del egoísmo, de la soberbia, de la sensualidad. Cuántos cambios podríamos tener de los que pensamos que ya no tenemos vuelta.
Por último, el demonio lleva a Cristo. La tentación del templo es en la que Cristo desenmascara con la autenticidad de su vida, con la rectitud de intención, con la claridad de su conciencia la argucia del tentador. Esta tentación tiene un particular peligro. Los comentaristas que han siempre enfrentado esta tentación piensan: qué gracia tendría el de tirarse del pináculo del templo y que los ángeles te agarrasen. La idea central de esto es una exhibición milagrosa. Un señor se sube a la punta del templo y lo están viendo abajo, se tira y de pronto unos ángeles le cogen y lo depositaren el suelo. Todo mundo daría gloria a Dios, todos se convertirían inmediatamente. Es la tentación que tiene un particular delito porque ofrece la conciliación entre las pasiones humanas de mi yo con el servicio a Dios, con la gloria que se debe al Creador.
Esta tentación que podríamos llamar de orgullo militantes es quizá la más sutil de todas. Es también la tentación que Cristo desenmascara en los fariseos cuando les dice: «les gusta ser vistos y admirados de la gente y que la gente les llame maestros… cuando oren no lo hagan como los hipócritas que oran en medio de las plazas para ser vistos por la gente, cuando oren enciérrate que tu Padre que ve en lo secreto te recompensará». Con qué perspicacia Nuestro Señor conocía el corazón humano que se puede enredar perfectamente, incluso en medio de la vida de oración, con el propio orgullo y egoísmo. Revisemos bien nuestra conciencia para ver si esta tentación no se ha metido en nuestras vidas.
Recordemos que nuestra vida sólo tendrá un auténtico sentido cristiano en la medida en que aceptemos a Cristo vencedor de la tentación del pan, de los reinos y del templo.
San Juan José de la Cruz, un superior humilde y servicial
Un austero franciscano italiano con fama de hacer milagros en vida y tener dones espirituales extraordinarios
Se llamaba oficialmente Carlo Gaetano Calosirto y nació en 1654 en la isla de Ischia, en la costa italiana próxima a Nápoles.
Ingresó a los 16 años en la Orden Franciscana de aquella ciudad y pronto tuvo fama de hacer milagros en vida.
También era conocido por su austeridad y sus éxtasis, y se dice que tenía el don de la bilocación.
En el año 1674, se le envía a fundar el monasterio de Afila, en el Piamonte, sin ser siquiera sacerdote. Trabajará con sus manos como cualquier peón.
Poco después es ordenado sacerdote y se le nombra superior. Sorprendentemente, san Juan José de la Cruz es la máxima autoridad y al mismo tiempo se pone al servicio de todos y se encarga de las tareas más humildes.
En 1702, este santo será designado vicario provincial de la Reforma Alcantarina de Italia.
Falleció en 1739.
Santo patrón
San Juan José de la Cruz es patrono de la isla italiana de Ischia. En el Castello Aragonese (en la imagen) hay una capilla dedicada a él.
Oración
Divino Señor, la santidad de san Juan José de la Cruz se reveló
en los dones de profecía, sanación, éxtasis, levitación en la oración y bilocación.
Dada su reputación, sus superiores
lo pusieron a cargo de establecer un nuevo monasterio incluso antes de ser ordenado. Asombrado por esta responsabilidad,
humildemente se unió al grupo de trabajadores y trabajó duramente. Te entrego mi deseo de ser santo.
No me permitas buscar la santidad por el deseo de tener dones sobresalientes,
sino que ayúdame a imitar el ejemplo de san José en el servicio,
alegremente trabajando duro
para completar cualquier responsabilidad que me sea asignada.
San Juan José de la Cruz, ruega por mí.
Amén.