• Mark 7:24-30
Amigos, en el Evangelio de hoy vemos a una mujer que, con su enérgica súplica, entabla una discusión con Jesús. Es una de las pocas escenas en los Evangelios donde alguien persuade a Jesús para que haga algo que normalmente no haría.
Existe una larga tradición que enfatiza la perseverancia de la mujer frente a esta “prueba” que Jesús le pone. Hay otra lectura de este pasaje que se enfoca en cómo la mujer ejemplifica la actitud correcta que debemos tener hacia Dios, una combinación de humildad y audacia, de deferencia y desafío.
Sin embargo, la lectura que me gustaría enfatizar está condicionada a la filosofía del “otro”. El Antiguo Testamento habla insistentemente del “extranjero, la viuda y el huérfano”, aquellos que no tienen a nadie que los cuide. Nos presionan a hacer algo aún cuando preferiríamos que no estuvieran.
Nosotros, la Iglesia, somos el Cuerpo de Cristo, la presencia física de Cristo en el mundo. La gente viene a nosotros exigiendo comida, sustento, amistad, amor, refugio, liberación. Muy a menudo estamos tentados a hacer lo que Jesús hace inicialmente. Y qué hacen los discípulos? les dicen que se vayan.
Pero toda la vida cristiana consiste en recordar el sufrimiento y la necesidad de aquellos otros cuya presencia nos molesta.
Cuando Dios le presenta a la mujer, el hombre reconoce exultante que esa criatura, y sólo ella, es parte de él: «es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (2, 23). Al final hay un gesto de reflejo, una reciprocidad. (…)
¡Tenemos que volver a dar el honor debido al matrimonio y a la familia! La Biblia dice algo hermoso: el hombre encuentra a la mujer, se encuentran, y el hombre debe dejar algo para encontrarla plenamente. Por ello el hombre dejará a su padre y a su madre para ir con ella. ¡Es hermoso! Esto significa comenzar un nuevo camino. El hombre es todo para la mujer y la mujer es toda para el hombre. (Audiencia General, 22 abril 2015)
Apolonia, Santa
Virgen y Mártir, 9 de febrero
Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe (c. 250).
Etimología: Apolonia = Aquella que desciende de Apolo, es de origen griego.
Breve Biografía
Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.
Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.
En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.
Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.
Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.
También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.
Lo que da sentido al dolor
Santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30.
Jueves V del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te busco y pareces no estar… Te hablo y pareces no escuchar. Señor, aumenta mi fe. Aquí estoy para hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies. Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, él le respondió: “Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La mujer le replicó: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”. Entonces Jesús le contestó: “Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija”. Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Duele profundamente en el corazón cuando buscamos en Dios consuelo; cuando buscamos amor y no sólo no lo encontramos sino que parece rechazarnos… parece indiferente… Pasa desapercibido.
Muchas veces no entiendo tu silencio, Señor, ante mis palabras, ante mis reclamos y necesidades; aun ante las necesidades más puras, más humanas, más sencillas. Parece que mi pecado te repele, parece que mi miseria es tanta que tu atención no merece.
Acepto que al darme cuenta de esto muchas veces callo. No hablo más… Me refugio en la soledad…
No sé por qué algo en mí quiere seguir gritando; necesita ser escuchado y sigo recurriendo a ti…A ti que parece que no escuchas… parece que callas… parece que rechazas. Te sigo buscando como necesidad del alma que sabe que sólo en ti puede sanar, que solo en ti puede descansar.
Comprendo que el amor es necesidad. Es un camino difícil de recorrer. Comprendo que el amor, si es verdadero, viene acompañado del dolor. Ahí se purifica, se prueba, se hace verdadero.
El que persevera en el amor es el que te encuentra. El que te encuentra le da sentido al dolor; no deja de gritar de sentir necesidad, de recorrer a ti, pero siempre con la esperanza de que escucharás, que estarás conmigo aun en la más profunda soledad.
Señor, enséñame a amar. Enséñame a perseverar en el camino de la fe y del amor. No dejes que me rinda ante tu silencio… No dejes que me rinda en el camino del amor.
«Ir a lo fundamental, a no dejarle a Cristo las migajas de nuestro tiempo o de nuestra alma, sino a llevarlo todo a ese amistoso coloquio con el Señor, “estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”». (Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un momento de mi día a responder estas preguntas: ¿Cómo está mi fe en Dios? ¿Cómo está mi amor a Dios?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¡Silencio!
El silencio no es sólo abstenerse de hablar, o de emitir ruidos, abarca concentración y reflexión
¡Silencio! Esta es una de las palabras que más hemos escuchado en nuestras vidas. Se la hemos oído a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros profesores, amigos, compañeros, bibliotecarios, policías, y aquí nos detenemos para no hacer innumerable la lista.
Sin embargo, es una de las palabras que menos comprendemos. Porque el silencio no es sólo abstenerse de hablar, o de emitir ruidos, sino que es algo más profundo y transformante.
La palabra silencio se ha ido desgastando con el tiempo. Ha perdido su significado más importante, quedándose sólo con las migajas. El silencio abarca concentración y reflexión.
Esto conlleva atención, virtud que nos ayuda a apreciar las cosas en su justa medida. El aprecio, a su vez, es signo de madurez, y la madurez propone la verdadera felicidad. Y así, del silencio nace todo un cúmulo de virtudes que enriquecen nuestra persona.
Es como el fuego que cuece las verduras dentro de una cacerola. Poco a poco saca el sabor de cada una de las virtudes que llevamos dentro y da buena sazón a nuestra personalidad.
La palabra ´silencio´ llega ahora a los oídos de las personas casi como un regaño. Sólo la utilizan quienes tienen algo malo que decirnos. De aquí nace esa aversión hacia él, que lo destruye y rebaja. Se lo considera como un requisito para entrar a algunos lugares, o como una especie de escudo ante las reprimendas o, lo que es peor, un refugio anti-problemas, cuando el silencio es el padre de las grandes obras. Es donde se gestan las grandes empresas, donde se da a luz los mejores escritos, donde crece el verdadero amor, como el de una madre que, sumida en una contemplación, mira a su hijo en la cuna quietecito, callado…
El silencio constituye uno de los pilares de las grandes personalidades. Es el mejor medio para crecer como hombres y el peor para esconderse. Es madre de la contemplación y pedagogo para el encuentro con Dios, es decir, para la felicidad.
Santa Apolonia, patrona de los dentistas
Una mujer que murió mártir en Alejandría después de que la torturaran arrancándole los dientes
No se pierda esta Misa internacional para aquellos que necesitan sanación. Llevaremos sus intenciones al altar – sin coste.
Santa Apolonia es una mártir que murió en Alejandría (Egipto) a mediados del siglo III d. C. durante un levantamiento local contra los cristianos.
Antes de morir quemada en la hoguera, fue martirizada con la extracción violenta de sus dientes.
De su vida, la tradición cuenta que quiso ser cristiana al conocer que su madre rezó mucho a la Virgen para tener un bebé.
Y que vivió su fe con mucho compromiso con la Iglesia hasta el punto de predicar y enseñar catequesis durante muchos años y servir como diaconisa.
Santa patrona
Por el modo en que fue martirizada, es patrona de los dentistas.
Curiosidades
Se cuenta que la devoción popular hizo que proliferaran presuntos dientes de santa Apolonia.
Y el papa Pio VI quiso acabar con ese «mercado» de reliquias, llegándose a recoger hasta 3 kilos de dientes atribuidos a la mártir, que fueron arrojados al río Tíber.
Oración
Virgen y mártir santa Apolonia, abogada mía, llena de amor a Dios,
que con la constancia de muchos años de virtud
te hiciste respetable y venerable en toda Alejandría.
Ayúdame bendita santa,
escucha mi súplica en estos momentos de angustia, dolor y desolación de mi alma.
Amén.