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• Matthew 28:1-10

• El Evangelio de hoy nos habla acerca de aquellas mujeres que fueron las primeras testigos de la Resurrección.

 

 

Jesús entra al reino de la muerte y trae a ese lugar oscuro la luz de Dios, más aún, trae el poder de Dios, y con este poder, rompe el control que la muerte tiene sobre nosotros. En el lenguaje de los Padres de la Iglesia, Jesús ha atado y derrotado al diablo, liberándonos así de quien nos retenía del rescate.

Así, la Resurrección de Jesús es una declaración de victoria sobre este terrible poder. En todos los relatos del Evangelio se hace mención de la enorme piedra rodada en la entrada de la tumba de Jesús. Esto parece representar la terrible finalidad de la muerte, la irreverente y densa realidad. Parece ser ese poder que nunca se puede contrarrestar o ganar. Pero en la victoria de Jesús, esa piedra es removida sin esfuerzo.

El poder que nos retenía ha sido derrocado. La nube oscura que se había extendido sobre nuestras vidas, volviéndose hacia nosotros mismos y hacia afuera con violencia, ha sido eliminada. Entonces podemos, junto con San Pablo, burlarnos del antiguo señor del mundo: “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?”.

 

 

Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida. El Paráclito no hace que todo parezca bonito, no elimina el mal con una varita mágica, sino que infunde la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, ha vencido la muerte, ha vencido el miedo. Hagamos memoria del Señor, de su bondad y de sus palabras de vida que nos han conmovido; recordémoslas y hagámoslas nuestras, para ser centinelas del alba que saben descubrir los signos del Resucitado. (Papa Francisco, Vigilia Pascual, 26 marzo 2016)

 

 

Nos manda para llevar la luz

Santo Evangelio según san Mateo 28, 1-10.

Sábado Santo – Vigilia Pascual


 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



«Alégrese la tierra inundada de tanta luz, y brillando con el resplandor del Rey eterno, se vea libre de las tinieblas que cubrían al mundo entero» (Pregón pascual). Hoy no podemos hacer otra cosa más que contemplar, conmocionados, a nuestro Dios y Señor que se levanta victorioso para declarar que Él reina. En el silencio de la noche brilla el amor que vence sobre el odio. Cantemos con gozo este gran prodigio.



 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 28, 1-10



Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: «No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán’. Eso es todo». Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: «No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea; allá me verán».


Palabra del Señor.



 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.



El corazón de estas dos mujeres estaba inquieto, querían ver al Señor. Corriendo de mañana, y a toda prisa, van buscarlo. El corazón del hombre está inquieto, pues tiene sed de Dios. Y no lo encontrará a menos de que se ponga en marcha, a menos de que lo busque. Estas mujeres salen la primeras y lo encuentran resucitado, ahí encuentran la paz. Pero esta alegría no es para ellas, pues quien se ha encontrado con el Señor tiene la misión de llevarlo a los demás; de guiarlos y de conducirlos por el verdadero camino.



Los apóstoles, unos se habían quedado en casa, sentados, en la oscuridad, acongojados por la tristeza.

Otros habían partido en busca de nuevas aventuras, como los discípulos de Emaús. Y es a ellos a quienes el Señor manda sus mensajeras para sacarlos de la tristeza y de la oscuridad. Ellas hubieran preferido quedarse ahí, adorando al Señor, contemplando su gloria, pero el Señor las envía con una misión muy grande. Llevar la luz a los necesitados. Hoy, el mundo está inquieto buscando la felicidad por todas partes. Unos al no encontrarla se quedan sentados en la oscuridad, otros la buscan en mil aventuras por caminos equivocados y con vanas esperanzas. Pero he ahí que nosotros la hemos encontrado y hemos contemplado el amor. Tal vez, porque hemos sido un poco más madrugadores y hemos tenido un poco de valentía. Pero sin duda, la hemos encontrado porque es Jesús quien ha salido a nuestro encuentro. Y es Él quien nos pide llevarlo a las periferias, donde falta el amor y donde se busca la felicidad equivocadamente en el placer o en el dinero. Es ahí donde nos manda para llevar la luz.



 

 

«Fue también la [nostalgia] que experimentó María Magdalena la mañana del domingo para salir corriendo al sepulcro y encontrar a su Maestro resucitado. La nostalgia de Dios nos saca de nuestros encierros deterministas, esos que nos llevan a pensar que nada puede cambiar. La nostalgia de Dios es la actitud que rompe aburridos conformismos e impulsa a comprometerse por ese cambio que anhelamos y necesitamos. La nostalgia de Dios tiene su raíz en el pasado pero no se queda allí: va en busca del futuro. Al igual que los magos, el creyente “nostalgioso” busca a Dios, empujado por su fe, en los lugares más recónditos de la historia, porque sabe en su corazón que allí lo espera el Señor. Va a la periferia, a la frontera, a los sitios no evangelizados para poder encontrarse con su Señor; y lejos de hacerlo con una postura de superioridad lo hace como un mendicante que no puede ignorar los ojos de aquel para el cual la Buena Nueva es todavía un terreno a explorar».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).



 

 

Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


Hoy, Señor, voy a dedicar un momento para visitar a alguna persona que esté sufriendo por la tristeza o la enfermedad, para transmitirle el amor mediante pequeños detalles de caridad. Dejaré que tomes mi corazón para que, por mi medio, puedas llevar la alegría y la paz.


 

 

Despedida


Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 



Los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas

¿Para vivir como hijos de la luz, qué tenemos que hacer?


 

“Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”. Hoy Jesús nos hace ver que hay personas que se conducen movidos por los criterios de este mundo y otros que viven a la luz de la Palabra de Dios. ¿Quiénes son unos y quiénes son otros? El texto de Amós, que hoy se proclama, describe muy bien a los que son de este mundo, dice el Señor por medio del profeta: “Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran y hasta venden el salvado como trigo”. Entonces, los que se mueven por criterios mundanos, son aquellos que se aprovechan de la necesidad de los pobres para explotarlos, engañarlos y utilizarlos para sus fines egoístas, cometiendo todas esas injusticias que denuncia el profeta.

Los hijos de la luz, son aquellos que, iluminados por la Palabra de Dios y movidos por la gracia, viven la caridad y la justicia con sus hermanos, con especial predilección, los pobres, los enfermos, los ancianos y todos aquellos que, en palabras del Papa Francisco, son los desechos de la sociedad.

Entonces, ¿para vivir como hijos de la luz, qué tenemos que hacer? Primero, dejarnos iluminar por la Palabra; luego, pedir la inspiración del Espíritu Santo para vivir la justicia y la caridad de manera auténtica y no como muchos que “hacen obras buenas, ayudando a los pobres” para luego postear los videos y ganar seguidores y monetizar más, la caridad y la justicia son más que eso.

La caridad se vive mediante el perdón, el servicio desinteresado, la generosidad compartiendo con el hermano que nos necesita, vivir la caridad es ser obediente, la obediencia es fruto del amor, los hijos de la luz, saben corregir con el ejemplo al ser amado, viceversa, también el que ama se deja corregir. Ser hijos de la luz es dejarse mover por el amor de Dios.

El concepto de justicia tiene muchas acepciones y aplicaciones, por ahora baste decir, que la justicia y el amor van siempre unidos y su fruto es la paz; por eso, los hijos de la luz son constructores de la paz, al contrario de los hijos de las tinieblas que provocan violencia, división y muerte. Finalmente, estas líneas no son para señalar entre nosotros quiénes son hijos de la luz y quiénes de las tinieblas, más bien son una motivación para que cada uno, bajo la luz del Evangelio, distinga dónde pertenece e impulsado por la gracia, si es el caso, pueda dar el paso de las tinieblas a la luz.

 

 

Jueves Santo: el consejo del Papa Francisco a los sacerdotes desencantados

El Papa Francisco animó a los sacerdotes que se enfrentan al ‘desencanto’ a entregarse completamente al Espíritu Santo aceptando sus debilidades, durante la Misa Crismal que celebró en la Basílica de San Pedro este Jueves Santo, 6 de abril de 2023

 

 

«En el nombre de Dios, aceptemos y perdona, siempre», instó también, preocupándose por aquellos que se sienten «juzgados» en la Iglesia, frente a los 1.800 sacerdotes de Roma reunidos a su alrededor. Esta celebración se llevó a cabo pocos días después de su alta el 1 de abril del Hospital Gemelli donde fue tratado por bronquitis.

 

 

En su homilía, durante esta celebración en la que sacerdotes de todo el mundo renuevan sus promesas sacerdotales, el Papa meditó sobre el Espíritu del Señor, que está «en el origen de nuestro ministerio, de la vida y vitalidad de cada pastor», aseguró, invitando a no «estacionarlo en un área devocional».

Después de la «primera unción que comenzó con una llamada de amor», recordó el pontífice, de 86 años, el sacerdote se enfrenta a un «momento de la verdad», en el que experimenta «desilusiones, fatigas y debilidades, el ‘ideal que parece diluirse ante las exigencias de la realidad’. La lealtad se vuelve «más incómoda de lo que era antes».

Este calvario puede conducir a «una cierta mediocridad», continuó el sucesor de Pedro, advirtiendo contra «tres tentaciones peligrosas»: la del compromiso, donde «uno se contenta con lo que puede hacer»; el de las compensaciones, donde «tratamos de recargarnos de algo distinto a nuestra unción»; la del desánimo, donde, «descontentos, seguimos por inercia». Entonces «uno se encierra en sí mismo» y el corazón «se encoge», agregó.

Para el obispo de Roma, esta crisis puede convertirse en «el punto de inflexión del sacerdocio», «la etapa decisiva de la vida espiritual, donde la elección última debe hacerse entre Jesús y el mundo, entre el heroísmo de la caridad y la mediocridad, entre la cruz y cierto bienestar». Es el momento de la «segunda unción», que «hace la verdad en profundidad, que permite al Espíritu ungir nuestras debilidades, nuestras obras, nuestra pobreza interior».

 

 

Luego, el Papa instó al sacerdote a «reconocer la verdad de su propia debilidad», preguntándose si su realización depende de sus «capacidades», de su «rol», de «cumplidos», de «comodidad» o de la unción. En efecto, explicó, es cuando el Espíritu Santo se convierte en «protagonista de nuestra vida» que alcanzamos la «madurez sacerdotal».

Improvisando algunas palabras, el Papa Francisco se dirigió en particular a los sacerdotes «desorientados», instándolos a tener «valor». «El Señor es mayor que vuestras debilidades, que vuestros pecados», afirmó, deslizando: «La doble vida no os ayudará y tampoco tirarlo todo por la ventana».

En lugar de «tratar de mejorar corrigiendo algo», el Papa animó al clero a confiar en el Espíritu Santo «sin retener nada», estando dispuestos «a servir allí y como se nos pida». Aseguró que «la vida espiritual se vuelve libre y gozosa». «¡Nuestro sacerdocio no crece remendando, sino desbordando!», lanzó.

«Gracias por el bien oculto que haces»

El pontífice también instó a los sacerdotes a «construir armonía», precisando que no se trata de una «cuestión de estrategia o cortesía», sino de una «exigencia interna de la vida del Espíritu». Y para advertir: «Pecamos contra el Espíritu, […] cuando nos convertimos, incluso por ligereza, en instrumento de división. […] Estamos jugando el juego del enemigo que no se muestra a plena luz del día y al que le gustan los rumores y las insinuaciones, que fomenta partidos y grupos de presión».

El Papa desea que los pastores desarrollen bondad. «Si la gente encuentra, incluso en nosotros, personas insatisfechas e insatisfechas, viejos que critican y señalan con el dedo, ¿dónde verán la armonía?» se preguntó, señalando que muchos «se están alejando, porque no se sienten acogidos ni amados en la Iglesia, sino mirados con sospecha y juzgados».

 

 

Finalmente, el Papa concluyó expresando su agradecimiento a los sacerdotes de su diócesis. «Gracias por su testimonio y por su servicio; gracias por el bien oculto que hacéis, por el perdón y el consuelo que ofrecéis en el nombre de Dios; […] gracias por vuestro ministerio que muchas veces se ejerce a costa de mucho cansancio y poco reconocimiento», les dijo.

El pontífice argentino también anunció que estaba ofreciendo a los sacerdotes de Roma la obra «La Seconda chiamata – Il coraggio della fragilità» (La Asegunda llamada – El coraje de la fragilidad, ediciones EDB, 2019), una colección de textos sobre los peligros de la vida religiosa. vocación.

Durante la celebración, los 1.800 sacerdotes de Roma presentes en torno a su obispo renovaron sus promesas sacerdotales. El Papa también consagró el Santo Crisma, que será utilizado para los sacramentos del bautismo, confirmación, orden, así como para la dedicación de iglesias y altares.

 

 

Descubre la alternativa mariana al Vía Crucis: el Vía Matris

Una hermosa tradición para acompañar a la Virgen María acompañando a su vez a su hijo Jesús

 

 

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Según una antigua tradición, la Santísima Virgen María visitaba diariamente los lugares del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús después de su ascensión al Paraíso. Muchas otras tradiciones también aseguran que María siguió a Jesús mientras llevaba su cruz al Calvario.

De esta manera, la Virgen María fue la primera que acompañó a Jesús a lo largo de su Vía Crucis(Camino de la Cruz), ofreciendo un ejemplo que muchos cristianos han imitado desde entonces.

Los franciscanos popularizaron la práctica con sus Estaciones de la Cruz, pero esa no es la única forma de caminar siguiendo los tristes pasos de María. También se desarrolló una devoción llamada Vía Matris (Camino de la Madre), que se centra en los siete dolores de María, no solamente ante la crucifixión, sino también a lo largo de toda su vida.

Según las Hermanas de Nuestra Señora de los Dolores, «modelado siguiendo el Vía Crucis, el piadoso ejercicio del Vía Matris Dolorosae, o simplemente Vía Matris, se desarrolló y fue posteriormente aprobado por la Sede Apostólica. Este ejercicio piadoso ya existía en forma embrionaria desde el siglo XVI, aunque su forma presente data del siglo XIX».

A continuación se dispone una breve presentación sobre el Vía Matris, junto con el pasaje correspondiente de la Escritura:

 

 

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