Luke 5:33-39

Amigos, en el Evangelio de hoy, la gente le pregunta a Jesús por qué no pide a sus seguidores realizar ayuno. La respuesta de Jesús es maravillosa: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos?” (Este es un estilo típicamente judío, por cierto, responder una pregunta con otra).

Esta gran imagen de la fiesta de bodas aparece con frecuencia en el Nuevo Testamento, más obviamente en la narrativa de la fiesta de bodas en Caná. Y tiene eco en la tradición. Jesús es la boda del cielo y la tierra, la unión de la divinidad y la humanidad; Él es el novio y la Iglesia es la novia. En Él se logra la unión más íntima entre Dios y el mundo.

¿Te imaginas a la gente ayunando en un banquete de bodas? ¿Te imaginas entrar a un elegante salón con otros invitados y que te sirvan pan y agua? ¡Sería ridículo! El signo de la dispensación cristiana es el gozo. Exuberancia. Deleite. Dios y el mundo se han unido. ¿Cuál podría ser una mejor noticia?

Magno de Füssen, Santo

Abad, 6 de septiembre

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

Martirologio Romano: En el monasterio de Füssen, en Baviera (Alemania), san Magno, abad (s. VIII).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía

SAN MAGNO DE FÜSSEN nació cerca de St. Gallen, en la actual Suiza, aunque son pocos los datos biográficos que se conocen de este santo.

Las referencias que tenemos de la vida de San Magno provienen primordialmente de comentarios de sus compañeros San Columbano y San Galo.

Junto con ellos, San Magno fue designado por Witkerp, el obispo de Augsburgo, para evangelizar rincones de Alemania que todavía eran paganos. Hacia 746 San Magno estuvo activo en la región de Algovia, o Allgäu, en el sur de Baviera, donde fundó el monasterio de Füssen.

Según la tradición, San Magno habría recibido el bastón de San Columbano cuando falleció. En el camino de vuelta se le habría aparecido un dragón, pero por medio del bastón lo habría derrotado fácilmente.

También se narra que con el mismo bastón San Magno sometió a un oso que había invadido su huerto, y que con el bastón era capaz de ahuyentar víboras y alimañas.

Durante su vida, San Magno, abad de Füssen, presenció las pugnas que concluyeron con la victoria de los francos sobre los alamanes.

A pesar de la actividad política de Witkerp, obispo y superior suyo, San Magno siempre prefirió fomentar actividades que beneficiaran a la población local, como la minería.

A San Magno de Füssen se le ha considerado tradicionalmente el “Apóstol de Algovia”. Se le venera todavía en el sur de Baviera y Suavia, en el Tirol y en Suiza, se le invoca en la labranza como protector contra insectos y animales perniciosos.

Los discípulos y el ayuno

Santo Evangelio según san Lucas 5, 33-39. Viernes XXII del Tiempo Ordinario.

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Dios, aparta de mi oración esa actitud farisaica que me impide ver las maravillas de las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Soy culpable de ese juicio severo que tiende a ver solo lo negativo. La oración es un don tuyo, concédemelo. Dame la gracia de orar con un corazón contrito que auténticamente busque renovarse espiritualmente.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 33-39

En aquel tiempo los escribas y fariseos le dijeron a Jesús: Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben. Jesús les dijo: ¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días. Les dijo también una parábola: Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría los pellejos, el vino se derramaría, y los odres se echarían a perder; sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice: El añejo es el bueno

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Todos deseamos momentos para estar con las personas o la persona que nos cae bien, que estimamos, que amamos. Entre amigos, el novio con la novia o entre esposos. Y cuando alguien viene a arrebatarnos esos momentos más los anhelamos y más deseamos que vengan.

A los apóstoles les sucede algo semejante en este evangelio porque los fariseos, no sabiendo ya por donde fastidiar, pretenden hacer ver a Jesús que los suyos no se comportan como los discípulos de Juan que ayunan y rezan mucho. Pero perfectamente podríamos haberles dicho a los fariseos aquella frase de san Agustín que dice: “teme a la gracia de Dios que pasa y no vuelve”. Y los apóstoles preferían disfrutar de la compañía del Mesías que ayunar y estar lejos de Él. O también les podríamos haber respondido con la misma frase que Jesús le dijo a la mujer de Betania: “Marta, Marta muchas cosas te preocupan pero una sola es importante y María ha elegido la mejor”, que fue la de sentarse a sus pies.

He aquí por tanto la clave de este evangelio, la presencia de Cristo en nuestra vida. De qué nos sirve ayunar, rezar mucho, hacer penitencia si a la hora de la hora no acompañamos a Cristo donde realmente está que es en la Eucaristía.

Estaríamos ayunando y rezando por deporte. Por ello, si hasta ahora nuestros rezos o ayunos son sin una presencia de Cristo dominical o más frecuente pensemos que estamos desaprovechando la verdadera gracia de Dios para nuestra alma, que es la de estar cerca de Él.

«La libertad cristiana está en la docilidad a la Palabra de Dios. Debemos estar siempre preparados a acoger la “novedad” del Evangelio y las “sorpresas de Dios”. La Palabra de Dios, que es viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Y para acoger verdaderamente la Palabra de Dios, hay que tener una actitud de “docilidad”. La Palabra de Dios es viva y por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Es una Palabra libre y también un sorpresa porque nuestro Dios es un Dios de las sorpresas. La libertad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, y hay que tener esa valentía de convertirse en odres nuevos, para este vino nuevo que viene continuamente. Esta valentía de discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué hace el Espíritu en mi corazón, qué quiere el Espíritu en mi corazón, dónde me lleva el Espíritu en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra de Dios, y esta Palabra que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón».

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de enero de 2014).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer ayuno de juicios hacia los demás y ofrecer comentarios positivos.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Zacarías, el profeta que anunció la llegada del Mesías en asno

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Cadena COPE – publicado el 06/09/14

Animó al pueblo de Israel a volver a Dios y a reconstruir el Templo de Jerusalén

San Zacarías vivió en los siglos VI y V antes de Cristo. Es un profeta menor del Antiguo Testamento y autor de uno de sus libros. Era hijo de Baraquías.

Su ministerio duró dos años y un mes. Inició su predicación en la misma época que el profeta Hageo y su mensaje se centró en tratar de acercar al Pueblo de Israel al Señor de nuevo. Concretamente, tanto Zacarías como Hageo animaron a Zorobabel, líder de los israelitas que regresaron del exilio en Babilonia, a reconstruir el Templo.

Yo he vuelto a Jerusalén con piedad; allí será reconstruida mi Casa 

(Zacarías 1, 16)

En sus palabras san Zacarías hablaba del Mesías como Salvador del pueblo que anda en tinieblas. Recuerda las promesas que Yahvé hizo a su pueblo y afirma que Dios se mantiene fiel a ellas, aunque Israel lo ha abandonado.

Zacarías llama a la conversión presentando a Yahvé como el que recupera lo perdido con el pecado, bendice a su pueblo y lo colmará de bondades. También habla de un Dios que es Juez justo y Rey victorioso que viene cabalgando un asno (una imagen que luego se identificará con Jesús en el Domingo de Ramos entrando en Jerusalén).

¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna.

(Zacarías 9, 9)

El profeta Zacarías murió asesinado por orden del Rey Joás.

En la iconografía cristiana se le representa con el Libro profético que escribió.

La fiesta de san Zacarías se celebra el 6 de septiembre.

Señor, tú que nos diste al profeta san Zacarías para anunciar que el Mesías llegaría para redimirnos y sería un Rey de paz y concordia, lleno de mansedumbre y amor,

Ayúdanos a confiar en la gracia y a tener esperanza,

Fortalece a tu Iglesia y concede la fidelidad a tus pastores para que sean ejemplo y modelo para todos los cristianos,

Que ninguno caiga en la tentación de la soledad,

Haz que proclamemos el Evangelio entre nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, conciudadanos…

Que nos oigan hablar bien de ti y que nuestra conducta reafirme nuestras palabras.

Que la Virgen, tu Madre Santísima, nos ayude y nos proteja siempre.

Amén