Mark 7:1-8, Mark 7:14-15, Mark 7:21-23
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús expone la hipocresía de los fariseos, quienes imponían su propia interpretación de la Ley sobre los israelitas. Tengan en cuenta que los primeros cristianos, y los que escribieron los primeros documentos cristianos, eran todos de origen judío, o al menos personas formadas por un mundo de pensamiento judío. Le daban sentido a Jesús en el contexto de lo que eran las Escrituras para ellos.
El mismo Jesús era un judío observante, y los temas e imágenes de las Sagradas Escrituras eran fundamentales. Él mismo se presenta como alguien que no alteraría la Ley ni los Profetas, sino que los llevaría a su cumplimiento.
Pero las convenciones sociales y religiosas, que efectivamente habían dividido a Israel, Jesús trata de superar y exponer como algo fraudulento. Él se acerca a todos: ricos y pobres, sanos y enfermos, santos y pecadores. Y encarna la obediencia de Israel: “He venido solo para hacer la voluntad del que me envió”. “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre Celestial”.
Josué, Santo
Patriarca del A.T., 1 de septiembre
Por: Redacción | Fuente: Archiciócesis de Madrid.
Patriarca
Martirologio Romano: Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.
Breve Reseña
Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.
Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.
Sin un «pero» de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.
Dios no se queda en las apariencias
Santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23. Domingo XXII del Tiempo Ordinario.
Por: David Mauricio Sánchez Mejía, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por el don del bautismo, por llamarme a ser santo, por amarme incondicionalmente. Muchas veces no tengo la fuerza para corresponder a la grandeza de tu amor pero, con tu ayuda, confío que lograré vivir aquello que Tú me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén, viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras tradiciones, como purificar los vasos, las jarras y las ollas). Jesús les contesto: «¡Qué bien profetizó Isaías de sobre ustedes hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son más preceptos humanos!. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres». Después Jesús llamó a la gente y les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanme: Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Los fariseos se preocupaban sólo por guardar las normas externas sin detenerse a pensar que los pensamientos y deseos del corazón son los que dan realmente el valor a nuestras acciones. Dios ve el corazón del hombre sin detenerse en las apariencias. No es fácil desapegarse de las opiniones de los demás; es más, muchas veces actuamos por temor a lo que los demás piensan de nosotros y no hacemos aquello que es correcto.
El ser cristiano es una llamada a la santidad, a amar a Dios con todo el corazón. Por eso debo preguntarme cada día, ¿he hecho algo simplemente para complacer a los demás y por eso me he olvidado de hacer el bien? Si algún día encuentro que la respuesta es sí, debo aceptar que actué hipócritamente. Aun así, Jesús nos ofrece su perdón y su amor, y nos llama a ser valientes y a tomar responsabilidad por nuestras acciones y nuestras intenciones. ¿Estoy dispuesto a seguirlo?
«Respondiendo a aquellos fariseos que le habían preguntado, Jesús intenta también ayudarles a poner orden en su religiosidad, a reestablecer aquello que verdaderamente cuenta y aquello que es menos importante. […] El amor da impulso y fecundidad a la vida y al camino de fe: sin amor, tanto la vida como la fe permanecen estériles. Aquello que Jesús propone en esta página evangélica es un ideal estupendo, que corresponde al deseo más auténtico de nuestro corazón. De hecho, hemos sido creados para amar y ser amados. Dios, que es amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo y para amar con Él a todas las demás personas».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, antes de irme a dormir, pediré perdón al Señor por todas las veces que no he actuado como Él me pedía.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Josué: el hombre al que Dios obedeció
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Dolors Massot – publicado el 01/09/15
Su nombre significa «Dios salva». Fue siervo de Moisés y le sucedió. Entró con el pueblo de Israel en la Tierra Prometida
Josué está entre los primeros profetas en orden de importancia. Tiene un libro propio en el Antiguo Testamento y aparece en la Historia Deuteronomista, que son el Libro del Deuteronomio y los relacionados con él, de Josué hasta el Libro de los Reyes.
Era de la tribu de Efraín. Primero fue ayudante de Moisés (Jos 1,1) pero luego pasaría a ser -como Moisés- «siervo del Señor» (Jos 24,29). Moisés le cambiará el nombre: de Hoseas se convertirá en Josué (Nm 13,16). De hecho, nunca eclipsará a Moisés, ni siquiera en el propio libro de Josué.
De él hace un tremendo elogio la Sagrada Escritura: se dice que es el único hombre al que Dios obedeció (Jos 10,14).
Jamás hubo otro día, ni antes ni después, en que el Señor obedeciera a la voz de un hombre. Realmente, el Señor combatía en favor de Israel. (Jos 10, 14)
En 68 ocasiones se lee la fórmula «dijo el Señor a…». Además, legisla para el pueblo de Israel y muere a una edad mítica, como la que se asigna a patriarcas y grandes personajes: en su caso, 110 años.
Aparece por primera vez en Ex 17,8-16, cuando dirige la batalla contra los amalecitas mientras Moisés ora por el éxito del combate. En Ex 24,13 es el único que sube al monte con Moisés, y le acompaña al bajar, cuando los israelitas están adorando al becerro de oro (Ex 32,17).
Sobre su estrecha relación con Moisés, se lee en Ex 33,11: «Josué hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda«. Le pide a Moisés que impida profetizar a Eldad y Medad (Nm 11,28). En Nm 13,8, está entre los jefes enviados a explorar el país de los cananeos.
Al regresar la expedición junto con Caleb, afirma que la tierra es buena y que el pueblo no debe rebelarse contra el Señor volviendo a Egipto. Por esta razón serán los únicos que Dios va a permitir que sobrevivan de entre todos los exploradores y vean la Tierra Prometida.
En Nm 27,15-23 leemos que es designado por Dios para suceder a Moisés. Junto con el sacerdote Eleazar y los cabezas de familia de las tribus deberá actuar con los rubenitas y gaditas según se comporten en la guerra (Nm 32,28), y con aquellos mismos deberá hacer el reparto de la tierra (Nm 34,17).