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• Luke 7:11-17

Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos habla del hijo de la viuda Naím que Jesús levanta de la muerte. Este es un excelente ejemplo de una verdad clave en el Evangelio, y es que todo lo que Jesús dice y hace, de un modo u otro, es una anticipación de su Resurrección. El Dios de Israel, el Dios de Jesucristo, es un Dios de vida, un Dios de lo viviente. Él odia la muerte y los caminos de la muerte.

 

 

La muerte en el Evangelio de hoy va más allá de la trágica pérdida de un ser querido, a pesar de lo terrible que ello es. En el contexto del lugar y tiempo de Jesús, esto es un desastre para la viuda. No había red social que diera seguridad, no había un ingreso garantizado, no había seguros. A menos que pudiera encontrar vecinos generosos que la ayudaran con su subsistencia, la mujer estaba perdida sin un marido y, ahora de modo más importante, sin su «único» hijo. Por esta razón el corazón de Jesús estaba muy especialmente conmovido.

Noten por favor que la reacción de la gente es de temor. Este es el temor que llega cuando el mundo es dado vuelta. Esta es también la reacción de las mujeres que fueron a la tumba la mañana del Domingo de Pascua. Una evangelización que no es un poco atemorizante es una evangelización inadecuada.

 

 

Gran compasión guía las acciones de Jesús: es Él quien detiene el cortejo tocando el féretro y, movido por la profunda misericordia hacia esta madre, decide afrontar la muerte, por así decir, cara a cara. Y la afrontará definitivamente, cara a cara, en la Cruz. (…) Cuando Jesús vio a esta madre llorar, ¡ella entró en su corazón! A la Puerta Santa cada uno llega llevando su propia vida, con sus alegrías y sus sufrimientos, sus proyectos y sus fracasos, sus dudas y sus temores, para presentarlos ante la misericordia del Señor. Estamos seguros de que, en la Puerta Santa, el Señor se acerca para encontrarse con cada uno de nosotros, para llevar y ofrecer su potente palabra de consolación: «no llores» (…) A cada uno de nosotros dice: «¡levántate!». Dios nos quiere de pie. Nos ha creado para estar de pie: por eso, la compasión de Jesús lleva a ese gesto de la sanación, a sanarnos, cuya palabra clave es: «¡levántate! ¡ponte de pie como te ha creado Dios!». De pie. «Pero, Padre, nosotros nos caemos muchas veces» —«¡Vamos, levántate!». Esta es la palabra de Jesús, siempre. (…) «¡levántate!». La palabra potente de Jesús puede hacernos levantar y obrar en nosotros también el paso de la muerte a la vida. Su palabra nos hace revivir, regala esperanza, da sosiego a los corazones cansados, abre una visión del mundo y de la vida que va más allá del sufrimiento y de la muerte. (Audiencia general, 10 agosto 2016)

 

 

Jenaro de Benevento, Santo

Memoria Litúrgica, 19 de septiembre

 

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: San Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de la ciudad de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana (siglo IV).

Breve Biografía

Los santos Jenaro, Festo, Desiderio, Sosso, Eutiques y Acucio, de los que tenemos Passiones muy posteriores, parece que derramaron su sangre por Cristo al comienzo del siglo IV.-

En una breve nota hagiográfica de la Liturgia de las Horas se lee, efectivamente, que Jenaro «fue obispo de Benevento; durante la persecución de Diocleciano sufrió el martirio, juntamente con otros cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde se le tiene una especial veneración».-

Los obispos de Benevento con este nombre son por lo menos dos: San Jenaro, mártir en el 305, y San Jenaro 11, que en el 342 participó en el concilio de Sardes. Este último, perseguido ,por los arrianos por su adhesión a la fe de Nicea, se lo habría venerado como mártir. Pero la mayoría de los historiadores se inclinan a identificar al patrono de Nápoles con el primero, o mejor con un mártir napolitano de Pozzuoli.-

Condenado «ad bestias» en el anfiteatro de Pozzuoli, junto con los compañeros de fe, a causa del atraso de un juez, fue decapitado en vez de ser echado en pasto a las fieras para la gratuita y macabra diversión de los paganos.-

 

 

Más de un siglo después, en el 432, con ocasión del traslado de las reliquias de Pozzuoli a Nápoles, una mujer le habría entregado al obispo Juan dos ampollas pequeñas con la sangre coagulada de San Jenaro. Casi como garantía de la afirmación de la mujer la sangre se volvió líquida ante los ojos del obispo y de una gran muchedumbre de fieles.-

Ese acontecimiento extraordinario se repite constantemente todos los años en determinados días, es decir, el sábado anterior al primer domingo de mayo y en los ocho días siguientes; el 16 de diciembre y el 19 de septiembre y durante toda la octava de las celebraciones en su honor.-

El fenómeno se realiza también en fechas variables, y de ahí deducen los devotos del santo acontecimientos faustos o infaustos. Los testimonios de este fenómeno comienzan desde 1329 y son tan numerosos y concordantes que no se pueden tener dudas.-

 

 

El prodigio, porque así lo considera hasta la ciencia, merece la afectuosa admiración con que lo sigue el pueblo. La sincera devoción de los napolitanos por este mártir, históricamente poco identificable, ha hecho que la memoria de San Jenaro, celebrada litúrgicamente desde 1586, se haya conservado en el nuevo calendario.-

Puesto que el fenómeno no tiene ninguna explicación natural, pues no depende ni de la temperatura ni del ambiente, podemos atribuirle el significado simbólico de vivo testimonio de la sangre de todos los mártires en la vida de la Iglesia, que nació de la sangre de la primera víctima, Cristo crucificado.-

Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:

1 -La substancia oscura que se dice ser la sangre de San Genaro (la que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.-

 

 

2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.-

3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas de 5º a 8º centígrados más bajas, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.-

4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.-

Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a la investigación porque ella busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural .-

La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.-

Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la alabanza. En el caso de los santos, el milagro también tienen por fin exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las maravillas que El hace en los humildes.-
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San Jenaro

ORACIÓN

Señor,
tú que nos has congregado hoy
para venerar la memoria del mártir San Jenaro,
concédenos que podamos ir a gozar en tu reino,
juntamente con él, de la alegría que no tiene fin.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
Amén

 

 

¿Realmente creo en ti, Señor?

Santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17.

Martes XXIV del Tiempo Ordinario
Por: Iván González, LC | Fuente: somosrc.mx

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, mira este corazón inquieto, tan lleno de deseos, de ilusiones, de metas e ideales. Llénalo Tú. Dirígelo Tú. Enséñalo a amar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Señor.

 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Cómo es mi confianza en ti, Señor?, ¿qué se pasa por mi cabeza cuando escucho este tipo de evangelios?, ¿es todo ficción?, ¿son parábolas?, ¿invento de los evangelistas?, ¿o son quizá verdad? Tu testimonio es a veces tan fácil de aceptar pero otras veces te sales de todo esquema. ¡Resucitar un muerto! ¿Es que me pongo de verdad a pensar lo que eso significa? ¿Alguna vez me he detenido seriamente a intentar pensar en los evangelios como algo más que tan sólo relatos maravillosos? ¿Cuál es mi actitud frente a cada pasaje del evangelio? ¿Cuál habría sido, por ejemplo, el estupor que habría yo experimentado si me hubiese encontrado en esta escena?… Es que, si de verdad soy sincero conmigo mismo, no puedo ni siquiera imaginármelo.

 

Debo hacer un ejercicio de conciencia, un fuerte intento de abrirme a la experiencia de unos evangelios «vivos». No son fábulas, no son historietas; ni siquiera son leyendas o narraciones que me buscan hacer crecer en la virtud. No, no son nada de eso. ¡Qué pobres habrían quedado si fueran considerados sólo como eso! Mejor me busco un libro de virtudes, un libro de superación personal, etc., etc. No, no son eso. Los evangelios van más allá, mucho más allá.

Los evangelios, en breve, son el testimonio de Dios y el puente hacia Él mismo. Sin embargo, cada uno de nosotros -yo- debemos aprender por nosotros mismos a leerlos así. Debo pedir también la gracia de poder acogerlos así. Si me vuelvo a topar con un pasaje en el que leo sobre la resurrección de un muerto, es que entonces un muerto fue verdaderamente resucitado. Dios se me ha manifestado una vez más en tal pasaje y querrá actuar también así en mi vida.

«Evangelizar es dar este testimonio: vivo así, porque creo en Jesucristo; yo despierto en ti la curiosidad de la pregunta «¿por qué haces estas cosas?». Y la respuesta del cristiano debe ser esta: «Porque creo en Jesucristo y anuncio a Jesucristo y no sólo con la Palabra -hay que anunciarlo con la Palabra-, sino sobre todo con la vida». O sea hacerse todo a todos, ir donde tú estás, en el estado del alma en el que te encuentres, en el estado de crecimiento en el que estés»».(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy leeré un pasaje del Evangelio y meditaré qué me dice a mí y cómo puedo aplicarlo en este momento de mi vida..

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Provoca Dios los males naturales?

Dios diseña la naturaleza y su funcionamiento de forma que sea el adecuado a sus designios: que el ser humano madure y crezca espiritualmente

 

 

Cuando hablamos del mal hay que hacer una diferencia clara entre los males causados por el hombre (mal moral) y los males causados por la naturaleza (mal físico). Los males causados por el hombre son producto del libre albedrío, y eso es un principio sagrado que Dios respeta siempre, pues de lo contrario la existencia del hombre no tendría sentido (¿para qué crear una panda de marionetas sin voluntad?). Este tipo de mal ya lo hemos explicado en el Apéndice A del artículo: ¿De verdad responde Dios a nuestras oraciones?

(vaya a los apéndices al final de ese artículo). Si lee primero ese artículo entero y su teoría sobre “las líneas de Dios y del hombre” entenderá mejor el enfoque que desarrollamos aquí.

En este artículo nos encargaremos ahora del otro tipo de males, los males provocados por la naturaleza.

DAÑO NATURAL CAUSADO POR EL HOMBRE

 

Por un lado tendríamos que diferenciar aquellos sucesos naturales en los que el hombre tiene alguna responsabilidad y aquellos en los que no. Si un alpinista se va de escalada a los Alpes y hay un alud, podemos decir que en la práctica de cualquier deporte de riesgo hay un peligro libremente asumido por el individuo y por tanto las desgracias que puedan afectarle son responsabilidad suya. Si cerca de un millón de personas deciden libremente vivir sobre una falla a punto de reventar, como San Francisco, y un día un enorme terremoto mata a cientos de miles de personas, eso también es fruto del libre albedrío (y quizá de la estupidez humana).

Si la sobreexplotación de recursos, las guerras, la deforestación, el cambio climático, producen hambrunas, inundaciones, sequías, etc., eso también es fruto del hombre, cuya codicia, falta de justicia y amor afecta no solo a otros hombres sino a la naturaleza entera. Así que cuando ves en la televisión niños muriendo de hambre no te preguntes ¿cómo puede Dios permitir esto? Pregúntate más bien ¿por qué la humanidad permite esto? y piensa qué es lo que puedes hacer tú para ayudar a paliarlo (como mínimo orar). No culpes a Dios de los desastres de los hombres, a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. No podemos querer ser libres y al mismo tiempo que Dios nos impida hacer maldades. La libertad tiene un precio.

Pero por otro lado hay también sufrimiento y muerte causado por la naturaleza sin que el ser humano tenga nada que ver, y ahí podemos otra vez caer en la tentación de culpar a Dios por haber producido ese sufrimiento o por no haberlo querido evitar.

DAÑO NATURAL CAUSADO POR… DIOS?

El universo que tenemos ahora no lo creó Dios como patio de recreo (eso será, es, el Paraíso) sino como aulas de aprendizaje, y para madurar y crecer espiritualmente es imprescindible convivir con el sufrimiento y la imperfección, así que el presente universo imperfecto es perfecto para su función, lo que no evita que Dios sufra con tu sufrimiento del mismo modo que un padre que envía a su hijo pequeño a un campamento por primera vez, para que madure y se independice un poco, sabe que el sufrimiento de su hijo por estar fuera de casa no es en realidad un mal, sino un bien (por eso le envía allí), pero igualmente sufrirá sabiendo que su hijo está sufriendo.

Cuando tú sufres un acontecimiento traumático en tu vida, como por ejemplo la pérdida de un hijo, parece que Dios ha decidido ese acontecimiento sin importarle tu sufrimiento. Probablemente la respuesta es que esa desgracia viene determinada porque en el diseño global para el universo, la vida de ese hijo se ha visto condicionada por acontecimientos naturales que tenían que suceder, porque Dios tuvo que hacerlo así para mantener el equilibro global del universo, el plan divino, porque lo que le pase o no a cada uno influirá en las vidas de otras personas y viceversa, así que mientras aquí el padre ve solo la muerte de su hijo, Dios ha tenido que tener en cuenta miles, millones de factores a la hora de planificar esos acontecimientos, y optó por el mal menor –aunque probablemente para ese padre sin duda será “un mal mayor” y excesivo que no estaba dispuesto a pagar, ni siquiera por el bien de la humanidad. Pero Dios sí porque es padre de todos, no solo de uno.

Dios diseña la naturaleza y su funcionamiento de forma que el Diseño global sea el adecuado a sus designios (que buscan el bien de todos), y para ello tiene en cuenta todos los factores implicados. Sin embargo como el mundo es imperfecto continuamente los peligros nos acechan. Se pueden planificar esos acontecimientos de forma que el sufrimiento se minimice, pero sería imposible hacer un diseño que elimine el sufrimiento porque en ese caso el universo se convertiría en un sitio perfecto, el cielo, y entonces ya perdería la función que tiene de ser “escuela de almas”.

Esta perspectiva global es la que nos permite conjugar dos cosas que a menudo se consideran opuestas: si Dios nos ama y es omnipotente, ¿por qué permite que suframos?. Por supuesto a quien le toca sufrir puede que no le convenza mucho la idea, porque él se centra en su dolor, pero Dios sopesa el sufrimiento de la humanidad entera y ordena las cosas de la mejor forma posible para que ese sufrimiento global sea el mínimo posible dentro de la necesidad. Es por eso que podemos seguir creyendo en un Dios Padre omnipotente que nos ama y al mismo tiempo aceptar las palabras del profeta cuando dice:

¿No es acaso por mandato del Altísimo que acontecen las cosas buenas y las calamidades? (Lamentaciones 3:38)

NOTA: observe que dice “calamidades” o “lo malo”, no “la maldad (moral)”, aunque algunas traducciones lo presentan de modo que parece que hablase del mal moral, lo cual no es posible porque entonces se estaría negando el libre albedrío.

DIOS SACA BIEN DEL MAL

Dios no desea el mal ni el sufrimiento, ni se alegra con ello, pero en su omnipotencia, sabe convertir el mal en un instrumento útil a sus designios, usando el mal que llega para crear un bien mayor, como cuando José, vendido como esclavo por sus hermanos, les dice al darles el trigo, ya como virrey de Egipto:

Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente. (Génesis 50:20).

 

 

Eso por supuesto no implica que el hombre no tenga libertad ni responsabilidad ante el mal creado, del mismo modo que la traición de Judas resultó útil al plan de Redención, y aún así dijo Jesús:

El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido! (Mateo 26:24)

Aún lidiando con la imperfección del mundo (o más bien gracias a ella), Dios logra completar un diseño general en el que todo avanza hacia la salvación y la regeneración y en el que, en última instancia “todo es para nuestro bien” (Romanos 8:28). Y si alguien, en medio del sufrimiento, le reprocha a Dios que no lo elimine, que recuerde que Dios mismo tuvo que soportar ver morir a su Hijo inocente de la forma más cruel. ¿Acaso no pudo Dios evitarlo? Claro que sí, pero salvar a su hijo anularía el libre albedrío de sus enemigos y rompería el Diseño de Dios para la humanidad. Lo que hizo Dios fue convertir esa muerte injusta en un gran bien para el mundo, pero no evitó esa muerte porque las consecuencias negativas hubieran sido mayores que las positivas, y también porque esa fue su forma de solidarizarse con nuestro propio sufrimiento y demostrarnos hasta qué punto nos ama.

¡AY SI ME TOCA!

Pero esto es la explicación filosófica de este asunto. Puede resultarle convincente o no, pero lo que está claro es que cuando un drama personal le da a usted de lleno, puede que ninguna teoría le traiga consuelo. Esto también es bueno. El sufrimiento, creemos los cristianos, tiene un sentido, nos ayuda a crecer, o al menos nos da la oportunidad de hacerlo, pero para que esa lección sea aprovechada y aprendida cada uno tiene que procesarlo y asimilarlo de un modo único y personal, como todas las grandes lecciones de la vida. Si pierdes a un hijo en la guerra o en un accidente o enfermedad o terremoto o asesinato, tendrás que buscar tu propia manera de encontrarle a ello algún sentido, y unos culparán a Dios y se rebelarán contra Él, otros por el contrario encontrarán en ese mismo Dios, que también perdió a su Hijo de forma atroz, el único consuelo posible, otros pensarán que todo fue una desgraciada casualidad o mala fortuna o lo que sea.

Cada uno creará su propio camino dentro de ese sufrimiento y como consecuencia cada uno logrará de ello su propio aprendizaje, que fortalecerá su alma y lo acercará más a Dios o todo lo contrario. Ese proceso personal y subjetivo necesario en la práctica, existe al margen de este proceso universal y objetivo que estamos aquí intentando explicar conjugando la lógica y la revelación. Este artículo se dirige a su cerebro, pero si es su corazón el que en estos momentos sufre en exceso puede que nuestra teoría le resulte, en el mejor de los casos, irrelevante. O tal vez no.

En cualquier caso tenga presente que a veces Dios se sirve del sufrimiento para ayudarnos a madurar, pero otras veces Dios no ha elegido que usted cargue con ello, simplemente la línea de su vida se cruzó con las líneas de acontecimientos cuya dirección no era posible cambiar so pena de causar un mal mayor del que usted desearía haberse librado; es lo que podríamos describir en cierto modo como “mala suerte”.

EN REALIDAD ¿LO MALO ES SIEMPRE MALO?

Alberto de la Hera (revista Alfa y Omega) hace su propia reflexión sobre el tema de Dios y el mal y enfatiza una idea que nos parece también fundamental: Lo que nosotros llamamos malo tiene en realidad poco que ver con lo que realmente es malo desde la perspectiva de Dios. Para el niño de 9 años tenerse que quedar en casa preparando un examen en vez de salir a jugar con sus amigos puede ser percibido como algo malo, motivo de sufrimiento, incluso como un castigo, pero sus padres, que tienen una perspectiva mucho mayor, saben que eso es bueno para él y necesario.

Pues si entre la mentalidad de un niño y sus padres hay una diferencia tan radical a la hora de percibir qué es bueno y qué es malo, imagínense qué diferencia no habrá entre nuestra diminuta mentalidad y la mentalidad infinita de Dios. Por ejemplo la muerte es nuestro nacimiento en el cielo, ¿es eso malo?

CONCLUSIÓN

Dios permite el mal físico y moral porque permite la imperfección y el libre albedrío, pero no lo desea. Sin embargo Dios sabe valerse de ese mal para llevar a cabo sus planes, así que podemos decir que transforma el mal en bien. Además, ante el mal y el sufrimiento, el hombre tiene una oportunidad para crecer, está en su mano saberla aprovechar bien o no. En realidad podríamos decir que el sentido del mal es ese: dar al hombre una oportunidad para crecer y aprender a amar, en un mundo perfecto no se aprende nada… tampoco a amar.

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella. (Sabiduría 1:13-15;2_23-24)

 

 

Pero al final de los tiempos, cuando todos hayamos completado nuestro aprendizaje, la imperfección y el sufrimiento ya no serán necesarios y entonces se llegará a la plenitud de los planes de Dios para con nosotros y para el universo, la consumación del Reino de Dios con la aparición de un nuevo cielo y una nueva tierra (Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existe ya. [Apocalipsis 21:1]) en donde:

Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó. (Apocalipsis 21:4)

 

 

¿Qué dijo nuestro querido San Juan Pablo II antes de morir?

Muy enfermo y débil, las últimas horas del amado Karol Wojtyla fueron para afirmar el silencioso encuentro con su Padre Dios, al que tanto deseaba en su corazón

 

 

Por disposición del Papa Benedicto XVI, los detalles significativos sobre el fallecimiento del Papa san Juan Pablo II fueron reunidos en un informe divulgado en septiembre de 2005 y enlazado al boletín oficial del Vaticano, el Acta Apostolicae Sedis.

Con más de 200 páginas, el informe describe la jornada de partida del Papa polaco rumbo al abrazo eterno del Padre. Fue el 2 de abril de 2005, un sábado, día dedicado a Nuestra Señora y víspera de la fiesta de la Divina Misericordia, que el mismo Papa polaco introdujo en la liturgia de la Iglesia.

Según el horario italiano, Karol Wojtyla entró en coma a alrededor de las 19 horas y falleció a las 21:37 h.

 

Juan Pablo II visita a Lucía, la vidente de Fátima

Últimas palabras de Juan Pablo II

Pero antes, aproximadamente a las 15:30 h, a pesar de su fragilidad, la fiebre y el tubo en su garganta, reunió las pocas fuerzas físicas que le quedaban para pronunciar su conmovedora frase de despedida.

En su lengua materna, el polaco, hizo un tenue pero claro pedido declaración, seis horas antes de partir:

“Déjenme ir a la Casa del Padre”.

 

 

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14 curiosidades sobre san Jenaro y la licuefacción de su sangre

Fue arrojado a un horno ardiente y una vez que se reabrió el horno, Jenaro no solo salió indemne sino que ni su ropa se había quemado

 

 

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Todos los 19 de septiembre una gran masa de fieles se reúne en la ciudad de Nápoles para presenciar con inquietud, ansiedad y tanto de fe popular, el famoso milagro de la licuefacción de la sangre de su santo patrón.

Se trata de un santo mártir de las persecuciones de Diocleciano en el siglo III. Alrededor de su vida se narran muchos relato. Algunos son históricos, evidenciados por verídicas fuentes antiguas y otros son leyendas y tradiciones que surgieron de la religiosidad popular.

 

 

Algunas de estas cuestiones las encontrarás entre estas curiosidades:

1. Jenaro en realidad no es su nombre, sino su apellido. Pertenecía a la familia romana de los Januarios. Su madre Teonaria Amato era de origen napolitano. La familia se trasladó a la Campania y allí dio a luz un hijo a que le puso por nombre Publius Faustus Januarius.

2. Se sabe que nació en la zona de Italia llamada Campania, pero no se sabe a ciencia cierta si fue en la ciudad de Benevento o de Nápoles. Hasta hoy estas dos ciudades se disputan su procedencia.

3. Antes de morir decapitado en Pozzuoli, san Jenaro padeció tremendas torturas que sobre él no tuvieron ningún efecto. Fue arrojado a un horno ardiente y una vez que se reabrió el horno, Jenaro no solo salió indemne, ni siquiera sus prendas se vieron afectadas mínimamente por el fuego. En cambio no fue así para todos los paganos que asistieron a ver su ejecución, ya que las llamas salieron bruscamente quemando a muchos de ellos.

Licuefacción de la sangre

4. Según la tradición la primera vez que se produjo el milagro de la licuefacción fue en los tiempos del emperador Constantino, cuando el obispo algunos dicen que fue Severus (otros el obispo Cosimo) transfirió los restos del santo del cementerio de Agro Marciano, a la ciudad de Nápoles. En el camino se encontró con una enfermera llamada Eusebia con las ampollas de la sangre del santo que al acercarlas a la cabeza del santo notó que la sangre en las ampollas se había diluido.

5. Históricamente la primera licuefacción documentada fue en el año 1389 para la fiesta de la Asunción. Ese día se exhibieron públicamente las ampollas con la sangre de san Jenaro. Y muchos fueron testigos de cómo el líquido almacenado en la ampolla se licuó “como si hubiera fluido ese mismo día del cuerpo del santo”.

¿Milagro?

6 La Iglesia no reconoce oficialmente como milagro la licuefacción, sin embargo lo considera como científicamente inexplicable y aprueba la veneración popular.

7. Algunos experimentos han tratado de demostrar que la sangre está sujeta al fenómeno de tixotropía, por el cual algunos fluidos pasan al estado líquido debido a la simple agitación o vibración, y vuelven a coagular cuando cesa la acción mecánica.

8. El milagro de la licuefacción de las ampollas de san Jenaro en Nápoles, según se dice, se produce contemporáneamente en la lastra de mármol donde fue decapitado el santo en la ciudad de Pozzuoli. Allí se puede ver cómo la mancha de sangre que se encuentra en el mármol se hace de un rojo más intenso.

9. El milagro no se produce sólo el 19 de septiembre para la fiesta del santo, sino también para la “fiesta de primavera”. Concretamente el sábado que precede al primer domingo de mayo y el 16 de diciembre celebración del patronazgo de la ciudad. Esto es en recuerdo de la erupción del volcán Vesubio en el 1631, que se detuvo ante las invocaciones de los fieles al santo.

10. Son tres la veces que la sangre no se licuó: en el año 1943 año de la ocupación nazi, en el 1973 cuando hubo una gran epidemia de cólera y en el año 1980 cuando se produjo el terrible terremoto de Irpinia. Por eso el pueblo napolitano espera con tanta ansia la licuefacción de la sangre del santo, temiendo un año nefasto si el milagro no ocurre.

También la sangre de san Jenaro se licuó el 21 de marzo del 2015, ante los ojos de papa Francisco siendo el primer Papa en presenciar el milagro. No se produjo ante la visita de san Juan Pablo II ni para Benedicto XVI, en octubre de 2007. Se dice que también se produjo el milagro en una visita privada de papa Pío IX en 1848, pero hasta ahora no hay rastros en documentos que registren tal evento.

Patrono de Nápoles

 

11. San Jenaro no es el único patrono de la ciudad de Nápoles. Comparte patronazgo con nada menos que 52 co-patronos. De hecho es la ciudad que más patronos tiene en todo el mundo.

12. Al lado de la catedral de “Santa Maria Assunta” donde se custodia las reliquias del santo, se encuentra un museo con el “Tesoro de san Jenaro”. Es un verdadero tesoro con más de 22 mil joyas preciosas, entre ex votos y dones de emperadores reyes y papas. Su valor es inestimable se cree que amonta a más de 300 millones de euro. Entre las joyas más preciadas se encuentra una mitra con 3.328 diamantes, 198 esmeraldas y 168 rubíes.

13. Las catacumbas de san Jenaro son consideradas entre las más bellas y ricas en particulares, especialmente arquitectónicos, de todas las catacumbas cristianas. Conserva importantísimos frescos, y esto es debido a que los restos mortales eran de personas adineradas o miembros de clases sociales alta.

14. No solo se produce la licuefacción de la sangre en san Jenaro. Este fenómeno también se produjo con la sangre de las estigmas de san Francisco el 2 de octubre del 2013, y con la sangre de san Alfonso María de Liguorio y santa Patricia.

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