Matthew 12:1-8

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús corrige a los fariseos con un tema propio de su ministerio: “Deseo misericordia, no sacrificio”.

Cada santo tiene un pasado, y todo pecador tiene un futuro. Esta es la clave de la espiritualidad católica. En la vida de cada uno de estos héroes de la fe ha existido algún tipo de conversión. Y todos los pecadores, todos nosotros, tenemos un futuro. Por ello nos sumergimos en la misericordia de Dios.

En los Salmos hay una hermosa referencia a un aceite corriendo sobre la barba, sobre el cuello de la túnica. La divina misericordia derramada sobre nosotros, derramada sin reservas, es así: no se recibe porque se haya ganado, no se puede ganar.

Dios no nos ama porque somos dignos. Somos dignos porque él nos ama. No merecemos esta misericordia, pero nos sumergimos en ella y así somos transformados.

Arnulfo de Metz, Santo

Obispo, 18 de julio

Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, en lo que hoy es Francia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos. (640)

Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.

Breve Biografía

Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.

Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.

A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegis y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales. Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611.

En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.

De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegis permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.

El Amor es más grande

Santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8. Viernes 15ª semana de tiempo ordinario

Por: Edison Valencia, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame para que pueda tener un corazón semejante al tuyo, manso, humilde y siempre dispuesto a perdonar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.

Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso comenten pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy, Dios nuestro Señor nos deja un mensaje valiosísimo, nos dice: Misericordia quiero y no sacrificios. Necesitamos aprender de Jesús que en la vida hay situaciones en las que aparentemente deberíamos aplicar la ley; pero no la ley por la ley, pues de esta manera nos convertiríamos en unos legalistas, seríamos otros fariseos, sino la ley de Cristo que es el amor. Es el amor que puede trascender cualquier barrera, cualquier obstáculo, cualquier muro, por difícil que parezca.

Del amor de Cristo debemos aprender para las circunstancias de nuestra vida. Entonces, cuando se nos presenta la oportunidad de aplicar nuestro «legalismo» (que en el fondo todos tenemos un poco), podemos detenernos un poco y reflexionar, ¿qué haría Cristo en esta situación? Pero cuidado, que con esto no estoy diciendo que tenemos que dejarnos pisotear o cosa parecida, no. Cuando sea el momento de corregir a alguien, corregirlo con amor, pero también, y lo más importante, estar dispuestos a perdonar y a pedir perdón.

«El evangelista recuerda claramente el reproche de Jesús a los fariseos, que se dan con facilidad a retorcidas murmuraciones: “Andad, aprended lo que significa ´Misericordia quiero y no sacrificio´”. Es una acusación directa contra la hipocresía estéril de quien no quiere “ensuciarse las manos”, como el sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano. Se trata de una tentación muy frecuente también en nuestros días, que se traduce en una cerrazón respecto a quienes tienen derecho, como nosotros, a la seguridad y a una condición de vida digna, y que construye muros ?reales o imaginarios? en vez de puentes».

(Homilía SS Francisco, 6 de junio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Que pueda tirar algo hoy, fuera de la maleta de nuestra vida, para caminar con Cristo más ligero hacia la meta final.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El arte perdido de beber como católicos

Nejron Photo

The catholic gentleman – publicado el 25/02/17

Recuerda una de las páginas más divertidas del gran escritor G.K. ChestertonHay un modo de beber protestante y un modo de beber católico, y la diferencia no está simplemente en la cantidad. No tengo datos científicos que apoyen mis afirmaciones, y no he llevado a cabo estudios oficiales sobre el tema, pero he hecho un poco de, llamémosle así, estudios informales, que por una cuestión del género son probablemente los mejores.

Así que para empezar, ¿cual es la manera católica de beber? Es difícil definirlo, pero aquí pongo un ejemplo histórico. San Arnoldo (580-640), conocido también como San Arnulfo de Soisson, fue un obispo del VII siglo en Metz, en la que después sería Francia.

Muy amado por el pueblo, se dice que predicó contra beber agua, que en aquella época podía ser extremadamente peligroso a causa de las descargas no higiénicas – si las había. Al mismo tiempo, solía aludir con frecuencia a los beneficios de la cerveza, y se dice que una vez afirmó: “La cerveza llegó al mundo por el sudor del hombre y por el amor de Dios” [De hecho, san Arnoldo es el patrón de los maestros cerveceros, n.d.E].

Palabras sabias, y el rebaño de san Arnoldo se las tomó muy en serio. Después de su muerte, el buen obispo fue enterrado en un monasterio cercano Remiremont, donde se había retirado. Sus fieles, sin embargo, sentían su falta y lo querían de vuelta, y así en 641, tras haber obtenido el permiso de exhumar sus restos, lo llevaron en procesión a Metz, para sepultarlo nuevamente en la Basílica de los Santos Apóstoles.

A lo largo del trayecto, siendo un día muy caluroso, estaban sedientos, y se detuvieron en una posada para beber un poco de cerveza. Por desgracia, en la posada quedaba tan poca, que sólo daba para llenar una jarra: los fieles tenían que compartirla. Narra la leyenda que la jarra no se agotó hasta que todos los fieles no bebieron la dosis correcta.

Con esto no quiero decir que el beber católico implique milagros, o que debería suceder un milagro cada vez que la gente se reúne para beber, sino que la buena cerveza – y el buen vino – es un pequeño milagro en sí misma, siendo un don de Dios a sus criaturas, que Él ama.

Y como escribió G. K. Chesterton en “Ortodoxia”, “deberíamos dar gracias a Dios por la cerveza y el burdeos, no bebiendo demasiado”. En otras palabras, mostramos nuestra gratitud a Dios por el vino y la cerveza gozando de estas cosas, en alegría y en buena compañía, pero sin pasarse. Cada persona debe juzgar lo que de por sí es un exceso.

Miremos ahora la principal diferencia entre el beber católico y el protestante. El beber protestante tiende a colocarse en un estremo o el otro: o demasiado o nada, y cada una de las posturas es reacción a la otra.

Algunos, nutridos justamente por el moralismo fiero de los abstemios, beben excesivamente. Y los abstemios, justamente horrorizados por las costumbres de los borrachos habituales, practican una estricta abstinencia. Parece que en ambos casos se trata sólo de una reacción, no de una solución. Si uno lo pensara un poco, se podría encontrar una tercera vía que no implica ni el exceso ni la abstinencia, y se adapta a una vida cristiana humana, sana y honrada.

Y es ahí donde encontramos el modo de beber católico. El beber católico es esta tercera vía, el modo para poner en práctica una actividad antigua disfrutada por todos, desde los agricultores a los emperadores, hasta Jesús mismo. Y una vez más, no se trata solo de cantidad.

En mi opinión, de hecho, el elemento-clave es la convivialidad. Cuando los amigos se reúnen para tomar algo, de hecho, puede ser para festejar o por un motivo triste, pero debería ser siempre para disfrutar de la compañía de los demás (hay también un tiempo y un lugar para una cerveza solitaria, sino que se trata de una excepción).

Por ejemplo, las intervenciones en la conferencia anual sobre Chesterton ya no son tan importantes como la discusión posterior sobre ellas delante de una cerveza o de un vaso de vino (tendemos a adherirnos a la regla del pulgar de Hilaire Belloc, evitar bebidas alcohólicas desarrolladas después de la Reforma).

Estas reuniones tienen lugar durante las intervenciones, y en general vamos a dormir agradablemente contentos. No logro imaginar un congreso sobre Chesterton sin esto. Y sé también también que sería muy malo que todos nos fuésemos a trompicones a nuestras habitaciones, gritando borrachos.

Evitar todo extremo – así es como se bebe “a la católica”. Es el arte del beber católico. Muchos de nuestros hermanos consideran que beber es algo inmoral, y muchos otros piensan que beber tiene que terminar con una gran borrachera, pero el punto de vista equilibrado – el punto de vista católico – significa pasar un buen momento, reírse un poco, a veces llorar un poco, pero siempre con alegría y agradecimiento por la generosidad de Dios, que nos ha dado maravillas como la cerveza y el burdeos. Recordadlo, el arte perdido del beber a la católica podría ya no estar tan perdido.

Este artículo fue escrito por Sean P. Daily, de la American Chesterton Society. Apareció en el Crisis Magazine.