Precisamente este modo «de vivir, apegados a la ley, les alejaba del amor y de la justicia: cuidaban la ley, descuidaban la justicia; cuidaban la ley, descuidaban el amor». «hombres cerrados, hombres muy apegados a la ley, a la letra de la ley: no a la ley», porque «la ley es amor». Eran hombres «que siempre cerraban las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación (…) Precisamente «este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al camino de los doctores de la ley». Y «este camino, del amor a la justicia, lleva a Dios». Sólo «el camino que va del amor al conocimiento y al discernimiento, a la realización plena, lleva a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús».  (Santa Marta, 31 octubre 2014)

Matthew 12:1-8

En el Evangelio de hoy Jesús corrige a los Fariseos con un tema propio de su ministerio: “Deseo misericordia, no sacrificio”.

Cada santo tiene un pasado, y todo pecador tiene un futuro. Esta es la clave de la espiritualidad católica. En la vida de cada uno de estos héroes de la fe ha existido algún tipo de conversión. Y todos los pecadores, todos nosotros, tenemos un futuro. Por ello nos sumergimos en la misericordia de Dios.

En los Salmos hay una hermosa referencia a un aceite corriendo sobre la barba, sobre el cuello de la túnica. La divina misericordia derramada sobre nosotros, derramada sin reservas, es así: no se recibe porque se haya ganado, no se puede ganar.

Dios no nos ama porque somos dignos. Somos dignos porque Él nos ama. No merecemos esta misericordia, pero nos sumergimos en ella y así somos transformados.

Lorenzo de Brindisi, Santo

Doctor de la Iglesia, 21 de Julio

Sacerdote capuchino – Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor de la Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por varias naciones de Europa, que de caracter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa, la reconciliación de príncipes enfrentados y el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.

Etimológicamente: Lorenzo = laurel, de la lengua latina.

Fecha de beatificación: 1 de junio de 1783 por S.S. Pío VI
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1881 por S.S. León XIII.

Iconografía: con hábito, un libro, la hostia alusiva a su veneración a la Eucaristía y la imagen de María Santísima, por la especial devoción que le manifestó.

Breve Biografía

Cesar de Rossi nació en Brindis, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una familia veneciana de cierto renombre. A los seis años ya asombraba a todos por la facilidad de aprender de memoria páginas enteras, que declamaba en público.

Primero se educó en el convento de los franciscanos de su ciudad natal y, después, bajo la dirección de un tío suyo en el colegio de San Marcos de Venecia. Hizo rápidos progresos, tanto desde el punto de vista intelectual como espiritual y a los dieciséis años ingresó en el convento de los capuchinos de Verona. Cuando pidió ser admitido, el superior le advirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: «Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?.» «Sí, lo habrá», respondió el superior. «Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cualquier padecimiento». Con el hábito religioso recibió el nombre de Lorenzo.

Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de Padua, se distinguió por su extraordinario dominio de lenguas: aprendió el griego, el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español y llegó a conocer muy a fondo el texto de la Biblia.

Por su gran don de prédica, siendo diácono, le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años consecutivos. La gente vibraba de emoción al oír sus sermones, y muchas eran las conversiones.

Después de su ordenación sacerdotal, predicó con gran fruto en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, pasó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden, y el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase especialmente por la conversión de los judíos. Tuvo en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida unía un profundo conocimiento del hebreo.

Un sacerdote le preguntó: «Frai Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?» Y él respondió: «En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme.

Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo».

Dormía sobre tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia comiendo casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con todos.

Cuando Lorenzo era vicario general, el emperador Rodolfo II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre toda Hungría. El santo tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército que se había formado gracias a sus esfuerzos. En algunas ocasiones, San Lorenzo fue prácticamente general en jefe del ejército; por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las fuerzas de ataque, sin más armas que un crucifijo. La aplastante derrota que sufrieron los turcos fue atribuida por todos a San Lorenzo. Se cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano.

Los príncipes y gobernantes, por muy irreligiosos que sean, suelen apreciar los servicios de los hombres verdaderamente santos. Los principales señores de Nápoles acudían a San Lorenzo para presentarle sus quejas por la tiranía del virrey español, duque de Osuna y le pedían que fuese a la corte del rey Felipe para evitar que el pueblo se levantase en armas. El santo no era aún muy viejo, pero estaba enfermo y achacoso. Cuando llegó a Madrid, supo que el rey no estaba en la ciudad, sino en Lisboa. Así pues, prosiguió su camino a Portugal, en pleno calor del estío. Usó de toda su elocuencia y su poder de persuasión y logró que el monarca prometiese relevar del cargo de virrey al duque de Osuna.

San Lorenzo regresó entonces a su convento y ahí falleció el día de su cumpleaños, 22 de julio de 1619. Cumplía 60 años. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca.

Lo canonizó León XIII en 1881. Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia en 1959, con el título de Doctor Evangélico, por lo elevado de su inspiración evangélica.

21 de julio de 2023

Un corazón misericordioso

Santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8. Viernes XV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, una vez más me tienes aquí, en tu presencia. Te doy las gracias por el don de la fe que me has regalado el día de mi bautismo. Gracias porque me has obsequiado tu presencia en mi corazón. Soy tu hijo. Me amas. Tú siempre has cuidado de mí infinitamente más de lo que una madre cuida a su pequeño o de lo que yo mismo me cuido. Nunca me ha faltado ni tu amistad ni tu amor. A todos lados llega tu gracia y en todo momento me da la fuerza de seguir adelante. Gracias, Jesús, no permitas que en esta oración endurezca mi corazón. Dame la gracia de reconocer tu voz y la fuerza para seguirla.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con Él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: «Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado». Él les contestó: «¿No han leído ustedes que lo hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes? ¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso comenten pecado? Pues Yo les digo que aquí hay alguien más grande que el templo. Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, en este texto del evangelio invitas a los fariseos a comprender que Tú quieres misericordia y no sacrificios; los invitas a amar como Tú amas: misericordiosamente.

Jesús, a veces se me olvida que Tú amabas también a los fariseos. Tus reproches no tenían como fin fastidiarlos, sino despertarlos del funesto sopor de sentirse justos.
Muchas veces, Jesús, este peligro también se hace presente en mi vida. Puedo correr el riesgo de sentirme mejor que los demás precisamente porque reconozco mis pecados. Me he dado la libertad de ser juez de los jueces, de juzgar farisaicamente a los fariseos, de quejarme de lo malo que sucede a mi alrededor sin apenas mover un dedo para solucionarlo.

Es real el peligro de despreciar y tachar de intransigentes e inmisericordes a quienes denuncian los pecados ajenos, sin darme cuenta de que yo caigo en ese mismo error. Es como si la mujer adúltera, luego de ser perdonada por ti, hubiera arengado a la multitud a apedrear a sus acusadores. No me parece que esa sea tu actitud.

Tú detestas el pecado… pero nunca rechazas a ningún pecador. Y si Tú no lo haces, ¿por qué yo tendría que hacerlo?

Ayúdame, Jesús, a experimentar profundamente en don de tu amor misericordioso de manera que yo pueda ser un reflejo de ese mismo amor.
Jesús, dame tu corazón y enséñame a amar a los demás como los amas Tú.

«La misión nos purifica del pensar que hay una Iglesia de los puros y una de los impuros: todos somos pecadores y todos necesitamos el anuncio de Cristo, y si yo cuando anuncio en la misión a Jesucristo no pienso, no siento que lo que digo a mí mismo, me separo de la persona y me creo —puedo creerme— puro y al otro como impuro que tiene necesidad. La misión nos afecta a todos como pueblo de Dios, nos transforma: nos cambia el modo de ir por la vida, de “turista” a comprometido, y nos quita de la cabeza esa idea de que hay grupos, que en la Iglesia hay puros e impuros: todos somos hijos de Dios. Todos pecadores y todos con el Espíritu Santo dentro que tiene la capacidad de hacernos santos».

(Discurso de S.S. Francisco, 27 de mayo de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a evitar hacer juicios negativos o condenatorios de las personas que me rodean.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Ante tu mirada

Cuando me dejo traspasar por tu mirada y te permito entrar en mi alma, todo adquiere un color diferente.

La mirada de Dios me penetra y me envuelve, me rodea y me busca, me invita y me respeta.
Dios no es indiferente ante mi pecado: toma en serio lo que hago y lo que dejo de hacer. No olvida que soy de barro y que necesito ayuda. No ignora lo bueno que Él mismo sembró en mi alma. No deja sin recompensa ese vaso de agua que ofrezco a quien me lo pide.

Así es tu mirada. No sé por qué la rehúyo, como si tuviera miedo de mis faltas, cuando lo que deseas es curar mis heridas. No sé por qué prefiero otros ojos, que un día me miran con aprecio y otro con indiferencia. No sé por qué escucho músicas o veo imágenes cuando podría dejarme envolver por el calor de tus pupilas de Padre bueno.

Pero cuando me dejo traspasar por tu mirada y te permito entrar en mi alma, todo adquiere un color diferente.

Porque el mundo tiene sentido si surge desde tu Bondad y si se dirige hacia ti. Porque la vida es maravillosa cuando se explica desde esa palabra grande y sencilla: Amor.

Ante tu mirada todo cambia. Mi pecado se derrite si me acerco a la gran fiesta de la misericordia que se celebra en cada confesión. Mi corazón recobra fuerzas cuando me alimento del Pan de la vida. Mi cuerpo adquiere una luminosidad diferente, si ha quedado purificado desde el agua y la sangre que brotan del Calvario.

También cambia el rostro de quienes me rodean, pues descubro que son hijos tuyos, hermanos necesitados, como yo, de cariño, de perdón y de esperanza.

Este día y toda mi existencia puede ser diferentes si me pongo ahora, simplemente, lleno de confianza, ante tu mirada…

Religioso, diplomático, estratega, predicador: san Lorenzo de Bríndisi

Este capuchino era muy piadoso, tenía éxtasis al celebrar la misa. Un día Jesús se le apareció y le dio la comunión

Cesar de Rossi nació en Bríndisi, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una importante familia veneciana.

A los seis años ya llamaba la atención por su memoria prodigiosa. Supo repetir de memoria un sermón que había escuchado.

Pronto quedó huérfano de padre y fue acogido entre los niños oblatos de los franciscanos conventuales de Brindis.

Posteriormente, murió su madre y fue a vivir con un tío sacerdote en Venecia y estudió en el colegio de San Marcos.

En la ciudad conoció a los capuchinos y a los 16 años ingresó en el convento de esta orden en Verona.

“Al mirar a Cristo tendré fuerzas”

Cuando pidió ser admitido, el superior le advirtió que la vida que llevaría debía ser dura y austera.

El joven le preguntó: «Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?.» «Sí, lo habrá», respondió el superior.

«Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento».

Como capuchino tomó el nombre de Lorenzo.

Además de estudiar filosofía y teología en la Universidad de Padua, el santo tenía un dominio extraordinario de lenguas. Hablaba griego, hebreo, alemán, bohemio, francés y español.

Enseguida manifestó su don para la predicación, que decidió emplear para llevar almas a Dios. Hubo muchas conversiones.

Muy sacrificado

Era un hombre mortificado, que dormía sobre tablas, se levantaba por las noches a rezar salmos, ayunaba comiendo solo pan y verdura, se esforzaba por estar siempre de buen humor y alegre…

¿Por qué tenía éxito en la predicación?

Un sacerdote le preguntó un día: «Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?». Él respondió:

«En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo».

Ya como sacerdote predicó en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, se desplazó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden.

San Lorenzo conocía muy a fondo los textos bíblicos (en su lengua original) y el papa Clemente VIII le pidió que trabajara especialmente por la conversión de los judíos. Así fue y tuvo éxito en la tarea.

Con las víctimas de la peste

También fue un instrumento fiel en la lucha contra el protestantismo en Alemania, a donde le enviaron sus superiores.

Viajó con el beato Benito de Urbino y primero se dedicó a atender a las víctimas de la peste, para más tarde fundar conventos en Praga, Viena y Gorizia.

En 1602 fue elegido superior general de la orden de los Capuchinos. Trabajó con responsabilidad y prudencia en el cargo, pero en 1605 manifestó que no quería ser reelegido porque pensaba que Dios quería otro camino para él.

Misión diplomática

Cuando los turcos amenazaban en el Mediterráneo y Europa, el emperador Rodolfo II le envió enmisión diplomática y logró el apoyo de los príncipes alemanes.

Siendo capellán militar, san Lorenzo llegó a tomar decisiones cruciales. Fue prácticamente general en jefe del ejército.

Por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las fuerzas de ataque sin armas y con un crucifijo.Todos consideraron que la victoria había sido obra de san Lorenzo.

El Señor se le apareció

Se cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano.

De hecho, san Lorenzo de Bríndisi fue arrebatado varias veces en éxtasis durante la misa.

Y era esa poderosa vida interior la que le daba fuerzas para llevar una vida de actividad en el mundo a pesar de sus deseos de entregarse solo al silencio y la vida apartada en el convento.

Fundó un convento de capuchinos en Madrid aprovechando que viajaba en misión para pedir al rey Felipe II que se uniera a la Liga Católica.

En otra ocasión, cuando san Lorenzo ya estaba mayor, viajó de nuevo a Madrid y Lisboa al encuentro del monarca para pedirle que relevara al virrey de Nápolesel duque de Osuna, que se comportaba tiránicamente con el pueblo. Felipe II así lo hizo.

Después fue nombrado nuncio de la Santa Sede ante Maximiliano de Baviera, el jefe de la Liga Católica.

En 1618, después de hacer mediador en varios conflictos reales, se retiró al convento de Caserta.

Allí falleció en paz el día que cumplía 60 años, el 22 de julio de 1619. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca.Dejó escritos 15 volúmenes de textos teológicos, entre ellos 800 sermones, un comentario del Génesis y varias obras contra Lutero. En 1959, el Papa Juan XXIII le dio el título de doctor de la Iglesia.

Oración

Oh Dios, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.