John 10:27-30
Amigos, nuestra lectura del Evangelio de hoy es extremadamente corta, pero está llena de significado teológico y espiritual. Primero escuchamos una voz que dice: “Mis ovejas oyen mi voz”. Qué maravilloso y extraño que el cristianismo no es un conjunto de ideas. No es una filosofía o una ideología. Es una relación con alguien que tiene una voz. Los primeros discípulos tuvieron el privilegio de escuchar la voz del Jesús histórico, con su tono y textura muy particulares.
Nosotros también escuchamos su voz, a nuestra manera, cuando escuchamos las Escrituras proclamadas en la Misa. Eso sí, no sólo leemos la Biblia; escuchamos la Biblia. Escuchamos también la voz de Jesús cuando hablan los obispos y los papas. Podemos también escuchar la voz de Jesús en nuestra conciencia, lo que Newman llamó “el vicario originario de Cristo en el alma”.
También podemos escuchar la voz de Jesús en los buenos amigos espirituales, en aquellas personas que nos consuelan y nos desafían, nos llaman a ideales superiores y nos alientan cuando caemos. Escuchamos a Jesús porque nos está guiando a una vida renovada y transformada para lo alto con Dios.
Mayolo, Santo
Abad, 11 de mayo
Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Abad de Cluny
Martirologio Romano: En Souvigny, de Borgoña, san Mayolo, abad de Cluny, quien, firme en la fe, seguro en la esperanza y repleto de una doble caridad, renovó numerosos monasterios de Francia e Italia (994)
Etimológicamente: Mayolo = Aquel nacido en el mes de mayo, es de origen latino.
Breve Biografía
Hijo de Foquer, señor rico y poderoso en Provenza. Mayolo o también Mayeul nació en el año 906, en la pequeña villa de Valenzola. Sus padres murieron pronto, cuando Mayolo era aún muy joven. Pronto le ronda por la cabeza el pensamiento de abandonar sus muchas posesiones y retirarse a la soledad; pero antes de tomar esta determinación le obligan a salir de sus tierras los sarracenos que van haciendo incursiones desde España. Esta es la razón de refugiarse en Mâcon donde le conociera el obispo Bernon que le da la prebenda de un canonicato al ver sus buenas cualidades y disposiciones. Termina sus estudios en la entonces célebre escuela de Lyon de donde regresa para instruir en filosofía y teología al clero local, recibir el diaconado y ser nombrado arcediano, o sea, el primero del orden de los diáconos. Como el ministerio del diaconado lleva consigo preparar la mesa a los pobres, repartiéndoles las limosnas de la iglesia, su nuevo cargo le proporciona la ocasión de ejercitar la caridad limosnera de un modo poco común; de hecho, vende sus muebles, casas y tierras para repartirlos entre los más menesterosos, incrementando así las limosnas del obispo.
Quieren nombrarlo obispo de Besanzon a la muerte de Guifredo; pero se resiste y, temeroso de que se presenten otras ocasiones que no pueda declinar, se retira al claustro. Cluny la abadía recientemente fundada -en el 910, bajo la advocación de san Pedro apóstol y sometido a la autoridad del papa, por Guillermo, duque de Aquitania-, será su casa desde entonces, cuando su tercer abad es Aymardo. Se observa estrictamente la Orden de San Benito de Arriano. Allí le encargan de la biblioteca y le nombran apocrisario, una especie de legado para resolver asuntos fuera del convento y, de modo especial, los que se refieren a las relaciones con los nobles o los príncipes.
Pasa a ser abad de Cluny al quedarse Aymardo imposibilitado para el gobierno por la ceguera. Con el abad Mayolo es cuando la abadía más resplandece por su rectitud, disciplina y espíritu de reforma, volviéndose hacia ella los ojos de los príncipes, emperadores y papas.
La reforma propugnada por Cluny pasa a los monasterios de Alemania a petición del emperador Otón I y de la emperatriz Adelaida.
Las abadías de Marmontier de Turena, San German de Auxerre, Moutier-San-Juan, San Benito de Dijon y San Mauro de las Fosas, en las proximidades de París, conocen la reforma cluniacense en Francia. El mismo papa Benedicto VII encomienda al abad Mayolo la reforma del monasterio de Lerins.
Fue toda una labor apasionante y pletórica realizada sólo en diez años. Claro está que nada de esto hubiera podido realizarse con un espíritu pusilánime o sin oración, sin penitencia y sin su piedad recia que incluía el tierno amor a Santa María como queda expresado en sus peregrinaciones a los santuarios de Nuestra Señora de Valay y de Loreto.
No todos los trabajos fueron ad intra propiciando la reforma de los buenos. Tuvo también escarceos apostólicos y proselitistas con los infieles sarracenos durante el tiempo en que le tuvieron preso, en Pont-Ouvrier, y de quienes fue rescatado por una fuerte suma de dinero que pudo reunirse entre los frailes y con las ayudas de amigos y ricos nobles conocidos.
El emperador Otón II quiso que fuera elegido papa, pero topó con su firme negativa.
Cansado de trabajos y pensando que su misión estaba concluida, propone se elija a su fiel discípulo Odilón para sucederle y renuncia a ser abad. Pero, aunque anciano ya, le queda todavía una última aventura reformadora; fue Hugo, el fundador de la dinastía de los Capetos, quien le pide como rey de Francia que regrese a París para introducir la reforma en la abadía de san Dionisio; no supo negarse, se puso en camino y muere en el intento generoso de mejorar ese monasterio para bien de la Iglesia; en Souvigni, el 11 de Mayo del año 994, casi nonagenario, muere el reformador Mayolo, uno de los hombres más eminentes de la cristiandad del siglo X, organizador insigne que preparó el estallido de vitalidad del siglo XI. Su figura se presenta magnífica en la escena del siglo de hierro en un mundo que estaba en construcción. Además de extender la Orden de Cluny en influencia y prestigio para reformar el mundo cristiano, su obra se extiende a otros aspectos de la vida social: construye y restaura, favorece las letras e introduce las ideas cristianas en los gobiernos de Alemania, de Francia y de Italia y, además, es incapaz de contemplar a un necesitado sin derramar lágrimas.
La abadía de Cluny, el templo mayor del mundo hasta que en el siglo XVI se construyó en Roma la basílica de san Pedro, que llegó a ser uno de los más importantes centros religiosos, que preparó decisivamente el camino a la reforma gregoriana y que se convirtió en potente foco de radiación del románico europeo, está convertida hoy en un montón de ruinas sólo recuperadas para la posteridad en el papel y el diseño. Se cerró y arrasó en el 1790 por la Revolución francesa. Se entiende que no todas las revoluciones son respetuosas con la cultura, ni con el arte, ni con la historia o que quizá existan más interpretaciones de historia, de arte y de cultura.
Dios y yo
Santo Evangelio según San Juan 10, 27-30. Domingo IV (C) de Pascua
Por: H. Pablo Alfonso Méndez Méndez, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Que en esta recta final de la Pascua pueda yo, Señor, continuar amándote con mi pequeña entrega de amor. Especialmente ahora, que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a Ti… Tan solo eso me basta.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aunque cortos y veloces, estos fragmentos evangélicos llevan consigo tal densidad de lo que es nuestra fe cristiana, que jamás comentario o interpretación alguna logrará cubrir su infinita profundidad, porque es una cuestión entre Dios y yo…
Tan solo miremos dentro de nosotros mismos y contemplemos: Cristo es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas… ya es decir mucho que un hombre pueda dar la vida por un simple animal, pues demuestra un amor enorme. Si de este modo nos ama Jesús, que es Dios y hombre, ¿por qué no pensar más seguido en el amor con el que nos ama el Padre?… «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre».
¿Puede alguien conocer exactamente cómo es en realidad la relación que yo tengo con Dios? ¿Sería acaso capaz de describir cuánto me ama a MÍ? … Él nos ama a cada uno con entrega especial, y yo también puedo amarle de modo especial, de una forma totalmente diferente respecto a nuestro afecto hacia las personas, por más cercanas que éstas sean.
La resurrección de Jesucristo será siempre el vivo recuerdo del amor de Dios por nosotros, el recuerdo perenne de que Él venció a la muerte, destino que tendríamos si el pecado continuase encadenado a nosotros… con Cristo, nuestras únicas cadenas son las del amor.
«Jesús sana siendo un pastor que da vida. Dando su vida por nosotros. Jesús le dice a cada uno: “tu vida es tan valiosa para mí, que para salvarla yo doy todo de mí mismo”. Es precisamente esta ofrenda de vida lo que lo hace el buen Pastor por excelencia, el que sana, el que nos permite vivir una vida bella y fructífera. La segunda parte de la misma página evangélica nos dice en qué condiciones Jesús puede sanarnos y puede hacer nuestra vida bella y fecunda: “Yo soy el buen pastor, —dice Jesús— conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco al Padre”. Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de abril de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El 10 de mayo se celebra la fiesta de San Damián de Molokai
Aleteia
Kathleen Hattrup – publicado el 09/05/24
San Damián de Molokai, que dedicó su vida a los enfermos de lepra, murió el 15 de abril de 1889, pero su fiesta no se celebra hasta el 10 de mayo, ¿por qué?
El muy querido San Damián de Molokai, que atendía a los enfermos de lepra en Hawai, pasó a la eternidad un 15 de abril del año 1889.
Aunque la fecha de la muerte de un santo suele ser el día de su fiesta, hay algunos santos para los que no es así. A menudo, la fecha elegida para su fiesta revela algo interesante.
Por ejemplo, la fiesta de Juan Pablo II es el día en que se convirtió en Papa. Y la fiesta de varios matrimonios es su aniversario de boda (los Ulma, Carlos de Zita, los Martin y los Quattrocchis). La fiesta de Pablo VI es el aniversario de su ordenación, y la de Juan XXIII, el día en que lanzó el Concilio Vaticano II.
San Damián es otro santo que podemos añadir a la lista de santos con fiestas singulares: el 15 de abril, fecha de su muerte, suele caer en Cuaresma. ¿Qué ocurrió el 10 de mayo, día en que se celebra su fiesta?
«Estoy dispuesto a dedicar mi vida …»
Un informe del Hawaii Catholic Herald señala:
Se eligió el 10 de mayo porque marca un acontecimiento significativo en la vida de san Damián de Veuster, un día en el que realizó un acto particular de suprema caridad y abnegación que finalmente conduciría a su canonización.
Fue el día en que, en 1873, pisó la isla de Molokai y la convirtió en la obra de su vida y en el lugar de su muerte.

Sacred Heart Archives | Public Domain
El padre Damien llegó con el obispo, Louis Maigret, bajando del barco Kilauea a Kalaupapa hacia las 11 de la mañana. Era sábado.
El obispo Maigret describe el acontecimiento en su diario:
«Visitamos la leprosería (hospital) de Kalawao – entramos en la humilde capilla recientemente erigida por el H. Bertram – nuestros pobres neófitos salen en número bastante impresionante – les hablo unas palabras – parecen contentos de vernos – el P. Damián permanecerá unas dos semanas entre ellos – se nos presenta una petición con 200 firmas (yo) piden que un sacerdote permanezca permanentemente entre ellos, pero ¿dónde se encuentra uno…?».
Las «dos semanas» se referían a un acuerdo para que cuatro sacerdotes rotaran en la misión de Kalaupapa. El padre Damián fue el primero.
Sin embargo, dos días después, el padre Damián escribió:
Estoy dispuesto a dedicar mi vida a las víctimas de la lepra. Es absolutamente necesario que un sacerdote permanezca aquí. La cosecha está madura».
El padre Damián permaneció con su nuevo rebaño 16 años, hasta su muerte en 1889.
La canonización
Damián de Molokai fue beatificado en 1995, y el obispo de Honolulu pidió a los obispos estadounidenses que aprobaran el 10 de mayo como su fiesta. Los obispos aceptaron y solicitaron la aprobación del Vaticano, que finalmente la concedió.
En 2009, Damián fue canonizado. En Hawai, su fiesta es una conmemoración obligatoria, aunque no un día de precepto.