DECIMOSÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
MATEO 13:44-46
Amigos, hoy Jesús nos ofrece dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. Pongamos el foco en la primera: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo que un hombre encuentra y vuelve a esconder”.
Algunas veces el amor de Dios se encuentra de ese modo. Hay un dicho que sugiere que: “La vida es lo que sucede mientras estamos ocupados haciendo otros planes”. En algunos momentos, en el curso de nuestra vida cotidiana, sucede algo que nos convoca clara y sorprendentemente a una cercanía con Dios. Nos damos cuenta, en un instante, de lo que se trata. No lo estábamos buscando particularmente, pero lo encontramos.
A eso nos lleva Jesús hoy. Mientras caminamos por los campos de la vida, estemos abiertos a la atracción de la gracia aún cuando menos lo esperemos. Y cuando ese momento llegue, abandonemos todo lo que nos retenga.
No te podrán porque yo estoy contigo
La historia nos dice que la vida de los profetas, como la de Jeremías, nunca fue fácil y que sus palabras y ellos mismos no fueron bien acogidos por su pueblo. Es verdad que la palabra del Señor les cogió de arriba a abajo y que ahí encontraban su alegría y sus fuerzas. “Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. Por eso, “cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón”. Pero a la hora de proclamarlas, en muchas ocasiones, se topaban con el rechazo de su pueblo. Tan es así que Jeremías llegó a maldecir el día de su nacimiento. “¿Para qué haber salido del seno a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?”.
¡Pero el Señor nunca dejó solo a Jeremías. “Frente a este pueblo te pondré como muralla de bronce inexpugnable: lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte”. Hay que entender bien estas palabras. No significan que todo le irá bien y que sus oyentes le van a escuchar y aceptar. Se refieren a que ninguno de sus enemigos, ninguno de los que acechan su vida le podrá arrebatar de su corazón sus convicciones, el mantenerse en la palabra de Dios, el mantenerse en la amistad con Dios. Ésa es la gran victoria de todo profeta, la victoria de Jeremías. Dios ha permanecido con él siempre, también en las persecuciones, también en los momentos de decaimiento, también en los momentos de la cruz… “¿Quién nos separará del amor de Dios?… Nada, ni nadie”.
Y lleno de alegría… el tesoro
Jesús nos dice que “El reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo”. Podemos decir que las característica del tesoro, son las siguientes. Es lo que permanentemente me atrae y fascina; lo que me llena y da felicidad, no cinco minutos, ni cinco días, ni tres años, sino permanentemente, algo compatible con los sinsabores de la vida; es también la fuente de mi energía, donde acudo en busca de fuerzas e ilusión cuando la debilidad me pone cerco; es también desde donde juzgo, valoro y vivo todo lo que se me presenta en la vida.
Para nosotros los cristianos, aquellos a los que Jesús ha salido a nuestro encuentro y nos ha desvelado quién es él, es claro que ese tesoro escondido es el mismo Jesús, pues cumple sus características. Y nos ha pasado que con gran alegría hemos dejado y vendido todo lo que teníamos para comprar ese campo que contiene el ya para siempre nuestro gran tesoro. Con estremecimiento de nuestro corazón podemos afirmar que es la mejor compra que hemos hecho en nuestra vida.
En nuestros días, todos lo sabemos, la vida de algunos puede resultar mediocre y apagada porque probablemente no han ido a la búsqueda de un verdadero tesoro: se han conformado con cosas atractivas pero efímeras, de destellos brillantes pero ilusorios porque después dejan en la oscuridad. Sin embargo, la luz del Reino no son fuegos artificiales, es luz: los fuegos artificiales duran solamente un instante, la luz del Reino nos acompaña toda la vida. (Ángelus, 26 julio 2020)
Pantaleón, Santo
Mártir, 27 de julio
Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).
Etimológicamente: Pantaleón = Aquel que se compadece de todos, es de origen griego.
Breve Biografía
Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.
Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.
Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera «la curación proveniente de lo más Alto», le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.
En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.
Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.
En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.
Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).
El Milagro de su sangre
Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.
La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.
Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia. La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es «un regalo de Dios».
Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.
La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.
Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe. Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia. Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.
¡Felicidades a los que lleven este nombre!
Cuál es mi tesoro
Santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46. Miércoles XVII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre, concédeme la gracia de poder dejar a un lado las cosas efímeras para tener las eternas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo.
El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor me enseña que donde está mi corazón allí estará también mi tesoro.
Pero ¿alguna vez me he preguntado dónde está mi corazón realmente? ¿En mis gustos, caprichos, en mi familia, en las cosas materiales, en las cosas terrenales, en las cosas celestiales?
Mi corazón debe estar en la perla preciosa que, encontrándola, sería capaz de dejarlo todo por comprarla, pero ¿cuál es mi perla preciosa? El mundo de hoy me presenta tantas perlas que, por fuera, aparentemente son hermosas, pero por dentro su contenido es efímero, es pasajero, son simplemente borracheras de felicidad que, tarde o temprano, se desvanecerá todo lo llamativo que tenían por fuera y dejará ver el contenido real que contienen.
La perla por excelencia es Cristo y quien lo encuentra realmente jamás se arrepentirá de haber vendido todo por tener su Corazón en mi corazón.
¿Estoy dispuesto a hacer la prueba?
«No mañana, ahora, porque allí, ahora, donde está tu tesoro está también tu corazón; y aquello que los enamore conquistará no solo vuestra imaginación, sino que lo afectará todo. Será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, de alegría y de gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo. Podremos tener todo, pero, queridos jóvenes, si falta la pasión del amor, faltará todo. ¡La pasión del amor hoy! ¡Dejemos que el Señor nos enamore y nos lleve hasta el mañana! Para Jesús no hay un “mientras tanto” sino amor de misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro tesoro, porque Jesús no es un “mientras tanto” en la vida o una moda pasajera, es amor de entrega que invita a entregarse».
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Que hoy pueda vender algo de mi tesoro para comprar el de Cristo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El valor de la mirada humana
Estamos tan acostumbrados a la maravilla de los ojos que a veces podemos olvidar el valor tan grande que tiene la mirada de una persona.
El fascinante e inefable misterio de los ojos del hombre ha sido fuente inagotable de inspiración de muchos artistas. Los científicos continúan descubriendo mundos desconocidos al estudiarlos. Sin embargo, alguno se preguntará por qué debemos maravillarnos de la mirada de las personas. ¿Acaso no tienen ojos también los gatos, los perros, los peces? Ellos también nos miran. Estamos tan acostumbrados a relacionarnos con el mundo por medio de la vista que a veces podemos olvidar el valor tan grande que tiene la mirada de una persona.
La mirada del hombre es capaz de contemplar
En la mirada de los hombres encontramos algo que va más allá de recibir ondas de luz, ordenarlas y formar imágenes. En ella descubrimos una huella de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Podemos recordar aquellas palabras cuando Dios creó el mundo: “Vio lo que había hecho y era todo bueno”. La capacidad de contemplar es un don que Dios ha dado únicamente al hombre en esta tierra. Un animal nos puede ver pero nunca podrá entender nuestra mirada. Este regalo nos asemeja, aunque de manera lejana, a nuestro Creador.
Sólo el hombre puede mirar y descubrir la belleza en el mundo que nos rodea. Cuando mira con atención un paisaje, un árbol, una flor encuentra un camino para levantar su alma como expresión máxima de esa experiencia, comunicar a la sociedad las vivencias de esta contemplación a través del arte en todos sus diversos estilos.
La mirada del hombre es capaz de amar
Basta una mirada del ser humano para entender que detrás de aquellos ojos se esconde algo interior. Esa ventana que nos permite ver el alma es un medio maravilloso que tenemos para conocer el fondo de la persona. Esto lo hemos experimentado desde pequeños. El juego de miradas que van de una madre a su hijo recién nacido no son superficiales. Son necesarias para la intercomunicación cuando todavía no se pueden usar palabras. Una sola de ellas expresa sentimientos, demuestra el amor que existe entre ellos.
Cuántos jóvenes enamorados pueden pasar horas en miradas, suspiros… “Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice el refrán popular. Qué hermoso es el lenguaje de la mirada cuando ésta es cristalina, transparente, diáfana. Busca siempre relacionarse con la persona amada, transmitir en profundidad sus sentimientos, sacar del corazón los más inefables afectos.
Podemos aprender de la fuerza de la mirada amorosa de Cristo que, en muchos casos, fue lo único que movió los corazones de las personas. Había tal fuego de amor y tal profundidad en su mirada que uno no podía resistir aquel torrente de caridad.
La mirada del hombre es capaz de perdonar
Cuando ofendemos a alguien nos cuesta mirarle directamente a los ojos. Ya esto mismo experimentaron nuestros primeros padres, cuando sabiendo que habían desobedecido a Dios, se escondieron de su presencia. Tuvieron miedo, su mirada les delataba, les traicionaba. Y fue la mirada de Dios la que les devolvió la esperanza de vivir, el perdón, la reconciliación.
Cuántos padres, sabiendo que sus hijos les han fallado, son capaces de leer en sus miradas si están arrepentidos. Es suficiente para ellos una mirada de arrepentimiento para perdonarles al instante.
El mundo necesita, con nuestro testimonio, recobrar el valor de la mirada de las personas. Poder descubrir en ella el dolor y el gozo, el sufrimiento y la alegría, la búsqueda del sentido de la vida y la esperanza que anhelan los hombres. Ayudar al hombre a vivir en la tierra, con los ojos puestos en el cielo.
Mi batalla contra el cáncer
El sufrimiento es un tesoro cuando sirve para crecer espiritualmente.
El tesoro del sufrimiento
He sufrido mucho en los años que he vivido. Sin embargo, en los últimos seis experimenté un sufrimiento tan grande que creí morir de dolor. En este lapso de tiempo tuve que pasar por el rompimiento de mi matrimonio, murieron mis padres y los médicos me diagnosticaron con cáncer. Todos estos sucesos me llevaron a comprobar que se puede crecer espiritualmente a través del sufrimiento. El sufrimiento ha sido para mí uno de los regalos más valiosos de Dios, una verdadera escuela. Me ha enseñado muchas cosas: a tener paciencia, a sentir mayor compasión por los demás y a saber expresarla; y a aceptarlo todo de la mano de Dios. Lo que más agradezco es que me ha acercado mucho más a El a través del dolor.
El sufrimiento nos hace mejores personas y nos madura emocional y espiritualmente si lo aceptamos por amor y obediencia a Dios y si tratamos de sobreponernos a él, buscando nuestro consuelo y fortaleza en Dios. Son incontables las veces en que me he sentido acongojada, deprimida, agotada física, emocional o espiritualmente; pero en todas he acudido a Dios y siempre me ha dado Su gracia para continuar mi peregrinar hacia Él.
Este documento es el relato de algunas de mis experiencias, las cuales escribo, con la esperanza de poder ayudar a personas que se encuentren en circunstancias parecidas a las mías.
Desahuciada y tratamiento con arsénico
El diagnóstico
Fue en el mes de febrero del 2000 cuando me diagnosticaron mieloma múltiple; un raro tipo de cáncer de la médula ósea, lugar donde nuestro cuerpo fabrica la sangre. Desde entonces he pasado cientos de días recibiendo quimioterapia, en el hospital como paciente externo o ingresada. Aunque parezca increíble, fue casi un alivio enterarme de que padecía cáncer, pues había tenido cinco dolorosas fracturas espontáneas sin saber por qué; tres de ellas en dos costillas y una vértebra, después de un resfriado. Había sido examinada por cinco médicos y hablado con seis más, hasta que al fin a uno de ellos (el reumatólogo), se le ocurrió hacer la prueba de un tipo de proteínas en la sangre. Lamentablemente, esperó desde noviembre, fecha en que hizo la prueba, hasta que volví a verlo en su consulta en febrero, para ver el resultado y decirme que tengo cáncer.
Al fin, cuando logré ver por primera vez al doctor hematólogo-oncólogo, me puso bajo un tipo de tratamiento, el cual no fue efectivo. Luego, durante seis meses, estuve ingresanda por 5 ó 6 días cada mes para la quimioterapia, la cual tampoco dió resultado. Del 20% de cáncer en la médula de los huesos, que me habían descubierto durante la primera biopsia, pasé el 81%. Fue como si en lugar de matar el cáncer, lo hubieran estado alimentando.
Cuando el doctor me dio esta mala noticia, le pregunté cuánto tiempo me quedaba de vida y me dijo que menos de un año. Yo le dije que no aceptaba ese diagnóstico, porque de hecho, Dios me había prometido más tiempo de vida. La única verdadera alternativa que me dio mi médico fue un tratamiento experimental con arsénico (¡el veneno!), y vitamina C. Puesto que no tenía nada que perder, acepté después de orar, investigar, y hablar con mis cinco hijos al respecto.
Tratamiento insólito y entrevista televisiva
El tratamiento experimental
Durante meses iba diariamente al hospital a recibir el arsénico con vitamina C. Soporté seis terribles ciclos de cinco semanas cada uno, con dos semanas de descanso seguida de una biopsia después de cada ciclo. Los lunes y los viernes tenían que hacerme electrocardiograma, análisis de sangre, etc. para saber si había llegado al punto de estar en peligro de complicaciones graves debido al arsénico. También me hacían pruebas para conocer el daño que le estaba haciendo el arsénico a todas las células de mi sangre, tales como las rojas, las blancas y las plaquetas. Por supuesto, tuvieron que darme un número de transfusiones, y ni hablar de los demás efectos secundarios de esta quimioterapia experimental.
Lamentablemente, uno de los efectos secundarios graves de esta medicina (el arsénico), es que daña el sistema inmunológico, porque destruye las células buenas que están en la sangre, junto con las malas (cancerosas). Por añadidura, el tipo de cáncer que yo tengo tiene el mismo efecto en la sangre (además de dañar los huesos). Por tanto, desde hace mucho tiempo he estado luchando contra las infecciones. Fui hospitalizada por tres semanas debido a una septicemia, por una infección en el «port» (catéter colocado quirúrgicamente en la vena cava para administrar la quimoterapia). Estuve en casa una semana, y acto seguido tuve que ser hospitalizada de nuevo debido a una neumonía y para remover el catéter infectado y colocar uno nuevo. Sin embargo, Dios no quiso que muriera en esa oportunidad tampoco y me salvé para continuar el tratamiento con arsénico. ¡Fui la primera en EE.UU. en llegar al final de los seis ciclos viva y hasta me entrevistó un canal de televisión!
Con la fuerza de la oración
Durante la segunda semana de hospitalización por la neumonía, cuando comencé a mejorar, se me presentaron otras complicaciones, las llamadas «enfermedades oportunistas». Por ejemplo, contraje la «culebrilla» (muy dolorosa), sinusitis (la cual me ha dejado sin olfato ni gusto permanentemente), flebitis en ambos brazos debido a los sueros (muy dolorosa también), y otras infecciones más. Por supuesto, debido a la debilidad de mis huesos y la fuerza con que tosía, se me rajó de nuevo una costilla.
Una noche, cuando estaba hospitalizada, después de tantos sueros e inyecciones, tuve problemas con mis venas. El catéter no se podía utilizar por orden del médico, hasta que no transcurrieran 48 horas de ser insertado. Sin embargo, las medicinas había que administrarlas por vía intravenosa. Una hermana en Cristo y yo, hicimos la Coronilla de la Divina Misericordia y le rogamos a Sor Faustina, Apóstol de la Divina Misericordia, su intercesión (todavía no había sido canonizada). Ella nos escuchó. Después de haber tratado de establecer una línea para el suero tres enfermeras, tres veces cada una, otra enfermera me dijo: «Déjame probar una vez más». ¡Y milagrosamente lo logró!
El privilegio de sufrir
Durante esa estancia en el hospital, aprendí mucho sobre el valor infinito del sufrimiento, tanto para nosotros como para los demás. También medité mucho más sobre la pasión de Cristo. Le doy gracias a Dios por haber derramado tantas bendiciones sobre mi persona durante esta difícil etapa de mi vida, no sólo al darme la fortaleza para continuar luchando por sobrevivir, sino también, por darme el grandísimo honor de compartir su cruz, a pesar de que no soy digna de hacerlo.
El recordar el sacrificio que Jesús hizo por nosotros en la cruz, me ayudó a soportar todos los sufrimientos. Cada vez que me pinchaban con una aguja pensaba en que Jesús fue coronado de espinas y le decía a El: «Esta es una ofrenda tan pequeña, Señor, comparada con lo que tú sufriste para salvarme.» Y cuando me arrancaron dos pequeñitos pedazos de piel al removerme un esparadrapo (al cual soy alérgica) y me dolió tanto, recordé que Jesús fue brutalmente azotado, le pusieron una capa sobre su sangrante espalda y después se la removieron violentamente. Según los relatos científicos, una gran parte de su sanguinolenta piel le fue arrancada junto con la capa, pues se le pegó a la tela. ¡Cuán grandes son los dolores que El sufrió por nosotros! Fue su amor lo que lo llevó a la cruz y lo hizo permanecer en ella, a pesar de los que le gritaban que bajara y se salvara. Y ha sido providencial para mí, el que estos sufrimientos míos hubieran tenido lugar durante el Mes del Sagrado Corazón de Jesús. ¡Qué hermoso regalo de amor pude brindarle! Ofrecí mis sufrimientos (y todavía lo estoy haciendo), por el movimiento provida y por Human Life International y la Sección hispana que dirijo, Vida Humana Internacional y sus organizaciones afiliadas en el mundo hispano.
Dios me dio el regalo del gozo durante esa etapa en que estuve a punto de morir, y me enseñó que no debo temerle a la muerte ni al sufrimiento, pues Él está siempre conmigo.
Particular experiencia de la debilidad
Enfrentándome al transplante
El doctor me dijo que ya que me había bajado tanto el nivel de cáncer en los huesos con la ayuda del arsénico y la Talidomida que recibí por meses, era hora de planear un transplante de células estaminales, utilizando mis propias células. Puesto que el tipo de cáncer que tengo es incurable, solo se trataba de alargar un poco mi vida.
Dos semanas antes de mi transplante, me sentía tan agotada de esta lucha que he estado librando contra el cáncer por los últimos dos años, que no tenía ya las fuerzas para continuar. Sabía que me esperaban muchas más dificultades y sufrimientos. Por lo que había leído, este tipo de transplante es un procedimiento muy largo, difícil y peligroso que requiere mucho tiempo de recuperación.
Me encontraba «al pie de una enorme montaña» que sabía tenía que escalar, pero no tenía las fuerzas para comenzar a hacerlo. Hay momentos en la vida de uno en que súbitamente sentimos sobre los hombros y sobre el corazón, todo el peso de muchos años de sufrimientos. Era como si me hubiera caído con mi cruz y no tuviera fuerzas para levantarme. Hasta ese punto, Dios me había dado una fortaleza sobrenatural que me llenaba de optimismo, energías y hasta gozo espiritual. Pero fue como si en aquellos momentos me la hubiera retirado por completo, quizás para que me diera cuenta de lo débil y frágil que soy, y de lo mucho que dependo de Él. Las palabras de San Pablo cobraron aun más importancia para mí y me aferré a ellas con todo mi corazón: «A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.» (Filipenses 4: 13 ) Y las de Cristo : «Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada» (San Juan 15:5), me hicieron comprender, como nunca antes, que es verdadera y personalmente Cristo quien nos fortalece.
Y nuevas complicaciones
Antes de poder ingresar para el transplante de células estaminales tuve que someterme a un procedimiento llamado eféresis. Me insertaron quirúrgicamente en la vena cava un catéter mucho más grande que los que había tenido anteriormente. Tenía tres tubos en la parte de afuera: por un lado sacaban la sangre, por el otro administraban anticoagulante, y por el tercero devolvían la sangre al cuerpo. Me estimularon primero la médula ósea con unas inyecciones. El objetivo era separar las células estaminales inmaduras del resto de la sangre, y hacer que salieran a flote en la sangre.
Durante el procedimiento tuve una complicación: me bajó mucho el calcio y comencé a sentir como unas terribles corrientes eléctricas por todo el cuerpo, hasta llegar al punto de que se me engarrotaron ambas manos y se me paralizaron los dedos. En aquel momento pasé un gran susto porque creí que me estaba dando un derrame cerebral. De momento no pude evitar las lágrimas y el desaliento y la desesperación, pero de nuevo Cristo me fortaleció. Después de quedar una noche ingresada en el hospital, con los medicamentos que me administraron pudieron seguir el proceso iniciado. Lamentablemente, no alcanzaron a colectar todas las células necesarias para el transplante, pero de todos modos, mi médico decidió seguir adelante porque era la mejor decisión con respecto a mi salud.
Un tratamiento muy duro
El ingreso al hospital
Era el 7 de octubre de 2002, Festividad en la Iglesia Católica, de Nuestra Señora del Santo Rosario. El hecho de que iba a ingresar en el hospital en esta piadosa fecha, me dió ánimos para el suplicio que sabía se acercaba inexorablemente. Pensé: He pasado tanto tiempo en este complejo de hospitales, que ya prácticamente son mi segunda casa.
La primera semana de ingreso para el transplante no fue fácil. El primer día me dieron una dosis extremadamente alta de «Melphalen», una quimioterapia muy fuerte. Según me informaron, era una dosis diez veces más alta que la que regularmente les dan a los pacientes. Inmediatamente, el segundo día, me pusieron por vía intravenosa, las células estaminales que me habían extraído de la sangre y habían congelado.
Después de la quimioterapia, no pude mantener nada en el estómago por mucho tiempo. Las náuseas eran una parte constante de mi vida cuando estaba despierta, no había nada que verdaderamente permitiera que mantuviera líquidos o alimentos en mi estómago. Por 24 días en el hospital viví mediante los sueros. Las pocas veces que pude mantener algún líquido fue gracias a la oración. Pero hasta la oración se me hacía difícil, porque las náuseas eran muy intensas. Con toda mi alma le pedí al Señor que estabilizara mi estómago, no sólo porque me sentía muy débil, sino también porque me dolía la quijada izquierda (afectada por el cáncer), de tanto devolver los alimentos.
Una actitud equivocada y corregida
Prepararnos para escuchar, tener paciencia y perseverancia
Una mañana caí en una pequeña depresión, al sentir que todavía no toleraba alimento en el estómago y que estaba tan débil. De nuevo me fallaron las fuerzas y dejé de tratar de ingerir alimentos. Para colmo de males, los dolores en el cuero cabelludo mientras se me caía el cabello, me molestaban mucho cuando ponía la cabeza en la almohada. Clamé al Señor llorando y su ayuda me llegó de nuevo. El enfermero me aconsejó, explicándome muy delicadamente, que mi actitud era negativa y esto alargaría más tiempo mi recuperación. Me dí cuenta de que había caído en la trampa de pensar negativamente. Dios actúa a veces a través de quien menos esperamos.
Después recordé el poder sanador de Dios a través de la música. Puse en mi equipo portátil un cassette de música religiosa que sabía me daría el mensaje que necesitaba oir de consuelo y fortaleza. La letra de la primera canción titulada «Amigo, no temas», me recordó la promesa de Jesús de estar siempre conmigo. Dice la canción : «Amigo, no temas, yo estoy contigo en tu caminar» y habla de cómo Dios cuida de las aves y las flores del campo, «y ellas no son más que tú». Si el Padre Celestial viste los campos de primorosos colores, con muchas flores que duran solo un día, cómo no va a poner en nuestra alma una y otra vez, el amor y la fortaleza que necesitamos en momentos difíciles. ¡Acabé por cantar, bailar, y alabar a Dios! Fue otro encuentro personal con Dios que me fortaleció emocional, física y espiritualmente.
La mejoría interior
Verdaderamente debemos estar atentos a la Palabra de Dios y obedecerle, si queremos recibir Sus gracias especiales. Si yo hubiera ignorado el consejo del enfermero de cambiar mi actitud y me hubiera dedicado a sentir lástima de mí misma, no habría recibido las gracias que recibí. Debemos recordar siempre la importancia de las «tres p» : Preparar los oídos para escucharle y obedecerle, tener paciencia y perseverancia.
Como nos aconsejó Santa Teresa de Jesús en su poema «Nada te turbe»: «…confianza y fe viva mantenga el alma». Mi ánimo había cambiado hasta tal punto, que tuve el valor de dejarme rapar la cabeza pues de todos modos el pelo se me estaba cayendo. Y le di gracias a Dios porque al mirarme al espejo, no sentí dolor sino orgullo. Consideré mi calvicie, una de las cicatrices, producto de la difícil batalla que estoy librando.
Ahora, cuando me deprimo por todos mis sufrimientos y ni siquiera tengo deseos de orar; escucho una música religiosa alegre. Entonces comienzo a cantarle a Dios como nos pide la palabra de Dios : «Canten y alaben de todo corazón al Señor» (Efesios 5:19), y acabo siempre dándole gracias y alabándolo. Es indudable que Dios nos da siempre las fuerzas y hasta el gozo espiritual, sin importar las circunstancias, cuando se los pedimos de todo corazón.
Una fuerza de curación confirmada por la ciencia
Necesitamos el amor de nuestros seres queridos
Hay evidencias científicas de que el amor y el apoyo de los demás ayudan a lograr la sanación. Los estudios realizados muestran grandes diferencias con respecto al tiempo que sobreviven las personas gravemente enfermas que reciben amor y apoyo, y las que no los reciben. Uno de los estudios, realizado en la Universidad de Tejas, les preguntó a los pacientes si participaban regularmente en un grupo de apoyo, como por ejemplo asistiendo a una iglesia, y si esa participación les proporcionaba fuerzas y consuelo. Seis meses después del tratamiento, los que contestaron que no a ambas preguntas tuvieron siete veces más probabilidades de morir que los demás. Otro estudio de la Universidad de Los Angeles (UCLA) realizado con grupos de apoyo, investigó a personas a quienes se les practicó una cirugía debido al cáncer melanoma. Después de dicha cirugía algunas de las personas participaron en grupos de apoyo por seis semanas, mientras el resto simplemente se fue a su casa. Cinco años después los investigadores encontraron que entre los que no participaron en ningún grupo de apoyo hubo tres veces más muertes y dos veces más metástasis que entre los que lo hicieron. («Cancer Recovery Today», boletín de la organización Cancer Recovery Foundation of America.)
Verdaderamente, el amor y el apoyo de otras personas constituyen una necesidad básica para los enfermos. El no obtenerlos es dañino; ¡cuánto más dañino será el ofrecerle a una persona enferma la eutanasia o el suicidio asistido! Los que estamos gravemente enfermos necesitamos una verdadera compasión, no la falsa compasión que ofrecen los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido.Y aun más importante es para los enfermos, el amor de sus seres queridos.
Sí, es cierto que solo Dios basta, como dijo Santa Teresa de Jesús. Si tenemos que continuar nuestro peregrinar totalmente solos, lo hacemos con la fuerza que Dios nos da. Sin embargo, el amor de otros seres humanos es para nosotros en momentos difíciles lo que la lluvia para las flores. A ellas las alimenta y las hace abrirse en toda su belleza. A nosotros también, porque nos alegra el alma y nos transforma en personas más humanas. Con ello nos hacemos más compasivos y tenemos aún más fortaleza para enfrentar nuestro dolor.
Generosas ayudas
Enfrentándome a la recuperación
Llegó el momento de salir del hospital después del transplante y no tenía quien me ayudara (vivo sola), ni siquiera pagándole. Había hecho muchas gestiones, hablado con varias personas pero al final, las dos que me prometieron ayuda me llamaron para decir que no podían. Desde el principio había confiado en Dios y le había pedido que si no podía conseguir a nadie, me diera las fuerzas para poder cuidar de mí misma. De nuevo, Su gracia no se hizo esperar, pues Dios me dio las fuerzas para cuidarme durante el mes que estuve en casa recuperándome.
Y cada vez que he necesitado algo que no podía resolver por mí misma, Dios me ha enviado personas para ayudarme. Una amiga y hermana en Cristo, que es psiquiatra, me ha ayudado mucho espiritual y psicológicamente. No hubiera podido avanzar tanto en mi recuperación emocional sin su ayuda. Otra buena amiga a quien quiero como una hermana y un matrimonio de mi parroquia, fueron también algunos de los hermanos en Cristo que me ayudaron.
Un futuro complicado
En Dios confiemos
Recientemente mi oncólogo me dijo que aunque mi cáncer al fin parece estar en remisión, se me ha presentado otra grave enfermedad de la sangre llamada mielodisplasia, debido a la cantidad de quimioterapia que he recibido o como consecuencia del tipo de cáncer que tengo. La médula de mis huesos no está produciendo las células (rojas, blancas y plaquetas), que mi cuerpo necesita, y algunas de las que produce son anormales. Por lo que me quede de vida, tendré que continuar recibiendo a menudo transfusiones a través de un catéter en la vena cava y medicinas para estimular la producción de las otras células. De este modo podré sobrevivir un tiempo más, puesto que no es posible una curación. Entre otros, me esperan los riesgos de infecciones y hemorragias. Además el doctor me dijo que tengo un 80% de posibilidades de contraer un tipo de leucemia.
Sin embargo, no tengo miedo. Por el contrario, mi alma está llena de gozo, porque hoy Jesús me dio en la misa las gracias extraordinarias que necesitaba para enfrentar este nuevo sufrimiento. Instantes antes de recibir la sagrada comunión, vi claramente en la faz de una escultura de Jesús, una sonrisa.
Un especial cercanía de Dios que fortalece
Hay quienes creen que la religión es solo un bastón en el cual las personas se apoyan cuando se encuentran en circunstancias difíciles de su vida. Piensan que la fe es una creencia en «algo» intangible y esto es cierto, pero es mucho más. La realidad es que la verdadera fe, la fe fructífera, la que crece cada día más si la nutrimos con la oración, la lectura espiritual y los sacramentos (esto último para aquellos que somos católicos); no es algo intangible que imaginamos o que nos hemos inventado. Es una relación íntima y personal con nuestro Creador, que es más real que la luz que vemos y el aire que respiramos. Nuestro Dios nos ama tanto, que está involucrado hasta en los más insignificantes acontecimientos de nuestra vida. Está atento a nuestras más pequeñas necesidades, sabe lo que queremos y necesitamos, y se apresura a dárnoslo si es para nuestro bien.
A través de toda mi odisea, que continuará cada día hasta que Dios quiera, nunca he estado sola, pues Jesús siempre está conmigo y me lo demuestra de diferentes maneras.Y además, he tenido y todavía tengo la inmensa bendición y la alegría de poder contar con incontables oraciones (inclusive en diferentes países del mundo), de personas que he conocido por mi labor en defensa de la vida y la familia. Las cartas, tarjetas y llamadas que he recibido de líderes del movimiento provida hispano han sido numerosas. A todos los tengo en mi corazón , y a Dios he ofrecido mis sufrimientos por la labor que realizan estos valientes hermanos en Cristo en sus respectivos países. Se están enfrentando a grandes batallas para defender la vida y la familia, los cuales sufren graves ataques en los países hispanos.
Siempre otorga esperanza y optimismo
Un mensaje especial
Por último, quiero dirigirte un mensaje personal a ti, que estás enfermo(a) de cáncer o tienes otra enfermedad grave.
De nuestra actitud depende mucho el poder sobrevivir más tiempo. He leído que aquellos enfermos graves que tienen una actitud positiva, una vida activa y la voluntad de vivir, sobreviven más tiempo. No dejes que nada perturbe tu paz, te entristezca o te deprima. Sonríe siempre, pase lo que pase, porque Dios te ama y cuida de ti. El apóstol san Pablo nos dice: «Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! Que todos los conozcan a ustedes como personas bondadosas. El Señor está cerca. No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús». (Filipenses 4: 4-7) Cuando me olvido momentáneamente de que todo lo que sucede es para nuestro bien, aún lo que nos hace sufrir, repito mentalmente las palabras de San Pablo: «Que la esperanza os tenga alegres, estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.» (Romanos 12:12) La esperanza de poder estar con Cristo algún día me proporciona gozo espiritual, el cual me ayuda a mantenerme firme en la tribulación por medio de la oración.
No temas a los sufrimientos. Cuando me diagnosticaron el cáncer y leí sobre las posibles complicaciones y lo dolorosas que podrían ser en las últimas etapas de mi enfermedad, sentí un gran temor. No temía a la muerte, sino a los sufrimientos que podrían acompañarla. Sin embargo, el Señor me llevó a leer una cita bíblica que me tranquilizó y me recordó que Él estará conmigo hasta el final, y nada me sucederá que con la ayuda de su gracia no pueda enfrentar. A través del Salmo 40, «Oración de un enfermo», Dios me habló: «El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad».
Dios no me ha defraudado
Además Dios nos promete: «…Los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas, podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.» (Isaías 40: 31) Y Jesús mismo nos dijo: «No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí… Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo.» (Juan 14:1, 27) Por último, si unes tus sufrimientos a los de Cristo, aceptándolos por amor a Dios y ofreciéndoselos a Él, verás sus frutos en la eternidad.
Probablemente el tener que enfrentarte a tu enfermedad y la posibilidad de morir debido a ella, ya te han enseñado el valor tan grande que tiene la vida, regalo de Dios. Atesórala, disfrútala en todo lo posible, diles a tus seres queridos cuánto los amas. Vive cada día como si fuera el último, porque no sabes cuándo será el día ni la hora. Utiliza sabiamente ese valioso tiempo de vida que te queda, que es un regalo que Dios te ha dado, para que te prepares para vivir con El para siempre. Trata de acercarte más a El cada día por medio de la oración, la meditación y los sacramentos (si eres católico). Alguien le preguntó a Santa Ángela de Merici, la fundadora de las Hermanas Ursulinas, qué consejo le daba para comportarse debidamente. Ella le contestó : «Compórtese cada día como usted deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios.»
No temas a la muerte, el mismo Dios que te ama y cuida de ti, te recibirá en sus amorosos brazos, donde estarás por toda la eternidad. Dile al Señor de todo corazón : «Yo, Señor, confío en ti; yo te he dicho: Œ¡Tú eres mi Dios!, mi vida está en tus manos.» (Salmo 31: 14)
Que Dios te bendiga y aumente tu fe, tu paciencia y tu fortaleza para enfrentar tus sufrimientos.
Tipos de relaciones sexuales
El matrimonio (como el ser humano) cuanto mayor, menos energía necesita para vivir.
1. Tipo I, animal:
- Instinto: sí, reproducción
- Erotismo: época de celo
- Amor:
- Observaciones: en primavera2. Tipo II, extra-matrimonial:
- Instinto: sí
- Erotismo: sí
- Amor: su fin
- Observaciones: excitación3. Tipo III, relación sexual matrimonial o de amor:
- Instinto: sí, subordinado a educación
- Erotismo: sí, para excitación
- Amor: su fin
- Observaciones: en intimidad matrimonial, enseñanza
La relación tipo II no deja a ningún saldo positivo ni para el matrimonio porque no está en intimidad matrimonial ni para la esposa porque no llega al orgasmo, solo es gratificante para el hombre que obtiene satisfacción en una manifestación instintiva egoísta.
Los esposos deben esmerarse en lograr la verdadera relación sexual matrimonial para lo cual deben ser educados para tener los conocimientos necesarios y poder vivir la verdeara felicidad matrimonial (Ver intimidad matrimonial, relaciones sexuales matrimoniales)
Para ser mas explícito el cuadro anterior muestra las tres clases de relaciones sexuales:
TIPO I: animal o instintiva, genéticamente heredada. Perpetua la especie, simple intercambio corporal. En vejez se agota.
TIPO II: extra-matrimonial o erótica: es un fin, lograr satisfacción.
TIPO III: relación sexual matrimonial o de amor; exclusiva del ser humano, es un medio para demostrar y generar amor y solo en intimidad matrimonial. Debe ser enseñada en cursos programados. INDISPENSABLE PARA LA FELICIDAD MATRIMONIAL SIN ELLA EL MATRIMONIO NO PODRÍA EXISTIR. En vejez se agota la relación física; pero persiste vigente la intimidad matrimonial.
SIN ESTE TIPO DE RELACIÓN LA FORMA CASI UNIVERSAL DE ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA ESPECIE HUMANA, EL MATRIMONIO, NO PODRÍA SUBSISTIR.
Pero lo más importante, lo mas sutil y difícil de lograr pero también lo más evolucionado y exclusivo del matrimonio es la intimidad psicológica (ver orgasmo.)
Los esposos, viviendo relaciones sexuales matrimoniales, próximos al orgasmo, se miran profundamente a los ojos, no encuentran ya más estimulación para demostrar su máxima entrega ayudados por la estimulación sexual recurren a la PALABRA que en esa circunstancia no es más que de amor, cariño, elogio, agradecimiento elevándose así de la intimidad física a la psicológica. Momento exclusivo del matrimonio y en intimidad matrimonial evolucionada. Lo físico, lo genital se hace secundario, progresa solo y los esposos se confunden en el abrazo del amor conyugal; ya no se poseen porque forman un solo ser: ESE ES EL MOMENTO QUE DEBEN SABER LOGRAR Y RECORDARLO, COMENTARLO PARA QUE DEJE UN ESTADO PSICOLÓGICO ESPECIAL PROPIO QUE SE REFLEJARA EN FELICIDAD.
Momento que se alcanza con la evolución de la intimidad matrimonial, el perfeccionamiento del acto sexual (principal responsable el esposo) con todos los requisitos necesarios y la preparación psicológica. NO HACE FALTA ACLARAR QUE TODO ESTO CORRESPONDE A UN MATRIMONIO JOVEN Y NORMAL. Este nivel psicológico se alcanzará después del perfeccionamiento físico (ver: intimidad matrimonial).
Alcanzado el perfeccionamiento físico (la esposa logra el orgasmo) los esposos notarán que para lograr el nivel psicológico hace falta un estímulo más: la palabra. Mientras la fisiología humana cumple con su ciclo (importantísimo y hasta llegar al orgasmo físico) la psiquis entrenada y evolucionada del matrimonio logra su estado psicológico que tiene tanta fuerza, tanta trascendencia que siempre se querrá alcanzar por la gran carga afectiva que posee y sus múltiples consecuencias todas muy positivas y agradables para el matrimonio. Es de recalcar que con este nivel de conciencia el «efecto orgasmo» es más intenso y sus efectos más prolongados que el simple orgasmo físico. Por dos o tres días sus efectos están presentes. Seria muy interesante hacer una estadística a gran escala. Es necesario esmerarse en enseñarlo a lograrlo ya que sus beneficios justifican las dificultades por lograrlo. ESTE MOMENTO ÚNICO PRIVATIVO DEL MATRIMONIO EN INTIMIDAD MATRIMONIAL CON RELACIONES SEXUALES NORMALES QUE AYUDARON A LOGRAR EL NIVEL DE CONCIENCIA ES LA MÁXIMA FUERZA QUE UNE LOS ESPOSOS.
No se lo puede describir más en sus detalles porque al ser privativo de cada matrimonio jamás será igual, aún en el mismo matrimonio, ahí está su originalidad e infinitas modalidades que lo hacen PERSONAL; UNA VECES CON MAS FUERZA AFECTIVA, OTRA VECES CON MENOS PERO NINGUNA OTRA DEMOSTRACIÓN DE AMOR MATRIMONIAL ES TAN IMPORTANTE, TAN TRASCENDENTE NI TAN AUNANTE. Los mismo esposos interrogados declaran que no todas sus intimidades matrimoniales y relaciones tienen, como es lógico, el mismo efecto ni la misma trascendencia aunque el nivel físico fuera el mismo; lo que ha variado es la vertiente psicológica más exigente de atención y de afecto que lo reflejo y mecánico del orgasmo fisiológico. Con la simple masturbación se logran orgasmos físicos que distan mucho del psicológico donde los esposos se concentran en la máxima mutua entrega con la sola intención de agradarse mutuamente (de pleno amor) y en un momento el organismo dice «basta» al llegar al acmé y orgasmo de efímera duración; pero la psiquis lo puede prolongar en el recuerdo con todo lo positivo que ello significa.
El esposo no debe pensar en su estimulación para lograr su acmé (como muestran los videos y películas porque muestran relaciones extra-amtrimoniales) sino ocuparse de la esposa y más cuando se llega al nivel de conciencia.
La propia fisiología conducirá, sin intervenir la atención desencadenando el reflejo a la eyaculación y tan es así que en su acmé escapa al control de la voluntad.
Cuando él sea capaz de contener su excitación, prolongar la estimulación de su esposa para que lo alcance en su nivel orgásmico en ese momento se ingresa en el nivel psicológico, de atención, pensando y diciendo lo que esa circunstancia le inspira tanto a él como a ella y así evadidos de la realidad en máxima unión física y de sus interioridades agregando la palabra de amor y cariño (el sentido que falta que esté presente)completan la unión y ella y él serán ESPOSOS.
Para completar la idea: ¿qué mantiene unidos y muy enamorados esposos de 80 o mas años más que el vivo recuerdo de su intimidad a nivel psicológico?
A pesar de las limitaciones intelectuales propias de la edad lo que les queda de estimulación psicológica alcanza para mantener matrimonio de 40 o 50 años de vida conyugal.
EL MATRIMONIO, COMO EL SER HUMANO, CUANTO MAYOR MENOS ENERGÍA NECESITA PARA VIVIR.
San Pantaleón, el médico romano que atendía gratis a los necesitados
Era médico en el entorno del emperador, pero curaba también gratis a los pobres. La envidia hizo que lo condenarán por cristiano San Pantaleón era pagano, hijo del senador romano Eustorgio y una mujer cristiana llamada Eucuba que tenía dificultad para que su hijo se convirtiera. De hecho, falleció sin ver a su hijo bautizado, pero más adelante Pantaleón se convirtió y llegó a ser mártir.’Su padre le animó a estudiar medicina con Eufrosino, el médico del emperador Maximiliano. Gracias a la posición política, pudo hacerlo y trabajar en el entorno del emperador. En ese mismo ambiente Pantaleón entró en contacto con el sacerdote Hermolao. Este le dijo que podría curar los cuerpos pero había alguien, Jesucristo, que curaba el cuerpo y el alma y era el único que podía hacerlo. Pantaleón comprobó que había curaciones que no habían salido de sus manos y esto le hizo acercarse a la fe cristiana y pedir ser bautizado.
Un profundo cambio
Desde entonces, Pantaleón atendía a muchas personas de clases inferiores de forma gratuita, hasta el punto de que le llamaban médico anargirós (sin plata, gratis). Entre los más cercanos al emperador había quienes tenían envidia de Pantaleón. El hecho de ser cristiano, entonces, se convirtió en la excusa para acusarlo ante Galerio Maximiano y librarse de él. Pantaleón fue detenido en Nicomedia (hoy Izmit, en la actual Turquía). Fue encarcelado y posteriormente llevado a la plaza pública. Allí, a la vista de todos, lo despedazaron con garfios de hierro. No contentos con esta tortura, fue decapitado. Era el 27 de julio del año 305. También murieron el sacerdote Hermolao y otros dos cristianos, Hermipo y Hermócrates. Los cristianos de la ciudad recogieron su cuerpo y su sangre, al modo como se solía hacer con los mártires. Lo enterraron en el campo de un profesor llamado Adamantino.
Su devoción se extendió rápidamente tanto en Oriente como en Occidente. La fiesta de san Pantaleón se celebra el 27 de julio. Licuefacción de su sangre
En cuanto a este santo, existe un hecho sorprendente: la licuefacción de su sangre.
La sangre se conserva en una ampolla en la catedral de Ravello, en la Costa Amalfitana (Italia). La llevaron allí unos mercaderes desde Estambul, en el primer milenio.
En esa ampolla con la sangre los historiadores constatan, desde hace siglos, que se produce el fenómeno de la licuefacción.
De aquella ampolla se extrajo un pequeña porción de sangre para el papa Pablo V. Este la regaló a la condesa de Miranda, que tenía una hija en el monasterio de Monjas Agustinas Recoletas de Madrid. La condesa donó a ese convento la reliquia en 1616. Es el conocido monasterio de la Encarnación.
Todo el año se puede visitar la capilla-relicario del Monasterio, donde está la ampolla y otra reliquia: un trozo de hueso de san Pantaleón.
La víspera de san Pantaleón se expone la ampolla con la sangre junto al altar de la iglesia y todos pueden ver que está licuada.
Esta licuefacción hace que el contenido cambie de color a lo largo de dos meses y luego vuelva al color anterior. Del mismo modo, pasa de sólido a líquido y de nuevo a sólido.
Te puede interesar: El prodigioso fenómeno de la licuación de la sangre de san Pantaleón
Oración Oh, bendito y bienaventurado san Pantaleón, mártir por amor a Dios y médico por amor al prójimo, que hiciste tanto bien cuando estabas en la tierra sanando enfermedades y padecimientos a quien a ti llegaba y solicitaba tu ayuda, hoy invoco con fe y esperanza tu glorioso nombre pues sé que Dios te concedió el don de ser nuestro valioso y poderoso mediador, y a través de ti, desde las Alturas, concede numerosos milagros y obra maravillas en favor de los enfermos. Buen san Pantaleón, aclamado por los muchos milagros que obraste, tú que eres poderoso protector de los enfermos y benéfico patrón de los médicos, ruega por la sanación total de (…) que ahora está tan necesitado-a de salud, bendice las manos de sus médicos y haz que sean efectivas las medicinas que le administran, que no carezca de los mejores cuidados aleja de (…) los dolores y sufrimientos, dale ánimo, energía y esperanza para que no decaiga y crea en su curación. San Pantaleón, por tus méritos, por tu gran corazón y generosidad te ruego hagas llegar mis peticiones a Dios y consigas sean escuchadas cuanto antes. Así sea.
Oh Dios Omnipotente: Tú que nos das salud y eres nuestra fortaleza. No nos desampares en esta ocasión, no apartes tu mirada de este siervo tuyo que te necesita, no dejes que la enfermedad agote más su cuerpo y por la intercesión del milagroso médico Pantaleón, conforta el cuerpo y el alma de (…) que ahora está padeciendo una dura enfermedad. Padre Todopoderoso que con amor nos cuidas, envía tu poder curativo para que (…) recobre la salud. Señor, por la intercesión del joven san Pantaleón, que por defender tu honor y no abandonar su fe cayó bajo los crueles golpes de sus perseguidores, te pedimos ayudes a (…) para que en breve recupere su vitalidad y salga de su cuerpo toda enfermedad, para que pueda alabarte y bendecirte por los siglos de los siglos.Te lo pedimos por tu Hijo Jesús, que es la salud y Luz del mundo. Así sea. Rezar tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria. Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.