Santa Matilde, el ruiseñor de Dios

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Conoce la preciosa historia de una famosa religiosa medieval con dones místicos y un cálido afecto a Jesús

Matilde de Hackeborn fue una mujer fuerte que tuvo la gracia de alumbrar una época de gran fecundidad para la vida monacal alemana a inicios del siglo XIII.

Nació en una familia noble en 1241 o en 1242, en la fortaleza de Helfta, Sajonia. Su hermana Gertrudis estaba ya en el convento cisterciense de Rodersdorf.

Un día cuando Matilde fue a visitarla, a la edad de 7 años, seenamoró de la vida conventual e ingresó como estudiante en 1248, dejando a un lado los beneficios de haber nacido en un castillo y tener un título nobiliario.

Con siete años de vida, Matilde acumulaba la experiencia de haber sobrevivido a la muerte poco después de nacer y con la profecía del sacerdote que la bautizó, quien entrevió que sería una gran santa, asegurando a sus padres que Dios obraría a través de ella numerosos prodigios.

Por eso, desde muy pequeña, su hermana Gertrudis (que era la abadesa del convento) la formó espiritual e intelectualmente.

Agraciada con muchos dones… también místicos

De este modo Matilde pudo multiplicar los talentos que Dios le había regalado: una gran inteligencia y una bellísima voz por la que fue denominada «ruiseñor de Dios».

Desde niña tuvo grandes dones místicos que guardó en su corazón hasta que cumplió los quince años.

Orientada por su hermana, se convirtió en una gran formadora que tuvo a su cargo a las vocaciones.

De hecho, le confiaron a Gertrudis la Grande, cuando llegó al convento a la edad de 5 años. Y es que Matilde era una ejemplar maestra y modelo de novicias y profesas.

Enfermedad y sufrimiento

Ella, al igual que Gertrudis, la grande, vivió en carne propia la experiencia del sufrimiento ocasionado por largas y dolorosas enfermedades que fueron persistentes.

Su frágil condición fue escenario para que Dios obrara en su vida y diera grandes frutos espirituales.

Algunas de estas experiencias se las confío a sus religiosas. Una de ellas fue su discípula Gertrudis, quien se ocupó de recopilarlas en el “Libro de la gracia especial”, junto a otra hermana de comunidad.

En este, aparte de sus revelaciones místicas, se revela la importancia que tuvo la liturgia en su itinerario espiritual.

Caridad ardiente

Matilde fue una mujer obediente, humilde y piadosa, de gran espíritu penitencial, ardiente caridad.

Tuvo gran devoción a María y al Sagrado Corazón de Jesús con el que mantuvo místicos coloquios.

Supo llegar al corazón de las personas que pusieron bajo su responsabilidad y las llevó con gran amor a Cristo.

Cuando le rogaba a la Virgen que no le faltara su asistencia en el momento de la muerte, Ella le pidió que rezase diariamente tres avemarías «conmemorando, en la primera, el poder recibido del Padre Eterno; en la segunda, la sabiduría con que me adornó el Hijo; y, en la tercera, el amor de que me colmó el Espíritu Santo».

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María la invitó a meditar en los misterios de la vida de Cristo: 

“Si deseas la verdadera santidad, está cerca de mi Hijo; él es la santidad misma que santifica todas las cosas”.

Libro de las gracias especiales

Eucaristía, Evangelio y oración

Durante la última y difícil etapa de su vida, ocho años llenos de sufrimiento, mostró la hondura de su unión con Cristo, a cuya Pasión unía sus dolores por la conversión de los pecadores.

La Eucaristía, el Evangelio y una vida de oración forjaron su espíritu disponiéndola al encuentro con Dios:

“Las palabras del Evangelio eran para ella un alimento maravilloso y suscitaban en su corazón sentimientos de tanta dulzura, que muchas veces por el entusiasmo no podía terminar su lectura… El modo como leía esas palabras era tan ferviente, que suscitaba devoción en todos. De igual modo, cuando cantaba en el coro estaba totalmente absorta en Dios, embargada por tal ardor que a veces manifestaba sus sentimientos mediante gestos… Otras veces, como en éxtasis, no oía a quienes la llamaban o la movían, y de mal grado retomaba el sentido de las cosas exteriores”.

Libro de las gracias especiales

En una de sus visiones, es Jesús mismo quien le recomienda el Evangelio; abriéndole la llaga de su dulcísimo Corazón, le dice:

“Considera qué inmenso es mi amor: si quieres conocerlo bien, en ningún lugar lo encontrarás expresado más claramente que en el Evangelio. Nadie ha oído jamás expresar sentimientos más fuertes y más tiernos que estos: Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros(Jn 15, 9)”.

Libro de las gracias especiales

Matilde murió el 19 de noviembre de 1299 con fama de santidad. Su fiesta se celebra el 19 de noviembre.

Casa de oración

Santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48. Viernes XXXIII del Tiempo Ordinario

 En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Cada instante de esta vida es un don. Hoy tengo éste entre las manos. Quiero vivirlo con todo mi ser. Gracias por este regalo, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La casa del Señor era casa de oración. Mi casa, ¿es casa de oración también? Podría examinar, ¿con qué actitud se vive en mi casa?, ¿con qué actitud vivo yo?, ¿con una actitud de búsqueda de Dios?, ¿con una actitud de vivir en la verdad?, ¿con una actitud de honestidad?, ¿qué valores transmito en mi casa?, ¿qué transmite mi persona?, ¿qué dirección lleva mi vida?, ¿cuáles son las intenciones de mi corazón?

Orar es vivir en unión con Dios. Él es la verdad, la caridad, la bondad, la belleza. Uno puede unirse a Dios por medio de las palabras, de los pensamientos, de las acciones. Sin embargo, la oración más completa, la unión más completa, es la que se hace con toda la vida, con todo mi ser. Y mi ser comienza por manifestarse a través de mis intenciones. Toda verdadera intención madura en una acción.

Te pido la gracia, Señor, de tener un corazón lleno de buenas y verdaderas intenciones, con intenciones grandes, con intenciones altas, con intenciones que vayan siempre buscándote a ti. Y así comenzará mi casa a ser también una casa de oración.

«Los jefes del templo, los jefes de los sacerdotes y los escribas había cambiado un poco las cosas. Habían entrado en un proceso de degradación y habían convertido en impuro al templo, habían ensuciado el templo. Esto tiene algo que decir también a los cristianos de hoy, porque el templo es un icono de la Iglesia. La Iglesia siempre —¡siempre!— experimentará la tentación de la mundanidad y la tentación de un poder que no es el poder que Jesucristo quiere para ella. Jesús no dice: “No, esto no se hace, hacedlo fuera”; sino “vosotros habéis hecho aquí una cueva de ladrones”. Cuando la Iglesia entra en este proceso de degradación el final es muy feo. ¡Muy feo!».

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezaré un Viacrucis para unirme y encontrarme con Cristo en su pasión, buscando aplicar lo meditado en mi corazón.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Recupera lo que te ha sido robado

Dios es tu aliado, Él te respaldará y peleará por ti si permaneces junto a Él y le pides ayuda

En el libro de Jim Cymbala, Fresh Faith, una de mis últimas lecturas, me pareció trascendente una reflexión sobre la manera en que el enemigo de Dios opera en contra nuestra y de todo aquello que Dios tiene para nosotros.

A Satanás no le interesa quitarnos nuestro dinero, otras posesiones, diversión, proyectos profesionales, fama, etc. De hecho, le conviene ofrecernos todo esto para atraernos y mantenernos ocupados, alejados de los propósitos eternos de nuestro Creador. Dios es omnipotente, omnipresente y omnisciente. El diablo tiene poder limitado, no puede estar en todos los lugares a la vez ni lo sabe todo, por ejemplo, no puede leer nuestro pensamiento. Él se basa en nuestras reacciones y debilidades para atacarnos y someternos. Su arma favorita es la seducción.

El propósito de Dios es darnos vida, y vida en abundancia; sanarnos; apartarnos del pecado y de la muerte; darnos sus bendiciones; cumplir su proyecto en nosotros; en una palabra: santificarnos. El propósito de Satanás es destruir todo eso, y su meta específica es robar, matar y destruir. Es importante notar que primero “roba”. Pero ¿qué es aquello que nos roba?10:44

Él quiere robarnos principalmente lo más valioso de nuestra vida: la fe en Dios. Asimismo, quiere robarnos el gozo, la paz, la salvación; quiere robarnos el futuro de nuestros hijos, el vínculo de nuestro matrimonio, el amor en nuestro corazón, la armonía con nuestros semejantes, nuestro llamado en el Reino de Dios, nuestro ministerio, nuestro crecimiento espiritual y nuestra consagración.

Una vez que lo ha logrado, entramos en un desequilibrio emocional, mental y físico, de modo que la muerte espiritual se apodera de nosotros, obedecemos a la carne y cometemos toda clase de pecados. Entonces, si no nos arrepentimos y nos volvemos a Dios en busca de su rescate, comienza la destrucción final: divorcio, hijos en y malos pasos, enfermedad, enemistad con familiares y amigos, aislamiento, desórdenes mentales y una vida completamente miserable, sin esperanza.

Si tu matrimonio está en crisis, si tus hijos se han vuelto imposibles, si en tu familia hay pleitos y divisiones, si tus emociones, reacciones y acciones están fuera de los límites normales, si sientes que el mundo se ha vuelto contra ti y todo se ha salido de control, detente. Haz una pausa, tómalo en serio y date cuenta de que el enemigo ya te ha robado muchas cosas. Alguien tiene que poner un alto, y ese (a) eres tú. Pelea la buena batalla de la fe y levántate en oración contra el maligno.

Dios es tu aliado, Él te respaldará y peleará por ti si permaneces junto a Él y le pides ayuda. Ríndete a él, renuncia a tu carne y sigue al Espíritu. Dios te hará recuperar todo lo que Satanás te ha robado y ha empezado a matar. No permitas que destruya ningún área de tu vida. Tu vida le pertenece a quien te creó. Es la fe lo único que Él te pide: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). El enemigo lo sabe, por eso ha intentado matar tu fe. Levántate y lucha con todo tu corazón, de rodillas, Dios te devolverá la paz, el gozo, tu familia, tu matrimonio, tu ministerio, y mucho, mucho más.

Obispos de EEUU aprueban documento sobre Eucaristía

La Conferencia Episcopal de Estados Unidos aprobó el texto «Misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia».

Tras más de un año de intensos debates, los obispos de Estados Unidos, reunidos en asamblea plenaria en Baltimore (por primera vez desde que comenzara la pandemia), aprobaron ayer, 17 de noviembre, un texto que sintetiza y relanza el magisterio católico sobre la Comunión, pero que no menciona la cuestión del aborto ni la prohibición de que los llamados políticos proabortistas accedan al Sacramento, como ya habían anunciado el pasado mes de junio.

Una amplia mayoría

«El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia» es el título del documento -el primero de este tipo aprobado en quince años- que reunió 222 votos a favor, 8 en contra y 3 abstenciones. Una amplia mayoría que muestra un cambio de ritmo en el seno del episcopado, cuya asamblea del pasado mes de junio había registrado no pocas polémicas sobre la oportunidad misma de elaborar dicho documento.12:18

El documento pretendía originalmente contener directrices para conceder o negar la comunión a los políticos que se declaran católicos pero apoyan la legislación a favor del aborto o lo que algunos prelados han llamado «heridas» en el cuerpo de la Iglesia, como la eutanasia y las uniones entre personas del mismo sexo. La cuestión corría el riesgo de crear fuertes divisiones en el seno de la Usccb, hasta el punto de que la propia Santa Sede, a través de una carta del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Ladaria, expresó su preocupación, llamando al diálogo y a la escucha.

Escucha y diálogo

Y fue precisamente el diálogo y la escucha lo que pidió el nuncio en Estados Unidos, monseñor Cristophe Pierre, en un discurso muy apreciado en la apertura de la sesión plenaria en el hotel Marriott Waterfront, en el que la palabra «escuchar» apareció 17 veces. El propio Pierre invitó a los obispos a «no tratar la Eucaristía como algo que se ofrece a unos pocos privilegiados». Además del nuncio, muchos cardenales y obispos han expresado en los últimos meses el temor de que el Sacramento que conmemora el sacrificio de Cristo pueda ser utilizado como arma para avanzar en las batallas políticas.

Ninguna mención a la cuestión del aborto

Tras varias peticiones de enmiendas por parte de algunos obispos, principalmente sobre correcciones lingüísticas, finalmente los obispos se pusieron casi todos de acuerdo (aunque siguen existiendo opiniones encontradas) en dar su aprobación al texto de unas 26 páginas redactado por un comité doctrinal. No se menciona la prohibición de la comunión para los políticos católicos, ni se menciona explícitamente el aborto. Sin embargo, subraya la «especial responsabilidad» de las personalidades públicas de fe católica de conformar sus posiciones «a la fe y la moral de la Iglesia» y de reconocer y promover la vida del no nacido. «Recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo mientras se está en estado de pecado mortal representa una contradicción», se lee en un punto del documento, que recuerda las cartas de San Pablo, el magisterio de los Pontífices y documentos anteriores de la conferencia episcopal estadounidense. «La persona que, por su propia acción, ha roto la comunión con Cristo y su Iglesia, pero recibe el bendito Sacramento, actúa de forma inconsistente, reclamando y rechazando la Comunión al mismo tiempo. Es, por tanto, un sinsentido que expresa una comunión que de hecho se ha roto».

Apoyar la vida y la dignidad humana

A cada obispo se le confía, por tanto, la tarea de «remediar las situaciones que implican acciones públicas contrarias a la comunión visible de la Iglesia y a la ley moral».  Mientras que a todos los cristianos se les insta a «servir a la familia humana defendiendo la vida y la dignidad» de todos los grupos vulnerables: «el niño no nacido, los migrantes y los refugiados, las víctimas de la injusticia racial, los enfermos y los ancianos».

Renovación eucarística 

El documento también reafirma el significado de la Eucaristía, tal como fue instituida por Cristo, como presencia real del Señor. Se trata de una respuesta a la disminución de la comprensión del sacramento por parte de muchos católicos en Estados Unidos y al impacto de la pandemia en la práctica religiosa. El proyecto, propuesto en junio por monseñor Andrew Cozzens, obispo de la Arquidiócesis de Saint Paul, y confirmado en esta sesión de otoño del «Eucharist Revival», una iniciativa de tres años dedicada al renacimiento eucarístico, va en esta dirección. Un recorrido marcado por propuestas educativas y pastorales, una nueva página web y el envío de un equipo de 50 sacerdotes a los 50 estados para predicar la importancia de la Eucaristía. La campaña culminará con un Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis en junio de 2024.

Revisión de la «Carta de Dallas»

La Eucaristía no fue el único tema del orden del día de la reunión de los obispos. La gran mayoría de los votos a favor (230 frente a 5 en contra) se concentró también en la propuesta de revisión de la famosa «Carta de Dallas», el documento para la protección de los jóvenes y los niños adoptada en 2002 por la Iglesia estadounidense de la ciudad texana tras la explosión de los escándalos de pederastia entre el clero. Casi 20 años después, los obispos estadounidenses coinciden en que es necesario actualizar el texto para introducir los distintos cambios en la gestión de los casos de abusos que ha señalado el Papa Francisco en los últimos años.

Ocupación contra preocupación

Estar ocupados es la panacea contra las preocupaciones que nos aquejan a diario y la fuente segura de nuestros éxitos

«La ocupación desplaza a la preocupación, y los problemas al enfrentarlos desaparecen». Esta frase, atribuida al exitoso empresario Carlos Slim, posee una sabiduría aplastante y un realismo más que probado. Seguramente que puesto en práctica por todo viandante, las crisis se acabarían, o por lo menos se reducirían notablemente.

Y es que esto de tener problemas es casi parte de la esencia humana, quién sabe por qué razón. Pero es un hecho del que nadie se salva.

Pero decíamos que los problemas, enfrentados por la ocupación –como dice Slim- tienen que desaparecer. Y así, este enfrentamiento nos tiene que llevar a tener tres actitudes fundamentales para nuestro crecimiento humano. Aquí van.

Fortalecimiento

La imagen de una planta o de un arbolito es magnífica. Si se quiere una planta fuerte, recia, que aguante cualquier viento, plaga, etcétera hay que darle un cuidado muchas veces desagradable. Es decir, la mayoría del mundo racional sabemos que una planta rodeada de una capa de estiércol, a pesar de verse horrible y apestar a lo peor, es señal de que se está fortaleciendo. Sabemos que no siempre estará así y que está en proceso un crecimiento exitoso.

Salvando las distancias, podemos decir que nos pasa como esas plantas, los problemas nos hacen ver como personas desagradables, que apestan –con perdón-, pero si somos maduros y aceptamos esa realidad, enfrentando los problemas de manera práctica, eso será solo el inicio de nuestro triunfo. Porque los problemas nos deben hacer fuertes, y de ellos debemos sacar éxitos, como la planta saca lo mejor del estiércol que la abriga.

Aprender de los fracasos

La segunda actitud es la de aprender de los fracasos. Seamos realistas: nadie nace perfecto, ni morirá así. Tal vez muera perfeccionado. Pero sólo somos un manojo de ignorancia e inexperiencia. Imperfectos, a fin de cuentas, y esa es la causa de muchos de nuestros fracasos. Un ejemplo de ello lo podemos ver en el mundo empresarial. Sydney Finkelstein, es profesor de la Escuela de Negocios Tuck, de la Universidad de Dartmouth.

Este buen hombre, identificó y estudió los casos más destacados de derrotas y quiebras empresariales que plasmó en su libro de 2004 Why smart executives fail. Según él, seis aspectos hacen que un directivo fracase y, con él, su empresa: se aferra a una visión incorrecta de la realidad, decide no hacerle frente a la innovación y al cambio, ejecuta brillantemente una estrategia equivocada, confía demasiado en la propuesta de su empresa, interpreta mal a la competencia, y hace caso omiso de información vital.

Sin entrar en un análisis de estos seis aspectos, podemos decir que en general esas cosas vienen porque el dirigente es imperfecto. Pero es necesario, incluso muy lógico que sucedan estos chascos, precisamente porque no somos omniscientes ni perfectos, como dijimos más arriba. Y porque es deber en la vida el aprender, y aprender de los errores. Echando a perder se aprende, digamos en lenguaje popular…

El éxito: un estímulo callado

Quienes saben de montañas y las han escalado, saben lo que significa subir la primera etapa y dejar atrás una larga y riesgosa subida. Sin embargo, la satisfacción de haber superado esa prueba es motivación y no ocasión de vanagloria. Motivación porque son conscientes de que es más lo que les falta por lograr que lo que han recorrido. Un éxito debe ser una motivación para seguir adelante. Debe ser un estímulo callado, no un motivo para regodearse en su loable triunfo. De este modo, la lucha por conseguir nuestros ideales se vuelve un trabajo de crecimiento como seres humanos. Y como dijimos antes, crecer para ser mejores y no para fanfarronear. De manera que la fuente de nuestros problemas se convierte en algo positivo por el hecho de vivir en clave de trabajo.

Quien de verdad sabe que el éxito es un logro arropado de muchos sacrificios y precedido de una larga cola de luchas y caídas, sabe que la humildad es una herramienta indispensable. ¿Qué éxito pretende alcanzar quien al primer fracaso se emberrincha y deja todo de lado? ¿Qué éxito tendrá quien a la primera humillación deja de lado los grandes ideales con que empezó algún proyecto?

La ocupación desplaza a la preocupación, y los problemas al enfrentarlos desaparecen. Qué sabio es eso de vivir sin ociosidad y trabajando por nuestros ideales. Estar ocupados es la panacea contra las preocupaciones que nos aquejan a diario y la fuente segura de nuestros éxitos.

La segunda venida de Jesús

Los cristianos no podemos leer la historia como un asunto de catástrofes y tragedias, como los sectarios milenaristas.

El último día

La cuestión sobre el final es un asunto serio y de verdadera dedicación teológica para poder comprender, al menos un poco, lo que este hecho significa. El último día, como le llama el evangelio de Juan (cfr. Jn 6,39-40.44.54; 11,24), o el final del mundo como le llaman los documentos conciliares (cfr. LG 48). Comporta, en efecto, la resurrección de los muertos, y esto está directamente asociado a la Parusía de Cristo. Así lo testifica el apóstol cuando sostiene: “El Señor mismo, a la orden dada por la voz del arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo, resucitarán en primer lugar” (I Tes 4,16). En este sentido, la comprensión de la venida del Señor es algo que Cristo mismo ha expuesto en su predicación, y un asunto serio que las primeras comunidades tuvieron muy claro y cuya espera está presente en las cartas de Pablo.

Ya pero todavía noEsto es la Biblia: Episodio 3 – Génesis Hombre y Si es verdad que en el último día el Señor nos resucitará, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Él, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte de Cristo (cfr. CatIC 1002), tal como sostiene la oración de bendición del agua bautismal, “sepultados con Cristo en su muerte, resucitemos con Él a la vida”, por la acción de Dios que lo ha resucitado a Él de entre los muertos (cfr. Col 2,12). Así pues, la vida que ahora disfrutamos en figura y como promesa de alcanzar un día, estamos seguros que ya la hemos comenzado a vivir como oferta. Ya estamos gustando las primicias de esta vida que deseamos alcanzar con toda su gloria y en su mayor esplendor en el día del Señor y por toda la eternidad.

La venida es inminente

“Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente” (CatIC 673), y es que, aunque a nosotros no nos toca conocer el tiempo ni el momento que ha fijado el Padre con su autoridad (cfr. Hc 1,7). Este evento escatológico se puede cumplir en cualquier momento, aun cuando dicho evento y la prueba final que le ha de preceder estén retenidos en las manos de Dios. Lo que sí es un hecho es que la venida del Mesías glorioso, es un momento que sucederá en la historia, porque las palabras del Señor no dejarán de cumplirse.

El Señor de una historia de Salvación

Los cristianos no podemos leer la historia como un asunto de catástrofes y tragedias, como los sectarios milenaristas. Nosotros leemos la historia con la conciencia que es una Historia de Salvación donde Dios es el Señor del tiempo y todo lo tiene con amor en sus manos. En una historia que desemboca en el amor, porque precisamente empezó por amor y es el amor el que la sostiene. Todo en esta historia habla de un Dios que es un amante apasionado que en todo muestra la grandeza de su amor. Así pues, hemos de esperar la llegada del Señor como los siervos que están cumpliendo la misión que el Señor les ha encargado.