John 21:15-19
Amigos, el Evangelio de hoy nos habla de un compromiso grande entre Jesús resucitado y Pedro. Pedro conoce su pecado: traicionó a Jesús tres veces. Pero Jesús lo lleva a través de un proceso de arrepentimiento y brinda la clave para la transformación. Tres veces Pedro negó al Señor, y tres veces Jesús le pide que reafirme su fe: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Noten que el cristianismo no es un conjunto de ideas, convicciones o principios. Es una relación con una persona. ¿Amas a Jesús? ¿Es Él tu amigo?
Cuando Simón dice que sí, Jesús lo pone a prueba: “Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas; apacienta mis ovejas”. La prueba del amor es la acción. ¿Estamos dispuestos a hacer lo que hizo Jesús? ¿Estamos dispuestos a misionar en su Nombre?
Luego escuchamos esa maravillosa frase de cierre: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. La prueba definitiva del discipulado es nuestra disposición a abandonar el ego propio y dejarnos llevar por un poder superior a nosotros mismos.
«La primera, la mirada de la elección, con el entusiasmo de seguir a Jesús; la segunda, la mirada del arrepentimiento en el momento del pecado tan grave de haber renegado a Jesús; la tercera es la mirada de la misión: “Pastorea mis ovejas”» (…) «Nosotros también podemos pensar: ¿cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión?». Estamos seguros de que «en el camino que Él ha hecho, todos estamos bajo la mirada de Jesús: Él siempre nos mira con amor, nos pide algo, nos perdona algo y nos da una misión». (Homilía Santa Marta, 22 de mayo de 2015)
Pascual Bailón, Santo
Memoria Litúrgica, 17 de mayo
Por: n/a | Fuente: Corazones.org
Religioso Franciscano
Martirologio Romano: En Villarreal, de la región de Valencia, en España, san Pascual Bailón, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, quien, mostrándose siempre diligente y benévolo hacia todos, honró constantemente con ardiente amor el misterio de la Santísima Eucaristía († 1592).
Fecha de beatificación: 29 de Octubre de 1618 por el Papa Pablo V
Fecha de canonización: 16 de Octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII
Breve Biografía
Hijo de humildes campesinos, Martin Bailón e Isabel Yubero, Pascual nació el 16 de mayo de 1540 en Torrehermosa, Aragón (España). El segundo de seis hermanos. Le llamaron Pascual porque nació en la vigilia de Pentecostés.
Desde los 7 hasta los 24 años trabajó como pastor de ovejas.
Tal era su amor a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecerle al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa.
Desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo. De vez en cuando se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos.
Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le oyeron gritar: «¡Ahí viene!, ¡allí está!». Cayó de rodillas. Había visto a Jesús venir en aquel momento. Se le apareció el Señor en varias ocasiones en forma de viril o de estrella luminosa.
Desde niño hacía duras penitencias, como andar descalzo por caminos pedregosos. Cuando alguna oveja pasaba al potrero del vecino, pagaba a este de su escaso salario por el pasto que la oveja se había comido.
Entra con los Franciscanos.
A los 24 años ingresó en el convento de los frailes menores (franciscanos) de Alvatera. Al principio no lo aceptaron por su poca instrucción. Apenas había aprendido a leer para rezar el pequeño oficio de la Santísima Virgen María que llevaba siempre mientras pastoreaba. Sus favoritas oraciones eran a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen.
Los franciscanos le asignaron oficios humildes. Fue portero, cocinero, mandadero y barrendero.
Su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística, de rodillas con los brazos en cruz. Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento. Continuaba su adoración tarde en la noche y por la madrugada estaba en la capilla antes que los demás.
Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, lo inspiraba el Espíritu Santo. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar. Al llegar a un pueblo iba primero a la iglesia y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.
En una ocasión, un hermano religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante una imagen de la Sma. Virgen y le decía diciéndole: «Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor». El religioso pudo ver que el santo rebosaba de alegría.
Pascual compuso bellas oraciones al Santísimo Sacramento. El Arzobispo San Luis de Rivera, al leerlas exclamó admirado: «Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes».
Le enviaron a París a entregar una carta al general de la orden. En camino defendió la Eucaristía frente a las herejías de un predicador calvinista, por lo que casi lo mata una turba Hugonotes. El se alegró por haber tenido el honor de sufrir por su fidelidad al Señor y no se quejó.
Aunque Pascual apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Tenía el don de ciencia infusa. Sus maestros se quedaban asombrados de la precisión con que respondía a las mas difíciles preguntas de teología.
Le dedicaron este verso: De ciencia infusa dotado,
«siendo lego sois Doctor,
Profeta y Predicador,
Teólogo consumado… «
Se destacó por su humildad y amor a los pobres y afligidos. Era famoso por sus milagros y su don para llevar las almas a Cristo. Martín Crespo relató como el santo le había librado de su determinación de vengarse de los asesinos de su padre. Habiendo escuchado el viernes santo el sermón sobre la pasión, sus amigos le exhortaban a perdonar. El se mantenía inmovible. Entonces Pascual lo tomó del brazo, lo llevó a un lado y le dijo: «Mi hijo, ¿No acabas de ver la representación de la pasión de Nuestro Señor?». «Entonces -escribe Martín- con una mirada que penetró mi alma me dijo: «Por el amor de Jesús Crucificado, mi hijo, perdónalos».
«Si, Padre», contesté, bajando mi cabeza y llorando. «Por el amor de Dios yo los perdono con todo mi corazón» Ya no me sentí la misma persona»
Cuando estaba moribundo oyó una campana y preguntó: «¿De qué se trata?». «Están en la elevación en la Santa Misa». «¡Ah que hermoso momento!», y quedó muerto en aquel preciso momento. Era el 15 de Mayo de 1592, el Domingo de Pentecostés. Villareal, España.
Durante su misa tenían el ataúd descubierto y en el momento de la doble elevación, los presentes vieron que abrió y cerró por dos veces sus ojos. Su cuerpo aun después de muerto, manifestó su amor a la Eucaristía. Eran tantos los que querían despedirse de el que lo tuvieron expuesto por tres días.
Intercedió en muchos milagros después de su muerte.
Declarado Patrono de los Congresos Eucarísticos y Asociaciones Eucarísticas por León XIII, es también patrono de los cocineros y del municipio de Obando (Filipinas).
ORACIÓN
Querido San Pascual:
consíguenos del buen Dios
un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía,
un fervor muy grande
en nuestras frecuentes visitas al Santísimo
y una grande estimación por la Santa Misa.
Amén.
Donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón
Santo Evangelio según San Juan 21, 15-19. Viernes VII de Pascua.
Por: Michael Vargas, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, enséñame a conocerte para poder amarte con pasión.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 21, 15-19
En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Pastorea mis ovejas». Por tercera vez le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras». Esto se lo dijo para indicarle con que género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: «Sígueme».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, es el momento para hacer una pausa y preguntarnos, ¿dónde está mi corazón? ¿Cuántas veces nos hemos hecho esta pregunta? Ninguna, muchas, o quizás no las suficientes. Lo curioso es que, en las respuestas que demos, conoceremos muchas cosas sobre nuestra vida, pues realmente donde esté eso que consideramos como un tesoro, allí también estará nuestro corazón y, con ello, nuestra vida, nuestra alegría, nuestras motivaciones, nuestra realización personal, en fin nuestra felicidad.
Lo sorprendente del Evangelio, en primer lugar, es comprender donde está fijado nuestro corazón y para ello debemos de prestar mucha atención, pues en la vida nadie ama verdaderamente aquello que no conoce; sí, es un hecho, nos puede resultar atractivo, podemos sentir alguna inclinación, pero realmente sentir amor hacia ello implica un paso más, por lo cual debemos entrar en oración y preguntarnos a nosotros mismos o mejor preguntarle a Jesucristo, Señor, ¿dónde está mi corazón? ¿Está en el lugar correcto? ¿O me estoy equivocando?
Es claro que ante este encuentro personal, no debemos de temer a las respuestas que puedan surgir, pues a pesar de que creamos que no amamos correctamente, a pesar de que cometamos errores, a pesar de nuestros pecados, Jesucristo siempre estará ahí para preguntarnos, realmente, ¿me amas? ¿Realmente me amas más que éstos?
«La medida del amor es amar sin medida…» (San Agustín).
«¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión? Sobre el camino que Él ha hecho estamos todos bajo la mirada de Jesús. Él mira siempre con amor. Nos pide algo y nos da una misión. Jesús viene al altar en la eucaristía: «Señor, Tú estás aquí, entre nosotros. Fija tu mirada sobre mí y dime qué debo hacer, cómo debo llorar mis errores, mis pecados; con qué valentía debo ir adelante en el camino que Tú has hecho primero». En este día nos hará bien releer este diálogo con el Señor y pensar «en la mirada de Jesús sobre mí»».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de mayo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré un momento durante el día para preguntarme, ¿dónde está mi corazón?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Pascual Bailón, el patrón de los Congresos Eucarísticos
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Dolors Massot – publicado el 16/05/22 – actualizado el 16/05/24
Un poco de la admirable vida de un fraile franciscano sencillo, amable y amante de la Eucaristía: conoce a san Pascual Bailón
Este sencillo santo, primero pastor y después fraile franciscano, amó tanto la Eucaristía que ahora es patrón de los Congresos Eucarísticos.
Nació en un pueblo de Aragón (España) un día de Pentecostés, el 16 de mayo de 1540, y se dedicó al pastoreo de ovejas hasta los 24 años, de ahí proviene su nombre Pascual. El Baylón (o Bailón) es realmente el apellido de su padre.
Desde pequeño fue tímido y algo retraído, pero eso le ayudó a moldear su espíritu contemplativo, pues desde niño quiso ser fraile.
Estando en el campo, miraba al campanario de su pueblo y adoraba al Santísimo a lo lejos, imaginando que lo veía cuando escuchaba la elevación.
En su oficio de pastor destacó por su honradez, responsabilidad y justicia, por eso siempre fue querido por todos.
Por su propia cuenta aprendió a leer y a escribir, por lo que podía anotar los desperfectos que hacían las ovejas que pasaban por los trigales -que evitaba para no dañarlos- y llevaba una hoz para ayudar a segar, para resarcir los daños, si no pagaba con su propio dinero.
Todos los días asistía a Misa.
Fraile franciscano
Tomó el hábito franciscano en Elche el 2 de febrero de 1564, y un año después profesó en Orito. Amó especialmente la Eucaristía y propagó el culto a Jesús Sacramentado. Tuvo una visión de Jesucristo en la Eucaristía.
Falleció a los 52 años, el 17 de mayo de 1592.
© Bocachete
Santo patrón
San Pascual Bailón es patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento. También es patrono de los cocineros.
Oración
¡Oh padre san Pascual Bailón,
que cuando eras un pequeño pastorcito
alababas a Dios con sacrificios y mortificaciones
y en el campo te arrodillabas cada día
con devoción para adorar desde la lejanía la Eucaristía.
Te pido que hoy mires mis sufrimientos y
que mediante tu santa y poderosa intercesión me puedas ayudar
en esta difícil situación que hoy atravieso
y me causa preocupación y ansiedad:
Escucha por favor mis súplicas sobre esta necesidad.
Tengo mucha fe en ti san Pascual Bailón, porque eres milagroso.