DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
LUCAS 10:38-42
El Evangelio de hoy, casi más que cualquier otro, ha inspirado protestas cuando tengo que predicarlo. “Obispo, yo creo que a Marta se la acusa injustamente”. Por siglos, esta historia ha sido interpretada como Marta representando la vida “activa” y María la vida “contemplativa”. Me gustaría enfatizar que la lectura de esta historia de Marta y María en términos de vida activa/contemplativa no es muy útil. Tenemos que ir un poco más profundo.
¿De qué se la reprende a Marta? “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas”. Es la calidad de una vida agitada, dividida, desenfocada, a lo que Jesús dirige la atención. ¿Y por qué se la elogia a María? No precisamente por ser ella “contemplativa”, sino porque ha elegido el unum necessarium (lo único necesario). Ella se ha sentado discretamente a los pies del Señor, no tanto para evitar el trabajo sino para encontrarse a sí misma, para comprender lo que esencialmente ella es.
Hay una cacofonía de voces llamándonos; hay miles de influencias tironeando para un lado u otro. ¿Cuál es la única cosa necesaria? Escuchar la voz de Jesús expresando Su amor diciéndote quién eres.
El Evangelio de este domingo es el maravilloso relato de Marta y María. Pero la Iglesia prepara esto de una manera realmente interesante, dándonos una primera lectura del libro del Génesis —la misteriosa historia de Abraham que es visitado por tres huéspedes. Las dos historias juntas nos muestran que el problema no es la hospitalidad, ni ser activos en oposición a ser contemplativos; sino, más bien, el problema es estar centrados en muchas cosas en vez de en la única necesaria, en la cual todo lo demás tiende a acomodarse en el lugar correcto.
Una aparición del Dios de Israel ante Abraham, es descrito como una teofanía – palabra que se compone de θεός (theós), que significa Dios, y φαίνω (phainō), aparecer. Y aun, así aparece con tres personajes. Conocen la gran representación pintada por Rublev, el artista ruso que nos regaló la TRINIDAD, como un especie de presagio de la Revelación Trinitaria del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y escuchen este detalle interesante.¨Al verlos¨, se refiere a Abraham ¨Se dirigió a ELLOS rápidamente desde la puerta de la tienda y postrado en tierra dijo ¨SEÑOR mío, si he hallado gracia a Tus Ojos te ruego¨. Dice entonces que se postró delante de ELLOS, el UNO y el TRES, que nosotros los cristianos reconocemos. Pero este es el punto que quiero representar. Una ves que él entiende que es una teofanía, una aparición de Dios ¿Qué hace? Bueno emprende con esa lluvia de hospitalidad. Así que les sirve él mismo y mata el ternero cebado y les prepara bebida y comida y luego les sirve él mismo. Y dirán por un lado, si, es una hermosa imagen de la hospitalidad del Medio Oriente. Lo que es interesante también, es que era una región bastante hostil, cuando un viajero llegaba a un asentamiento, éste podría ser un asunto de vida o muerte, habían estado cruzando el desierto. Así que demostraban una gran hospitalidad. Pero esta perfecta hospitalidad está sucediendo algo en sentido espiritual más profundo. Una vez que sabes que estás tratando con Dios, Él merece toda tu atención, tu vida sobre El, todos sus pensamientos, y mandamientos y todas tus acciones están focalizadas y centradas en El. Es la prioridad que se le da a Dios en la vida, es lo que tenemos que ver aquí la unicidad de
la atención de ABRAHAM, la claridad de su priorización, no hay competencia aquí, Abraham se dedica por entero, lo hace él mismo, se convierte en un servidor una vez que sabe que está en la presencia de Dios. No pierdes el tiempo con Dios, si colocas a Dios en tu vida.
ES LA PRIMERA COSA EN TU VIDA.
Es interesante como la Iglesia ofrece este relato. Pasamos ahora al conocido de Marta y María. Podría decir después de predicar por años esta historia, que más fastidia a la gente, hay multitud de personas que defienden a Marta, y dicen que JESÚS está siendo muy duro con ella. Conocen la historia, JESÚS llega a casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Marta, está atrapada, dice, por todos los detalles de la buena hospitalidad. Bueno he aquí la cosa. Deberíamos saber de la primera historia del Génesis, no se están quejando por la hospitalidad. Quiero decir que Abraham, entró en un arrebato por la hospitalidad. Este no es realmente el problema, sino que Marta está entregada a todo esto y María se sienta en actitud de un discípulo, a los pies de JESÚS, esta es la forma que te dispondrías si viniera un gran maestro. Un rabino. Te sentarías a sus pies y absorberías sus palabras. Así que está Marta la ocupada y María la contemplativa, la concentrada. Y como saben Marta se queja: ¨SEÑOR, DILE QUE ME AYUDE¨. Aquí estoy ocupándome de esta gente y sus distintas exigencias, y tienen, que medir el tiempo de lo que cocinan y tienen que atenderlo a ÉL, es un montón cualquiera que haya preparado una fiesta, sabe lo exigente que es. Así que Marta está con la queja comprensiblemente de su hermana que simplemente está sentada sin hacer nada. ¿Cuál es la respuesta de JESÚS ¿MARTA, MARTA? Adoro esto, el uso doble de su nombre, muestra la intimidad que eran sustancialmente amigos. Es adorable, esta es la forma en que te diriges a alguien íntimo, con el que tienes una amistad. ¨MARTA, MARTA, MUCHAS COSAS, TE PREOCUPAN Y TE INQUIETAN, SIENDO ASI QUE UNA SOLA ES NECESARIA¨. Esa es la clave de esta historia. No es que la hospitalidad sea el problema. De nuevo vamos a Abraham que estaba manifestando una hospitalidad frenética. No es que, ¨Oh, ella está viviendo una vida activa, y la vida activa no es tan buena como la contemplativa, no creo que esto esté llegando al corazón del tema.
De nuevo escuchen: ¨Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, como a la mayoría de nosotros. Quiero decir que no voy a decirles de todas las cosas de que estoy preocupado. Algunas no son tan pequeñas y no dejan de estar en mi vida personal y profesional. Mi vida como sacerdote, mi campo pastoral. Esta persona que quiere
Hablar conmigo y… todavía no resolví la situación. Todo esto y muchas cosas más. Uds. También las tienen, el problema es que si nos concentramos en lo mucho, permanecemos en una especie de conciencia desperdigada. Esto y aquello, ¨oh, está
Aquello que me preocupa y eso me recuerda aquello y me encuentro dividido.
Recuerden uno de los nombre del diablo es ¨diabolos¨, ¨dia-balein¨ significa ¨dispersar¨ es un signo de lo demoníaco que estoy desbordando. Por esta razón están inquietos y preocupados. Hay una única necesidad, y esta es la que ha elegido María. Si miran la versión de este Evangelio en latín hay una breve frase que es el ¨UNUM NECESSARIUM¨ lo único necesario. Ahora ¿qué es eso? Está diciendo: ¨¿NO TE PREOCUPES DE TODAS ESTAS COSAS PARTICULARES?¨No, no. En medio de todas ellas y por debajo de todas ellas… existe el único gran interés, que es DIOS. Cuando mi alma está completamente en DIOS, entonces comprendo como muchas de las cosas encajan en mi vida, como en segunda y tercera
Posición, pero por sobre todas ellas, bajo todas ellas, la única gran cosa es el UNUM NECESSARIUM -ES DIOS- Es un punto metafísico, que Dios no es una cosa entre muchas. Así que si estoy preocupado por esta plática o estoy preocupado por lo que va a suceder. Esta no es la forma en que funciona. Son todas las pequeñas cosas, y luego englobándolas a todas, debajo de todas ellas está DIOS, que no es un ser entre muchos, sino el puro acto de ser en sí mismo, aquel que da origen a la totalidad de las cosas finitas, el creador de todas las cosas. ¨IPSUM ESSE¨ en el lenguaje de Santo Tomás de Aquino: la naturaleza misma de DIOS, el ser.
Por lo tanto cuando me centro en Dios como ¨UNUM NECESSARIUM¨, luego todo lo demás en mi vida tiende a acomodarse en el lugar correcto. Cuando no estoy centrado en Dios ¿qué me sucede? Me vuelvo como Marta, estoy inquieto y molesto sobre todas las muchas cosas, porque no he encontrado el UNUM NECESSARIUM. ELLA ESCOGIÓ LA MEJOR PARTE Y MARIA ESTÁ CENTRADA EN LA COSAS QUE REALMENTE IMPORTA. Que es el SEÑOR y luego ella ve el resto de su vida en el orden apropiado y con la priorización apropiadada. Siempre viene a mi mente aquella frase de San Agustín ¨AMA DEUM ET FAC QUOD VIS¨. Esto significa ¨AMA A DIOS Y LUEGO HAZ LO QUE QUIERAS¨. Y suena como una clase de permisión, pero es eso. Si amas a Dios, has encontrado el UNUM NECESSARIUM. Estas apropiadamente centrado en DIOS y luego el resto de tu vida encaja armónicamente si realmente amas a DIOS, harás lo correcto, encontrarás el modo de ordenar todas y las diferentes cosas. Pero si no estás centrado en DIOS, entonces indiferentes cosas tienden a distraerte y te vuelves ansioso e inquieto. Escojan a Marta allí. Miren todos somos pecadores y caemos en esto. Cuando se encuentren asaltados por ansiedades, pregúntense sencillamente: ¨he encontrado el unum necessarium¨. ¿Es claramente DIOS el centro de mi vida? Permítanme finalizar con una recomendación práctica. El gran obispo de la televisión Fulton Sheen, pienso que hizo de este el auténtico centro de su vida espiritual. Fue en verdad acogida por un par de generaciones posteriores. Lo hice mi costumbre, me levanto a las cinco de la mañana, y oro y preparo la MISA.
Alejo, Santo
Laico, 17 de julio
Mendigo
Martirologio Romano: En Roma, en la basílica situada en el monte Aventino, se celebra con el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, como cuenta la tradición, dejó su opulenta casa para vivir como un pobre mendigo pidiendo limosna (s. IV).
Etimologicamente: Alejo = Aquel que es el defensor, es de origen griego.
Breve Semblanza
«El hombre de Dios» de Edesa, Siria.
A finales del siglo IV, vivía en Edesa, Siria, un mendigo a quien el pueblo veneraba como un santo. Después de su muerte, un anónimo escribió su biografía. Como ignoraba el nombre del mendigo, le llamó simplemente «el hombre de Dios». Según ese documento, el hombre de Dios vivió en la época del obispo Rábula, quien murió el año 436. El mendigo compartía con otros pobres la limosna que recogía a las puertas de las iglesias.
La leyenda
San Alejo es hijo de un senador romano. A la edad de veinte años comprendió que su vida rodeada de riquezas era un peligro para su alma. Para servir a Dios en la mayor humildad, se fue de Roma a Edesa disfrazado de mendigo. En Siria vivió por 17 años dedicado a la oración y a la penitencia. Mendigaba para vivir y para ayudar a otros. Cuando se descubrió que era hijo de una familia rica de Roma, Alejo temió que le rindieran honores y regresó a Roma, a casa de su padre donde vivió por años de incógnito, como un criado, durmiendo debajo de una escalera. Todo lo aceptaba con humildad y lo ofrecía por los pecadores. Ya moribundo, reveló a sus padres que era su hijo y que había escogido vivir aquella vida por penitencia. Los dos ancianos lo abrazaron llorando y lo ayudaron a bien morir. Cuando el obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver, pero no se encontraron más que los andrajos del hombre de Dios y ningún cadáver. La fama del suceso se extendió rápidamente.
Antes del siglo IX, se había dado en Grecia al hombre de Dios, el nombre de Alejo y San José el Hinmógrafo (833) dejó escrita en un «kanon» la leyenda, adornada naturalmente con numerosos detalles. Aunque se tributaba ya cierto culto al santo en España, la devoción a San Alejo se popularizó en occidente gracias a la actividad de un obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a fines del siglo X.
Dicho obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a San Alejo co-patrono de la iglesia.
Se cuenta que en el siglo XII la leyenda de San Alejo ejerció profunda influencia sobre el hereje Pedro Waldo.
En el siglo XV, los Hermanos de San Alejo le eligieron por patrono y, en 1817, la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María le nombró patrono secundario.
También en el oriente le profesa el pueblo gran devoción y aun le llama «el hombre de Dios.»
En 1217 se encontraron unas reliquias en la iglesia de San Bonifacio, Roma, pero ningún martirologio antiguo y ningún libro litúrgico romano menciona el nombre de San Alejo, el cual, según parece, era desconocido en la Ciudad Eterna hasta el año 972.
ORACIÓN
¡Oh gloria de la nobleza romana
y verdadero amador de la pobreza
e ignominia de Cristo!
¡Oh Alejo bendito!
que en la flor de tu juventud,
por obedecer a la inspiración del Señor,
dejaste a tu esposa y saliste como otro
Abraham de la casa de tus padres,
y habiendo repartido lo que llevabas
con los pobres,
viviste como pobre y mendigo tantos años
desconocido y menospreciado entre los hombres.
Tú fuiste muy regalado y favorecido de la Virgen María
nuestra Reina y señora,
y huyendo de las alabanzas de los hombres,
volviste por instinto de Dios
a la casa de tus padres
que por su voluntad habías dejado,
para darnos ejemplo de humildad,
de paciencia, de sufrimiento y constancia,
y para triunfar de tí
y del mundo con un género de victoria tan nuevo y tan glorioso.
Pues, ¡oh santo bienaventurado!
rico y pobre, noble y humilde,
casado y puro, llorado de tus padres,
denostado de tus criados,
desestimado de los hombres
y honrado de los ángeles,
abatido en el suelo
y sublimado en el cielo,
yo te suplico,
Alejo dulcísimo,
que por tus merecimientos y oraciones
yo alcance del Señor
la virtud de la perfecta castidad,
de obediencia, de menosprecio de todas las cosas transitorias,
y gracia para vivir como hombre peregrino de su patria,
y desconocido y muerto al mundo. Amén.
Marta o María
Santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42. Domingo XVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven, Señor, a mi corazón, te invito a quedarte conmigo todo este día para que pueda conocerte y amarte cada día más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».
El Señor le respondió: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte, y nadie se la quitará».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La vida cotidiana puede ser como un tren de alta velocidad; no nos paramos a ver los pequeños detalles, las pequeñas estaciones. Al final del día terminamos con un cansancio tan grande que, en nuestra estación final, en la noche, sólo queremos dormir porque sabemos que tenemos que volver a correr el día siguiente.
Todos llevamos una Marta y una María en el interior. A veces Marta, la inquieta, puede dominar más en los atareos, en las prisas, pero hay que sacar a María también. María escuchaba y contemplaba al Señor. Ésa es la mejor parte que no le será quitada. Hagamos en este día de nuestro corazón como la casa de Betania. Acojamos a Jesús a pesar de la prisa y el ruido, detengamos nuestra mirada en la belleza del paisaje que nos ofrecen las estaciones de nuestro tren. Servir y contemplar es uno de los binomios que deben motivar nuestra vida como cristianos y apóstoles.
Nuestra parte contemplativa alimenta nuestra parte evangelizadora. Mientras María ora, Marta labora. No podemos desligar la oración de la evangelización porque la primera constituye la fuerza y el alimento de toda obra. Después de haber estado estos minutos en contacto con la Palabra, nuestra actitud, de cara a la vida, debe contener el entusiasmo de quien ama y se siente amado por Cristo. La caridad con nuestros hermanos más cercanos, aunque nos cueste el trato con alguno que otro, es el fruto de esta experiencia. Pidamos a Dios la gracia para poder ser coherentes y consecuentes con esta forma de vivir nuestra vocación cristiana.
«Cuánto bien nos hace, como Simeón, tener al Señor “en brazos”. No sólo en la cabeza y en el corazón, sino en las manos, en todo lo que hacemos: en la oración, en el trabajo, en la comida, al teléfono, en la escuela, con los pobres, en todas partes. Tener al Señor en las manos es el antídoto contra el misticismo aislado y el activismo desenfrenado, porque el encuentro real con Jesús endereza tanto al devoto sentimental como al frenético factótum. Vivir el encuentro con Jesús es también el remedio para la parálisis de la normalidad, es abrirse a la cotidiana agitación de la gracia. Dejarse encontrar por Jesús, ayudar a encontrar a Jesús: este es el secreto para mantener viva la llama de la vida espiritual. Es la manera de escapar a una vida asfixiada, dominada por los lamentos, la amargura y las inevitables decepciones».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trataré de evitar toda prisa y reparar en la caridad que puedo obrar con mis más cercanos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Cómo puedo escuchar que Dios me habla en la oración?
Dios es una persona real y que está apasionadamente interesado en nuestras vidas, nuestra amistad, nuestra cercanía.
La frase «conversación con Dios» describe muy bien la oración cristiana. Cristo ha revelado que Dios es una persona real y que está interesado –apasionadamente interesado- en nuestras vidas, nuestra amistad, nuestra cercanía. Para los cristianos, entonces, la oración, como lo explicó el Papa Benedicto XVI cuando visitó Yonkers, Nueva York en el 2007, es una expresión de nuestra «relación personal con Dios». Y esa relación, continuó diciendo el Santo Padre, «es lo que más importa».
Parámetros de la fe
Cuando oramos, Dios nos habla. Antes que nada, necesitamos recordar que nuestra relación con Dios se basa en la fe. Esta virtud nos da acceso a un conocimiento que va mas allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos. Por la fe, por ejemplo, sabemos que Cristo está realmente presente en la Eucaristía, a pesar de que nuestros sentidos sólo perciban las especies del pan y del vino. Cada vez que un cristiano ora, la oración tiene lugar dentro de este ámbito de la fe.
Cuando me dirijo a Dios en la oración vocal, sé que me está escuchando, aunque no sienta su presencia con mis sentidos o mis emociones. Cuando lo alabo, le pregunto cosas, lo adoro, le doy gracias, le pido perdón…en todas estas expresiones de oración, por la fe (no necesariamente por mis sentidos o mis sentimientos) sé que Dios está escuchando, se interesa y se preocupa. Si tratamos de entender la oración cristiana fuera de esta atmósfera de fe, no vamos a llegar a ninguna parte.Teniendo esto en mente, echemos un vistazo a las tres formas en que Dios nos habla en la oración.
El don del consuelo.
En primer lugar, Dios puede hablarnos cuando nos otorga lo que los escritores espirituales llaman consuelo. A través de él, toca el alma y le permite ser consolada y fortalecida con la sensación de percibir su amor, su presencia, su bondad, su poder y su belleza.
Este consuelo puede fluir directamente del significado de las palabras de una oración vocal. Por ejemplo, cuando rezo la famosa oración del beato Cardenal Newman «Guíame, luz amable», Dios puede aumentar mi esperanza y mi confianza, simplemente porque el significado de las palabras, nutren y revitalizan mi conciencia del poder y la bondad de Dios.
El consuelo también puede fluir desde la reflexión y la meditación en la que nos involucramos cuando hacemos oración mental. Al leer y reflexionar lentamente, la parábola del hijo pródigo, por ejemplo, puedo sentir que mi alma se conforta con la imagen del padre abrazando al hermano menor arrepentido. Esa imagen del amor de Dios viene a mi mente y me da una renovada conciencia de la misericordia y la bondad de Dios. ¡Dios es tan misericordioso!, me digo a mí mismo y siento la calidez de su misericordia en mi corazón. Esa imagen y esas ideas son mías en tanto surgen en mi mente, pero son de Dios en la medida que surgieron en respuesta a mi reflexión de la revelación de Dios, dentro de una atmósfera de fe.
O, en otra ocasión, puedo meditar el mismo pasaje bíblico y ser trasladado a una profunda experiencia de dolor por mis propios pecados: en la rebelión ingrata del hijo pródigo, veo una imagen de mis propios pecados y rebeliones y siento repulsión por esto. Una vez más, la idea de la fealdad del pecado, y el dolor por mis pecados personales son mis propias ideas y sentimientos, pero son una respuesta a la acción de Dios en mi mente en la medida en que Él va guiando mi ojo mental para que perciba ciertos aspectos de su verdad mientras lo escucho hablar a través de su Palabra revelada en la Biblia.
En cualquiera de estos casos, mi alma vuelve a ser tocada y por tanto nutrida y consolada por la verdad de quién es Dios para mí y quién soy yo para Él –es verdad que Dios le habla a mi alma. Pero la distinción entre el hablar de Dios y mis propias ideas no es tan clara como a veces nos gustaría que fuera. Él realmente habla a través de las ideas que me llegan a medida que, en la oración, yo vuelco mi atención hacia Él; habla dentro de mí a través de las palabras que surgen en mi corazón cuando contemplo su Palabra.
Nutriendo los dones del Espíritu Santo.
En segundo lugar, Dios puede respondernos en la oración incrementando los dones del Espíritu Santo en nuestra alma: sabiduría, ciencia, entendimiento, piedad, temor de Dios, fortaleza y consejo. Cada uno de estos dones nutre nuestros músculos espirituales, por así decirlo, y juntos, desarrollan nuestras facultades espirituales haciendo más fácil descubrir, apreciar y querer la voluntad de Dios en nuestra vida, y llevarla a cabo. En pocas palabras, los dones mejoran nuestra capacidad para creer, esperar y amar a Dios y a nuestro prójimo. Entonces, cuando estoy dirigiéndome a Dios en la oración vocal o tratando de conocerlo más profundamente a través de la oración mental, o adorándolo a través de la oración litúrgica, la gracia de Dios toca mi alma, nutriéndola mediante el aumento de la potencia de estos dones del Espíritu Santo.
Dado que estos dones son espirituales y no materiales, y que la gracia de Dios es espiritual, no siempre sentiré que Dios me nutre. Puedo pasar 15 minutos leyendo y reflexionando sobre la parábola del Buen Pastor sin tener ideas o sentimientos consoladores; mi oración se siente seca. Pero eso no quiere decir que la gracia de Dios no esté nutriendo mi alma y que no se estén fortaleciendo dentro de mí los dones del Espíritu Santo.
Cuando tomo vitaminas (o me alimento con brócoli) no siento que mis músculos estén creciendo, pero sé que esas vitaminas están permitiendo el crecimiento. De igual manera, cuando rezamos, sabemos que estamos entrando en contacto con la gracia de Dios, con un Dios que nos ama y nos está haciendo santos. Cuando no experimento el consuelo, puedo estar seguro que, como quiera, Dios está trabajando en mi alma, fortaleciéndola con sus dones por medio de las vitaminas espirituales que mi alma toma cada vez que, lleno de fe, entro en contacto con Él. Pero esto lo sé sólo por la fe porque Dios, al nutrirnos espiritualmente, no siempre envía consuelos sensibles. Es por esto que el crecimiento espiritual depende de manera tan significativa de nuestra perseverancia en la oración, independientemente de si sentimos o no los consuelos.
Inspiraciones directas.
En tercer lugar, Dios puede hablar a nuestra alma a través de palabras, ideas o inspiraciones que reconocemos claramente como venidas de Él. Personalmente, tengo un vívido recuerdo de la primera vez que el pensamiento del sacerdocio me vino a la mente. Ni siquiera era católico y nadie me había dicho que debería ser sacerdote. Y, sin embargo, a raíz de una poderosa experiencia espiritual, el pensamiento simplemente apareció en mi mente, completamente formado con claridad convincente. Yo sabía, sin lugar a duda, que la idea había venido directamente de Dios y que Él me hablaba dándome una inspiración.
La mayoría de nosotros, aunque sean pocas veces, hemos tenido algunas experiencias como ésta, cuando sabíamos que Dios nos estaba diciendo algo específico, aun cuando sólo escucháramos las palabras en nuestro corazón y no con nuestros oídos físicos. Dios puede hablarnos de esta manera incluso cuando no estemos en oración, pero una vida de oración madura hará nuestras almas más sensibles a estas inspiraciones directas y creará más espacio para que, si así lo desea, Dios nos hable directamente más seguido.
Jesús nos aseguró que cualquier esfuerzo que hagamos por orar traerá la gracia a nuestras almas, ya sea que lo sintamos o no: « Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá .» (Mateo 7, 7-8). Pero al mismo tiempo, tenemos siempre que recordar que debemos vivir toda nuestra vida, incluyendo nuestra vida de oración, a la luz de nuestra fe, y no sólo de acuerdo con lo que percibimos o sentimos. Tal como san Pablo dijo de manera tan poderosa: «Caminamos en la fe, no en la visión…» (2 Corintios 5,7).
Los emojis reinan en nuestras conversaciones
¿nuestras emociones también?
Expresar nuestros sentimientos, muchas veces puede convertirse en una verdadera tortura. Decirle lo que sentimos a otra persona puede llegar a ser difícil, pero la tecnología ha hecho de las suyas para “facilitar” el proceso y hoy con un corazón le podemos decir a alguien que lo queremos, con una cara feliz podemos expresar emoción y con una enojada nuestra ira. ¿Pero qué tan cierto es esto?
Más allá del amplio abanico de emojis que tenemos para escoger nuestro estado de ánimo, éstos ¿expresan lo que sentimos realmente? ¿Acaso se nos acelera el corazón cuando el chico o la chica que nos gusta nos envía una cara enamorada? La necesidad de comunicar lo que sentimos y pensamos nos ha acompañado desde los inicios de los tiempos, no es cosa nueva, no es que de repente en pleno 2018 los emojis se estén mostrando como una inimaginable versión del lenguaje. Lo que ocurre es que se han convertido en la excusa perfecta para preferir expresar cierto tipo de emociones, que en la vida real, la de afuera, en la que le hablas a alguien viéndolo a los ojos, se vuelven cada vez más complejas.
En 1995 los móviles Pocket Bell fueron lanzados al mercado con lo que hoy podemos conocer como uno de los emojis más comunes en nuestros celulares: el corazón. La posibilidad de enviar este pequeño símbolo a través de estos dispositivos cambió por completo la perspectiva del lenguaje y le permitió a la plataforma i-mode diseñar un conjunto más completo de estas divertidas caritas. Lo que tal vez nunca imaginarían es que tras unos años, la cantidad de emojis aumentaría al escandaloso número de 1.500.
- ¿Prefiero discutir temas relacionados con mis sentimientos a través del celular?
Vale, que esto no suene a regaño pero si a un motivo por el que nos detengamos unos minutos a pensar si realmente le huimos a esas conversaciones cara a cara. Negarnos a aceptar que la forma en que nos comunicamos ha cambiado es casi imposible, hoy todos andamos con el celular en la mano hasta para ir al baño y cuando se nos descarga tenemos esa sensación incomoda, ese vacío que nos hace sentir “desconectados” de la supuesta realidad que nos une con los demás.
Lo grave del asunto es que hemos permitido que las conversaciones de nuestras relaciones personales se lleven a cabo en un 90% a través de estos dispositivos, lo que nos deja como resultado amplias posibilidades de llegar a escenarios que jamás pensamos ocurrirían virtualmente, como rupturas, infidelidades, acoso o maltrato. Los emojis nos permiten darle un toque más ligero y agradable a las conversaciones, convierten simples palabras en algo más divertido y nos ayudan a quitarle la formalidad a algunas frases, pero nunca reemplazarán las palabras que se dicen de frente.
No pretendo que nos vayamos al extremo de la exageración y demos por sentado que lo estamos haciendo todo mal al usar estas caritas a diario. El llamado va a ser coherentes y conscientes de que la interacción humana no debe ser reemplazada por las conversaciones que tenemos con nuestros amigos y familiares a través de mensajes de texto o de whatsapp.
- ¿Nuestras emociones se han convertido en algo pasajero?
Tal vez el corazón, el abrazo o el beso que enviamos es realmente signo de lo que sentimos y los emojis nos permiten expresar mucho más fácil, cosas de las que no nos atreveríamos a hablar en persona. Sin darnos cuenta dejamos de escuchar la voz de nuestros seres queridos por días o incluso semanas, debido a que nuestra comunicación se limita al chat.
Tampoco nos vemos con frecuencia, usamos las video llamadas de vez en cuando, pero al finalizarlas volvemos a los mensajes cortos o a las caritas de tristeza que pueden significar “te extraño”, “no me siento bien”, “lo lamento”. El beso o el abrazo que enviamos en pocos segundos a través de nuestro celular tampoco puede causar las mismas sensaciones que desemboca el contacto físico y en resumidas cuentas muchas de nuestras relaciones se convierten en algo pasajero, en un vaivén de caritas que quieren gritar pero que pueden ser interpretadas de manera equivocada.
Nos hemos convertido en personas con respuestas automáticas, algunas veces ni siquiera sabemos qué decir y optamos por enviar un emoji que cubra nuestra falta de interés o que tal vez nos incite a cambiar de tema. Reconocer nuestras propias emociones y las de los demás se convierte en un laberinto, donde no sabemos a ciencia cierta qué es real y que no. Si quieres profundizar en conocerte más y conocer tus sentimientos y emociones te recomendamos que hagas click aquí.
Los emojis incluso se han convertido en un pasatiempo dentro de los grupos de whatsapp, en los que algún perspicaz miembro del chat envía una lista de caritas y símbolos para que los demás descifren el mensaje. Pueden ir desde nombres de películas, grupos de música, hasta refranes o frases típicas. Y aunque algunas veces estas caritas nos sacan de aprietos cuando no tenemos mucho tiempo para responder, no cometamos el error de negarnos ante la propuesta de un encuentro personal.
El tiempo que le dedicamos a nuestros amigos y familiares es valiosísimo, no permitamos que la tecnología nos separe, empléemela como una herramienta que nos permita facilitar el diálogo y el encuentro frecuente.
Los caminos de Dios no son los nuestros
Lunes tercera semana Cuaresma. Vivir junto a Dios es vivir en zozobra, es vivir en interrogantes: ¿Qué quieres de mi, Señor?.
“Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel”. Esta frase con la que el general asirio confiesa su fe después de haber sido curado, es la frase con la que todos nosotros podríamos también resumir nuestra existencia. Ésta tendría que ser la experiencia a la que todos llegásemos en el camino de nuestra vida. Un Dios que a veces llega a nuestra vida de formas y por caminos desconcertantes, un Dios que a veces llega a nuestra vida a través de situaciones que, según nuestros criterios humanos, no serían los normales, no serían los lógicos, no serían los racionales; un Dios que aparece en nuestra vida para santificarnos y para llenarnos de su luz y de su verdad, aunque nosotros no entendamos cómo. Porque esto es lo que hace Dios nuestro Señor con todas las vidas humanas: las lleva por sus caminos, aunque ellas no sepan cómo.
Los caminos de Dios no son nuestros caminos. A veces no son ni siquiera los caminos de las personas que han sido elegidas. A veces para las mismas personas elegidas, los caminos de Dios son sumamente obscuros, son sumamente extraños, no son siempre comprensibles. Esto es muy importante para nosotros, porque a veces podríamos pensar que las personas que han sido elegidas por Dios para hacer una grandísima obra en su vida, tienen realizados y escritos todos los puntos y comas de los planes de Dios; y no es así. También las personas elegidas por Dios para realizar una gran obra en su Iglesia tienen que ir, constantemente, aprendiendo a leer lo que Dios nuestro Señor les va diciendo.
En la primera lectura se nos habla de este general asirio que quiere ser curado, y para él, el ser curado tiene que ser una especie de gran majestad, de gran poderío, y por eso se va con el rey. Cuando se da cuenta de que el camino de Dios es distinto, no lo hace por su propio juicio, sino que es uno de sus esclavos quien le va a decir: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado una cosa muy difícil, ciertamente la habrías hecho. ¡Cuánto más, si sólo te dijo que te bañaras y quedarías sano!”.
La pregunta fundamental es si nosotros estamos aprendiendo a leer los caminos de Dios sobre nuestra vida. Si nosotros estamos aprendiendo a entender esas páginas que a veces son borrosas, a veces son extrañas. Si nosotros estamos aprendiendo a conocer a Dios nuestro Señor o siempre queremos que todos los planes estén escritos, que todos los planes estén hechos.
Vivir junto a Dios es vivir en zozobra, es vivir en interrogantes. Vivir junto a Dios es vivir en continua pregunta. La pregunta es: ¿Qué quieres Señor? Si así es nuestro Señor, ¿por qué entonces, tiene que extrañarnos que la vida de aquellos sobre los que Dios tiene unos planes tan concretos, tan claros, sea difícil? Si para ellos es costoso leer, ¿no lo va a ser para nosotros? ¿Podemos nosotros pensar que no nos va a costar leer los planes de Dios, que no nos va a costar ir entendiendo exactamente qué es lo que Dios me quiere decir? Constantemente, para todos nosotros, la vida se abre como una especie de obscuridad en la que tenemos que ir realizando y caminando.
“No hay más Dios que el de Israel”. ¿Sabemos nosotros que Él es el único Dios y que por lo tanto, Él es el único que nos va llevando a lo largo de nuestra existencia por sus caminos, que no son los nuestros? Estos caminos a veces coinciden, a veces pueden llegarse a entender, pero no siempre es así. Cada uno de nosotros, en su vocación cristiana, tiene un camino distinto. Si pensamos cómo hemos llegado cada uno de nosotros al conocimiento de Cristo, nos daremos cuenta que cada uno tuvo una historia totalmente diferente; cada uno tuvo una historia muy particular. Y aun después de nuestro encuentro con Cristo, incluso después de que hemos llegado a conocerlo, la historia sigue una aventura. Y si nuestra historia no es una aventura, quiere decir que hemos hecho lo que estaba a punto de hacer el general asirio: marcharse. Marcharnos porque no entendimos los planes de Dios y preferimos manejarnos a nuestro antojo, manejarnos según nuestra comodidad. Nos marchamos pensando que a este Señor no hay quien lo entienda y perdemos la oportunidad de experimentar y saber que el único Dios, es el Dios de Israel.
Jesús, en el Evangelio, viene a recalcarnos precisamente que es Dios quien elige, quien se fija, quien llama y que es Él quien sabe porqué permite los caminos por los cuales nuestra vida se va desarrollando. Es Dios quien lo hace, no nosotros.
El ejemplo de las muchas viudas que había en Israel y Dios se fijó en una y el ejemplo de los muchos leprosos que había en Israel y Dios escogió precisamente a uno que ni era de Israel, nos deja muy claro que es Cristo el que manda.
Nosotros tenemos que atrevernos a ponernos ante Dios con una sola condición: la condición de estar totalmente abiertos a su voluntad. De nada nos serviría conocer grandes hombres, de nada nos serviría conocer grandes personajes si no aprendemos la lección fundamental que estos grandes hombres vienen a dejarnos: la lección de estar siempre dispuestos a leer la letra de Dios, de estar siempre dispuestos a entender el camino por el cual Dios nos va llevando. Recordemos que Él sabe cuál es.
Los que vivían en el mismo pueblo de Jesús rechazan el modo de ser de Cristo y lo que hacen es alejarse de su vida. Solamente se puede tener a Cristo cerca cuando se tiene el alma abierta. Cada vez que nuestra alma se cierra a la generosidad, a la entrega, a la fidelidad, a la disponibilidad, en ese mismo momento, nuestra alma está alejando a Cristo de nosotros.
¡Qué serio es que pudiéramos ser nosotros los responsables de que Cristo no estuviese verdaderamente en nuestra vida! ¡Qué serio es que pudiéramos ser nosotros los causantes de que nuestra vida estuviese vacía de Cristo! Hay que ser muy exigentes con uno mismo. Hay que tener una gran disciplina interior, que a veces nos puede faltar. La disciplina que nos hace, en todo momento, seguir el camino concreto con el cual Dios nuestro Señor va marcando nuestra vida.
¿Estamos dispuestos a entenderlo? Solamente vamos a estar dispuestos a entenderlo si hay en nuestra vida la característica que hay en todos los hombres que quieren verdaderamente encontrarse con Dios: estar sediento de Dios, que da la vida. Estar sedientos de Él es el único modo que va a haber para que nuestra alma encuentre siempre, y en todo momento -a través de las circunstancias, de las personas, de los ambientes, de las dudas, de las caídas, de nuestras debilidades— a Dios; si realmente somos, tal y como lo dice el salmo: “Como un venado que busca el agua de los ríos, así cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío”.
El alma que tiene sed de Dios pasará por lo que sea: estará en obscuridades, tendrá dificultades, caídas, miserias, pero encontrará a Dios y Dios no se apartará de él. Podrá encontrarse con el Señor, no importa por qué caminos, pues esos son los caminos del Señor y Él sabe por dónde nos lleva. Lo único que importa es tener sed de Dios. Una sed que es lo que nos autentifica como personas de cara a nuestros hermanos los hombres, de cara a nuestra familia, de cara a nuestro ambiente, de cara a nosotros mismos.
No es cuestión de entender las cosas. No es cuestión de saber que mi vida tiene que estar realizada, manejada y ordenada de determinada manera, sino que es cuestión de tener sed de Dios. El alma que tiene sed de Dios va a permitir que sea Dios quien le realice la vida. Y el alma que va a realizarse apartada de Dios, significa que no tiene, verdaderamente, sed de Dios. Podrá ser muchas cosas —podrá ser un magnífico organizador en la Iglesia, podrá ser un excelente conferencista, podrá ser un hombre de un gran consejo espiritual—, pero si no tiene sed de Dios, no estará realizando la obra de Dios.
Ahora veámonos a nosotros mismos en nuestra organización, en nuestro trabajo, en nuestro esfuerzo, en nuestra vocación cristiana y rasquemos un poco, a ver si en nuestro corazón hay verdaderamente sed de Dios. Si la hay, podemos estar tranquilos de que estamos en el camino en el que hay que estar. Podemos estar tranquilos de que estamos en la ruta en la cual hay que ir. Podemos estar tranquilos porque tenemos en el corazón lo que hay que tener. No tendremos que tener miedo porque esa sed de Dios irá haciendo que la luz y la verdad de Dios se conviertan en nuestra guía hasta el Monte del Señor. Es un camino que requiere estar dispuestos, en todo momento, a querer entender lo que Dios nos pide. Estar dispuestos, en todo momento, a no apartar jamás de nuestro corazón a Jesucristo y mantener siempre viva en nuestro corazón la fe del Dios que da la vida.
El Papa pide oración: Peregrinaje penitencial tras los abusos en Canadá
El pontífice manifiesta los dolorosos motivos por los cuales viajará a Canadá y pide oraciones a los fieles congregados en Plaza de San Pedro para el Angelus. “Será un peregrinaje penitencial” tras los abusos contra los pueblos indígenas cometidos por organizaciones y “muchos cristianos”. El papa Francisco ha compartido el doloroso motivo por el cual viajará a Canadá del 24 al 30 de julio con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para escuchar el rezo mariano del Angelus este domingo 17 de julio de 2022. El Papa estará en Edmonton, Maskwacis, Québec, Iqaluit para “abrazar a los pueblos indígenas” y se dirigió a las poblaciones que encontrará en su periplo por el país del norte de América.
“Queridos hermanos y hermanas de Canadá, como sabéis, vendré entre vosotros especialmente en el nombre de Jesús para encontrarme y abrazar a los pueblos indígenas”.
El dolor del Papa dirigido a los supervivientes de abusos
Por desgracia, en Canadá, muchos cristianos, incluidos algunos miembros de institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que, en el pasado, han perjudicado gravemente a las comunidades nativas de diversas maneras.
Por eso, – afirmó el Papa – recientemente recibí en el Vaticano a algunos grupos, representantes de pueblos indígenas, a los que expresé mi dolor y solidaridad por el daño que han sufrido. Y ahora estoy a punto de embarcarme en una peregrinación penitencial, que espero que, con la gracia de Dios, contribuya al viaje de curación y reconciliación ya emprendido.
Les agradezco de antemano todo el trabajo de preparación y por la acogida que me darán. Gracias a todos. Y les pido que por favor me acompañen en la oración”.
Lluvia de misiles caen en suelo de Ucrania
También tras el rezo mariano del Angelus, el Papa manifestó su cercanía hacia “la atormentada población ucraniana, golpeada cada día por una lluvia de misiles”. Y cuestionó a la comunidad internacional: ¿Cómo no entender que la guerra sólo crea destrucción y muerte, separando a los pueblos, matando la verdad y el diálogo? Rezo y espero que todos los actores internacionales trabajen realmente para reanudar las negociaciones, y no para alimentar el sinsentido de la guerra”, agregó. Saludo a los fieles
Por último, el Papa saludó a los fieles romanos y peregrinos, especialmente a las Hermans de la Resurrección y a las Misioneras del Sagrado Corazón, que celebran sus Capítulos Generales en Roma. “Saludo a los fieles de la Hermandad de la Virgen de las Nieves, de Los Palacios y Villafranca (Sevilla), y a los jóvenes que siguen el curso de formación del movimiento Regnum Christi. ¡Los jóvenes se hacen oír!”. “Me complace corresponder al saludo que he recibido de los jóvenes que participan en el Festival de Cine de Giffoni, que este año está dedicado a los «invisibles», es decir, a las personas apartadas y excluidas de la vida social. Gracias y mis mejores deseos. Y también saludo a los chicos de la Inmaculada”. El Papa concluyó sus saludos deseando a “todos un buen domingo y, por favor, insistió el Papa, “no os olvidéis de rezar por mí. Que tengan un buen almuerzo”.
Francisco: «Usemos las vacaciones para detenernos, escuchar a Jesús, leer el Evangelio sin prisas»
El Papa Francisco habla de Marta y María y aprovechar el verano en el Ángelus del domingo
El Papa Francisco ha aprovechado su comentario tras el rezo del Ángelus de este domingo 17 de julio para animar a los cristianos a ponerse «en escucha» de Jesús con más tranquilidad durante las vacaciones de verano.
“Hermanos y hermanas, aprovechemos este tiempo de vacaciones, para detenernos y ponernos en escucha de Jesús. Hoy cuesta cada vez más encontrar momentos libres para meditar. Para muchas personas los ritmos de trabajo son frenéticos, extenuantes. El período de verano puede ser valioso también para abrir el Evangelio y leerlo lentamente, sin prisa”, propuso el Pontífice, dirigiéndose a los fieles desde la ventana del Palacio apostólico.
Al leer los Evangelios con tranquilidad, dijo el Papa, “dejémonos interpelar por esas páginas, preguntándonos cómo está yendo nuestra vida, si está en línea con lo que dice Jesús. En particular, preguntémonos: cuando empiezo el día, ¿me lanzo de cabeza a las cosas que tengo que hacer o busco primero la inspiración en la Palabra de Dios?”.
“Si salimos de casa por la mañana teniendo en mente una palabra de Jesús, el día adquirirá un tono marcado por esa palabra, que tiene el poder de orientar nuestras acciones según lo que el Señor quiere”, añadió el Santo Padre.
El ejemplo de Marta y María
Al comentar el Evangelio del día, el Papa Francisco dijo, antes de rezar el Ángelus dominical, que “la palabra de Jesús no es abstracta”, sino “una enseñanza que toca y plasma la vida, la cambia, la libera de las opacidades del mal”, porque es “la parte buena” que intuyó María, la hermana de Marta, dándole “el primer lugar”.
Marta se ocupa de la acogida de los huéspedes, mientras María se sienta a los pies de Jesús para escucharlo. Marta se queja de que María no le ayuda en los trabajos de ofrecer hospitalidad.
«La queja de Marta no parece fuera de lugar; por el contrario, sentimos que tenemos que darle la razón. Y, sin embargo, Jesús le responde: ‘Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada’. Es una respuesta que sorprende pero Jesús muchas veces vuelca nuestra forma de pensar», reconoce el Pontífice.
“La ‘filosofía’ de Marta parece esta: primero el deber, después el placer. La hospitalidad, de hecho, no está hecha de bonitas palabras, sino que exige poner la mano en los fogones, ocuparse de todo lo necesario para que el huésped se sienta bien acogido. Esto, Jesús lo sabe muy bien. Y de hecho reconoce el esfuerzo de Marta”, detalla el Papa.
Jesús mismo -y su palabra- tienen prioridad
Pero Jesús quiere enseñar a Marta que “hay un orden de prioridad nuevo, diferente al que hasta ahora había seguido. María ha intuido que hay una ‘parte buena’ a la que hay que dar el primer lugar. Todo lo demás viene después, como un arroyo de agua que brota de la fuente”.
“¿Y qué es esta ‘parte buena’? Es la escucha de las palabras de Jesús”, respondió el Pontífice, tal como dice el Evangelio: “María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra”. Notamos entonces – prosiguió – que “ella no escuchaba de pie, haciendo otras cosas, sino que estaba sentada a los pies de Jesús”.
Marta comprendió que Jesús “no es un huésped como los demás”, aunque a primera vista parezca que ha venido a recibir, porque necesita comida y alojamiento.
«En realidad el Maestro ha venido para donarse a sí mismo mediante su palabra. La palabra de Jesús no es abstracta, es una enseñanza que toca y plasma la vida, la cambia, la libera de las opacidades del mal, satisface e infunde una alegría que no pasa: es la parte buena. Por eso María le da el primer lugar: se detiene y escucha. El resto vendrá después”, explica el Papa.
Así, las tareas prácticas siguen siendo valiosas, pero deben «brotar de la escucha de la palabra de Jesús, debe estar animado por su Espíritu. De lo contrario, se reduce a fatigarse y agitarse por muchas cosas, a un activismo estéril», advirtió el Pontífice.