Una justicia mayor

Esta parábola causa acidez a muchos que consideran injusto el acto del terrateniente. Pero quizás nos está enseñando una justicia mayor. Imaginemos el escenario: hay unos trabajadores que esperan ser recogidos para trabajar en el mercado. Salimos por la mañana para elegir a algunos de ellos. ¿A quiénes elegimos? A los jóvenes, a los aptos y a los sanos. Los viejos, los enfermos y los discapacitados quedan fuera. Por eso, cuando el propietario de la viña sale a la hora undécima, todavía están allí, y los elige. Sabiendo muy bien que tienen una familia que alimentar y necesidades que satisfacer, les paga generosamente; y les paga primero, porque, siendo viejos, enfermos o discapacitados, podrían tardar más tiempo en llegar a casa. Los obreros que trabajaron todo el día también recibieron exactamente lo que habían acordado. Jesús nos deja una pista al principio de lo que podemos esperar en el Reino: una justicia más profunda ungida de compasión.

Jacinto de Polonia, Santo

Patrono de Polonia, 17 de agosto

Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257).

Fecha de canonización: 17 abr 1594 por el Papa Clemente VIII

Etimológicamente: Jacinto = Aquel que se parece a un Jacinto (tipo de flor), es de origen griego.

Breve Biografía

La Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control.

Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado canónigo de Cracovia.

Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de Honorio III. El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su sangre su verdad.

Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del norte de Europa.

La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.

Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.
La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.

Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras.

Id también a mi viña

Santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16. Miércoles XX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, hoy vengo a agradecerte el haberme llamado a trabajar en tu viña. Sé que a veces me ha faltado entusiasmo y compromiso. Ayúdame a renovar mi entrega. Concédeme las gracias que necesito para cumplir mi misión.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.

Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.

Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mí lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’.

De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Imagina esto: la persona que más quieres tuvo una operación en los ojos. Todo salió bien, pero por un tiempo deberá andar con lentes oscuros, y no verá bien. Vas saliendo del hospital con esta persona tan especial. Ella camina lento, insegura. ¿Qué haces?

El cariño y la delicadeza que pondrías en ayudar a tu amigo, mamá, cónyuge, etc., adaptarte a su paso, sostenerla de cerca y caminar a su lado. Todo esto refleja tu amor a esa persona. ¡Así es el amor de Jesús por nosotros! Él nos conoce mejor que nadie. Conoce nuestra historia, miedos, flaquezas, deseos profundos, talentos, alegrías, esperanzas… Y nos quiere tanto que se adapta a nosotros.

Esto lo vemos hoy en el Evangelio. Jesús no forzó a nadie. Sale e invita. Sale e invita. Sale e invita… Con una mirada llena de aceptación, de amor, invitación a ser más amigo suyo. A Jesús no le importa si llegamos antes o después, sino que lleguemos con Él y podamos ser felices en Él, que es la única y verdadera felicidad.

Él nos acompaña en nuestro camino hoy, aquí y ahora. No tenemos que tener un pasado perfecto ni un presente en orden para ser aceptados por Jesús. De hecho, Él no espera que vayamos a Él, sino que sale una y otra vez a buscarnos y a decirnos: Vengan a mí los que están cansados…y sus almas encontrarán descanso. (Cf. Mt 11,28-29)

«En realidad, esta “injusticia” del jefe sirve para provocar, en quien escucha la parábola, un salto de nivel, porque aquí Jesús no quiere hablar del problema del trabajo y del salario justo, ¡sino del Reino de Dios! Y el mensaje es éste: en el Reino de Dios no hay desocupados, todos están llamados a hacer su parte; y todos tendrán al final la compensación que viene de la justicia divina —no humana, ¡por fortuna!—, es decir, la salvación que Jesucristo nos consiguió con su muerte y resurrección. Una salvación que no ha sido merecida, sino donada, para la que “los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos”. Con esta parábola, Jesús quiere abrir nuestros corazones a la lógica del amor del Padre, que es gratuito y generoso. Se trata de dejarse asombrar y fascinar por los “pensamientos” y por los “caminos” de Dios».

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a buscar en qué apostolado puedo colaborar para ayudar a extender el Reino de Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Existe la buena envidia?

¿Existe una especie de envidia que no sea pecado?

La envidia es uno de los así llamados “pecados capitales”, sin embargo muchos se preguntan si existe la “envidia de la buena”, es decir, si existe una especie de envidia que no sea pecado. Para responder esto debemos hacer ciertas aclaraciones.

¿Qué es la envidia? Una de mis definiciones preferidas para la envidia es “tristeza por el bien ajeno”, es decir, descubro un bien en otra persona y no lo tolero y deseo arrebatárselo, o al menos deseo que él no lo tenga. Ahora bien, esta actitud como tal sí es pecado.

Dicho esto, podemos afirmar que la envidia consta de dos partes: 1) descubrir un bien en otra persona, 2) querer arrebatarle ese bien. La envidia entonces funciona así: descubro un bien en otra persona, acto seguido, deseo arrebatárselo.10:23

A partir de esto podemos concluir que si yo descubro un bien en una persona (una cualidad, un puesto, un mérito), pero no le deseo el mal, no deseo arrebatárselo, eso sería en otros términos admiración. Mientras que si al descubrirlo me entristece o no deseo que lo tenga, eso sería envidia.

Por lo tanto, lo malo entonces está en descubrir ese bien y no soportar que el otro lo tenga y yo no. Es decir que sí podemos sentir “envidia de la buena”, aunque lo mejor sería no llamarle así (por su connotación negativa, por ser uno de los pecados capitales), sino más bien llamarle admiración.

Animación bíblica de la pastoral

Aparecida nos invita a pasar de una pastoral bíblica a una animación bíblica de la pastoral.

En las comunidades, grandes y pequeñas, no faltan aquellos miembros que son reconocidos por el resto como “expertos” en Biblia. Ejercitan una lectura frecuente de las Escrituras, las estudian, leen libros sobre interpretación bíblica y asisten a cursos, seminarios o formaciones. Cuando una comunidad reconoce a estas personas, con el tiempo termina encargándoles la tarea bíblica. Así como existe una pastoral de la salud o una pastoral social, se constituye paralelamente la pastoral bíblica. Esta área parroquial o diocesana trabaja de manera similar a las demás: se reúnen regularmente, se especializan en su campo y asisten a la parroquia o Diócesis desde sus conocimientos, a través de subsidios, talleres, aportes, etc.

El problema que suscita esta modalidad, es que el resto de la comunidad, los que no participan del área, suelen tender a depositar en unos pocos la responsabilidad para con la Palabra. Así como, inconcientemente, se deposita en los miembros de la pastoral social, las tareas de atención a los necesitados, de la misma manera se transfiere a la pastoral bíblica el deber de leer la Escritura, reflexionarla y meditarla. Como si se tratase de una sistematización o un ahorro de recursos y energías, la mayoría concuerda en que la Biblia es cuestión de este puñado de personas. Esta transferencia no devela un error organizativo; debemos entender, amparados en la teología del Espíritu Santo, que algunos discípulos han sido llamados a servir primordialmente desde la Palabra.

Pero también debemos entender que todos los discípulos misioneros están llamados a la Palabra y desde la Palabra. Como mencionamos antes, el error no es organizativo ni carismático, sino de concepto. Que haya servidores primordiales de la Palabra no significa que nos desliguemos de Ella, tanto como no podemos desligarnos de la acción social a pesar de existir la pastoral social. La responsabilidad hacia la Escritura es compartida con toda la comunidad, pero el Espíritu Santo suscita en algunos una dedicación más plena a la labor de discernimiento, estudio, reflexión, meditación y oración de la Palabra.

Aparecida se hace eco de esta necesidad de reafirmar el concepto de corresponsabilidad, y asegura sin dudar “la importancia de una pastoral bíblica, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra” (DA 248). Entre todas las características de la conversión pastoral a la que nos invita el Documento, aparece la conversión de la pastoral bíblica, que no existe para restringirse a un grupo selecto, sino para ser base de cualquier actividad eclesial. La catequesis ha sido, tradicionalmente, la más ligada a la pastoral bíblica; pues bien, Aparecida quiere que las demás áreas se liguen también a ella, y más que eso, que se fundamenten en la Palabra. La animación bíblica de la pastoral es quitarle a la Escritura el elitismo para ponerla en los cimientos de todos los discípulos misioneros, y así, cimiento de la Iglesia. Para esta conversión, será preciso convertir la pastoral bíblica, convertir las demás áreas y convertir a los miembros de la comunidad.

a) Convertir la pastoral bíblica

Los actuales miembros de esta área, a la luz de Aparecida, tendrán que reinterpretar sus acciones y sus planes de acción. Aquella centralización de la Palabra que pudiesen haber obtenido con el tiempo, exige descentralizarse, y expandirse desde ellos mismos, desde su solicitud para con los demás hermanos, y la entrega no egoísta de su carisma. De una apertura sincera del área bíblica, en parroquias y Diócesis, se alcanzará la difusión plena de la Palabra.

Podríamos explicitarlo como una propagación del área bíblica a través de las demás áreas, cimentándolas, apoyándolas, ofreciéndoles la posibilidad de tomar protagonismo, de animarse a la Biblia. La animación bíblica es, justamente, lograr que los demás tomen dinamismo respecto a la Palabra: que la lean a diario, que se dejen interpelar, que encuentren el sentido para sus vidas, que descubran el mensaje comunitario y personal, que puedan actualizar el Evangelio sintiendo la Buena Noticia presente y real en el ahora. Animar es dar vida, y en la animación bíblica, dar Vida a través de la Palabra.

b) Convertir las demás áreas

Más allá de los esfuerzos del área bíblica, las demás áreas de la pastoral deberán convertir su actitud de alejamiento de la Palabra, descubriendo que la Biblia tiene injerencias concretas, efectivas y positivas en sus actividades. Además de ser animadas, las áreas tienen que animarse, perdiendo el miedo infundado a las Escrituras, preocupándose por acceder a los textos, a su interpretación y a la manera más adecuada de presentación en sus ámbitos de evangelización. No es necesario desacralizar la Biblia, pero sí quitarle el halo de intocable que le hemos dado, como libro difícil, ininteligible, inalcanzable. El proceso de conversión de las áreas consiste en acercarse a la Palabra, gradualmente, pero con pasos firmes, haciendo lectio divina en el comienzo de las reuniones, preparando encuentros realmente centrados en un pasaje o realizando las evaluaciones de las actividades basados en una lectura bíblica.

c) Convertir a los miembros de la comunidad

La conversión personal respecto a la Biblia es fundamental, tanto para el alimento personal del discípulo misionero, como para la evangelización. Los miembros de la comunidad, en la misma línea anterior, sin desacralizar, deben perder el miedo a la Escritura y acercarse a ella para la lectura cotidiana. Aparecida nos llama a animar nuestras vidas con la Palabra, a encontrar en los textos bíblicos la historia del Pueblo de Dios, la historia de la salvación, que nos involucra directamente con nuestras historias personales. El mensaje actual de la Escritura está, paradójicamente, en la eternidad de la Palabra, y no podemos dejar de valernos de ello para el acontecer cotidiano.

El discipulado transcurre escuchando al Maestro. ¿Y dónde escucharlo? La Biblia es un lugar privilegiado para oírlo. Dice el Documento: “Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia” (DA 247). Será este encuentro vivencial el que nos impulse a la misión, como también afirma el Documento: “Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (DA 247).

Santa Beatriz de Silva, fundadora de las concepcionistas

Public domain

Descubrimos la historia de una dama de la corte encerrada en un baúl que fue salvada por la Virgen y cumplió su promesa de venerarla el resto de su vida

A menudo las grandes decisiones de la vida de las personas surgen de momentos clave en su existencia. En el caso de Beatriz de Silva fue el rocambolesco trance de sufrir un encierro en un baúl por orden de una reina demente del que salió fortalecida gracias a la Virgen María.

Beatriz de Silva era una joven perteneciente a la alta nobleza portuguesa que había nacido en Ceuta hacia 1424. Su abuelo Pedro de Meneses había sido el primer capitán de esta plaza mientras que su padre, Ruy Gómez de Silva, fue un destacado combatiente durante la toma de Ceuta. Casado con la hija de don Pedro, Isabel de Meneses, la pareja llegó a tener doce hijos que fueron educados en la fe cristiana. Beatriz vivió poco tiempo en Ceuta pues pronto su padre fue reconocido por el rey de Portugal nombrándolo alcalde de Campo Mayor.

Allí creció rodeada de sus hermanos y hermanas bajo la supervisión de sus tutores, miembros de la orden franciscana. Hasta que su destino la llevó a convertirse en una de las damas de la corte de Portugal. Era el año 1447 cuando la princesa Isabel de Portugal iba a emprender viaje a España para casarse con el rey viudo Juan II de Castilla y Beatriz fue llamada a formar parte del séquito de la futura reina castellana.

Los celos de la reina

Pronto Beatriz sufriría en sus propias carnes los trastornos mentales y los celos descontrolados de la reina Isabel. La joven dama, de apenas veintidós años, intentaba pasar desapercibida pero la obsesiva actitud de la soberana terminó por colocarla en el punto de mira.

En una velada en la corte, Isabel creyó ver una mirada seductora entre su esposo y Beatriz y, antes de analizar la situación montó en cólera contra la asustada dama que, sin saber muy bien por qué se encontró encerrada en un cofre bajo llave. En aquel lugar oscuro, sin alimento ni agua, permaneció tres largos días con sus noches. Sin poder moverse, angustiada al saber que era muy probable que solamente saliera de allí muerta, Beatriz consiguió no sucumbir a la desesperación gracias a la oración.

Liberada del encierro en el baúl

Ella misma aseguró que la Virgen fue quien la salvó, apareciéndose ante ella dándole consuelo y protección. Beatriz salió de aquel macabro encierro cuando un familiar suyo se percató de su larga ausencia y mandó buscarla. Una vez liberada, no se olvidó de la promesa que le había hecho a María.

Si salía viva, cumpliría con su voluntad de fundar una orden dedicada a la Concepción de la Virgen. Dado que la Inmaculada Concepción no se decretó como dogma hasta mediados del siglo XIX, Beatriz de Silva se convirtió en una de las primeras defensoras de la pureza de la madre de Dios, una cuestión que provocó durante mucho tiempo discursos a favor y en contra del hecho de que María naciera sin pecado original.

Después de aquel truculento episodio, Beatriz supo que no podría permanecer mucho más tiempo en la corte sin volver a caer bajo la locura de la reina, así que decidió marchar a Toledo donde encontró refugio en el Monasterio de Santo Domingo. Pero no tomó los hábitos.

Beatriz esperaba cumplir con una misión más importante en su vida, la promesa hecha a la Virgen. Una promesa que, sin embargo, no iba a ser fácil de cumplir puesto que la idea que tenía era la de crear una orden femenina sin estar vinculada a ninguna masculina y con una regla monástica pensada exclusivamente para mujeres.

La otra Isabel

Beatriz de Silva pasó muchos años esperando la ocasión propicia, hasta tres décadas de paciente espera. Hacia 1474, empezó a recibir la visita de la entonces reina de Castilla, hija de aquella Isabel que un día intentó terminar con su vida. Isabel I, que la historia conocería como la Reina Católica, se reunía siempre que podía con Beatriz y se interesó por su plan monástico.

Lo primero que hizo la reina fue donar a Beatriz una propiedad toledana conocida como los Palacios Galiana donde podría fundar su monasterio. Allí se trasladó a vivir en 1484 junto a otras once mujeres bajo la forma de beaterio, a la espera de poder fundar su soñada orden para lo cual, la reina medió todo lo que pudo con el papado. Aún tuvo que esperar cinco años más para ver parte de su sueño cumplido. La Bula Inter Universia daba a Beatriz la autorización para fundar su propia orden pero debería seguir la regla del Císter. Solamente podría adaptar parte de sus normas litúrgicas.

La orden que ella misma había redactado no podría ser puesta en práctica en su totalidad pero Beatriz consiguió fundar la Orden de la Inmaculada Concepción. Conocidas popularmente como “concepcionistas”, sus religiosas vestirían con un hábito blanco y un manto azul, tal y como Beatriz viera a la Virgen en la oscuridad de aquel baúl que cambiaría su vida para siempre.

Expansión de las concepcionistas en la evangelización de América

Beatriz de Silva vivió muy poco tiempo como monja concepcionista pues falleció en agosto de 1492. Desde entonces y hasta nuestros días, la Orden de la Inmaculada Concepción empezó a expandirse primero por toda España para llegar a Europa y a América. Cuando las concepcionistas llegaron al Nuevo Mundo en 1540, se instalaron en Veracruz, desde donde fueron fundando decenas de conventos por todo el continente.

Cinco siglos después de su desaparición, Beatriz de Silva fue beatificada por Pío XI y canonizada por Pablo VI.