Matthew 2:1-12
Amigos, la historia de los Magos contada en el Evangelio de hoy es un resumen de una dinámica principal en la vida espiritual. Observando el cielo nocturno con escrupulosa atención en busca de signos que nos lleven al propósito de Dios, los Magos evocan la importancia del estado de alerta en el orden espiritual. Debemos mantener nuestros ojos abiertos para ver lo que Dios está haciendo.
Una vez que vieron la estrella se movilizaron, a pesar de la duración del viaje. A veces las personas saben lo que Dios quiere que hagan, pero no actúan, ya sea por miedo, pereza o por la influencia de los malos hábitos. Los Magos nos enseñan a ponernos en acción.
Cuando le hablaron a Herodes del nacimiento de un nuevo Rey, él intentó usarlos para destruir al bebé. Cuando recorras el camino que Dios te ha trazado espera tener oposición.
Los sabios Magos llegaron a Belén y le dieron al Niño sus preciosos regalos. Cuando llegues a Cristo abre lo mejor de ti y hazlo un regalo para Él.
Finalmente, regresaron a su país de origen por otra ruta. Como Fulton Sheen comentó magníficamente: por supuesto que lo hicieron; ¡porque nadie que llega a conocer a Cristo volverá por el mismo camino por el que vino!
Epifanía del Señor
Solemnidad, 5 enero 2025
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Con los pastores pasó hace unos días un acontecimiento extraño que resultó bien. Cuidaban sus rebaños cumpliendo su rudo oficio cuando vieron una tan extraña como clara visión de ángeles que les decían cosas al principio incomprensibles y al poco rato comprobadas. Sí, allí, en un casuco, estaba el Niño del que se les habló, con su madre y un varón. Hicieron lo que pudieron en su tosquedad y carencia según mandaban las circunstancias. Como les habían asegurado que era la «Luz que iluminaba al pueblo que habitaba en sombras de muerte», de lo que tenían dieron para ayudar y para quedar bien con aquella familia que al parecer era más pobre que ellos. No les costó trabajo aceptar el milagro que era tan claro. Lo dijeron los ángeles, pues… tenían razón.
Vinieron unos Reyes. Fueron los últimos en llegar a ver a aquel Niño y si se entretienen un poco más…, pues ¡que no lo encuentran! Viajaron mucho por los caminos del mundo. Venían desde muy lejos. Pasaron miedo, frío y calor. Hasta estuvieron perdidos pero, preguntando e inquiriendo, sacaron fruto de su investigación. Aquello fue un consuelo porque tuvieron susto de haber perdido el tiempo y tener que regresar a los comienzos con el fracaso en sus reales frentes. Pero no, sabían que aquella estrella era capaz de llevarles adonde estaba Dios. También las circunstancias mandaban y adoraron y ¡cómo no! ofrecieron dones al Niño-Creador.
Los dos son caminos, la fe y la razón. Uno es sencillo, basta con que hable Dios. El otro es costoso, búsqueda constante y sincera con peligros de equivocación. La Verdad está en su sitio. Sencillez es condición. Los pastores la aprehenden y los sabios la descubren. Entrambos la sirven y entrambos son de Dios.
¿Dónde está el rey?
Santo Evangelio según San Mateo 2, 1-12. Epifanía del Señor
Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, una vez más vengo a ti. Conoces bien todo lo que hay en mi corazón, todas mis heridas y todos mis deseos… Todo lo pongo en tus manos para que lo transformes y lo pongas en tu Corazón. Me amas. Muchas veces, en medio del ajetreo diario, me olvido que tu mirada amorosa se posa sobre mí y que sonríes con mis alegrías y lloras conmigo. Nunca me abandonas. Siempre estás dispuesto a tenderme la mano cuando estoy caído, a consolarme cuando triste, y recibirme en tus brazos en todo momento. Gracias. Aumenta mi fe para descubrirte en mi vida y escuchar lo que me quieres decir en esta oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes.
Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo». Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo». Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy en el Evangelio me hablas del encuentro que los magos tuvieron con Herodes. En mi corazón resuena la pregunta que le hicieron al tetrarca: «¿Dónde está el rey de los judíos?» Esa pregunta lo turbó profundamente porque cuestionaba su identidad, la manera en que él mismo se veía.
Muchas veces, amado Jesús, yo he tenido la misma experiencia cuando hay momentos, personas y situaciones que hacen saltar por el aire lo que yo creo de mí mismo, la imagen que con el paso del tiempo me he forjado de mí, pero que no siempre corresponde con la manera que Tú me vez. Tantas veces me he creído mejor o peor de lo que realmente soy y me he convertido en un adulador solapado o en un juez inmisericorde. Tú sabes quién soy y sabías quién era realmente Herodes. Cuando miro la figura de Herodes, muchas veces he visto a un rey despiadado y asesino…no he sabido mirarlo como Tú lo ves: un hijo tuyo muy amado por ti.
¡Si tan sólo fuera más consciente de esta verdad, mi vida cambiaría! Sabría mirar a los demás como Tú los ves… Me vería como lo que soy: ¡Tu hijo muy amado! No me enojaría porque las situaciones o los demás metieran en crisis mi identidad, pues sabría que, pase lo que pase, haga lo que haga, nunca dejaría de ser lo que soy: uno muy amado por ti.
Esa pregunta que turbó a Herodes no es otra cosa que un intento de tu amor de quitarle la máscara que él mismo se había hecho y mostrarle su verdadero ser, su identidad más profunda; no fue otra cosa que un intento de tu infinito amor para mostrarle lo que era realmente.
Jesús, ayúdame a mirar como Tú miras y a grabar en mi corazón con letras de fuego mi identidad más verdadera y profunda: Soy TU hijo y me amas.
«Los Magos lo hicieron: encontraron al Niño, «postrándose, le adoraron» (v. 11). No le miraron solamente, dijeron solo una oración circunstancial y se fueron, no, sino que le adoraron: entraron en una comunión personal de amor con Jesús. Después le regalaron oro, incienso y mirra, es decir, sus bienes más preciados. Aprendamos de los Magos a no dedicar a Jesús sólo los ratos perdidos de tiempo y algún pensamiento de vez en cuando, de lo contrario no tendremos su luz. Como los Magos, pongámonos en camino, revistámonos de luz siguiendo la estrella de Jesús, y adoremos al Señor con todo nuestro ser».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré tener una mirada como la de Jesús: Misericordiosa para conmigo y para con los demás.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Santa Ángela de Foligno: Una mística y culta mujer medieval
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Sandra Ferrer – publicado el 14/12/19
Descubrimos la historia de una mujer que dejó todas sus riquezas para abrazar a Dios y se convirtió en una de las místicas más importantes de la Edad Media
Ángela de Foligno era una mujer rica de la Italia medieval. Tenía una gran familia y vivía en castillos y palacios, rodeada de lujos. Pero había algo que faltaba en su mundo. Una visión de San Francisco de Asís cambiaría su vida para siempre.
Ángela había nacido alrededor del año 1248 en la localidad italiana de Foligno, en la región de Umbría. Perdió a su padre a una edad temprana y su madre la colmó de atenciones y cosas superfluas. Cuando tenía veinte años se casó y formó una amplia familia. Ángela era católica pero su práctica del catolicismo era superficial. Durante años buscó sin encontrar el sentido a su existencia hasta que en 1285 tuvo una visión en la que San Francisco la invitó a confesarse para redirigir su vida. Así lo hizo, guiada por un pariente suyo, un monje llamado fray Arnaldo.
“Invocaba a todos los Santos y a la bienaventurada Virgen María que intercedieran por mí, y suplicaran al Amor, que tantos bienes me había dado, para que, sabiéndome yo muerta, me devolvieran a la vida”.
Poco a poco, Ángela se fue desprendiendo de sus posesiones, sus joyas, lujosos vestidos, propiedades, ante la atónita mirada de los que la conocían. En aquel proceso de conversión, en un breve periodo de tiempo, perdió a sus seres queridos, lo que la impulsó aún con más fuerza a convertirse en monja de la orden Terciana en 1291 y, como relata fray Arnaldo, “cortó los lazos del mundo y ascendió hasta la cumbre de la perfección evangélica”.
“Debía renunciar a todo bien material y a todo hombre y mujer, a todo amigo y pariente, y a cualquier otro; debía renunciar a mi fortuna y a mí misma; debía dar mi corazón a Cristo, que me había concedido estos beneficios, y debía ponerme en marcha por el espinoso camino de la tribulación”.
Desde entonces, y hasta su muerte, Ángela siguió experimentando visiones y experiencias místicas que relató a su fraile confesor. Fray Arnaldo recopiló las palabras de Ángela en un libro que pronto se convirtió en un referente teológico. Su obra, El libro de la vida o Libro de la experiencia, se difundió rápidamente por la Europa del siglo XIV y fue traducido a varios idiomas, entre ellos el castellano, cuya traducción fue impulsada a principios del siglo XVI por el Cardenal Cisneros.
“Comencé a sentir esa cruz y ese amor profundamente, en el alma, y esa cruz la experimentaba corporalmente, y sintiéndola, mi alma se derretía en el amor de Dios”.
Ángela de Foligno congregó a su alrededor un amplio número de hijos espirituales que escucharon con devoción sus palabras acerca de la Pasión de Cristo, episodio de la historia sagrada que influyó intensamente en las visiones de la futura santa. Así define su evolución el papa Benedicto XVI: “El viaje espiritual de Ángela, la transición desde la conversión a la experiencia mística, se realizó a través de Cristo Crucificado”.
Y así lo relataba ella misma: “Al contemplar la cruz, me ha sido dada una mayor comprensión sobre la muerte del Hijo de Dios por nuestros pecados. Entonces reconocí todos mis pecados con el máximo dolor y sentí cómo yo misma lo había crucificado. […] Dios me concedió la gracia de buscar el camino de la cruz, para poder estar a sus pies, donde hallan refugio todos los pecadores. Y fui instruida, y me fue mostrado el camino de la cruz de esta manera”.
“Vi a Dios en unas tinieblas, y justamente en unas tinieblas, porque es un Bien Mayor que todo lo que se pueda pensar o comprender. Y todo lo que se podría pensar o comprender, no llega ni a rozarlo ni a acercársele. Entonces fueron dadas a mi alma una fe indubitable, una esperanza segura y solidísima, una constate certeza de Dios, que borraron de mí todo temor”.
En persona o por carta, Ángela se convirtió en guía espiritual de todo aquel que quería seguir sus pasos hasta el punto que muchos la llegaron a conocer como “Maestra de teólogos”. Fray Arnaldo aseguró que Dios había “escogido como maestra una mujer, de la que, por lo que conozco, no hay igual sobre la tierra”. Algunos expertos sitúan a Santa Ángela de Foligno al mismo nivel que Santa Teresa de Jesús en lo que a teología mística se refiere y su nombre se sitúa entre las místicas más importantes de la Edad Media.
Ángela de Foligno falleció el 4 de enero de 1309 rodeada de sus hijos espirituales. Poco después de su muerte empezó a ser venerada como santa por el pueblo de manera espontánea. En 1547 fue nombrada santa por la Tercera Orden de San Francisco e Inocencio XII, un siglo y medio después, aprobó su culto en la orden como beata. Culto que Clemente XI extendió a toda la iglesia hasta que el papa Francisco la proclamó santa el 9 de octubre de 2013.