Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús explica el propósito de las parábolas: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El uso del vocablo “para” en el Nuevo Testamento nos indica fallas de visión en varios niveles. La gran metáfora aquí es la ceguera de los judíos, una ceguera que se identifica con la desobediencia.
Las parábolas de Cristo están destinadas a resaltar y señalar esa ceguera, esa voluntaria negativa a querer ver. Las parábolas mismas, en su peculiar forma, son juicios sobre aquellos que no pueden ver en ellas señales de salvación.
Las parábolas son a menudo ejercicios cuyo propósito es confundir y frustrar al oyente, derribando sus expectativas y alterando sus convicciones teológicas. Una parábola es efectiva cuando pone patas para arriba nuestra concepción ordinaria del mundo espiritual. Y seríamos muy negligentes si no prestamos atención a las instrucciones que surgen de estas historias asombrosas, divertidas, desagradables y extrañamente esclarecedoras que a Jesús le encantaba relatar.
Jesús nos invita hoy a mirarnos por dentro: a dar las gracias por nuestro terreno bueno y a seguir trabajando sobre los terrenos que todavía no son buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto a acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si nuestras piedras de la pereza son todavía numerosas y grandes; individuemos y llamemos por nombre a las zarzas de los vicios. Encontremos el valor de hacer una buena recuperación del suelo, una bonita recuperación de nuestro corazón, llevando al Señor en la Confesión y en la oración nuestras piedras y nuestras zarzas. (Ángelus, 16 julio 2017)
SAN ROBERTO BELARMINO
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe (1621).
Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.
Etimológicamente: Belarmino = Aquel guerrero que tiene todas las armas, es de origen germánico.
Fecha de beatificación: 13 de mayo de 1923 por el Papa Pío XI
Fecha de canonización: 29 de junio de 1930 por S.S. Pío XI
Breve Biografía
Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: «Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle».
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: «Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro».
Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: «De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas». Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.
Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: «Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos». Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.
Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.
Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: «Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto».
Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.
Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.
Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.
Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.
Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba «Las controversias», para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: «Controversias». En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: «Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica».
Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: «Este es el sacerdote más sabio de la actualidad».
Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.
Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: «Las paredes no sufren de frío».
Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: «Es que fue mi discípulo».
En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.
En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.
Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.
Antiguamente se lo festejaba el 13 de mayo, en la actualidad su fiesta es el 17 de septiembre, día de su nacimiento al Reino de Dios.
ORACIÓN
Señor Dios,
tú que, para defender la fe de la Iglesia
y promover su renovación espiritual,
diste a San Roberto Belarmino
una ciencia y una fortaleza admirables,
concédenos,
por la intercesión de este insigne
doctor de la Iglesia,
conservar y vivir siempre
en toda su integridad el mensaje evangélico
al que él consagró toda su vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.
Salió el sembrador a sembrar
Santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15. Sábado XXIV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy las gracias por el inmenso amor que me tienes. Gracias porque en tus brazos tengo un lugar donde siempre puedo volver. Gracias, porque a pesar de mi debilidad, a pesar de mis pecados, Tú nunca has dejado de amarme ni me has abandonado. Siempre has estado a mi lado, en las buenas y en las malas. Gracias porque incluso cuando con mis palabras, pecados o actitudes te he dicho que me dejaras en paz, aun cuando me he olvidado de ti, Tú nunca me has retirado tu amor ni has apartado tu amorosa mirada que me sigue y protege a donde quiera que voy. Gracias, Jesús.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto el ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me dices que el sembrador salió a sembrar. Tú eres el divino sembrador que todos los días quieres venir a mi alma.
Te agradezco, amado Jesús, todo lo que haces por mí.
Yo sé que en mi alma no todo es tierra buena. Sabes que soy camino donde tus palabras muchas veces no penetran por causa de la rutina y que el enemigo termina arrebatándomelas.
Soy terreno pedregoso, lleno de inconstancia, pronto para hacer propósitos, pero tardo para cumplirlos y mantenerlos.
Soy una maraña de espinas donde tantas cosas me preocupan e inquietan y tengo muy poco tiempo para pensar en ti… para hablar contigo. Y cuando por fin encuentro tiempo para ti, la mayoría de las veces no hago más que pedirte.
Gracias, porque a pesar de todo, nunca has cesado de trabajar pacientemente mi alma. Tú sueñas con convertirme en un hermoso huerto… a mí que soy sólo tierra árida. Tú no me abandonas. Nunca lo harás. Saldrás cada mañana con el mismo amor, con la misma confianza de la primera vez. Harás todo lo que esté de tu parte para transformar mi corazón. No te darás por vencido. ¡Cuánto me amas Jesús! Gracias por todo tu amor.
«Intentemos imaginarlo: un terreno pedregoso es un terreno “donde no hay mucha tierra”, por lo que la semilla germina, pero no consigue echar raíces profundas. Así es el corazón superficial, que acoge al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero no persevera, se cansa y no “despega” nunca. Es un corazón sin profundidad, donde las piedras de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien acoge al Señor solo cuando le apetece, no da fruto». (Homilía de S.S. Francisco, 16 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a buscar que la gracia de Dios no pase de largo en mi vida buscando mantenerme unido a Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Constante inconstancia?
La constancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto.
Se pueden tener grandes propósitos para alcanzar una virtud, iniciar el camino correcto o realizar actos concretos que disponen para ella. Sin la constancia, todo quedará en un manojo de buenas intenciones, excelentes intuiciones y un puñado de frutos verdes e inmaduros arrancados por el viento.
La constancia es la firmeza y la perseverancia del ánimo. En palabras muy elegantes del poeta y literato italiano, Arturo Graf, “la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto”.
Los hombres estamos llamados a ser la tierra buena donde la semilla de la voz de Dios y las virtudes puedan crecer y dar fruto con perseverancia (cf. Lc 8,15). Por ello es bueno tener a la mano algunos elementos que pueden ayudar para formar esta virtud.
Tener un fin concreto y una motivación profunda. En los actos que realizamos, el fin es lo primero que pone en movimiento al hombre aunque sea lo último que consiga. ¿Por qué quiero conquistar esta virtud? Habrá muchas motivaciones muy válidas en el plano humano, pero a fin de cuentas, en el plano sobrenatural, buscamos agradar a Dios. Él a su vez, como nos dice san Pablo, a los que con perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad, les dará la vida eterna (cf. Rm 2,5-8).
Para actualizar este fin y motivación puede valerse de un lema o una frase que le ayude a recordar la virtud que desea alcanzar. Allí entra nuestra amiga la constancia. Grandes hombres y mujeres en la historia se han ayudado de este medio y han escrito lemas como: “obediencia y paz”, “en Ti confío”, “cooperador de la verdad”, “en todo amar y servir”, “dar siempre con alegría”, etc.
Otro aspecto que puede servir es “dejar constancia” de la virtud que buscamos, hacer un pequeño programa para dicha virtud. No hay que tener miedo de escribirla en un papel, en la agenda y, sobre todo, en el corazón. Una sola virtud, aunque en realidad conseguiremos dos, la virtud propuesta y la virtud de la constancia. Tomás de Kempis, en La Imitación de Cristo, dice que “si cada año desarraigásemos un vicio, presto seríamos perfectos” (Libro I, IX, 3). Así que una virtud al año, a nadie le hace daño.
Es muy provechoso repasar constantemente al final del día cómo se ha vivido la virtud propuesta. Se puede sencillamente llevar en una hoja un control gráfico del progreso. Esta se puede colocar debajo de la almohada. Así, en la noche no se olvida. Santa Faustina Kowalska, en su Diario, apuntaba las victorias y derrotas que tenía para conseguir la virtud del silencio interior. Tenía una pequeña tabla: hoy “x” victorias y “z” derrotas. Al número de victorias siempre se puede añadir una “extra” por la constancia. La perseverancia es la clave del éxito.
Toda virtud nos ayuda a imitar mejor a Cristo, modelo de todas las virtudes. Él nos mostró constantemente su amor, desde su nacimiento hasta la muerte en la cruz. En la propia vida, el discípulo tiene que sembrar las buenas disposiciones, regarlas con constancia y confiar en Dios, quien realizará el crecimiento de la virtud.
El hombre de Dios, san Bernardo de Claraval, que era tenaz y perseverante, resumía así su experiencia: “poco aprovechará un hombre que siguiera a Cristo, si al final de su vida no consigue alcanzarle”.
Constituyámonos en estado permanente de misión
El Papa Francisco recibe a cerca de mil quinientos peregrinos de la Diócesis de Alejandría
Fueron cerca de mil quinientos los peregrinos de la Diócesis de Alejandría y los chicos confirmandos de la Diócesis de Spoleto-Norcia, los que el Santo Padre Francisco recibió en este sábado 17 de setiembre. El Papa quiso dirigirse a ellos de forma separada, primero a los peregrinos y luego a los niños. Recordó, ante todo, las enseñanzas del Papa San Pío V, único Papa piamontés nacido en Bosco Marengo, actual territorio de la Diócesis de Alejandría cuyas enseñanzas, dijo, invitan a ser “buscadores de la Verdad”.
“Jesús es la Verdad, en un sentido no sólo universal sino también comunitario y personal; y el reto es vivir la búsqueda de la verdad hoy en la vida cotidiana de la Iglesia, de las comunidades cristianas”
Si esta búsqueda se realiza a través del discernimiento personal y comunitario “a partir de la Palabra de Dios”, hace que una comunidad crezca en un conocimiento cada vez más íntimo de Jesucristo, de modo que Él se convierte “en el fundamento de la vida comunitaria”, afirmó Francisco.
A continuación, el Santo Padre hizo presente que la Palabra de Dios “cobra vida especialmente en la celebración eucarística”, y que, por lo tanto, resulta necesario “hacer el mayor esfuerzo para que la celebración eucarística se convierta realmente en la fuente de la vida comunitaria”.
“Después de haber tocado la Carne Eucarística de Cristo, la comunidad evangelizadora es enviada y se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, acorta las distancias, se rebaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”
Por último, recordó el compromiso de San Pío V de recomendar la oración, en especial el Rosario, que constituye “base e impulso para la acción misionera”. E hizo presente que los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración: “los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles dan la imagen de una Iglesia en movimiento, una Iglesia laboriosa, que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera”. Caminar juntos en la renovación pastoral de su diócesis, que en los próximos días iniciará la constitución de las Unidades Pastorales, fue la invitación final del Pontífice, que pidió que todas las comunidades se aseguren de poner los medios necesarios para avanzar en el camino de la conversión pastoral y misionera, “que no puede dejar las cosas como están».
“Ahora no necesitamos una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en estado permanente de misión”.
Dirigiéndose luego a confirmandos y confirmados, el Papa destacó lo hermoso del camino del Sacramento de la Confirmación, que “revive la experiencia de los primeros discípulos de Jesús”. La confirmación, “confirma el Bautismo”, dijo. Y la vida cristiana “es una casa que se construye sobre los cimientos del Bautismo”. Haciendo la voluntad de Dios, poniéndola en práctica en nuestra vida, es como se entra “en el Reino de los Cielos”, les recordó. Antes de bendecir una piedra de la antigua Abadía de San Eutizio llevada por los chicos que la colocarán “como símbolo de su reconstrucción”, el Pontífice quiso bendecir también a cada uno de ellos “para que se conviertan en una piedra viva para construir la comunidad cristiana”: “Ser piedras vivas: esto es posible con la fuerza del Espíritu Santo, que en la Confirmación los confirma como bautizados, hijos de Dios y miembros de la Iglesia”
Bautismo y piedra, piedra viva – concluyó Francisco, alentándolos-. Adelante con esto: ¡construir la casa sobre la roca!
5 tips para ser más pacientes
A veces creemos que hemos conseguido una gran victoria en adquirir paciencia, y luego, de la nada, ¡explotamos!
Ninguno de nosotros puede afirmar haber dominado perfectamente la virtud de la paciencia. A veces creemos que hemos conseguido una gran victoria en adquirir paciencia, y luego, de la nada, ¡explotamos! Nuestra ilusión de ser la persona más paciente del mundo se desvanece en instantes.
La paciencia es tan importante que Jesucristo, nuestro modelo en todas las virtudes, dijo: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Una alma piadosa oró en desesperación: «¡Señor, dame paciencia, pero la necesito ahora mismo!». Tal vez esta ha sido tu clase de oración por los últimos años.
Nuestra paciencia puede ser probada en diferentes tiempos y circunstancias. Los problemas de salud, los contratiempos económicos, algún miembro de la familia que podría poner al mismo Job a prueba, los cambios climáticos, las relaciones fallidas y rotas, e incluso Dios. A veces parece que Dios es muy lejano, no parece oír mis oraciones, o al menos parece desinteresado o indiferente a mis plegarias. Todo lo anterior puede poner a prueba mi paciencia.
¿Cómo obtener paciencia?
¿Cuáles son, entonces, las maneras en que podemos adquirir la virtud de la paciencia, que es tan importante como lo recuerda Jesús, necesaria para la salvación de nuestras inmortales almas? Ofreceremos aquí cinco maneras concretas de alcanzar la paciencia.
1.- Oración: San Ignacio insiste en que debemos rogar por la gracia. San Agustín nos recuerda humildemente que todos somos mendigos delante de Dios. Dios está dispuesto a dar si simplemente perseveramos en pedirle. Recuerda a la viuda persistente que ganó el favor del calloso y frío juez por la sencilla razón de que siguió pidiendo su ayuda. «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt. 7, 7).
2.- Vida de Jesús: Jesús dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino a través mío». Hay un dicho: «Dime con quién andas y te diré quién eres». Si pasamos el tiempo meditando en los evangelios y en las palabras, gestos y acciones de Jesús, entonces calará en nosotros. Comencemos imitando a Jesús cada vez más y específicamente en la virtud de la paciencia.
3.- Pasión de Cristo: Muchos santos tenían una especie de magnetismo en sus corazones para leer y meditar sobre la historia de amor más grande del mundo. «No hay mayor amor que morir por los seres queridos». Una meditación constante sobre la Pasión, el sufrimiento, la crucifixión y la muerte de Jesús puede resultar una fuente infinita de bendiciones y la llave para abrir la puerta de la paciencia de los más endurecidos de corazones.
4.- Pruebas y oportunidades: Entonces, cuando las pruebas lleguen como un diluvio torrencial, recuerda algún elemento de la Pasión de Cristo, ya sea a partir de los evangelios, o las obras de escritores como Ana Catherina Emmerick. La prueba será vista en una perspectiva más universal y sobrenatural. La prueba que me visita de hecho es muy doloroso, pero, en comparación con lo que Nuestro Señor y Salvador Jesucristo ha pasado, es una mera bagatela. También sufro pruebas parciales como resultado de mi propia pecaminosidad y pasado deshonesto, pero Jesús sufrió los dolores más insoportables siendo el epítome y la esencia de la Inocencia. Todos podemos escoger un elemento o detalle de la Pasión de Cristo que parece habernos golpeado más y recordar esa escena cuando mi paciencia se pone a la prueba. ¡El amor de Jesús me puede hacer llevar pacientemente las más pesadas cruces! Como dice San Pablo: «El amor de Cristo nos obliga».
5.- María Nuestra Señora de los Dolores: Un elemento esencial en la Pasión de Cristo de Mel Gibson fue la presencia de la Santísima Virgen María a lo largo de toda la película. Sólo en segundo lugar a Jesús estaba María en la intensidad del sufrimiento.
La película retrata a Nuestra Señora de las Angustias a lo largo del camino del Calvario que acompaña a Jesús en su juicio más amargo. María estaba al pie de la cruz, paciente hasta un grado heroico.
María practicó la paciencia toda su vida: viajando a Belén, huyendo a Egipto, buscando a su Hijo por tres largos días, perdiendo a su amado esposo San José, y acompañando a su amado Hijo Jesús, viéndole crucificado y permaneciendo con él hasta su último aliento. Cuando nuestra paciencia se pone a prueba, entonces debemos elevar nuestros ojos, mente, corazón y alma a Nuestra Señora, y ella nos conseguirá una paciencia heroica.
Todos nosotros luchamos diariamente para ser pacientes con los demás, con nosotros mismos, con las circunstancias y, a veces, incluso con Dios.
La paciencia es tan esencial para nuestras vidas que incluso Jesús dijo: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Utilicemos las armas que tenemos en nuestro arsenal para alcanzar la virtud de la paciencia.
Oremos como mendigos al dador más generoso, Dios. Aproximémonos a Jesús el «Santo de los Santos».
Meditemos en la Pasión de Cristo y cuando surjan oportunidades para practicar la paciencia, recordemos todo lo que Jesús sufrió por el mundo y por ti. ¡Por último, que Nuestra Señora de los Dolores nos alcance un corazón manso, humilde y paciente!
Santa Hildegarda de Bingen, mística y científica
Era botánica, mística, compositora,… e incluso amonestaba a grandes hombres de Iglesia
Hildegarda de Bingen (1098-1179) fue monja benedictina, mística, teóloga, fundadora, escritora, experta en farmacia, cosmóloga, compositora, botánica, médico…
Mantuvo una relación epistolar con papas, obispos, reyes y emperadores. Y si les tenía que reprochar algo, lo hacía sin reparos.
San Pablo Ediciones tiene un volumen en el que se recogen algunas de las particulares experiencias místicas de esta mujer, a la que la autora Cristina Siccardi llama esencialmente “mística y científica”.
El misticismo de santa Hildegarda no es de éxtasis, sino que “permanece siempre en su propia realidad, aun cuando lo sobrenatural irrumpe en su vida”, dice la autora.
Los manuscritos de Hildegarda están en latín y alemán y su obra ha sido cuidadosamente estudiada especialmente por benedictinos y especialistas en profetismo y mística medieval.
Cuando Benedicto XVI dedicó varias catequesis a figuras femeninas de la Iglesia, el primer modelo que escogió fue precisamente Hildegarda.
Extraordinaria desde pequeña
Los estudiosos coinciden en que no era una niña normal. Ya desde pequeña, “veía más allá de lo sensiblemente visible”. Y ella misma lo dice, en su obra Scivias:
“Desde que era niña, concretamente desde que tenía cinco años de edad, y aún hoy, siempre he experimentado misteriosamente en mi interior la fuerza y el misterio de esas ocultas y misteriosas facultades visivas”.
En Vida y visiones de Hildegard von Bingen, de la editorial Siruela, Victoria Cirlot, profesora de Literatura Medieval en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, resalta que Hildegarda es “una de las figuras más fascinantes y multifacéticas del Occidente europeo”
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Una particularidad de su personalidad es que “no se dejaba intimidar por el reproche”, pero tampoco “se dejaba desviar por las alabanzas”.
En otro texto de ese mismo volumen se recoge esta experiencia de visión:
“A los tres años vi una luz tal, que mi alma tembló, pero debido a mi niñez nada pude proferir acerca de esto. A los ocho años fui ofrecida a Dios para la vida espiritual, y hasta los quince vi mucho y explicaba algo de un modo muy simple”.
Entró de niña a la vida religiosa, y no revelaba a sus compañeras de clausura sus visiones. Lo contará, más tarde, al monje Guiberto de Gembloux. También lo comentó a Jutta de Sponheim, maestra de oración y trabajos manuales.
Revelaciones y análisis
Y esta fama trascendió. Estuvo acompañada de personas a las que compartía sus revelaciones, que empieza a escribir a partir de 1141.
Hildegarda vivió en Disibodenberg 30 años dedicada a la vida benedictina. Su impacto fue notable a varios niveles, y su influencia muy destacable y admirada.
Rasgos de esta doctora de la Iglesia, según Siccardi, son por una parte que era “extremadamente racional”, y que “no busca nunca atajos ni se engaña”. Es una persona que “examina y analiza los problemas”.
Era una persona “muy equilibrada” que lograba mantener la misma fuerza de ánimo tanto en los tiempos de alegría como en los de sufrimiento”.
Hildegarda es autora de Liber Scivias, Liber vitae meritorum y Liber divinorum operum. Pero también escribió decenas de composiciones litúrgicas.
Entre su faceta de escritora destacan también las epístolas que escribió al papa Eugenio III o a Bernardo de Claraval.
En la iglesia alemana de Eibingen se conservan sus reliquias.
El 17 de septiembre de 1179 la abadesa Hildegarda murió acompañada por sus hermanas en Ruperstsberg, un monasterio que hoy ya no existe. Fue la mujer más potente de la Baja Edad Media.
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