Mark 10:2-16,
Mark 10:2-12

Amigos, en nuestro Evangelio Jesús define la sacralidad fundamental del matrimonio. Estoy convencido de que el profundo significado sacramental y religioso del matrimonio, incluso dentro mismo de la Iglesia, ha sido dramáticamente comprometido en los últimos años. Decimos que el matrimonio es una vocación, pero ¿lo decimos en serio?

Podemos ver las relaciones humanas de pareja en diferentes niveles. Dos personas pueden unirse solo por placer físico, por razones económicas o por compañía psicológica. Y podemos ser testigos de que dos personas se unan por un amor auténtico.

Pero ninguno de estos diferentes niveles es sobre lo que la Biblia nos intenta decir acerca del matrimonio. Cuando estaba haciendo trabajo parroquial, invariablemente preguntaba a las parejas jóvenes: “¿Por qué quieren casarse por la Iglesia?”. La mayoría decía algo así como: “Nos amamos”. Pero yo les decía: “Bueno, esa no es una razón para casarse por la Iglesia”. Por lo general, parecían sorprendidos. Pero lo yo lo decía en serio.

Uno viene a la Iglesia para casarse ante Dios y Su pueblo cuando está convencido que el matrimonio, finalmente, no se trata de ti; que se trata de Dios y de servir a los propósitos de Dios; es como el sacerdocio de un sacerdote, una vocación, un llamamiento sagrado.

Bruno, Santo

Memoria Litúrgica, 6 de octubre

Por: Redacción | Fuente: EWTN

Fundador de los Cartujos

Martirologio Romano: San Bruno, presbítero, que, oriundo de Colonia, en Lotaringia, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, pero deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria (1101).

Fecha de canonización: Su culto fue aprobado por el Papa León X y luego confirmado por el Papa Gregorio XV en el año 1623.

Etimologicamente: Bruno = «fuerte como una coraza o armadura metálica» (Brunne, en alemán es coraza).

Breve Biografía

Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.

Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.

Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.

Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: «He sido juzgado». La segunda: «He sido hallado culpable». La tercera: «He sido condenado». Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.

Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.

San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.

San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.

Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo… Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.

San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.

Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.

Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.

Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad.

Lo que Dios ha unido…

Santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16. Domingo XXVII del Tiempo Ordinario.

Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. Sólo Tú sabes lo mucho que he tenido que pasar para poder llegar a estar en tu presencia. Conoces bien todas mis batallas, victorias y derrotas. Conoces bien todo lo que me pasa, pues jamás te has alejado de mi lado. Ayúdame a darme cuenta que eres el amigo que nunca me abandona, el Papá más amoroso que me espera y anima siempre. Aumenta mi fe en ti, Señor. Ayúdame a saber escuchar tu voz en este momento de oración y jamás permitas que pierda de vista que Tú siempre estás a mi lado. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?». Él les respondió: «¿Qué les prescribió Moisés?». Ellos contestaron: «Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa». Jesús les dijo: «Moisés les prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre». Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: «Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio». Después de esto la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataron de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Después tomó en brazos a los niños y los bendigo imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy, Jesús, me dices que lo que Tú has unido, no lo separe el hombre. Al escuchar tus palabras me viene inmediatamente la realidad del matrimonio, pero creo que hoy me invitas a ampliar mis horizontes, a ver que el matrimonio no es la única cosa que Tú has unido y no quieres que nadie lo separe.

Justo después de explicar la grandeza del matrimonio a tus discípulos, te intentaron acercar unos niños, pero los discípulos lo impedían. Te enojaste, ¡y con razón! Tú habías ya unido el Reino de los cielos, tu infinito amor, con aquellos pequeños, y los discípulos intentaban separarlos.

¡Qué gran verdad me revelas en este pequeño gesto! Tú quieres estar conmigo, a mi lado, y no quieres que nada, ni nadie, me separe de ti. Jamás me has abandonado y jamás lo harás. Siempre estarás a mi lado, si yo te lo permito. Has querido unir… lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Jesús, ayúdame a nunca separarme de tu lado, así como Tú nunca te separas del mío.

«La pregunta es sobre el divorcio, sobre el matrimonio: para ellos, el matrimonio parece que fuera “se puede o no se puede”; hasta qué punto debo ir adelante, hasta qué punto no. Jesús va arriba y llega hasta la creación y habla del matrimonio que tal vez es la cosa más hermosa: “Desde el inicio de la creación Dios les hizo hombre y mujer; por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos se convertirán en una sola carne. Así ya no son dos, sino una sola carne”. Es fuerte lo que dice el Señor. Dios les creó desde el inicio así y no dice “son solo un espíritu, un solo amor”, no: “una carne”, ¡precisamente no se puede dividir eso! Pero, deja el problema de la separación y va a la belleza del matrimonio, a la belleza de la pareja que debe estar unida».

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

El día de hoy, voy a buscar mantenerme unido a Dios rezando alguna jaculatoria a lo largo del día y haré una oración especial por los matrimonios que tienen dificultades.

Despedida

froshea | Flickr | CC BY-SA 2.0 | Altered by Aleteia

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Extraordinario encuentro del Padre Pío con una mujer poseída

Philip Kosloski – publicado el 04/10/24

Cuando una mujer poseída por un demonio irrumpió en san Giovanni, el Padre Pío se acercó a ella con calma y pudo expulsar la presencia maligna

San Padre Pío tenía una extraordinaria fe en Dios, lo que le permitía actuar con calma cuando un espíritu demoníaco intentaba asustarle.

Esto ocurría con cierta frecuencia y, en ocasiones, personas poseídas entraban en la iglesia de San Giovanni Rotondo.

El autor C. Bernard Ruffin relata la siguiente historia en su libro, Padre Pio: La verdadera historia.

Cura por posesión

Según Ruffin, «el padre John Schug (1928-2002), cuando entrevistó a los frailes más ancianos de San Giovanni unos años después de la muerte de Pío, le hablaron de una mujer que parecía algo más que perturbada mental. Su rostro estaba tan horriblemente contorsionado, y tenía una luz tan extraña en los ojos, que la gente empezó a huir aterrorizada. ‘¡Soy la dueña de esta iglesia!’, gritaba».

Cuando la mujer vio una imagen de san Miguel Arcángel dijo: «¡No has ganado! He ganado yo».

Hizo tal alboroto dentro de la iglesia que atrajo la atención del Padre Pío, que estaba confesando. Salió del confesionario y el sacristán le instó a que no se fuera. El Padre Pío respondió: «No tengas miedo… ¿Desde cuándo tememos al diablo?»

El poder de la confesión

El Padre Pío simplemente se acercó a ella y le dijo: «¡Aléjate de ahí!» Empezó a suplicar al padre Pío: «¡Por favor, no me envíe lejos! Por favor, no me eches».

Le dijo que se sentara allí y esperara hasta que terminara con las confesiones.

[Después] encontró a la mujer sentada tranquilamente. La condujo a uno de los confesionarios. Cuando salió, «su rostro era como el de un ángel».

El Padre Pío confiaba plenamente en el poder de la confesión y aún hoy, los exorcistas recomiendan la confesión frecuente de los pecados para evitar que las fuerzas satánicas influyan en el individuo.