Jesús instruye a la multitud a sentarse sobre el pasto. Tomando los panes y el pescado Jesús hace una comida que satisface a la enorme multitud. Están hambrientos, cansados y fatigados por sus esfuerzos, y Jesús les da el sustento del día.
Para Tomás de Aquino, la gran metáfora de la Eucaristía es sustento, viático o alimento para el viaje. El bautismo nos define, haciéndonos hijos e hijas de Dios; la confirmación reafirma y profundiza esta identidad; el matrimonio y las órdenes sagradas nos sellan en la vocación de nuestra vida. Estos son sacramentos ofrecidos una vez y en momentos clave de la vida.
Luego está la Eucaristía, que es el alimento cotidiano, sustento que nos lleva a través del día a día. ¿Cuán efectivo sería comer si nunca lo hiciéramos o solo en algunas ocasiones especiales o festivas? No muy efectivo. Lo mismo pasa en la vida espiritual; debemos comer y beber o no tendremos fuerza.
Pedro Poveda Castroverde, Santo
Por: María Dolores Gamazo | Fuente: Catholic.net
Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, San Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, fundador de la Institución Teresiana destinada a promover la formación cristiana, que al comienzo de la persecución contra la Iglesia fue asesinado por odio a la religión, dando un claro testimonio de su fe († 1936).
Fecha de beatificación: 10 de octubre de 1993, por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II
Nacido en Linares (Jaén) en 1874 en el seno de una familia muy cristiana, Pedro José Luis Francisco Javier Poveda Castroverde era el mayor de seis hermanos. De temprana vocación sacerdotal, ingresa joven en el Seminario de Jaén, aunque por motivos económicos se traslada con una beca al Seminario de Guadix (Granada). Compagina los estudios eclesiásticos con los civiles. Fue ordenado sacerdote en 1897 y, al tiempo que continúa sus estudios, da clases, atiende catequesis, predica misiones populares, dirige a seminaristas… Su preocupación por los niños que vivían en las Cuevas de Guadix le lleva a fundar las Escuelas del Sagrado Corazón, donde ofrece enseñanza gratuita, alimento y vestido a los más necesitados de esta zona suburbial de la ciudad.
En 1906 es nombrado canónigo de la Basílica de Covadonga (Asturias), donde permanece hasta 1913. Allí, estudia la situación educativa de la España de principios de siglo, pensando qué respuesta puede dar desde el humanismo cristiano para la educación de los niños y la formación de los educadores en el momento histórico que le toca vivir. Así, en 1911 funda en Oviedo la primera Academia de la Institución Teresiana. En 1913 regresa a Jaén, donde conocerá a Josefa Segovia, quien será su fiel colaboradora y cofundadora de la Institución. En 1921 las Academias, Centros de formación de educadores, cuyo campo principal de actuación será la escuela pública, estaban en doce poblaciones de importancia. En 1917 la Institución Teresiana obtiene la aprobación eclesiástica y civil en Jaén, y en 1924 la aprobación pontificia como Pía Unión.
El Padre Poveda se traslada a Madrid en 1921, al ser nombrado Capellán de la Casa Real. Sigue trabajando en la consolidación y expansión de la Institución Teresiana, participa en la fundación de la FAE (Federación de Amigos de la Enseñanza), y colabora con proyectos e instituciones a favor del profesorado católico. El 27 de julio de 1936 es detenido en su casa de Madrid. Muere mártir, como sacerdote de Jesucristo, el 28 de julio de 1936.
¿Cuáles son los rasgos personales del Padre Poveda?
Convencido de que la fuerza del Evangelio puede transformar la realidad, se preocupa por la formación de la persona humana y promueve la educación como medio de transformación social. Su contacto con realidades de pobreza, hambre, enfermedad, paro, e injusticia, en su infancia, le lleva a luchar contra ello y a trabajar por la dignidad humana mediante la formación de las clases populares; confía en la capacidad de la juventud para transformar el mundo; reclama y promueve la presencia de la mujer en el campo de la educación, de la ciencia, de la investigación. Le preocupa la actualización pedagógica del profesorado, la asociación profesional de los maestros y su promoción social, así como su compromiso con la realidad desde su ser creyente. Humanista y pedagogo, educador de educadores, impulsor del laicado, maestro de oración, hombre de paz, audaz y solidario con los más desfavorecidos, creyó que la renovación de la educación, de la cultura y de las relaciones entre los hombres eran posibles desde la fe.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993 y canonizado el 4 de mayo de 2003.
Cinco panes y dos peces
Santo Evangelio según san Juan 6, 1-15. Domingo XVII del Tiempo Ordinario.
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
La multiplicación de los panes me recuerda que la abundancia es una característica del auténtico amor. Señor, creo en ti y te amo, por eso, con toda confianza, te pido que me permitas escucharte en esta oración para conocer cuál es el camino que debo seguir para que mi amor, a ti y a los demás, sea ilimitado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15
Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Entre los personajes que intervienen en la escena evangélica, además del Maestro, los apóstoles y la multitud, el muchacho de los panes y los peces pasa muy desapercibido en el relato. Apenas se menciona, pero su presencia y generosidad fueron claves para que Jesús obrara el milagro.
De hecho, cuando Felipe le señala, bien hubiera podido decir: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero no sé si quiera entregarlos y, de cualquier modo, ¿qué es eso para tantos?».
Todos los milagros de Jesús requirieron de la fe de quienes los pedían. Éste, además, requirió de la generosidad de aquel muchacho. Como si quisiera decirnos con ello el evangelista, que para obtener el milagro de la propia conversión o del propio progreso espiritual y humano, siempre se requiere generosidad. Darlo todo, y darlo de corazón.
Igualmente, cuando se trata de la ayuda a los demás, muchas veces tenemos en nuestras cestas los cinco panes y dos peces que necesita nuestro prójimo. A veces es una limosna, a veces es ceder el paso en la calle o una simple sonrisa que devuelva la confianza a nuestros hijos o compañeros de trabajo, después de que hemos sufrido algún percance.
Los cinco panes son, sin duda, una representación de los talentos que Dios nos ha regalado. Sólo en la medida en que los demos a los demás, fructifican y rinden todo cuanto pueden. Si los guardamos para nosotros mismos, pueden echarse a perder. Hay que recordar que el milagro comienza cuando aquel muchacho cedió al Maestro sus panes, para que diera de comer a toda una multitud…
.«El que ama conoce a Dios; el que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que se manifiesta en su Hijo, que ha venido para salvarnos. Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para conocer a Dios hace falta toda una vida; un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a los que nos odian, de amor por todos. […] El Señor tuvo compasión de la cantidad de gente que había ido a escucharlo, porque eran ovejas sin pastor, desorientadas. Y hoy mucha gente está desorientada en nuestras ciudades, en nuestros países. Por eso, Jesús les enseña la doctrina y la gente le escucha. Cuando luego se hace tarde y pide que les den de comer, sin embargo, los discípulos responden un poco nerviosos. Una vez más Dios ha llegado primero, los discípulos no habían entendido nada: Así es el amor de Dios: siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos. ¡Siempre! No una vez, 70 veces 7. ¡Siempre! Como un padre lleno de amor y para conocer a este Dios, que es amor, debemos subir por el escalón del amor al prójimo, por las obras de caridad, por las obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado. Que el Señor, en estos días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios, nos dé la gracia de conocerle por el camino del amor».
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En mi siguiente encuentro con Cristo en la Eucaristía, pedirle que abra mi corazón a la compasión hacia el prójimo y al compartir fraterno.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Los tres papas africanos de la Iglesia
Public Domain via Wikimedia
África ha aportado tres papas santos a la Iglesia católica: Víctor I (189-201), Melquiades (311-314) y Gelasio I (492-496), todos ellos procedentes del norte del continente.
En el segundo siglo encontramos al primer elegido pontífice nacido en África, san Víctor I. Según la página oficial del Vaticano, el 14º Sucesor de Pedro de la historia ejerció el pontificado unos diez o doce años, entre el 186 ó 189 al 197 ó 201, lamentablemente no hay uniformidad en los documentos.
La Iglesia Católica lo recuerda en el santoral romano el 28 de julio. Papa Víctor estableció para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo siguiente a la Pascua judía.
El santo fue el primer obispo de Roma (función a la que más adelante se llamará «Sumo pontífice» y «Papa») y se comportó como tal, con gestos de autoridad para con todas las iglesias del orbe cristiano a los que nosotros estamos acostumbrados, pero que eran una novedad para su época.
La novedad que introdujo el papa Víctor fue imponer una misma fecha para la Pascua, la fecha que se acostumbraba en Roma, aduciendo que se trataba de una cuestión que atañía a la «Regla de la fe».
Los obispos de Asia no estaban acostumbrados a ese ejercicio de autoridad episcopal, ni estaban dispuestos a aceptar esa orden. Finalmente, Víctor levantó la excomunión a los obispos rebeldes, aunque falta documentación para saber cómo se resolvió del todo la situación.
Durante algunos siglos se lo consideró mártir, pero no hay noticias fehacientes que lo confirmen, ni en sus años se vivió ninguna persecución conocida, por lo que en el nuevo Martirologio se le ha quitado ese título. Fue un papa que combatió las herejías de su tiempo.
San Melquiades (311-314)
Melquíades fue el 32º papa de la Iglesia Católica y era oriundo de África. Probablemente procedía de África del Norte, a pesar de su nombre griego. Conoció la paz concedida por el emperador Constantino a la Iglesia, pero sufrió los ataques de los donatistas y se distinguió por sus esfuerzos encaminados a obtener la concordia.
Durante el pontificado de Melquíades, ocurrió el triunfo del emperador Constantino I el Grande sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio sobre el río Tíber (27 de octubre del 312), batalla en la cual Majencio murió ahogado cuando huía del avance de Constantino.
El papa fue testigo del triunfo de la Cruz y la entrada en Roma del emperador Constantino, convertido al cristianismo.
Más tarde el emperador regaló a la Iglesia romana el palacio de Letrán, que vino a ser residencia de los papas, y por consecuencia, el lugar de las sedes de la administración de la Iglesia romana. La basílica que estaba adjunta al palacio, o que fue construida después, vino a ser la iglesia principal de Roma.
San Gelasio I (492-496)
San Gelasio I es considerado el tercer papa de origen africano, su nacimiento en el norte del continente (en la Cabilia) es motivo de desacuerdo entre los historiadores, ya que muchos lo sitúan en Roma. Inició su pontificado en el 492 y finalizó en el 496. Movido por su caridad sin medida y las necesidades de los indigentes, murió en la más extrema pobreza.
Según la enciclopedia católica, el 49 º Sucesor de Pedro abrió la etapa de la Iglesia y del mundo que llamamos Edad Media (período que duró casi 1000 años), semillero de ideas que fructificarían, en la apertura posterior de monasterios, universidades, en la sucesiva Europa unificada y en los inicios de la educación.
Gelasio conquistó un carácter institucional para la Iglesia frente al Imperio, la formulación del “principio de los dos poderes” que dominará la vida medieval (y que para muchos, es la única fórmula posible de relación Iglesia-Estado) y presente en la carta al emperador Anastasio (491-518).
La Iglesia le proclamó santo porque tuvo una vida de profunda piedad y caridad; es ésa la fuente que alimenta la fuerza de su pontificado que fue breve, pero intenso. También fue un buen administrador, prolífico escritor, consolidó – como mencionamos antes – la autoridad de la sede romana y luchó contra la herejía. Además, introdujo el rezo del «Señor ten piedad» en la misa (Kyrie eleison).
Fuentes: Catholic Encyclopedia, Santoral Romano y la página web de la Santa Sede