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Referencias Bíblicas
• John 13:1-15
• Obispo Robert Barron

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús se reúne con sus doce elegidos en el momento culminante de Su vida y hace algo tan extraño que aún nos sorprende dos mil años después: se quita la túnica, se pone una toalla alrededor de la cintura y comienza a lavar los pies de los discípulos.



El filósofo del siglo XIX Hegel dijo que toda la sociedad humana, en diversos grados, se caracteriza por una dinámica de amo-esclavo. Mucho antes de Hegel, el gran san Agustín notó lo que él llamó la libido dominandi, o el “deseo de dominar”, como una señal de una sociedad disfuncional. Mucho antes de Agustín, los autores del Antiguo Testamento también estaban interesados en este problema, porque una historia central en las Escrituras es la esclavitud y la liberación de la esclavitud: el evento de la Pascua.



 

 

Pero ahora vemos en el Evangelio de Juan cómo la señal distintiva del reino de Jesús es precisamente una reversión de la dinámica amo-esclavo. Jesús se inclina para hacer un trabajo que era tan bajo y francamente grosero que sólo se esperaba que lo hicieran los esclavos, y nos dice: “Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.”. ¿Y qué hace más tarde en la misma cena? Se entrega por completo en la Eucaristía: “Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”.

 

 

Robert de Chaise-Dieu, Santo

Abad, 17 de abril

Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa

Martirologio Romano: En el monasterio de Chaise-Dieu, de la Alvernia, en Francia, san Roberto, abad, que, habiéndose retirado a este lugar para vivir como solitario, se le juntaron muchos hermanos, y con su predicación y ejemplo de vida reunió a un buen número de ellos . († 1067)

También es conocido como: San Roberto de Turlande.

Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.

Fecha de canonización: En el año 1351 por el Papa Clemente VI, antiguo abad de La-Chaise-Dieu, rubrica la canonización.

Breve Biografía


Fundador de la Abadía de Chaise-Dieu en Alvernia; nacio en Aurilac, Auvergne, aproximadamente en el año 1000; murió en Auvergne, en 1067.

Por el lado de ascendencia de su padre, perteneció a la familia de los Condes de Aurilac, de quienes se había originado San Geraud.

Estudió en Brioude cerca de la basílica de San Julián, en una escuela abierta para la nobleza de Auvergne, establecida por los cánones de la ciudad. Habiendo entrado en la comunidad, y habiendo sido ordenado sacerdote, Roberto se distinguió por su piedad, caridad, celo apostólico, elocuentes discursos y el don de los milagros. Durante cerca de cuarenta años, permaneció en Cluny para vivir bajo la norma de su compatriota también santo, Abbé Odilo.


 

Tuvo mucho renombre en sus virtudes y atrajo a un gran número de discípulos, fue obligado entonces a construir un monasterio, el cual fue colocado bajo la norma de San Benedicto (1050).

León IX construyó la Abadía de Chaise-Dieu, el cual llegó a ser uno de los emblemas del floreciente cristianismo.

A la muerte de Roberto, el 17 de abril de 1067, se tenían unos 300 monjes y se habían enviado multitudes al centro de Francia. Roberto también fundó una comunidad para mujeres en Lavadieu cerca de Brioude.

Por medio de la elevación del monje de Chaise-Dieu, Pierre Roger, al solio pontificio, bajo el nombre de Clemente IV, la abadía alcanzó el pináculo de su gloria.

El cuerpo de San Roberto se preservaba allí, fue quemado por los hugonotes durante las guerras religiosas. Su trabajo fue destruido por la Revolución Francesa, pero hay restos que quedan para admiración de los turistas, tales como la iglesia devastada, la tumba de Clemente VI, y la torre clementina.

 

 

Solo viviéndolo es como se llega a comprender

Santo Evangelio según san Juan 13, 1-15.

Jueves Santo
Por: Adrián Olvera de la Cruz, LC
Fuente: Somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Jueves santo, la última cena… el mandamiento del amor, la Eucaristía. Quiero estar contigo en la mesa… contemplarte; escucharte.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15



Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?». Jesús le replicó: «Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dijo: «Tú no me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». Entonces le dijo Simón Pedro: «En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos están limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan».



Palabra del Señor



 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



»Los amó hasta el extremo»… ¿qué me dicen estas palabras? Los amó hasta el extremo… No sólo me amas; sino que me amas como nadie jamás me ha amado, me ama y me amará. No sé si soy consciente de tu amor hacia mí, Señor; no sé si soy consciente de que todo lo que anhelo, sólo en Ti lo encuentro…no sé si me lo creo.



Te levantas de la mesa sabiendo perfectamente qué quieres hacer; te quitas el manto, te pones a los pies de tus discípulos para lavarlos… te pones a mis pies.



De igual manera me sorprendo ante este gran y sencillo gesto de amor; no puedo permitir que el Dios creador, el Dios omnipotente, el todopoderoso venga hacía mí… se humille, se incline ante mí en posición de siervo y limpie mis pies. Lo haces tan decidido y con amor desmedido que te das cuenta lo difícil que es entender… pues el amor es difícil de entender. Sólo viviéndolo es como se llega a comprender.



 

Se nos es difícil de entender y por ello pides que veamos con atención… Pides que veamos al Creador, al único Rey, a Aquél que se encarnó y que el ángel mismo proclamó: «este hombre será grande» (Lc 1,32), ahí ante mis pies. Pides que más que tratar de entender, de resistirnos a su amor, nos dejemos amar… me deje transformar.



Hoy, Señor, en este jueves santo no quiero decir nada… ni poner resistencia a tu amor. Sólo quiero estar contigo y amarte dejándome amar por ti, para que sea ese amor, tu amor, el que me lleve a amar los demás. Sea ese amor que veo, que contemplo en ti, el que me transforme y, dejándome transformar, pueda amar de verdad.



«Los amó hasta el extremo»… no sé si soy consciente de este amor. Señor, dame la gracia de experimentarlo pues sólo así puedo conocer el amor… el verdadero amor.



«Pero, ¿qué es el servicio? Es posible pensar que consista sólo en ser fieles a nuestros deberes o en hacer alguna obra buena. Pero para Jesús es mucho más. En el Evangelio de hoy, él nos pide, incluso con palabras muy fuertes, radicales, una disponibilidad total, una vida completamente entregada, sin cálculos y sin ganancias. ¿Por qué Jesús es tan exigente? Porque él nos ha amado de ese modo, haciéndose nuestro siervo «hasta el extremo», viniendo «para servir y dar su vida». Y esto sucede aún hoy cada vez que celebramos la Eucaristía: el Señor se presenta entre nosotros y, por más que nosotros nos propongamos servirlo y amarlo, es siempre él quien nos precede, sirviéndonos y amándonos más de cuanto podamos imaginar y merecer».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2016).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Viviré en actitud de escucha y de agradecimiento por los dones recibidos en la celebración de la Cena del Señor.



 

 

Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

El Jueves santo reza esta oración frente al tabernáculo

Comienza en Triduo Pascual con el Jueves Santo, una valiosa oportunidad para adorar a Jesús que se ha quedado en la Eucaristía y ganar una indulgencia plenaria

 

 

Jueves Santo: comienza el Triduo Pascual. Este día está marcado porque hacemos memoria de los sacramentos que ha instituido nuestro Señor Jesucristo para que, quienes decidan libremente seguirlo y cumplir todas sus enseñanzas, puedan alcanzar la vida eterna.

Y por eso, quiso facilitarnos el trabajo poniendo a nuestro alcance el alimento que nos fortalecerá para vencer en todas la pruebas de la vida y que nos acompañará siempre. Además, durante la Última Cena, confirió el poder para transformar el pan y el vino en su cuerpo y su sangre a doce hombres y les dio el mandamiento nuevo que les ordenó difundir con su testimonio:

«Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13, 34-35).

La adoración a Jesús en la Eucaristía

Durante la celebración vespertina de la Cena de Señor presenciaremos lo descrito anteriormente. También veremos cómo el sacerdote lavará los pies a algunos voluntarios, emulando el gesto de Cristo que san Juan plasmó en su evangelio:

» …[Jesús] se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura» (Jn 13, 4-5).

Al finalizar la santa Misa, el presbítero no da la bendición, sino que toma el copón con la reserva de la sagrada Eucaristía y realiza una breve procesión por el templo, mientras la asamblea adora de rodillas al Señor Sacramentado. Luego lo coloca en un tabernáculo preparado especialmente para este día y hacen oración frente a Él.

Indulgencia plenaria del Jueves Santo

El Manual de indulgencias Enchiridion indulgentiarum menciona que se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que:

1. Visite el Santísimo Sacramento para adorarlo por espacio de media hora por lo menos;
2. Recite piadosamente las estrofas del himno “Adorad postrados” (Tantum ergo) delante del Santísimo Sacramento expuesto solemnemente después de la Misa in Cena Domini del Jueves Santo.

«Adorad postrados” (Tantum ergo)

Oh, sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!

Adorad postrados este Sacramento.
Cesa el viejo rito; se establece el nuevo.
Dudan los sentidos y el entendimiento:
que la fe lo supla con asentimiento.

Himnos de alabanza,
bendición y obsequio; por igual la gloria
y el poder y el reino al eterno Padre
 con el Hijo eterno y el divino Espíritu, 
que procede de ellos. Amén.

V. Les diste pan del cielo.
R. Que contiene en sí todo deleite.

Oremos.

Oh, Dios que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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