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Lorenzo, Santo

Memoria Litúrgica, 10 de agosto

Díacono y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre (258).

Breve Biografía

San Lorenzo (mártir), uno de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos. A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos («episcopi et presbyteriet diacones incontinenti animadvertantur» — Cipriano, Epist. lxxx, 1). Esta orden imperial se ejecuto inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato («Xistum in cimiterio animadversum sciatis VIII id. Augusti et cum eo diacones quattuor.» Cipriano, ep. lxxx, 1). Otros dos diáconos, Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.

En el calendario romano de fiestas del siglo IV su fiesta coincide con dicha fecha. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto del mismo año, Lorenzo, el último de los siete diáconos, también sufrió la muerte de un mártir. La muerte de este santo mártir es en esa fecha según el calendario de Filocalo para el año 354.

Este almanaque es un inventario de las principales fiestas de los mártires romanos de mitad del siglo IV; también menciona la calle donde se encontraría su tumba, la Vía Tiburtina («III id. Aug. Laurentii in Tibertina»; Ruinart, «Acta sincera», Ratisbona, 1859, 632). Los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos, como se dieron a conocer en el siglo VII, mencionan que este mártir fue enterrado en la Catacumba de Ciriaca en agro Verano (De Rossi, «Roma Sott.», I, 178).

Desde el siglo IV, San Lorenzo ha sido uno de los mártires más venerados de la iglesia romana. Constantino el Grande fue el primero en erigir un pequeño oratorio sobre el lugar donde fue enterrado. El Papa Pelagio II (579-90) amplió y embelleció el lugar. El Papa Sixto III (432-40) construyó, en la cima de la colina donde fue enterrado, una gran basílica de tres naves cuyo ábside está apoyado en la vieja iglesia. En el siglo XIII, el Papa Honorio III convirtió los edificios en uno y así es como se encuentra la Basílica de San Lorenzo hoy en día. El Papa San Dámaso (366-84) escribió un panegírico en verso que se grabó en mármol y se colocó sobre su tumba. Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio relata (De officiis min. Xxviii) cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro; también contó que cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres días. El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). De igual manera, pero con más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono romano en su himno a San Lorenzo («Peristephanon», Hymnus II).

El encuentro entre San Lorenzo y el Papa Sixto II, cuando éste último iba a ser ejecutado, según el relato de San Ambrosio, no es compatible con los informes contemporáneos sobre la persecución de Valeriano. La forma en que fue ejecutado –quemado en una parrilla de hierro al rojo vivo—también hace surgir importantes dudas. Las narraciones de Ambrosio y Prudencio se basan más en la tradición oral que en escritos. Es bastante posible que entre el año 258 y el final del siglo IV surgieran leyendas populares sobre esté diácono romano tan venerado y que algunas de esas historias hayan sido preservadas por estos dos autores. En cualquier caso, nosotros carecemos de medios para verificar en fuentes anteriores los detalles que derivan de San Ambrosio y Prudencio, o para establecer hasta que punto esos detalles se basan en la tradición histórica anterior. Probablemente, a principios del siglo VI se crearon otras versiones más completas sobre el martirio de San Lorenzo, y en estas narraciones muchos de los mártires de la Vía Tiburtina y de las dos Catacumbas de San Ciriaca en agro Verano y San Hipólito estaban relacionados de una forma romántica y totalmente legendaria.

Detalles que se dan en estas Actas sobre el martirio de San Lorenzo y su actividad antes de su muerte carecen de credibilidad. Sin embargo, a pesar de las críticas a las últimas versiones de su martirio, no cabe duda de que San Lorenzo fuera un personaje histórico real ni de que el diácono fue martirizado; tampoco existen dudas sobre el lugar donde ocurrió ni sobre la fecha de su entierro. El Papa Dámaso construyó una basílica en Roma dedicada a San Lorenzo; ésta es la iglesia conocida como San Lorenzo en Dámaso. La iglesia de San Lorenzo en Lucina, también dedicada a este santo, aún existe. El día de San Lorenzo sigue siendo el 10 de agosto (fecha de su muerte). Aparece dibujado con la parrilla de hierro en la que se supone que fue asado hasta la muerte.

 

 

Ser fecundo

Santo Evangelio según san Juan 12, 24-26. Martes XIX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por darme una misión en el mundo. Me llamas a ser feliz y quieres que por amor me entregue al servicio de los demás. Ayúdame, Señor, a descubrir aquello que esperas y dame la fortaleza para cumplirlo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cristo dirige a sus discípulos estas palabras mientras se acerca la hora de su pasión. Sabe que quien no se da por completo, no es plenamente feliz, por eso les dice estas palabras tan fuertes. Está convencido que aquello que vale la pena no es fácil y por eso no oculta las dificultades que van a enfrentar, ni reduce el impacto de esta realidad.

Cristo te invita a seguirlo y no quiere que te engañes. No será fácil, ni podrás servir a dos amos, pero promete que si lo sigues de todo corazón, alcanzarás la auténtica felicidad. No te promete dinero, ni te asegura el cariño de la persona a quien buscas con tanto esmero, pero te promete que junto a Él descubrirás el amor y la alegría que nunca terminan.

«La esperanza debe siempre mirar al mundo con los ojos de los pobres y desde la situación de los pobres. Ella es pobre como el grano de trigo que muere, pero tiene la fuerza de diseminar los planes de Dios. La riqueza autosuficiente con frecuencia priva a la mente humana de la capacidad de ver, sea la realidad del desierto sea los oasis escondidos. Propone respuestas de manual y repite certezas de talkshows; balbucea la proyección de sí misma, vacía, sin acercarse mínimamente a la realidad. Estoy seguro que en este difícil y confuso pero provisorio momento que vivimos, las soluciones para los problemas complejos que nos desafían nacen de la sencillez cristiana que se esconde a los poderosos y se muestra a los humildes: la limpieza de la fe en el Resucitado, el calor de la comunión con Él, la fraternidad, la generosidad y la solidaridad concreta que también brota de la amistad con Él». (Discurso de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar el tiempo para en silencio reflexionar y responder, ¿qué me impide confiar y buscar al Señor? Y hacer algo al respecto.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Acné… ¡No por favor!

Cuántas veces te has visto al espejo y ¡puk! ¡horror! ¡¡¡UN GRANO!!!… Te duele la cara, te lastima, pero lo peor del caso es que ¡¡¡se ve horrible!!!

Cuántas veces te has visto al espejo y ¡puk! ¡horror! ¡¡¡UN GRANO!!!… Te duele la cara, te lastima, pero lo peor del caso es que ¡¡¡se ve horrible!!! En ese momento tu primer pensamiento es: hay que eliminarlo a como dé lugar. Aprietas, restriegas, oprimes y ¡¡¡NADA!!! ¡Se ve peor! Y luego, viene la verdadera tragedia -como los gremlins- ¡se empiezan a reproducir! Y tú, no haces más que gritar por toda la casa: ¡Oh no, soy un monstruo!

El efecto trágame tierra invade tu cabeza, mientras que en tu rostro, esos puntitos negros se empiezan a reproducir y la cara se te va llenando de esos molestos “invasores de la piel”. Pero no te agobies, respira hondo, guarda la calma, cuenta hasta 10 y sigue leyendo…

El acné es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de las glándulas sebáceas y la aparición de espinillas y granos, especialmente en la cara, la espalda, el cuello, el pecho, los hombros y algunas veces en los brazos.

¿POR QUÉ A MÍ SI ME HE PORTADO BIEN?

La mayoría padece acné por todos los cambios hormonales que suceden durante la adolescencia. Específicamente las hormonas masculinas –tanto en hombres como en mujeres- se desarrollan durante la adolescencia y estimulan la producción de grasa (sebo) en la piel. Cuando la producción de sebo es excesiva, entonces aparece el acné.

APARECE MÁS FRECUENTEMENTE CUANDO…

* Se aproxima tu menstruación.
* Alguno de tus parientes tuvo el “buen detalle” de heredártelo; es decir, si en tu familia alguien lo ha padecido.
* Eres muy nervioso.
* Comes muchas grasas y eres propenso a tener acné.
* Los aprietas y aprietas y lo único que logras es que se reproduzcan; lo peor del caso es que dejan cicatrices.

¿QUÉ HACER?

Si estás pensando que es el fin del mundo y que por las próximas dos glaciaciones ni los arqueólogos se te van a acercar por ese grano nefasto que te apareció de la noche a la mañana… Pues no me queda más que decirte que hay que prevenir. Para ello te paso algunos tips que te pueden servir muchísimo:

1. Limpieza:
* Si te lavas la cara con agua caliente dos veces al día, te ayudará a que el sebo vaya desapareciendo poco a poco.

2. Dieta:
* El acné no es causado por lo que comes. Lo que sí es cierto, es que si eres propenso(a) a tener barritos, debes tener una alimentación controlada en grasas.

3. Procura no tomar el sol:
* Por un tiempo broncearte puede ayudarte a camuflar esos barros, pero los beneficios son temporales, de ahí que no sea muy recomendable. Si vas a asolearte, es mejor que utilices una crema bronceadora sin aceite.

4. Maquillaje:
* Si acostumbras ponerte base de maquillaje, evita las que contengan mucho aceite.

5. El tratamiento:
* La cura no es instantánea, es un proceso. Todos los tratamientos trabajan previniendo lo que sería el surgimiento de nuevo acné. Cualquier régimen toma tiempo; así es que no te desesperes. Si entre 6 y 8 semanas no ves ninguna mejoría quizá sea necesario un cambio del mismo.
* El tratamiento varía de acuerdo al tipo de acné que tengas. Algunas veces los barritos provienen del tipo de maquillaje que usas, de algún medicamento que utilizas o de “algo” que pones en tu cara.

¡UN GRANO NO ES EL FIN!

El acné, sí es una enfermedad de la piel que tienes que cuidar, pero no por eso se acaba el mundo. Todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido un molesto granito o varios y no pasó a mayores. Si vas al médico y sigues tu tratamiento al pie de la letra, verás que poco a poco desaparecerán. ¡No te desesperes! Quienes realmente te valoran, no te quieren por tu cara sino por lo que llevas dentro.

 

 

Edith Stein, el don de la vida contra la intolerancia

Una mujer coherente, una mujer que busca a Dios honestamente, con amor.

Una hija querida de la Iglesia que ha reconocido su testimonio de fe, de amor, su ser «luz en la noche oscura», como definió Benedicto XVI a Edith Stein. Nacida en la Silesia alemana en 1881 en el seno de una familia judía, se hizo filósofa y luego se convirtió al catolicismo, sin negar nunca sus orígenes judíos, porque le llamó la atención la vida de Santa Teresa de Ávila.

Se convirtió en religiosa carmelita con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz y durante los años de la persecución nazi fue trasladada a Holanda. Pero fue aquí, en el Carmelo de Echt, donde escribió su deseo de ofrecerse «como sacrificio de expiación por la verdadera paz y la derrota del reino del Anticristo». Dos años después de la invasión nazi de los Países Bajos, en 1940, fue llevada a Auschwitz junto con otros 244 judíos católicos como acto de represalia contra el episcopado holandés, que se había opuesto públicamente a las persecuciones. Murió en el campo de exterminio junto con su hermana Rosa.

El amor cura el dolor

San Juan Pablo II la canonizó el 11 de octubre de 1998, destacando su «camino en la escuela de la Cruz» y mostrando cómo el amor hace fecundo incluso el dolor. Al año siguiente la elevó a copatrona de Europa junto con Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia. La editorial Città Nuova ha presentado recientemente la serie «Obras completas de Edith Stein». La editora es la profesora Angela Ales Bello, profesora emérita de Historia de la Filosofía Contemporánea en la Universidad Pontificia Lateranense de Roma y presidenta de la Asociación Italiana Edith Stein.

La profesora destaca las similitudes entre el momento histórico actual, marcado por la pandemia, y el que vivió Santa Teresa Benedicta de la Cruz, condicionado a su vez por la gripe española.

– ¿Qué nos pueden decir hoy la historia y el pensamiento de Edith Stein en medio de una emergencia pandémica? ¿Cuál es su mensaje?

Yo diría que el mensaje tiene varias lecturas. En primer lugar, se trata de actuar en la historia y, por tanto, de ser capaces de convertirnos, dentro de nuestro propio ámbito de actuación, en verdaderos protagonistas de una acción orientada al bien, naturalmente no sólo al nuestro, sino también al de los demás. Y aquí es sumamente importante el concepto de «comunidad» que propone Stein, una comunidad que significa solidaridad y asunción de responsabilidad mutua. Se trata, pues, de un mensaje moral basado en una dimensión fundamentalmente religiosa, judeo-cristiana.

– El Papa Francisco ha destacado sus valientes elecciones, tanto en su conversión a Cristo como en la entrega de su vida contra toda forma de intolerancia y perversión ideológica. ¿Cree que hay aspectos de esta figura que son menos conocidos hoy en día?

Ciertamente es una figura completa y compleja. Complejo significa que es difícil captar todos los matices de su personalidad. Mi largo conocimiento de los escritos de Stein me ha permitido entrar en sintonía, al menos así lo creo, con una persona valiente hasta la médula, y así lo demuestra también su participación en la Primera Guerra Mundial como enfermera de la Cruz Roja en su juventud, en contra del consejo de su familia porque el trabajo era naturalmente muy arriesgado. Se encontraba en un hospital donde también había enfermos de tifus y, por tanto, en una situación muy difícil. Pero no sólo este elemento muestra su valentía, también la forma en que afrontó su, conocida como conversión religiosa con respecto a su familia que, por supuesto, no podía aceptar este paso a una visión diferente a la del judaísmo. Y de nuevo en el momento de la persecución, es realmente un ejemplo extraordinario de la serenidad interior que da la conciencia de la fe para afrontar cualquier situación negativa.

Del 5 al 9 de agosto fue trasladada a Auschwitz junto con su hermana, que la había seguido al Carmelo de Echt, en Holanda. Según el testimonio de algunos de los supervivientes, se dedicó especialmente a cuidar de los niños que a menudo habían sido abandonados por sus madres, que ya no podían ocuparse de ellos por la angustia y el dramatismo de la situación. En sus escritos habla de la fuerza espiritual que puede contrarrestar todas las situaciones negativas de la vida, incluso cuando falta lo que ella llama la fuerza vital.

– ¿Qué imagen de Edith Stein recuerda la colección de la que usted es editora?

En primer lugar la de pensadora, no hay que olvidar toda su investigación filosófica. Tenía una capacidad teórica y la habilidad de intuir inmediatamente los elementos fundamentales ante una situación problemática y extraordinaria. La suya era una gran inteligencia en el sentido de la comprensión. Su reflexión se centró fundamentalmente en el ser humano, pero luego desde el ser humano en su singularidad pasó a los demás: de ahí el gran tema de la intersubjetividad, de la interpersonalidad.

La enseñanza de Stein sobre el proceso educativo es sumamente importante, y es fundamental no sólo para los jóvenes, a los que naturalmente presta gran atención en las escuelas y las familias, sino también para una educación que podríamos definir como permanente, recíproca y para toda la vida. Sus obras son realmente una muestra extraordinaria de su excepcional actividad intelectual; es una de las más grandes filósofas de todos los tiempos. Stein es, en mi opinión, un faro y, al mismo tiempo, va unida a otras pensadoras que demuestran que las mujeres tienen una extraordinaria capacidad teórica. Stein, que dio clases en el instituto durante muchos años, decía que sus alumnas tenían grandes capacidades metafísicas, para captar con precisión la esencia de los fenómenos fundamentales de la relación entre el ser humano y Dios, el ser humano y el mundo.

 

 

Jesús se nos da como Pan de Vida

Necesitan un pan espiritual, un pan especial, y, si yo me hago ese pan, calmarán su hambre de todo

Se nos da como Pan de vida. Eso es la Eucaristía: Un Dios que se regala como se regala un pedazo de pan. Cristo nos vio, y nos ve, y tal vez nos seguirá viendo con hambre, mucha hambre y sed. Hambre y sed de felicidad, de vida, de paz y de amor. Hambre, también, de cambiar, de ser fiel, de ser distinto. Entonces Él pensó: «Necesitan un pan espiritual, un pan especial, y, si yo me hago ese pan, calmarán su hambre de todo». Y así, Cristo es la vida, y comemos la vida; Cristo es la verdad, la felicidad, la paz, y, al comerlo a Él, comemos la vida, le verdad, la felicidad y la paz.

Tenemos todo en ese pan de la Eucaristía, pero hay que tomarlo con fe. Yo preguntaría a tantos jóvenes y adultos hambrientos, angustiados, desesperanzados, buscadores de la verdad, del amor y de la felicidad: ¿Dónde van a buscar eso que necesitan? ¿Por qué no le dan a Cristo Eucaristía la oportunidad de que realmente sacie su hambre y su sed? Porqué Él nos dijo: «Venid a mí todos los que andáis fatigados y agobiados por la carga, y yo os aliviaré». ¿Creemos, o no creemos en esas palabras de Dios?

Porque, cuando nos sentimos enfermos, vamos al médico; cuando tenemos hambre, vamos a buscar pan; cuando tenemos sed, vamos a buscar agua, y, cuando por dentro en el alma sentimos hambre y sed, ¿a dónde vamos?, ¿a Jesucristo?, ¿a ese pan de la vida?

¿Qué es el Sagrario para ti?, ¿qué sacas de allí?, ¿sacas paz, energía, valor, amor, celo apostólico? Uno podría decir, si ha comulgado el día de hoy, si de veras he recibido ese Pan de Vida ¡qué felicidad, qué fuerza y qué horno de amor!

 

 

El Papa: Un día Él llamará a tu puerta, ¿estás preparado?

Homilía de Francisco en Casa Santa Marta sobre el esperanzador encuentro que tendremos al morir

En la última semana del año litúrgico, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre el final, el fin del mundo, el final de cada uno de nosotros, y lo hace con el evangelio (Lc 21, 29.33) en el que Lucas repite las palabras de Jesús:

«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Así, explica el Papa en su homilía, «todo acabará» pero «Él permanecerá» y a partir de esto invita a todos a reflexionar sobre el momento del final, de la muerte.

Ninguno de nosotros sabe exactamente cuándo sucederá. Al contrario –observa– tendemos a menudo a no pensar en ello creyendo que somos eternos, pero no es así.

Todos somos vulnerables

Todos tenemos esta debilidad vital, esta vulnerabilidad. Ayer meditaba sobre esto, en un buen artículo publicado ahora en la Civiltà Cattolica, que nos dice que lo que nos asemeja a todos es la vulnerabilidad: somos iguales en la vulnerabilidad.

Todos somos vulnerables y en cierto momento esta vulnerabilidad nos lleva a la muerte.

Por esto vamos al médico, para ver cómo va mi vulnerabilidad física, otros van para curar alguna vulnerabilidad psíquica al psicólogo.

La vulnerabilidad nos une y ninguna ilusión nos sirve de refugio.

En mi tierra –recuerda el Papa– existía la moda de pagar por anticipado el funeral, con la idea de ahorrar dinero a la familia. Tras salir a la luz la estafa creada por algunas empresas fúnebres, la moda pasó.

«Cuántas veces nos estafa la ilusión», comenta el Pontífice, como la de «ser eternos».

La muerte es un encuentro

La certeza de la muerte está escrita en la Biblia y en el Evangelio, pero el Señor nos la presenta siempre como un «encuentro con Él» y la acompaña con la palabra «esperanza«. El Señor nos dice que nos preparemos para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él que viene a encontrarnos, es Él que viene a tomarnos de la mano y llevarnos con Él. ¡No quisiera que esta sencilla predicación fuese un aviso fúnebre! Es sencillamente Evangelio, es sencillamente vida, es sencillamente decirse el uno al otro: todos somos vulnerables y todos tenemos una puerta a la que un día llamará el Señor.

Por tanto, hay que prepararse bien para el momento en que el timbre llamará, el momento en que el Señor llamará a nuestra puerta: recemos unos por otros –invita el Papa– para estar preparados, para abrir con confianza la puerta al Señor que viene.

De todas las cosas que hemos recogido, que hemos ahorrado, que son lícitas, no nos llevaremos nada… Pero sí llevaremos el abrazo del Señor.

Piensa en tu propia muerte: moriré, ¿cuándo? En el calendario no está marcado, pero el Señor lo sabe. Y rezar al Señor:

“Señor, prepárame el corazón para morir bien, para morir en paz, para morir con esperanza”.

Esta es la palabra que debe acompañarnos siempre en la vida, la esperanza de vivir con el Señor aquí y de vivir con el Señor en otro lugar. Recemos unos por otros para esto.

 

 

7 citas de Edith Stein que toda mujer debería leer

Michael Rennier – publicado el 14/05/17

Con su estilo particular de feminismo, Stein es una voz de los tiempos modernos

Edith Stein siempre fue una joven sobresaliente. Nació en Alemania en 1891 y con el tiempo se la conoció por su nombre religioso, santa Teresa Benedicta de la Cruz.

Stein podría haber llevado una vida tranquila al margen de la mirada pública, ya que las mujeres de su época a menudo recibían funciones significativamente menores en la sociedad en comparación a los hombres.

En vez de eso, decidió marcar su propio camino y seguir su auténtica vocación, que la llevó primero a un programa de filosofía de gran prestigio en la Universidad de Gotinga, luego a la enseñanza y a la conversión a la fe católica y, finalmente, a su entrada en un monasterio carmelita.

La fascinante vida de Stein fue interrumpida prematuramente con su martirio en un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero debido a su variada experiencia y a su profundo intelecto, fue capaz de escribir y publicar con perspicacia sobre las mujeres y la vocación en las mujeres durante los años de que dispuso.

Edith Stein, studentessa a Breslavia (1913-1914)

Sus ideas fueron especialmente influyentes para el papa san Juan Pablo II, quien la canonizó en 1998 diciendo:
“La experiencia de esta mujer, que afrontó los desafíos de un siglo atormentado como el nuestro, es un ejemplo para nosotros”.

Feminismo fresco

Stein es una santa para los tiempos modernos y resulta especialmente perspicaz en lo referente a lo que significa ser mujer en el mundo moderno.

Su estilo particular de feminismo es original, refrescante y contiene una sabiduría que pueden aprovechar las mujeres de hoy día.

No es una persona fácil de clasificar y no espera tampoco que las otras mujeres se afanen en ajustarse a ninguna etiqueta.

En vez de eso, explica el don único e irreemplazable que son las mujeres para el mundo.

Así que, a fin de cuentas quizás no tratara de ser una mujer sobresaliente, quizás sencillamente estaba siendo ella misma.

Aquí hay una pequeña muestra de lo que puede decir al mundo de hoy:

• “Ser una madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo”

(El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional)
Edith nunca dudó que ser madre es una vocación irreemplazable a la que muchas mujeres están llamadas.
No todas las mujeres necesitan ser madres (ella misma no lo era) para llevar vidas felices y plenas, pero solo una mujer puede ser llamada a esta hermosa vocación que a menudo es infravalorada.
Edith, por el contrario, insistía en que es una de las vocaciones más nobles. Si eres madre, recuerda la dignidad y la importancia de tu vocación.

De modo que, si las mujeres no están limitadas únicamente por la maternidad, ¿qué opciones existen y dónde está el límite de lo que una mujer puede hacer?

Edith insiste en que la lista es interminable y que las posibles vocaciones disponibles para las mujeres son todas y cada una de las profesiones o vocaciones en las que sus almas encuentren su auténtica dignidad.

. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer)

Edith Stein es mucho más inteligente que yo, así que esta frase es difícil de desengranar, pero merece la pena intentarlo, porque su significado es muy profundo.

Una de las preguntas que se plantea constantemente es “¿podemos conocer de verdad a otras personas, en particular, el modo en que sienten?”.

Su respuesta es “sí”, porque la naturaleza misma del alma humana, la razón de su existencia, se encuentra en la relación con otras almas.

Es una forma complicada de decir que lo que de verdad da sentido a la vida son nuestras relaciones.

Para ella, las mujeres están dotadas específicamente con la capacidad de abrir sus almas, lo cual imparte propósito y significado a las vidas de los demás.

En el mundo moderno, práctico, la empatía no se entiende de verdad ni se practica, porque no la creemos posible o simplemente no la valoramos, pero Edith insiste en que es una vocación valiosa.

“El alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la tiernas semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer)

Según Edith, una mujer que está en total control de sí misma es libre de vivir para los demás.
La verdadera fuerza yace en al amor sacrificial que es apoyo allí donde los demás son débiles.
En un mundo donde el poder, la riqueza y la atención parecen llevarse todo el aplauso, Edith nos recuerda que una mujer verdaderamente encuentra alegría y satisfacción en hacer primero de su alma algo hermoso.

“Toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana”.

Todos tenemos diferentes vocaciones en la vida. No todas las mujeres necesitan ser madre o monja o presidenta de una empresa digna de la lista Fortune 500, pero sea cual sea la vocación de una mujer, ella la cumplirá de mejor manera si entiende para qué está en el mundo y cómo puede contribuir al progreso de su felicidad.

Edith cree que sea cual sea tu vocación, deberías permitir que Dios fuera parte de ella.

“La mujer busca de forma natural abrazar lo que es vivo, personal e íntegro. Cuidar, guardar, proteger, nutrir y promover el crecimiento es su anhelo natural y maternal”. (El ‘ethos’ de las profesiones femeninas)

Todos tenemos defectos, cierto, y probablemente todos nos avergonzamos de los errores que hemos cometido en el pasado.

Edith incide en que las mujeres pueden abordar estos sentimientos casi como lo haría una madre, viendo los defectos no como un rasgo aislado que criticar implacablemente ni como una forma de definir toda una vida, sino que pueden seguir un mejor camino.

Ellas ven a las personas como un todo, como un trabajo en proceso y capaces de ser educadas en la grandeza.

“[Las mujeres] comprenden no solo con el intelecto, sino también con el corazón”. (Problemas de la educación de la mujer)

El intelecto es valioso para el entendimiento de verdades y habilidades básicas, pero cuando de verdad conocemos a alguien o algo, nuestro conocimiento nos ayuda también a amarlo.

El objetivo del conocimiento es amar esas verdades hermosas y maravillosas que desvelamos.

Esto significa que el corazón, en combinación con la mente, es necesario para conocer el mundo que nos rodea.

La mirada del amante ve con más claridad, lo cual supone que lo que quiera que amemos mejor, también lo conocemos mejor.

En un mundo donde dominan la ciencia y la tecnología, no olvidemos el valioso conocimiento que surge del corazón.