Luke 12:13-21
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús habla de un hombre rico que había tenido tanto éxito que no tenía suficiente espacio para almacenar su cosecha. Entonces, derriba sus graneros y construye otros más grandes. Sin embargo, esa misma noche muere, y todo eso no sirvió para nada. “Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, pero no es rico a los ojos de Dios”.
No importa cuán bueno, cuán hermoso sea el estado de las cosas aquí abajo, está destinado a desvanecerse en la nada. Esa puesta de sol que disfruté anoche —esa exhibición hermosa— ahora se ha ido para siempre. Duró solo un tiempo. Esa persona hermosa —atractiva, joven, llena de vida, creativa y alegre— eventualmente envejecerá, enfermará, se deteriorará y morirá.
Una imagen que siempre me viene a la mente cuando pienso en estas cosas son los espléndidos fuegos artificiales que se abren como una flor gigante y luego, en un abrir y cerrar de ojos, desaparece para siempre. Todo está marcado por la nada. Todo es, finalmente, una burbuja.
Pero esto no pretende deprimirnos, sino que busca redirigir nuestra atención precisamente a las cosas que están “arriba”, a la eternidad de Dios.
Asprenato, Santo
Obispo, 3 de agosto
Por: Antonio Borrelli | Fuente: Santiebeati.it
Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).
Breve Biografía
Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.
De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.
Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles, certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.
De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.
Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convirtiría.
En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.
Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.
El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyos alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.
Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.
En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.
Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.
Responsable de la traducción: Xavier Villalta
Vivir de cara a la eternidad
Lucas 12, 13-21. 18º Domingo de Tiempo Ordinario
Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te amo Señor porque eres mi Dios y mi Salvador. Confío en Ti porque nunca me has fallado y no puedes mentirme ni engañarme. Creo en Ti porque te has revelado a mí. Reconozco, Señor, mi miseria y mi pecado y por ello acudo a Ti. Te entrego todo lo que soy y lo que tengo. Gracias por tu presencia en mi vida. Gracias por los dones que siempre, día tras día me das. Te pido me concedas la gracia de conocerte y amarte un poco más, para así poderte imitar y transmitir a los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”.
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.
Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¡Qué buena lección me das hoy en este Evangelio! “La vida del hombre no depende de la abundancia de bienes que posea». El mundo actual a veces me presenta lo contrario a lo que me dices en este pasaje. Él a veces me define por la cantidad de dinero que poseo, la ropa que visto, las marcas de las cosas que uso, la clase social a la que pertenezco. Y Tú me dices que la vida del hombre va más allá.
Mi vida no depende de lo que tengo en mi bolsa o en mi cuenta bancaria, de la ropa que uso o el teléfono que dispongo. Mi vida depende de Ti, del amor con el que me amas y me mantienes en la existencia. Mi vida es el pensamiento constante de tu amor por mí. Hoy me enseñas que podría faltarme el dinero, el televisor, el celular, la moda, los viajes, etc…, y no por ello soy menos hombre. ¡Pero ay de mí sí me faltas Tú!
Al hombre no lo hace rico lo que posee materialmente. El hombre es rico en la medida en que te tiene a Ti.
Una segunda enseñanza está en la vida eterna. Tú me llamas a vivir para siempre. Por ello, todo en mi vida lo debo medir de cara a la eternidad. Disponer de las cosas que me das en la medida en la cual me ayudan a llegar a Ti y al cielo. Porque podría tener asegurado todo el adorno de mi vida… pero mi vida está en tus manos y depende de Ti mi existencia.
Ayúdame, Señor, a vivir mi vida de cara a la eternidad. Que no ponga mi confianza en los bienes materiales sino en Ti.
“Afrontar la vanidad cotidiana, el veneno del vacío que se insinúa en nuestras sociedades basadas en el beneficio y en el haber, que engañan a los jóvenes con el consumismo. El Evangelio nos llama la atención precisamente sobre lo absurdo de basar la propia felicidad en el haber […] La verdadera riqueza es el amor de Dios, compartido con los hermanos. Ese amor que viene de Dios y hace que lo compartamos y nos ayudamos entre nosotros. Quién experimenta esto no teme a la muerte, y recibe la paz del corazón”.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy rezaré un padrenuestro por los moribundos para que Dios les conceda su misericordia y salvación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Conoce a santa Lidia, la mujer de la púrpura
Redacción de Aleteia – publicado el 03/08/20
La primera conversión al cristianismo documentada en Europa
Ella era originaria de la zona de Lidia, en Asia Menor, concretamente de Tiatira, donde hoy está la ciudad turca de Akhisar.
Sin embargo se trasladó a Filipos, una ciudad situada en la zona oriental de Macedonia, en la actual Grecia. Allí pudo desarrollar un próspero negocio de comercio de tinte morado, por el que se la conoce como “La mujer de la púrpura”.
Por su trabajo relacionado con el tinte que se extraía de un molusco se deduce que Lidia era de alto estatus social. Es posible que fuera viuda.
Santa Lidia se hizo cristiana y se bautizó gracias a la predicación de san Pablo. Su conversión está considerada la primera documentada en Europa.
Cerca de Filipos, existe hoy un baptisterio moderno en el lugar donde según la tradición Lidia fue bautizada por san Pablo.
Los Hechos de los Apóstoles hablan así sobre ella:
“Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios.
El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa; y nos obligó a hacerlo”.
Seguramente Lidia estaba en el corazón del llamado “apóstol de los gentiles” cuando escribía su Carta a los Filipenses, de tono especialmente íntimo y familiar, y llena de agradecimiento.
También su familia se hizo cristiana, y acogieron al apóstol Pablo y a sus compañeros Silas y Timoteo en su propio hogar durante su estancia en Filipos.
Santa Lidia es la patrona de los tintoreros, por su trabajo como vendedora de púrpura y posiblemente también de tela. En los iconos la santa suele aparecer representada con alguna pieza de ropa morada.
La veneran como santa, además de la Iglesia católica, las ortodoxas, episcopal y luterana.
Santa Lidia sigue inspirando hoy fuerza, elegancia, audacia, generosidad, hospitalidad, belleza, fe y muchos tesoros espirituales más.