Mark 12:1-12

Amigos, el Evangelio de hoy nos habla acerca del propietario que plantó un viñedo y lo arrendó a unos viñadores. El viñedo representa a Israel, pero podría incluir al mundo entero. Al igual que el propietario de la tierra, Dios ha hecho de su pueblo un lugar hermoso y productivo, un lugar donde encontrar descanso, buen trabajo, y disfrutar.

Cuando el tiempo de la cosecha se acercaba, el propietario envió servidores para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero los viñadores tomaron a los servidores y a uno golpearon, a otro lo apedrearon, y un tercero lo mataron. ¿No es esta la historia completa y lamentable de Israel y sus profetas, del mundo y de las personas a quienes Dios ha enviado?

Escuchamos entonces lo que sucede luego, cuando la parábola gira en otra dirección: “Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: ‘Respetarán a mi hijo’. Pero los viñadores dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo’”. 

¿Cómo es que, después del terrible trato que sus representantes recibieron, el propietario envíe a su hijo? ¿Está loco? Sí, un poco. Pero esta es la gran paciencia y generosidad de Dios, su loco amor. “Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo”, sabiendo muy bien cuál sería su destino.

Carlos Lwanga y 12 compañeros, Santos

Memoria Litúrgica, 3 de junio

Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com

Mártires en Uganda

Martirologio Romano: Memoria de los santos Carlos Lwanga y doce compañeros, todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, de Uganda, y siendo neófitos o seguidores de la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos ( 1886).

Fecha de canonización::8 de octubre de 1864, junto a otros 9 mártires de Uganda (un total de 22 mártires), por el S.S. Pablo VI

Breves Biografìas

Los Padres Blancos habían llegado a Uganda hacia 1880, y desde un principio sus misiones tuvieron un gran éxito, porque no aceptaban el comercio de esclavos que se practicaba en el país, por esta razón fueron expulsados del territorio (1882), dejando a una comunidad nativa totalmente solos. Dos años más tarde regresaron llamados por el mismo rey Mwanga, que luego se convirtió en su más feroz perseguidor.

El rey Mwanga, tenía un primer ministro que aborrecía a los cristianos porque éste había atentado contra el monarca y había sido descubierto por la fidelidad de los neófitos, siempre leales al rey. La cosa se agravó cuando el mismo rey intento abusar carnalmente de sus pajes, además se añadía que los cristianos se oponían a su pingüe beneficio de la venta de esclavos. Hizo matar primero a un cierto número de sus súbditos, junto con el obispo anglicano Hannington, acusado de espionaje; luego hizo decapitar y quemar al jefe de la servidumbre, José Mukasa, junto con otros pajes, acusados de ser aquellos que «rezaban» (es decir, leían las oraciones de un libro). Fueron martirizados entre el 1885 y el 1887. José Mukasa, Mayordomo del rey Mwanga de Uganda que ordenó su muerte y ajusticiado en Kampala. Fue la primera víctima de la persecución. -Dionisio Ssebuggwawo. Siervo del rey Mwanga de Uganda; el rey lo traspasó con una lanza porque le encontró enseñando el catecismo a su propio hijo y heredero. Fue la segunda víctima de la persecución ugandesa.

Carlos Lwanga (1861 – 1886). Nació en Buddu, Uganda. Pertenecía al clan del Antílope y había entrado en la corte del rey Mwanga, cuando tenía 20 años. Por su inteligencia, porte atlético, fue el jefe de los pajes en la corte real, había sido bautizado en 1884 por san José Mukasa. Desde entonces, consciente de la lujuria del rey, buscaba el modo de que estuviesen lejos del monarca todos los pajes. El rey le tomo ojeriza por ello, pero la buena conducta de Carlos le impidió destituirlo; cuando fueron detenidos preparó a sus doce más fieles al martirio. Como eran catecúmenos decidió bautizarlos, así bautizó a Kizito, Gyavira, Mugagga, Mbaya Tuzinde.

Mbaya Tuzinde (1869 – 1886). Era natural de Busiro, pertenecía al clan Ngege y tenia 17 años. Mukajianga, el jefe de los verdugos, lo quería y trataba como a un hijo, por un pacto de sangre entre el abuelo de Mbaga y él. Era paje del rey Mwanga. Atraído a la fe y catecúmeno, fue bautizado por Carlos Lwanga en la choza el día ante del arresto.

Su padre quiso que apostatase o al menos que huyera. El joven se negó a ambas cosas. En el lugar del martirio pudo resistir a las suplicas de su familia hasta el mismo momento de su ejecución, su negativa a la apostasía fue heroica. Fue quemado vivo en Namungogo, aunque su padre dio la orden de que lo desnucasen antes de que lo quemasen vivo.

Bruno Sserunkuma (1856 – 1886). Era natural de Buddu y pertenecía al clan del Carnero; era hijo del guerrero Namunjulirwa. Cuando era niño comenzó a servir en el palacio del rey Suna y siguió haciéndolo con sus sucesores, llegando a guardián del palacio real. Soldado del rey Mwanga de Uganda. Tuvo un carácter hosco hasta que se bautizó y refrenó la aspereza de su natural. Fue bautizado en 1884. Estaba encargado de los esclavos y a raíz de su bautismo les dio un trato apacible.

Apresado con los demás servidores del rey y llevado hacia Namungongo para el suplicio pasó por casa de su hermano Bosa que, para calmarle la sed, le ofreció un vaso de cerveza, pero recordó que Jesús había rehusado beber estando en la cruz y no quiso beberla.

Jaime Buzaalilyawo (1851 – 1886). Natural de Nawokota, pertenecía al clan Ngeye, y tenía 35 años. Era hijo del encargado del aparato hidráulico y la maquinaria del palacio real, de las fuentes de agua de la corte y su hermana era una de las esposas del rey, era soldado del rey Muanga de Uganda y era asistente del jefe de la banda real, san Andrés Kaggwa; fue bautizado en el 1885, y había intentado convertir al rey cuando éste era príncipe. Fue arrestado y confesó su condición de cristiano y le dijo al rey que iba al paraíso a rogar por él.

Kizito (1872 – 1886). Nació en Bulemezi, en la tribu Baganda y pertenecía al clan Bulemezi. Fue regalado por su padre a Nyika, el jefe de tribu, el cual lo llevó a la corte y logró que el rey Mutesa lo aceptara como paje. Paje de 13 años, era el más joven. Había sido atraído por la fe por san Andrés Kaggwa. El rey lo miraba con ojos lascivos y Carlos Lwanga lo protegía. Fue bautizado en la cabaña por la noche antes de su arresto, sin que se sepa el nombre cristiano que se le dio.  

Ambrosio Kibuka (1868 – 1886). Natural de Ssingo, Uganda, pertenecía al clan Scaly. Joven, robusto y apuesto fue paje del rey Mwanga de Uganda, desde niño. Era una persona que veneraba los fetiches, amuletos e ídolos propios de la religión tradicional de su país hasta que conoció el cristianismo. Fue bautizado en 1885, y quemó todos sus amuletos que antes había adorado. Realizó un activo apostolado, hasta que fue detenido con los demás pajes y llevado a Namugongo.

Mugagga (1869 – 1886). Era natural de Mawokota, perteneciente al clan Ngo. Fue educado por el real fabricante de vestidos de Uganda. Era paje real, encargado de hacer los recados al rey. Convertido por Carlos Lwanga ingresó en el catecumenado.

El rey lo odiaba porque le había negado sus solicitudes sexuales. Bautizado por san Carlos Lwanga la noche anterior al arresto, no se sabe su nombre cristiano.

Gyavira (1869 – 1886). Era natural de Segguku, miembro del clan Mamba. Hijo de una familia acomodada, era hijo del guardián del templo del dios Mayanja, desde pequeñó fue paje de la corte y mensajero de la corte. Atraído por el cristianismo se inscribió en el catecumenado. Fue bautizado por Carlos Lwanga en la choza la noche antes de la detención. Se le conoce como «el buen mensajero».

Había tenido una riña con el paje Mukasa Kiriwawanvu, también catecúmeno, había sido encarcelado. Cuando caminaba hacia Namugongo, Mukasa fue llevado para unirlo al grupo de cristianos, y al verlo llegar Gyavira se destacó del grupo, le saludó cordialmente y le dijo que se alegraba de verlo, y así ambos se reconciliaron, partiendo juntos para el martirio.

Aquiles Kiwanuka (1869 – 1886). Era natural de Ssingo, Uganda y pertenecía al clan Scaly y era primo de san Ambrosio Kibuka. Desde niño entró como paje en la corte del rey Mutesa de Uganda y siguió en la del rey Mwanga. Convertido al cristianismo, fue bautizado en 1885. Quemó a su padre todos sus ídolos y amuletos enfriándose por ello su relación con él; fue monaguillo. Apresado con los otros pajes, fue quemado vivo a fuego lento envuelto en una estera en Namugongo.

Adolfo Mukasa Ludigo (1861 – 1886). Nació en la tribu de los mutoros y pertenecía al clan Balaya en Uganda. Tenía 25 años, fue entregado como rehén de pequeño y llegó a ser paje de la corte. Conoció el cristianismo y se bautizó en 1885, y fue un joven devoto y ejemplar dedicado a preparar la comida de los catecúmenos. Tras confesar su fe fue enviado a Namugongo.  

Mukasa Kiriwawanvu (1861 – 1886). Era natural de Kyaggwe, miembro del clan de Ndiga y tenía 25 años. Servía la mesa del rey Mwanga de Uganda, como paje. Era catecúmeno gracias a Carlos Lwanga, estaba detenido por un altercado habido con el paje Gyavira.

Se recordó que era cristiano y se le propuso la apostasía. Como se negó, fue enviado con el grupo de los que iban a Namugongo. San Gyavira, se destacó del grupo y se reconcilió con él. Se cree que la noche previa al martirio fue bautizado con sus compañeros en Kampala.  

Anatolio Kiriggwajjo (1866 – 1886). Venía de una tribu de pastores, los bunyoros; pertenecía al clan Basita. Fue esclavo del rey Mutesa y era uno de los jóvenes pajes del rey Mwanga de Uganda. Fue convertido al  cristianismo por san Carlos Lwanga y bautizado en 1885. No ascendió en la corte porque se negó a secundar los deseos impuros del rey, y por ello fue señalado para el arresto y la condena a muerte.   

Lucas Banabakintu (1851 – 1886). Era natural de Gomba y pertenecía al clan de Siluro y tenía 35 años. Su condición era la de esclavo de Mukwenda, pero ejercía como jefe del poblado y hombre de confianza, además de encargado de las embarcaciones reales. Llegó al cristianismo por la influencia de san Matías Kalemba. Fue bautizado en el 1882. Fue conocido en los ambientes cristianos y paganos por su bondad y por su integridad. Era catequista en la zona de Mityana.

Fue arrestado junto a Matía Kalemba en 1886, pasando toda la noche atado de tal modo que no se podía mover. Al día siguiente lo llevaron ante el juez de Mengo, ante el cual confesó su fe. Se despidió de Matías y fue conducido a Namugongo, con los otros cristianos, a los que informó de la muerte de Matías y su esperanza de morir con ellos.

A la mañana siguiente, tras aprobar el consejo real que los cristianos fuesen ajusticiados, Carlos y sus compañeros, los pajes cristianos, fueron llevados ante el rey e invitados a apostatar. Carlos fue el primero en decir que no, seguido de Kiziko y por todos los demás pajes. En medio de un gran silencio el rey les preguntó si estaban dispuesto a ser cristianos, a lo que contestaron todos a una que sí, que hasta la muerte, entonces el rey pronunció la sentencia de muerte. Después de la sentencia de condena a muerte, fueron llevados a Namugongo, al lugar del martirio.

Tras la espera de los días necesarios para la preparación del lugar del suplicio -algunos pajes ya habían muerto durante el trayecto-, los prisioneros fueron encadenados. Cuando se dirigían el martirio los vio el padre Lourdel, que con profunda emoción vio como sus cristianos eran llevados a la muerte sin que ninguno de ellos hubiera apostado. Todos lo saludaron con la mirada. Quiso obtener una audiencia con el rey para que parara la ejecución pero no se le permitió.

A los pajes se les agregó el soldado Jaime Buzabaliawo, conocido cristiano. Luego de varias horas de andar por el sol, llegaron a Kampala, habiéndoseles unidos otros mártires por el camino, y en esta ciudad les pusieron una canga a cada uno de ellos para evitar su huida. Allí tuvo lugar la ejecución de san Gonzaga Gonza.

Llegados a Namugongo, fueron encerrados, separándolos por grupos. Al día siguiente, todos se alegraron de verse de nuevo y se pidieron perdón. Fueron enrollados con esteras. El primero que fue quemado en la hoguera fue Carlos Lwanga que les repetía: «Amigos hasta la vista, nos encontraremos en el cielo». Por ser el animador del grupo, Carlos fue quemado a fuego lento. Después los otros fueron asados vivos. A esta legión de mártires se completó cuando el 27 de enero de 1887 fue degollado san Juan María “Muzeo” por orden del rey.  Terminado el martirio, Uganda conoció un gran florecimiento misional como no lo ha tenido ningún país de África. Pío XI lo proclamó patrono de la juventud africana en 1934 y Pío XII, protector de la Acción Católica africana.

¿Cómo quiero ser?

Santo Evangelio según San Marcos 12, 1-12. Lunes IX de Tiempo Ordinario.

Por: Rogelio Suárez, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me permites para hablar de corazón a corazón. Dame la gracia de poder actuar siempre conforme a tu voluntad, amándote con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores’ y se fue de viaje al extranjero. A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de la vid. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron. Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?». Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los labradores del Evangelio creen que la viña es suya, se creen dueños, capaces de hacer con ella lo que quieran. Pero se equivocan, la viña es de Dios. Él sabe lo que quiere hacer con ella; lo que Él pide son los frutos que hayamos producido en ella. Porque la viña es de Dios, Él pide sus frutos «a su tiempo». Como cristianos estamos llamados a cuidar y sembrar en todo tiempo, para que, cuando el dueño de la viña pida los frutos, podamos dárselos.

Trabajemos bien la viña del Señor, para dar los frutos que Él nos pida. ¿Cómo? Haciendo siempre su voluntad. Estando siempre en contacto con Él, para no creernos los dueños y querer hacer en la viña lo que queramos. Normalmente el dueño conoce las necesidades y también nos conoce bien, como para poder pedir lo mejor para la viña y para nosotros.

No seamos como los labradores de la viña, que se creyeron dueños e hicieron lo que ellos querían, ambicionaron lo que no era suyo. Asumieron una actitud posesiva y se negaron a entregar lo que no era suyo.

Dios no se olvida de su viña, siempre está atento a ella, confía en que las manos que la trabajen cosecharán y entregarán los frutos a su tiempo.

«Para hacer entender cómo Dios Padre responde a los desprecios opuestos a su amor y a su propuesta de alianza, el pasaje evangélico pone en boca del jefe de la viña una pregunta: «Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Esta pregunta subraya que la desilusión de Dios por el comportamiento perverso de los hombres no es la última palabra. Está aquí la gran novedad del cristianismo: un Dios que, incluso desilusionado por nuestros errores y nuestros pecados, no pierde su palabra, no se detiene y sobre todo ¡no se venga! Hermanos y hermanas, ¡Dios no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos».

(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y pedirle perdón por las veces en que he rechazado su amor y no he trabajado por labrar su viña.

Despedida

Siguiendo el ejemplo de Jesús como maestro, puedes dedicar tiempo a compartir y reflexionar sobre las enseñanzas de la fe con tu familia, fomentando un ambiente donde todos puedan crecer espiritualmente juntos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.