- Matthew 21:33-43,
- Matthew 21:45-46
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos cuenta la parábola de los viñadores. Este es uno de los más terribles anticipos de la Cruz. En un intento final de hacer producir la viña, Dios envía a Su Hijo Unigénito, pero incluso Él es rechazado.
¿Cómo estamos hoy ocupándonos de la viña? Hemos recibido mucho de Dios, pero ¿estamos haciendo algo fructífero en el mundo? ¿Estamos respondiendo la invitación del Señor con obras de justicia, amor, paz, castidad, y respeto por los demás? ¿O estamos más o menos matando a los mensajeros?
Hay muchas formas de ver la secularidad y el relativismo contemporáneos. Un mundo secularizado es aquél que se ha vuelto intencionalmente sordo a la voz del Espíritu. San Juan Pablo II lo llamó “cultura de la muerte”. Dios, como de costumbre, nos permite sentir los efectos de nuestro pecado.
Ahora bien, nunca debemos leer el Evangelio y terminar deprimidos. El Evangelio es siempre buenas noticias. ¡Dios no nos abandona! Él convierte un signo de derrota en signo de victoria. El mismo a quien rechazamos es quien vuelve a brindarse como fuente de vida.
La urgencia de responder con frutos de bien a la llamada del Señor, que nos llama a convertirnos en su viña, nos ayuda a entender qué hay de nuevo y de original en la fe cristiana. Esta no es tanto la suma de preceptos y de normas morales como, ante todo, una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús hizo y continúa haciendo a la humanidad. Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña vivaz y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos. Una viña cerrada se puede convertir en salvaje y producir uva salvaje. Estamos llamados a salir de la viña para ponernos al servicio de los hermanos que no están con nosotros, para agitarnos y animarnos, para recordarnos que debemos ser la viña del Señor en cada ambiente, también en los más lejanos y desagradables.
(Ángelus, 8 de octubre de 2017)
Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43, 45-46. Viernes de la semana II de Cuaresma.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias Señor, por tu compañía y tu amistad. Concédeme abrir los ojos para ver y darme cuenta del gran amor que Tú me tienes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43, 45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envío a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia». Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. «Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?». Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular, esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta. Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La historia de amor entre Dios y su pueblo parece ser una historia de fracasos, como sucede en la parábola de los labradores asesinos, que aparece como el fracaso del sueño de Dios.
Hay un hombre que construye una viña y están los labradores que matan a todos los que envía el señor. Pero es precisamente de esos muertos que todo toma vida. Los profetas, los hombres de Dios que han hablado al pueblo, que no fueron escuchados, que fueron descartados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que fue precisamente descartado por eso, juzgado, no escuchado y asesinado, se convirtió en piedra angular.
En nuestra sociedad, hay un creciente pensamiento de que la felicidad se encuentra en olvidarse de los problemas de nuestra vida y vivir como si no existieran. La felicidad en los tiempos modernos, se resume en placeres, amor propio, independencia. Pensemos en que el primer pecado de Adán y Eva fue el placer y el querer ser independientes. El querer ser como Dios.
Abramos nuestro corazón para reflexionar y alzar nuestra mirada en Jesucristo Crucificado. Jesucristo sabe que las soluciones que el mundo nos ofrece no son las más acertadas. Él quiere ayudarnos y para eso nos pide que creamos en él y que nos aferremos a Él como un hijo se aferra en la cintura de su padre cuando siente temor. Sepamos poner todas nuestras preocupaciones en sus manos y a vivir nuestra vida dándonos a nuestros seres queridos. Cumpliendo con nuestros deberes habituales, para que nuestra vida sea plena.
«Si cada uno de nosotros hace un examen de conciencia, verá cuántas veces ha expulsado a los profetas. Cuántas veces ha dicho a Jesús ‘vete’, cuántas veces ha querido salvarse a sí mismo, cuántas veces hemos pensado que nosotros éramos los justos».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy le pediré a Cristo frente a un crucifijo durante 5 minutos, la gracia de seguirlo y le pediré fuerzas para cargar con valentía mi cruz de cada día
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Rosendo (Rudesindo), Santo
Obispo, 1 de marzo
Por: Alban Butler | Fuente: Vida de los Santos
Martirologio Romano: En Celanova, de Galicia, en España, san Rosendo (Rudesindus), antes obispo de Dumio, que cuidó de promover o instaurar la vida monástica en la misma región y, habiendo renunciado a la función episcopal, tomó el hábito monástico en el monasterio de Celanova, que después presidió como abad († 977).
Etimológicamente: Rosendo = “ gobernante glorioso”. Viene de la lengua alemana.
Fecha de canonización: En el año 1195 por el Papa Clemente III.
Breve Biografía
San Rosendo pertenecía a una noble familia de Galicia. Según Esteban de Celanova, su biógrafo, la madre (Ilduara) se hallaba orando en la iglesia de San Salvador, en el Monte Córdoba, cuando recibió un aviso del cielo de que tendría un hijo.
Rosendo era un joven serio y devoto. Cuando la sede de Dumium (actualmente Mondoñedo) quedó vacante, el pueblo le eligió obispo. En vano alegó el santo que sólo tenía dieciocho años y que era inepto para el cargo; el pueblo insistió, y Rosendo se vio obligado a aceptar.
Su gobierno fue totalmente diferente del de su primo Sisnando, obispo de Compostela, quien descuidaba sus deberes y pasaba el tiempo en paseos y diversiones. la vida de Sisnando era tan escandalosa, que el rey Sancho le encarceló y pidió a Rosendo que tomase el gobierno de su diócesis; el santo tuvo que aceptar contra su voluntad.
En una ocasión, hallándose ausente el rey Sancho, los normandos cayeron sobre Galicia y los moros invadieron Portugal. San Rosendo se puso al frente del ejército y al grito de «algunos ponen su confianza en los carros de guerra y otros en los caballos, pero nosotros invocamos el nombre del Señor» (Sal 19,8), rechazó a los normandos hasta sus naves y obligó a los moros a retirarse a sus territorios.
Después de la muerte del rey Sancho, ocurrida el año 967. Sisnando se evadió de la prisión y, en la noche de Navidad, atacó a Rosendo y le amenazó de muerte si no abandonaba la diócesis. El santo no opuso resistencia, y se retiró al monasterio de San Juan de Caveiro, que él mismo había fundado. Allí permaneció hasta que, en una visión, recibió la orden de ir a fundar otra abadía en el sitio que le sería mostrado. Para gran gozo suyo, fue conducido al valle de Villar, que pertenecía a sus antepasados. Se trataba de una tierra «en la que abundaban las fuentes y que se prestaba para el cultivo de flores, cereales y verduras, como también para los árboles frutales». Allí erigió, en el curso de ocho años, el monasterio de Celanova.
Nombró superior a un santo monje llamado Franquila, y él mismo se puso bajo sus órdenes. Con la ayuda de su abad, construyó otros monasterios, a los que impuso la estricta observancia de la regla de San Benito. A la muerte de Franquila fue elegido abad. Su fama era tan grande, que los obispos y abades acudían en busca de su dirección y varios conventos se pusieron bajo su jurisdicción.
Su biógrafo habla de numerosos milagros: el santo curó a muchos epilépticos y endemoniados, devolvió la vista a varios ciegos y su intercesión obtuvo la restitución de bienes robados y la liberación de cautivos. El mismo Esteban de Celanova comienza su catálogo de milagros narrando una experiencia personal: «Siendo muy joven, mis padres me destinaron a los estudios literarios. Para escapar de las dificultades de la escuela, acostumbraba yo ir a esconderme en el bosque. Como me mostraba irreductible, a pesar de que me vigilaban muy de cerca, mi maestro fue, por divina inspiración, a la tumba de san Rosendo, encendió un cirio y rogó a Dios que, si realmente me había escogido para la vida religiosa, me atase con los lazos de la virtud y abriera mi inteligencia al estudio. Según me decía con frecuencia mi maestro, a partir de ese momento empecé a ser más dócil y, no mucho después, tomé el hábito religioso en el mismo monasterio». San Rosendo fue canonizado en 1195 o 96.
De todos modos, no es del todo seguro que el monje Esteban haya escrito realmente la biografía que se le atribuye; en todo caso, vivió dos siglos después de San Rosendo. Casi todos los documentos y milagros publicados por los bolandistas en Acta Sanctorum, son posteriores a la muerte del santo. Es muy oscura la relación de san Rosendo con las diócesis de Dumium y Compostela, y es muy difícil determinar si no se había retirado ya a Celanova antes de que el rey le llamara a gobernar la sede de su primo.
San Félix III, padre y Papa en el siglo V
Aleteia
Luchó hábilmente contra la herejía que se extendía en Bizancio, y el arrianismo en el norte de África
Fue Papa de la Iglesia entre los años 483 y 492 d.C.
Nació en la familia de senadores romanos Anicia. Era hijo de un sacerdote, estuvo casado y tuvo dos hijos antes de ser Papa.
Su tarea fundamental como Papa fue defender la doctrina contra varias herejías.
Inmediatamente después de su elección, negó el “henotikon”, un edicto del emperador de Bizancio que parecía aprobar tanto la doctrina ortodoxa emanada del concilio de Calcedonia (año 451) como la herejía monofisita. El monofisismo afirma que en Jesús solo está presente la naturaleza divina pero no la humana.
Félix III envió a dos obispos a Alejandría para que el patriarca Acacio también defendiera la ortodoxia y anulara el nombramiento de Pedro el Notario como patriarca, porque era hereje.
Lamentablemente, tanto Acacio como los obispos enviados se hicieron monofisitas y la situación llegó a provocar el Cisma acaciano, que duraría 35 años.
En cambio, en la zona del norte de Áfricapudo contener la persecución contra los cristianos, porque logró la ayuda del emperador Zenón. Este lo apoyó luchando contra los vándalos, que eran arrianos.
Al Papa se le planteó entonces qué hacer con los cristianos que habían renegado de su fe y se habían hecho arrianos pero más tarde querían regresar a la Iglesia.
Félix convocó un importante sínodo en el año 487, en el que se establecerían las condiciones de estos cristianos.
Cinco años más tarde, el 1 de marzo del año 492, falleció.
Oración
Danos, Señor, Papas santos, que sepan conducir a tu pueblo. Dales los dones del Espíritu Santo para que sean sabios y fuertes en sus decisiones.
Regálanos humildad para seguir al Papa poniendo nuestra inteligencia y nuestra voluntad al servicio de Dios.
Que sepamos obedecer con prontitud y alegría, y que nunca dejemos solo al Papa en su tarea. Que él cuente cada día con nuestra oración y nuestro sacrificio ofrecidos por su persona y su misión.
Te lo pedimos por la intercesión de san Félix III, Papa. Amén.