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El evangelio nos dice que Jesús tuvo la iniciativa de escoger 72 para pedirles que se adelantaran, de dos en dos, hacia cada pueblo. Cuando el evangelista ha puesto el número de 72 lo ha hecho para subrayar que fueron a todas partes y que eran muchos. ¿Qué debían hacer? Nos ha dicho: «Didle a la gente de aquel lugar: El Reino de Dios está cerca de usted». Nada distinto de lo que habían visto hacer a Jesús. Seguramente nos encontramos ante la misión clave de los discípulos de Jesús. Hacer lo que hacía Jesús y cómo lo hacía Jesús.

El evangelista nos lo ha ido explicando, muy pedagógicamente: cuál es el núcleo de la predicación de Jesús, pero también ha añadido la actitud con la que debe hacerse. Iría muy bien que nos paráramos y nos fijáramos uno por uno en todos los detalles que especifica la narración que hemos escuchado. Seguramente que nos alargaríamos mucho, y quizás ahora no es el momento más adecuado; pero sí que nos conviene hacer unas breves reflexiones…

Cuando acogemos el evangelio no estamos mirando unos hechos pasados, sino que, para nosotros que somos discípulos, también deben servirnos para hoy, por ahora. Porque nuestra misión como discípulos es decir a todo el mundo que el Reino de Dios está muy cerca. Por eso debemos preguntarnos si es éste, cuando nos identificamos como cristianos, el mensaje que damos. El testimonio debe ser de esperanza, y no desesperanzado por el pesimismo de una situación como la actual, llena de incertidumbre y de violencia, enterrada y explícita como la guerra de Ucrania y sus consecuencias, morales y materiales. Lo tenemos que hacer con nuestra vida y nuestra autenticidad, es decir con elementos que no distorsionen el mensaje, «sin bolsa, ni zurrón, ni calzado, ni se detiene a saludar a nadie por el camino» Porque puede que nos paremos comentando aspectos de la vida, pero que no vamos a fondo y nos olvidamos de la necesidad de dar un mensaje alentador y comprometido.

Cuando nos dice le envío como «corderos en medio de lobos» no nos está diciendo que la misión sea fácil; los resentimientos personales y colectivos son muy desgarradores y destructores de la propia integridad. Y Jesús nos dice que primero saludamos: «Paz en esta casa». La paz de Jesús no es ausencia de conflicto, sino que está empapada de justicia y de amor. Fijémonos en que hoy las tensiones económicas y políticas van haciendo aún mayores las diferencias entre los hombres. La paz de Jesús es la que permite quedarse en la casa donde se luche por una verdadera vida en la que se comparta «lo que tengan para comer y beber». Compartir, ¡qué palabra más maravillosa si la practicamos! Pero la enseñanza de Jesús no se impone por la fuerza, propone, por eso no se trata de forzar, sino que pide que quede claro el mensaje, de ahí que recomiende que se proclame, en caso de no ser acogidos: « El Reino de Dios está cerca de usted». Toda una forma de hacer, toda una forma de ser. Ésta es la manera de hacer y de ser de Jesús.

 

 

Debemos ser conscientes de que la última etapa de Jesús será la cruz. Seguramente para muchos, yo me incluyo, la cruz nos da miedo. Tenemos a Pablo que es un discípulo privilegiado que profundiza en su vida el significado de la cruz y con él podemos atrevernos a decir: «Dios me guardo de gloriarme en nada que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo». Porque sabemos que la cruz es el portal de la resurrección, del Reino de Dios. Sí, podemos terminar como ha terminado hoy San Pablo diciendo: «Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con tu espíritu. Amén»

 

 

MATEO 9:32-38

 

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús pide a sus discípulos que “rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”, que recen por los evangelizadores para que rescaten a los que están perdidos. Pero, ¿qué es lo que significa evangelizar concretamente?

Euangelion (buenas nuevas) era una palabra muy familiar en la cultura de los autores del Nuevo Testamento. Cuando un emperador o uno de sus generales ganaba una batalla enviaba a sus evangelistas a anunciar las buenas noticias.

Los primeros Cristianos parecen querer ser algo provocadores cuando adaptan esta palabra a sus propósitos. Ellos están diciendo que la batalla definitiva ha sido en efecto ganada, pero esto no tenía nada que ver con el César y sus ejércitos. Tenía que ver más bien con la victoria que Dios había ganado en Cristo sobre el pecado y la muerte.

Jesús se metió en el vientre de la bestia —en el corazón de nuestra disfuncionalidad, hasta los límites del abandono— y derrotó a los poderes de la oscuridad. Él demostró que el amor divino es más grande que nuestros enemigos.

Este mensaje evangélico implica por otro lado, también, que hay un nuevo rey, un nuevo emperador. El es Cristo, victorioso sobre el pecado y la muerte, quien debe ser el centro de nuestras vidas.

 

 

Puesto que siembran viento, cosecharán tempestades

La primera lectura de hoy es de Oseas, un profeta que realiza su actividad en Samaría en el siglo VIII a. C. El profeta a través de su bella obra, en la que expresa la alianza de Dios con su pueblo a través de la metáfora de una relación esponsal, denuncia a Israel por haber caído en la idolatría en su doble vertiente: la adoración a Baal, dios de la lluvia y la fertilidad (4,12b-13;7,14b;9,1) y la adoración de los becerros instalados en Betel y Dan por Jeroboán I en 931 a.C. al producirse la división política y religiosa entre el Reino del Sur (Juda) y el reino del Norte (Samaría) (1 Re 12, 20-33).

En realidad, el gran pecado de Samaría es un pecado contra el primer mandamiento: «Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí (Ex 20,2-3) expresado en el Deuteronomio en el Shemá: “Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”. (Dt 6,4-5). El pueblo a lo largo de su historia va a caer numerosas ocasiones en esta idolatría no reconociendo de forma teórica o práctica, quien es el verdadero Dios.

Nosotros, en ocasiones, también llenamos nuestra vida cotidiana de diosecillos (dinero, poder, reconocimiento, likes en las redes sociales…) que nos hacen poner las energías y el corazón en realidades que no nos llenan, no nos satisfacen y nos presentan un falso sendero de felicidad que nos aboca al abismo del sinsentido y del vacío; perdemos de vista quien es el verdadero Dios, el único que puede salvarnos, el único que puede dar sentido a nuestra existencia, el único que puede llenarnos de plenitud. Por ello te invito a la reflexión y a que te respondas con sinceridad: ¿Quién es el verdadero Dios en este momento en tu vida? ¿A quién le entregas tus fuerzas, tu corazón, tu alma y tus energías?

Al ver a la muchedumbre sintió compasión

El evangelio de hoy nos presenta la curación de un mudo, (9,32-33) tras la resurrección de la hija de un jefe, la curación de la hemorroisa (Mc 5,23-43), y de dos ciegos (9, 27-31). El evangelista está presentando los signos del Reino que Jesús anuncia con su palabra. Sus familiares y amigos ya saben el diagnóstico, está endemoniado. Por ello, al expulsar Jesús al demonio, el mudo comienza a hablar. La reacción ante ese exorcismo-curación es doble, mientras la gente queda admirada por el milagro, los fariseos critican interrogando en nombre de quien se ha realizado. Jesús es presentado por el evangelista como el Mesías que trae la liberación y salvación definitiva de todas las dimensiones del ser humano y todos los seres humanos, según lo anunciado por Isaías: “Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo” (Is 35,5-6a).
A continuación, el evangelista nos presenta un breve sumario de la actividad itinerante de Jesús: Enseñar proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad. Ambas realidades, palabra y acontecimiento, dicho y hecho resumen la predicación de Jesús. Mientras “los signos manifiestan y confirman la enseñanza; las palabras, por su parte, proclaman los signos y esclarecen el misterio contenido en ellas” (D.V.2).

En su camino, Jesús, al ver a la muchedumbre, siente compasión de ella porque están abatidos como ovejas sin pastor. Esta frase evangélica inspiró a Santo Domingo la fundación de la Orden de Predicadores al ver la herejía cátara en el sur de Francia. A él también se le movieron las entrañas de misericordia al ver a todos aquellos cátaros sin horizonte, sin futuro, sin esperanza, sin acompañamiento en el camino; por eso decide crear un grupo de hermanos que acompañen en el sendero de la verdad a todos aquellos que, sin querer, se han desviado de ella. Hoy, ocho siglos después, la mies sigue siendo mucha y los obreros pocos. ¿Estás dispuesto dejarte afectar por los sufrimientos y debilidades de nuestros hermanos y hermanas y que la misericordia te haga dar valientemente un paso adelante para acompañar sus vulnerabilidades y curar sus heridas?

 

 

Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar al “dueño de la mies”, que es Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con un corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse solo a nuestras peticiones, a nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si también tiene una dimensión universal. (Ángelus, 7 julio 2019)

 

 

Antonio María Zaccaría, Santo

Memoria Litúrgica, 5 de julio

Presbítero y Fundador

 

Martirologio Romano: San Antonio María Zaccaria, presbítero, fundador de la Congregación de los Clérigos Regulares de San Pablo o Barnabitas, para la reforma de las costumbres de los fieles cristianos, y que voló al encuentro del Salvador en Cremona, ciudad de la Lombardía (1539).

Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen latino.

Breve Biografía

Nació en Cremona (Italia) el año 1502 y murió en la misma ciudad el 5 de julio de 1539. Basta la escueta indicación de estas fechas para comprender la trascendencia que, para la vida de la Iglesia, tuvieron los días que vivió Antonio María Zacarías. Inquietud y aspiración de reforma, ansias de renovación por caminos no siempre gratos a la jerarquía eclesiástica, miedo pusilánime en unos y excesos imprudentes en no pocos, definen el clima en el que debía germinar la semilla de un nuevo reformador santo, entre otros que, como San Cayetano de Thiene y San Ignacio de Loyola, produjo la Iglesia católica en el siglo XVI. Reformador, santo y, además añadimos, precursor del gran San Carlos Borromeo en la elevación espiritual de la diócesis de Milán.

Antonio María fue obra de la gracia, que comenzó por materializarse en el regalo de una piadosísima madre; de su seno salió a contemplar la luz de este mundo y de sus brazos tuvo la dicha indecible de volar a contemplar la claridad de Dios. La buena Antonieta Pescaroli recibió con conciencia de responsabilidad el encargo y la confianza que la Providencia en ella depositó al darle un hijo para hacer de él un buen cristiano; por fidelidad a él, y para mejor dedicarse a su formación, rehusó la joven viuda un nuevo matrimonio. Antonio María Zacarías pudo así aprender de su madre a ser pobre para poder ser caritativo, hasta tanto que, con el fin de facilitar a ésta el ejercicio de la caridad en favor de los necesitados, renunció notarialmente a los bienes que le correspondían por herencia paterna; se nos hará, pues, natural que, como un necesitado más, solicite humilde de su madre lo indispensable para su sustento, sin permitirse jamás nada que pueda parecer superfluo o lujoso; para Antonio María supondría ello privar a otros de lo necesario para vivir.

Quiso prepararse por el estudio de la medicina para ser un ciudadano útil a sus hermanos los hombres. Pero el Señor le quería escoger para curar dolencias de otra índole. En los años de estudiante la piedad y amor a la Santísima Virgen, a quien había consagrado su virginidad, sostuvo firme su propósito de virtud y su espíritu de caritativo servicio a los hermanos, que fue poco a poco transformándose en el deseo de ser sacerdote. Pero, a pesar de que la decadencia de las costumbres, aun en el clero, hiciera a sus contemporáneos poco respetable la dignidad sacerdotal, supo él descubrir la grandeza de la misión del sacerdote, a la vez que la profundidad de su indignidad, de manera que sólo por el prudente consejo de su director espiritual se decidiera a entrar por el camino del sacerdocio.

En una época en que la Reforma de la Iglesia aspiraba no solamente a la purificación de las costumbres, sino a la consolidación de la doctrina, no bastaba ser virtuoso para responder a las exigencias que su tiempo tenía, consciente o inconscientemente, respecto de los sacerdotes. Hacía falta doctrina sólida inspirada precisamente en las fuentes puras de la revelación, en la Sagrada Escritura. Visto desde la perspectiva del siglo XX, nos parece sumamente moderno y actual el esfuerzo puesto por Antonio María Zacarías, estudiante para el sacerdocio, de llegar a la comprensión de la doctrina católica, en la teoría y en el espíritu de San Pablo, a través de sus preciosas epístolas. Libertad y gracia, virginidad y cuerpo místico, locura por Cristo crucificado y desprecio de las realidades terrestres, son unos de los muchos temas en los cuales se fue empapando el futuro apóstol y reformador, cuya íntima preocupación no fue otra que la de reproducir la imagen del apóstol Pablo, gran enamorado de Cristo.

Once años escasamente fue Antonio María sacerdote; pero los santos saben vivir con intensidad su tiempo, y así debió vivirlo quien en tan poco tiempo mereció ser llamado por su bondad y caridad, por su prudencia y celo, el «Ángel de Cremona» y el «Padre de la Patria». Su madre le enseñó a compadecer y a aliviar el sufrimiento ajeno, y, ordenado sacerdote, no tuvo que hacer otra cosa que seguir la misma trayectoria, poniendo al servicio de sus hermanos el gran don del sacerdocio, que fue en él luz, mortificación, amor.

En un siglo de exaltación de la razón y de la cultura, y de optimismo desbordado por los valores humanos, Antonio María Zacarías luchó por llevar a los creyentes la ceguera de la fe y la locura de la cruz; la Eucaristía y la pasión fueron las devociones que con mayor ardor trató de inculcar en el pueblo cristiano, y aún perduran todavía ciertas prácticas que él introdujo, como son el recuerdo piadoso de la pasión y de la muerte del Señor al toque de las tres de la tarde de todos los viernes, y la práctica de las cuarenta horas de adoración al Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto sucesivamente en diversas iglesias para salvar la continuidad del culto.

Los santos no suelen ser guardianes egoístas de los tesoros que en ellos deposita la gracia; buscan la comunicación abundante y fecunda, en vistas a una mayor eficacia apostólica; por esto es frecuente que en torno a ellos surjan familias religiosas vivificadas por su espíritu y penetradas de su misma inquietud apostólica. Antonio María descubrió en el mundo en que la Providencia le situó, una gran indigencia; vio en su cristianismo una radiante luz que la colmara; y su vida personal, lo mismo que la de los clérigos de la Congregación de San Pablo, no será otra cosa que la dedicación a la obra de la salvación de los hermanos, en el sacrificio total de las apetencias puramente personales. Así nació en Milán esta asociación para la reforma del clero y del pueblo, que más tarde sería conocida con el nombre de los «barnabitas», por la sede en que se instalaron definitivamente a partir del año 1545. Clemente VII la aprobó en 1533. Un sacerdote y un seglar, Bartolomé Ferrari y Jacobo Morigia, fueron sus primeros colaboradores. Y no solamente en el espíritu y la doctrina quisieron estos hombres de Dios imitar a San Pablo; como éste en el foro, se lanzaron ellos a las calles de Milán, predicando, mucho más que por la preparación de su elocuencia, por la austeridad y la mortificación de la vida. No faltaron quienes se escandalizaron ante estas santas «excentricidades», acusándoles de hipócritas y aun heréticos. Se les promovió una causa ante el senado y la curia episcopal de Cremona, de la que la nueva asociación salió fortalecida, pues le valió la bula de Paulo III, quien el año 1539 puso a la nueva Congregación religiosa bajo la inmediata jurisdicción de la Santa Sede.

Con el fin de llevar el espíritu de la Reforma a las jóvenes y a las mujeres, Antonio María transformó un instituto erigido, con esta finalidad por la condesa Luisa Torrelli de Guastalla en monasterio de religiosas que tomará por nombre el de Angélicus, que fue también aprobado por Paulo III. Siguiendo fiel a su espíritu, la base de la transformación religiosa y moral la puso el fundador en la instrucción religiosa, sin la cual no puede existir una verdadera reforma. San Carlos Borromeo se sirvió de ella aun para la reforma de los monasterios, elogiándola tanto que la llamó «la joya más preciosa de su mitra».

No sería completa la reseña sobre la obra de San Antonio María Zacarías si pasáramos por alto una de sus preocupaciones que plasmó en una realización que a nosotros, hombres del siglo XX, nos parece especialmente interesante y actual. Consciente por experiencia propia de lo que la vida familiar, honradamente vivida, puede colaborar en la elevación de las costumbres privadas y públicas, creó una Congregación para los unidos en matrimonio, ordenada a la reforma de las familias.

Al echar ahora una mirada retrospectiva sobre la vida de Antonio María, canonizado el 27 de mayo de 1890 por Su Santidad el Papa León XIII, llama poderosamente la atención no sólo la abundancia de su obra, realizada en tan breve espacio de tiempo, sino también, y en mayor grado aún, la perspicacia y claridad de la visión que tuvo de los problemas, que le hizo buscar los remedios verdaderos y permanentes de todas las situaciones difíciles de la vida de la Iglesia: el estudio de la verdad, el amor de la caridad, el sacrificio por el hermano. Por esto San Antonio María Zacarías nos parece aun hoy un santo moderno, actual, capaz de iluminarnos con el resplandor de su vida y de su espíritu.

 

 

Jesús recorría todas las ciudades

Santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38. Martes XIV del Tiempo Ordinario

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a ser un trabajador diligente y eficaz en tu mies para que más gente te conozca y te ame.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38

En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual.» En cambio, los fariseos decían: «Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Podemos pensar que Cristo es quien llama a las puertas de nuestro corazón, que nos pide que le dejemos entrar. ¿Cómo es mi disposición a lo que Dios me pide? En el Evangelio de hoy podemos ver el llamado a la generosidad que, en ocasiones, se transforma en pequeños sacrificios, o en dejarnos vencer por el AMOR de un Dios que nos llama a seguirle, a escucharle, a que no tengamos miedo a decir como María, Fiat, hágase según tu palabra.

«Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, como ovejas que no tienen pastor». Esas ovejas somos nosotros que, en ocasiones, quizás por nuestro orgullo, o tal vez no por mala voluntad, sino por ignorancia, nos alejamos del buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Ahora nos podemos preguntar: ¿Conozco a mi pastor? ¿Conozco su voz? Para conocerlo más profundamente tenemos dos medios muy importantes, la santa Eucaristía y la Palabra de Dios; de esos dos medios va a brotar un tercero que es la oración, donde trataremos con Él al igual que tratamos con un amigo, porque Él es el AMIGO.

«También hoy Jesús vive y camina en nuestras realidades de la vida ordinaria para acercarse a todos, comenzando por los últimos, y curarnos de nuestros males y enfermedades. Me dirijo ahora a aquellos que están bien dispuestos a ponerse a la escucha de la voz de Cristo que resuena en la Iglesia, para comprender cuál es la propia vocación. Os invito a escuchar y seguir a Jesús, a dejaros transformar interiormente por sus palabras que “son espíritu y vida”. María, Madre de Jesús y nuestra, nos repite también a nosotros: “Haced lo que él os diga”». (S.S. Papa Francisco, Mensaje mundial de oración por las Vocaciones, 14 de mayo de 2014).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer una oración pidiendo por el incremento de las vocaciones en la Iglesia.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

El trabajo, indispensable para alcanzar la felicidad

Piedad Sánchez de la Fuente (Yoinfluyo.com)habla del hombre y sentido trascendente del trabajo.

 

 

De todas las realidades que componen la vida humana, muy pocas –si exceptuamos el amor– ha estado sujeta a tantas opiniones y conceptos como el trabajo. A lo largo de la historia ha pasado de considerarse una tarea puramente manual, de esfuerzo físico, indigno de las clases superiores, a verlo como la capacidad que tiene el hombre para dejar su huella en todo lo que hace, para ampliar los conocimientos y, en su avance, mejorar el mundo.

El trabajo es exclusivamente una actividad humana. Lo que lo distingue del esfuerzo que realizan los animales –que son una gran ayuda– es su condición inteligente. Hay un autor que dice: “el hombre podría ser definido como un animal que trabaja”, un animal racional, claro, que con su inteligencia y sus manos va modificando el mundo, mejorándolo a cada descubrimiento que hace. Por lo tanto, el hombre está hecho para trabajar, y no condenado a hacerlo.

El esfuerzo, el cansancio, las dificultades que encuentra en su camino, son consecuencias morales de un acto suyo en el amanecer del universo, pero el trabajo en sí es una necesidad del hombre porque está creado para trabajar. Ya en tiempos modernos han habido dos teorías distintas, pero que llevadas al extremo han causado un gran daño a la humanidad.

 

 

Son: “el liberalismo” con su sentido mercantilista de ver el trabajo como una mercancía humana; y “el comunismo”, esa parte del marxismo que trata de la economía sin valorar al hombre individualmente, aunque luchando por él por caminos equivocados. El trabajo es necesario para todos y para todo; sin embargo, hay que ponerlo en su justo lugar y darle su justo valor.

Es un medio y no un fin. No podemos convertirnos en personas que sólo viven para trabajar. La vida está llena de facetas y cada una hay que cuidarla y prestarle atención; así conseguiremos ese equilibrio de nuestra personalidad, tan necesario para vivir con alma y con calma. El trabajo bien hecho, poniendo ilusión y esfuerzo, y contando con los fracasos que pueden llegar, tiene una consecuencia social: el prestigio profesional.

La experiencia nos hace comprender que confiamos más en la persona que trabaja bien, que en quien lo hace para salir del paso. Esto en todos los niveles. Un médico que sigue estudiando para estar al día y no quedarse atrás, un funcionario que se esfuerza por ser amable con quien acude a él con un problema; una ama de casa que aunque trabaje en la calle procura llevar su hogar con mentalidad profesional, cuidando los menús para que sean equilibrados, aunque tenga que pasar más tiempo en la cocina…

 

 

Todos son dignos por sí mismos y no lo es más el intelectual que el fontanero. En todo caso, lo será quien trabaje mejor y ponga más espíritu de servicio en su tarea. El ejemplo del trabajo bien hecho es la columna vertebral de todo hombre, y de ver esto claro depende gran parte de su felicidad.

Por eso, sería maravilloso que todos pudiéramos trabajar en lo que nos gusta, pero ésa es una utopía irrealizable. Sea cual sea la profesión que tengamos, cuando lo hacemos bien se facilita la mitad y la confianza entre todos, que hace más fácil la ayuda mutua. Esto también puede constituir un pedacito de felicidad.

Y yo, como soy cristiana, añadiría, para el que quiera leerlo: “Ora et labora” (reza y trabaja). ¿Hay quien dé más?

 

 

En una entrevista, S.S. Francisco desmiente que vaya a renunciar

«No se me ha pasado por la cabeza. Quiero vivir la misión que se me ha confiado hasta el final».

 

 

El Papa Francisco ha dicho que no va a renunciar, al menos de momento.

En una entrevista de la agencia Reuters, el Papa desmintió los rumores de que un consistorio de cardenales convocado para finales de agosto y una visita a la ciudad donde descansan los restos del Papa Celestino V, que renunció al pontificado 1294, sean señales de una posible renuncia.

El Papa a había hablado de ello con un grupo de obispos brasileños que se reunieron con él en el Vaticano.

BP. ROQUE PALOSCHI

Obispo de Porto Velho (Brasil)

Se habló mucho en la prensa de que iba a dimitir. Y él nos dijo: «No recuerdo haber dicho eso. No se me ha pasado por la cabeza. Quiero vivir la misión que se me ha confiado hasta el final».

 

 

Sin embargo, el Papa Francisco no descartó la posibilidad de dimitir algún día debido a problemas de salud. Sobre su rodilla, explicó que se hizo una «pequeña fractura» y que está mejorando gracias a una terapia con láser y campos magnéticos.

En cuanto a la guerra de Ucrania, el Papa confirmó que ha habido conversaciones entre el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, sobre un posible viaje a Moscú.

Añadió que «es posible» que vaya a Ucrania después de su viaje a Canadá, pero que primero debe ir a Rusia para tratar de ayudar a la situación allí.

El Papa Francisco también se refirió a la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que anula el caso Roe contra Wade, manteniendo su firme condena al aborto. Sobre negar la comunión a los políticos católicos que apoyan públicamente el acceso al aborto, el Papa dijo que la Iglesia no debe perder su naturaleza pastoral.

 

 

Independencia, ¿para vivir mejor?

Uno de los argumentos, no el único, que usan algunos para defender la independencia de una zona geográfica es sencillo y atrayente: “si nos separamos viviremos mejor”.

Uno de los argumentos, no el único, que usan algunos para defender la independencia de una zona geográfica es sencillo y atrayente: “si nos separamos viviremos mejor”.

El argumento puede estar construido en una simple suposición sin ninguna garantía: suena bien, convence. Luego, si se consigue la independencia, habrá que ver qué pasa…

Otras veces el argumento puede tener apoyos sólidos y buenas garantías de que sea verdadero. Cuando se dan esas garantías, y si llega a fraguarse el proyecto independentista, es bastante posible que logre mejorías.

Sin embargo, ¿es correcto buscar una independencia de una región para vivir mejor? En otras palabras, ¿no se corre el riesgo de olvidar argumentos que, bien considerados, llevarían a mantener la unidad con otras zonas geográficas?

Bastaría con pensar en los posibles costos de la independencia sobre otros. Es cierto que atrae la idea “si nos separamos viviremos mejor”. Pero también es cierto que es mucho más hermoso buscar caminos para seguir juntos y ayudarnos con una solidaridad a veces sacrificada.

 

 

Si vamos más a fondo, descubriremos la belleza de sanos esfuerzos por construir unidades solidarias y abiertas a la colaboración mutua. Quizá algunos no vivan tan bien como desearían, pero si logran que otros mejoren su nivel de vida, ¿no vale la pena mantenerse unidos?

Construir una unidad entre regiones o incluso entre pueblos diferentes es posible cuando hay horizontes y valores grandes, deseos de ayuda mutua, condivisión de dones. Entonces quedan a un lado separatismos insolidarios y egoístas, y se construyen comunidades que saben compartir y apoyarse, en vistas a un proyecto común.

Tal proyecto común, hay que recordarlo, no puede quedar encerrado bajo las fronteras de un Estado: vivimos en un mundo donde también otros pueblos necesitan ayudas generosas para superar graves carencias y para avanzar en el camino hacia la paz, el desarrollo y la justicia social.

¿Independencia para vivir mejor? La pregunta podría ser otra: ¿mantenernos unidos para promover la ayuda mutua y tener mejores posibilidades de ayudar a otros Estados? ¿Dejar de lado intereses incluso legítimos para crecer en solidaridad y en colaboración con otras regiones más necesitadas?

 

 

Oración a Nuestra Señora del Refugio

Advocación Mariana celebrada en México e Italia.

 

 

Esta advocación de la Santísima Virgen ha infundido un gran fervor en el pueblo cristiano ocasionando la conversión de muchos pecadores. Es la razón de llamarla “Refugio de los pecadores”. En ella expresa la Virgen María su protección maternal.

Santísima Virgen María Refugio de los pecadores, Tú que eres seguro cobijo en nuestro caminar por este mundo, con todos sus males, peligros, dificultades, angustias y luchas.

Tú que eres Abogada, Auxiliadora, Intercesora y Mediadora ante Jesucristo, nuestro Señor.

Tú que alientas en nosotros la esperanza de la enmienda y de la perseverancia en el bien.

Tú que nunca rechazas a nadie y a todos con bondad nos entregas tus gracias y favores, dame un corazón lleno de fortaleza y acoge con benignidad mis desesperadas y urgentes suplicas.

Concédeme, oh Reina del Cielo, que nunca se aparten de mi corazón el temor y el amor de tu Hijo Santísimo; que por tantos beneficios recibidos y por los que quedan por recibir, no cese de alabarle con humildes acciones de gracias.

Que a las innumerables culpas cometidas suceda una leal y sincera confesión y un firmísimo y doloroso arrepentimiento y finalmente, que logre merecer su gracia y su misericordia.

Por la confianza que tengo en ti puesta, te imploro con ardor que me ayudes, que me asistas y medies ante tu Sagrado Hijo para que pueda conseguir la gracia que ardientemente deseo y que ahora pido confiadamente con amorosa insistencia: (nuestras intenciones)

Nuestra Señora Refugio de pecadores, en ti pongo ahora y para siempre toda mi confianza a ti acudo Madre afable y llena de piedad solicitando tu bálsamo consolador para que mitigues mi dolor y me obtengas de Jesús que mis grandes problemas y necesidades presentes sean escuchadas y cuanto antes atendidas.

Pídele también, te suplico, el perdón de todos mis pecados y que viva y muera recibiendo sus bendiciones así como gustando las delicias de tu santo Amor.

Amén.

Rezar la Salve, Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

 

 

San Antonio María Zaccaría, creador de una potente devoción neucarística

Este joven cura italiano puso en marcha con otros dos sacerdotes la adoración de las 40 horas en plena Reforma protestante

 

 

San Antonio María Zaccaría nació en Cremona (Italia) en el año 1502. Era de familia noble y pronto se vio llamado a ser médico para cuidar a las demás personas. Leyendo la Biblia y particularmente las Cartas de san Pablo decidió formar parte de grupos de estudio bíblico, en tiempos en que arreciaba la Reforma protestante. Pensó que un modo de ser mejor instrumento en manos de Dios sería estudiar Teología, y así lo hizo. Poco a poco entendió que el Señor quería que fuera sacerdote para cuidar a las almas. Creó pequeñas comunidades entre los fieles. En el caso de los sacerdotes, él y otros dos sacerdotes formaron en 1530 una asociación de clérigos regulares, con una regla común de vida y apostolado, sin ser frailes. El Papa la aprobó como Clérigos Regulares de san Pablo o barnabitas, en honor a su primera iglesia, dedicada a san Bernabé, quien acompañó a san Pablo. Predicaban especialmente a los matrimonios y promovieron la atención de las mujeres en desamparo, al tiempo que vivían la pobreza.

El toque de campanas los viernes a las 3.

Para fomentar la unión con Cristo, impulsaron la devoción eucarística. Concretamente, impulsaron la adoración de las 40 horas.

También promovieron el toque de campanas los viernes a las 3 de la tarde, en recuerdo de la hora en que murió Jesús en la Cruz.

San Antonio María Zaccaría murió joven de agotamiento, en brazos de su madre, cuando contaba solo 37 años.

Oración

Concédenos Señor, aquel profundo conocimiento de Cristo que otorgaste a san Antonio María Zaccaría para que, amándolo como él, sintamos también la urgente necesidad de darlo a conocer a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

«La adoración a Cristo en este sacramento de amor debe encontrar expresión en diversas formas de devoción eucarística. Plegarias personales ante el Santísimo, horas de adoración, exposiciones breves, prolongadas, anuales (las cuarenta horas, bendiciones eucarísticas, pro-cesiones eucarísticas, Congresos eucarísticos).» Juan Pablo II, “El Misterio y el culto de la Eucaristía” (carta a los obispos), n.3.